Hacia el conocimiento

de la Biblia, parte 9

El Libro

de Revelación

 

Obispo Alejandro (Mileant)

Traducido por Nikolas Mitakys

 


Contenido:

La importancia del Apocalipsis.

El autor del libro.

Período, lugar y propósito por el cual se escribió este libro.

El contenido, plan y el simbolismo del Apocalipsis.

Las cartas a las siete Iglesias.

La visión del servicio celestial.

Los siete sellos y los cuatro jinetes.

Las siete trompetas; la impresión de los escogidos y el comienzo de las desgracias.

Las siete señales, la Iglesia y el reino de la bestia.

Los siete cáliz, el acrecentamiento de las fuerzas ateas.

El juicio sobre Babilonia.

Los 1000 años; ell juicio sobre el diablo, la resurrección y el Juicio Final.

El nuevo cielo y la nueva tierra.

Conclusión.

Plan de las 7 cartas. Plan del Apocalipsis.


 

La Importancia del Apocalipsis

y el interés en él

El Apocalipsis ("Apocalipsis" en griego significa "revelación") de San Juan el Teólogo es el único libro profético en el Nuevo Testamento. Predice el destino inminente de la humanidad, el fin del mundo, y el principio de la vida eterna, y por consiguiente, es el útimo libro de la Santa Escritura.

El Apocalipsis, es un libro misterioso y muy difícil de entender, por esta razón, su carácter misterioso atrae la atención de los fieles, y también de aquella gente que obtiene placer en pensar y adivinar el sentido de las apariciones descritas en él. Sobre el tema del Apocalipsis existen muchos libros, entre los cuales hay una cantidad de ediciones con opiniones absurdas, especialmente en la literatura sectaria contemporánea.

A pesar de que es muy difícil de entender este libro, los padres y maestros de la Iglesia iluminados espiritualmente, trataban este libro con mucha veneración, por ser inspirado por Dios.

Así, San Dionisio de Alejandría escribe: "Por ser un libro misterioso, no deja de sorprenderme y si yo no puedo entenderlo plenamente, es debido a mi incapacidad. Además, no puedo juzgar las verdades contenidas en él, y menos medirlas con mi mente limitada; guiándome más por la fe, que por mi mente, lo considero superior a mi comprensión." Del mismo modo se expresa San Jerónimo Bendito con respecto al Apocalipsis, en la siguiente forma: "Son tantos los misterios en él, como palabras para describirlo. ¿Pero qué es lo que estoy diciendo? Todas las alabanzas dichas con respecto a este libro, serán menores que el verdadero valor en él."

Durante el servicio de la iglesia, el Apocalipsis, no se lee debido a que en la antigüedad, la lectura de la Santa Escritura durante el servicio siempre se acompañaba con la explicación de la misma, y el Apocalipsis era siempre difícil de explicar.

 

 

El autor del libro

El autor del Apocalipsis, se refiere a sí mismo, como Juan (Ap. 1:1-4 y 22:8). Según la opinión general de los santos padres de la Iglesia, el autor era San Juan, el discípulo más querido de Jesucristo, quien recibió el nombre "Teólogo," por la magnitud de su escritura sobre el Verbo Dios. Su paternidad literaria se prueba en el propio Apocalipsis, así como en otras señales interiores y externas. A las escrituras inspiradas por San Juan el Teólogo, pertenecen también un Evangelio y tres Epístolas. El autor del Apocalipsis escribe que se encontraba en la isla Patmos : "Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación y en el reino, y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla que es llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo" (Rev. 1:9). Es conocido por medio de la historia de la Iglesia, que de todos los discípulos, únicamente San Juan se sujetó al encarcelamiento en esta isla.

La prueba de la paternidad literaria del Apocalipsis del apóstol San Juan, es la similitud de este libro con el Evangelio y las Epístolas, no sólo por su espíritu, sino, en el estilo de su escritura, y en especial, por ciertas expresiones características. Así, por ejemplo, el sermón apostólico se denomina aquí como "testimonio" (Rev. 1:2-9; 20:4; ver: Jn 1:7; 21:24; 1 Jn 5:9-11). Nuestro Señor Jesucristo se llama "Verbo" (Rev. 19:13; ver: Jn 1:1-14 y 1 Jn 1:1) y "Cordero" (Rev. 5:6 y 17:14; ver: 1:36). Las palabras proféticas de Zacarías: "Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito" (Zac. 12:10), ambos, en el Evangelio y en el Apocalipsis, se cita la misma traducción del griego de los "Setenta traductores" ("Septuaginta," Rev. 1:7 y Jn 19:37). Algunas diferencias se encuentran entre el idioma del Apocalipsis y otros libros de San Juan. Esto se explica por la diferencia en el contexto, así, como en las circunstancias del origen de las escrituras del apóstol Santo. San Juan era judío por nacimiento, aunque él hablaba el idioma griego, pero estando encarcelado y lejos del idioma griego cotidiano, naturalmente imprimió en el Apocalipsis el sello influido por su lengua nativa. Para un lector imparcial del Apocalipsis, es evidente que en todo su contenido, existe el sello del gran espíritu del Apóstol, que es el amor y la contemplación.

Todos los testimonios antiguos y los escritos de los santos padres que aparecieron más tarde, testifican a la autenticidad literaria del autor del Apocalipsis como a San Juan el Teólogo. Su discípulo, San Papías de Hierápolis, se refiere al escritor del Apocalipsis como al "anciano Juan," así como se llama el mismo apóstol en sus Epístolas (2 Jn 1:1 y 3 Jn 1:1). Es muy importante el testimonio del Mártir San Justin, el cual vivió en Efesus antes de su conversión al cristianismo y en el mismo lugar donde anteriormente vivió el apóstol San Juan. Muchos de los santos padres del segundo y tercer siglo, citan ciertos lugares del Apocalipsis como el libro inspirado por Dios perteneciente a los escritos de San Juan el Teólogo. Unos de ellos fueron San Hipólito, el Papa de Roma, el que escribió la apología sobre el Apocalipsis, estudiante de Irineo de Lyon. Clemente de Alejandría, Tertulian y Orígenes reconocían como autor del Apocalipsis a San Juan el Teólogo. De la misma opinión eran los santos padres que vivieron más tarde: Efrén de Siria, Epifanio, Basilio el Grande, Ilarios, Athanasios el Grande, Gregorio el Teólogo, Dadim, Ambrosio de Mediolan, San Agustín el Bendito y San Ieronim el Bendito. La ley número 33 del Concilio de Cártago, reconoció a San Juan como autor del Apocalipsis y añadió su libro al resto de los libros canónicos de la Santa Escritura. La atestación de San Irineo de Lyon, es de un valor muy grande con respecto a la paternidad literaria del Apocalipsis a San Juan, debido a que, San Irineo, era discípulo de San Policarpo de Esmirna, el último fue discípulo de San Juan, encabezando bajo su guía apostólica, la iglesia de Esmirna.

 

 

Período, lugar y propósito

por el cual se escribió el Apocalipsis

La tradición antigua atribuye el final del primer siglo como el tiempo en que se escribió el Apocalipsis. Así, por ejemplo, San Iirineo escribe: "El libro de la Revelacion aparecio un poco antes de la persecucion del emperador Domiciano." El historiador Eusebio (principio del cuarto siglo) nos informa que los escritores paganos contemporáneos, mencionan sobre el destierro de San Juan el Teólogo a la isla Patmos por su testimonio sobre la grandeza del Dios-Verbo, atribuyendo este evento al decimoquinto año del reinado de Domitian (reino en el 81-96 año después de Cristo).

De esta manera, el Apocalipsis fue escrito al final del primer siglo, cuando cada una de las siete iglesias de Asía Menor, a las cuales se refiere San Juan, tenían ya su historia y un camino religioso más o menos establecido. El cristianismo entre los fieles, ya no se encontraba en su forma original de pureza y verdad, el pseudo cristianismo intentaba de competir con el verdadero. Es evidente también, que las actividades de San Pablo, el cual predicó por mucho tiempo en Efeso, fue obra del pasado.

Los escritores de la iglesia de los primeros tres siglos indicaban en una forma unísona la isla Patmos como lugar donde se escribió el Apocalipsis y también el apóstol lo menciona como el lugar donde él obtuvo la visión (Rev. 1:9-11). Patmos, se encuentra en el mar Egeo, al sur de la ciudad de Efesus, en la antigüedad fue un lugar de destierro.

En las primeras líneas del Apocalipsis, San Juan indica la razón por haberlo escrito: predecir los destinos de la Iglesia de Jesucristo y de todo el mundo. La misión de la Iglesia de Cristo, fue renovar el mundo por medio de la palabra cristiana, implantar en las almas de la gente la verdadera fe en Dios, enseñarles a vivir correctamente, indicarles el camino al Reino de los Cielos. Pero no toda la gente se inclinó a recibir la enseñanza cristiana. Ya en los primeros días, después del Pentecostés, la Iglesia tropezó con la hostilidad y una consciente oposición, primero por parte de los sacerdotes judíos y escribas, y luego de los judíos descreídos y los paganos.

Ya en el primer año del cristianismo, comenzó una sangrienta persecución de los predicadores del Evangelio. Progresivamente estas persecuciones tomaban una forma más organizada y sistemática. El primer centro de hostilidad contra el cristianismo fue Jerusalén. Comenzando a mediados del primer siglo, Roma encabezada por Nerón (reinó en 54-68), se unió al campamento de los perseguidores. La persecución comenzó en Roma, donde derramaron sangre muchos cristianos, incluyendo a los principales apóstoles Pedro y Pablo. Al final del primer siglo, la persecución de los cristianos fue más intensa. El emperador Domitian decretó una persecución intensiva contra los cristianos en Asia Menor, y luego, en otras partes del Imperio Romano. El apóstol Juan convocado por Roma y luego, siendo sumergido en una olla de aceite hirviente, permaneció indemne. El emperador Domitian, desterró a San Juan a la isla de Patmos, donde el apóstol recibió la revelación de los destinos de la Iglesia y de todo el mundo. Con breves interrupciones, las sangrientas persecuciones continuaron hasta el año 313, cuando el emperador Constantino proclamó el Edicto de Milán sobre la libre práctica de la fe cristiana.

En vista del comienzo de las persecuciones, el apóstol Juan escribe para los cristianos el Apocalipsis como consuelo, guía y fortalecimiento. Destapa las intensiones confidenciales de los enemigos de la iglesia, personificando en la bestia que surgió del mar (como los representantes del poder secular hostil), y en la bestia que surgió de la tierra al profeta falso como los representantes del poder pseudo religioso y hostil). El descubre al diablo como al principal guiador de la batalla contra la iglesia; el cual se representa como el antiguo dragón, quien agrupa y dirige todas las fuerzas hostiles de la humanidad contra la iglesia. Pero los sufrimientos de los fieles no son en vano: por medio de la fidelidad a Jesucristo y paciencia, ellos reciben en el cielo la gratitud merecida. En un tiempo determinado por Dios, todas las fuerzas hostiles contra la Iglesia serán juzgadas y castigadas. Después del Juicio Final y el castigo de los impíos, comenzará una vida bendita y eterna.

El propósito de escribir el Apocalipsis, era retratar la batalla venidera con las fuerzas del mal; mostrar los métodos del diablo contra el bien y la verdad, asistido por sus servidores; guiar a los creyentes para que ellos aprendan a superar las tentaciones; y mostrar el triunfo final de Cristo sobre el mal.

 

 

El contenido, plan y el

simbolismo del Apocalipsis

El Apocalipsis siempre atrajo la atención de los cristianos, en especial en aquel tiempo, cuando diferentes desgracias y tentaciones con gran fuerza comenzaban a perturbar la vida social y de la iglesia. Al mismo tiempo la representación simbólica y misteriosa de este libro, lo hace muy difícil de comprender y por consiguiente, para los intérpretes imprudentes, existe el riesgo de cruzar el parámetro de la verdad hacia las esperanzas y creencias imposibles. Por ejemplo, la comprensión literal de las imágenes en este libro, proporcionó el motivo, antes y ahora, para crear una falsa enseñanza llamada "chiliasm," que significa el reino de Cristo en la tierra de mil años. La terrible persecución experimentada por los cristianos en el primer siglo, interpretada en el sentido apocalíptico, daba la pauta a cierta gente para creer que ésto era el principio del fin y que la venida de Jesucristo estaba muy cerca. Esta opinión nació ya en el primer siglo.

