Hacia el conocimiento

de la Biblia.

Evangelios

Obispo Alejandro (Mileant)

Traducido por Dra. Elena Ancibor y Ludmila Betin

 


Contenido: Historia del texto Evangélico. Tiempo cuando fueron escritos los Evangelios. El significado del número cuatro Evangelios. Interrelación entre los Evangelios. Carácter de cada uno de los cuatro Evangelios. Evangelios según: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Selección de las enseñanzas del Salvador. Conclusión.


La palabra "Evangelio" significa "la buena nueva" o "buena y dichosa nueva." Con este nombre se llama a los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento, los que narran la vida y la enseñanza del Encarnado Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Hablan de todo aquello que Él hizo para la instauración de la vida virtuosa en la tierra y la salvación de nosotros, pecadores.

Hasta la llegada a la tierra del Hijo de Dios, los hombres concebían a Dios como el Creador Omnipotente, Juez temible, que permanecía en Su inalcanzable Gloria. Jesucristo nos dio una nueva comprensión de Dios: como alguien cercano a nosotros, misericordioso, y como Padre que nos ama. "Quien me ha visto a Mí, ha visto a Mi Padre" (Jn. 14:9), decía Jesucristo a sus contemporáneos. Efectivamente, toda la imagen de Cristo, Su palabra y Su gesto estaban compenetrados de infinita compasión hacia el hombre caído. Él era como un Médico entre los enfermos. Los hombres sentían Su amor y miles tendían hacia Él. Nadie era rechazado. Cristo ayudaba a todos: purificaba la conciencia de los pecadores; curaba a los paralíticos y ciegos; consolaba a los desesperados; libraba a los poseídos por el demonio. A Su omnipotente Palabra obedecía la naturaleza y la misma muerte.

A través de este cuadernillo queremos hacer conocer al lector la época y circunstancias en las cuales fueron escritos los Evangelios. Al final, traemos una selección de las enseñanzas del Redentor. Deseamos que todos se introduzcan más profundamente en la vida y en las enseñanzas de nuestro Salvador. Ya que cuando más leemos el Evangelio, más firmemente aprendemos la forma correcta de pensar. Adquiriendo una experiencia personal en lo referente a lo espiritual, comenzamos a convencernos de la real cercanía de nuestro Salvador. Nosotros sentimos que Él es el Buen Pastor, quien cada día dirige nuestras vidas y nos salva de las desgracias.

En el siglo que vivimos, cuando las personas escuchan y leen una cantidad de opiniones contradictorias y sin fundamento, es necesario hacer del Evangelio nuestro libro de cabecera, ya que, mientras todos los demás libros contienen opiniones de hombres comunes (porque sólo poseen sabiduría terrenal), - en el Evangelio escuchamos las palabras inmortales de nuestro Señor.

Historia del texto Evangélico

Todos los libros sagrados del Nuevo Testamento están escritos en griego; pero no en griego clásico, sino en el idioma popular de Alejandría, que se llama "kini" (koine), y que usaban o por lo menos entendían todos los habitantes cultos del Este y Oeste del Imperio Romano. Ésta era la lengua de los hombres instruidos de aquel tiempo. Los Evangelistas escribieron en este idioma los libros del N.T., haciéndolos legibles y comprensibles para todos los ciudadanos instruidos.

Para escribir se usaban sólo las letras mayúsculas del alfabeto griego, sin signos de puntuación, y hasta no se separaban las palabras. Las letras minúsculas comenzaron a usarse a partir del siglo IX, como así mismo la separación de las palabras. Los signos de puntuación fueron introducidos después de la invención de la imprenta, en el siglo XV. La actual separación en capítulos fue introducida en occidente por el cardenal Hugo en el siglo XIII, y la división en versículos por el tipógrafo francés Roberto Stefano en el siglo XVI.

Por los esfuerzos de sabios obispos y presbíteros, la Iglesia velaba siempre por la pureza de los textos sagrados, y los defendía de toda deformación. Los defectos - muy posibles cuando los libros se copiaban a mano, eran muy frecuentes antes de la invención de la imprenta. Existen datos que muestran que varios hombres sabios del cristianismo antiguo se esforzaron mucho en la corrección de textos, de copias defectuosas, como Orígenes; Isiquio, obispo de Egipto y Luciano, presbítero de Antioquía. (Ellos vivían en el II y III siglo d.C.). Con la invención de la imprenta se vigiló que los libros sagrados del N.T. sólo se impriman a partir de las mejores copias antiguas. Durante el primer cuarto del siglo XVI aparecieron casi simultáneamente dos ediciones impresas del texto griego del N.T.: la Poliglota Complutanse, publicado en España, y la edición del Erasmo de Rotterdam en Basel. Del siglo XIX se debe mencionar, como un caso ejemplar, el trabajo de Tischendorf - cuya edición es el resultado de comparación de más de 900 copias manuales de N.T.

Como todos estos trabajos, críticos y responsables, así también el esfuerzo incansable de la Iglesia, en la cual mora y dirige el Espíritu Santo, nos convencen que actualmente poseemos un texto griego puro y sin daño de los libros sagrados del N.T.

Traducciones Eslavas y Rusas: En la segunda mitad del siglo IX los libros sagrados de N.T. fueron traducidos al idioma eslavo por los santos hermanos, iguales a los Apóstoles, Cirilo y Metodio. Este idioma era general y comprensible para todas las tribus eslavas. Se trataba de un dialecto búlgaro-macedonio, que se usaba en la región de Tesalónica, patria de los Santos Hermanos. La copia más antigua de esta traducción se conservó en Rusia, bajo el nombre de "Evangelio de Ostromirov." Su nombre se debe a que la copia fue hecha para Ostromirov, gobernador de Novgorod, por el diácono Gregorio en el 1056-57.

