Dogmas

y Opiniones

Protopresbítero Padre Miguel Pomazanski

Traducido por Irina Bogdaschevski

 

El Indice:

Protopresbítero Miguel Pomazanski

La preocupación sobre la pureza de la doctrina Cristiana

Las Sagradas Escrituras y la Santa Tradicion

Consciencia Conciliar de la Iglesia

Las obras de los Padres y los libros de Servicios religiosos

Los libros Simbólicos

Los Sistemas Dogmáticos

El objetivo de la Teología Dogmática

La Dogmática y la Fe

Teología y filosofía

Nuevas corrientes dentro del pensamiento filosofico-teologico ruso

La cuestión del desarrollo de los dogmas. La filosofía y la teología. El sistema religioso — filosófico de Vladimir Soloviev. La doctrina de la Sabiduria Divina en Las Sagradas Escrituras. Sofia, la Sabiduría Divina.

 

 

Protopresbítero Miguel Pomazanski

Protopresbitero Miguel Pomazanski — uno de los más grandes teólogos de nuestros tiempos — nació el 7 de Noviembre de 1888 (en vísperas del día del Arcangel Miguel), en la aldea de Koryst; del distrito de Roven, provincia de Volyn. Sus padres pertenecieron a la familia sacerdotal por tradicion. A los nueve años Mijail ingresó en el Colegio Sacerdotal de Klevan. Al terminar el Colegio ingresó en el seminario Teológico de Volyn en la ciudad de Zhitómir, donde llamo la especial atención del Arzobispo Antonio Jrapovitski.

Desde 1908 hasta 1912 padre Miguel ha estudiado en la Academia Teológica de Kiev. En 1918 se casó con Vera F. Shumski, hija de un sacerdote, la que llegó a ser su fiel e inseparable compañera. Desde 1914 hasta 1917 padre Miguel da clases del idioma eslavo-eclesiástico en el Seminario Teológico de la ciudad de Kaluga. La revolución y el posterior cierre de las escuelas religiosas le hicieron volver al padre Miguel a su tierra natal, a Volyn, que en aquel entonces fue anexada al estado de Polonia. Desde 1920 hasta 1934 el p. Miguel enseñaba en el Colegio secundario de la ciudad de Roven. Durante este mismo período él colaboraba en las editoriales eclesiásticas. En 1936 adquiere la dignidad de sacerdocio y se suma al clero de la Catedral Ortodoxa de Varsovia, como ayudante del presbítero. En este cargo el p. Miguel permanece hasta el año 1944. Después de finalizar la guerra, p. Miguel se queda a vivir en Alemania durante los cuatro años siguientes.

En 1949 él llega a los E.U. y está destinado al Seminario Teológico de Santa Trinidad en la ciudad de Jordanville, donde enseña los idiomas griego y eslavo-eclesiástico y también la Teología Dogmática. A la pluma de p.Mijail pertenecen unos cuantos cuadernillos y muchos artículos para las ediciones de "La Rusia Ortodoxa," "La Vida Ortodoxal" y para la revista "El Camino de la Ortodoxia." La mayor parte de estos trabajos ha sido recogida en la colección "Sobre la Vida, la Fe y la Iglesia" (dos tomos, 1976) y en la obra " Dios, nuestro Señor, en el Cielo, como en la Tierra, creó todo lo que se propuso" (1985). Pero lo que más prestigio ha adquirido es este trabajo, que estamos reeditando ahora — "La Teología Dogmática Ortodoxa" (de 1968 y su traducción al inglés de 1994), que se transformó en un libro de texto para todos los Seminarios Ortodoxos en los E.U. El padre Mijail murió el 4 de noviembre de 1988.

 

La preocupación sobre la pureza de la doctrina Cristiana

Desde los primeros días de su existencia la Santa Iglesia Cristiana se preocupa incansablemente para que sus miembros, los hijos suyos, permanezcan firmes en su apoyo a la verdad pura. "Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad" — escribe el Santo Apóstol Juan el Teólogo (2 Jn. 3:4) "Os he escrito brevemente, amonestándolos y testificando, que esta es la verdadera gracia de Dios, en la cual estáis"— escribe Santo Apóstol Pedro, finalizando su epístola conciliar (1 Pedro. 5:12).

El Santo Apóstol Pablo cuenta de su vida, que después de haber dedicado 14 años a la prédica cristiana, se ha ido a Jerusalén guiado por una Revelación y acompañado por Barnabas y Titus, para ofrecer allí a los que tenían mas reputación, una anunciación y para no correr o haber corrido en vano, expuse en privado, si no habrá sido en vano, que predico el evangelio entre los gentiles (Gal. 2:2). Él predica muchas veces a su alumno Timoteo: (1 Tim. 6:13-14; 2 Tim. 1:13).

El auténtico camino de la Fe, siempre tan cuidadosamente protegido en la historia de la Iglesia, se llamó desde los tiempos más remotos el camino recto, genuino, ortodoxal (ortodoxia). El Apóstol Pablo enseña a Timoteo presentarse ante el Dios, nuestro Señor, como "como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de la verdad" (como cincel que corta con precisión, 2 Tim. 2:15). En los escritos de los primeros cristianos se habla permanentemente de seguir "las reglas de la Fe," "los preceptos de la verdad." El propio término de "la ortodoxia" se usaba ampliamente en la época anterior a los concilios universales, también durante los dichos concilios y se encuentra en los escritos de los Padres de la Iglesia, tanto Orientales, como Occidentales.

A la par del camino recto, verdadero de la fe, siempre hubo "los que piensan de otra manera" (según la expresión de San Ignacio de Dios), el mundo de grandes y pequeñas equivocaciones entre los cristianos, y también sistemas erróneos enteros que trataban de introducirse dentro del ámbito ortodoxo. A causa de la búsqueda de la verdad aparecieron divisiones entre los cristianos.

Apelando a la Historia de la Iglesia, y también observando el mundo contemporáneo, vemos que las equivocaciones que son antagónicas a la Iglesia Ortodoxa, aparecían y aparecen bajo la influencia de otras religiones, de algunas filosofías, también a causa de la debilidad y las inclinaciones de nuestra naturaleza caída, que busca derechos y justificaciones para estas debilidades e inclinaciones suyas.

Las equivocaciones se tornan arraigadas y se hacen tercas más que nada a causa de la soberbia humana, y los que defienden dichas equivocaciones lo hacen por el orgullo mental.

Para cuidar el camino recto de la Fe la Iglesia tuvo que forjar las severas formas de las expresiones que hablaban de la legitimidad de dicha Fe, tuvo que erigir la fortaleza de la verdad para refutar las influencias ajenas a la Iglesia. Las definiciones de la verdad, anunciadas por la Iglesia desde los tiempos de los apóstoles se llaman dogmas. En los Acciones de los Apóstoles leemos lo referente a los apóstoles Pablo y Timoteo:.."Y al pasar por las ciudades, les entregaban las ordenanzas que habían acordado los apóstoles y presbíteros en Jerusalén" (Hech. 16:4, aquí se habla de las resoluciones tomadas en el Concilio de los Apóstoles que se menciona en el capítulo 15 del libro de Hech). Los griegos y los romanos llamaban "dogmas" a aquellas disposiciones que debían ser cumplidas inexorablemente. En la concepción cristiana las "dogmas " se contraponen a las "opiniones" — inestables reflexiones personales.

 

Las Sagradas Escrituras y la Santa Tradicion

ΏEn qué se basan los dogmas? — Es evidente que los dogmas no se basan en las reflexiones racionales de algunas personas, aunque estas pudiesen ser Padres o Maestros de la Iglesia, sino en la doctrina misma de las Sagradas Escrituras y en las Sagradas Tradiciones Apostólicas. Las verdades exactas de la Fe en ellas comprendidas, fueron nombradas por los antiguos Padres de la Iglesia como "la Fe conciliar," "la Doctrina Católica" de la Iglesia. La confluencia armónica de la verdad de las Escrituras y de las Tradiciones en una sola es definitoria para la "conciencia conciliar" de la Iglesia Ortodoxa guiada por el Espíritu Santo.

Bajo el título de las Sagradas Escrituras se comprenden los libros escritos por los santos Profetas Bíblicos y por los Apóstoles bajo la influencia del Espíritu Santo, y llamados por eso "inspirados Divinamente." Ellos se dividen en Libros del Antiguo y del Nuevo Testamento.

Son 38 libros del Antiguo Testamento que la Iglesia reconoce como propios, pero reuniendo algunos en un libro — como lo hacía la Iglesia del Antiguo Testamento — la cantidad de estos libros llega a las 22, a la cantidad de letras en el alfabeto hebreo. Estos libros, que fueron introducidos, en su momento, en el canon hebreo, adquieren el nombre de "libros canónicos." A ellos se agrega una cantidad de libros "no-canónicos," quiere decir, los que no fueron introducidos en el Canon hebreo por haber sido escritos después de haberse postulado el Canon de los libros sagrados del Ant. Test. La Iglesia acepta estos últimos libros considerándolos útiles y aleccionadores. La Iglesia recomendó su uso en la antigüedad para las lecturas edificantes no sólo en la intimidad de las casas, sino también en los templos, y por esa razón se denominan "eclesiásticos." La Iglesia los contiene en el mismo Código Bíblico, junto con los libros canónicos. Algunos de ellos se acercan de tal modo, por su importancia, a los "espirados Divinos," que, por ejemplo, en la regla 85 de los Apóstoles tres libros de Macabeo y el libro de Jesús, hijo de Siraj se mencionan a la par de los libros canónicos, y de todos ellos juntos se dice que son "venerados y santos," aunque esto habla sólo del respeto que la Iglesia antigua les tenía, pero la diferencia entre ellos se tomaba siempre en consideración.

