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El dragón

de 7 cabezas

Sobre las enseñanzas orientales

en la luz del cristianismo

Obispo Alejandro (Mileant).

Traducido por Dra. Elena Ancibor

 

Contenido: Introducción. Las tres corrientes.

Las enseñanzas indo-ocultas el la luz del cristianismo. Dios y el mundo. Absoluto o relativo. El hombre, su naturaleza y su misión. El hombre y el problema de la personalidad. El pecado y el karma. La vida ultratumba y la mudanza de almas en distintos cuerpos. La salvación, el bien y el mal. Cristo y los avatares hinduistas. El destino y la Providencia Divina. Escatología. Los puntos mas importantes de diferencia entre el cristianismo y las enseñanzas orientales. La oración y la iluminación mística. Dos caminos. “Las curaciones” codificadas.

Los principales cultos orientales: Hinduismo. Budismo y dzen-budismo. Teosofía. Yoga. La meditación transcendental. El movimiento “Nueva era” (New Age). Sobre otras enseñanzas del ocultismo: Kabbala. Gnosticismo.

Conclusión. El Credo. Bibliografía.

 

Introducción

“El Espíritu dice claramente, que en los últimos

tiempos, algunos se alejarán de la fe, escuchando

a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”

(1 Tim. 4:1).

El hombre no puede, como un animal, satisfacerse sólo con los bienes materiales. Más tarde o más temprano, él comienza a sentir la sed de algo espiritual en su vida, y entonces, una serie de preguntas esenciales surge ante él: ¿para qué vive?, ¿cuál es la meta de su existencia?, ¿que hay detrás de los límites del mundo material?, etc. El cristianismo ayuda al hombre a escapar de la futilidad de la vida y a desarrollar las cualidades más nobles de su alma. Pero, hacia fines del siglo 19, el mundo occidental se vio inundado cada vez más por distintas enseñanzas orientales hindú-ocultistas, que proponían sus métodos para hacer la vida “más espiritual.” Adaptándose a la mentalidad de la cultura occidental, ellos usan libremente la terminología y los conceptos cristianos, para dar la impresión, que no contradicen al cristianismo, sólo completan lo que falta. En realidad éstas enseñanzas están en conflicto directo con el dogma cristiano y llevan a la gente por un camino espiritual falso. Pero no todos son preparados para distinguir en realidad, en qué reside la equivocación. Más todavía, cuando sus ideas están estrechamente interlazadas con el cristianismo.

En este trabajo veremos, a la luz del cristianismo, las posturas principales orientales e hindú-ocultas, y mostraremos qué precisamente en ellas, y porque es erróneo. Asimismo indicaremos, por qué los ejercicios psico-técnicos, que ellos proponen para la “ampliación de lo consiente” y “la abertura de los espacios interiores,” son nocivos para la psiquis y malos para el alma. En la 2a parte daremos los datos históricos y las particularidades de los cultos orientales más populares.

 

Las tres corrientes

Todas las enseñanzas orientales ocultistas pueden ser divididas en tres corrientes: 1) Las enseñanzas “científico-filosóficas.” 2) Las que se apoyan en mayor parte en la práctica psico-fisiológica. 3) Las dirigidas al desarrollo de la intuición y la espontaneidad.

1) A las direcciones que se destacan por su “cientificismo” e “intelectualismo” pertenecen: el gnosticismo, la teosofía de la Blavazki, la antroposofía de Steiner, la escuela de Beili, el agni-yoga de Rerich, la cábala, la escuela de Vivecananda, la “Rosa del mundo” de Andreev y otras semejantes...

La base de todas ellas constituye una estructura de teorías cientificistas sobre la organización del mundo invisible, las jerarquías de los seres invisibles, la influencia del cosmos sobre los destinos del hombre, pueblos y continentes, la “estructura” del ser humano, la evolución del mundo, la existencia de ultratumba etc. Todo es confuso, nebuloso, subjetivo y se encuentra en largos tratados de muchos tomos, cuyo estudio puede tomar toda una vida. Estas enseñanzas están destinadas para las mentes contemplativas. Hasta si contienen algunos consejos prácticos, estos están en segundo plano. El centro del estudio se dirige a la investigación de la literatura ocultista, para desarrollar en el hombre una “intuición” hacia la otra dimensión. El hombre se torna capaz de “videncia” en la parte mística de la vida y al “entendimiento” oculto de los acontecimientos. Las consecuencias sociológicas comunes de estos estudios son el desarrollo de una frialdad, cinismo, desprecio hacia sus semejantes, que se trasforma en un vacío en el alma, impotencia interna y abatimiento.

2) En la segunda corriente — la psicofisiológica — se usan los métodos para hacer cambios en el cuerpo de uno, lo que presenta numerosas consecuencias para la salud. Puede alterar a tal punto los procesos biológicos del hombre, que luego ningún medico podrá entender lo que pasa con esta persona. Aquí pertenecen las distintas formas de yoga Ihata-yoga, radga-yoga, mantra-yoga, krishnaísmo, meditación transcendental, yoga de daos o mística). Los métodos del budismo tibetano, los de la “hermandad blanca universal” de Ivanjava, el de Perepelizin, método de Ivanov, la terapia de Grof con el uso de narcóticos, la inmersión Lili, las técnicas respiratorias etc.

Esta lista incluye tanto las practicas de tradición oriental, como las basadas en la “ciencia,” modificaciones usados en psicoterapia, y los domésticos, como los de Ivanov. Los métodos tradicionales son basados en una teoría simple y primitiva, pero los modernizados se apoyan sobre investigaciones “científicas,” que se refieren al mundo de fenómenos e ilusiones, que se encuentran usando narcóticos o ejercicios respiratorios de Grof.

El argumento principal de esta corriente es que ella “trabaja” y la práctica da resultados evidentes. Eso atrae a la gente que no quieren pensar, pero activos. Se usan los métodos que conducen hacia el mundo invisible: los movimientos del cuerpo, posturas fijas, retención de la respiración, la influencia sobre la distribución de la sangre y localización de la energía, repetición de la mantra, visualización (cuando una persona, cerrando los ojos, trata de dibujar en la oscuridad a una imagen. Así con el tiempo puede aprender a ver lo imaginario, como fuera realidad). También el método de “privación sensorial” —anulando los incitadores externos, que conduce a la “abertura sensorial” en el mundo invisible, y el uso de narcóticos.

3) La tercera corriente es la mística intuitiva, que incluye: dzen-budismo, daocismo filosófico, drana-yoga (del conocimiento), Krishnamurti, Radgneshi, Kastaneda y otras.

En este grupo, como regla, se niega el pensamiento lógico y racional, se afirma lo contradictorio y paradójico de los fenómenos que nos rodean, la necesidad de desarrollar la capacidad de reacción fuera del intelecto, espontáneamente, sin control de los deseos y reacciones inconscientes. La meta es = una total libertad interna. Por esto el daocismo permite unas orgías sin limites..., los adeptos de dzen-budismo hacen lo que se les antoja...

La división en tres corrientes de las enseñanzas orientales es relativa. Es mejor decir que en cada una de éstas el centro de atención se dirige o al intelecto, o a la práctica, o la intuición. Todas ellas, en cierta forma, se cruzan y tienen mucho en común. Lo que les une es una percepción particular de Dios, como un principio impersonal, mundial y el uso de métodos de meditación y yoga.

 

Las enseñanzas indo-ocultas

en la luz del cristianismo

En general, todas las religiones y las enseñanzas religioso-filosoficas se pueden dividir en dos grupos. Al primer grupo pertenecen aquellos que reconocen a Dios, como Persona y un Ser Omnipotente, Transcendental, Creador de todo lo visible e invisible. El segundo grupo cree en un principio impersonal, que algunos lo llaman Absoluto, otros —eterno principio mundial; terceros — la fuerza cósmica o algo por el estilo. Las religiones del primer grupo son el cristianismo, judaísmo y el Islam. A ellas se pueden llamar Teo-céntricas, ya que la fe en Dios-Persona es el fundamento de las verdades religiosas. Al segundo grupo pertenecen las enseñanzas del ocultismo oriental. Estas religiones, contrariamente, son centradas en el hombre.

Una persona poco conocedora de las cuestiones teológicas, puede pensar que el concepto de un Dios Personal o impersonal es una abstracción filosófica, ya que Su escénica es igualmente inaccesible. Lo importante es ser una persona honesta y buena, cualidades que enseñan todas las religiones, no dependiendo de su contenido ideológico. Pero, como veremos, la cuestión de la Personalidad y la autoconciencia en el Dios, lejos de ser abstracta, condiciona todo lo ideológico y práctico en el contenido de una religión o enseñanza.

Todas las religiones y escuelas filosóficas tratan de contestar las preguntas principales de la existencia. Las diferencias en las respuestas dependen de la base de cada enseñanza. En primer termino, si consideran a Dios como Personalidad que posee intelecto, autoconciencia, voluntad, o creen en una cierta fuerza o energía. Esta cuestión principal crea un abismo ideológico entre las enseñanzas Teo-centricos o las que tienen al hombre como centro. Las conclusiones morales son diametralmente opuestas. Limpiando el judaísmo de los dichos del Talmud, y al Islam de las palabras de Mahoma, ambas religiones se acercarían al cristianismo. Pero las escuelas orientales del ocultismo hindú no pueden con nada ser corregidas para acercarse al cristianismo. Sustituyendo al Dios Personal con un concepto nebuloso de una energía, que lo llena todo, ellos colocan al hombre en el centro de atención y tratan de enseñarle a usar esta energía para su felicidad y autodesarrollo.

Las escuelas orientales del indo-ocultismo acusan al cristianismo por tener dogmas; dicen que ellos no tienen dogmas y dejan al pensamiento humano libre para penetrar en los misterios de la existencia. “La verdad es una, pero los hombres la entienden en formas diferentes” — dice una frase hindú. Sin embargo, todas éstas escuelas se apoyan sobre una misma “piedra angular” — la creencia en un principio impersonal — que es la base de todo; ellas parten de este concepto principal. En realidad, si no hay Dios como Persona, tampoco existe el Intelecto Superior, la Voluntad que todo lo dirige, la Autoridad indiscutible, el Juez Justo — todo se mueve por “sí mismo” bajo las fuerzas ciegas del cosmos. Todas las “verdades” religiosas y los principios morales de los hombres son condicionados por la capacidad del conocimiento y penetración intelectual. Por esto mismo son relativos y sujetos a ser verificados. De esto, naturalmente, surge toda esta variedad contradictoria y el estado amorfo de las enseñanzas indo-ocultas.

Así, vamos a aclarar las facetas más importantes de las enseñanzas del hindú-ocultismo, comenzando por la pregunta más fundamental.

Dios y el mundo

Cada ciencia, hasta la más lógica, como por ejemplo la matemática, es obligada a apoyarse sobre verdades evidentes o “axiomas,” que no pueden ser demostradas y se aceptan por la fe. Si fuera posible demostrar los axiomas, éstos se transformarían en teoremas, pero demostrarlas es imposible. No es extraño que otras ramas del saber, como la religión y la filosofía, también se basen en algo, como axiomas, dogmas, que no son demostrables y son el objeto de la fe. El axioma más fundamental de todas las enseñanzas religioso-filosóficas es la idea de Dios. Mientas las religiones dirigidas hacia Dios se apoyan en la creencia y la fe en Dios-Personal, las orientales se construyen sobre un principio mundial impersonal.

El cristianismo enseña a creer en el único Dios-Persona, Omnipotente, Creador de todo visible y invisible. En la comprensión cristiana Dios es un Ser Supramundial y Perfecto, infinitamente Sábio y Todopoderoso. El vive fuera del tiempo y del espacio. Todo lo que existe apareció por Su voluntad, no de su Ser, como por emanación, sino de nada.

Al principio nada existía: ni los Ángeles, ni espíritus, ni cosmos, ni siquiera las partículas elementales, que todo lo forman, ni el mismo tiempo, ni espacio. Existía solamente Dios, como una eterna y vivificante luz. Creando el mundo, Dios introdujo en él las leyes, según las cuales, éste debía desarrollarse en el sentido indicado por Él. La naturaleza del mundo es completamente distinta de la naturaleza de su Creador, quien es un Espíritu puro y omnipresente. Dios lo traspasa todo, no tocando nada, ni se mezcla con nada. Como el mundo fue creado de la nada, así, por la voluntad Divina, puede volver a la inexistencia. Su destino depende sólo de la voluntad del Creador, Quien permaneciendo en la luz inaccesible, fuera del tiempo y espacio, está presente en todo y todo lo dirige.

Habiendo creado al mundo y a nosotros, los hombres, con una finalidad definida, Dios se ocupa de los hombres, como un padre de sus hijos.

Las enseñanzas indo-ocultas provienen de la idea de la impersonalidad de Dios. Si para los cristianos Dios es Quien, para ellos Él es ¿qué? Para ellos “Dios” y el “mundo” es un solo concepto. “Dios es todo, y todo es dios.” Este entendimiento del mundo se llama “panteísta” de la palabra griega “pan” — todo, y “teos” — Dios. Algunas escuelas hablan de Brahman o Absoluto, otras de un Principio general o ley general, que es la base de la existencia, los terceros de una energía, que lo llena todo: la fuerza mística o el “alma del mundoþ” los cuartos, de la Realidad primordial, etc. Bajo toda esta variedad de nombres se supone algo impersonal, inseparable del mundo, como una faceta incognoscible del universo, que evoluciona junto con él, siguiendo las leyes de la existencia. Es interesante notar que todas estas enseñanzas, negando a Dios como Persona, están obligados a conferir a la materia algunas cualidades Divinas, como por ejemplo: la eternidad, lo infinito, cierta inteligencia (en las leyes naturales) y la “justicia” (en la ley de karma).

Es característico para todas estas escuelas el concepto de un cosmos cíclico, según el cual, el mundo periódicamente pasa distintas fases: concepción, desarrollo, vejez y destrucción. Siendo una forma temporal del absoluto, el cosmos pasa por los ciclos de existencia y no-existencia, durante los cuales los mundos surgen del abismo del absoluto para desaparecer luego en el mismo abismo. Por eso el principio se iguala al fin y el tiempo vuelve atrás. De manera que el “Absoluto” del ocultismo hindú no es un Arquitecto y Legislador supramundial, como enseña el cristianismo, sino es sólo un objeto que responde a las leyes de la evolución y, por consiguiente, depende de ellas.

Asimismo es característico para estas enseñanzas de subrayar lo irreal e ilusorio del mundo, ya que todo proviene de la energía primordial y es irreal y fantasmal. Lo que vemos alrededor nuestro es ilusión y así todos nuestros conceptos son relativos e inseguros.

Los cultos orientales se basan sobre la impersonalidad de Dios y de ahí: niegan la inmortalidad de la autoconciencia humana, niegan la revelación Divina y a Cristo, como Redentor de la humanidad, niegan el juicio final y la vida eterna. Creen en el destino que, según ellos, marca la existencia humana; creen en el karma y la transmigración de las almas, la relatividad de la verdad y el error, del bien y el mal, la virtud y el vicio, y otros.

Con todo y la aparente “espiritualidad” del ocultismo y cierto acercamiento al cristianismo, por lógica, se las debe caracterizar como ateas o, por lo menos, como materialismo “espiritual,” solamente que no tan agresivo ni chato como el materialismo comunista.

La Verdad

— ¿un concepto absoluto o relativo?

En su comprensión de la “verdad” las escuelas panteístas u orientales son muy consecuentes: Si no hay Dios-Persona, que se preocupa de los humanos, no puede haber, tampoco, una única fuente de revelación. Los hombres, que tratan de conocer los misterios de la existencia, están limitados por la esfera de su percepción y por su intelecto. Por eso, sus conclusiones son imperfectas y deben ser revisadas. Como ejemplo se cita el cuento de un elefante estudiado por 4 ciegos. Uno de ellos tocó la pierna y dijo que el elefante se parece a un poste; otro se agarró de la cola y concluyó que se parece a una serpiente; el tercero tocó el vientre del elefante y dijo que es un enorme tonel; el cuarto palpó las orejas y opinó que era como un canasto. ¿Quien de ellos tiene la razón? Claramente todos ... y ninguno.