Con el paso del tiempo, el texto eslavo primario sufrió una leve rusificación. La traducción contemporánea al ruso fue hacha en la primera mitad del siglo XIX.

 

Tiempo Cuando Fueron

Escritos Los Evangelios

El tiempo durante el cual fue escrito cada uno de los libros sagrados del N.T. no puede definirse con total exactitud, aunque es indudable que todos ellos fueron escritos en la segunda mitad del primer siglo. Esto es así ya que muchos escritores del siglo II, como San Justino Filósofo Mártir, en su apología escrita cerca del año 150 d.C., el escritor pagano Celso (2da mitad del siglo II), y particularmente el Obispo-mártir Ignacio Teóforo en sus epístolas del año 107 - todos ellos se refieren a los libros sagrados y los citan exactamente.

Como primeros libros del N.T. fueron escritas las Epístolas de los Apóstoles, necesarias éstas para afirmar la fe en las nuevas congregaciones cristianas. Pero pronto se vio la necesidad de relatar sistemáticamente la vida en la tierra y las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo. La "crítica negativa" trata de socavar la fe en la autenticidad histórica de nuestros Evangelios y otros libros sagrados, diciendo que estos aparecieron mucho más tarde (Bauer y su escuela). Los descubrimientos recientes en la literatura patrística (Santos Padres de la Iglesia) atestiguan con toda seriedad que todos ellos fueron escritos en el primer siglo.

Toda una serie de datos nos permite concluir que el Evangelio de Mateo fue escrito primero, y no más tarde que 50 ó 60 años d.C. Los Evangelios de Marcos y Lucas se escribieron algo más tarde, pero antes de la destrucción de Jerusalén, en el año 70 d.C. En cambio, San Juan Teólogo escribió el suyo mucho más tarde, al final del primer siglo, siendo él ya anciano - tenía unos 90 años. Tiempo antes también escribió el Apocalipsis. El libro de "Hechos de los Apóstoles" fue escrito por San Lucas, después de su Evangelio y como se ve en el prefacio - sirve como su prolongación.

El Significado

de los Cuatro Evangelios

Los cuatro Evangelios, en forma coincidente, narran la vida y las enseñanzas de Cristo Redentor, de Sus milagros, Sus sufrimientos en la Cruz, Su muerte y Sepultura, Su gloriosa Resurrección y Ascensión al Cielo. Recíprocamente, completando y aclarando uno a otro, ellos constituyen un sólo libro completo. Sin contradicciones ni discusiones en lo más importante y básico.

El símbolo habitual que representa a los cuatro evangelios es el misterioso carro que vio el profeta Ezequiel, cerca del río Quebar (Ez. 1:1-28). Este carro contenía a cuatro seres que se semejaban al hombre, león, buey y águila, y eran alados. Estos seres, tomados por separado, se transformaron en emblemas de los Evangelistas. El arte cristiano representa desde el siglo V a Mateo con el hombre o ángel, a Marcos con el león, a Lucas con el buey y a Juan con el águila.

Además de nuestros cuatro Evangelios, en los primeros siglos se conocieron hasta 50 otros escritos, que se denominaban también "Evangelios" y sugerían un origen apostólico. La Iglesia los puso en la lista de "apócrifos," o sea, libros no verificados y rechazados. Estos libros contenían muchas deformaciones de los hechos y relatos dudosos. A ellos pertenecen el "Primer evangelio de Jacobo"; la historia de José, el carpintero; el evangelio de Tomás; el evangelio de Nicodemo y otros. En ellos, entre otras cosas, están relatadas la leyendas relativas a la infancia del Señor Jesucristo.

 

Interrelación Entre

Los Evangelios

El contenido de los tres primeros - Mateo, Marcos y Lucas, muchas veces coinciden. Están cerca uno del otro, tanto por el material relatado como por la forma del relato mismo. El cuarto Evangelio - el de Juan, está como aislado. Difiere notablemente de los tres primeros, tanto por el material como por su estilo y la forma de relatar.

En relación a esto, los tres primeros Evangelios son llamados "Sinópticos." De la palabra griega sinopsis, que significa "exposición en una misma forma general." Pero a pesar de estar muy cercanos entre sí, por su plano y contenido, cada uno de los tres presenta características particulares. Los Evangelios sinópticos relatan, casi exclusivamente, las actividades del Señor Jesucristo en Galilea; San Juan, en cambio, habla de Su trabajo en Judea. Los sinópticos cuentan, principalmente, sobre los milagros, parábolas y hechos externos de la vida del Señor. El Apóstol Juan se dedica a discursos sobre el sentido profundo de Su vida, y reproduce las palabras del Señor sobre elevados temas de la fe.

Con todas las diferencias existentes entre los Evangelios, no hay en ellos contradicciones internas. Cuando se los lee con atención, es fácil de apreciar las coincidencias entre los Sinópticos y el de San Juan. Así mismo, él menciona poco sobre la actividad temprana del Señor en Galilea, pero, sin duda conoce Sus largas estadías allí; los Sinópticos no dicen nada sobre la actividad temprana del Señor en Judea y en el mismo Jerusalén, pero los indicios sobre ello se encuentran a menudo en sus textos. Así, según ellos, el Señor tenía amigos, discípulos y seguidores en Jerusalén, como el dueño de la casa, donde se realizó la última cena, y José de Arimatea. Son especialmente importantes las palabras del Señor, citados por los Sinópticos "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!" (Mt. 23:37; Lc. 13:34) Ésta es la expresión que claramente indica la frecuente estadía del Señor en Jerusalén.