Durante los últimos veinte siglos, aparecieron vastas interpretaciones del Apocalipsis con muchos variantes. Todas estas interpretaciones se dividen en cuatro grupos. Uno de ellos atribuyen las visiones y los simbolismos del Apocalipsis a los "últimos tiempos" el fin del mundo, la aparición del anticristo y la segunda venida de Jesucristo. Los segundos atribuyen al Apocalipsis un significado puramente histórico y limitan su visión con eventos históricos del primer siglo: la persecución de los cristianos de parte de los emperadores paganos. Los terceros tratan de encontrar la realización de las predicciones apocalípticas en los eventos históricos de sus tiempos. Según sus opiniones, el Papa de Roma es el anticristo y todas las desgracias apocalípticas son predichas con respecto a la Iglesia Romana, etc. Y finalmente los cuartos, ven en el Apocalipsis una simple alegoría, sosteniendo que todas las visiones descritas en él, no tienen un sentido tan profético, como un sentido moral. Luego veremos que estos puntos de vista no excluyen, sino complementan el Apocalipsis.

El Apocalipsis se puede entender correctamente únicamente en el pleno contexto de la Santa Escritura. La peculiaridad de muchas visiones proféticas en el Nuevo y Antiguo Testamento es que en ella existe una fusión simultánea de varios eventos históricos en una sola visión. En otras palabras, los eventos espirituales que son relacionados, separados unos de los otros por muchos siglos y milenios, se unen en un solo cuadro profético, que a su vez une todos los diversos eventos históricos de su época.

Por medio de esta síntesis de eventos, como ejemplo, se puede presentar la conversación de Jesucristo sobre el fin del mundo. En ella, el Señor habla simultáneamente sobre la destrucción de Jerusalén que tomó lugar 35 años más tarde de la crucifixión, y sobre el tiempo que precede a Su segunda venida (Mt. 24; Mc. 13; Luc. 21). La razón de esta unificación de eventos se explica en que el primero ilustra y explica el segundo. En muchos casos las profecías del Antiguo Testamento hablan simultáneamente sobre el cambio positivo en la sociedad humana del Nuevo Testamento, y sobre la nueva vida en el Reino de los Cielos. En este caso, el primero sirve como el principio del segundo (Is 4:2-6; 11:1-10; 26, 60 y 65 capit.; Jer. 23:5-6; 33:6-11; Hab. 2:14; Sof. 3:9-20). Las profecías del Antiguo Testamento sobre la destrucción de Babilonia Caldea hablan simultáneamente sobre la aniquilación del reino del anticristo (Is. 13:14; Jer. 50; 51). Hay muchos ejemplos similares de fusión de eventos en una sola profecía. Semejante método de unir los eventos por las señales de su unidad interna se usa para ayudar al creyente a comprender la esencia de los eventos, basándose en lo que la persona ya sabe, dejando de lado los detalles históricos secundarios que no dan ninguna explicación. Como veremos más tarde, el Apocalipsis consiste en una serie de visiones. El clarividente nos presenta el futuro en una perspectiva del pasado y del futuro. Así, por ejemplo, la bestia de muchas cabezas en los capítulos 13-19, es el mismo anticristo y sus predecesores: Antioco IV Epifanes, tan ilustremente descrito por el profeta Daniel, en sus dos primeros libros de los Macabeos, los emperadores Nerón y Domitian, perseguidores de los apóstoles de Cristo, y los enemigos subsecuentes de la Iglesia.

En el capítulo 11, hay dos personajes de Jesucristo que testimonian contra el anticristo: Enoc y Elías, y como prototipos de ellos, son los apóstoles Pedro y Pablo, y también todos los predicadores del Evangelio que cumplen su misión en este mundo hostil a la cristiandad. El profeta falso en el capítulo 13, es la personificación de todos los propagadores de religiones falsas (gnosticismo, herejías, mahometanos, materialismo, hinduismo, etc.), entre los cuales el representante más vívido será el profeta falso en los tiempos del anticristo. Para entender la razón por la cual el apóstol Juan unía diferentes acontecimientos y diferentes personajes en una imagen, hay que tener en cuenta que el apóstol escribía no solo para sus contemporáneos, sino, también para los cristianos de todas las épocas que tendrían que soportar persecuciones y penas similares. El apóstol Juan descubre en general los métodos de seducción, y muestra la verdadera manera de evitarlos para ser leal a Cristo hasta la muerte.

Igualmente a lo antedicho, es el juicio de Dios mencionado repetidamente en el Apocalipsis, el Juicio Final y todos los juicios en forma separada sobre las naciones y los individuos. En este juicio están incluidos: toda la humanidad de los tiempos de Noé, las ciudades históricas Sodoma y Gomorra en los tiempos de Abraham, Egipto en los tiempos de Moisés, los dos juicios de Judea (durante los seis siglos antes del nacimiento de Jesucristo y luego en el año setenta de nuestra nueva era), los juicios de la histórica Nínive, Babilonia, Imperio Romano, Bisantía y, finalmente el juicio que tomó lugar en este siglo, con respecto a Rusia. Las razones que evocaron el castigo virtuoso de Dios, siempre eran las mismas: la infidelidad hacia Dios y la violación de Sus leyes por la gente.

Existe en el Apocalipsis un concepto que se encuentra fuera del tiempo, debido a que el apóstol Juan contempla el futuro de la humanidad fuera del concepto terrenal, en una perspectiva celestial, adonde él fue elevado por el Espíritu de Dios. En el mundo ideal, al pie del trono Omnipotente, el flujo del tiempo frena, y delante de la Mirada Espiritual aparece al mismo tiempo el presente, pasado y futuro. Evidentemente el autor del Apocalipsis describe ciertos eventos del futuro en el pasado, y ciertos eventos del pasado en el presente. Por ejemplo, la guerra de los ángeles en el cielo y el destierro del diablo, son eventos que tomaron lugar antes de la creación del mundo, sin embargo, parecen ser descritos como eventos que tomaron lugar al alba del cristianismo (Rev. capit. 12). La resurrección de los mártires y el reinado de ellos en el Cielo, el cual abarca toda la época del Nuevo Testamento, fueron descriptas por San Juan, después del juicio del anticristo y su falso profeta (Rev. capit. 20). De esta manera, el clarividente no narra la sucesión de eventos cronológicamente, pero descubre la esencia de aquella gran guerra del mal con el bien, la cual toma lugar simultáneamente en diferentes frentes de combate, abarcando nuestro mundo material, así como el mundo de los ángeles.

Indudablemente que algunas predicciones del Apocalipsis ya se cumplieron (por ejemplo, con respecto al destino de las Iglesias de Asia Menor). Las profecías ya cumplidas tienen que ayudarnos a entender las restantes, las cuales todavía deben de ser cumplidas. Sin embargo, aplicando las visiones del Apocalipsis a diferentes eventos concretos, hay que tomar en cuenta que estas visiones contienen en sí elementos de varias épocas. Unicamente, concluyendo los destinos del mundo y el castigo de todos los enemigos de Dios, todos los detalles de las visiones del Apocalipsis se cumplirán.

El Apocalipsis fue escrito por inspiración del Espíritu Santo. El alejamiento de la fe y de la vida cristiana, lleva a la gente a un embotamiento de la mente o a una pérdida total de una perspectiva espiritual, perturbando de esta manera la correcta interpretación de él. La devoción total del ser humano hacia un camino vicioso y lleno de pecados, es la causa por la cual los interpretadores contemporáneos del Apocalipsis, ven únicamente en él una alegoría, y consecuentemente la segunda venida de Jesucristo es interpretada por ellos de la misma forma. Nos convencen los eventos históricos de nuestros tiempos, que son espiritualmente ciegos aquellos, que únicamente ven en el Apocalipsis una simple alegoría. Muchos eventos del presente están indicados en ciertos lugares del Apocalipsis, donde se describen visiones e imágenes espantosas.

El método de interpretación del Apocalipsis se muestra en el diagrama acompañado. Como se puede ver en él, el apóstol simultáneamente descubre para el lector las esferas de la vida. A la esfera más alta pertenece el mundo de los ángeles, Iglesia celestial y triunfante, y la perseguida Iglesia terrenal. En la cumbre de esta esfera, se encuentra nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador de la gente. Debajo se encuentra la esfera de la maldad: el mundo descreído, los pecadores, los profetas falsos, aquellos que conscientemente luchan contra Dios. El que los dirige, es el dragón, el ángel caído. A lo largo de toda la existencia de la humanidad, estas diferentes esferas batallan entre sí. El apóstol Juan, a través de sus visiones, gradualmente descubre al lector varias facetas de la batalla entre el bien y el mal, abriendo el proceso de la realización espiritual de la humanidad, y en resultado, unos se establecen del lado de la bondad y otros de la maldad. A lo largo del desarrollo del conflicto mundial, el Juicio de Dios se realiza sobre la gente en una forma individual y general. Antes del fin del mundo, el mal aumentará de una forma totalmente descontrolada, y la Iglesia en la tierra se debilitara. Entonces el Señor Jesucristo descenderá a la tierra, toda la gente resucitará, y todo el mundo experimentará el Juicio Final de Dios. Satanás y sus servidores serán condenados a los sufrimientos eternos, y para los justos comenzara la eterna y bienaventurada vida en el Paraíso.

 

La lectura del Apocalipsis si se lee en una forma sucesiva, se puede dividir en las siguientes partes:

 

El cuadro introductorio de la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, ordenándole a San Juan el Teólogo, escribir la Revelación para las siete iglesias de Asia Menor (capit. 1).

Las cartas a las siete Iglesias de Asia Menor (capit. 2 y 3), en los cuales simultáneamente con las instrucciones a estas Iglesias, están indicados los destinos de la Iglesia de Cristo de los tiempos apostólicos, hasta el fin del mundo.

La visión del Dios entronizado, el Cordero y el servicio de la Liturgia divina (capit. 4-5). Este Servicio Celestial se complementa por las visiones, en los siguientes capítulos.

Desde el capítulo 6, comienza la revelación de los destinos de la humanidad. La ruptura de las siete focas de pergamino del misterioso libro por Cristo, el Cordero, sirve de principio de la descripción de diferentes faces de la guerra entre el bien y el mal, entre la Iglesia y el Diablo. Esta guerra que se inicia en el alma del hombre, se dispersa sobre todos los aspectos de la vida, eventualmente aumenta y se convierte en una terrible batalla (hasta el capit. 20).

Las voces de las siete trompetas de los ángeles (capit. 7-10) que anuncian el principio de las calamidades que deberán ocurrir a la humanidad por su incredulidad y pecados. Se describe el daño a la naturaleza y la aparición en el mundo de las fuerzas malignas. Antes del comienzo de las desgracias, los fieles recibirán sobre su frente un sello bendito, el cual los protegerá del mal moral y del destino impío.

La visión de las siete señales (capit. 11-14), pinta la humanidad dividida en dos campamentos opuestos del mal y del bien, irreconciliables uno con el otro. Las fuerzas del bien se concentran en la Iglesia de Jesucristo, representadas aquí en forma de una Mujer vestida con el sol (capit. 12), y las fuerzas del mal, en el reino de la bestia, el anticristo. La bestia que sale del mar es un símbolo del poder civil, y la bestia que sale de la tierra, el símbolo del poder religioso deteriorado. En esta parte del Apocalipsis, por primera vez se muestra claramente un ser consciente y malvado que se encuentra fuera de las esferas de este mundo, el dragón diablo, el cual organiza y dirige la guerra contra la Iglesia. Dos testigos de Jesucristo simbolizan aquí a los predicadores del Evangelio, los cuales batallan con la bestia.