De manera similar — concluyen éstas escuelas — cada religión tiene razón a su manera. Las religiones de la humanidad ‘son niveles diferentes de la comprensión de una misma verdad’. En ese plano, Cristo, Buda, Confucio, Zoroastro, Mahoma, Krishna y otros, se toman como maestros que predicaron los mismos principios, pero diferentemente formulados. Por eso la mayoría de las religiones orientales consideran que no hay herejías ni confusiones, ‘sólo distintos niveles de comprensión de la Realidad’.

Basándose en la idea de la relatividad de las enseñanzas religiosas, las escuelas hindú-ocultistas alientan los estudios comparativos de las religiones con el fin de ensanchar la mira intelectual del hombre. A los que defienden la exclusiva verdad de su dogma, como por ejemplo los cristianos, los llaman fanáticos.

Dzen-budismo afirma la imposibilidad de captar la verdad, ya que el mundo es fantasmal y ilusorio: ‘La verdad es inconcebible. Enseñar o aprender algo de alguien es imposible. Para llegar a entender un tema es necesario librarse de perjuicios predicados por diferentes religiones. La Realidad no tiene un contenido objetivo, existe sólo una percepción subjetiva. La “verdad” debe percibirse directamente por medio de la intuición, cuando el que percibe se confunde en uno con lo perceptible. Los libros pueden ayudar a los principiantes ya que fomentan la meditación.’ Dzen cree en la infalibilidad de la intuición y rechaza la mente y la lógica humana. Dzen llama a la práctica de la meditación en el sentido yoga para desarrollar la intuición. Para eso hay que relajarse y liberar la mente de todo lo exterior. Todo lo que una persona puede percibir vendrá súbitamente desde el interior. Lo principal es sentirse la parte orgánica del Todo. Llegado a esto, el hombre se sumerge en el estado de total beatitud y comprenderá que él es “dios.” Con esta “iluminación” espontánea dzen-budismo declara la percepción de la verdad.

La concepción cristiana de la Verdad, como absoluta y incambiable, se basa en la ideas de Dios como Persona. Creando al hombre, Él le otorgó una mente semejante a la de Dios, que le permite comunicarse con Él y percibir la verdad. Comparando a Dios con el sol, la mente humana es semejante a un ojo, que es capaz de recibir la luz del sol, pero no en toda su potencia e, iluminado, llegar a entender la naturaleza de lo espiritual y físico.

El hombre, recién creado y todavía puro, era capaz de comunicarse directamente con su Creador y hasta conversar con Él (Gen., cap. 2 y 3). Cayendo en el pecado, el hombre se alejó de Dios, su mente se oscureció y como resultado aparecieron diversas religiones falsas. Pero Dios no abandonó al hombre. Como un Padre, lleno de amor, Él no dejó de preocuparse por la salvación de la humanidad y le enviaba Sus maestros-profetas.

La plenitud de la Verdad la trajo al mundo el Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios Padre. Él completó lo que faltaba al Antiguo Testamento y dió una visión más perfecta de Dios y los temas espirituales. Explicó claramente lo que está bien y lo que está mal, cómo hay que vivir y hacia donde dirigirse, para llegar a la vida eterna. Su meta no era de conformar la curiosidad humana sobre los misterios, difícilmente comprensibles, de la existencia, si no que centró Su enseñanza en algo, que es primordial para nosotros: cómo llegar al Reino de los Cielos. La enseñanza de Cristo está guardada en su total pureza e invulnerabilidad en los Evangelios, escritos por los cuatro evangelistas y es explicada en los escritos de Sus Apóstoles.

De manera que la Biblia contiene una verdadera e inmovible Revelación Divina.

La meta más inmediata de nuestra existencia terrenal es conocer; bajo la dirección de la Iglesia, las verdades reveladas por Dios y contenidas en las Sagradas Escrituras. Sobre esta base debemos construir nuestra visión del mundo y la vida cristiana. A pesar de que el hombre no siempre es capaz de percibir toda la profundidad de la Verdad, revelada por Dios, pero siempre puede creer en lo que ella afirma.

Las enseñanzas indo-ocultistas, no teniendo una fuente única de la revelación —Dios — a menudo se refieren a los cuentos de los espíritus ocultos “los hermanos blancos” o a la autoridad del “guru.” La fundadora de la sociedad teosófica, E. Blavazki, declaraba por ejemplo, que ella se encuentra en un permanente contacto telepático con los mahatmas tibetanos: recibe de ellos órdenes, les formula preguntas y escucha sus respuestas. Ella consideraba a su vida y su sociedad como cumplimiento de la voluntad de los misteriosos maestros, que viven en las altas cumbres de Tíbet.

Así el cristianismo diferencia netamente las verdades de las revelaciones Divinas de las opiniones humanas, y considera que la Verdad es una, mientras que los errores pueden ser muchos. Todo lo que contradice a la Verdad revelada por Dios — es el fruto de la fantasía.

 

El hombre, su naturaleza y su misión

El hombre, en la comprensión cristiana, es la creación de Dios, que lleva impresa Su imagen. Los ángeles y los animales poseen una naturaleza simple (espiritual o material), pero el hombre tiene dos naturalezas: un alma inteligente y un cuerpo perecedero.

La naturaleza del alma y su aparición en el mundo con el nacimiento del niño es un misterio de la creación Divina, pero el cristianismo enseña claramente que el alma del recién nacido no es un espíritu que estaba en algún lugar y luego se introdujo en el niño, sino un ser nuevo, que aparece en el seno de la madre en algún momento después de la formación del embrión. Heredando de sus progenitores muchos de sus cualidades físicas, en niño hereda de ellos también las cualidades espirituales — positivas y negativas. Pero con todas las semejanzas con los padres, el niño es asimismo un “Yo” completamente nuevo, diferente del “Yo” de sus progenitores: él es una personalidad única e irrepetible, que posee su propia conciencia, mente y libre voluntad.

El alma del recién nacido no se muda en el cuerpo, como un inquilino a un departamento, sino se une con su cuerpo con una unión intima que, por el plano del Creador, debe ser eterna. La muerte, que vino como el resultado del pecado, es un fenómeno anormal y antinatural. A pesar de que después de la muerte, el cuerpo, privado del principio vital se separa en sus elementos constitutivos, se conserva un vínculo misterioso entre el cuerpo y el alma. El alma, al salir del cuerpo, conserva la personalidad del hombre — su experiencia espiritual, los conocimientos acumulados y el estado moral — que alcanzó durante su vida. Su personalidad, su único “Yo” sigue pensando, recordando, sintiendo y deseando. Pero la separación con el cuerpo es para el alma un estado Antinatural y temporal. Ella no fue creada para ser un ángel o fantasma, sino parte del ser humano, el lado espiritual de su naturaleza. Es por eso que los hombres no pueden aceptar la tragedia de la muerte ... es algo antinatural.

La finalidad de la venida al mundo del Señor Jesucristo era de corregir la anomalía de la muerte y restablecer al hombre en su doble naturaleza. Este restablecimiento se realizará el día de la resurrección de los muertos; el alma de cada hombre volverá a su cuerpo renovado y espiritualizado por Dios. Después de esto, el hombre vivirá eternamente. Es importante entender que durante la resurrección universal el alma de cada hombre se unirá, justamente, con su propio cuerpo y no con algún nuevo. Esto será precisamente el restablecimiento del hombre en su aspecto primordial de dos componentes, tal como lo creó Dios.

Las enseñanzas hindú-ocultistas entienden a la naturaleza humana en forma completamente diferente. Para ellos el alma es la concentración, “materialización” de la misma energía impersonal, que llena el mundo: es como una gota de vapor o una onda del sonido, inmovilizada en cierta frecuencia. El cuerpo del hombre es una envoltura de poca importancia para ésta concentración energética, es como si fuera su vestimenta. Por eso, la muerte se considera como un proceso normal, cuando el alma (energía temporalmente condensada) se disuelve de nuevo en el mar de la energía, que llena el cosmos. Pero como las moléculas del vapor pueden condensarse de nuevo en una gota de lluvia (o las hondas del sonido sincronizarse en cierta frecuencia), así las “partículas” de la energía mundial pueden formar de nuevo una alma humana, para entrar en un cuerpo nuevo. Este proceso se llama la reencarnación o metempsicosis. Los detalles de este proceso y la terminología de los distintos cultos orientales difieren algo en sí, pero el principio por esto no cambia. Todos coinciden, que la personalidad y la autoconciencia del hombre, después de su muerte, desaparecen.

 

El problema de la personalidad

Bajo la personalidad o el “Yo” hay que entender un centro inmaterial de la conciencia y todos los procesos psíquicos de los seres inteligentes. A través de la conciencia del hombre pasa una ininterrumpida corriente de percepciones, pensamientos, sentidos, emociones y deseos, pero su “Yo” no es un lecho pasivo de esta corriente, sino el director activo, quien libremente controla y dirige toda la actividad del alma. Ante las actividades multiformes, el hombre se siente durante toda su existencia, como una personalidad determinada y dueño de sus decisiones y actos. La personalidad del hombre concentra en sí la totalidad de sus cualidades naturales y adquiridos, en los que entran los recuerdos, conocimientos, capacidades, talento creador, intuición, sensibilidad, experiencia, sentido religioso, nivel moral, fuerza de voluntad, carácter, temperamento, intereses, inclinaciones, etc. Todo esto forma su único y entero “Yo,” diferente del resto del mundo y de los “Yo” de otra gente.

Las religiones que reconocen a Dios Personal, asimismo aceptan la inmortalidad de la persona humana, mientras que las enseñanzas que niegan a Dios-Persona niegan también la inmortalidad de una persona.

El cristianismo enseña que lo más valioso y estable en el hombre es su personalidad, su “Yo” y no los elementos físicos que lo constituyen. A medida que las células del organismo envejecen y mueren, su lugar lo ocupan otras. En cambio la personalidad del hombre conserva los conocimientos acumulados y la experiencia de la vida. El niño nacido es como una hoja de papel limpio. Con los años todas sus impresiones, sentimientos, pensamientos y actos dejan en su subconsciente una huella. La experiencia vivida, acumulándose, forma la personalidad, el carácter del hombre. Como resultado de sus tendencias, el hombre puede hacerse un científico, o quedar analfabeta; ennoblecerse espiritualmente, crecer, o descender moralmente.

Como el “Yo” lleva en sí el Sello del Creador, quien es eterno, la personalidad es un “objeto,” es la cosa más estable de la naturaleza, más que todas las moléculas y átomos. En realidad, usando los aparatos necesarios, se puede llegar a trasformar cualquier elemento físico en otro, o reorganizar las partículas subatómicas (quarcos o electrones) que lo componen. Teóricamente, pero nada fácil, se podría en laboratorio trasformar p. ej., el plomo en el oro. En cambio, la personalidad humana es inmutable: se puede matar al hombre físicamente, pero no se pueden destruir ni sus conocimientos, ni la experiencia de la vida de su alma inmortal.

A cada hombre se le da la oportunidad de formar su “Yo” como lo desee, pero lo adquirido interiormente, nadie, ni él mismo, puede anular. En la infancia todos, en cierta forma, se parecen. Es posible que al nacer dos niños, digamos el profeta Moisés y un futuro criminal, poco diferían, pero uno de ellos, con los años, se trasformó en un profeta de importancia mundial, a quien se recuerda con agradecimiento, mientras que el otro se hizo un horrendo criminal — cada uno según el camino que eligieron libremente. Después de la muerte, lo que cada uno acumuló en su interior quedará con él para siempre: como invaluable riqueza espiritual, o como un inmundo peso moral. Cada persona, después de su muerte, sabrá con claridad lo que él es, y lo que se merece. Este hecho de la estabilidad de cada personalidad sería una tragédia si no existiera la Grácia Divina regenerativa, que “cura a los enfermos y llena los indigentes.” Sobre este tema importante hablaremos más adelante.

Las escuelas indo-ocultistas, negando la conciencia en el Absoluto, consideran esta cualidad en el hombre como pasajera e inconsistente. La personalidad, según ellos, es sólo un fenómeno, como espuma en las olas del océano que se disuelve en él. Algunas exposiciones orientales contemporáneas, de pasada, atribuyen a su Absoluto una “sobreconciencia,” que no se sabe qué es lo que ellos entienden con éste término. Puede ser solamente un juego de palabras, y la “sobreconciencia” del Absoluto carece de conciencia, como la meditación transcendental — carece de pensamiento (lo veremos mas adelante).

 

El pecado y el karma

El cristianismo reconoce el pecado como una vulneración de la ley moral, fijada por Dios. Pecaminosos pueden ser no sólo los actos, sino los pensamientos, sentimientos, palabras e inclinaciones de la voluntad — todo lo que aleja al hombre de Dios. La consciente negación de Jesucristo, la falta de fe en Él como Redentor, enviado por Dios — son también pecados (Jn. 16:9). Dice el Ap. Jacobo: quien tiene oportunidad de hacer el bien y no lo hace, también peca (Jac. 4:17). Un acto pecaminoso, igual que la voluntad para pecar, dejan una huella tenebrosa en la conciencia humana. La repetición de los pecados y la dirección de la voluntad hacia el pecado, hacen al hombre moralmente enfermo y lo atraen al abismo del mal. El hombre es llamado a luchar con sus malas inclinaciones, pero, a menudo, el pecado es más fuerte que sus fuerzas espirituales y el hombre necesita una ayuda superior. En realidad, la contaminación del pecado original es tan fuerte que toda la gente necesita la fuerza regeneradora de la Grácia Divina.

Sin embargo, unas partículas del bien fueron puestos por Dios en nuestra naturaleza y por eso cada hombre, por instinto, tiende hacia el bien, y cuando hace algo mal, es molesto y deprimido por un sentimiento de desagrado. Esto ocurre porque Dios otorgó a nuestra naturaleza espiritual un aparato muy sensible, llamado conciencia. No es sorprendente por eso que los paganos, musulmanes y los hombres de religiones más diversas, en la mayoría de los casos, coinciden en la distinción de lo que es bien y lo que es mal, qué es la virtud, y qué es el pecado. De esto no están excluidos tampoco los hindú-ocultistas. A pesar de que el hinduismo no hace distinción entre el bien y el mal, considerándolos como las distintas caras de una misma moneda, prácticamente tienen un concepto que se acerca al pecado y que llaman karma.

Karma (en hindú significa “el hecho”) — es algo indebido y negativo que, siendo hecho, se pega como una mancha al hombre y lo acompaña en las reencarnaciones de su alma. Como en el hinduismo no esta presente Dios como una Persona, que perdona y purifica al hombre, entonces al “karma” se le otorga un carácter formal y mecánico. Los cultos orientales entienden “karma” como la ley inflexible de una justicia retribuida, independiente de cualquier voluntad consciente y superior. Las consecuencias del karma se sienten en todas las reencarnaciones subsiguientes. Así cada acto define, con una exactitud farmacéutica, la suerte del alma es sus futuras encarnaciones. Los felices, ricos, con buena salud “son los que en sus vidas pasadas juntaron una buena karma.” Los que sufren y en general los menos felices “son los individuos que reciben la retribución por sus pecados y errores pasados.” De manera que, en la noción del karma, el pecado y castigo tienen una correlación matemática exacta. Aquí no hay un Dios misericordioso, que perdona, o el Salvador que redime los pecados humanos. La ley del karma inflexible y despiadada recoge todo lo malo hecho por el hombre, y en sus reencarnaciones (que pueden ser mil y millón de veces), le hace pagar todo lo actuado.