La diferencia fundamental entre los Sinópticos y San Juan reside en las anotaciones de las palabras del Señor. En los Sinópticos, los conceptos anotados son muy simples y fácil de entender; San Juan trasmite los conceptos profundos, misteriosos, a menudo difíciles, no a la muchedumbre, sino a un auditorio más restringido. Esto es real. Los Sinópticos mencionan las prédicas, dirigidas a los galileos, hombres simples. San Juan trasmite las palabras dirigidas a judíos, fariseos y letrados, personas profundamente conocedoras de la ley de Moisés, que se ubican alto en los peldaños del conocimiento de la época. Además de esto, San Juan, como veremos más adelante, tiene la meta particular de revelar la enseñanza sobre Jesucristo, como Hijo de Dios, más plena y profundamente. Este tema, indudablemente, es más difícil para el entendimiento que las claras y accesibles palabras de los Sinópticos. Pero, hasta en este terreno no hay gran diferencia entre San Juan y ellos. Si estos muestran la parte más humana de Cristo, y San Juan, por lo general la "Divina," esto no significa que en los primeros esté ausente la parte Divina, o en él, la parte humana. El Hijo del hombre, en los Sinópticos, es también el Hijo de Dios, a quien es dado todo el poder en el cielo y en la tierra. De la misma manera, el Hijo de Dios, según San Juan, es también un verdadero Hombre, que acepta la invitación a un banquete nupcial, conversa como un amigo con Marta y María, y llora ante la tumba de Su amigo Lázaro.

De esta manera, los Sinópticos y San Juan se complementan mutuamente, y sólo en su totalidad dan la entera imagen de Cristo como lo siente y predica la Iglesia.

 

Carácter de Cada Uno

de los Cuatro Evangelios

La enseñanza ortodoxa sobre la Teoinspiración de los libros de las Sagradas Escrituras siempre mantiene el punto de vista que el Espíritu Santo, al inspirar a los escritores sagrados, les otorgaba el pensamiento y la palabra, pero no inhibía su carácter y su mente. La presencia activa del Espíritu Santo no oprimía al espíritu humano y sí lo purificaba y elevaba sobre sus propios límites. Por eso, constituyendo la unidad, la expresión de la Verdad Divina, los Evangelios difieren entre sí, bajo la influencia de las cualidades personales del carácter de cada Evangelista. Se diferencian por la construcción idiomática, estilo y algunas expresiones particulares. Son diferentes también por las condiciones y situaciones en que se escribían y por la finalidad que se proponía cada uno de los Cuatro Evangelistas.

Por todo eso, para percibir y entender siempre a los Evangelios, nos es menester conocer más de cerca la personalidad, el carácter y la vida de cada Evangelista, junto con las condiciones en que cada uno de los Evangelios fue escrito.

 

Evangelio según San Mateo

El Evangelista Mateo, que llevaba también el nombre de Leví, era uno de los doce Apóstoles de Cristo. Hasta su llamado al apostolado, él era publicano - o recolector de impuestos, y sus conciudadanos no lo querían. Los hebreos despreciaban y odiaban a los publicanos porque estos servían al invasor, maltrataban a su pueblo con la exigencia de los impuestos y, generalmente, se enriquecían más de lo debido.

Enternecido hasta el fondo del alma por la benevolencia del Señor - quien no lo evitó, a pesar del desprecio que le tenían los hebreos, y principalmente los líderes del pueblo israelí, los letrados y los fariseos, Mateo, con todo su corazón aceptó la enseñanza. Él, con excepcional profundidad, entendió Su superioridad sobre las costumbres y opiniones de los fariseos. Estos llevaban el sello de la virtud exterior, de la autoestima y del desprecio a los pecadores. Ésta es la razón de presentar detalladamente la alocución condenatoria del Señor contra los letrados y los fariseos - hipócritas, que encontramos en el capítulo 23 de su Evangelio. Se puede pensar que por la misma razón San Mateo puso todo su corazón en la obra de salvación de su natural pueblo hebreo, tan embebido hacia aquel tiempo, con nociones falsas y puntos de vista fariseos. Su Evangelio está escrito eminentemente para el pueblo hebreo. Hay bases para suponer que este Evangelio fue inicialmente escrito en hebreo y sólo más adelante, posiblemente, traducido al griego por el mismo autor.

Escribiendo su Evangelio para los hebreos, San Mateo se puso la meta principal de demostrar que Jesucristo era justamente el Mesías del cual hablan los profetas del A.T., que la revelación del mismo era oscurecida por los fariseos y que sólo se aclaraba con el cristianismo, obteniendo su perfecto sentido. Por eso, comienza su Evangelio con la genealogía de Jesucristo, queriendo mostrar a los hebreos su procedencia de David y Abraham. Él también usa una gran cantidad de citas del A.T. para demostrar el cumplimiento de las profecías. El hecho de que el primer Evangelio está escrito para los hebreos se ve en que San Mateo, mencionando algunas costumbres, no considera necesario de explicar su sentido y significado, como lo hacen los otros Evangelistas. Asimismo, él deja sin traducir algunas palabras arameas, usadas en Palestina.

San Mateo predicó largo tiempo en Palestina, luego fue a predicar a otros países, y finalizó su vida como mártir en Etiopía.