La visión de los siete cálices (capit. 15-17) pinta un cuadro obscuro del decaimiento moral de todo el mundo. La guerra en contra de la Iglesia, se hace muy intensiva (Armagedón) (Rev. 16:16), con intolerables pruebas de sufrimientos. La imagen de la fornicadora Babilonia, representa la humanidad que se apartó de Dios, concentrada en la capital del reino de la bestia anticristo. La fuerza mala distribuye su influencia sobre todas las faces de la vida de los pecadores, después de que comienza el juicio de Dios sobre todas las fuerzas del mal (aquí el juicio de Dios sobre Babilonia se describe en una forma general, en sentido de una visión).

En los siguientes capítulos (18 - 19), el juicio sobre Babilonia se describe detalladamente. Aquí se demuestra la perdición de los culpables del mal entre la gente del anticristo y del profeta falso, los representantes del poder civil, así como el poder herético del anticristo.

El capítulo 20 es un resumen de la guerra espiritual y la historia mundial. En él se habla sobre las dos derrotas del diablo y del reino de los mártires. Habiendo sufrido físicamente, ellos vencieron espiritualmente y ahora disfrutan de la dicha celestial. En este capítulo se abarca todo el periodo de la existencia de la Iglesia, comenzando de desde los tiempos de los apóstoles. Gog y Magog son la personificación de la unión de todas las fuerzas que batallan contra Dios, ambos, terrenales y del averno, las cuales a lo largo de la historia cristiana batallaban contra la Iglesia (de Jerusalén). Ellos se exterminan mediante la segunda venida a la tierra de Jesucristo. Al final de todo, el diablo será castigado eternamente, esta antigua serpiente la cual inició todas las maldades, mentiras y sufrimientos en todo el universo. Al final del capítulo 20, se habla sobre la resurrección general de todos los muertos, sobre el Juicio final y el castigo de los pecadores. Esta breve descripción resume el Juicio final sobre la gente y los ángeles caídos, sumando el drama entero de la guerra universal entre el bien y el mal.

Los dos capítulos finales (21-22) describen el nuevo Cielo, la nueva Tierra y la vida bienaventurada de los salvados. Estos son los capítulos más alegres y briosos de la Biblia.

 

Cada sección nueva del Apocalipsis generalmente comienza con las palabras: "Y yo vi …", y concluyen con la descripción del juicio de Dios. Esta descripción indica el final del tema anterior y el comienzo del nuevo. Dentro de las partes más importantes del Apocalipsis el clarividente pinta cuadros que a veces interpone en forma de intervalos, los cuales actúan como eslabón entre ellos. El diagrama aquí presentado vivamente muestra el plan y divisiones del Apocalipsis. Para una compactación, juntamos los cuadros pintados en forma de intervalos con los principales. Moviéndonos horizontalmente por el diagrama, podemos ver cómo gradualmente se manifiestan con más profundidad los siguientes segmentos: el mundo Celestial; la Iglesia perseguida aquí en la tierra; el mundo pecador con sus fuerzas que batallan contra Dios; el mundo del infierno; la guerra entre ellos y el juicio de Dios.

 

El significado de los símbolos y de los números. Los símbolos y las alegorías permiten al clarividente hablar sobre la esencia de los acontecimientos mundiales en un nivel muy alto de generalización, por consiguiente, ellos se usan extensivamente. Así, por ejemplo, los ojos simbolizan el conocimiento, muchos ojos simbolizan un conocimiento perfecto. Un cuerno es el símbolo de poder, o poderío. El atavío largo denota el clero; la corona el mérito imperial; la blancura, la pureza; la ciudad de Jerusalén, el templo e Israel simbolizan la Iglesia. Los números también tienen un sentido simbólico: tres simboliza la Santísima Trinidad, cuatro el símbolo del mundo y el orden mundial; el siete realización y perfección; doce la gente de Dios, y la plenitud de la Iglesia (el mismo significado tienen los números derivados del 12, 24 y 144000). Un tercio significa en comparación una pequeña parte. Tres años y medio un periodo de persecución. Sobre el numero 666, hablaremos más tarde.

Los acontecimientos del Nuevo Testamento, frecuentemente se ilustran sobre un fondo homogéneo a los acontecimientos del Antiguo Testamento. Así, por ejemplo, las persecuciones de la Iglesia se describen sobre un fondo de sufrimientos de los Israelitas en Egipto, las tentaciones durante el tiempo del profeta Balaam, las persecuciones de parte de las reina Iesabel y la destrucción de Jerusalén por los Caldeos; la salvación de los fieles de las garras del diablo se describe en el fondo cuando los Israelitas se salvaban del faraón durante el profeta Moisés; Las fuerzas que luchan contra Dios se presenta en una imagen de Babilonia y Egipto; el castigo de las fuerzas que luchan contra Dios, se representa en el idioma de los diez castigos egipcios; el diablo es comparado con la víbora, que tentó a Adán y Eva; la futura vida de los bienaventurados en el Paraíso, se representa en una imagen de un jardín paradisíaco y el árbol de la vida.

La tarea principal del autor del Apocalipsis es demostrar como actúan las fuerzas negativas, quien las organiza y las dirige en la batalla contra la Iglesia; fortalecer y alentar a los fieles en la lealtad a Cristo; retratar la total derrota del diablo y sus servidores y el comienzo de la bienaventurada vida en el Paraíso.

A pesar de todo el simbolismo y misterio del Apocalipsis, las verdades religiosas se manifiestan en él muy claramente. Así, por ejemplo, el Apocalipsis indica al diablo como el culpable de todas las tentaciones y desgracias de la humanidad. Las herramientas que él usa para derrotar a la gente, siempre son las mismas: la incredulidad, la desobediencia a Dios, orgullo, deseos de pecar, mentira, miedo, dudas etc. A pesar de toda su astucia y experiencia, el diablo no es capaz de derrotar aquella gente que con todo su corazón están entregados a Dios, porque Dios los protege con Su gracia. A los apóstatas y pecadores, el diablo esclaviza cada vez más y los empuja a cometer actos abominables y criminales. Él los conduce en contra de la Iglesia y a través de ellos, él realiza sus metas diabólicas como la violencia y guerras por todo el mundo. El Apocalipsis claramente indica que al fin y al cabo, el diablo y sus servidores serán vencidos y castigados, y la verdad de Cristo triunfará, y en el mundo renovado comenzará una vida bendita la cual jamas cesará.

Habiendo hecho una revisión superficial de los volúmenes y simbolismos del Apocalipsis, nos concentraremos ahora en algunas partes muy importantes.

 

 

Las cartas

a las Siete Iglesias (capit 2-3)

Siete Iglesias: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea se encuentran en la parte sudoeste de Asia Menor (en el presente, Turquía). Fueron establecidas por el apóstol Pablo en la cuarta década del primer siglo. Después de su muerte cómo mártir en Roma, cerca del año 67 D.C., San Juan el Teólogo tomó el cuidado de estas iglesias y las atendió por un período aproximadamente de cuarenta años. Estando encarcelado en la isla Patmos, el apóstol Juan de allí escribió sus cartas a estas Iglesias para preparar a los cristianos para las persecuciones que se acercaban. Estas cartas están dirigidas a los "ángeles" de estas Iglesias, o sea a los obispos.

Un cuidadoso estudio de las epístolas a las siete Iglesias de Asia Menor, nos lleva a la deducción que en ellas se traza el destino de la Iglesia de Cristo, comenzando desde el siglo de los apóstoles, hasta el tiempo del fin del mundo. Además, el camino inminente de la Iglesia del Nuevo Testamento, de este "Nuevo Israel," se pinta sobre un fondo de eventos muy importantes en la vida de los Israelitas en el Antiguo Testamento, comenzando con la caída en el pecado en el paraíso y finalizando con el periodo de los fariseo y saduceos durante el tiempo de nuestro Señor Jesucristo. El apóstol Juan, usa los eventos del Antiguo Testamento en calidad de destinos alegóricos de la Iglesia del Nuevo Testamento. De esta forma, en las cartas a las siete Iglesias se entrelazan en ellas tres elementos: a) las condiciones actuales prevalecientes y el futuro de cada una de las Iglesias de Asia Menor, b) una nueva y más profunda interpretación de la historia del Antiguo Testamento, c) los inminentes destinos de la Iglesia. La combinación de estos tres elementos en las cartas a las siete iglesias, está resumida en el diagrama aquí presentado.

 

Notas: La Iglesia de Efeso por ser muy habitada, ocupaba un estatus metropolitano dentro de las Iglesias vecinas de Asia Menor. En el año 431 D.C., tuvo lugar en Efeso el tercer Concilio Ecuménico. Así como predijo San Juan el Teólogo, en Efeso la luz cristiana comenzó gradualmente a minorar. Pérgamo era el centro político en la parte oeste de Asia Menor. En él dominaba el paganismo con un esplendoroso culto que adoraba a los emperadores paganos. Sobre la cumbre de una montaña, cerca de Pérgamo, se elevaba un magnifico monumento para los sacrificios, nombrado en el Apocalipsis como "el trono de Satanás" (Rev. 2:13).

Nicolaitas, herejes antiguos gnósticos.

El gnosticismo era una filosofía muy peligrosa para la Iglesia cristiana de los primeros siglos. La cultura sincrética que evolucionó dentro del imperio de Alejandro de Macedonia, la cual amalgamó el Este y Oeste, fue una condición muy favorable para las ideas gnósticas. En el Este, las percepciones religiosas en la fe de la eterna batalla entre los principios del bien y el mal, el espíritu y la materia, el cuerpo y el alma, la luz y la obscuridad juntamente con el método especulativo de la filosofía griega, fermentó diversos sistemas gnósticos, para los cuales era muy típica la noción de una procedencia que emanó del mundo del Absoluto y de muchos niveles intermediarios de la creación, que unen el mundo con el Absoluto.

Unos de los primeros propagadores del gnosticismo era un tal Nicolai de aquí viene el nombre "Nicolaitas" en el Apocalipsis. (Se asume que este Nicolai, fue unos de los siete candidatos escogidos por los apóstoles, para ser ordenados diáconos, Hch. 6:5). Torciendo la fe cristiana, los gnósticos estimulaban la decadencia moral. Empezando de la mitad del primer siglo, en Asia Menor florecían varias sectas gnósticas. Los apóstoles Pedro, Pablo y Judas, prevenían a los cristianos para que ellos no caigan en la red de estos herejes pervertidos. Unos de los destacados representantes del gnosticismo eran los herejes Valentín, Marceon y Basilid, contra los cuales hablaban los sabios apostólicos y los más tempranos padres de la Iglesia cristiana.

Las antiguas sectas gnósticas desaparecieron hace mucho tiempo, pero el gnosticismo como una fusión de escuelas heterogéneas filosóficas existen en nuestros días en la teosofía, cábala, masones, hinduismo, yoga y otros cultos.

 

 

La visión

del servicio celestial (capit. 4-5)

El apóstol San Juan recibió su visión en "el Día de Dios," o sea, el Domingo. De acuerdo a la costumbre apostólica, en este día él partió el pan, o sea, celebró la Liturgia y por consiguiente, habiendo recibido los Santos Sacramentos "estaba en la Gracia," lo que significa que experimentaba una espiritualidad muy elevada (Rev. 1:10); y consiguientemente es digno de ver la continuación de la Liturgia que él realizó en la tierra; en el cielo la Liturgia Celestial. Esta Liturgia, el apóstol Juan la describe en los capítulos 4 y 5. La persona de fe Ortodoxa reconoce en esta descripción ciertos aspectos de la Liturgia que se celebra por lo general los Domingos, y también los objetos más importantes en el altar: mesa del altar, los siete candelabros, el censor con el incienso que fuma, el cáliz dorado, etc. (Estos objetos mostrados a Moisés sobre la montaña de Sinaí se usaban también en el templo del Antiguo Testamento). El Cordero de Dios sacrificado en el centro del altar, según lo visto por San Juan, es representado por la Comunión que en forma de pan y vino se encuentra en medio de la mesa del altar; las almas de los santos mártires debajo del altar celestial — en el antimins, en el cual, cosido por dentro se encuentran partículas de los restos de los santos mártires; los ancianos en vestidos blancos y con coronas de oro sobre sus cabezas estan representados por el clero que celebra la Santa Liturgia. Debemos notar que las exclamaciones y oraciones que escuchó el apóstol en el cielo expresan la esencia de las oraciones que el clero y el coro pronuncia en el momento más importante de la Liturgia que es el canon Eucarístico. El blanqueo de sus vestimentas por los bienaventurados con "la Sangre del Cordero," nos recuerda el sacramento de la Santa Comunión, por medio de la cual los fieles consagran sus almas.