De los libros canónicos del Nuevo Testamento las Sagradas Escrituras aceptan 27. Como los libros sagrados del Nuevo Testamento han sido escritos en los distintos años de la época apostólica y fueron distribuidos por los Apóstoles en los diferentes lugares de Europa y Asia, incluso algunos de ellos no fueron destinados a ningún punto geográfico determinado, poder juntarlos en un solo código no era una tarea fácil y había que tener mucho cuidado de que no se mezclaran entre ellos algunos libros llamados apócrifos que se escribían, en su mayoría, en los círculos heréticos. Por eso los Padres y los Maestros de la Iglesia de los primeros siglos del cristianismo han sido especialmente cuidadosos en distinguir los libros, aunque llevasen los nombres de los apóstoles.

A menudo los Padres de la Iglesia introducían en sus nóminas algunos libros con cierta reserva, con duda, y por eso no daban la lista completa de los libros sagrados. Eso sirve como ejemplo de los cuidadosos que eran en esta tarea sagrada: ellos no confiaban sólo en su propio criterio, sino que esperaban la pronunciación en común de toda la Iglesia. El Concilio local de Cartagena en el año 318 enumera todos los libros del Nuevo Testamento, sin excepción. San Atanasio el Grande nombra sin dudar todos los libros del Nuevo Testamento y en una de sus obras concluye la nómina diciendo lo siguiente: "He aquí la cantidad y los títulos de los libros canónicos del Nuevo Testamento! Son como rudimentos, anclas y pilares de nuestra Fe, porque han sido escritos y nos fueron entregados por los mismos apóstoles de Nuestro Salvador Jesucristo, quienes Lo han acompañado y fueron aprendidos por Él." Lo mismo que San Kirilo de Jerusalén, quien enumera todos los libros del N.T. sin hacer ningún comentario sobre algunas diferencias que existan entre ellos para la Iglesia. La misma enumeración completa hacen algunos escritores eclesiásticos del occidente, como por ejemplo San Agustín. De esta manera, por medio de la pronunciación conciliar de toda La Iglesia, se estableció el canon completo de los libros de Nuevo Testamento de las Sagradas Escrituras.

La Santa Tradición en su exacto sentido primario de la palabra es la tradición que provenía de la antigua Iglesia de los tiempos apostólicos y se llamaba así en el 2-do y en el 3-er siglo: "la tradición apostólica."

Hay que tomar en cuenta que la Iglesia antigua protegía de los profanos a la vida interior de la Iglesia, sus Santos Sacramentos eran misterios protegidos contra los no-cristianos. Durante su cumplimiento — en el bautismo, en la eucaristía — nunca estaban presentes los extraños, el orden que había que seguir no llevaba anotaciones, se transmitía oralmente; y en lo misteriosamente guardado estaba la parte esencial de la Fe. San Kirilo de Jerusalén (siglo 4-to) es quien nos lo presenta con mayor claridad. Enseñando a las personas que aún no se han decidido firmemente de hacerse cristianos, el Santo dice unas palabras previas antes de comenzar las clases: "Cuando se dan clases confidenciales, si uno que no pertenece te hará preguntas sobre lo dicho por los docentes, no debes contar nada al que está afuera. Porque es el secreto y la esperanza de los siglos venideros. Debes respetar el misterio del "Recompensador." Alguno te dirá: 'no hay ningún mal que yo lo sepa también?' Pero los enfermos piden también que les sirvan el vino, pero si esto se hace a destiempo, puede haber consecuencias funestas: muere el enfermo y calumnian al médico." Luego el Santo agrega: "toda la enseñanza de la Fe la incluimos en unas pocas estrofas poéticas que hay que recordar palabra por palabra, repitiéndolas entre ustedes, sin anotarlas en el papel, pero grabándolas en el corazón por medio de memoria, cuidando de que las personas que aún están de prueba (los "anunciados") no escuchasen lo que les fue comunicado a ustedes!" Y dice también en el texto anotado para discurso previo ante los "anunciados" que se preparan para el Bautismo y para sus acompañantes: "Este anuncio ofrecido para la lectura ante los que se preparan al Bautismo y a los fieles que ya lo hicieron, no debes dar a los "preanunciados," no a cualquier otro que no es cristiano, si no, tendrás que responder ante Dios, nuestro Señor. Y si querrás anotar este anuncio, debes agregarle esta advertencia."

San Basilio el Grande (siglo 4-to) nos deja una noción muy clara sobre las Santas Tradiciones Apostólicas, diciendo: "De las dogmas y sermones respetados por la Iglesia tenemos algunos en forma escrita, y otros, tomados de la Tradición apostólica, en herencia secreta. Tanto unos, como otros tienen la misma fuerza de devoción, y esto nadie lo va a negar, hasta él que menos conoce de los estatutos eclesiásticos. Porque si nos atrevemos a rechazar dándoles poca importancia a las costumbres no-escritas, seguramente haremos daño al Evangelio en lo esencial y de la prédica apostólica dejaremos el nombre solamente, sin el contenido. Por ejemplo, mencionaremos antes que nada, lo primero y lo más general: Ώquién enseñó por escrito que los que confían en el nombre de nuestro Señor Jesucristo se persignen con la señal de la Cruz? ΏO, al rezar, dirigirse hacia el Oriente? Las palabras de la invocación y de división del pan de la Eucaristía y de Su Bendición — Ώquién de los Santos nos ha dejado algo escrito sobre esto? Porque no son suficientes solo las palabras que pronuncian los Apóstoles y el Evangelio, y antes que ellos y también después, pronunciamos palabras que tienen gran fuerza para el misterio y que obtuvimos de la tradición no-escrita. Cual es la Escritura que nos enseña bendecir el agua para el bautismo y el óleo, y al mismo bautizado? ΏNo será que nos lo enseñó la Tradición no escrita y secreta? Ώ Qué más? Para la misma unción con el Santo Oleo, Ώqué palabra escrita nos lo ha enseñado? Ώ De donde nos viene la triple inmersión y todo lo demás que acompaña al Bautismo, — renegar de satanás y de sus servidores, — de cuales Escritos hemos recibido esta enseñanza? No será aquella Enseñanza no-publicada y no-pronunciada que nuestros Padres han preservado en Su silencio inaccesible para los curiosos y sepias? Los que aprendieron sólidamente proteger en Su silencio la santidad de los Sacramentos. Por qué Ώcual hubiera sido la conveniencia de anunciar por escrito lo que para los no-bautizados se prohibe hasta mirar?

"De estas palabras de San Basilio el Grande podemos deducir, en 1-er lugar que la Sagrada Enseñanza de la Tradición es aquello que puede considerarse afín a los primeros tiempos de la Iglesia ; y en 2-do lugar, que esta Enseñanza está cuidada con esmero y se acepta unánimemente por los padres y los maestros de la Iglesia, en la época en que vivían los más grandes Padres de la Iglesia, y del comienzo de los Concilios Universales.

A pesar de que el mismo San Basilio presenta aquí unos cuantos ejemplos de la Tradición oral; sin embargo con esta anotación él hace el primer paso para transformar esa Tradición oral en una escrita. Hacia la época de la liberación y el triunfo de la Iglesia en el siglo 4-to toda la Tradición oral, en general, recibe la anotación escrita que se conserva en los anales de la Iglesia y que constituye el complemento de las Sagradas Escrituras.

La antigua Sagrada Tradición encontramos en: la más antigua obra monumental de la Iglesia "Los Preceptos de los Santos Apóstoles" ; en los Credos de las antiguas Iglesias regionales ; en las antiguas Liturgias; y en las antiquísimas actas con referencias a los mártires cristianos. Estas actas martirológicas no han sido utilizadas por los creyentes sin haber sido revisadas anteriormente y aprobadas por el Obispo del lugar ; se las leía en las reuniones de los cristianos también bajo la supervisión de los representantes de la Iglesia. En ellas encontramos la confesión de Fe a la Santa Trinidad, de la Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, ejemplos de la invocación de los Santos, la fe en la vida eterna de los expirados en nombre de Cristo, y otr. Encontramos datos sobre la Sagrada Tradición en los antiguos escritos de la historia de la Iglesia, especialmente en la historia de Eusebio Pánfilo, donde se encuentran reunidas los antiquísimos ritos y dogmas tradicionales, como por ejemplo sobre el canon de libros pertenecientes al Antiguo y al Nuevo Testamento ; también en las obras de los antiguos padres y maestros de la Iglesia.

La Tradición Apostólica cuidada y protegida por la Iglesia, por ese mismo hecho de ser conservada por la Iglesia, se torna la Tradición de la propia Iglesia, ella le pertenece, se atestigua por medio de la Iglesia y, paralelamente, a las Sagradas Escrituras, recibe el nombre de la "Sagrada Tradición." La atestiguación de la Sagrada Tradición es necesaria para asegurarnos de que todos los libros de las Sagradas Escrituras nos fueron entregados desde los tiempos de los Apóstoles y provienen de los mismos Apóstoles. La necesitamos:

para la justa comprensión de ciertas partes de las Sagradas Escrituras y para contraponerla a su interpretación equivocada de parte de las herejías.