 

Evangelio según San Marcos

El evangelista Marcos llevaba también el nombre de Juan. Su origen era judío, pero no pertenecía a los doce Apóstoles. Por eso, él no pudo ser tan asiduo acompañante y oyente del Señor, como lo fue San Mateo. Él escribió su Evangelio siguiendo los relatos bajo la dirección del Apóstol Pedro. Él mismo fue testigo sólo de los últimos días de la vida terrenal del Señor. Solamente en su Evangelio se cuenta de un adolescente, que cuando Jesucristo fue arrestado en Getsemaní, lo seguía envuelto sólo en un manto. Los soldados lo agarraron, pero él, dejando el manto en sus manos, logró huir desnudo (Mc. 14:51-52). En este adolescente, la antigua tradición ve al autor del segundo Evangelio. Su madre María está mencionada en el libro de los Hechos, como una de las mujeres más fieles a la fe de Cristo; en su casa en Jerusalén, los creyentes se reunían para la oración. San Marcos luego participó en el primer viaje del Apóstol Pablo, junto con otro acompañante - Barnabas, su tío por parte de madre. Él se encontró con el Apóstol Pablo, en Roma, de donde fue escrita la epístola a los Colosenses.

Luego, como se sabe, San Marcos se hizo acompañante y ayudante del Apóstol Pedro, lo que se confirma por las palabras del mismo en su primera epístola conciliar, donde él escribe: "La Iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos, mi hijo, os saludan" (1 Pe. 5:13). En esto, el nombre de Babilonia se refiere a Roma. Antes de su muerte, el Apóstol Pablo llamó a San Marcos de vuelta a su lado, escribiendo a Timoteo: "Toma contigo a Marcos, ya que lo necesito para los servicios" Según la tradición, San Pedro nombró a San Marcos como primer Obispo de la iglesia de Alejandría, y San Marcos terminó su vida como mártir en Alejandría.

Según el testimonio de San Papío, obispo de Serápolis (Hieropolis), también de San Justino Filósofo y San Ireneo de Lyón, San Marcos escribió su Evangelio siguiendo las palabras de San Pedro Apóstol. San Justino la llamó directamente "las anotaciones de memorias de Pedro." Clemente de Alejandría hizo ver que el Evangelio según San Marcos constituye, en realidad, las anotaciones de la prédica oral del Apóstol Pedro, hecha por San Marcos a pedido de los cristianos que vivían en Roma. El contenido de este Evangelio atestigua que es dirigido a los gentiles o paganos que se convirtieron al cristianismo. En él se habla muy poco de la relación de las enseñanzas de Jesucristo en el A.T. y no hay citas de los libros Sagrados del A.T. Al mismo tiempo encontramos en él palabras latinas como "sepultador" y otras. Hasta, está omitido el Sermón del Monte, donde se explica la Superioridad de la ley del N.T. sobre la del A. T.

En cambio, San Marcos dirige su atención al relato de los milagros de Cristo, subrayando con eso la Grandeza Real y la Omnipotencia del Señor. En su Evangelio, Jesús no es "hijo de David," como en de San Mateo, sino Hijo de Dios, Señor, Soberano y Rey del Universo.

 

Evangelio según San Lucas

El historiador antiguo Eusebio de Caesarea, dijo que San Lucas era originario de Antioquía y por eso se considera que San Lucas era de origen pagano (gentil), o como se decía entonces "Prosélito" - un pagano que pasó al judaísmo. Él era médico, lo que se ve en la epístola de San Pablo a los Colosenses. La tradición de la Iglesia añade que además era pintor . De hecho, en su Evangelio se encuentran anunciadas con todo detalle las indicaciones del Señor a los 70 discípulos, con lo que se puede deducir que él pertenecía a estos. La extraordinaria vivacidad del relato de la aparición del Señor a los dos discípulos camino al Emaús, donde él da el nombre de sólo uno de ellos, Cleofás, atestigua que él mismo era uno de los dos que fueron dignos de la aparición del Señor después de Su Resurrección (Lc. 24:13-33). La antigua tradición así mismo lo corrobora.

Del libro de los "Hechos" se sabe que comenzando con el segundo viaje del Ap. Pablo, Lucas es su acompañante y colaborador inseparable. El estuvo con San Pablo en el tiempo de su primer emprisionamiento, cuando fueron escritas las epístolas a los colosenses y los filipenses. Asimismo Lucas estuvo con él en su segunda prisión, cuando fue escrita la 2da epístola a Timoteo y que terminó con su martirio y muerte. Hay datos que después de la muerte de Ap. Pablo, San Lucas predicaba y murrio como mártir en Ajaia (Achaia) - Grecia. Sus santas reliquias junto con las de San Andrés fueron trasladadas a Constantinopla, durante el reinado del emperador Constancio (mitad del siglo IV).

Como se ve en el prefacio del 3er Evangelio, San Lucas lo escribió a pedido de un noble, el "honorable Teófilo" que vivía en Antioquía. Para este mismo, San Lucas escribió luego el libro "Hechos de los Apóstoles" que servía de continuación al relato Evangélico (Lc. 1:3; Hch. 1:1-2). Para su cometido él usó no sólo los datos proporcionados por los testigos oculares del actuar del Señor, sino también, algunas notas escritas ya existentes sobre la vida y las enseñanzas del Señor. Según sus propias palabras, estas notas fueron investigadas cuidadosamente por él. Por eso su Evangelio se distingue por una gran exactitud en las definiciones del tiempo y lugar de los hechos y asimismo presenta una rigurosa sucesión cronológica.