De esta forma, el apóstol comienza a predestinar el futuro de la humanidad con la descripción de la Liturgia Celestial, por medio de la cual él enfatiza el sentido espiritual de esta Liturgia y la importancia de las oraciones de los santos por nosotros.

 

Notas: Las palabras "El león de la generación de Judas" se refiere a nuestro Señor Jesucristo y nos recuerda la predicción del patriarca Jacobo sobre el Mesías (Gn. 49:9-10), "Los siete Espíritus de Dios" se refiere a la plenitud de los dones benditos del Espíritu Santo (ver: Is 11:2 y Zac capit. 4). Una multitud de ojos simboliza omnisciencia. Los veinticuatro ancianos corresponden a las veinticuatro sucesiones sacerdotales establecidas por el rey David para el servicio en los templos, teniendo dos intercesores para cada generación del Nuevo Israel (1 Cr. 24:1-18). Las cuatro criaturas misteriosas que rodean el trono, son similares a las criaturas vistas en una visión por el profeta Ezequiel (Ez. 1:5-19). Evidentemente ellos son las criaturas más cercanas a Dios. Estas imágenes se refieren al hombre, león, cordero y águila, y son tomados por la Iglesia como emblema de los cuatro Evangelistas.

 

En la descripción relatada más tarde sobre el mundo celestial, nosotros encontramos muchas cosas que son incomprensibles para nosotros. De acuerdo al Apocalipsis, el mundo de los ángeles es sumamente inmenso. Los espíritus incorpóreos, ángeles, igual que la gente, tienen el don de sabiduría y libre voluntad otorgadas a ellos por el Creador, pero sus capacidades espirituales exceden las nuestras muchas veces. Los ángeles se consagran completamente a Dios y lo sirven por medio de la oración y cumplimiento de Su voluntad. Por ejemplo, ellos llevan al altar de Dios las oraciones de los santos (Rev. 8:3-4), ayudando a los virtuosos a lograr la salvación (Rev. 7:2-3, 14:6-10, 19:9), ellos simpatizan con aquellos que están sufriendo y con los perseguidos (Rev. 8:13, 12:12), por la orden de Dios, castigan a los pecadores (Rev. 8:7, 9:15, 15:1, 16:1). Ellos tienen el don de la soberanía y el poder sobre la naturaleza y sus catástrofes (Rev. 10:1, 18:1). Ellos batallan contra Satanás y sus diablos (Rev. 12:7-10, 19:17-21, 20:1-3), y participan en el juicio de los enemigos de Dios (Rev. 19:4).

 

La enseñanza del Apocalipsis sobre el mundo angelical, fundamentalmente deshace la enseñanza de los antiguos gnósticos, los cuales aceptaron la presencia de seres intermedios (eón) entre el Absoluto y el mundo material, y por consiguiente, independientemente de Él, dirigen el mundo.

Entre los santos que el apóstol San Juan vio en el cielo, se destacan dos grupos, o dos "imágenes": los mártires y vírgenes. Históricamente, el martirio es el primer orden de santidad, y por consiguiente, el apóstol comienza hablar de los mártires (6:9-11). Él contempla sus almas debajo del altar celestial, que simboliza el significado redentor de sus sufrimientos y muerte, haciéndolos de esta forma partícipes de los sufrimientos de Jesucristo y de cierto modo los complementan. La sangre de los mártires puede compararse con la sangre de las víctimas en el Antiguo Testamento, la cual fluyó debajo del altar del templo de Jerusalén. La historia cristiana testifica que los sufrimientos de los antiguos mártires, sirvieron para una renovación moral del mundo pagano decrépito. El antiguo escritor Tertulian escribió que la sangre de los mártires engendra un semen para los nuevos cristianos. Las persecuciones de los fieles a veces menguará, o acrecentará a lo largo de la futura existencia de la Iglesia, y por esta razón, al clarividente se le reveló que los nuevos mártires deberán completar el número de los primeros.

Más tarde, el apóstol Juan ve en el cielo una enorme cantidad de gente que nadie puede contar de tribus, generaciones, naciones y lenguas; ellos estaban de pie vestidos de blanco con ramas de palma en la mano (Rev. 7:9-17). Lo que tenía en común esta innumerable asamblea de virtuosos, era "que ellos todos vinieron de las grandes aflicciones." Para toda la gente el camino al Paraíso es uno solo por medio de las penas. Jesucristo, el primer Mártir, que tomó los pecados del mundo como el Cordero de Dios. Las ramas de las palmas, son símbolos de victoria sobre el diablo. En una visión especial, el clarividente describe la gente virgen, o sea aquellos que se negaron a los placeres de la vida matrimonial para dedicarse enteramente en servir a Jesucristo ("eunucos" por causa del Reino de los Cielos, ver Mt. 19:12 y Rev. 14:1-5). En la Iglesia frecuentemente esto se realiza por medio de una vida monástica). El clarividente ve escrito sobre las frentes de los vírgenes el "nombre del Padre," lo que indica la belleza moral, que refleja la perfección del Creador. "La nueva canción" que ellos cantan y nadie puede repetir, es la expresión de elevación espiritual que ellos lograron a través de los hechos de ayunos, oración y castidad. Esta pureza es inalcanzable para la gente de un modo de vida mundano.

La canción de Moisés, cantada por los virtuosos en la siguiente visión (Rev. 15:2-8), nos recuerda el himno de gratitud cantado por los Israelitas una vez que cruzaron el mar Rojo, salvándose de la esclavitud egipcia (Ex. capit. 15). Igualmente, el Israel del Nuevo Testamento, se salvará del poder e influencia del diablo, cruzando a una vida de gracia por medio del sacramento de bautismo. En las siguientes visiones, el clarividente describe unas cuantas veces más a los santos. Los santos vestidos en una ropa de material fino y precioso, es el símbolo de su rectitud. La canción de la boda de los salvados, en el capítulo 19 del Apocalipsis, habla del acercamiento del "matrimonio" entre el Cordero y los santos, o sea, que comenzará una unión espiritual muy cercana entre Dios y los virtuosos (Rev. 19:1-9, 21:3-4). Concluye el libro de Revelación con la descripción de la vida bienaventurada de la gente salvada (Rev. 21:24-27, 22:12-14, y 17). Estas son las páginas más gloriosas y jubilosas de la Biblia, que presentan la Iglesia triunfante en el Reino de los Cielos.

Y es así, que a medida que se manifiestan los destinos del mundo en el Apocalipsis, San Juan gradualmente dirige la atención espiritual de los fieles hacia el Reino de los Cielos, hacia la meta final del peregrinaje terrenal. Como si lo obligaran y con desgana, él habla de los eventos oscuros de este mundo lleno de pecados.

 

 

Los siete sellos

y los cuatro jinetes (capit. 6)

La visión de los siete sellos, es una introducción de las revelaciones subsecuentes del Apocalipsis. El levantamiento de los primeros cuatro sellos nos indica a los cuatro jinetes, los cuales simbolizan cuatro factores que caracterizan toda la historia de la humanidad. Los primeros dos factores son la causa, los segundos dos la consecuencia. El jinete coronado sobre el caballo blanco "surgió para vencer." Él, personifica aquellos principios buenos, naturales y benditos, los cuales el Creador dio al hombre: la imagen de Dios, la pureza moral e inocencia, la aspiración hacia la bondad y perfección, la habilidad de creer y amar, los talentos individuales con los cuales nace el ser humano, y así como los dones benditos del Espíritu Santo que el hombre recibe en la Iglesia. En el plan del Creador, estos principios buenos deben de haber sido victoriosos; ellos debían definir un futuro feliz para la humanidad. Sin embargo, ya en el Edén, el hombre cayó presa del tentador. Su naturaleza dañada por el pecado, contagió a sus futuros descendientes; por esta razón la gente ya de una edad temprana, comienza a pecar. A través de la repetición de los mismos pecados, las tendencias malas aumentan y por consiguiente, en lugar de crecer espiritualmente y perfeccionarse, el individuo sucumbe bajo la influencia destructiva de sus propios vicios, entregándose a diferentes deseos pecaminosos, desarrollando en sí, sentimientos de enemistad y envidia. Debido a un descarrilamiento interior en la persona, comienzan todos los crímenes en el mundo (persecuciones, guerras y todo tipo de desgracias).

La acción destructiva de las pasiones es simbolizada por un caballo bermejo y su jinete, los cuales desposeyeron la humanidad del mundo. Sucumbiendo a los desordenados deseos viciosos, la persona desgasta los talentos dados a ella por Dios, empobreciéndose espiritualmente y físicamente. En la vida social, la enemistad y las guerras debilitan y degradan la sociedad, perdiendo los recursos espirituales y materiales. Esta pobreza exterior e interior es simbolizada por el caballo negro y su jinete, el cual sostiene en su mano una balanza. Finalmente, el desgaste total de los talentos otorgados a nosotros por Dios que conduce a la muerte espiritual, y a las consecuencias finales de la enemistad y las guerras, es la muerte de la gente y la descomposición de la sociedad. Este penoso destino de la gente se simboliza por medio del caballo pálido.

Por medio de los cuatro jinetes, en el Apocalipsis se representa en una forma general toda la historia de la humanidad. Primero, la vida bienaventurada en el jardín del Edén de nuestros antepasados llamados a "reinar" sobre la naturaleza (el caballo bermejo), después, la vida de sus descendientes que se llenó de diferentes desgracias y aniquilación mutua (los caballos negro y pálido). Los caballos apocalípticos también representan la vida de varios reinos individuales con sus períodos de prosperidad y declive. También se representa la vida de cada hombre por separado la inocencia y pureza de la niñez y las posibilidades potenciales que con el tiempo se disipan por la juventud tempestuosa, malgastando sus fuerzas, salud y muriendo al final. Luego, la historia de la Iglesia: la ardiente espiritualidad de los cristianos en los tiempos de los apóstoles y el esfuerzo de la Iglesia para renovar la sociedad; el comienzo de las herejías en la misma Iglesia y cismas, la persecución de la Iglesia por la sociedad pagana. La Iglesia se debilita, huye a las catacumbas, algunas Iglesias locales desaparecen totalmente.

De esta forma, la visión de los cuatro jinetes resume los factores que caracterizan la vida pecadora de la humanidad. Los siguientes capítulos del Apocalipsis desarrollaran este tema con más profundidad. Pero con el levantamiento del quinto sello, el clarividente, muestra el lado luminoso que contienen las desgracias del hombre. Los cristianos, habiendo sufrido físicamente, vencieron espiritualmente; ¡ahora están en el Paraíso! (Rev. 6:9-11). Sus proezas les trajo un eterno premio, y ellos reinan con Jesucristo, así como está escrito en el capítulo 20. La transición a una descripción más detallada sobre las penas de la Iglesia y la fortificación de las fuerzas que luchan contra Dios, se representa en el levantamiento del séptimo sello.

 

 

Las siete trompetas.

La impresión de los escogidos.

El comienzo de las desgracias (capit. 7-11)

Las trompetas de los ángeles predicen a la humanidad las desgracias físicas y espirituales. Pero antes del comienzo de las desgracias, el apóstol Juan ve a un ángel que pone un sello sobre la frente de los hijos del Nuevo Israel (Rev. 7:1-8). "Israel" es la Iglesia del Nuevo Testamento. La impresión simboliza la selección y la protección bendita. Esta visión nos hace acordar el sacramento de la unción, durante el cual, sobre la frente de la persona recientemente bautizada, se confiere el "sello de la Gracia del Espíritu Santo." También nos recuerda la señal de la cruz, que con su protección nos defiende del enemigo. La gente que no está protegida por el sello de la Gracia, sufre del daño de la "langosta" que salió del precipicio, o sea, de la fuerza satánica (Rev. 9:4). El profeta Ezequiel describe sobre una impresión semejante de los ciudadanos virtuosos del antiguo Jerusalén antes de la invasión de las tropas caldeas. En aquel tiempo, como ahora, el misterioso sello se confería con la idea de preservar a los justos del mismo destino que los impuros (Ez 9:4). Entre las doce tribus nombradas, la tribu de Dan fue omitida intencionalmente. Algunos ven en esto, la indicación de que la procedencia del anticristo será justamente de la tribu de Dan. Esta opinión existe en base de que el profeta Jacobo pronunció sus palabras enigmáticas con respecto a los descendientes futuros de Dan: "Será Dan serpiente junto al camino, víbora junto a la senda, que muerde los talones del caballo" (Gn. 49:17).