Para afirmar las dogmas de la Fe Cristiana, teniendo en cuenta que algunas verdades de la Fe están expresadas en las Escrituras en forma muy precisa, pero otras no son tan claras, ni tan exactas y por eso exigen la confirmación de la Sagrada Tradición Apostólica.

Además de todo esto, la Sagrada Tradición es muy valiosa, porque nos muestra qué fuerte arraigo tiene el régimen de los estatutos eclesiásticos, los cánones de los ritos y oficios religiosos dentro de las bases del mismo sistema de vida de la antigua Iglesia.

 

Consciencia Conciliar de la Iglesia

La Iglesia Ortodoxa Cristiana es el cuerpo de Cristo, el organismo espiritual, cuya Cabeza es Cristo. Tiene el espíritu único, la única fe común, la única y común consciencia conciliar católica guiada por el Espíritu Santo, pero basando sus propias conclusiones en los determinados y concretos fundamentos de las Sagradas Escrituras y de la Tradición Apostólica. Esta consciencia católica siempre fue afín a la Iglesia, pero se ha expresado de manera más clara aún en los Concilios Universales de la Iglesia. Desde la remota antigüedad cristiana se convocaban dos veces por año las Asambleas Regionales de algunas Iglesias ortodoxas, según el Precepto Nͺ 37 de Sts. Apóstoles. También muchas veces en la historia de la Iglesia se convocaban los Concilios de los obispos regionales de mayor amplitud, que las asambleas de unas secciones de la iglesias, y finalmente los Concilios de los Obispos de toda la Iglesia Ortodoxa, tanto Oriental, como Occidental. De estos Concilios — Universales — la Iglesia reconoce siete.

Los Concilios Universales formularon y aprobaron toda una serie de preceptos básicos de la fe cristiana ortodoxa, defendiendo la antigua doctrina eclesiástica contra la interpretación errónea de los herejes. Los Concilios Universales también han formulado y obligado a cumplir uniformemente la gran cantidad de leyes, preceptos y reglas para la vida común de la Iglesia y para la vida particular cristiana, que se llamaron "cánones eclesiásticos." Finalmente, los Concilios Universales aprobaron las formulaciones dogmáticas de unas concilios regionales, lo mismo que las exposiciones dogmáticos de algunos Padres de la Iglesia (como, por ejemplo el Credo de San Gregorio milagroso, el obispo Neocesariano, o las reglas de San Basilio el Grande, y otros.).

Debemos recordar, que los Concilios de la Iglesia sacaban sus definiciones dogmáticas después del completo, minucioso y exhaustivo estudio de todas las partes de las Sagradas Escrituras que tuviesen algo que ver con la cuestión, atestiguando al mismo tiempo que la Iglesia Universal lo interpretaba del mismo modo que las Sagradas Escrituras con sus indicaciones. De esta manera las definiciones de la Fe de los Concilios expresan la relación armónica entre las Sagradas Escrituras y la Tradición Conciliar de la Iglesia. Por esta causa las propias definiciones se transformaban a su vez en el competente, auténtico, e inalterable fundamento eclesiástico basado en las Sagradas Escrituras y Tradiciones Apostólicas, haciéndose la Sagrada Tradición Universal de la Iglesia.

Es cierto que muchas verdades de la Fe son suficientemente claras sacándolas directamente de las Sagradas Escrituras, las que no fueron sometidas a las interpretaciones heréticas equivocadas y por eso no recibieron ninguna especial decisión de los Concilios. Otras verdades han sido ratificadas por los Concilios.

Entre las definiciones conciliares dogmáticas los Concilios Universales propiamente reconocida, como primordial y fundamental, es el Credo de Niceo-Constantinopla, prohibiendo cambiarlo, no sólo con respecto a sus ideas; sino tampoco en sus expresiones, agregándole o quitándole algo (la resolución del tercer Concilio Universal, reafirmada por el 4-to, 6-to y 7-mo concilios).

Las definiciones de la Fe de los concilios regionales, y también algunas exposiciones de la Fe de los Padres de la Iglesia, reconocidos como directivas para toda la Iglesia, quedan enumerados en el segundo reglamento del sexto Concilio Universal (de Trull). Se los menciona en el "Libro de reglamentos de Sts. Apóstoles, de Sts. Concilios Universales y Regionales y de Sts. Padres de la Iglesia."

El Dogma y el Canon. En la terminología eclesiástica se acostumbra llamar "dogmas" a los preceptos de la doctrina cristiana, a las verdades de la Fe; y a los "cánones" — las disposiciones referentes al régimen eclesiástico, a la gobernación de la Iglesia, a las obligaciones de la jerarquía eclesiástica de los sacerdotes y de cada cristiano, que se deducen de la base moral del Evangelio y enseñanzas apostólicas. Canon — es una palabra griega, su traducción literal es "la vara recta," medida de dirección exacta.

 

Las obras de los Padres y los libros de Servicios religiosos.

Ellos sirven de guía en las cuestiones de la Fe, para la comprensión correcta de las Sagradas Escrituras, para distinguir entre la auténtica Tradición de la Iglesia y las doctrinas erróneas. Para eso recurrimos a las obras de S-ts. Padres de la Iglesia, reconociendo que su acuerdo unánime en las cuestiones de la Fe muestra la certeza indudable de la verdad. Los S-ts. Padres defendían la Verdad sin temer ni las amenazas, ni las persecuciones, ni a la mismísima muerte. Las explicaciones de S-ts. Padres de las verdades de la Fe agregaron la exactitud a las expresiones esenciales de la doctrina cristiana y crearon la concordancia en el idioma dogmático, completaron recíprocamente las demostraciones de estas verdades, utilizando las S-ts. Escrituras y la S-ta. Tradición, y aportando también fundamento juicioso. En la Teología se está prestando también la atención a algunas opiniones particulares de los S-ts. Padres de la Iglesia y de Sus Maestros sobre los problemas que no tienen exactas definiciones comunes eclesiásticas ; sin embargo, esas opiniones no deben mezclarse con las dogmas propiamente dichas. Existen tales opiniones particulares de algunos padres y maestros de la Iglesia, que no concordan con general creencia conciliar de la Iglesia y no se aceptan como guías en las cuestiones de la Fe.

El juicio conciliar de la Iglesia en la enseñanza doctrinaria de la Fe se expresa también en los oficios Divinos ortodoxos, que nos fueron dados por la Iglesia Universal. Profundizando en el contenido de los libros de los oficios Divinos, nos afirmamos en la doctrina dogmática de la Iglesia Ortodoxa.

 

Los libros Simbólicos

Enunciados de la Fe ortodoxa, ratificados por los concilios regionales de la Iglesia en los tiempos más cercanos a nosotros, se llaman libros simbólicos ortodoxos, porque sirven como la interpretación del Credo de la fe. Su designio es aclarecer principalmente aquellas verdades cristianas, desde el punto de vista ortodoxo, que se presentan alteradas en las religiones no ortodoxas más tardías, especialmente en el protestantismo. Así es "La Confesión de la fe Ortodoxa" compuesto por el Patriarca de Jerusalén Dositeo, que ha sido ratificado por el Concilio de Jerusalén en el año 1672, y pasados los 50 años, por el pedido de la Iglesia Anglicana, se la remitió de parte de los patriarcas orientales y por eso mas se conoce bajo el título de "Epístola de los patriarcas orientales sobre la Fe Ortodoxa." A estos escritos pertenece también "La Confección Ortodoxa" del mitropolita de Kiev, arzobispo Pedro Moguila, revisado y corregido en dos asambleas regionales (de Kiev en 1640 y de Yassa en 1643). Luego este trabajo fue aprobado también por los cuatro Patriarcas Universales y por los dos patriarcas rusos (Joaquin y Adrian). La importancia similar tiene para nosotros "El Catequesis Ortodoxo Cristiano" del mitropolita Filaret de Moscú, en la parte aquella, que trae las explicaciones de nuestro Credo.

 

Los Sistemas Dogmáticos

La experiencia del anunciado detallado de la doctrina cristiana, en todos sus aspectos, la llamaremos "El sistema de la teología dogmática." El sistema muy completo y sumamente valioso para la teología ortodoxa lo elaboró en el siglo octavo el reverendo padre san Juan Damasquin, bajo el título "La exposición exacta de la Fe Ortodoxa." Se puede decir que en esta obra suya Damasquín dio el resultado, o totalizó las ideas teológicas de los padres y maestros orientales de la Iglesia, desde su principio hasta el siglo VIII-vo.

De los teólogos rusos han presentado trabajos más completos sobre la Teología Dogmática el mitropolita de Moscú Macario, Filaretes el arzobispo de Chernigov, el obispo Silvestr, rector de la Academia Teológica de Kiev y el presbitero N. Malinovski.