Posiblemente la idea del karma surgió para explicar la causa de los sufrimientos. Por ejemplo, una criatura inocente sufre porque en alguna de sus anteriores vidas hizo algo malo y ahora lo está pagando. Pero, pensando más profundamente, se ve que la ley de karma legisla la injusticia: si después de la muerte la personalidad se desintegra, entonces la persona nueva, en la siguiente encarnación, no puede entender por cuál de los actos precedentes debe pagar ahora, y por consiguiente no saca de sus sufrimientos ninguna lección moral. Queda sólo un sentimiento de la injusticia de la vida.

 

La vida de ultratumba

y las reencarnaciones

Según la fe cristiana, los sufrimientos y la muerte están estrechamente relacionados con la tragedia del pecado original. Si éste no existiera el hombre podría vivir eternamente, pero ahora, siendo su naturaleza vulnerada por el pecado, debe morir. Ni los sufrimientos personales, ni las obras de bien, ni las hazañas espirituales, hacen desaparecer el daño moral y no le restituyen su inmortalidad, tal como fue primigeniamente creado. La tragédia del pecado fue corregida por el Señor Jesucristo, Quien con Sus sufrimientos en la Cruz redimió los pecados humanos, le quitó la fuerza a la muerte y devolvió al hombre su estado inmortal. El misterio de la Redención no es accesible a nuestro entendimiento, pero la fuerza regeneradora de Cristo, resucitado de la muerte, actúa muy realmente en un creyente, y lo convence, que un día él también se levantará con vida por la fuerza del Vencedor de la muerte.

Dios nos quiere y nos tiene lástima como a Sus hijos. Cuando nos debilitamos espiritualmente y hasta pecamos, Él no se venga de nosotros y no nos castiga debidamente, sino, pacientemente, espera que recapacitamos y volvamos al camino correcto. Si Él permite que nos ocurran algunas tribulaciones, no es para expiar nuestras culpas ante Él, sino como medios curativos. Cuando no luchamos contra Dios, Él dirige todo hacia nuestro bien y salvación. La meta de nuestra vida es alcanzar la vida eterna en el Reino de los Cielos.

Con la esperanza cristiana sobre el fondo luminoso de nuestra completa renovación y el restablecimiento del hombre en la Grácia Divina, las enseñanzas del hindú-ocultismo se ven sombrías y fatalistas. Someten todas los acontecimientos del mundo al destino y la implacable ley del karma. La “salvación” se consigue no por la fe y tendencia hacia el bien, sino por los ciclos de la reencarnación. Haciendo el hombre el bien o el mal, su destino es predeterminado, como el movimiento mecánico de un reloj. Y al final de sus peregrinaciones de un cuerpo a otro, en lugar de una inmortalidad personal, el alma es condenada a desaparecer en un Absoluto cósmico, con la total pérdida de autoconciencia y experiencias acumuladas.

Mientras que un cristiano espera la resurrección de su cuerpo (el único cuerpo de su vida terrenal), el seguidor de los cultos orientales mira a su cuerpo como una envoltura temporal, algo como una prisión, de la cual él más adelante podrá liberarse. En el hinduismo la sustancia espiritual impersonal para corregir el karma debe reencarnarse después de la muerte, en algo: otro hombre, o un mono, una cabra o hasta en una planta.

Tratando de explicar el mal en el mundo, las enseñanzas orientales introducen una gran injusticia en el mundo, porque a todos les espera el mismo fin. El hombre virtuoso, por más que haga, no recibirá ningún premio por sus esfuerzos, y el malvado más atroz no tendrá castigo por sus crímenes. Así un santo, como p. ej., San Nicolás de Bari y un destructor de millones de víctimas, como Stalin, tendrán un mismo fin de confluir con un impersonal Absoluto. ¿Qué puede ser más monstruoso que esta perspectiva?

La paradoja es que este sistema no tiene justificación. Si cada hombre, viviendo muchas vidas, terminando con el karma, llega a una perfección espiritual, entonces, según es lógico, se podría esperar una mejoría espiritual de toda la humanidad. Pero vemos un cuadro contrario: una degradación espiritual de la sociedad, aumento de crímenes, depravación, odio y crueldad incesante hasta en los menores... Todo esto más coincide con las predicciones de la Biblia sobre la degeneración de la humanidad antes la segunda venida de Cristo.

La enseñanza sobre la reencarnación no es sostenida por demostraciones objetivas. Algunas personas mencionan recuerdos fragmentarios de lugares “conocidos,” vistos en sus vidas anteriores, pero esto fácil se explica como un juego común de la fantasía. Nuestro cerebro acumula constantemente fragmentos de impresiones visuales y auditivas, que se condensan en el subconsciente. Luego ellos, en un momento dado, se unen de manera que a una persona le parece como algo ya visto y conocido, pero realmente es por primera vez que lo ve. Hindú-ocultistas ven en estos “recuerdos” una confirmación de las reencarnaciones. A esto se puede contestar que todos estos “recuerdos” no contienen ninguna información vital. El hombre es incapaz de “acordarse” ni del idioma, que supuestamente usó, ni de acontecimientos concretos se su vida pasada, ni algunos datos científicos o literarios, ni tampoco los nombres de gente con quien tuvo contacto, en una palabra, nada de lo que adquiere nuestra conciencia durante la vida y que forman nuestro intelecto y experiencia. Todo esto “se evapora” de la mente por causas desconocidas. Está claro que las afirmaciones sobre reencarnación no tienen base alguna.

En cambio, los casos numerosos de la vida de los Santos y la literatura cristiana, igual que los relatos actuales sobre la vida del alma después de la muerte corporal, rechazan completamente los cuentos sobre la reencarnación. En realidad, las almas de los difuntos, cuando aparecen a alguien, comparten su experiencia y conocimiento de su única vida en la tierra, lo que no se borra con la muerte de una persona. Los antiguos profetas Moisés y Elías, que se aparecieron a Cristo en el monte Tabor muchos siglos después de su separación del mundo terrestre, conservaban una clara conciencia de quiénes habían sido en el pasado. De manera semejante, en todos los casos documentados por los médicos-reanimadores, el alma, al salir del cuerpo, continúa sintiéndose la misma que vivía en el cuerpo hasta el momento de la muerte. Si a veces el alma deseara volver al mundo, será para terminar su obra inconclusa, y no por empezar una nueva vida. Además, las almas de los recién muertos, al estar en el otro mundo, se encontraban con las almas de sus parientes muertos anteriormente, se reconocían recíprocamente como personas concretas. En todos los casos conocidos por la religión y la ciencia, las almas de los fallecidos conservan su “Yo” y las experiencias vitales acumuladas. De manera que la autoconciencia es imborrable, lo que desmiente la reencarnación del alma y su disolución en la nirvana.

De todo lo dicho es claro que la enseñanza hindú sobre las reencarnaciones se enfrenta con la enseñanza cristiana sobre la Redención. Esto se ve particularmente en el ejemplo evangélico del buen Ladrón convertido, cual, en el momento de su conversión a Cristo, hereda el Reino de los Cielos, pasando de largo el karma y deambulaciones por caminos cósmicos. Así, la Redención, realizada por Jesucristo, nos libera de los procesos cósmicos y del destino ciego.

 

La idea de la salvación

El bien y el mal

Tomándolo con seriedad, “la salvación” es una idea puramente cristiana, que es desconocida para el hindú-ocultismo, pero en el cristianismo ocupa una posición central. El cristianismo enseña que Dios creó al hombre para la vida inmortal. No existiendo el pecado original, no fuera necesario salvar al hombre. El pecado original ensució moralmente a la naturaleza humana, trajo la discórdia en su mundo interior y privó al hombre de un contacto vivo con su Creador. Las consecuencias del pecado resultaron tan destructivas, que el Hijo de Dios tuvo que venir al mundo, hacerse hombre y redimir a los pecados humanos.

La infección del pecado, con todas sus consecuencias nefastas, nosotros la recibimos por herencia, pero liberarnos del pecado y devolvernos la vida eterna no podemos conseguirlo con nuestros esfuerzos solamente. Para eso fue necesaria la ayuda Divina, fue imprescindible el Salvador. Si nuestro Señor Jesucristo no hubiera redimido nuestros pecados en la Cruz, estaríamos condenados a la muerte eterna — no en el sentido de la destrucción del alma — sino a las tinieblas y eterna congoja. En cambio, gracias a nuestro Señor Jesucristo a cada persona está abierto el camino hacia la salvación. Su sangre, derramada en la Cruz, nos limpia del pecado y regenera nuestras almas. Pero esto no se realiza automáticamente. Es indispensable un esfuerzo personal, voluntario, para creer en Él, aceptar Su enseñanza y vivir como corresponde a un cristiano.

El tema de la salvación es tan amplio que no vamos a abarcarlo en este folleto. La oración, el ayuno, concentración y estudios de la palabra de Dios, las obras de bien, los Santos Sacramentos de la Iglesia, son los medios importantes para el renacimiento espiritual del hombre. De tal manera, para la salvación del alma son indispensables dos condiciones: el esfuerzo personal dirigido hacia Dios, y la ayuda Divina, otorgada invisiblemente por Su Gracia.

La salvación se entiende como el restablecimiento del hombre en sus dos componentes, con una total liberación del pecado con sus consecuencias. Pero esto será algo más que la vuelta a la felicidad del estado primordial en el Paraíso, será acompañado por la espiritualización y transformación tanto del hombre, como de todo el mundo físico. La corruptibilidad será vencida por la pureza, y los justos se iluminarán como el sol en el Reino de su Padre. El gozo y la alegría serán proporcionales al nivel moral alcanzado por cada hombre en su vida terrenal. Por eso el cristianismo nos llama a aumentar los talentos recibidos y el tesoro espiritual. El que siembra con generosidad, cosechará con abundancia; el que siembra con mezquindad, así también cosechará.

Las escuelas hindú-ocultistas ven de manera distinta la meta de la vida humana. Negando el pecado original y la inmortalidad de las personas, ellos niegan, así mismo, la necesidad de la salvación. Toda la atención se concentra en el autodesarollo, con distintos métodos: yoga y meditación. El máximo logro de todos estos ejercicios se considera la adquisición de la conciencia de su propia “divinidad.” Pero se hace evidente que, perfeccionándose en tiempo más corto, el hombre llegará antes a la meta, destinada a todos, o sea, desintegrarse en la nirvana. Los orientales lo consideran como gozo máximo. Pero nos preguntamos ¿que es el gozo si está ausente la conciencia del hombre y qué diferencia tiene con la muerte? Desde nuestro punto de vista cristiano, resulta un simple juego de palabras.

Mientras el cristianismo diferencia netamente el bien del mal, los cultos orientales los consideran como conceptos relativos. La relatividad moral de estas escuelas aparece lógicamente de la idea del monismo, que es su base — todo es lo mismo. Es cierto que se encuentran en la teosofía, igual que en la literatura de cualquier religión, unos pensamientos destacados sobre la vida justa y hay consejos muy buenos, que llaman a la virtud. Pero esto no proviene de la doctrina misma de ellos, sino de que Dios metió en el hombre la tendencia hacia el bien y el sentido común de la vida. Por eso, cada humano, no sabiendo tampoco nada de Dios y no instruido en las Escrituras, siente igual un rechazo natural ante el vicio y una atracción hacia la vida virtuosa.

Pero, conociendo más a fondo la filosofía del hinduismo, se ve que para ellos el bien y el mal son conceptos relativos y subjetivos. Lo que unos toman como mal, puede en otro plano conducir al bien. Ellos dicen que el “bien” y el “mal” son necesarios como luz y sombra en un cuadro, como cargas positivas y negativas en un átomo, o como el norte y el sur en un campo magnético. Ellos son partes diferentes, pero con derechos iguales de la Realidad Primordial, y son imprescindibles para el balance de la vida en la armonía universal. Por eso, hablando estrictamente, no existen ni el pecado, ni el vicio. Tampoco existe una gran diferencia entre hombres justos y viciosos, ente santos y criminales, “todo será molido en un karma temporal de las reencarnaciones y por fin se disolverá en el mar de la Realidad Primordial.” Por consiguiente, el hombre no es responsable por sus actos buenos o malos: él es solamente una pequeña rueda en el mecanismo universal. Percibir sus actos como buenos o malos es sólo una ilusión. El budismo encontró métodos para liberarse de esta ilusión.

Ante semejante comprensión de la “salvación,” es natural que la práctica de los cultos orientales tiene la finalidad y el contenido completamente diferente que el cristianismo. En lugar de una vívida comunicación con Dios-Persona por medio de la oración, ellos proponen una unión telepática con los espíritus, gurús, salida al astral, repetición de las mantras, llamadas a los espíritus, etc. En lugar del arrepentimiento ante el Creador y corrección con Su ayuda, ellos enseñan de confiar en sus propias fuerzas y desarrollar el sentimiento de “dignidad y superioridad” sobre los no iluminados.

 

Cristo y los avatares hindúes

La idea de la salvación ocupa en el cristianismo un lugar central, y la llegada al mundo del Salvador se percibe como un hecho único e irrepetible. El Hijo Unigénito de Dios se vistió en nuestro ser humano con el fin de renovarlo y hasta más: adjuntar al hombre a Su esencia Divina. Para eso Él ascendió al Cielo con Su cuerpo transfigurado, para quedar eternamente como Dios-hombre. Su comunicación con los hombres, Su enseñanza y ejemplo personal, finalmente, Sus sufrimientos en la cruz y la gloriosa resurrección de los muertos: son todos aspectos de la única gran misión de la salvación de la humanidad. Acontecieron una vez y contienen en sí la inagotable fuerza espiritual, que seguirá salvando a los creyentes hasta los últimos tiempos de la existencia del mundo. El Señor Jesucristo vendrá por segunda vez a la Tierra ya no para enseñar y salvar, sino para juzgar y dar a cada uno lo que mereció por sus acciones.

Los hindú-ocultistas, en el mejor de los casos, se avienen de considerar a Cristo como uno de los “avatares” — Vishnu materializado — o sea de la misma Realidad Primordial. A pesar que el dios del hinduismo es impersonal, suele a veces “encarnarse” y tomar aspecto humano. Este ser “divino-humano” se llama avatar. Los krishnaitas indican en Bhagavad-Gita como una de las muchas encarnaciones divinas, que ellos suponen fueron 21. Nuestro Señor Jesucristo, con Su única encarnación y llegada a nuestro mundo, cumplió la salvación de la humanidad. Como son innumerables los ríos que nacen del océano (por la evaporación y las lluvias), que nunca se seca, así son muchas las encarnaciones del Señor, afirman los hinduistas. Estos avatares llegan en los momentos críticos de la historia humana con el fin de enseñar ciertas verdades.

Cada siguiente avatar es muy venerado por los hindúes. Siendo uno con el dios, él posee una fuerza sobrenatural, siddhis, que lo pone por encima de la ley del karma. Su llegada es considerada como una acción de amor. Encontrándose en el cuerpo, él puede mostrar las emociones humanas, pero su estado espiritual sobrepasa al tiempo y al espacio (maya). Krisna en su libro declara: “Soy el príncipe de los demonios.” Esta confesión pone luz en lo que representan los avatares del hinduismo.

En su epístola a los Tesalonisences el Apóstol Pablo habla del ultimo “avatar” — el anticristo — y que su llegada, por la acción de satanás, tendrá mucha fuerza, manifestaciones y falsos milagros (2 Tes. 2:2; Rev. 13:2).