El soberano Teófilo, para el cual fue escrito el 3er Evangelio, no era habitante de Judea y nunca estuvo en Jerusalén; sino San Lucas no necesitaría hacer las aclaraciones geográficas como que el monte de los Olivos se encuentra cerca de Jerusalén, distante de un día de marcha, etc. Por otro lado Teófilo conocía a Siracusa, Phrygia, Puteoli en Italia, la plaza Apia y las tres posadas en Roma, que San Lucas menciona en el libro de "Hechos" sin aclaraciones. Según Clemente de Alejandría (comienzo del siglo III), Teófilo era un noble y rico habitante de Antioquía (Siria), profesaba la religión de Cristo y su casa servía de templo para los cristianos de Antioquía.

Sobre el Evangelio de San Lucas, se nota claramente la influencia del Ap. Pablo, cuyo acompañante y colaborador era San Lucas. Como Apóstol de los paganos, San Pablo se esforzaba sobre todo, de revelar la Gran Verdad, que Jesucristo, el Mesías, vino a la tierra no sólo para los judíos, sino también para los gentiles y que Él es el Salvador de todo el mundo y todos los hombres.

En relación a este pensamiento básico, que claramente se continua a través de todo el 3er Evangelio, la genealogía de Jesucristo es llevada hasta el ancestro de toda la humanidad - Adán, y hasta el Dios mismo - por subrayar aún más Su importancia para todo el género humano (Lc.3:23-38). Aquellos hechos como el envío del profeta Elías a la viuda de Sarepta en Sidón; la curación de la lepra de Naamán el Sirio por el profeta Eliseo (Lc. 4:26-27); la parábola del hijo pródigo y del publicano y fariseo, se encuentran en estrecha relación íntima con el desarrollo de la prédica de San Pablo sobre la salvación no sólo de los hebreos, sino también de los paganos, y de la justificación del hombre delante de Dios no por el cumplimiento de las leyes, sino por la gracia Divina, que es otorgada únicamente por la infinita misericordia de Dios y Su amor a la humanidad. Nadie logró representar tan vivamente el amor Divino a los pecadores arrepentidos como lo hizo San Lucas. Él menciona toda una serie de parábolas y hechos reales sobre ese tema. Es suficiente recordar, además de las ya mencionadas, la parábola sobre la oveja perdida, la moneda perdida, el buen samaritano, el relato sobre el arrepentimiento del jefe de los publicanos, Zaqueo y otros, asimismo las palabras del Señor, "Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento" (Lc. 15:7)

La época y el lugar de la redacción del Evangelio de San Lucas se puede suponer que fue escrito antes de los "Hechos de los Apóstoles" (Hch. 1:1), el cual termina con la descripción de la estadía de dos años del Ap. Pablo en Roma (Hch. 28:30). Esto era cerca del año 63 d. C. Por consiguiente, el Evangelio de San Lucas fue escrito antes y se supone en Roma.

 

Evangelio de San Juan

El Evangelista San Juan, el Teólogo, era el discípulo predilecto de Cristo. Él era el hijo de un pescador de Galilea, Zebedeo y Solomea. Zebedeo era aparentemente rico, ya que tenía unos ayudantes asalariados. Él era además, un prominente miembro de la sociedad judaica, ya que su hijo Juan conocía al Sumo sacerdote. Su madre, Solomea (Solomé), se la menciona entre las mujeres que servían al Señor en su peculio. Ella acompañó al Señor en Galilea, lo siguió a Jerusalén para la última Pascua y participó en la compra de óleos, junto con otras mujeres miróforas, para untar el cuerpo de Él. La tradición la considera hija de José, el desposado.

San Juan fue el primero discípulo de Juan el Bautista. Cuando escuchó su testimonio acerca de Cristo como "Cordero de Dios, que tomó sobre Sí los pecados del mundo," inmediatamente, junto con Andrés, siguió a Cristo (Jn. 1:37-40). Se convierte en discípulo constante del Señor, algo más tarde, después de la pesca milagrosa en el lago de Genissaret (mar Galileo), cuando el Señor mismo, lo llamó con su hermano Jacobo. Junto con Pedro y Jacobo, él fue honrado por una particular cercanía al Señor. Juan estaba con Él en los momentos más transcendentes de Su vida terrenal. Así, él estaba presente durante la resurrección de la hija de Jairo, vio la Transfiguración del Señor sobre el monte Tabor, escuchó la alocución sobre los signos de Su segunda venida y fue testigo de Su oración en Getsemaní. En la Última Cena, él estuvo tan cerca del Señor que se reclinó sobre el pecho de Jesús (Jn. 13:23-25), de donde tomó su origen el apodo de "predilecto," que luego pasó a ser un sinónimo de alguien muy cercano y amigo. Por su modestia, él no se nombra, pero cuando se refiere a sí mismo, en su Evangelio, usa el término de "discípulo que Jesús amó." Este amor del Señor se mostró plenamente cuando, ya de la cruz, el Señor le encomendó a Su Purísima Madre, diciendo "He aquí tu madre" (Jn. 19:27).

San Juan amaba fervientemente al Señor y estaba lleno de indignación contra Sus enemigos, o los que no Lo aceptaban. Por eso él prohibió a un hombre, que no seguía a Cristo, de echar a los demonios con el nombre de Cristo (Lc. 9:49). Él pidió el permiso al Señor para hacer bajar el fuego sobre una aldea de Samaria, que no aceptó el Señor, cuando iba a Jerusalén a través de Samaria (Lc. 9:54), por lo cual, él y su hermano Jacobo, recibieron del Señor el apodo de "boanerges" o sea "hijos del trueno." Sintiendo el cariño de Cristo, pero todavía no iluminado con la gracia del Espíritu Santo, él se decide a pedir al Señor para sí mismo y su hermano un lugar privilegiado en Su futuro Reino. En respuesta recibe la profecía sobre el cáliz de sufrimiento que les espera (Mt. 20:20).