 

El objetivo de la Teología Dogmática

La tarea dogmática de la Iglesia estuvo dirigida siempre hacia el afianzamiento dentro de las consciencia de los fieles de verdades básicas de la Fe, profesadas por la Iglesia desde sus comienzos. Este trabajo consiste en demostrar qué camino del pensamiento se debe tomar para ser seguidor consecuente de la Tradición Universal. La tarea de la Iglesia en la enseñanza de la Fe consistía en, luchando contra las herejías, encontrar la forma exacta de expresar las dogmas de la Fe que hemos heredado desde la antigüedad, confirmar la exactitud de la doctrina eclesiástica; basándola en las Sagradas Escrituras y en la Sagrada Tradición. Las ideas de los Santos Apóstoles sobre la enseñanza de la Fe fue, y sigue siendo, el ejemplo de la plenitud e integridad de la concepción cristiana del mundo: un cristiano del siglo veinte no podría desarrollar o profundizar con mayor perfección las dogmas de la Fe de lo que han hecho los Apóstoles. Por eso son totalmente impropias las tentativas — si es que aparecen — de descubrir nuevas verdades cristianas, nuevos aspectos de los dogmas ya establecidas, o nuevas maneras de comprenderlos, tanto por parte de la misma ciencia de la Teología Dogmática, como de algunas personas aisladas. El real objetivo de La Teología Dogmática consiste en enunciar de manera bien argumentada y probatoria la Doctrina Ortodoxa Cristiana.

Algunas obras completas de la Teología Dogmática han expresado las ideas de los Padres de la Iglesia en su continuidad cronológica. Así fue creada, por ejemplo, ya antes mencionada obra del obispo Silvestr "La experiencia ortodoxa de los dogmas teológicos. "Hay que saber que este modo de planteamiento en la ciencia dogmática ortodoxa no pretende analizar el desarrollo paulatino de los dogmas. Su meta es distinta: el enunciado históricamente consecutivo y completo del pensamiento de los santos Padres de la Iglesia con respecto a cada objeto de la Fe reafirma evidentemente que ellos estuvieron unánimes en sus ideas y en su aceptación de los dogmas de la Fe. Pero como algunos observaban el objeto de un lado, y otros — de otro lado, cada uno aportaba argumentos diferentes y de esta manera el estudio histórico de la enseñanza de los Padres de la Iglesia nos demuestra la plenitud de sus observaciones de los dogmas de la Fe, y la evidente demostración de su verdad.

Esto no quiere decir que la demostración científico-teológica de los dogmas debe adoptar una forma inamovible. Cada época presenta sus puntos de vista, sus nociones, preguntas, herejías y objeciones con respecto a las verdades cristianas, o repite las mismas, pero olvidadas y viejas. Es natural que la teología debe tomar en cuenta los problemas de la época, saber resolverlas y expresar como corresponde las verdades dogmáticas. En este sentido se puede hablar del desarrollo de la teología dogmática, como ciencia. Pero no hay fundamento suficiente para hablar del desarrollo de los Dogmas eclesiásticos propiamente dichos.

 

La Dogmática y la Fe

La Teología Dogmática está dirigida al cristiano fiel. Ella misma no introduce la fe, sino presupone la existencia de la fe, ya presente dentro del corazón humano. "Dios ha inclinado a mi su oído... lo invocare en todos mis días," las palabras de un justo del Antiguo Testamento (Sal. 116:1) Nuestro Señor Jesucristo revelaba los misterios del Reino de Dios a sus apóstoles sólo después de que ellos creyeron en Él :"Señor, Ώa quien nos dirigimos? Tu tienes los verbos de vida eterna. Y nosotros hemos creído y supimos que Tu eres Cristo, Hijo del Dios viviente" (Jn. 6:68-69). La Fe, exactamente, la fe en el Hijo de Dios, quien ha venido a nuestro mundo, es la piedra fundamental de todas las Sagradas Escrituras; es la piedra básica de la salvación personal; es la base de la ciencia teológica. "Estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en Su nombre" (Juan. 20:31). El Apóstol Juan repite muchas veces este pensamiento en sus epístolas, y estas palabras suyas expresan la idea principal de todos los escritos de los apóstoles. "Creo": con esta confesión de la fe tiene que comenzar toda la teología cristiana. Con esta condición la teología no representa un simple razonamiento abstracto, no es la dialéctica mental, sino es tener la residencia del pensamiento en las verdades Divinas, con el corazón y la mente dirigidos a Dios para conocer el amor Divino. Pero para un ateo, para el no-creyente, todo esto no sirve, porque el Mismo Cristo para los no-creyentes "es Piedra de tropiezo y de tentación " (1 Pedr. 2:7-8; Mat. 21:44).

 

Teología y filosofía

De aquello, de lo que la teología dogmática se basa en la santa y viva Fe, puede verse claramente cual es la diferencia entre la teología y las ciencias naturales, basadas en la observación y en la experimentación. El principio inicial de la primera es la Fe, y de la segunda — la experiencia. Sin embargo, los propios modos de estudio, los métodos de razonamiento son idénticos tanto en una, como en otra: estudiar los datos y luego hacer las deducciones. Solo que, referente a la segunda, se hacen deducciones de los datos basados en la observación de la naturaleza, mientras en la primera las deducciones se basan en el estudio de las Sagradas Escrituras y Sagrada Tradición; aquellas son ciencias empíricas y técnicas, — estas son ciencias teológicas.

De ahí mismo deducimos la diferencia entre la filosofía y la teología. La filosofía se construye sobre las bases racionales y sobre las conclusiones de las ciencias experimentales, a medida que estas pueden acercarnos a los problemas superiores de la vida ; la teología se basa en la Revelación Divina. No se las puede mezclar. La teología no resulta ser filosofía ni hasta cuando sumerge nuestro pensamiento en las profundidades, difíciles y sublimes, de la fe cristiana.

La teología no rechaza ni las ciencias empíricas, ni la filosofía. San Gregorio el Teólogo consideraba meritorio el hecho de que San Basilio el Grande dominaba a la perfección la dialéctica, con cuya ayuda sabía refutar los sistemas filosóficos de los enemigos del cristianismo. San Gregorio, en general, no simpatizaba con aquellos, que demostraban falta de respeto hacia la sabiduría exterior. Sin embargo, él mismo, después de haber presentado en sus famosas "Palabras sobre la S-ta Trinidad" una doctrina profundamente observadora sobre la idea de Tres en Uno, así habla de sí mismo: "Aquí tratamos de exponer para ustedes, lo más corto posible, nuestra sapiencia — dogmáticamente, no por medio de observación; con el método de los pescadores y no de Aristóteles; espiritualmente, y no sagazmente; según el reglamento de la Iglesia y no del mercado.

 

Nuevas corrientes dentro del pensamiento

filosofico-teologico ruso

La cuestión del desarrollo de los dogmas.

Ese tema sobre el desarrollo dogmático hace tiempo que lleva a las discusiones en el ámbito de la literatura: Ώsi, desde el punto de vista de la Iglesia, puede haber un desarrollo de los dogmas, o no? Casi siempre en escencia se discute sobre las palabras utilizadas, la divergencia de opiniones se produce a causa de los diferentes sentidos que se le adjudica al término "el desarrollo."Ώ Acaso se puede entender "el desarrollo" como la revelación de algo ya dado, o se habla de descubrir algo nuevo? El punto de vista común del pensamiento teológico coincide en la idea de que la conciencia eclesiástica desde de los Apóstoles y hasta que termine la existencia de la Iglesia, por ser guiada por el Espíritu Santo, sigue permaneciendo la misma en su esencia. La Doctrina Cristiana, la dimensión de la Revelación Divina son inamovibles. Las enseñanzas de la Iglesia no tiene dearrollo y su auto-conciencia, con el correr de los siglos, no se enriquece, ni se hace más profunda, ni más amplia que la de los tiempos apostólicos, ni tampoco necesita agregados. La Iglesia está guiada, siempre por el Espíritu Santo, pero no vemos en su historia nuevas revelaciones dogmáticas, ni tampoco las esperamos.

Esta clase de opiniones sobre el desarrollo de los Dogmas es afín también al pensamiento teológico ruso del siglo XIX. La aparente diferencia de opiniones en distintas personas dependía del ambiente dónde se producía dicha discusión. En las discuciones con los protestantes se defendía, naturalmente, el derecho de la Iglesia de ampliar los dogmas, en el sentido del derecho de los Concilios de establecer y sancionar las disposiciones dogmáticas. Con los católicos romanos había que objetar su tendencia de introducir arbitrariamente unas nuevas posiciones, creadas por la Iglesia Romana en los tiempos nuevos, luchar contra el principio de formar los nuevos dogmas, que no fueron dejados por la antigua Iglesia. En particular, el problema que surgió con respecto al acercamiento entre los antiguos-católicos y los ortodoxos (fines del siglo XIX), con el correspondiente rechazo, de ambas partes, del dogma de Vaticano de la infalibilidad del Papa, — fortaleció el punto de vista del pensamiento ortodoxo de no sancionar la formación de las nuevas normas dogmáticas.

En los años 80 del siglo XIX nos encontramos con el nuevo enfoque de este problema. El filósofo Vladimir Soloviev, predispuesto a unificar la Iglesia ortodoxa con la católica romana, y tratando de justificar el desarrollo dogmático de la Iglesia romana, — defiende la idea del desarrollo de la conciencia dogmática de la Iglesia. El aduce el argumento, de que "el Cuerpo de Cristo cambia y se perfecciona" como cualquier otro organismo; la principal "garantia" de la Fé en la historia del cristianismo se descubre y se aclara; "la Ortodoxia se sostiene no sólo por medio de la tradición antigua, sino por el eternamente viviente Espíritu Divino."