 

El destino y la providencia Divina

El cristianismo enseña que Dios, a pesar de que somos pecadores, no deja de preocuparse de nosotros, como el mejor padre de sus hijos. No sólo nuestra vida en su totalidad se encuentra bajo Su control, también Él dirige cada íntimo detalle de nuestra vida para nuestro bien. Si nosotros no lo contrariamos y nos portáramos como unos niños obedientes, no habría el mal sobre la tierra y la vida terrenal de cada uno de nosotros se terminaría en una alegría eterna en Su Reino Celestial. Los hombres perecen sólo porque Dios no fuerza a nadie vivir santamente, creer en Él, y deja libre la voluntad humana. Cuando pedimos a Dios iluminación y ayuda, Él puede cambiar el camino natural de los hechos y hacer lo que nos parece imposible. Por consiguiente, nuestra vida se define no tanto por factores externos, sino por nuestra libre voluntad y la Providencia Divina.

Las enseñanzas hindú-ocultistas, no creyendo en Dios-Persona, todo lo supeditan a los ciegos procesos cósmicos. Como para ellos no existe una Mente y Voluntad Superior, y nuestra libertad es nada más que una ilusión, entonces el destino lo dirige todo. La gente que sigue las escuelas orientales creen en el destino y la astrología. Para saber su futuro ellos se dirigen a los horóscopos, adivinos, naipes y creen en todos los signos. Para justificar su creencia en las constelaciones, ellos se refieren a la influencia de la Luna que regula las mareas de los mares, germinación de las semillas y el estado de salud de la gente.

No discutimos que las estrellas y la Luna, en cierta medida, tienen influencia sobre nosotros, de igual forma como los cambios de estaciones, temperatura y humedad, y un millón de otras cosas externas y internas. Pero ellas solamente influyen, mientras que Dios lo dirige a todo. Por eso la fe cristiana nos enseña a pedir constantemente a Dios, nuestro Salvador, que nos guía y ayuda. Con la oración ferviente se puede obtener lo imposible, de lo que tenemos muchos ejemplos.

 

Escatología (Enseñanza sobre el fin del mundo)

El cristianismo prepara a los creyentes para la segunda venida de Cristo, que acontecerá al final de la existencia del mundo físico. Con su llegada, el Señor resucitará a todos los muertos, después de esto, Él juzgará a todos los hombres y demonios. Entonces cada uno recibirá lo que merece por sus acciones. La tierra y todo sobre ella se quemará. Pero Dios va a crear un cielo nuevo y una tierra nueva, sobre los cuales “reinara la verdad.” Entonces, unos irán a la vida eterna y otros heredarán una condena eterna junto con el diablo y sus ángeles.

Las Escrituras Sagradas predicen que el tiempo antes del fin del mundo será un tiempo de alejamiento del cristianismo y una extrema potencia del mal. Aparecerán muchos falsos profetas, que van a atraer a la gente con sus tenebrosas enseñanzas. La fe en la gente se debilitará y ellos se van a dedicar a diversos vicios, ocultismo y adoración de los demonios. Esta apostasía del cristianismo será presidida por un “gran” gobernador, que las Escrituras llaman “bestia y anticristo.” Él encabezará al gobierno mundial como jefe político, y también como el inspirador de nuevas ideas religiosas. Su gobierno tendrá éxito, debido a un control estricto. El cristianismo será perseguido como una religión decrépita, fanática, inservible e inconsistente. Para los creyentes llegarán los tiempos de confesión y martírio.

La descomposición moral de la humanidad será acompañada de un desarreglo general, social y físico: aumentarán las guerras destructivas, epidemias mortales, el hambre, los sismos, el mar se “sacudirá” y hasta “Las fuerzas celestes se moverán.” Por suerte, el reino del anticristo no será prolongado. El Señor Jesucristo le pondrá fin “Lo matará con el espíritu de Su boca” (2 Tes. 2:8).

Las enseñanzas hindú-ocultistas están tomando en forma muy diferente a los últimos tiempos. Ellos describen la llegada del gran Avatar en tonos rosados. Este gran “maestro-mesías,” suponen ellos, traerá a la humanidad la tolerancia, el bienestar, instalará una paz y orden universal. Con su llegada sobre la tierra comenzará una nueva época feliz — el paraíso terrenal.

 

Así se ve que a cada punto de la fe cristiana los orientales anteponen algo propio, aparentemente parecido, pero en realidad diferente. Para una persona, no conocedora en teología, suele ser difícil discernir dónde está la verdad y qué pertenece a los inventos. “Demostrar” tal o cual verdad teológica no es posible, ya que esto pertenece al mundo espiritual, inaccesible al experimento de laboratorio. Sin embargo, si el hombre con todo su ser se dirige a su Padre Celestial en una oración de todo corazón, entonces vivamente sentirá Su presencia y un amor que reconforta. Esta experiencia íntima convencerá al hombre de que Dios es una Persona viviente, con la Cual se puede conversar, Quien recibe nuestros ruegos, ilumina a nuestra mente y ayuda en circunstancias difíciles. Ante esta viva percepción de Dios, todo la trama complicada de los conceptos hindú-ocultistas, se cae como una castillo de naipes.

 

Los puntos mas importantes de diferencia entre el

cristianismo y las enseñanzas orientales

El cristianismo

Enseñanzas del ocultismo

Dios es una Persona real, Creador, Legislador, Juez, que mora fuera del tiempo y del espacio. Es perfecto en todo, no es sometido a ningunos procesos de evolución o cambio.

Energía impersonal, realidad primordial, que pasa por los estados de concepción, desarrollo y desintegración.

El mundo no es eterno, es creado por Dios de la nada, igual que el tiempo, el espacio y la energía que lo llena.

El mundo y el Dios son un solo concepto. Desde la eternidad el mundo está pasando por los ciclos de concepción, desarrollo y desintegración.

Dios dirige el mundo y la vida de cada hombre. Siguiendo Su voluntad con obediencia, nada malo nos pasará y nuestro Padre Celestial nos llevará a la vida eterna.

El destino malo y la fatalidad, las acciones de fuerzas cósmicas ciegas, definen el futuro del hombre. Él es nada más que una insignificante partícula en el mecanismo cósmico.

El tiempo es lineal: la creación del mundo y del hombre, la encarnación del Hijo de Dios y Su misión de la redención de la humanidad, la resurrección de los muertos, el Juicio final y la vida eterna, son acontecimientos únicos e irrepetibles.

El tiempo tiene ciclos: el proceso de la aparición del mundo, su evolución y desintegración se repite continuamente. Los mundos aparecen para luego de nuevo destruirse.

El hombre — un ser formado por dos componentes — en el cual el alma y el cuerpo tienen unión eterna, sólo temporalmente interrumpida por la muerte. La personalidad del hombre, su autoconciencia son únicos e inmortales.

El alma es un estado pasajero. Después de numerosas reencarnaciones, ella se deshace en la nirvana, perdiendo su personalidad.

El pecado es un terrible mal moral, que vulnera nuestro ser. Sólo con la ayuda de Cristo el hombre se puede liberar del pecado.

No existe el pecado. En cambio, de una karma mala, el hombre se libera por medio de las reiteradas reencarnaciones.

El bien y el mal, la virtud y el vicio, la verdad y el error, son conceptos absolutos.

El bien y el mal son conceptos relativos y sus cualidades dependen del punto de vista y el intelecto de una persona.

Dios es la única fuente de las verdades religiosas. A través de Sus profetas y apóstoles Dios enseñó a la gente en qué hay que creer y como vivir justamente. Estas verdades, reveladas por Dios, se encuentran en las Escrituras.

No existe ninguna revelación Divina. Las enseñanzas hindú-ocultistas se basan sobre la intuición o la autoridad de los “espíritus.”

Jesucristo, una vez encarnado Hijo de Dios, es el único Salvador, quien para siempre va a permanecer como Dios-hombre.

Cristo es solamente uno de los avatares, en el mismo nivel que Krisna, Buda, Confucio, Mahoma y otros.

La Salvación. El hombre alcanza la vida eterna con la fe en el Señor Jesucristo y una vida virtuosa.

La idea de la salvación humana está ausente. La meta de la vida consiste en la “autoperfección” según las recetas yoga y meditaciones.

La resurrección de los muertos será realizada por Jesucristo al final de la existencia del mundo actual. Después de eso, cada persona recibirá lo que se mereció: o un premio eterno, o una condena eterna.

Las numerosas reencarnaciones del alma al fin del cabo se terminan con su disolución en el océano de la Realidad Primordial (nirvana).

Los pastores espirituales están llamados a enseñar lo que enseñaban los apóstoles de Cristo. No es aceptable inventar algo nuevo. Las palabras del pastor merecen confianza en la medida en que están en armonía con la enseñanza de la Iglesia de Cristo.

Guru — una autoridad independiente — algo como una divinidad. La sumisión a él debe ser completa e indiscutida.

 

La oración

y las iluminaciones místicas

“¿Si la luz, que en ti hay es tinieblas,

cuántas no serán las mismas tinieblas? (Mt. 6:23).

No importa cómo llamar a éste estado — percepción suprasensible, o la conciencia ampliada, sentido cósmico, iluminación mística, el sentido de su propia divinidad o algo semejante — la esencia es la misma. La enseñanza que propone este estado puede ser yoga, dzen-budismo, meditación transcendental, saientología, “la Nueva Era” o algún otro de los grupos ocultistas. Si de todos estos nombres sacamos la semántica externa inconsistente, se quedará una especie de “trance,” que al repetir los ejercicios, pasa en un estado de “engaño espiritual” bajo la influencia de los malos espíritus.

Todas las escuelas ocultistas llaman a conseguir el estado de iluminación mística. Para lograrlo ellos proponen en primer término deshacerse del criterio mental. Es una paradoja que las enseñanzas que más pretenden descubrir los misterios eternos de la existencia, declaren a la mente y a la lógica como enemigos de la experiencia interna y como un obstáculo para la iluminación espiritual. Junto con la mente ellos rechazan a todas las autoridades espirituales, igual que a la revelación Divina y la experiencia de los santos cristianos.

Eliminando un criterio objetivo — que hay que considerar una iluminación verdadera y que es el producto de engaño propio y sobreexcitación — los hindú-ocultistas proponen un principio subjetivo. “Si funciona, entonces está bien.” Preguntando a los que llegaron a la iluminación mística ¿cómo lo han hecho?, no se obtiene respuesta sensata, pero ellos giran los ojos y parecen caer en trance. Luego, volviendo en sí, con una dulce sonrisa aconsejan: “prueben y se convencerán.” Cuando los sentidos sustituyen a la mente y el criterio objetivo se rechaza, los intentos de separar a la realidad de la ilusión se hunden en el mar de subjetividad.

En el cristianismo toda impresión subjetiva debe verificarse con el testimonio positivo de las Escrituras y la experiencia espiritual de la Iglesia. La mente debe vigilar a las emociones y no permitirles recalentar los sueños. En caso contrario, una persona se encuentra en un camino peligroso y puede caer en la seducción diabólica.

La iluminación espiritual es conocida por muchos hombres piadosos. Este estado lo experimentaron los antiguos profetas, los apóstoles de Cristo y los anacoretas. Todos ellos previenen contra la búsqueda activa, con diferentes métodos, de la iluminación mística. Primeramente hay que purificarse de los pecados con la penitencia, corregir su corazón, afectado por las pasiones, y humildemente dirigirse hacia Dios — ésta es la primera y principal meta de la vida cristiana. La verdadera iluminación espiritual proviene de Dios, cuando Él la envía por su voluntad. Es una misericordia Divina y no una recompensa por un esfuerzo personal o premio por los sacrificios.

En una genuina iluminación espiritual el hombre percibe vivamente la grandeza de Dios y la propia indigencia; el mundo y todo lo que lo rodea como si no existiera y el tiempo se inmóvilizara. En este estado, el hombre siente una inefable paz interna y una profunda emoción. Todas las fuerzas del alma — mente, sentidos y voluntad — forman una armonía y en el corazón se enciende el amor filial a Dios. No hay ni sombra de este estado dulzón, sentimiento de superioridad y divinidad, que experimentan los ocultistas en su “iluminación mística.” Con la iluminación, que proviene de Dios, se hacen comprensibles y convincentes todas las verdades reveladas en las Escrituras Sagradas. No se rechaza la mente, pero se enriquece con el entendimiento más profundo de ellas.

Sin embargo, para protegernos de la presunción y orgullo, Dios, habitualmente, esconde de nosotros la presencia de Su luz. Pero una quieta y apenas perceptible luz espiritual penetra en el alma del hombre durante una sincera oración y arrepentimiento de corazón; también la lectura atenta de las Escrituras, pensamientos espirituales, la santa Comunión y presencia en servicios religiosos. Sólo en la otra vida nos será dado sentir con toda plenitud la alegría de encontrarse en la vivificante luz Divina.

Las escuelas orientales no sólo no previenen la gente de la posible seducción demoniaca, sino estimulan y recomiendan los métodos, que llevan a ésta. Diversos ejercicios yoga y la meditación prometen una liberación de las cadenas del cuerpo y la unión con la Realidad primordial. Como la envoltura del cuerpo oscurece la percepción espiritual con las sensaciones físicas, ellos llaman “liberar” su espíritu por vía de “proyección astral.” En el estado de trance se pierde el sentir del espacio y del tiempo, la comprensión crítica de lo que pasa se deprime, y es suprimida la defensa personal. Pero el desgraciado no entiende que abre la vía libre a los espíritus del espacio para penetrar en su subconsciente. Los seres del mundo invisible, habiendo encontrado entrada en el alma, tienen poder de influenciar al místico también después del trance.

Los que alcanzaron con el ocultismo la iluminación mística sienten un entusiasmo extraordinario y creen en su divinidad. Es un estado enfermizo y muy peligroso, que recuerda el efecto de los narcóticos. Encontrándose engañados con su superioridad, ellos sustituyen la veneración del Altísimo por un sentimiento orgulloso que dios “soy yo.” Aquí se evapora el entendimiento de la responsabilidad moral y del juicio Superior. El sentir subjetivo de su “sabiduría” se convierte en el criterio y arbitro de sus acciones.

Presentamos aquí las principales diferencias de la comprensión cristiana y ocultista de la espiritualidad.

 

Dos caminos

El cristianismo

Enseñanzas ocultistas

El hombre, aunque creado para la bienaventuranza, en su actual estado, vulnerado por el pecado, necesita ser curado.

Se niega la presencia de la vulneración moral, el pecado se considera como error de la mente.

Lo importante es creer en Dios, dirigirse a Él con arrepentimiento y comenzar una vida virtuosa. La plena alegría en la unión con Dios es destinada solamente a la vida futura.

Ni la fe ni la penitencia son necesarios. La felicidad se consigue por cualquiera, cuando lo desea.

Los Santos Sacramentos del Bautismo, Penitencia y Comunión purifican al hombre de sus pecados y renuevan su naturaleza espiritual, transformando al cristiano en un templo del Espíritu Santo.

Todo se considera innecesario.

La oración representa una conversación con Dios. Lo más importante en ella es la concentración y la sinceridad, con los cuales, la mente y el corazón se dirigen a Dios.

La meditación consiste en una repetición automática de una palabra ocultista (mantra).

En la oración no hay que buscar un estado exaltado, sino una curación del alma y fortificación el la vida virtuosa.

La meta de la meditación y yoga es alcanzar el sentimiento de su propia “divinidad.”

Durante la oración hay que evitar de soñar y crear diferentes imágenes.

Hay que concentrarse en un objeto imaginario, de manera de unirse con él.

La oración y pensamientos sobre Dios siempre iluminan el alma, aunque, para preservarnos del orgullo, Dios, habitualmente, no nos deja sentir toda la alegría de la iluminación espiritual.

Las iluminaciones místicas, siendo resultado de un trance y seducción diabólica, crean un sentimiento de superioridad y fuerza interna.

La iluminación espiritual perceptible es enviada por Dios en casos excepcionales.

Siguiendo los métodos psicotécnicos se puede lograr siempre una iluminación mística.