De esta manera, esta visión sirve como una introducción a la subsiguiente descripción de las persecuciones de la Iglesia. La medición del templo de Dios en el capítulo 11, tiene el mismo significado que la impresión de los hijos de Israel: la preservación de los hijos de la Iglesia del mal. El templo de Dios, así como la Mujer, vestida en la solana, y la ciudad de Jerusalén , son diferentes símbolos de la Iglesia de Jesucristo. La idea básica de estas visiones es, que la Iglesia es santa y querida por Dios. Dios permite las persecuciones para la perfección moral de los fieles, pero los protege de la subyugación del mal y del mismo destino de aquellos que batallan en contra de Él.

Antes de levantar el séptimo sello, comienza un periodo de tiempo de silencio total que dura una "media hora" (Rev. 8:1). Este periodo calmo antes de la tormenta que mecerá al mundo durante el tiempo del anticristo. (El proceso actual de desarme después de la caída del comunismo, ¿no será este lapso temporal — periodo otorgado por Dios a la gente, para que se arrepienta y recapacite?). Antes del comienzo de las calamidades, el apóstol Juan ve a los santos rezando a Dios con mucho fervor para que El se apiade de la gente (Rev. 8:3-5).

 

Las calamidades en la naturaleza. A continuación de esto, suenan las trompetas de cada uno de los siete ángeles, después de que comienzan diferentes desgracias. Al principio muere la tercer parte de la vegetación, luego la tercer parte de los peces y otros seres marinos luego sigue la contaminación de los ríos y todas las fuentes de agua. La caída sobre la tierra del granizo y del fuego, la montaña ardiente y la estrella resplandeciente, por lo visto esta alegoría indica las enormes dimensiones de estas desgracias. ¿No será esto una predicción de una contaminación global y la destrucción de la naturaleza, la cual se observa en nuestros días? Si es así, entonces esta catástrofe ecológica predice la venida del anticristo. Cuanto más mancha la persona dentro de sí la imagen de Dios, cada vez menos aprecia y quiere Su hermoso mundo. Con sus residuos contaminan los lagos, ríos y mares; con derramamientos de petróleo, se arruinan las inmensas extensiones a lo largo de las costas; destruyen los bosques y las junglas, aniquilan muchas especies de animales, peces y pájaros. Envenenando la naturaleza, se enferman y padecen no sólo los culpables de esta catástrofe por su codicia cruel, sino, también, la gente inocente. Las palabras: "Y el nombre de la estrella es ajenjo...y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas" nos hacen acordar la catástrofe de Chernobil, la palabra chernobil significa ajenjo. Pero, ¿qué significa el aniquilamiento de un tercero del sol y las estrellas y su eclipse? (Rev. 8: 11-12). Evidentemente aquí se habla sobre la polución del aire que llega hasta una magnitud, cuando la luz de los astros celestiales que llega a la tierra parece menos luminosa. (Así, por ejemplo, por la polución del aire, el cielo en la ciudad de Los Angeles generalmente luce de color marrón sucio, en la noche, las estrellas sobre la ciudad apenas se pueden ver, en excepción de las más luminosas).

La narración de la langosta (la quinta trompeta (Rev. 9:1-11)), la cual salió del precipicio, habla de la intensificación de la fuerza diabólica entre la gente. El representante de ella es "Apolion," que significa "destructor" diablo. A medida de que la gente pierde la gracia de Dios por sus pecados e infidelidad, formando en ella un vacío espiritual, la fuerza satánica entra en la gente, la atormenta con dudas y diferentes pasiones.

 

Las guerras apocalípticas. La trompeta del sexto ángel trae en movimiento un gran ejercito más allá del río Eufrates, debido a que padece una tercera parte de la humanidad (Rev. 9:13-21). En la representación bíblica, el río Eufrates significa un limite, después del cual se concentra toda la gente hostil a Dios que amenaza con guerras a Jerusalén y destrucción. Para el imperio Romano, el río Eufrates servía de defensa contra los ataques de la gente oriental. El capítulo noveno del Apocalipsis describe una guerra cruel y sangrienta entre los Judíos y Romanos en los años 66-70 de nuestra era, todavía fresca en la memoria del apóstol San Juan. Esta guerra tenía tres fases (Rev. 8:13). La primer fase de la guerra, en la cual Gasius Flor encabezaba los ejércitos romanos, duró cinco meses, del mes de mayo hasta el mes de septiembre del año 66 (cinco meses de langosta, Rev. 9:5 y 10). Muy pronto comenzó la segunda fase de la guerra, desde octubre hasta noviembre del año 66, en la cual el gobernador sirio Cestius encabezó cuatro legiones romanas (cuatro ángeles en el río Eufrates, Rev. 9:14). Esta fase fue muy destructiva para los hebreos. La tercer fase de la guerra, bajo el comando de Flavius, duró tres años y medio desde abril del año 67, hasta septiembre del año 70, terminando con la destrucción de Jerusalén, el incendio del templo y el esparcimiento de los judíos cautivos a lo largo del Imperio Romano. Esta guerra sangrienta entre los judíos y los romanos se convirtió en el prototipo de las terribles guerras de los últimos tiempos, sobre las cuales habló el Salvador en su conversación en el monte de Los Olivos (Mt. 24:7).

En los atributos de la langosta infernal y el ejercito de Eufrates se puede reconocer las armas contemporáneas de destrucción masiva, los tanques, cañones, los bombarderos y cohetes nucleares. Los siguientes capítulos del Apocalipsis describen las guerras de los últimos tiempos, que aumentan en su intensidad (Rev. 11:7; 16:12-16; 17:14; 19:11-19 y 20:7-8). Las palabras "Y el sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el agua de él se secó, para que fuese preparado el camino de los reyes del Oriente" (Rev. 16:12), pueden indicar "el peligro amarillo." Debemos considerar que las guerras descritas en el Apocalipsis, tienen los rasgos de guerras verdaderas, pero en resumidas cuentas habla de la guerra espiritual, y los nombres apropiados y fechas tienen un sentido alegórico. El apóstol Pablo explica: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires" (Ef. 6:12). El nombre Armagedón está compuesto de dos palabras: "Ar" (en el hebreo llanura) y "Megiddo" (zona en el norte de la Tierra Santa, cerca de la montaña de Carmel, donde en la antigüedad Varac destruyó el ejercito de Sesera, y el profeta Elías derribó más de quinientos brujos sacerdotes de Baal. Rev. 16:16 y 17:14; Jue. 4:2-16; 1 Rey. 18:40). En la luz de estos eventos bíblicos, Armagedón simboliza la derrota de Cristo de las fuerzas que batallan en contra de Él. Los nombres Gog y Magog en el capítulo 20, nos recuerdan la profecía de Ezequiel con respecto a la invasión de Jerusalén por un número indeterminado de regimientos bajo el comando de Gog de la tierra Magog (al sur del mar Caspio, Ez capit. 38-39; Rev. 20:7-8). El profeta Ezequiel atribuye esta profecía a los tiempos mesiánicos. El sitio del "campamentos de los santos y la ciudad del querido" (la Iglesia) por los regimientos de Gog y Magog en el Apocalipsis, y la destrucción de estos regimientos por el fuego celestial, se debe entender como una total destrucción de todas las fuerzas que batallan en contra de Dios, humanas y demoníacas, con la segunda venida de Jesucristo.

Acerca de las calamidades físicas y el castigo de los pecadores que se menciona a menudo en el Apocalipsis, el clarividente explica que Dios las permite con el propósito de persuadir al pecador hacia el arrepentimiento (Rev. 9:21). Pero con mucha pena, el apóstol dice que la gente no quiere escuchar el llamado de Dios, continúa pecando y sirviendo al diablo. Como si habiendo "mordido el anzuelo" se apresuran a su propia perdición.

 

La visión de los dos testigos (Rev. 11:2-12). Los capítulos 10 y 11 ocupan un lugar intermediario entre las visiones de las siete trompetas y las siete señales. En los dos testigos de Dios, algunos santos padres ven a los virtuosos del Antiguo Testamento, Enoc y Elías (o Moisés y Elías). Se sabe que Enoc y Elías fueron llevados al cielo con sus cuerpos (Gn. 5:24; 2 Rey. 2:11), los cuales volverán a la tierra antes del fin del mundo para desenmascarar la mentira del anticristo y llamar a la gente hacia la fidelidad a Dios. Las plagas que estos dos testigos de Dios traerán a la gente, son similares a los milagros hechos por Moisés y Elías (Ex. 7:12; 1 Rey. 17:1; 2 Rey. 1:10). Para el apóstol San Juan, como prototipo de los dos testigos en el Apocalipsis, podrían ser los apóstoles San Pedro y San Pablo, los cuales no hace mucho tiempo, murieron como mártires en Roma por orden de Nerón. Evidentemente, los dos testigos del Apocalipsis, simbolizan también otros testigos de Cristo, los que predicaron el Evangelio en el mundo pagano y muchas veces imprimieron sus sermones con su sangre de mártires. Las palabras "Sodoma y Egipto, donde nuestro Señor está crucificado," indica la ciudad de Jerusalén, donde sufrió nuestro Señor Jesucristo, muchos profetas y los primeros cristianos. (Algunos suponen, que durante el reinado del anticristo, Jerusalén será la ciudad del gobierno mundial. Además, presentan pruebas basadas en una opinión económica).

 

 

Las siete señales (capit. 12-14).

La Iglesia y el reino de la bestia.

Cuanto más extensa es la lectura, más claramente el clarividente revela al lector la división de la humanidad en dos campamentos contrarios, la Iglesia y el reino de la bestia. En los capítulos precedentes, el apóstol Juan introdujo a los lectores con la Iglesia, hablando sobre las impresiones, el templo de Jerusalén y sobre los dos testigos, y en el capítulo 12 muestra la Iglesia en todo su esplendor celestial. Al mismo tiempo con esto, él revela a su más grande enemigo: al dragón diablo. La visión de la Mujer, vestida en el sol y el dragón, nos hace evidente que la guerra entre el bien y el mal sale del margen del mundo material y se extiende hacia el mundo de los ángeles. El apóstol muestra que en el mundo de los seres incorpóreos, existe un consciente ser malvado, el cual desesperadamente y con insistencia lleva la guerra en contra de los fieles a Dios, los ángeles y la gente. Esta guerra del mal contra el bien, que penetra toda la existencia de la humanidad, comenzó en el mundo de los ángeles, antes de la creación del mundo material. Así como nosotros ya hablamos, el clarividente describe esta guerra en diferentes partes del Apocalipsis, no en una forma cronológica, sino en diferentes fragmentos, o faces.

La visión de la Mujer recuerda al lector la promesa de Dios a Adán y Eva sobre el Mesías (el semen), el Cual herirá la cabeza de la serpiente (Gn. 3:15). Se podría asumir que en el capítulo 12, en la palabra Mujer, se trataría de la Virgen María. No obstante, en la siguiente narración, donde se habla de los descendientes distantes a la Mujer (los cristianos), bajo el nombre Mujer, debemos entender la santa Iglesia. El fulgor del sol que rodea la Mujer simboliza la perfección moral de los santos y la gracia que ilumina la Iglesia a través de los obsequios del Espíritu Santo. Las doce estrellas simbolizan las doce tribus del Nuevo Israel o sea, el conjunto de la gente cristiana. Los sufrimientos de la Mujer durante el parto, significan las hazañas, privaciones y sufrimientos de los servidores de la Iglesia (los profetas, los apóstoles y sus sucesores), llevados por ellos en la misión de propagar el Evangelio en todo el mundo y en establecer las virtudes cristianas entre sus hijos espirituales. "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros," decía el apóstol Pablo a los cristianos de Galicia (Gá. 4:19).