Para defender este punto de vista lo impulsaban a Soloviev no sólo sus simpatías hacia la Iglesia Romana, sino también sus propias teorías religiosas-filosóficas. Eso eran sus ideas sobre Sofia — la Sabiduria Divina, sobre el Dios-hombre como proceso histórico, y otras. Entusiasmado por su sistema metafísico, Soloviev comenzó a crear, en los años 90, la doctrina de "lo Eterno Femenino, que no es sólo una imagen inactiva en la mente de Dios, sino un vivo ser espiritual que posee la plenitud de fuerzas y acciones. Todo el proceso histórico y mundial es el proceso de Su realización y Su encarnación dentro de la enorme cantidad de formas y potencias... El objeto celestial de nuestro amor es uno sólo, siempre y para todos el mismo — lo eterno Femenino de Dios Creador..."

De esta manera toda una serie de nuevos conceptos se introduce en el pensamiento religioso ruso. Estos conceptos no provocaron ningún especial rechazo de parte de la ciencia teológica rusa porque fueron expresados, más bien, como filosóficos y no como teológicos.

Soloviev sabía inspirar con sus presentaciones, tanto escritos, como orales, en los amplios círculos de las sociedad instruida rusa, el interés hacia los problemas religiosos. Sin embargo, este interés tenía que ver con cierta desviación respecto al legítimo, ortodoxo modo de pensar. Eso se manifestó, por ejemplo, en las reuniones religioso-filosóficos de Patersburgo en los anos 1901 —1903. Allí se planteaban las siguientes preguntas: "Si se podría considerar completa la doctrina dogmática de la Iglesia? Si podrían esperarse nuevas revelaciones? En qué puede manifestarse la nueva creatividad religiosa en el cristianismo, y cómo ésta puede concordar con las Sagradas Escrituras y Tradición, con las definiciones de los Concilios Universales y la doctrina de los Padres de la Iglesia"? Particularmente típicos eran los debates sobre el "desarrollo dogmático."

En el pensamiento religioso-social ruso con el comienzo del siglo XX surgió la espera de un despertar "de la nueva conciencia religiosa" en la base ortodoxa. Se han comenzado a expresar los pensamientos que la teología no debe asustarse de las nuevas revelaciones, que la dogmática debe emplear lo más ampliamente posible la base racional, sin ignorar la contemporánea y personal inspiración profética. Que el círculo de los problema esenciales de la dogmática debe ser ampliado, porque ésta representa en sí todo un sistema completo filosófico-teológico de la concepción del mundo. Las ideas de Soloviev tuvieron su desarrollo posterior, entre ellas, en primer lugar, estaba el problema de la sofiología. Los representantes más destacados de la nueva tendencia fueron el sacerdote Pablo Florenski ("El sostén y la consolidación de la Verdad," y otr.), y Sergio Bulgakov ("La Luz no-vespertina, la Zarza Incombustible" y otr.).

En relación a esos problemas sería natural que nosotros nos preguntaremos: si la ciencia dogmática en su estructura general puede satisfacer las necesidades de un cristiano para formar su propia, integra concepción del mundo? No será que la dogmática, negándose al desarrollo, queda como un conjunto de dogmas, sin vida y aislado?

El circulo de las revelaciones Divinas, que entran en las teología dogmática, da la plena posibilidad de tener una clara y sencilla visión del mundo. La teología dogmática construida sobre la base de los firmes preceptos dogmáticos habla de un Dios Personal, increíblemente cercano a nosotros, que no necesita ningún intermediario entre Él y Su creación, habla de Dios en Su Santa Trinidad... "El cual es sobre todos, y por todos, y en todos" (Efes. 4:6) — encima, con y dentro de nosotros; de Dios quien ama a su creación, al hombre, indulgente hacia nuestras debilidades, pero no priva de libertad a sus criaturas; "habla del hombre y de la elevada misión de la humanidad, y de sus altas potencias espirituales, y al mismo tiempo, — del tristemente real nivel moral de las personas, su caída; pero ofrece también el camino y los medios para poder volver al perdido paraíso, pero abiertos para nosotros por la encarnación y la muerte del Hijo de Dios crucificado, nos muestra la senda hacia la obtención de la beata vida eterna. Todo esto son las verdades vitalmente necesarias. Aquí están la Fe y la Vida, el conocimiento y su aplicación inseparablemente unidos en la acción.

La ciencia dogmática no pretende satisfacer multilateralmente el espíritu escudriñador de la mente humana. No hay duda que para nuestra mirada espiritual se abre por medio de la Revelación Divina solo una pequeña parte del conocimiento de Dios y el mundo espiritual. Solo vemos, — como dice el Apóstol, — como a través de un espejo, adivinando. Innumerable cantidad de misterios Divinos sigue vedado para nosotros.

Pero debemos decir que la tentativa de ampliar los límites de la teología, basándonos en la mística o en la razón, lo que sucedía tanto en la antigüedad, como en nuestros tiempos, no nos lleva al conocimiento más vasto de Dios y del mundo. Estas teorías nos llevan a perdernos en el laberinto de las finas especulaciones mentales y hacen, que nuestro pensamiento debe enfrentar nuevas dificultades. Pero lo más importante consiste en que los razonamientos nebulosos sobre la vida interior en Dios no armonizan con la veneración y el sentimiento de la proximidad y santidad de Dios, y sólo hacen opaco este sentimiento... Sin embargo, estas consideraciones no niegan cualquier desarrollo en el ámbito dogmático. Entonces, qué es lo que en este ámbito puede ser ampliado?

La historia de la Iglesia demuestra que la cantidad de dogmas, en sentido estricto de la palabra, aumenta poco a poco. No fueron los dogmas que se desarrollaban, sino que se ampliaba el ambiente dogmático en la historia de la Iglesia, hasta llegar a los límites dados por las Sagradas Escrituras. Hablando de otra manera, aumento la cantidad de los preceptos de la Fe, que recibieron su exacta denominación o su confirmación en las Concilios Universales. El trabajo de la Iglesia en esta dirección consistía en la exacta definición de los postulados dogmáticos, en su explicación fundamental, basándose en la palabra de Dios, y su afirmación por la Tradición eclesiástica, declarando ser obligatorio para todos los fieles. Con este trabajo de la Iglesia la cantidad de los preceptos (verdades) dogmáticos, en realidad, permanece siempre la misma. Pero a causa de la introducción de las opiniones y doctrinas extrañas, la Iglesia sanciona las ideas ortodoxas, y rechaza las heréticas. Gracias a las definiciones dogmáticas, el contenido de la Fe se hace más claro en la conciencia del pueblo religioso y también de la propia jerarquía eclesiástica.

El desarrollo le corresponde a la ciencia teológica. La ciencia dogmática puede tener variantes en sus métodos, incrementar su material de estudio, en mayor o menor amplitud valerse de los datos ofrecidos por las interpretaciones de las Sagradas Escrituras, de la filología bíblica, de la historia de la Iglesia, de los escritos de los Padres de la Iglesia, y también de reflexiones racionales; puede con mayor o menor intensidad reaccionar a las herejías, falsas doctrinas y otras tendencias actuales del pensamiento religioso contemporáneo. Pero la ciencia teológica es una materia exterior con respecto a la vida espiritual de la Iglesia. Ella estudia solamente el trabajo de la Iglesia y sus definiciones dogmáticas y otras. La teología dogmática, como una ciencia, puede seguir desarrollándose sola, pero no puede desarrollar o perfeccionar la doctrina de la Iglesia. (Una analogía aproximada podemos observar en el estudio de la obra de un escritor: crecen los estudios sobre las obras del poeta Pushkin, pero esto no incrementa la suma de sus imágenes, ni de las ideas que el poeta introdujo en sus obras). El florecimiento o la decadencia de la ciencia teológica pude coincidir, o no, con el nivel general, con el crecimiento o la debilitación de la vida espiritual de la Iglesia, en cualquier período histórico. El desarrollo de la ciencia teológica puede detenerse sin dañar la esencia misma de la vida espiritual. La ciencia teológica no está llamada para dirigir a la Iglesia en su totalidad: le corresponde de buscar sola y luego permanecer severamente fiel a la conducción de la conciencia eclesiástica.

Nos fue dado a conocer aquello, que es necesario para el bienestar de nuestras almas. Conocer a Dios, a la vida en Dios y la Providencia, se le da a la humanidad en la medida, en la que estas tienen la inmediata, moral y vital aplicación. Esto nos enseña el Apóstol, cuando escribe: "Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la devoción nos han sido dadas por su divino poder,.. vosotros también, poniendo toda su diligencia por lo mismo, agregad a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia , piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, el amor" (2 Pedro 1:3-7). Para un cristiano la propia existencia es siempre el perfeccionamiento moral. Todo lo demás, lo que le proporciona la palabra de Dios y la Iglesia, resulta ser el medio para llegar a esta meta principal.

La filosofía y la teología.

Dentro del pensamiento teológico está penetrando la idea, de que la teología dogmática cristiana debe ser ampliada, aclarada por medio de la base filosófica y debe aceptar dentro de su estructura los conceptos filosóficos. "Redimir la Fe de nuestros antepasados, llevarla al nuevo nivel de la conciencia racional..." — así determina V. Soloviev su meta, en el comienzo de uno de sus escritos ("La historia y el futuro de la teocracia"). En la semejante formulación de su propósito no hay nada reprobable, pero hay que tener cuidado de no mezclar dos ámbitos — la ciencia dogmática con la filosofía. Una mezcla semejante puede llevar a un embrollo y a confundir y obscurecer su designación, su contenido y sus métodos.