La mente debe estar vigilando el corazón, protegiéndolo de la seducción diabólica.

La mente es declarada una enemiga de la iluminación mística.

Ante una verdadera iluminación, el hombre siente vivamente la grandeza de Dios y su propia indigencia. Su corazón se llena de una paz inefable y amor a Dios y el mundo físico parece no existir.

El hombre logra una conciencia cósmica y el sentimiento de unión con la naturaleza.

Con la iluminación espiritual las verdades de la fe cristiana se tornan comprensibles e importantes.

El hombre se convence que no le son necesarios ni Dios, ni Sus revelaciones. Está feliz... él mismo es un dios.

La oración siempre exige un esfuerzo interno, una concentración, y por eso es trabajosa, hasta para los hombres consagrados a la vida espiritual. Así la oración, igual que la vida cristiana, representan “el camino estrecho, que lleva a la vida.”

La meditación yoga enseña a relajarse, a no pensar en nada. En comparación con la oración, se la puede llamar “el camino ancho,” contra el cual nos prevenía nuestro Salvador.

De manera, que la oración cristiana y el pensamiento dirigido a Dios, de un lado, y los métodos orientales de yoga y meditación, que llevan a la iluminación mística, por el otro, son dos caminos diferentes que conducen al hombre en direcciones y resultados opuestos.

 

Las sanaciones “codificadas”

“Muchos Me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos

en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios,

y en Tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé:

Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de maldad” (Mat. 7:22-23).

Jesucristo vino para liberarnos del poder del diablo y de la esclavitud del pecado. “Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Jn. 8:34-35). En el Sacramento del Bautismo el hombre se saca las cadenas del vicio y recibe de Cristo la fuerza para luchar con sus malas inclinaciones. No hay tal pasión o tal vicio que el hombre no pudiera vencer con la ayuda de Dios. Sólo hay que comenzar con decisión la lucha contra el pecado, iniciar una vida espiritual — rezar, hacer una sincera penitencia, Comulgar y pedir ayuda a Dios. Es notable que en el proceso de sobreponerse a sus fallas, el hombre se fortifica y crece espiritualmente. En este crecimiento interno es la meta de nuestra vida terrenal.

Como todo lo contrario a la sanación benigna del alma en la religión cristiana, una serie de modernos cultos orientales (Krishnaitas y otros) y una gran cantidad de “sanadores” particulares, y extrasensos ofrecen sus servicios para curaciones. Ellos prometen una curación completa en todas las dolencias, también tan pesadas como alcoholismo, tabaquismo, toxicomanía, obesidad, pasión lujuriosa y otras. Con algunas variaciones en los métodos, la sanación se produce por la vía de “codificación.” Se aplica la influencia oculta sobre la psiquis del paciente a través de la energía concentrada del codificador. La condición principal de la codificación, como en otras actividades mágicas, es una total abertura, atención pasiva y plena confianza en el “sanador.” Se conocen casos de personas que se liberaron completamente de sus dolencias. Pero hay que saber que semejantes “sanaciones” pueden resultar mucho peor que la dolencia, de la cual el hombre quiso liberarse.

Los extrasensos, los hipnotistas y los codificadores con los métodos del ocultismo destruyen el sistema defensivo del alma humana, que la defiende del mundo tenebroso, diabólico. Esto ocurre, porque el paciente concentra su atención en la persona del “sanador,” a través del cual, como de un médium, penetra la acción demoniaca. Por su acción la codificación se parece a la operación quirúrgica de lobotomía (corte de hemisferios del cerebro). Con esta operación se elimina el puente de excitación, en los enfermos patológicos agresivos, pero se pierden para siempre las cualidades humanas superiores (el intelecto fino, emociones, posibilidades creativas y en particular la fe en Dios, la oración y la posibilidad de la vida cristiana). Pero si hasta entonces el hombre no vivía espiritualmente, él no va a notar la pérdida de sus condiciones espirituales.

De cualquier manera el hombre paga por la curación ocultista con su salud espiritual, ya que alguna parte de su naturaleza espiritual se atrofia para siempre. (Ver la investigación de patología oculta de Dion Forchun, “La defensa psíquica contemporánea” “Sofía.” Kiev 1993).

Particularmente terribles resultaron los trabajos de codificación de tal Krivonogov, quien usaba el método del hipnotismo psicotrópico, con el cual convirtió centenares de seguidores de la “Hermandad blanca” en verdaderos zombies. Los daños psíquicos de su método resultaron tan nefastos, que ni los médicos, ni otros extrasensos e hipnotistas, reunidos de todos partes, con todos sus esfuerzos no llegaron a descodificar a las víctimas de Krivonogov. Sobre este caso trágico se escribió mucho en los diarios de Rusia y Ucrania en los años 1993-95.

Nota. En los últimos tiempos mucha gente está preocupada por el problema de maleficios y el “mal de ojo.” Para los brujos y extrasensos profesionales esto se convirtió en entradas lucrativas. Mientras uno de ellos hace un maleficio, el otro lo saca, y de esta manera se ayudan mutuamente en el negocio. Hay en esto mucha charlatanería, pero siempre existe la posibilidad de intervención de los seres de otro mundo. Para la defensa contra ellos y todos los tipos de maleficios, la única cosa segura es pedir a Dios la Gracia del Espíritu Santo, la cual una persona creyente recibe en Su Iglesia. Un creyente debe dejar de temer a los maleficios y con todo su ser dirigirse a Dios para la defensa y ayuda: orar, leer con atención la palabra de Dios, arrepentirse, tomar la Comunión (digamos una vez por mes), hacer el bien a otros. Entonces ninguna influencia de los espíritus tenebrosos podrá acercársele.

 

Los principales cultos orientales

El hinduismo

El hinduismo apareció 1500 años antes de la venida de Cristo, después de la irrupción de las tribus arias a India desde el Asia Central. Ellos pasaron en adelante muchos estadios de evolución y fragmentación. Los conquistadores arios trajeron la creencia Vedismo (la fe en distintas deidades, cuyo numero aumentaba continuamente). Los arios creían en la reencarnación, practicaban el rito de purificación por el fuego y cremaban los muertos. Al principio estas creencias paganas se trasmitían oralmente, pero 1000 años antes Cristo ellos empezaron a escribirse en forma de oraciones y poemas de nombre Vedas o Vedanta (“pensamiento sabio” o “conocimientos”). Este compendio marcó profundamente la formación religiosa y filosófica del subsiguiente hinduismo. Muchas deidades del hinduismo antiguo, de un nivel moral muy dudoso, se nombraron protectores de distintas formas de sadismo y de perversiones sexuales. Sobre el terreno de la reencarnación se formó el sistema de las castas hindú.

Desde el siglo 6 a.C. comienza el periodo de “upanischades,” cuando la religión hindú tomo un carácter más pesimista. Durante este periodo se desarrolló el ascetismo y creció la autoridad de los gurus, como maestros religiosos. Comenzaron a formarse los principios básicos del hinduismo contemporáneo y el tosco panteísmo pagano se inclinó hacia el principio de monismo, según el cual todo, Dios y el mundo, en su escénica, son una misma cosa. Esta idea panteística se hizo piedra fundamental del hinduismo. La vida terrenal se consideró como una cadena de reencarnaciones (sansara, metampsicosis) y la meta de la vida es el deseo de liberación de la ley punitiva del karma. La libertad completa (moska/mukti) de los ciclos de la vida llaga cuando el alma humana (atman) confluye y se disuelve en el alma universal de Brahman. Sobre esta idea se basa la rama brahmánica de hinduismo. Aproximadamente en el mismo periodo apareció el Budismo, como una reacción contra los abusos de la casta brahmánica.

El desarrollo del hinduismo llegó a su último periodo con la aparición del cristianismo, cuando los escritos de Veda tomaran importancia de escritura sagrada. El filósofo religioso Shankara desarrolló la idea “maya,” o sea que todo lo que vemos — objetos y acontecimientos — son todo ilusión. El ascetismo se hizo todavía más severo y la conciencia del deber moral, “dharma,” tomó el camino de liberación de lo ilusorio del mundo, y hacia la confluencia con el “Único.” El dios-brahma tomó un lugar dominante entre las deidades y el “señor” Krishna (la 10ª encarnación del dios Vishnú) se hizo el objeto de veneración general.

A pesar que en toda su existencia el hinduismo evitaba el proselitismo, en el año 1890 comenzó a introducirse en USA, cuando Swami Vivekananda (discípulo del reformador Ramakrishna) fundó en Nueva York la Sociedad Vedanta. Desde entonces surgieron numerosas sociedades de orientación hindú: la meditación Transcendental, la sociedad universal de autoconciencia de Krishna, Misión de la luz divina, la sociedad de Eckankar. Muchas sectas y cultos contemporáneos, y “corrientes orientales” están saturados de las ideas hindú: teosofía, Christian Science, antroposofía, masonería, Baha'l Faith, church of Scientology... Además de estas enseñanzas apareció un gran número de gurus autoconsagrados, quienes ofrecen sus métodos de autoconocimiento y la abertura del potencial interno.

La enseñanza. La literatura de las Vedas constituye una mezcla de materiales muy variados religioso-filosóficos y de la épica popular. La primera parte de la Vedas (Rig Veda) consta de himnos, fórmulas de ofrecer sacrificios, leyendas, oraciones — saturados de politeísmo pagano. La segunda parte (Upanishadas), aparecida más tarde, contiene el punto de vista hinduista religioso-filosófico. Mientras el hinduismo antiguo incluía cantidades incontables de “deidades,” con el tiempo comenzaron a considerarlos como manifestaciones de un solo principio. La sentencia hindú que dice: “Brahmán es uno solo y no hay otro además de él” — aparentemente suena monoteísta. Pero Brahmán no es una Personalidad transcendental, sino un principio, como base de existencia. Tres de las numerosas antiguas deidades paganas adquirieron una importancia particular. Así, Brahmán se empezó a considerar como dios-creador, Vishnú como dios-conservador, y Shiva como dios-destructor. Cierto, aquí no hay nada en común con la Trinidad cristiana. Todos ellos son imágenes del mismo principio impersonal de existencia. Además, a Vishnú se le atribuyó la capacidad de “encarnarse” y tomar forma humana.

Como el mundo consta de pura energía, los objetos materiales son una ilusión nuestra. Como el sueño existe para el que duerme, así también nuestro mundo es una especie de sueño de la divinidad. Dios es el alma del mundo (Mahatman) y cada una de las almas separadas (Atman) es su reflejo. Como sabemos, el hinduismo atribuye una gran importancia al karma y a la reencarnación, y ésta teoría penetró también en la teosofía, “Nueva era” y otros cultos orientales. El hinduismo no posee un sistema único de salvación. En lugar de esta la filosofía yoga (iluminación mística y confluencia con el alma mundial) propone caminos distintos, de los cuales el hombre puede elegir cualquiera, según sus capacidades y inclinaciones. La meta de todas las especias de yoga es descubrir a su propia “divinidad.” Diversos caminos llevan a la misma meta, unos son mas rápidos y fáciles, otros más prolongados. El ignorante debe reencarnarse miles de veces hasta que alcance la paz en el nirvana.

No se rechaza la existencia del paraíso y del infierno, paro no representan puntos finales, sino se toman como estados pasajeros del alma en las reencarnaciones. Como el hombre es parte del alma mundial, y por consiguiente “dios,” el pecado es sólo una ilusión y el sentimiento de culpa moral y la responsabilidad ante el Juez — ideas supersticiosas de una turba. Vivekananda dijo: “el pecado consiste en considerar a alguien pecador.” Creyendo así, el seguidor del hinduismo no siente necesidad de arrepentirse y corregirse según los mandamientos, revelados por Dios. La meta vital y reencarnaciones es llegar al nirvana, la disolución en el Brahma, que es la destrucción de la existencia personal y representa la muerte eterna. Esto se declara máxima bienaventuranza.

Mientras cada religión posee su jerarquía y un sistema de gobierno, en el hinduismo reina una total anarquía. Hinduismo puede expresarse en ritos muy diversos — desde altos y espirituales hasta los más bajos y crueles. Unos rechazan totalmente verter la sangre, otros tienen los sacrificios más sanguinarios; desde el ascetismo más riguroso, hasta el mas amplio libertinaje. No existe en él ninguna ley moral ni servicio religioso centralizado.

“La verdad es una. Son los humanos que la expresan en forma diferente” — dicen las sagradas escrituras hindú. Esta máxima define claramente la escénica del hinduismo como una religión más cambiante y acomodada a la falsedad. Ella acepta todas las religiones, considerando todas iguales. Absorbiendo durante siglos todas las creencias más variadas, el hinduismo es saturado de contradicciones, lo que no molesta a sus seguidores. Pero con su carácter amorfo y cambiante el hinduismo no carece totalmente de dogmas. Su amplitud y tolerancia se apoyan en la piedra fundamental: que todo es uno. De esto provienen sus particularidades — diversidad, contradicciones de ideas y ausencia de normas claras morales.

 

Budismo y Dzen-budismo

El budismo surgió sobre el sustrato del hinduismo y heredó mucho de él. También no tiene doctrina definitiva ni algún tipo de organización. Representa el budismo una religión o una filosofía — es discutible. El fundador de esta enseñanza, Buda, no consideraba a sus opiniones como una religión. Él no reconocía a dioses, ni doctrinas, ni creencias. Olkott, uno de los fundadores del movimiento teósofo, en su “catequismo budista” define así al budismo: “Entre todas las religiones el único es el Buda quien enseña el bien superior sin Dios, continuar la existencia sin alma, bienaventuranza sin cielo, santidad sin el Salvador, redención — con sus propias fuerzas, sin oraciones, ni ceremonias, ni penitencia, sin ayuda de los santos o sacerdotes. Al final enseña la perfección alcanzable en la vida terrenal. Llamar al budismo ateísmo, es perfectamente correcto, y los budistas no protestan a esta definición.

Todo en el budismo — sus rituales, métodos, filosofía y arte — tienen como finalidad destruir a la ilusión que el hombre existe, y no sólo el hombre, sino en general todo en el Universo se considera de no tener contenido definitivo, ¡todo es ilusión! Por eso los principios del budismo están expresados generalmente en términos negativos. Budismo es la filosofía del pesimismo.

Historia. El budismo fue fundado por Siddharth Gautama (563-488 a C.), los datos del cual están llenos de leyendas. Se cuenta que era un rico príncipe hindú, y desde su infancia rodeado de todo lo agradable y hermoso. Pero, ya adulto, cuando logró salir del palacio y vio cómo vive otra gente, se estremeció por ver la extrema indigencia y sufrimientos. Después de esto él abandonó sus riquezas, esposa e hijos, y comenzó a deambular como un mendigo en busca de la verdad. En un estado de profunda meditación lo iluminó el pensamiento: que la causa de todos los sufrimientos humanos es la sed de vivir. Matando dentro de sí a todo deseo... los sufrimientos van a cesar. Habiendo comprendido la vida en esta forma, dedicó el resto de sus años a desarrollar y predicar su enseñanza. Como a uno que recibió la iluminación, lo comenzaron a llamar Buda, lo que significa “el iluminado.”

Buda predicaba en su país contra el sistema de las castas y enseñaba sobre la igualdad de todos los hombres ante Dios. Destacaba la misericordia y la compasión. Llamaba a todos a hacerse monjes, ya que sólo los monjes pueden llevar la vida en indigencia, necesaria para la “iluminación.” Toda actividad que ata al hombre a lo material le trae sufrimiento. Buda no decía nada sobre la existencia futura, ya que consideraba ese tema irreal. Él veía la finalidad de la existencia en nirvana — estado de quietud libre de todos pensamientos, sentimientos y deseos. A este estado él llamaba bienaventuranza.