El primogénito de la Mujer, "para el Cual fue designado gobernar todas las naciones con una vara de hierro," es nuestro Señor Jesucristo (Sal. 2:9; Rev. 12:5 y 19:15). Él es el Nuevo Adán, siendo la cabeza de la Iglesia. El "rapto" del niño por lo visto indica la ascensión de Cristo al Cielo, donde Él se sentó a la "derecha del Dios Padre," y desde entonces gobierna los destinos del mundo.

"Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra" (Rev. 12:4). Por medio de estas estrellas, los intérpretes concluyen que se trata de los ángeles que fueron amotinados contra Dios por incitación de Satanás, y por esta causa, sucedió una guerra en el cielo.(Esta fue la primer guerra en el universo). Encabezando los ángeles buenos salió adelante el Arcángel Miguel. Los ángeles que se revelaron contra Dios, sufrieron una derrota y no pudieron permanecer en el Cielo. Apartándose de Dios, ellos se convirtieron en diablos (demonios). Su reino del averno o infierno, se convirtió en un lugar oscuro y de sufrimientos. De acuerdo a la opinión de los santos padres, la guerra descrita por San Juan, sucedió en el mundo de los ángeles antes de la creación del mundo material. Se presenta aquí con la idea de explicar al lector, que el dragón que perseguirá la Iglesia en las siguientes visiones del Apocalipsis, es Lucifer, el ángel caído, el enemigo de Dios del tiempo inmemorial.

Así, habiendo sufrido la derrota en el Cielo, el dragón con todo su odio se lanza en contra de la Mujer Iglesia. Sus arma son muchas variaciones de tentación que él dirige a la Mujer, parecida a un río tempestuoso. Pero ella se salva de las tentaciones huyendo al desierto, o sea voluntariamente rechaza las riquezas de la vida y el conforte, con las cuales el tentador trata de persuadirla. Las dos alas de la Mujer son la oración y el ayuno, con los cuales los cristianos se espiritualizan y se hacen inaccesibles para el dragón que se arrastra sobre la tierra como una víbora (Gn. 3:14; Mc. 9:29). Se debe tomar en cuanta, que muchos cristianos devotos desde los primeros siglos emigraban al desierto, abandonando las ciudades ruidosas, llenas de tentaciones. En diferentes cuevas, ermitas y monasterios, ellos dedicaban todo su tiempo a rezar y pensar en Dios, llegando a un nivel espiritual tan alto, que los cristianos contemporáneos ni se imaginan. El monasticismo floreció en el Este en los siglos 4-7, cuando en los lugares desiertos de Egipto, Palestina, Siria y Asia menor se formaron muchos monasterios, donde vivían cientos y miles de monjes y monjas. Del Este Cercano el monastísimo paso al Atos (Norte de Grecia), y de allí, a Rusia, donde en los tiempos antes de la revolución, había como diez mil monasterios y ermitañas.

 

Nota. La expresión "un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo" 1260 días o 42 meses (Rev. 12:6-15) concuerda con tres años y medio y simbólicamente indica el periodo de la persecución. Tres años y medio duró el servicio social del Salvador. Aproximadamente la misma cantidad de tiempo duró la persecución contra los fieles durante el reinado del rey Antioco Epifanes, los emperadores Nerón y Dominicano. Pero a pesar de esto, las fechas en el Apocalipsis se deben entender como una alegoría.

 

La bestia que salió del mar y la bestia que salió de la tierra (Rev. capit. 13-14). Según la interpretación de la mayoría de los santos padres, la frase: "bestia del mar," se trata del anticristo, y por la frase "bestia de la tierra" al falso profeta. El mar simboliza la masa de la humanidad descreída, siempre inquieta y dominada por las pasiones. En la próxima narración sobre la bestia, y de la narración paralela del profeta Daniel (Dn. capit. 7-8), debemos concluir que la "bestia", representa toda la fuerza del imperio del anticristo que batalla contra Dios. En la apariencia superficial el dragón diablo y la bestia salida del mar, a la cual el dragón le entregó todo el poder, es parecida una a la otra. Sus atributos exteriores hablan de sus astucias, crueldades y deformidades morales. Las cabezas y los cuernos de la bestia simbolizan al gobierno que batalla contra Dios, que componen el imperio anticristiano del anticristo, y también a sus gobernantes ("reyes"). El anuncio sobre la herida mortal de una de las cabezas de la bestia y de su curación, es enigmático. A su debido tiempo, los mismos acontecimientos verterán la luz del significado de estas palabras. La base histórica para esta alegoría pudo servir la convicción de muchos contemporáneos del apóstol Juan, que el Nerón asesinado resucitó y que muy pronto volverá con el ejército de los parfianos (los cuales se encontraban detrás del río Eufrates (Rev. 9:14 y 16:12), para vengarse de sus enemigos. Quizás en esta frase se habla de una derrota parcial del los paganos por los cristianos y sobre el subsecuente renacimiento del paganismo en el período de una apostasía general. (Algunos ven en esto una indicación de una derrota del judaísmo en los años 70 de nuestra era que batallaba contra Dios. "Y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás," dijo el Señor al apóstol San Juan (Rev. 2:9; 3:9. Refiérase a los detalles sobre este tema, en el folleto "La enseñanza cristiana sobre el fin del mundo").

 

Nota. Existe algo en común entre los rasgos de la bestia del Apocalipsis y las cuatro bestias del profeta Daniel, que personificaron los cuatro antiguos imperios paganos (Dn. Capit. 7). La cuarta bestia se refiere al imperio Romano, y el décimo cuerno de la última bestia, al rey Sirio Antioco Epifanes, prototipo del anticristo venidero, al cual el arcángel Gabriel llamó el "desdeñable" (Dn. 11:21). La característica y los hechos de la bestia apocalíptica, tienen mucho en común con el décimo cuerno que describe el profeta Daniel (Dan. 7:8-12; 8:10-26; 11:21-45). Los primeros dos libros de los Macabeos sirven como una vívida ilustración de los tiempos antes del fin del mundo.

 

Luego, el clarividente describe la bestia que salió de la tierra, más tarde llamándola "falso profeta." La tierra en este caso simboliza una ausencia total de espiritualidad en la enseñanza del falso profeta: está impregnada de materialismo y satisfacción del cuerpo que ama el pecado. El profeta falso seduce a la gente con milagros falsos y la obliga a que se incline delante de la primera bestia. "Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón" (Rev. 13:11), o sea, él parecía ser manso y pacífico, peros sus palabras estaban llenas de lisonja y mentira.

Así como en el capítulo 11 los dos testigos simbolizan a todos los servidores de Jesucristo, evidentemente, las dos bestia en el capítulo 13, simbolizan la unión de todos aquellos que odian el cristianismo. La bestia del mar, simboliza la fuerza atea civil, y la bestia de la tierra, simboliza la unión de los profetas falsos y todas las autoridades tergiversadas de la Iglesia.

Así como durante la vida terrenal del Salvador los dos poderes, civil y religiosos, personificada en Pilato y los sumos sacerdotes altos de Judea, se unieron para condenar a Cristo y crucificarlo, así, en toda la historia de la humanidad, estos dos poderes muchas veces se unen en la batalla en contra de la fe y la persecución de los fieles. Ejemplos: el profeta Balaam y el rey Moabita; la reina Jezabel y sus sacerdotes; los profetas falsos y los príncipes antes de la destrucción de Israel y más tarde Judea, "los apóstatas del santo testamento" y el rey Antioco Epifano (Dn. 8:23; 1 Macc y 2 Macc, capítulo 9), y finalmente los seguidores de la ley de Moisés y los gobernantes romanos durante los tiempos cristianos. Durante los tiempos del Nuevo Testamento, los herejes y los maestros falsos debilitaban la Iglesia con sus cismas y con esto contribuían a las exitosas conquistas de los Arabes y los turcos, que inundaron y destruyeron el Este Ortodoxo; los librepensadores rusos y populistas prepararon el terreno para la revolución; los falsos maestros contemporáneos desvían a los cristianos inestables a diferentes sectas y cultos. Todos ellos son profetas falsos, que favorecen el éxito de las fuerzas ateas. El Apocalipsis claramente muestra el apoyo mutuo entre el dragón diablo y las dos bestias. En cada uno de ellos existe su propio plan conveniente y egoísta: el diablo ansía que todos le presten homenaje, el anticristo anhela el poder, y el profeta falso busca su conveniencia material. La misión de la Iglesia es persuadir a la gente para que ella crea en Dios y fortifique sus virtudes, siendo esto un obstáculo para los enemigos, los últimos unen sus fuerzas para batallar en contra de ella.

 

La marca de la bestia (Rev. 13:16-17; 14:9-11; 15:2; 19:20; 20:4). En la lengua de la Santa Escritura, llevar el sello (o la marca) significa pertenecer o ser sumiso a alguien. Nosotros ya hablamos que el sello (o el nombre de Dios) sobre las frentes de los fieles significa que Dios los eligió y consecuentemente Él los protege (Rev. 3:12; 7:2-3; 9:4; 14:1; 22:4). Las actividades del falso profeta que están descritas en el capítulo 13 del Apocalipsis, nos convencen que el reino de la bestia tendrá un carácter religioso y político. Estableciendo las alianzas entre los gobiernos, se engendrará de esta forma una nueva religión en el mundo en lugar de la cristiana. Esta sumisión al anticristo (alegóricamente tomar sobre su frente o sobre su mano derecha el sello de la bestia) será equivalente a abjurar a Cristo, privando a la persona del Reino de los Cielos. (El simbolismo del sello fue tomado de una costumbre antigua, cuando los soldados gravaban con fuego sobre sus manos o frentes los nombres de sus comandantes y los esclavos voluntariamente u obligatoriamente tomaban el sello con el nombre de sus amos. Los paganos que prestaban devoción a cierto ídolo, muchas veces llevaban el tatuaje de este ídolo).

Sin descartar la posibilidad que durante el tiempo del anticristo entrara en acción un sistema de registración computarizada obligatoria, parecida a las tarjetas de bancos usadas en el presente. La perfección va a consistir en que un ojo invisible, un código de computadora, no se imprimirá sobre una tarjeta de plástico como se practica ahora, sino, sobre la piel de la persona. Este código, que se lee por medio de un ojo electrónico o magnético, se transmitirá directamente a la computadora central, en la cual se guardará toda la información personal y financiera sobre esta persona. De esta forma, al imprimir directamente el código sobre los individuos, este nuevo sistema remplazará la necesidad del dinero, pasaportes, visas, boletos, cheques, tarjetas de crédito y otros documentos personales. Gracias a la codificación individual, todas las operaciones monetarias, el salario y las cuentas de pago pueden ser procesados directamente por computadora. En la ausencia del dinero, los ladrones no tendrán nada par robar. Los gobiernos podrán controlar el crimen con más facilidad, debido a que los movimientos de la persona se conocerán por medio de la computadora central. Se cree que este sistema de códigos personales será ofrecido en una forma muy positiva para la sociedad. Pero en realidad, este sistema será usado también para un control religioso político sobre la gente, cuando "nadie podrá comprar o vender, exceptuando los que tienen la impresión" (Rev. 13:17).

Lógico, que la opinión expresada aquí sobre los sellos de los códigos sobre la gente, es únicamente una suposición. La cuestión no consiste en los símbolos electro magnéticos, sino, en la fidelidad o traición con respecto a Jesucristo. A lo largo de la historia cristiana, la persecución de los fieles de parte de los poderes anticristianos, tenía diferentes métodos: trayendo un sacrificio a los ídolos, la aceptación del Islam, pertenecer a una organización anticristiana o atea. En el idioma apocalíptico, es la aceptación de "la marca de la bestia": es la adquisición de las ventajas temporales por la renuncia a Jesucristo.