Después de la Ascensión del Señor, él permaneció en Jerusalén. Se podía ver a menudo a San Juan acompañando al Apóstol Pedro. Él junto con Pedro y Santiago fueron considerados como pilares de la Iglesia (Gal. 2:9). Desde la destrucción de Jerusalén, el lugar de vida y actividad de San Juan fue la ciudad de Efeso en Asia Menor. Durante el reinado del emperador Domiciano, él fue exilado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis (Ap. 1:9-19). De vuelta del exilio a Efeso, escribió allí su Evangelio y murió por causa natural - el único de los Apóstoles. Según la tradición, llegó a una misteriosa y profunda ancianidad de 105 años, muriendo durante el reinado del emperador Trajano.

Como dice la tradición, Juan escribió su Evangelio a pedido de los cristianos de Efeso. Ellos le trajeron los tres anteriores y pidieron de completar con lo que escuchó personalmente del Señor. San Juan corroboró la veracidad de lo que estaba escrito en los tres Evangelios, pero encontró que había mucho que podía ser añadido a su relato, en particular la exposición más amplia y clara de la enseñanza sobre la Divinidad del Señor Jesucristo. Esto era necesario para que con el transcurso del tiempo no se pensara en Él sólo como Hijo del hombre. El tema era más imprescindible aún, ya que comenzaron a aparecer las herejías, que negaban la Divinidad de Cristo - evonitas, herejía Corinfo y agnósticos. Sobre estos temas habla San Ireneo de Lyón (mitad del siglo III).

De todo lo auténtico se torna claro que la meta del 4to Evangelio era el deseo de completar los relatos de los tres Evangelistas. El carácter que diferencia al 4to Evangelio de los precedentes tres, es el nombre que se le ha dado: "el Evangelio espiritual."

El Evangelio de San Juan comienza con la exposición de la enseñanza de Su Divinidad y luego contiene una serie de expresiones y palabras del Señor, de alto significado espiritual. En éstas se revela Su dignidad Divina y profundos misterios de la fe. Así, su conversación con Nicodemo sobre el nacimiento superior con agua y espíritu y sobre el sacramento de la salvación; la conversación con la samaritana sobre el agua de la vida y sobre la adoración a Dios con el espíritu; el sermón sobre el pan que bajó del cielo y el sacramento de la comunión, asimismo sobre el buen Pastor y, particularmente, extraordinario por su contenido, el sermón de la Última Cena, como la despedida del Señor de sus discípulos, que concluye con la hermosa "oración del Sumo Sacerdote." Encontramos aquí toda una serie de testimonios personales del Señor sobre Sí mismo, como Hijo de Dios. Por su enseñanza sobre Dios-Logos (Verbo) y la revelación de altas y profundas Verdades y misterios de nuestra fe, San Juan obtuvo la honorable denominación de "Teólogo."

[The primary purpose of John in writing the Gospel is stated in chapter 20:31: "These are written that you may believe that Jesus is the Christ, the Son of God; and that believing, you may have life in His name." This statement is partly in answer to the teachings of the Gnostics, a heretical group of John's time who posed as Christians, but who included in their teachings some elements of Greek philosophy, some of the teachings of the Jewish philosopher Philo, and elements of those pagan religions known as the mystery cults, as well as some teachings based on the Old Testament. The Gnostics held generally that the God of the universe was so high and holy that it was impossible for Him to create a material world or to have any dealings with persons possessed of material bodies, that there were innumerable intermediary beings or aeons (some superior spiritual beings, similar to angels), one of whom created the world; and another called the Logos or Word of God, was the only channel through whom God could reveal Himself to the world. Some of them said Jesus was the Logos and therefore of an order of life somewhere between God and man. Obviously such teaching would do great harm to true Christianity. John answered these and other wild claims of that sect by affirming: that the Word (Logos) who reveals God is as eternal as God, that He has fellowship with God, that indeed He is of the same essence as God. John affirmed also that He was made flesh (that is took the nature of mankind including a material body) and lived on the earth as Jesus the only begotten Son of God; that life was in Him; and that He was the light which overcame the darkness (just as He overcame death in His resurrection) and that salvation is to be had in consequence of faith in Him rather than by acquiring a system of hidden knowledge. In setting out the purpose of his work, John declared: "These things are written that people might have faith in Him as the anointed Savior and the true Son of God and that in consequence of this faith they might have life through His name."]

Virgen, de corazón puro, con toda su alma entregada al Señor y amado por Él, por eso, de un amor especial, San Juan penetró profundamente en el alto misterio del amor cristiano. Nadie, como él, revelo tan plenamente y con tanta profundidad y convicción en su Evangelio y sus tres epístolas del dogma cristiano sobre los dos principales mandamientos de la ley Divina - del amor a Dios y el amor al prójimo. Por eso lo llaman también el "Apóstol del amor."