En el año 236 a. C. un consejo formado por 500 monjes budistas reunió y anotó las palabras conservadas de la enseñanza de Buda. Así se formó el compendio Tipitaka. Con el trabajo activo misionero de Ashok (274-236 a. C). el budismo se extendió rápidamente en Birmania, Ceilán, Siria, Egipto y Macedonia. Sin embargo, después de la muerte de Ashok, el budismo se fragmentó en sectas.

La enseñanza. Las cuestiones de la existencia de Dios, el origen del mundo y del hombre, y problemas similares, “abstracciones,” no atraían la atención de Buda. El punto de partida de su enseñanza es sumamente práctico: de dónde provienen los sufrimientos y cómo evitarlos. Como base para resolver este problema, Buda puso cuatro “verdades cardinales”: 1) Los sufrimientos llenan todas las facetas de la vida, desde el nacimiento del hombre hasta su muerte. 2) La causa de los sufrimientos está en la sed de la vida y de recibir las satisfacciones. 3) Por eso, para liberarse de los sufrimientos, hay que suprimir en sí todos los deseos. 4) Esto se logra siguiendo el camino de 8 medidas: correcta visión del mundo, correcta decisión, correcta palabra, correcta acción, correcta vida, correcta tendencia, correcto recuerdo y correcta profundisación. Siguiendo el camino de 8 medidas, indicados por Buda, el hombre evita la ley de karma y los infructuosos ciclos de reencarnación. Liberándose el hombre de todos los deseos, al final se sumerge en el “bienaventurado” estado de nirvana, o sea, se va apagando. A pesar de que la idea del budismo es muy simple, las reglas del “camino” son numerosas y complicadas, es decir, su estudio exige toda una vida. Esta circunstancia hace al budismo la más paradójica y complicada enseñanza.

La fuerza de voluntad, o autocontrol, es el tema central del budismo. Todo acontecimiento se ve como resultado de “alteración,” emoción o oscurecimiento de la conciencia transcendental del principio Absoluto. Esto es algo indebido y negativo. El hombre que “conoce la verdad,” que la existencia no debe existir, ya que contradice la escénica del principio Absoluto — entra en el camino hacia la calma y la paz definitiva de la nirvana. Budismo prescribe un rechazo decidido del mundo. Su ideal es la destrucción de la existencia de la personalidad. En esto es contrario al cristianismo, que reconoce la personalidad como lo más importante en el hombre.

Todos los esfuerzos de un sabio budista están dirigidos no en descubrir las facetas positivas de la existencia, ni en la adquisición de la verdad, sino para desmitificar la vida como engañosa y fantasmagórica. Todo este trabajo místico-filosófico es para disminuir la intensidad de la existencia y hasta su total supresión. El budismo lleva no al crecimiento del espíritu humano, como en el cristianismo, sino a su apagamiento.

En el budismo la virtud se ve como algo pasajero, que se vuelve una traba en los peldaños superiores del perfeccionamiento: ya que todos los actos de nuestra vida conllevan una nueva reencarnación. Acciones malas tampoco convienen, porque aumentan los sufrimientos en la nueva encarnación. El budismo tiene ausente el concepto del pecado original, igual que el problema del mal. Dice que “el mal debe existir junto con el bien, como la luz y tinieblas, el placer y el sufrimiento, ya que de otra forma el orden pierde su significado no habiendo caos, como el superior no puede existir sin inferior.” No importan las necesidades de los demás, nadie para ellos debe sacrificar su propia salvación — es la moral budista.

Rechazando creer en el Creador y viendo el mundo como un mal, la idea budista introduce el mal en el mismo Absoluto, en el cual nace una incomprensible inquietud y agitación inútil, que hacen nacer a nuestro mundo “infimo” que sólo merece una destrucción. En lugar de la oración se propone meditación, en lugar de comunicación con Dios, ‘la iluminación mística’.

Las ramificaciones del budismo

Con el tiempo el budismo se separó en dos ramas principales: la liberal (Majaina — la gran carroza o el camino ancho de la salvación), y la conservadora (Teravada — camino del anciano y de los pocos). Son tan distintas, que se les puede considerar como dos religiones diferentes.

La rama liberal Majaiana se divulgó en el norte: China, Japón, Corea, Tíbet, Indonesia y Vietnam. En ella se subraya el culto budista: los incensarios, magia, los rituales del culto, a las estatuas de Buda se rinden homenajes como a Dios, y además veneran numerosas deidades. En el Tíbet la forma es de mayor ocultismo, tiene por gobernantes muchos “sacerdotes,” lamas, quienes explican la filosofa del budismo. Ellos recomiendan una vida pensante, pacífica, tranquila. Llaman a entrar en armonía con la naturaleza.

La rama Taravada (conservadora) se difundió en el sur: Ceilán, Birmania, Camboya, Tailandia. Tiene por base los escritos de Tipitaka, que llaman a la vida monástica: hay que consagrar toda la vida al budismo. La nirvana como meta final de la existencia. La virtud principal es la sabiduría. Esta escuela evita los rituales y recomienda la meditación. El concepto de Dios como Persona real... está completamente ausente.

Además existe también el dzen-budismo, o sólo dzen, que es la versión japonesa del budismo. En el dzen el análisis lógico es tabú (prohibido). Se considera imposible aprender algo de alguien, como tampoco enseñar algo a otra persona. Cada uno debe solo liberarse de prejuicios y opiniones ajenas. Dzen rechaza a todas las enseñanzas y religiones; los milagros y hechos sobrenaturales, declara todo esto ilusión y fata-morgana. Dice que la realidad no tiene un contenido objetivo, existe solamente una impresión subjetiva. Las ‘verdades’ se perciben directamente, por intuición, cuando lo percibido y quien percibe confluyen en uno. Al principio lo escrito puede ser útil para ayudar a la meditación. La intuición es buena, pero no es la meta, ya que dzen insiste que él no tiene meta. Lo importante es la actualidad y no el futuro. Dzen cree en la intuición humana, como infalible. Toda la autoridad es rechazada.

Para el desarrollo personal dzen llama a ejercicios reforzados de la meditación (varias horas por día), durante la cual hay que liberar la mente de todo terrenal, no pensando ni en el bien, ni en el mal. Es importante concentrarse en un solo pensamiento y agotar totalmente su contenido. El aprendizaje viene desde el interior. Es importante sentirse parte del Entero y en este momento se experimenta la “iluminación,” lo que es la máxima felicidad. En realidad estas “iluminaciones” y la aparición de demonios es el resultado de la meditación, según las recetas de dzen.

La doctrina de dzen es caótica, ella no afirma ni niega nada, sólo indica el “camino.” Igual que el hinduismo, dzen enseña que Dios y el hombre son la misma cosa, y por eso no hay objetos de veneración, ni Escrituras Sagradas, se excluyen los rituales y ceremonias. No reconoce la virtud ni el pecado, como percepción subjetiva. Dzen se dirige directamente al hombre para que se siente bien, y todo lo demás no tiene importancia. Dzen atrae a las personas que sienten aversión para las dogmas y autoridades. Puede ser por eso que dzen se impone a los intelectuales contemporáneos, cansados de las informaciones desespiritualizadas. La cantidad de budistas llega a 300 millones, poniendo esta religión en el 4º lugar por el número de adherentes.

En los años 60 la filosofía de dzen-budismo hizo nacer en USA el movimiento hippy con su amor “libre.” Las exigencias morales del dzen-budismo son bastante severas para los principiantes, pero el maestro de dzen es libre de hacer lo que quiere. El budismo actual está saturado de ocultismo, brujería y comunicación con los espíritus. El budismo atrae por la ausencia de dogmas y porque se adapta fácilmente a distintas religiones. Llama a sus adeptos a elevarse por encima del amor y el odio, el bien y el mal, que son peligrosos, atando a la gente a la rueda del universo, que gira. El único estado aceptable es el alejamiento e indiferencia. En los peldaños superiores se enseña que el bien y el mal como categorías morales — no existen ya que ellos pertenecen a la existencia, cuyos deseos deben ser deprimidos.

El cristianismo, al contrario, no ve mal a los deseos, ya que Dios mismo nos dio la sed de crear, perfeccionarse, alegrarse de vivir. Por desgracia, el pecado vulneró el balance primordial entre los deseos físicos y del alma y ésta, que debería ser señora del cuerpo, se trasformó en su esclava. Se confundió en nosotros en correcto entendimiento de los valores, de manera que a menudo tratamos de conseguir lo que no necesitamos y hasta lo que es nocivo, y dejamos de lado los bienes valiosos — como la comunicación con Dios y la paz interna. La meta de la fe cristiana ‘es ayudarnos a ordenar nuestros pensamientos y deseos y dirigir todos nuestros esfuerzos en lograr la vida eterna’.

 

Teosofía

La teosofía es una mezcla compleja de distintas escuelas ocultistas antiguas y más contemporáneas, gnosticismo, neoplatonismo, cábala, misticismo medieval con agregado de budismo y las fantasias de su fundadora Elena Blavazki.

A pesar de que la mayoría de los tesis de esta fantástica y entreverada enseñanza son antiguas como el mismo hinduismo, la Blavazki supo despertar el interés a las olvidadas ideas del ocultismo y presentarlas en una forma mística que atrae a la gente con tal inclinación. La teosofía llama con frases publicitarias altisonantes: formar una hermandad mundial, que unificaría a los hombres de todas las razas y diferentes puntos de vista, fomentar el estudio de las religiones, corrientes filosóficas y últimos descubrimientos científicos; penetrar en las misteriosas fuerzas de la naturaleza y fenómenos paranormales.

Usando algunos términos cristianos la teosofía está saturada de ideas panteístas. Todas sus afirmaciones sobre el desarrollo espiritual y unión con el principio divino se apoyan sobre la metafísica ocultista y psicología inventada. Su ética niega lo absoluto del bien y el mal, la voluntad libre y somete, junto con el hinduismo, a sus seguidores a la ley del Karma. La teosofía no posee ninguna demostración de sus declaraciones pseudocientificas — sólo palabrería de sus líderes, saturados de un misticismo enfermizo, charlatanería y trucos paramilagrosos.

A pesar de que la cantidad de las lógias teósofas nunca fue grande, sus ideas tuvieron una fuerte influencia sobre la alta sociedad de Rusia antes la revolución, y actualmente sus ideas están aceptadas por una serie de sociedades ocultistas, incluyendo “Nueva Era” (New Age).

La Historia. La fundadora de la teosofía, E. Blavazki, nació en Rusia en 1831 en una familia de clase alta,de descendencia alemán. Desde su infancia demostró calidades de médium y más adelante practicaba el espiritismo. Su casamiento a la edad de 17 años con el anciano general Blavazki duró 3 meses. Después del divorcio ella viajó mucho, visitó la India y el Tíbet. Más tarde, en sus libros, ella afirmaba que durante esos viajes entraba en contacto con seres incorpóreos, mahatmas, quienes le revelaban los misterios de la existencia. Entre estos ella veneraba especialmente a uno, a quien llamaba el Poderoso (seguramente “el príncipe de este mundo”).

En 1872 llegó a Nueva York y se ocupó de espiritista, y junto con el coronel Olkott fundó la sociedad teosófica (1875) que todavía existe. Tres años más tarde, junto con Olkott viajó a India y fundó el centro de teosofía mundial. Desenmascarada en su charlatanería, tuvo que dejar la India y se puso a viajar por toda Europa divulgando el ocultismo. Finalmente paró en Londres, donde, en 1884, sus pretensiones de milagros y correspondencia con seres incorpóreos fueron investigados. La sociedad Physical Research encontró todo inconsistente y públicamente la acuso de usar brujerías, hipnosis y sobre todo charlatanería. Perdió autoridad, pero no se tranquilizó, continuó escribiendo y difundiendo sus ideas. En sus composiciones hay numerosas copias de literatura ocultista antigua, mayormente de cábala. Entre sus “obras” se conocen “La doctrina secreta” y “La voz del silencio.” El escritor V. Soloviev, quien la conoció personalmente, la acusó de truculenta y deshonesta (“la contemporánea sacerdotisa de Isis”).

E. Blavazki era de baja estatura, obesa, con ojos saltones y de conducta desequilibrada. Temprano rechazó la fe Ortodoxa (en la que fue bautizada), odió el cristianismo y todos sus esfuerzos los dirigió para luchar con los dogmas cristianos y sustituirlos por ideas del ocultismo. Basaba su autoridad en los “milagros” que hacía con la materialización de objetos y las revelaciones de los seres incorpóreos, quienes, según ella, le dejaban “notas,” explicando los misterios de la existencia. En su juventud ella redactaba una revista con el nombre “Lucifer” con el fin de rehabilitar el espíritu citado — a este su “viejo amor” ella quedó fiel toda su vida. Varias veces fue casada, tuvo amantes y un hijo extramatrimonial. Vulgaridades y malas palabras caían fácilmente de su boca, hacía alborotos, fumaba y abusaba de narcóticos (hashish). Desde el punto de vista psicológico ella representaba un caso complejo de esquizofrenia. Su biografía hace recordar las palabras de Cristo: “por sus frutos les reconoceréis” referidos a los falsos profetas. El escritor Gogol la llamaría seguramente un personaje “histórico,” porque donde ella aparecía se producían siempre “historias” desagradables. Esta mujer-gurú murió en 1891, en Londres.

Después de su muerte Olkott seguía dirigiendo la sociedad teosófica a pesar de un gran bajón de ésta. Su más fiel discípula fue Annie Besant (1847-1929), que logró revivirla. Ella también encabezó la rama Esotérica de la sociedad, cuya actividad era brujería y espiritismo. Todavía existen unas pocas logias teósofas en Europa y América. Las ideas ocultistas fomentaron el alejamiento de la iglesia a la clase intelectual en la Rusia prerevolucionaria y ayudaron a penetrar al comunismo. La iglesia liberal católica actual está saturada de las ideas teósofas, y también el movimiento Nueva Era.

La enseñanza. Por su extrema confusión las tesis teósoficas son difíciles de investigar y refutar punto por punto. Lo escénical de la teósofia está construido sobre afirmaciones inconsistentes, cuyo coraje proviene de la enorme fantasía de los “profetas” ocultistas.

En forma parecida a los antiguos neoplatónicos y gnósticos, la teosofía afirma que los distintos libros religiosos contienen una sola enseñanza que les hace iguales. Es necesario sólo descubrir esta idea secreta que les une a todas. Ya vemos que esta afirmación es inconsistente. La Biblia cristiana no tiene ninguna doctrina secreta. Al contrario, todo está expresado con máxima claridad, de manera que los hombres más sencillos pueden entender la palabra de Dios y construir su vida en forma correcta.

Como el hinduismo, la teosofía dice que existe un Principio Absoluto (alma mundial), que nuestra mente no entiende, que el mundo es eterno y pasa sus ciclos del nacimiento, desarrollo y muerte, para renacer en otra forma. Las almas humanas son parte del alma universal. Existe una gran cantidad de dioses, espíritus con su jerarquía cabalística. “Dios” es abstracto, no posee personalidad y es completamente pasivo con respecto a los destinos de la humanidad. Igual a los gnósticos, la teosofía le otorga un principio femenino a la divinidad-Sofía (sabiduría). Completando al hinduismo, enseña que existen el día y la noche de Brahmán: cuando Brahmán entra (día) aparece el universo, y pequeñas porciones de él — los “yo” de los hombres se visten de diversos cuerpos físicos, astrales, mentales, etc., ésta es la vida. Cuando sale el Brahmán (noche) todo se destruye y los “yo” humanos de nuevo se disuelven en él. Y así hasta el infinito: aparición y destrucción de los mundos, un círculo eternamente cerrado. De infinita no perceptible Realidad emanan las deidades, diversos espíritus y las almas humanas (eones de los gnósticos). El mundo y los hombres deben pasar 7 (?) peldaños evolutivos. ¡No hay que decir, hasta qué punto, todas estas afirmaciones son fortuitas!