 

El número de la bestia, 666 (Rev. 13:18). El significado de esta cifra todavía sigue siendo un misterio. Evidentemente se descifrará cuando las circunstancias sean favorables para eso. Algunos intérpretes ven en el número 666 una disminución del numero 777, el cual a su vez significa una triple perfección, o integridad. Si este es el simbolismo de este numero, significa que el anticristo se precipitará a demostrar toda su superioridad sobre Jesucristo, pero en realidad todas sus acciones serán imperfectas. En la antigüedad los cálculos de los nombres se basaban en que las letras de los abecedarios tenían el significado de un numero. Por ejemplo en el idioma griego (y en el idioma eslavo de la iglesia) la letra "A" equivalía al numero "1," B = 2, etc.; Cálculos similares existen en el idioma hebreo y latín. Cada nombre se podía calcular matemáticamente por medio de la suma de los valores numéricos de las letras. Por ejemplo el nombre Jesús, escrito en el idioma griego, se iguala al 888 (quizás indica la perfección más alta). Existe una vasta cantidad de nombres propios, los cuales de acuerdo a la suma de sus letras traducidas a los números, igualan al numero 666. Por ejemplo, el nombre Nerón Cesar, escrito con letras hebreas. En este caso, si el nombre propio del anticristo hubiese sido conocido, no sería problemático contar su significado numérico. Quizás se debería encontrar el significado de la adivinanza en un plano general, pero no es claro, en qué dirección. La bestia del Apocalipsis, es el anticristo y su gobierno. ¿Puede ser que durante los tiempos del anticristo, se introducirán iniciales que significarán un nuevo orden mundial? Por voluntad de Dios, el nombre propio del anticristo no se revelará hasta el momento apropiado eliminando de esta manera la innecesaria curiosidad. Cuando llegue el momento, aquellos a los cuales les corresponde hacerlo, descifrarán este enigma.

 

La imagen de la bestia que habla. Es muy difícil de entender el significado de estas palabras sobre el profeta falso. "Y le fue dado que diese espíritu a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia hable; y hará que cualquiera que no adorare la imagen de la bestia sea muerto" (Rev. 13:15). El motivo de esta alegoría puede ser que Antioco Epifanes exigía que los judíos veneren la estatua de Júpiter, construida por él, en el templo de Jerusalén. Más tarde el emperador Domitian exigía que todos los habitantes del Imperio Romano veneren su imagen. Domitian era el primer emperador que exigía que lo veneren como un dios todavía durante su vida, y que la gente le denomine "nuestro señor y dios." A veces para más efecto, detrás de las estatuas se escondían los sacerdotes, los cuales de allí profetizaban en su nombre. A los cristianos que se oponían a venerar la imagen de Domitian, se ordenaba ejecutarlos, y aquellos que veneraban la estatua, eran premiados. Quizás en la profecía del Apocalipsis se habla de un aparato como el televisor, el cual va a transmitir la imagen del anticristo y al mismo tiempo observar, cómo la gente reacciona ante él. De cualquier manera, en nuestros tiempos las películas de cine y la televisión, se usan de una forma muy amplia para injertar las ideas del anticristo, acostumbrando a la gente a la crueldad y trivialidad. Mirar la televisión diariamente sin distinguir lo que uno mira, elimina en la persona todo lo bueno y santo. ¿No será el televisor el precursor de la imagen de la bestia que habla?

 

 

Los siete cáliz.

El acrecentamiento de las fuerzas ateas.

El juicio de los pecadores (capit. 15-17).

En esta parte del Apocalipsis el clarividente describe el reino de la bestia, la cual llegó al apogeo de sus fuerzas y control sobre la vida de la gente. El abandono de la verdadera fe abarca casi toda la humanidad, y la Iglesia llega casi al desvanecimiento total (Rev. 13:7). "Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación" (Rev. 13:7). Para dar coraje a los fieles, los que eligieron a Cristo, el apóstol Juan dirige sus miradas hacia el mundo celestial y les muestra la multitud de los virtuosos, los cuales como los israelitas que se salvaron del faraón en los tiempos de Moisés, cantan la canción victoriosa (Ex. capit. 14-15).

Pero así como llegó el fin de la gobernación del faraón, así están contados los días de la gobernación del anticristo. Los siguientes capítulos (16-20) muy claramente dibujan el juicio de Dios a los ateos. La destrucción de la naturaleza en el capítulo 16, semejante a la descripción en el capítulo 8, pero en este caso alcanza proporciones globales y deja una impresión horrible. (Evidentemente, así como antes, la destrucción de la naturaleza se lleva a cabo por la misma gente, las guerras y los residuos industriales). El aumento del calor solar, del cual sufre la gente, puede ser unido con la destrucción de la capa del ozono en la estratósfera y el aumento del dióxido de carbono en la atmósfera. Según la predicción de Jesucristo, en el último año antes del fin del mundo, las condiciones de vida serán tan insoportables, que, "si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (Mt. 24:22).

La descripción del juicio y el castigo en los capítulos 16-20 del Apocalipsis, sigue el orden del crecimiento de culpa de los enemigos de Dios: primero son sometidos al castigo aquella gente que tomó la marca de la bestia, y la ciudad del anticristo "Babilonia," luego el anticristo y el profeta falso, y por último el diablo.

El recuento sobre la destrucción de Babilonia se presenta dos veces: primero en general al fin del capítulo 16, y más detalladamente en los capítulos 18-19. Babilonia se ilustra como una ramera, sentada sobre la bestia. El nombramiento Babilonia, nos hace acordar Babilonia Caldea, en la cual durante el Antiguo Testamento se concentraba toda la fuerza atea. (Las tropas Caldeas destruyeron el antiguo Jerusalén en los años 586 antes de Cristo. Describiendo el lujo de la "ramera," el apóstol tenía en cuenta Roma próspera y rica con su ciudad de puerto. Pero muchos aspectos en la descripción de Babilonia apocalíptica no coinciden con la antigua Roma, por lo visto se refiere a la ciudad del anticristo.

De la misma forma es enigmática la explicación del ángel al final del capítulo 17 sobre "el misterio de Babilonia" en los detalles que se refieren al anticristo y su reino. Por lo visto, estos detalles serán comprendidos en el futuro, cuando llegue el momento. Algunas alegorías son tomadas de la descripción de Roma, que está parada sobre las siete colinas, y sus emperadores ateos. "Los cinco reyes (cabezas de la bestia) cayeron" estos son los primeros cinco emperadores de Julio Cesar hasta Claudio. La sexta cabeza es Nerón, y la séptima Vespaciano. "La bestia que fue y ahora no está, es el octavo, y (él mismo) es de la cuenta de los siete" son Domitian, y el resucitado Nerón en la imaginación de la gente. El es el anticristo del primer siglo. Pero evidentemente, el simbolismo del capítulo 17, recibe una nueva explicación durante el tiempo del último anticristo.

 

 

El juicio sobre Babilonia,

el anticristo y el profeta falso (Capit. 18-19)

El clarividente en una forma muy vívida y brillante dibuja el cuadro de la caída de la ciudad del gobierno ateo, el cual él llama Babilonia. Esta descripción tiene una semejanza con la predicción del profeta Isaías y Jeremías sobre la caída de Babilonia Caldea en el año 539 antes de Cristo (Is. Capit. 13-14; Is. 21:9; Jer Capit. 50-51). Existe una similitud entres los centros mundiales del mal del pasado y del futuro. De una manera especial se describe el castigo del anticristo (la bestia) y del falso profeta. Como ya mencionamos, la "bestia" es específicamente la última persona que batalla en contra de Dios y al mismo tiempo, personifica cualquier poder en la tierra que batalla en contra de Dios. El falso profeta es el último falso profeta (asistente del anticristo), y así mismo es la personificación de todas las pseudo religiones y todos los poderes corruptos de la Iglesia.

Es muy importante entender que el recuento del castigo de Babilonia, del anticristo, falso profeta (capit. 17-19) y del diablo (capit. 20), no está descrita por el apóstol Juan en una forma cronología, sino, a un principio de método de descripción que ahora explicaremos.

La Santa Escritura en todo su conjunto enseña que los poderes ateos terminarán de existir durante la Segunda venida de Jesucristo, y ese será el momento cuando perecerá el anticristo y el profeta falso. El Juicio Final de Dios sobre el mundo se llevará a cabo en un orden de acrecentamiento de culpabilidad de los procesados. "Porque es tiempo de que el juicio comience de la casa de Dios: y si primero comienza por nosotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?" (1 Pedro 4:17; Mt. 25:31-46). Primero serán juzgados lo creyentes, luego los que no tenían fe y pecadores, luego los enemigos conscientes de Dios y finalmente los culpables más grandes de todas las iniquidades los diablos y Satanás. En este orden describe el apóstol Juan sobre el juicio de los enemigos de Dios en los capítulos 17-20. Además el juicio sobre cada una de estas categorías de los culpables (los que se apartaron de Dios, el anticristo, el profeta falso y finalmente el diablo) se precede por la descripción de su culpa. Por esta razón la impresión es que primero será destruida Babilonia, un poco más tarde serán castigados el anticristo y su profeta, después en la tierra comenzará el reino de los santos, y luego, después de un largo tiempo el diablo saldrá para tentar a la gente y entonces será castigado por Dios. En realidad, en el Apocalipsis se habla de eventos paralelos. Este método de descripción por el apóstol Juan, se debe tomar en cuenta para interpretar correctamente el capítulo 20 del Apocalipsis (leer el folleto sobre el fin del mundo sobre la "Insolvencia del Quiliasmo").

 

 

Los 1000 años.

El juicio sobre el diablo (capit. 20).

La resurrección y el Juicio Final.

El capítulo veinte, habla del reino de los santos y la doble derrota del diablo, abarca todo el periodo de la existencia del cristianismo. Resume el drama en el capítulo 12 sobre la persecución de la mujer Iglesia por el dragón. La primera vez el diablo fue derrotado por medio de la muerte de Jesucristo sobre la cruz. En aquel entonces se le quitó el poder sobre el mundo, "encadenado" y "preso en el abismo" por 1000 años (o sea por un tiempo largo, indeterminado, Rev. 20:3). "Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera" (Jn 12:31) decía el Señor antes de sus sufrimientos en la cruz. Así como sabemos del capítulo 12 del Apocalipsis y de otros lugares de la Santa Escritura, el diablo después de la muerte en la cruz del Salvador seguía teniendo la posibilidad de tentar a los fieles y causarles problemas, sin embargo ya no tenía poder sobre ellos. Nuestro Señor les dijo a sus discípulos: "He aquí os doy potestad de hollar sobre serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará" (Lc. 10:19).

Unicamente antes del fin del mundo, cuando por causa de una masiva apostasía de la gente de la fe: "Porque ya está en acción el misterio de iniquidad: sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio" (2 Ts.2:7), otra vez el asumirá el poder sobre la humanidad pecadora, pero por un tiempo muy corto. Entonces él encabezará su última batalla contra la Iglesia (Jerusalén), dirigiendo contra de ella sus tropas de "Gog y Magog," pero será derrotado por segunda vez por Cristo y definitivamente. "Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mt. 16:18). Las tropas de Gog y Magog simbolizan el conjunto de todas las fuerzas que batallan contra Dios, humanas y del averno, las cuales el diablo une en su demente guerra contra Cristo. De esta manera, la batalla contra la Iglesia que se acrecentaba por medio de todo el periodo del cristianismo, eventualmente terminará en la derrota total del diablo en el capítulo 20 del Apocalipsis. Este capítulo resume el aspecto espiritual de esta batalla y muestra su fin.

El lado luminoso de esta persecución contra los fieles consiste en que ellos habiendo sufrido físicamente, vencieron espiritualmente al diablo, debido a que ellos quedaron fieles a Cristo. Desde el momento de su muerte de mártires, ellos reinan con Jesucristo y juzgan el mundo, participando en los destinos de la Iglesia y de toda la humanidad. (Por esta razón, nosotros nos dirigimos a los santos para que ellos nos ayuden, siendo ésta la base para la veneración de la Iglesia Ortodoxa de los santos (Rev 20:4). Sobre el victorioso destino de los mártires por la fe, el Señor dijo: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Jn 11:25). La "primera resurrección" en el Apocalipsis es el renacimiento espiritual, el cual comienza desde el momento del bautismo del fiel, se fortalece por medio de los hechos o sacrificios cristianos y alcanza su estado más alto en el momento del sufrimiento y de la muerte por Jesucristo. Al renacimiento cristiano pertenece la promesa: "llegará el momento y ya llego, cuando los muertos escucharan la voz del Hijo de Dios y habiendo escuchado Su voz revivirán." Las palabras en el Apocalipsis 20:10, son la Conclusión: el diablo que engañaba a la gente, "es lanzado al lago de fuego." De esta manera concluye la narración sobre la condena de los apóstatas, el falso profeta, el anticristo y el diablo.