Una característica importante de su Evangelio es, que mientras los tres primeros Evangelios relatan principalmente la prédica de Jesucristo en Galilea, San Juan presenta los acontecimientos y sermones, que tuvieron su lugar en Judea. Gracias a esto podemos calcular cuánto duró el servicio social del Señor y al mismo tiempo, la extensión de Su vida terrenal. Predicando en mayor parte en Galilea, el Señor iba a Jerusalén para todas las festividades más importantes. De estos viajes a Jerusalén para la fiesta de Pascua fueron tres, y antes de la cuarta Pascua Él sufrió la muerte en la Cruz. De éste sale que la prédica del Señor duró cerca de 3 años y medio, y que Él vivió sobre la tierra sólo 33 años y medio - ya que salió a predicar a los 30 años de edad como lo atestigua San Lucas (3:23).

 

Selección de Las Enseñanzas

Del Redentor

El amor a Dios y a los hombres: Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y toda tu mente y con todas tus fuerzas... Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mc. 12:28-31); Misericordia quiero, y no sacrificio (Mt. 9:13); Si me amáis, guardad Mis mandamientos...El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que Me ama; y el que Me ama, será amado por Mi Padre... y vendremos a él, y haremos morada con él (Jn. 14:15:23); En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros (Jn. 13:35); Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos (Jn. 15:13; 13:34-35; Mt. 5:42-48).

La alegría en Dios: Bienaventurados... Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los Cielos... (Mt. 5:12); Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar... porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga (Mt. 11:28-30); y Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano (Jn. 10:28); ... y nadie os quitará vuestro gozo (Jn. 16:22).

El ayuno: Pero este género no sale sino con oración y ayuno (Mt. 17:21, 6:16-18; Mc. 2:19-22, 9:29).

Hacer el bien: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos,... (Mt. 7:12); Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen al vuestro Padre que está en los cielos (Mt. 5:16); Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuando es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa (Mt. 10:42, 25:31-46; Lc. 19:11-27; parábola sobre el misericordioso samaritano (Lc.10:25-37); parábola sobre la higuera estéril, Lc. 13:6-9).

El desarrollo de buenas cualidades: Nuestro Señor Jesucristo enseñaba constantemente; así vemos por ejemplo: El Sermón del Monte (Mt. caps. 5-7), y las Bienaventuranzas, en las cuales está trazando el camino de perfección (Mt. 5:3-12). En la parábola sobre el sembrador (Mt. 13:3-23) y de los talentos (Mt. 25:14-30), se habla de la necesidad de desarrollar en sí las aptitudes naturales que Dios nos dio. El conjunto de dones buenos y aptitudes (talentos) desarrollados, constituyen la verdadera riqueza del hombre. Por eso fue dicho que "El Reino de Dios está entre vosotros" (Lc. 17:21).

La Comunión, su necesidad: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis Su Sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come Mi Carne y bebe Mi Sangre, tiene vida eterna; y Yo le resucitaré en el día postrero (Jn. 6:27-58; Lc. 22:15-20).

La cruz, como se la debe llevar; el camino angosto: Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan (Mt. 7:13-14); ...el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan (Mt. 11:12); y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de Mí (Mt. 10:38; Lc. 13:22-30, 14:25-27; Mc. 8:34-38; Jn. 12:25-26).

Esperanza en Dios: ¿No se venden 5 pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aún los cabellos de vuestras cabezas están todos contados. No temáis, pues, más valéis vosotros que muchos pajarillos. (Lc. 12:6-7); No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí (Jn. 14;1); Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios (Lc. 18:27); Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido (Lc. 19:10).

La Fe: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn. 3:16). Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mc. 9:23). Bienaventurados los que no vieron, y creyeron (Jn. 20:29; Mt. 16:17; Lc. 17:5-10; Mc.16:16).

Generosidad y preocupaciones terrenales: ...Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el días de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio (Mt. 6: 19-34); Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?... (Mt. 16:26); ¡Cuán difícil les es entrar en el Reino de Dios, a los que confían en las riquezas! (Mc. 10:24, 10:17-27; Lc. 10:41-42, la parábola sobre el rico insensato, Lc. 12:13-21).

Gracia del Espíritu Santo: Nacido del Espíritu, espíritu es (Jn. 3:6); Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna (Jn. 4:13-14); Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará al Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lc. 11:13); Consolador, Espíritu de la Verdad... Él os enseñará toda la Verdad (Jn. 16:13; 7:37-39; 14:15-21; 16:13); parábola sobre la semilla que crece en forma invisible (Mc. 4:26-29); parábola sobre la semilla de la mostaza (Mt. 13:31-32); parábola sobre las 10 vírgenes (Mt. 25:1-13).

Gratitud a Dios: "¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?... Levántate, vete; tu fe te ha salvado. (Relato sobre los 10 leprosos, Lc. 17:11-19).

La humildad y modestia: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt. 5:3); Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido (Lc. 14:11); ...aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mt. 11:29); ...el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor (Mt. 20:26, 20:1-16; Lc. 10:21, 18:9-14; Mc. 10:42-45; Jn. 13:4-17; la parábola sobre los trabajadores que recibieron un salario igual, Mc. 20:1-16).

La justicia, y la tendencia hacia ella: Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mt. 5:6); Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre... (Mt. 13:43); Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto (Mt. 5:48).

No juzgar: No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados... (Mt. 7:1-2).

La lengua, hay que cuidarla: ...¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas Yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serán justificado, y por tus palabras serás condenado (Mt. 12:34-37, 15:19).

Limosna: ...Venid, benditos de Mi Padre, heredad el Reino... porque tuve hambre, y Me disteis de comer; tuve sed, y Me disteis de beber; fui forastero, y Me recogisteis; estuve desnudo, y Me cubristeis; enfermo, y Me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí (Mt. 25:34-36; Lc. 14: 12-15, 21:1-4).