Oficialmente la teosofía no lucha con el cristianismo, pero lo considera una forma inferior de la ciencia religiosa. Lo acepta como peldaño más bajo en la masonería, pero en los más altos se exige la comunión con la “verdadera” religión. En la sociedad teosófica se permite frecuentar los templos y cumplir las costumbres cristianas sólo a los que saben poco. “La ‘verdad’ es superior a la religión” — afirmaba la Blavazki. Ella veia a las religiónes como caminos que llevaban hacia el único centro y fomentaba el estudio de todas las religiones para enriquecerse con sus experiencias.

La teosofía pasa de largo al ascetismo, sustituyéndolo con una mística mental e investigación propia de ideas filosóficas y religiosas. Afirma que conociendo los métodos teósofos, el hombre puede penetrar en los misterios egipcios y de astrólogos Caldeos, y la sabiduría de todos los siglos. Promete al hombre fuerzas sobrenaturales: la clarividencia, los vínculos telepáticos, la capacidad de influenciar y someter la gente a su voluntad.

Así, la teosofía de Blavazki constituye una enmarañada mezcla de enseñanzas ocultistas y panteístas. Negando la Autoridad superior y la Voluntad que todo lo dirige, ella a todas sus afirmaciones las transforma en relativos, y a la virtud... cosa de gusto de cada uno.

Yoga

Junto con la difusión de las ideas oculto-orientales en Occidente, recibe una mayor popularidad el antiguo invento hinduista: el yoga. Es sorprendente que gran cantidad de médicos lo defienden como un método “eficaz y no peligroso” para alcanzar la salud física y psíquica.

En el sentido amplio, el hinduismo entiende el yoga como una actividad que conduce a la unión con el alma mundial. Hacia esta meta llevan varios caminos, unos más fáciles y rápidos, otros prolongados y más difíciles. Existe p. ej., Bhakti-yoga — la veneración de una divinidad hindú — es el camino más popular. Consiste en una repetición continua del nombre ocultista — mantra. Hay Karma-yoga, camino de servicio, que atrae gente activa. Luego hay Jnana-yoga — camino del conocimiento — que propone buscar un gurú maestro y estudiar las escrituras sagradas hindúes. Finalmente Raja-yoga, camino contemplativo con diferentes métodos de meditación, con los cuales se debe aprender a disciplinar su cuerpo y mente, para lograr samadhi — una confluencia con el Absoluto. En su práctica común yoga significa unos ejercicios especiales con posiciones definidas, regulación de respiración y meditación. Se propone el método de desarrollo de la clarividencia, con la “abertura del tercer ojo.” La clarividencia desarrollada, según afirman, abre la posibilidad de ver los acontecimientos a distancia, también pasados y futuros. En una etapa definida, el discípulo ve la cara iluminada de cierto “maestro,” quien se torna su director.

A medida que el hombre se perfecciona en los ejercicios yoga, alcanza distintos grados de abertura de sus sentidos. P. ej., según las recetas de agni-yoga (yoga del fuego E. Rerich), en una de las etapas se llega “ver las estrellas del espíritu,” cuando el hombre comienza a ver en el espacio unos puntos luminosos de distintos colores, y a esto se puede llegar sólo leyendo libros ocultistas. Luego viene la visión de los “fuegos purificados” (chakr), que según creen, perciben el mundo invisible que influye sobre el hombre. En la etapa siguiente se comienza a oír “al maestro invisible” quien le revela los misterios ocultos. (La Blavazki y Rerich escribieron muchos tomos dictados por estas voces). En el peldaño superior se manifiesta “la llama externa” que une la conciencia personal con la espacial. Esta etapa significa una total “abertura” de los sentidos hacia la unión con los espíritus. Hinduismo lo llama una iluminación mística.

Mantra-yoga (el método de krishna, budismo tibetano y meditación transcendental) tiene como meta la visión y comunicación con la “deidad” mantra, que da felicidad y capacidades sobrenaturales.

Todas las especias de yoga son peligrosos, ya que forzadamente y prematuramente abren en el hombre su fuerza espiritual todavía inmadura. Ellos hieren el centro de la vida espiritual, que Dios señaló para el desarrollo en la vida futura del hombre, cuando él será purificado de la infección del pecado. Observando los resultados nefastos de los ejercicios yoga, una serie de autoridades importantes previenen contra ellos. P. ej., Gopi-Krishna nota: “Todos los sistemas yoga están dirigidos para producir cambios psicofísicos en el hombre y trasformar su conciencia.” Estos cambios se logran con posturas yoga especiales y métodos respiratorios, que despiertan en el hombre una energía ocultista y fuerzas psíquicas, cambiando dramáticamente a su conciencia. Son tan potentes, que la mayoría de los humanos cambian psíquicamente para siempre.

En nuestro tiempo la mayoría aplica yoga como ejercicios, pero no se dan cuenta hacia donde éste los llevará. Se conocen casos cuando los ejercicios yoga más inocuos llevaron a algunos a la locura y a la posesión diabólica. Pero lo peor de todo es que estos cambios psíquicos (inclusive los ataques de locura) son considerados por algunos como experiencia positiva, que puede llevar a la iluminación mística. Que la practica yoga puede dañar a la mente y al cuerpo no es sorprendente, porque su verdadera meta es destruir a la personalidad (esta “ilusión falsa”) para sentir el “verdadero Yo” de Brahmán impersonal. Moti Lal Pandit afirma que la finalidad del yoga es liberar al hombre de su estado común. Para esto hay que aplicar distintos métodos: psicológicos, físicos, mentales y místicos. Todos estos métodos son antinaturales y antisociales, ya que el yoga indica un modo de vivir que está diciendo: “Mi existencia mortal no merece vida.”

Como la base ideológica del yoga es el ocultismo, no es sorprendente que la dedicación a él lleva a irreparables desvíos psíquicos y a enfermedades. Y esto se debe a su naturaleza ocultista y no porque se haga mal. Mucha gente (y hasta los médicos) se equivocan, creyendo que el yoga es inocuo. Pero los hechos demuestran que muchas dolencias psíquicas y hasta casos de muerte son causados por el yoga. Swami Prabhanada previene contra los ejercicios respiratorios: “pueden resultar muy peligrosos, especialmente si se hacen en forma errónea pueden dañar la mente. Los que practican los métodos respiratorios, sin control adecuado, pueden enfermarse de tal manera, que ni los médicos, ni la ciencia podrán curarlo. Además no podrán diagnosticar correctamente.”

Shree Purohit Swami, el comentarista de Pantanjali Yoga Sutras, previene: “En India y en Europa encontré cerca de 300 personas víctimas de la práctica errónea. Los médicos, después de estudio de los pacientes, no encontraron quebrantamientos orgánicos y en consecuencia no pudieron recetar nada.” Otra autoridad sobre yoga, Hans-Ulrich Rieker, el autor de “Yoga y la vida espiritual” asegura: “Yoga no es un juego, si consideramos, que su aplicación puede llevar a la locura o a la muerte, y que en kundalini-yoga, si la respiración se interrumpe antes del tiempo, surge el peligro de muerte.”

Gopi Krishna, que ya fue mencionado, conocedor de yoga, previene también sobre el peligro de los ejercicios yoga, que pueden provocar una fuerte reacción en el sistema nervioso central y llevar a la muerte. La guía clásica sobre el Hata-yoga, “The yoga Predipica,” en su segundo capítulo dice: “Como hay que temer leones, tigres y elefantes, así también prana (la energía “divina” de la respiración) debe ser controlada. De otro modo puede matar al que la practica.”

Swani Prabhavanada (Yoga y misticismo) incluye las dolencias del cerebro, enfermedades incurables y locura, como posibles consecuencias de la practica errónea del yoga. Asimismo, un ánimo sombrío, estado de trance y locura — todo esto por un “pequeño error.”

Así, si los maestros de yoga fueran más explícitos sobre “las piedras invisibles del fondo” relacionados con él, se evitarían las numerosas catástrofes.

Meditación transcendental

En la segunda mitad del siglo 20, en USA, se difundió una enseñanza oriental bajo el nombre de “meditación transcendental” (TM). Esto se ofrecía como una simple autoterapia, accesible a todos y que traería una liberación del estrés y ayudaría a concentrar la atención. Al principio los resultados parecían tan positivos, que TM se comenzó a aplicar en el ejército, escuelas, prisiones, hospitales y hasta en algunas sociedades cristianas.

En realidad, TM es una forma simplificada de mantra-yoga. Éste método consiste en que el hombre se sienta en el suelo, en una posición especial, cierra los ojos y trata de respirar lentamente, rítmicamente, repitiendo en la mente y concentrándose en la palabra — mantra. Se recomienda hacerlo 2 veces por día durante unos 20 minutos. La meta es ayudar al hombre a liberarse de la tensión interna, calmarse, retomar fuerzas internas. Este es útil en las condiciones de los ritmos contemporáneos acelerados. Los dirigentes de TM no subrayan la faceta religioso-filosófica del mismo y esconden el hecho de que los ejercicios TM llevan a la gente a las ideas panteísticas hindú y ocultismo. El maestro de TM, el hindú Maharichi Yoga, para facilitar su propaganda en USA, limpió mucho la terminología hindú y la sustituyó por la actual científica-psicológica. Pero la escénica por esto no cambió.

En efecto, desde el momento de las consagraciones TM se exige al neófito traer tres tipos de fruta dulce, flores frescas y un pañuelo limpio. Puestos en una canastita, estos objetos se colocan delante del retrato del gurú en la estancia de la congregación. Se prende una vela y los humeros con los cánticos suaves en el idioma sánscrito. En conclusión, al consagrado se da la mantra — una pala sánscrita, sin traducción, y se le obliga a repetirla durante sus meditaciones.

¿Qué es la mantra? La palabra “mantra” proviene de dos palabras: man — pensar, y tra — liberación o defensa de la esclavitud de la vida fenomenal, samsara. Es simplemente una palabra sánscrita o combinación de sonidos, que se toma de las Vedas. Cualquier nombre de las deidades hindú sirven para mantra. Así que una persona que se dedica a repetir constantemente la mantra puede ser honrada por la “visita de esta deidad,” y comunicación con ella. Las mantras pueden ser “concretas” (nombres, como Krishna, Shiva, Sarasvati y otros), o “abstractas,” dirigidas al impersonal Absoluto, y que otorgan la liberación y la entrada al samatha — “unión con el Absoluto.”

El conocido yoga Shivananda, en su libro “Djapa-yoga” (repetición de mantras) indica que cada mantra tiene su propio ritmo y su coda, que con la repetición abre al hombre el camino para la contemplación de la deidad del mantra. O sea, al hombre se le quita la defensa propia espiritual y él entra en contacto con los espíritus caídos. El mismo Shivananda, hablando de la existencia en cada mantra de su deidad o “davata,” lo define como una “substancia sobrenatural” — alta o baja — que es la fuente de la fuerza mantra. De esta manera no se niega, que hay posibilidad, que mantra pueda conjurar a la substancia mala y baja (la cara oscura de la Fuerza, ‘the dark side of the Force’).

No es difícil aprender el TM. Practicando la meditación 2 veces por día 20 minutos, el hombre rápidamente llega a un estado semi-dormido de relajamiento, el trance. Este estado de “completa satisfacción” es parecido al efecto de narcóticos, y se llama TM. Sus adeptos, con entusiasmo, comentan la facilidad y éxito de este método. Se callan, sin embargo, sobre la faz negativa de estos ejercicios respecto a la religión y tristes resultados espirituales a que lleva TM. A pesar de que TM no exige cambio de religión o convicciones, ni nuevos principios morales, pero el mismo ritual pagano de la consagración, repetición continua de la palabra ocultista durante los ejercicios, llevan a la comunicación con el hinduismo, su aceptación. En la base de TM se encuentra el concepto panteísta de la Realidad Primordial, con la cual el practicante intenta unirse. El adelanto en TM consiste en ascensión por los peldaños de la “escalera de conciencias,” llegando al último, 7º, es disolverse en el mar de sobreconciencia cósmica. Ahí, se supone, el hombre encuentra la tranquilidad total y siente su propia “divinidad.” En el mejor de los casos es una alucinación, en el peor ... la seducción diabólica. Ahí esta la meta final de TM.

TM es la antítesis hindú de la meditación cristiana — pensamiento elevado hacia Dios. El cristianismo aconseja pensar con devoción en Dios, para que el hombre entenda más profundamente su fe, la haría más potente: “Nunca se apartará este libro de la ley de tu boca, sino que de día y de noche meditarás en él” — ordenó Dios a Josué (Josué 1:8). Pensando sobre las verdades de la fe, el cristiano comienza a comprenderlas mejor; como el Señor prometió a sus discípulos: “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn. 8:32). En TM ocurre justo lo contrario. La palabra “meditación” no coincide acá con su significado, que presupone un activo trabajo mental, durante el cual el hombre trata de entender y captar mejor.

En TM, al contrario, el hombre deprime en sí todo trabajo mental activo y repite una palabra sin sentido, incomprensible para él, lo que sobrecarga el sistema nervioso y desconecta el cerebro. Las investigaciones contemporáneas demostraron que una repetición incesante de una palabra o frase cualquiera, puede provocar cambios graves del estado psico-fisiológico. Los ejercicios de TM dejan al hombre sin propia defensa y abre la entrada a los espíritus del mal al subconsciente. Contra esto prevenía el apóstol Pablo en su Epístola a los Efesios (6:10-17).

Así, al TM hay que considerarlo nocivo y peligroso. Trae frutos como ocupaciones ocultistas: caída de la fe, orgullo y hasta defectos mentales.

Para la descarga interna y calma el cristianismo tiene mejores medios. En primer término, una oración sincera de todo corazón. La oración matinal fomenta la concentración interna, que protege al hombre de exceso de preocupaciones vanas durante el día. La oración de la noche aporta una descarga, alivio interno y apaciguamiento antes del sueño. Es bueno conservar el sentimiento de oración durante todo el día. A eso ayuda la breve “oración de Jesús” (Señor Jesucristo, Hijo de Dios, perdóname a mí, pecador), que sostiene en el hombre el sentido de la presencia Divina.

La sobrecarga nerviosa y la insatisfacción provienen, generalmente, de nuestra conciencia enturbiada por nuestros pecados y por nuestras pasiones, que producen lucha interna. Por eso es indispensable, periódicamente, limpiar nuestra conciencia con una penitencia de todo corazón, confesarse y tomar la Comunión.

Es bueno acordarse siempre de Dios y pensar en temas de la fe, sobre todo en las horas de la mañana, después de la oración. Leer algo de las Sagradas Escrituras, un fragmento o capítulo, tratar de entender lo leído y pensar cómo puede ser aplicado en nuestra vida cotidiana. Este tipo de meditación cristiana, reforzada con la oración, nos traerá un verdadero apaciguamiento, concentración e iluminación interna.

Movimiento “Nueva Era”

(New Age — NA).

Se hace cada vez mas popular el movimiento ocultista NA. Unos lo consideran como una nueva religión, otros ‘un nuevo concepto de la vida’. Su pretensión de ser algo nuevo es engañosa, ya que su enseñanza no representa nada nuevo y es una mezcla amorfa de las más variadas y conocidas filosofías religiosas ocultistas. Nuevo es su método mercantil, como la venta de material ocultista, que atrae a “consumidores” con intereses y gustos más variados. En este plano NA constituye, en cierto modo, un “shoping center” de ventas universales de enseñanzas espirituales, en el cual cada uno puede encontrar algo interesante para sí.

La historia. En los años 70, después de un interés pasajero por el “humanismo secular,” su lugar lo ocupó con mucho entusiasmo de la gente NA. El medio propicio para las ideas ocultistas de NA prepararon las sociedades teósofas (Vedanta), como también TM. La ideas de NA atrajeron a la gente que se sentía desencantada por las “obsoletas” verdades cristianas y tampoco estaban satisfechos con el materialismo chato del “humanismo secular.”