En los primeros siglos del cristianismo los Padres de la Iglesia y los escritores eclesiásticos respondían ampliamente al llamado de las ideas filosóficas de su tiempo, e incluso usaban ciertos elaborados conceptos filosóficos. Por qué? De esta manera ellos echaban un puente entre la filosofía griega y el cristianismo. El cristianismo se adelantaba como una concepción del mundo, que debe sustituir las ideas filosóficas del tiempo antiguo, por ser más elevado que ellas. Al transformarse desde el siglo IV en la religión oficial estatal, el cristianismo fue llamado a sustituir todos los anteriores sistemas existentes de la concepción del mundo. Esto nos puede servir de explicación por qué en el primer Concilio Universal, en presencia del Imperador, hubo una discusión entre los maestros de la Fe cristiana con un "filósofo." Es porque se necesitaba no solamente una sustitución. La apologética cristiana se tomó la prerrogativa de captar el pensamiento filosófico pagano para dirigir sus nociones al canal cristiano. Las ideas de Plattón representaban una especie del etapa preparatorio ante el traspaso del paganismo hacia la Revelación Divina. Además, a causa de la fuerza mayor, la ortodoxia tuvo que luchar contra la herejía arriana, no basándose tanto en las Sagradas Escrituras, sino más bien por medio de la filosofía. Esto se explica de manera siguiente: la herejía arriana había recibido sus principales ideas equivocadas de la filosofía griega, precisamente de las ideas sobre Logos como el principio que sirve de mediador entre el Dios y el mundo, y que se encuentra debajo del Propio Ser Divino. Pero con todo esto, la tendencia general del pensamiento de los Padres de la Iglesia era proponerse a demostrar que todos los preceptos de la Fe cristiana se basan en la Revelación Divina y no en las abstractas deducciones racionales. San Basilio el Grande en su tratado "Que utilidad se puede obtener de los escritos paganos" nos da el ejemplo de cómo podemos aprovechar todo el material edificante que nos ofrecen esos escritos. Con la expansión general de los conceptos cristianos desaparece poco a poco en los escritos de los Padres de la Iglesia el interés por la filosofía griega.

Esto es comprensible. La teología y la filosofía se distinguen, en primer lugar, por su contenido. La prédica de nuestro Salvador en esta tierra no anunciaba a los seres humanos unas ideas abstractas, sino una nueva vida para llegar al reino de Dios; la prédica de los Apóstoles enseñaba la salvación en Cristo. Por eso la teología dogmática cristiana tiene un solo objetivo mayor, que es el estudio multifacético de la doctrina de salvación, de su absoluta necesidad y de los caminos que llevan hacia ella. Por su contenido básico esa doctrina es soteriológica (de la palabra griega — la salvación). Los cuestiones de la substancia del mundo — substancia Divina en Su Esencia, y de la naturaleza humana son temas que la teología dogmática trata de manera muy limitada. Eso sucede no solamente a causa de que las Sagradas Escrituras los hayan tratado de manera muy limitada (y a propio Dios, — de manera encubierta), sino también por motivos psicológicos. Las reservas con respecto a la vida interna en Dios es la expresión de un vivo sentimiento que atestigua la omnipresencia Divina, la veneración que le debemos, el temor de Dios. En el Antiguo Testamento ese sentimiento llegaba a ser el miedo de pronunciar el propio nombre de Dios. Solo en los especiales momentos de la elevación espiritual piadosa el pensamiento de los Padres de la Iglesia se atreve a observar la vida interior Divina. El principal campo de sus indagaciones es la doctrina de la Santa Trinidad revelada en el Nuevo Testamento. En esta misma dirección se dirige también la teología cristiana ortodoxa, en general.

La filosofía se dirige por otro camino. Le interesan, más que nada, los problemas ontológicos: el sentido de la existencia, la unidad de la existencia, las relaciones entre los principios absolutos y el mundo en sus expresiones concretas, etc. La filosofía, por su naturaleza intrínseca, es esencialmente escéptica, duda de todo lo que nos dicen nuestros sentidos e impresiones, y hasta cuando llega a tener fe en Dios (en sus tendencias idealistas) reflexiona sobre Dios de manera objetiva, como si fuera una fría materia de estudio, un objeto de reconocimiento racional, que puede ser analizado en su esencia, su relación como ser absoluto — con el mundo de los hechos concretos.

Estos dos ámbitos — la Teología dogmática y la Filosofía — se distinguen también por sus métodos y por sus fuentes.

El origen de la teología es la Revelación Divina, que se encuentra en las Sagradas Escrituras y en la Sagrada Tradición. Su principio fundamental se basa en nuestra creencia de Su veracidad. La teología recopila y estudia el material que proviene de esas fuentes, lo sistematiza y lo clasifica, sirviéndose en este trabajo de los mismos métodos que utilizan también las ciencias experimentales.

La Filosofía es racional, abstracta. Su fuente no es la fe, como en la teología, sino las posiciones fundamentales de la razón, de las que saca deducciones posteriores correspondientes; o sobre los datos de la ciencia y de los conocimientos generales de la humanidad.

Por eso es poco probable que la filosofía pudiera ser capaz de llevar la religión de los Padres al nivel de una ciencia.

Sin embargo, con estas diferencias no se pretende negar absolutamente la posibilidad de cooperación entre estos dos ámbitos. La filosofía misma llega a la conclusión de que existen límites que la mente humana no está en condiciones (por su propia naturaleza) de atravesar. El solo hecho de que la historia de la filosofía, casi en toda su extensión, tiene dos tendencias — la idealista y la materialista — demuestra que toda su construcción depende de la disposición personal, de la mente y del corazón, quiere decir, que es limitada por la base que esta detrás de los límites de ser demostrada. Lo que se encuentra detrás de los límites de ser demostrado — es el ámbito de la fé, de una fé negativa, irreligiosa, o de una fé positiva, religiosa. Para el pensa- miento religioso, aquello que "se encuentra superior" — es la esfera de la Revelación Divina.

En este punto es posible la reunión de las dos esferas del conocimiento: de la Teología y de la Filosofía. Así se llega a crear la filosofía religiosa; en el cristianismo — la filosofía cristiana.

Pero el camino de la filosofía religiosa cristiana es muy difícil: mancomunar la libertad del pensamiento como principio filosófico con la fidelidad hacia las dogmas y hacia toda la doctrina de la Iglesia. El deber de un pensador le dice: "...Que te dirijas hacia donde te atrae tu mente libre" (de un poema de A. S. Pushkin), mientras el deber de un cristiano le sugiere: "Debes ser fiel a la Verdad Divina." Por eso mismo siempre se puede esperar que en su realización práctica los que arman sistemas de la filosofía cristiana tendrían que sacrificar los principios de una disciplina a favor de otra. La conciencia eclesiástica apoya las tentativas sinceras de la creación de una armónica concepción del mundo filosófico-cristiana. Pero la Iglesia los considera como personales, particulares creaciones y no les sanciona por medio de su autorización. De cualquier manera, es necesaria una separación muy precisa entre la teología dogmática y la filosofía religiosa, y todas las tentativas de transformar la dogmática en la filosofía cristiana debe ser rechazada.

 

El sistema religioso — filosófico de Vladimir Soloviev.

En la nueva tendencia del pensamiento filosófico — teológico ruso fue Vladimir Soloviev quien produjo un impacto, proponiéndose "redimir la fe de los padres" ante la mentalidad de sus contemporáneos. Lamentablemente, él se ha permitido hacer una serie de desviaciones directas con respecto a la manera de pensar ortodoxa cristiana, y estas desviaciones fueron aceptadas y hasta desarrolladas por sus seguidores. He aquí una serie de ideas de Soloviev que llaman la atención por sus diferencias y hasta sus directos desvíos con respecto a la doctrina que confesa la Iglesia.

Al Cristianismo lo presenta Soloviev como la cima más alta del paulatino desarrollo de las religiones. Según Soloviev, todas las religiones son verdaderas, pero unilaterales: el cristianismo sintetiza los lados positivos de las religiones anteriores. El escribe: "Lo mismo que la naturaleza exterior, que se abre poco a poco a la mente humana, y se puede hablar del desarrollo de la experiencia y de las ciencias naturales, — así también el origen Divino se abre poco a poco ante la conciencia humana, y se puede hablar del desarrollo de la experiencia y del pensamiento religioso. .. El desarrollo religioso es un proceso positivo y objetivo, es la interacción real entre el Dios y el hombre, — es el proceso Dios-hunano. Claro está, que ninguno de sus peldaños, ninguno de los momentos del proceso religioso no puede ser intrínsecamente una mentira o una equivocación. La religión errónea es el "contradictio in adjecto."

La doctrina de la salvación del mundo, así como fue dada por los Apóstoles, ha sido apartada. Según Soloviev, Cristo ha llegado a la tierra no para salvar el género humano, sino para guiarlo al peldaño más alto dentro de la paulatina revelación en el mundo del principio Divino, de la elevación y el endiosamiento de la humanidad y del mundo. Cristo es el eslabón más elevado en toda una serie de apariciones divinas, es la coronación de las teofanias anteriores.

Toda la atención teológica de Soloviev, está dirigida hacia la ontología, quiere decir, a la vida de Dios en Sí Mismo. Por falta de datos de esta índole dentro de las Escrituras Sagradas, Soloviev recurre a las construcciones propias — racionales o imaginarias.