Oración: Pedid, y se os dará, buscad, y hallareis; llamad, y se os abrirá (Mt. 7:7-11); Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis (Mt. 21:22); Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y verdad es necesario que adoren (Jn. 4:24, 16:23-27; Mc. 14:38, 11:23; Mt. 6:5-15, 18:19-20; Lc. 11;9-10; la parábola sobre el juez, injusto 18:1-8).

La paciencia: Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas(Lc. 21:19); ...mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo (Mt. 10:22); ...y dan fruto de perseverancia (Lc. 8:15); ...acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado (Lc. 16:19-31, la parábola del rico y Lázaro).

Paz con los prójimos y perdón de las ofensas: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial (Mt. 6:14); Perdona aún setenta veces siete (Mt. 18:22, 5:23-26; Lc. 23:34; la parábola sobre el malvado deudor (Mt. 18:23-35).

Penitencia: Arrepentíos, porque el Reino de los cielos se ha acercado (Mt. 3:2); ...porque no he venido a llamar a los justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mt. 9:13); ...todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado... si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres (Jn. 8:34-36); No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente (como los que quedaron aplastados por la torre en Jerusalén.) (Lc. 13:3, 7:47, 13:1-5; Mt. 4:17, 18:11-14; Jn. 5:14; la parábola de la oveja perdida (Lc. 15:1-7), la parábola del hijo prodigo (Lc. 15:11-32); la parábola del publicano y fariseo, Lc. 18:9-14).

La pureza y la fidelidad matrimonial: (Mt. 5:27-32, 19:3-12).

La pureza del corazón: Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios (Mt. 5:8); Porque del corazón salen los malos pensamientos... Estas cosas son las que contaminan al hombre... (Mt. 15:19-20); ...éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la Palabra oída (de Dios), y dan fruto con perseverancia (Lc. 8:15); ...que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él (Mc. 10:15); Ya vosotros estáis limpios por la Palabra que os he hablado (Jn. 15:3); (Mc. 7:15-23).

La racionabilidad: Mirad que nadie os engañe (Mt. 24:4, Lc. 14:28-33; la parábola del administrador infiel, Lc. 16:1-13).

Las seducciones y la lucha contra ellas: Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado (Mc. 9:42-49); Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! (Mt. 18:7; Lc. 17:1-2).

La unidad y la tendencia hacia ella: ...Habrá un rebaño y un Pastor (Jn. 10:16); para que todos sean uno, como Tu, oh Padre, en Mí, y Yo en Ti, que también ellos sean uno en Nosotros; para que el mundo crea que Tú Me enviaste. (Jn. 17: 21); ...dónde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos. (Mt. 18:20).

Amor a la Verdad: ...Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la Verdad. Todo aquel que es de la Verdad, oye Mi voz (Jn. 18:37; la parábola sobre el tesoro, Mt. 13:44-46).

Estar en vigilia: Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el Señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo (Mc. 13:33-37; Lc. 11:24-26; 21:34-36; parábola sobre los demonios expulsados, Mt. 8:28-34).

La voluntad de Dios, cómo seguirla: Venga tu Reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra (Mt. 6:10); No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos (Mt. 7:21).

 

Conclusión

El Señor Jesucristo vino a establecer el Reino de Dios entre los hombres - la vida virtuosa. Él nos enseñó continuamente a preocuparse por eso y pedir: "Venga Tu Reino, Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mc. 6:10). Pero Él no quiso plantear este Reino por medios artificiales y coercitivos. Por eso, Él evitaba toda inherencia en la vida política del país y llamaba a los hombres a corregir sus corazones hacia el renacimiento espiritual. Esto, a su vez, debía mejorar todas las facetas de la vida de la sociedad.

Cuando leemos la historia de la difusión del cristianismo, vemos que a medida que asimilaban los hombres la enseñanza del Salvador, en la sociedad humana se producían modificaciones favorables, tanto sociales, como económicas. En realidad el cristianismo colaboró en la abolición de la esclavitud, elevó la posición de la mujer, fortaleció a la familia, creó los organizaciones filantrópicas y dio a la humanidad altos principios morales y humanitarios. Todo lo contrario vemos en los países donde imperan ideas contrarias al cristianismo, como fascismo o "materialismo científico." Allí, en lugar del promedio "paraíso terrenal" aparece algo semejante al infierno, donde en lugar de la adoración a Dios, se practica el culto al "líder."

Sólo Dios conoce todas las fallas y debilidades de la naturaleza humana, dañada por el pecado. Sólo Dios puede ayudar al hombre a vencer sus inclinaciones negativas y resolver los problemas tanto personales, como familiares y sociales. Por eso hay que buscar un guía hacia donde dirigirse y qué hacer, en las enseñanzas de Cristo. El cristianismo pone como base de la vida la fe en Dios y el amor a los hombres. Nos enseña la generosidad, misericordia, modestia y benevolencia. Nos llama a hacer el bien, desarrollar en nosotros todas las aptitudes, que Dios nos otorgó. La enseñanza de Cristo trae paz y alegría a nuestra alma. Nos enseña que el hombre fue creado para la eterna felicidad en el Reino del Cielo, y ayuda a alcanzarlo. Es por eso que al cristiano le es menester leer el Evangelio continuamente, con actitud pensante y oratoria, obteniendo así la Sabiduría Celestial.

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Folleto Misionero # S27

Copyright (c) 2000 y Publicado por

La Iglesia Rusa de La Sagrada Protección

2049 Argyle Ave. Los Angeles, California 90068

Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(biblia6_s.doc, 09-22-2000)

Edited by

Date

Debora Bettendorff

09-20-2000