Termina el capítulo 20 con la descripción del Juicio Final. Antes del Juicio tiene que suceder la resurrección física de los muertos en general, el cual el apóstol llama "segunda" resurrección. Toda la gente resucitará físicamente — los virtuosos y los pecadores. Después de la resurrección general "fueron abiertos los libros… y juzgados eran los muertos de acuerdo a lo que estaba escrito en los libros." Por lo visto delante del trono del Juez será evidente el estado espiritual de cada persona. Todos los actos oscuros, palabras de odio, pensamientos secretos y deseos, todo se abrirá de una forma muy clara, hasta los pecados que hemos olvidado de repente todo aparecerá en la superficie y será evidente para todos. Eso será una horrible experiencia.

Así como hay dos tipos de resurrección, de la misma forma hay dos muertes. "La primer muerte" es el estado pecaminoso y de infidelidad, en los cuales se encontraba la gente que no aceptaron el Evangelio. "La segunda muerte" es la eterna condena que consiste en el alejamiento de Dios. Esta descripción es muy breve, por la razón que el apóstol ya habló sobre este tema en los capítulos (Rev. 6:12-17; 10:7; 11:15; 14:14-20; 16:17-21; 19:19-21; y 20:11-15). Aquí el apóstol resume el Ultimo Juicio (en una forma breve sobre éste habla el profeta Daniel al principio del capítulo 12). Con esta breve descripción, el apóstol Juan concluye la descripción de la historia humana y pasa a la descripción de la vida eterna de los virtuosos.

 

 

El nuevo cielo y la nueva tierra.

La eterna bienaventuranza (capit. 21-22).

Los últimos dos capítulos del Apocalipsis son las más luminosas y alegres páginas de la Biblia. Ellas describen la bienaventuranza de los virtuosos sobre la tierra renovada, donde Dios secará toda lagrima de los ojos de los que sufrieron, donde no existirá más la muerte, ni el llanto, ni las enfermedades. Comenzará una nueva vida, la cual no tendrá fin

 

 

Conclusión

Así es que el libro del Apocalipsis fue escrito durante el crecimiento de la persecución de la Iglesia. Su meta es fortalecer y consolar a los fieles en vista de las persecuciones venideras. Descubre los métodos y audacias con la cual el diablo y sus servidores tratan de destruir a los creyentes; enseña cómo sobrepasar las tentaciones. El libro del Apocalipsis llama a los creyentes a ser cautelosos con respecto a su estado espiritual, no temer a los sufrimientos y a la muerte por Jesucristo. Muestra la vida feliz de los santos en el cielo y llama a todos a unirse con ellos. Los fieles, aunque a veces tienen muchos enemigos, tienen más defensores en los ángeles, santos y especialmente en Jesucristo el Victorioso.

El libro Apocalipsis es más vivo y descriptivo que los demás libros de la Santa Escritura, manifiesta el drama de la batalla del mal con el bien en la historia de la humanidad y manifiesta la victoria total del Bien y la Vida.

Cartas a las siete Iglesia.

La Iglesia

Efeso

Apoc. 2:1-7

Esmirna

Apoc. 2: 8-11

Pérgamo

Apoc. 2:12-17

Tiatira

Apoc. 2:18-29

Sardis

Apoc. 3:1-6

Filadelfia.

Apoc.3:7-13

Laodicea

Apoc. 3:14-22

Alabanza

Se sacrificó con devoción, tuvo tolerancia a los virtuosos.

Toleró las penas y pobrezas.

No abjuró a su fe.

Acciones buenas, amor, fe, las últimas acciones son más importantes que las primeras.

No profanó los vestiduras.

Aunque eres débil, eres fiel a Cristo.

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Reprensión

Enfrío en el amor.

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Admitió a los heréticos en su ambiente.

Dejas a los Heréticos

Sembrar

las tentaciones.

Pareces estar vivió, pero en realidad estas muerto.

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Indiferente y

presuntuosos.

La llamada

Recuerda de donde haz caído y arrepiéntete.

Sé fiel hasta la muerte.

Arrepiéntete.

Cuida lo que posees.

Estés en vela, porque tú estas cerca de la muerte. Arrepiéntete.

Guarda tu riqueza espiritual.

Ama el amor, se sensible y diligente.

Que esperas?

"Moveré la antorcha" y la tuya rechazaré.

— — —

— — —

— — —

Vendré inesperadamente.

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El premio.

Probarás del árbol de la vida.

Eludirás

la muerte eterna.

Si Pruebas la maná, recibirás un nombre nuevo.

Dominarás a los paganos.

Recibirás vestiduras blancas.

Si eres firme, llevarás el nombre de Dios.

Reinarás con Jesucristo.

El período del Antiguo Testamento.

La vida en el jardín de Edén (Gn. 2:9).

La esclavitud en Egipto (los diez castigos, Ex. 7-12 capit.).

Vagabundear en el desierto de Sinaí. Balaam tienta a los Israelitas (Nm. 25:1, 31:16)

La tentación pagana durante Jezabel (1 Rey. 16:31 и 21 :21-26).

El juicio de Dios sobre Israel y Judea (Ex. 1:9, 6:13, 8-6 siglos antes del nac. de Cristo).

El cautiverio de Babilonia, es la máxima debilidad. El retorno del cautiverio, restablecimiento de Jerusalén y el templo (la llave de David).

El período antes del nacimiento de Cristo. Los fariseos. Un acercamiento utilitario con respecto a la religión.

El período del Nuevo Testamento.

El tiempo de los Apóstoles (Siglo I)

La persecución de la Iglesia durante el Emperador Romano (Siglos II - IV).

La lucha con las herejías (Concilios Ecuménicos). El monasticismo (Siglos IV – VII).

Iconoclasia. Cristianización de gente nueva (los eslavos) "poder sobre los paganos" (Siglos VII - XII).

El alba del arte de la Iglesia. El formalismo en la religión. La caída de Bizantino. La revolución en Rusia (Siglos XIII - XX).

El yugo del ateísmo. La debilidad de la Iglesia. La cristianización de los hebreos (20)

El cristianismo como método para la felicidad. La presuntuosidad de las sectas.

Carácter de un período específico.

Al principio el ardor espiritual y la inocencia; luego, la frialdad.

La purificación por medio de la persecución y las penas.

La lucha con las herejías. Tentaciones mentales.

La madurez espiritual alcanzada.

La virtud en los ritos superficiales. El castigo.

La fidelidad a Dios en los momentos difíciles de la vida.

El engreimiento es una ceguera y orgullo.

 

 

El plan del Apocalipsis

 

La visión

Los siete sellos El servicio Celestial.

4 Los jinetes (4-6).

Las siete trompetas. Las desgracias incipientes y la protección de los fieles (7-10)

Los siete símbolos

La Iglesia y el reinado de la bestia (11-14)

Los siete cálices. El juicio sobre los pecadores (15-17)

El juicio sobre Babilonia, el anticristo y el profeta falso (18-19)

Los 1000 años del reinado de los santos. El juicio sobre el diablo y el juicio general (20).

La Iglesia Victoriosa en el Cielo

El servicio Celestial (4-5). Los primeros mártires (6:9-11).

Los virtuosos de todas las nacionalidades (7:9-17). La fuerza de la oración de los santos (8:3-6). La gloria a Dios (11:16-19).

El sabor anticipado de la victoria de los santos (12:10-12). Los vírgenes y las vírgenes (14:1-5).

El Himno de los salvados de la bestia (15:1-4).

La preparación de la boda del Cordero y la Iglesia. El Himno de los salvados (19:1-10).

Los mártires no perecieron. Ellos reinan con Jesucristo (20:4-6).

La Iglesia perseguida en la tierra

Los fieles deberán sufrir (6:11).

Sellar a los elegidos antes del comienzo de las desgracias (7:1-8).

La medición del templo (11:1-2). El sacrificio de los dos testigos (11:3-14). La mujer vestida del sol (12:1-6 y 13-18). La paciencia de los santos (13:10, 14:12-13).

Bienaventurado el que esta en vela (16:15).

 

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El mundo de los pecadores y el castigo de ellos.

4 jinetes: Las pasiones batallan dentro del hombre. De aquí la enemistad, pobreza y la destrucción mutua (6:1-8).

Las desgracias incipientes. La mutilación parcial de la naturaleza (8:7-13).

Los pecadores son tentados por la bestia y se someten a él. El sello de la bestia (13:8 и 16-17).

Más grandes castigos de los pecadores. La destrucción total de la naturaleza (16:1-12).

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El mundo ateo, el anticristo y el profeta falso.

 

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El mal aumenta. La bestia del mar, el anticristo (13:1-10). La bestia de la tierra, el profeta falso (13:11-18).

El reino de la bestia (16:10-12). Babilonia fornicadora, el centro del mal mundial (17:1-18).

La destrucción total de Babilonia y la felicidad en el cielo (18:1-24).

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El mundo del averno. Satanás y sus diablos.

 

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La aparición en el mundo de la fuerza infernal. Satanás, el destructor del alma (9:1-12).

El dragón persigue la mujer, iglesia (12:3-4) y siembra las tentaciones (12:10-13 и 12:15-17).

Los espíritus impuros tientan a la gente para que ella sirva a la bestia (16:13-14).

La fuerza impura aumenta en el reino de la bestia (18:2).

La fuente del toda la maldad es el diablo. Él es sometido dos veces a la destrucción y es condenado para la eternidad (20:1-10).

La guerra física y espiritual. Las tropas del mal.

Las desgracias en el mundo comienzan por el desconcierto en la misma persona (6:1-8).

Los ángeles a orillas de Eufrates. La primer fase de la guerra (9:13-21).

La guerra en el cielo (12:7-10). La lucha del diablo con los dos testigos de Cristo (11:7).

Antes de la última batalla del Armagedón (16:12). Armagedón (16:16) y el triunfo de Cristo (17:14).

Cristo destruye al anticristo y su ejército (19:11-21).

La Conclusión de la guerra mundial en contra de la Iglesia. La destrucción de Gog y Magog (20:7-9).

La descripción del fin del mundo y el juicio.

El miedo de los pecadores delante del Juez (6:12-17).

La realización del misterio de Dios (10 :7).

El Reino del mundo se convierte en el Reino de Dios (11:15). La cosecha (14:14-20).

El juicio sobre los paganos (16 :17-21).

La destrucción total de Babilonia. El castigo de la bestia y del profeta falso (19 :19-21).

El juicio sobre Satanás (20 :10). La resurrección general y el Juicio final (20:11-15).

El tema más importante.

Introducción. El servicio Celestial. Las causas abiertas del conflicto en el mundo. La razón de los sufrimientos de los mártires.

La Iglesia Celestial aumenta, en la tierra aumentan las desgracias. Dios protege a los fieles.

El sacrificio de los testigos de Cristo. El diablo dirige sus fuerzas en contra de la Iglesia.

El reino del mal aumenta, pero Dios lo destruye. El juicio comienza del mundo pecador. La salvación festeja la victoria.

El juicio sobre los ateos: el anticristo y le profeta falso. El centro del mal mundial se destruye.

La Conclusión de la guerra con el bien. El diablo es derrotado dos veces. Los que murieron por Cristo reinan en el Paraíso. La resurrección general y el Juicio Final.

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Panfleto Misionero # S49

Copyright (c) 2000 y Publicado por la Iglesia

Ortodoxa Rusa de la Santa Protección

2049 Argyle Ave. Los Angeles, California 90068

Editor: Obispo Alejandro (Mileant).

 

(bible9_s.doc, 03-23-2000).