Dentro de la vida de Dios se introduce un ser, que está en el borde mismo entre el mundo de lo Divino y el de las criaturas, cuyo nombre es Sofía.

Dentro de la vida Divina se introduce la distinción de los principios masculino y femenino. Soloviev presenta esto de una forma algo velada. Padre Paulo Florenski, siguiendo a Soloviev, presenta a Sofía de esta manera: "Es un magnífico, real, Ser femenino, que sin ser Dios, ni Hijo de Dios, ni un Angel, ni un Santo, recibe la reverencia de Aquel que termina el Antiguo Testamento y inaugura el Nuevo Testamento."

En de la vida Divina se introduce la tendencia del principio elemental con intenciones a obligar al Mismo Dios-Logos a tomar parte en un determinado proceso, que Lo somete al proceso para sacar el mundo de su estado material y estancado y llevarlo a las formas más elevadas y perfectas de la existencia.

Dios, como el Absoluto, Dios Padre está representado como alguien lejano e inaccesible para el mundo y el hombre. Él se aleja del mundo, al contrario de la palabra Divina, hacia los ámbitos impenetrables de la existencia, que no tiene, como existencia Absoluta, ningún contacto con la existencia relativa, con el mundo de los hechos. Por eso, según Soloviev, es necesario un Intermediario entre el Absoluto y el mundo. Este Intermediario resulta ser "Logos," que se encarnó en Cristo.

Según Soloviev, el primer Adan unía en si ambas naturalezas, lo divino y lo humano, similar a la relación recíproca de la Palabra, encarnada en el Dios-Hombre, solo que esta relación Adan la había quebrantado. Si es así, entonces la divinización del hombre no es sólo su santificación por la Gracia, sino es la reposición en él de lo Humano-Divino, la reposición de las dos naturalezas. Pero eso no coincide con toda la doctrina de la Iglesia, que entiende la divinización solo con la Gracia Divina. "No hubo, ni habrá otro hombre," — dice San Juan Damasquino, — "quien integrara en una misma persona lo Divino y lo Humano; solamente Jesucristo."

Escribe Soloviev: "Dios es el Creador omnipotente y poderoso, pero no el gobernador de la tierra y a las criaturas que de ella provienen. La Divinidad... es... inconmensurable y no puede ser comparada con los seres humanos, y no puede tener con ellos la relación ético — práctica (como poder, gobierno, administración) solamente a través del hombre, quien, siendo un ser divino-terrenal, es conmensurable tanto con lo Divino, tanto con la naturaleza material. De este modo el Hombre es de incumbencia directa e imprescindible de Dios y de su verdadero poderío." Tal aceptación es inadmisible desde el punto de vista de la Gloria y Fuerza de Dios y contradice a la misma palabra Divina. Además, tampoco lo confirma la simple observación El hombre no somete a la naturaleza en el nombre de Dios, como un intermediario entre Dios y la tierra, sino, persiguiendo sus propios fines egoístas.

Algunos puntos de divergencia de opiniones entre Soloviev y la doctrina de la Iglesia, que hemos mencionado, demuestran lo inadmisible de todo su sistema religioso para la conciencia ortodoxa.

La doctrina de la Sabiduría Divina en las Sagradas Escrituras.

La palabra "sofía," o "la Sabiduría," la encontramos en los libros sagrados del Antiguo y Nuevo Testamento.

En las Sagradas Escrituras del Nuevo Testamento esa palabra se utiliza en tres significados: 1) en el significado común y amplio de sensatez, entendimiento: "Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia..." (Lucas 2:52); 2) en el sentido de la construcción de la morada Divina, que se manifiesta en la creación del mundo, en la Providencia Divina sobre el mundo y la Salvación del mundo de los pecados: "Oh, profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ...Quién entendió la mente del Señor? O quién fue Su consejero?" (Rom. 11:33-34); y 3) con relación al Hijo de Dios, como Sabiduría Hipostática Divina: "Nosotros predicamos a Cristo crucificado... Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios" (1Cor. 1:23-24)... "el Cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría" (1 Cor. 1:30).

En los escritos del Antiguo Testamento encontramos en muchos lugares hablar de la Sabiduría. Y son usados en los tres sentidos de este término. Se habla especialmente de la sabiduría en el libro de las Parábolas, y en dos libros no-canónicos: Sabiduría del Salomón y Sabiduría de Jesús, hijo de Siraj.

En la mayoría de los casos la sabiduría humana se presenta como un don de Dios que debe ser valorado especialmente. Los mismos títulos: "Sabiduría" de Salomón, "Sabiduría" de Jesús, hijo de Siraj, muestran en qué sentido — precisamente, refiriéndose a la sabiduría humana — se debe entender esta palabra. En otros libros del Antiguo Testamento se mencionan unos episodios aislados que muestran especialmente la sabiduría humana, por ejemplo, el famoso juicio Salomónico. Los libros arriba mencionados nos introducen en la dirección específica de pensar, inspirada divinamente a los tutores del pueblo judío. Estos maestros sugieren al pueblo que deben guiarse por la razón, no deben sucumbir a los ciegos deseos y pasiones, y permanecer en sus acciones firmemente adheridos a los mandatos de la prudencia, de la sensatez y leyes morales, firma base de las obligaciones en su vida personal, familiar y social. A este tema le fue dedicada la gran parte de los pensamientos en el Libro de las Parábolas.

El título de este "Libro de las Parábolas" previene, de por sí, al lector, que allí encontrará el texto presentado indirectamente, metafórica — y alegóricamente. En la introducción, después de haber indicado el tema "Sobre la razón, la sabiduría y el castigo" el autor expresa la seguridad, de que el sabio "adquirirá consejo, para entender proverbio y declaración, palabras del sabios, y sus dichos profundos" (Parab. 1:6), quiere decir, que entenderá la riqueza de imágenes, la forma verbal parabólica, misteriosa, sin aceptar todas las imágenes literalmente. Y ciertamente, en los razonamientos posteriores se descubre la gran cantidad de formas y personificaciones de aquella sabiduría, que pudiera ser captada por la mente humana. "guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos... di a la sabiduría: tu eres mi hermana y la inteligencia llama parienta" a la razón," quiere decir, que las hagas muy "cercanas" a ti (Parab. 7:4) "no la dejes, y ella te guardara; ámala, y te conservara...engrandécela, y ella te engrandecerá; ella te honrara, cuando tu la hayas abrazado, adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregara" (Parab. 4:6, 8-9). Ella "en el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces" (Parab. 8:3). Este ideas sobre la sabiduría humana encontramos también en el Libro de las Sabidurías Salomónicas.

Es cierto que todas esas reflexiones sobre la sabiduría de ninguna manera pueden ser tomados como la enseñanza sobre la sabiduría personal — el alma del mundo, en el sentido sofianico. El hombre la posee, la adquiere, la pierde, ella le sirve, su origen se llama "el temor a Dios," junto con la sabiduría se menciona "la mente" y "el castigo," "el conocimiento."

Entonces, de dónde proviene la sabiduría? Ella; como todo en el mundo, tiene una sola fuente — Dios. "Nuestro Señor da la sabiduría, y de Su boca viene el conocimiento y la inteligencia" (Parab. 2:6). Dios "es el guía hacia la sapiencia, y el corrector de los sabios" (Sab. Solom. 7:15).

A esta sabiduría Divina, sabiduría en Dios, se refiere el segundo grupo de sentencias. Las ideas sobre la sabiduría en Dios se mezclan con las ideas sobre la sapiencia en el hombre.

Si es tan elevada la dignidad de la mente y de la sabiduría en el hombre, que majestuosas deben ser ellas en el propio Dios! El escritor recurre a las expresiones más elevadas para describir la fuerza y la grandiosidad de la sabiduría Divina. El utiliza también en este caso la personificación. El habla de la majestuosidad de los planes Divinos, que según nuestro humano entendimiento, preceden a la misma Creación; como la sabiduría Divina se encuentra en el origen de todo lo que existe, entonces ella es anterior a todo lo existente. "Dios me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de Sus obras, eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. Antes de los abismos fue engendrada, antes que fuesen fuentes de muchas aguas, antes que los montes fueron formados, antes de las colinas... Cuando formaba los cielos, allí estaba yo" — el autor habla de la Belleza del Mundo, expresando en forma imaginativa lo mismo, que fue dicho con respecto a la creación en el Libro de Génesis ("todo era bueno"). El habla de parte de la Sabiduría: "Con Él estaba yo ordenando todo, y era Su delicia de día en día, teniendo solaz delante de Él en todo tiempo. Me regocijo..." (Parab. 8:22-30).

En todas esas dichas imágenes de la Sabiduría y otras similares, no existe la razón de comprenderlas como un determinado ser espiritual, personificado, que se distingue del Propio Dios, y que es el alma del mundo, o la idea del mundo. Las imágenes que vimos anteriormente, no corresponden a esta clase de explicaciones: la idea de la "esencia del mundo" no podría considerarse "presente" durante la creación del mundo (ver Sab. Salom. 9:9): estar presente puede considerarse algo ajeno al Creador y a la creación; tampoco pudo haber sido el herramienta de la creación si hubiera representado el propio alma del mundo que se estaba creando. De esta manera, en las expresiones arriba mencionadas resulta natural ver algo como personificación, pero tan elocuente, que se acerca a la hipostaciaidad.

Finalmente, el autor del Libro de las Parábolas se eleva proféticamente con su pensamiento hacia la presentación de la nueva creación Divina, que se manifestará en la prédica de nuestro Salvador, en la salvación del hombre y del mundo, en la creación de la Iglesia del Nuevo Testamento. Esta prefiguración la encontramos en los primeros versículos del cap. 9-no del Libro de las Parábolas: "La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas, mató sus víctimas, mezcló su vino..." y lo demás (9:1-6). Esta imagen excelsa se puede comparar por su fuerza con las predicciones sobre el Cristo Salvador de los profetas del Antiguo Testamento. Como la salvación fue hecha por el Hijo de Dios, los santos Padres de la Iglesia, y tras ellos, todos los comentaristas ortodoxos del libro, atribuyen el nombre de la sabiduría Divina, perteneciente en esencia a la Santa Trinidad Unida, y a la Segunda Persona de la Santa Trinidad, al Hijo de Dios, como Ejecutor del Consejo de la Santa Trinidad.

Por analogía con estos escritos, aquellas imágenes del Libro de las Parábolas arriba mencionadas, referentes a la sabiduría en Dios (del cap. 8), se interpretan aplicadas al Hijo de Dios. Cuando los escritores del Antiguo Testamento, a los que no fue totalmente revelado el misterio de la Santa Trinidad, se expresan así: "Has creado todo con sabiduría," — entonces para el fiel del Nuevo Testamento, para un cristiano, bajo los términos "Sabiduría" y "Palabra" se revela la Segunda Persona de la Santa Trinidad, el Hijo de Dios.

El Hijo de Dios; como una de las tres personas de la Hipóstasis de la Santa Trinidad, incluye dentro de Si las cualidades Divinas en toda su plenitud, lo mismo que el Dios Padre y el Espíritu Santo. Pero, como revelador de estas propiedades al mundo en su creación y su salvación, es Él a quien suelen nombrar como Hipóstasis de la Sabiduría Divina Con la misma razón se le puede llamar al Hijo de Dios — la Hipóstasis de Amor (Rev. Simeón Nuevo Teólogo), la Luz Hipostasica ("caminen con la luz, mientras la Luz está con Vosotros") y la Hipóstasis de la Vida ("Con la Hipóstasis has hecho nacer la Vida" canon a la Anunciación, cántico 8-vo), y también el Poder Divino Hipostásico ("Predicamos... a Cristo, poder de Dios..." — 1 Cor. 1:24.

Es importante también fijar la atención en el 7-mo capítulo del libro de "Las Sabidurías Salomónicas." Allí, hablando de la sabiduría que Dios entrega al hombre, se dice que en ella actúa: " ...El espíritu inteligente, santo, único, múltiple, fino, movible, iluminado, puro, claro, inocuo, caritativo, sin aflicción, omnipotente, que todo lo ve,.. el brillo de la luz sempiterna." (Sabid. Salom. 7:22-30). En estas palabras se le hace ver a un cristiano (lo que se le entreabrió al escritor devoto del Antiguo Testamento) la verdad sobre el Espíritu Santo, sobre Su benévola fuerza que Él vierte en todo el mundo, y sobre Su Gracia Divina, que Él dona y que instruye al hombre fiel.

Las cualidades del "Espíritu de la mente" que aquí se muestran: santo, caritativo, omnipotente, el que ve todo, — también pueden ser referidos al concepto de "la idea del mundo" o del "alma del mundo."

 

Sofía, la Sabiduría Divina.

"Recuerdo los días antiguos" (Salm. 143:5).

No se trata aquí de ocupar la atención del lector por medio del desarrollo de ideas filosóficas del así llamado "sofianismo." El sistema "sofianista" que tuvo su auge hace poco, pierde, aparentemente, su interés anterior y es poco probable que conserve por más tiempo su vitalidad.

Nos ocupa, más bien, otro sujeto del pensamiento, que tiene que ver con cada uno de nosotros, que es el problema de nuestra alma, de nuestra vida: ese sujeto --- es nuestra mente.

"Lo magnífico de la mente," "la mente que dirige," "la luz de la mente," y al mismo tiempo —"la inteligencia del corazón," "la vista inteligente del corazón": "Dame la vista inteligente del corazón para no dormirme en la muerte," así se expresaban a menudo nuestros cristianos maestros de la vida, Padres y Mártires de la Iglesia, hablando sobre el significado de la razón, de la mente, en nuestros actos, en la formación de nuestra total concepción del mundo. Se habla aquí de que la mente es la luz del alma humana, su tesoro más preciado, clara, pero al mismo tiempo hondamente misteriosa. El campo de la mente es mucho más amplio que el encéfalo, la mente atraviesa todo nuestro ser, por medio de un mecanismo secreto ella actúa sobre todo nuestro organismo. La mente es la fuerza creativa que el Dios Creador ha introducido en nuestra naturaleza.

Ella es al mismo tiempo la fuente y el guía de toda la actividad de nuestro organismo. Ella unifica toda nuestra psiquis; y si decimos "toda," eso comprende también nuestra "fe," la fe como una capacidad, independientemente de su contenido; la fe como "confianza," como la fuerza vital, porque.. Ώ qué hubiera pasado, si no tuviésemos fe en el día de mañana? El ser humano no es omnisciente, y él se confía a la experiencia del otro, a la comunicación con todo lo que le rodea. La mente y la fe — no son dos fenómenos paralelos en el hombre, sino dos propiedades interpenetrantes del alma. Y la forma más sublime de la fe es la Fe religiosa. No puede asentarse en la conciencia del ser humano una auténtica concepción del mundo (aquella concepción, que da sentido a su vida) si querrá basarse solo en sus conocimientos, o en los conocimientos obtenidos por otros. Aquella concordancia que llega a obtener el hombre en los ámbitos de la mente (conocimientos) y de la fe, desde antaño ha recibido el nombre de "la sabiduría," expresada por medio de raíces griegas "vous," que quiere decir "inteligencia" como el punto más alto de la razón, que en latín es la "sapiencia." Por eso, en la comprensión cristiana, la fe entra en el concepto de la "mente," como la parte del todo.

La sabiduría se reconoce no en la abundancia de conocimientos, sino en la conjunción armónica del conocimiento y la fe, tanto en el peldaño más bajo de los conocimientos humanos, como en el más alto. El entusiasmo por los logros de la cultura de los nuevos tiempos, desde la época de la instrucción, desequilibró la conciencia humana en este sentido. El método positivista de la ciencia, naturalmente apto para las ciencias exactas, en el ámbito de la materia muerta, donde se utilizan las mediciones matemáticas con las deducciones también matemáticas, había ampliado su esfera de acción y usó sus principios en la "vida viviente"; la gente comenzó a basar en estos principios su concepción de vida para todo el género humano. Así comenzó el rechazo de reconocer los principios espirituales en el mundo, mientras el vacío en esta concepción del mundo decía que los alcances de la ciencia son todavía incompletos.

El proceso del seguimiento continuado de la creación del mundo desde lo simple hacia lo complejo, desde lo bajo hacia lo elevado en la historia del mundo, por medio de la voluntad Divina y de las fuerzas que Dios ha dado, ha sido descripto en la primera página del Libro de Génesis, este antiguo, pero magnífico monumento sagrado de la concepción del mundo de la humanidad, guardado por la pequeña rama del género humano — por el pueblo hebreo. Y la Biblia, el Antiguo Testamento en su totalidad, representa la historia viva de la ascensión y del perfeccionamiento de los conceptos religiosos, y también del ahondamiento de los preceptos morales. Cierto texto de una de las partes de la Biblia, ese libro de aprendizaje, — que presentaremos más adelante, nos ayudará a comprender mejor dichos conceptos.

La ciencia contemporánea, basándose en el principio de la evolución, no rechaza tampoco los hechos de la degradación. Ώ Y aquella materialista concepción del mundo que rige en nuestros días, no será la expresión de esa misma degradación? La palabra misma "evolución" quiere decir el "desarrollo." Pero en el amplio sentido de la palabra la evolución puede ser de dos tipos: Uno — hacia el lado de la plenitud de la vida, de la vitalidad, así como se desarrolla una planta viva; y otro — hacia el achicamiento, como sucede con un rollo de papel o una madeja de hilo.

El concepto ateo observa la mente como un proceso mecánico, explicando su desarrollo por medio de los millones de años transcurridos.

Pero, la concepción religiosa dice:

"Nosotros podemos pensar sólo porque existe el pensamiento ilimitado, como también podemos respirar porque hay espacio ilimitado de aire. Es por eso que llamamos "inspiración" a los pensamientos esclarecedores sobre algún objeto. Nuestro pensamiento fluye constantemente, condicionado realmente por la existencia del Espíritu pensante ilimitado" (Santo Padre Juan de Kronstadt).

ΏSe podrá dar una idea más alta sobre los méritos de la mente, que la que está expresada en las palabras arriba mencionadas del Santo Padre Juan?

"Recordaré los días antiguos." Recordemos esta vez los pensamientos sobre la mente, sobre la sabiduría que tienen tres mil años, pertenecientes a los fieles de la Iglesia del Antiguo Testamento.

 

 

Folleto Misionero # S77b

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(dogmas_opinions_s.doc, 07-25-2001)

 

Edited by

Date

C. M.

6/25/01

Irina Bogdaschevski

7-20-2001