NA nunca pretendió ser un movimiento organizado y concentrado. Todo lo contrario, se reveló en forma de una red, cada vez más amplia de grupos independientes, que comparten tales o cuales intereses ocultistas. A su éxito contribuyó el hecho de digerir y asimilar en su enorme caldero, las enseñanzas y ocupaciones más variadas, que pretenden mejorar el bienestar, tanto de individuos aislados, como de la sociedad humana en conjunto. Como principio, NA no rechaza nada y absorbe gustosamente todo lo que puede ser místicamente interesante y prácticamente útil.

Gracias a esto NA, que apareció hace poco tiempo, pudo definir su influencia ocultista en muchas esferas de la vida particular, familiar y social de millones de hombres en USA, Rusia, Europa, etc. NA es engañosa porque no se muestra abiertamente hostil al cristianismo — sólo trata de “completarlo con ideas frescas.” Cuando el centro religioso de la Universidad de Princenton hizo la encuesta entre los cristianos de USA (1992) “¿Qué influencia sobre su fe ejerce la Nueva Era?,” casi la cuarta parte de la gente respondieron que no ven conflicto entre “Nueva Era” y el cristianismo. Entre los católicos el 60 por ciento dijeron que NA y el catolicismo están en completa armonía. Ésta contestación se debe al hecho de que la mayoría de ellos conoce menos su religión que las ideas del NA. Es lógico, porque las librerías católicas están llenas de libros ocultistas: Joshua, ¿No otro nombre?, Punto cardinal, Nizam Ad-Din Awliya, la unidad de la realidad, y otros del estilo. Hasta algunos sacerdotes y monjes comienzan a entusiasmarse con NA.

El libro popular “Excursión en los milagros” es estudiado por grupos de la juventud cristiana, como la más comprensible enseñanza de Jesucristo, con aplicación práctica en la vida activa. Este libro tiene 1200 páginas y por su aspecto y división en capítulos se parece a la Biblia. Algunas parroquias católicas proponen cursos de estudio de este libro. A los escolares norteamericanos, en las clases, se proponen las recetas de NA de cómo lograr mayor concentración en los estudios, mayor éxito en la vida, cómo descubrir sus posibilidades creativas y encontrar un sentido nuevo en la vida.

La enseñanza. En la filosofía de NA se mezclan ideas inconsistentes y fenómenos, donde entran la muerte y nacimiento, médiums y sanadores, lo paranormal y metafísico, la realidad y la ilusión, Escrituras Sagradas y leyendas, vidas pasadas y futuras encarnaciones. Hay el panteísmo común y el karma, encarnaciones de las almas, y todo el complejo de la mística ocultista — todo es arreglado para la adaptación de los “consumidores” contemporáneos.

Un lugar importante en NA ocupan las ideas holísticas (íntegros) para curaciones no tradicionales (alternativas). La medicina científica se rechaza, como no eficaz. La idea básica es que es indispensable curar a todo el hombre y no a uno de sus órganos solamente. Para esto se proponen los métodos holísticos, como la acupuntura, cristales-biofidback, masajes para reorganizar los campos energéticos del cuerpo, dieta vegetariana (hindú), hierbas medicinales y métodos de perfeccionamiento físico y moral. Es cierto que en estas “recetas” algo es útil y conocido desde hace mucho en la medicina popular, pero el uso de cristales para concentrar la energía cósmica pertenece a la charlatanería. Lo malo es que los métodos de curaciones no tradicionales están envenenados con las emanaciones de la ideología ocultista de NA: junto con el uso de hierbas y minerales se ofrecen la respiración yoga, métodos de desarrollo de la seguridad, descubrimientos de la potencia interna y carga de bioenergía. Ahí mismo, el lector encuentra las predicciones astrológicas y clases de adivinanza con naipes.

Para los que tienen inclinaciones místicas, NA propone un amplio surtido de las clases ocultistas, en las cuales entran: la meditación (en forma hindú), practica psicológica, espiritismo, mediumismo, los ejercicios yoga y los viajes astrales. Para NA son aceptables todas las prácticas y creencias religiosas, por más extrañas e increíbles que sean. De la filosofía oriental NA sacó la creencia en la existencia de una energía invisible activa en el interior y exterior del organismo humano, que los chinos llaman “CH'I,” los japoneses “KI,” ó prana (yogas). En los centros holísticos, que hay en distintas ciudades del mundo, se dan clases que hunden a la gente en un trance colectivo, y ellos creen sentir la unión íntima con la naturaleza. También es popular la fe en NLO (intrusos espaciales), la vida secreta de las plantas y la comprensión mística de las cifras (cábala). Es asimilada una serie de conceptos de parapsicología, ufología, antroposofía, rosacruces, astrología y psicoanálisis. NA llama a la percepción suprasensorial de la realidad. La meta del desarrollo de la autoconciencia espiritual es ‘borrar la frontera entre el mundo material y espiritual y sentir la «integridad del cosmos»’.

Un lugar preponderante en NA ocupa la idea de la “iluminación.” Para lograr eso, es necesario revalorizar a los valores y reconstruir su psicología. Cambiar los viejos puntos de vista sobre el mundo por los nuevos, más de acuerdo con la era venidera del Acuario. Este se logra con la experiencia mística individual, cuando, de repente, el seguidor de NA, con todo su ser, siente que confluyó con el espíritu cósmico: él y el mundo ‘son uno’.

La conocida propagadora de NA, la actriz Shirley Mac Laine, describe así su “iluminación” mística (recibida durante un baño caliente): “Sentí que mi cuerpo comenzó a flotar en el espacio, poco a poco me trasformé en agua... sentí la unidad interior de mi respiración con la energía que me rodeaba. En realidad me hice aire, agua, la oscuridad del cielo, los muros de la estancia, las pompas del jabón, las velas, el mármol mojado debajo del agua, y hasta el sonido del río que fluye abajo.” Este sentimiento de la unidad con la naturaleza y su “divinidad” llena al hombre con éxtasis cuando le parece que posee una inagotable energía “divina.”

Para llegar a la iluminación NA propone un camino de 4 etapas: 1) “Entrada,” cuando en el hombre se derrumban los conceptos habituales sobre el mundo. 2) “Investigación,” cuando, con la ayuda psicotécnica, se trata de alcanzar un nuevo nivel de la conciencia. 3) “Integración,” cuando con la intuición se debilita la percepción racional de interrelación de los acontecimientos. 4) “Conjura,” cuando el hombre encuentra otras energías, además de su propio “Yo,” y como las realizará para el “bien de la humanidad.” Como medios auxiliares para la “iluminación mística” sirven: La meditación, ejercicios yoga, espiritismo, hipnotismo, los talismanes mágicos y cristales, brujerías y hasta los narcóticos. En estado semejante al hombre le parece que él se tornó en dueño absoluto de su cuerpo y espíritu, y por el contacto con la energía “divina.”.. un “hombre-dios.”

La idea de la religión universal. Como una típica enseñanza oriental-ocultista NA se aferra a la idea de que en realidad todas las religiones dicen lo mismo, sólo lo ofrecen en forma diferente. Es necesario pues elevarse por encima de los prejuicios. No teniendo su propia creencia, NA absorbe diversas ideas ocultistas y cultos orientales, formando por todos lados sociedades que como una red, envuelve al mundo. En su pluralismo ‘todo abarcante’ se puede ver claramente la dominante anticristiana, aunque Cristo y el Evangelio no se rechazan abiertamente. Los “apóstoles” de NA dicen claramente que la religión cristiana es obsoleta y vieja, y es poco adecuada a las necesidades espirituales contemporáneas. Para ellos el Señor Jesucristo es solamente una de las encarnaciones de Vishnú. El hombre no necesita al Salvador, ya que él mismo tiene un principio divino y puede, perfeccionando su conciencia, unirse con el Absoluto cósmico.

A la actividad multifacética de NA se agregan las metas más globales: la ecología, resolución de problemas sociales y políticos, acercamiento de países y la unión humana. NA trata de influenciar y dirigir las actividades de las organizaciones y personas aisladas para difundir e introducir sus ideas en el comercio, artes, filosofía, cultura etc., por medio de cursos especiales. Además de la transformación personal está la idea de la transformación planetaria, ya que todo es uno. La hipótesis Gaia afirma que la tierra tiene su propia vida, ella es ‘la madre-tierra’. NA habla de la necesidad de cambios políticos para la solución conjunta de los problemas y para devolver la salud a la tierra. “Como somos ciudadanos de un mismo mundo, lo necesitamos unificado, necesitamos una espiritualidad universal. Antes de que termine el siglo 20 los líderes religiosos deben reunirse y elaborar leyes únicas para todos los credos. Deben hacer conocer estas leyes a los líderes políticos, para que estos sepan lo que Dios, dioses o cosmos esperan de la humanidad... Sólo un sistema político mundial llevará a la armonía general. Nuestro planeta se encuentra en un profundo error, es necesario comenzar a actuar.”

Los dirigentes de NA actúan a través de bancos internacionales y colaboran con importantes organizaciones financieras, cuya meta es imponer un sistema único de gobierno mundial. La creación de este sistema considera la unificación de todos los grupos políticos, económicos y religiosos para la supresión de guerras, catástrofes ecológicas, amenaza de crisis financieras y la inestabilidad política. NA predica la llegada a la tierra de la luminosa era de Acuario — algo que sustituye el Reino de Dios, pero sin la Personalidad de Dios, y sin Jesucristo. La época venidera se ve como una etapa nueva en el desarrollo de la sociedad, cuando la humanidad obtendrá una conciencia planetaria. Para más detalles ver el libro del importante miembro de la ONU, Robert Miller: “Génesis nueva,” “Formación del espiritualismo global,” también de Peter Russel “Cerebro mundial” L. A. 1983.

Así NA representa un peligro especial con su modo globalmente mercantil para difundir y vender las antiguas ideas ocultistas, bajo recetas prácticas: cómo fortalecer la salud, mejorar el estado de uno y lograr el éxito en la vida. Si alguna vez surge una pan-religion, para unificar a la gente de todas las razas y culturas, seguramente será semejante a NA.

 

Brevemente sobre otras corrientes ocultistas.

Kabbala o Cábala, que significa “tradición oral,” y constituye el sistema teósofo judío, que apareció en el alba del cristianismo y paulatinamente fue rellenado con las ideas ocultistas de pitagóricos, gnósticos y neoplatónicos. La Cábala resultó como una especie de reacción contra el formalismo y ritualismo desespiritualizado del judaísmo.

Su objetivo inmediato es la revelación de la enseñanza secreta, supuestamente escondida en la Tora (5 primeros libros de Moisés) y agregando a ellos las ideas místicas, trasmitidas oralmente. Para descubrir la enseñanza secreta en la Tora, la cábala creó un método complejo de cálculo numérico junto con el cambio de lugar de las letras en el texto bíblico.

La cábala se encuentra escrita en libros de diferentes épocas y por diferentes autores. Los principales son “Sefer Jezira” (el libro de la creación), probablemente del siglo 6 ó 7, y “Zogar” (brillo), escrita por Moisés de Leona cerca del año 1300. “Sefer” se ocupa en investigar la naturaleza de la deidad, el “infinito nada,” que se revela por emanación, por la cual crea los mundos. Este proceso corresponde a 10 cifras básicas (cefirotas) y 22 letras del alfabeto hebreo, que juntos forman 32 caminos secretos de la “sabiduría.” Cefirotos se entienden como “seres vivos” o ángeles, descritos por el profeta Ezequiel (Ez. 10). La letras del alfabeto corresponden a 3 mundos paralelos de la humanidad, esferas planetarias y temporadas del año. Los detalles de esta escuela ocultista, donde las cifras y letras se consideran como imágenes místicas de la realidad suprasensorial, son extremadamente entreversadas y contradictorias. En el plano religioso la cábala en su base tiene el concepto panteístico, común para el ocultismo.

La cábala aplicada se ocupa de “magia blanca,” predicación del futuro, llamadas a las almas de los muertos, exorcismo de los demonios, quiromancia, uso de amuletos e iluminación mística. En tiempos antiguos los cabalistas se consideraban especialistas en la alquimia y astrología. La cábala otorga una gran importancia al significado místico de los números y las letras, y a la fuerza mágica de los nombres bíblicos de Dios.

El siglo 16 se puede considerar el tiempo de especial desarrollo de la cábala, lo que tuvo una gran influencia sobre una serie de escuelas ocultistas occidentales, entre otros la masonería, la teosofía y la antroposofía. Entre los pensadores, seducidos por la cábala, se puede mencionar a Pico de Mirandola, Reichlin, Paracelso. Sobre el terreno de la cábala surgieron el movimiento mesiánico Sabbataia Zevi, la secta de franquistas y el jasidismo.

Gnosticismo

Las sectas gnósticas (del griego “gnosis” = conocimiento) aparecieron al comienzo de la era cristiana y hasta el siglo 3 representaban una gran molestia para la Iglesia. Los gnósticos pretendían “elevar” al cristianismo y completarlo con cultura pagana, creencias ocultistas orientales, y filosofía griega. Todo lo cristiano los gnósticos pervertían con increíble fantasía. Sus representantes se dividen en orientales (de Siria) y occidentales (de Alejandría).

A los primeros pertenecen — ofitas, Saturnil, Vasilid, Kerdop y Marquian. En ellos prevalece el dualismo persa, que cree en la existencia de dos principios: el Dios bueno, creador del mundo espiritual, y el dios malo, creador del mundo material. A los occidentales pertenecen Karpokrat y Valentin. Aquí se nota el platonismo y neopitagorismo con numerosos peldaños de la deidad emanente.

A la cabeza de todo los gnósticos ponen el ser superior, llamado con distintos nombres para expresar su absolutismo: espacial superioridad, omnipotencia, incomparabilidad, indefinición y autoreclusión. Pero ante los ojos del gnóstico estaba el mundo caótico y desorganizado, el origen del cual había que aclarar. Según ellos, el mundo no podía ser obra del Dios superior, porque entonces habría que buscar la causa del mal mundial. No, como el sustrato para el mundo, sólo puede servir la materia, a la cual, los gnósticos orientales se representaban como un ser vivo, independiente y malo. En cambio, los gnósticos occidentales la tomaban como una emanación o sombra del Absoluto, que posee una existencia fantasmal. Sin embargo, la materia inerte no podía por sí sola hacer surgir este mundo, donde, indudablemente, está una partícula de la deidad superior. Aclarar el origen del mundo, que consta de unos destellos de luz, sumergidos en las tinieblas de la materia, este era el problema que trataban de aclarar todas las ramas del gnosticismo.

Para resolver esto se tuvo que recurrir a un sistema complejo de eones — “seres” que emanan del Absoluto — como cascadas con peldaños. En algunas escuelas gnósticas el número de intermediarios entre el Gran Incognoscible y el mundo material, llega a 32 (número “mágico,” tomado de la cábala). Cuan más alejado se encontraba el eón dado con respecto al Absoluto, actuaba más débilmente en él el principio divino y se sentía más fuerte lo tenebroso de la materia. El primer eón que emanó del Absoluto era Demiurgo. Él fue quien creó el mundo que consta de principios espirituales, mezclados con la materia. La materia, que es el eón del nivel más bajo, se tomaba como un mal. La gente con disposición espiritual, quienes contra su voluntad quedaron prisioneros del mundo inferior, sienten pesar las cadenas de las tinieblas y desean elevarse al peldaño superior de la existencia, para unirse con la vida del Absoluto. Esta unión se logra con el conocimiento de los secretos de la existencia, o sea ‘gnosis’.

Considerando la materia como un mal, los gnósticos no podían aceptar la realidad de la encarnación del Mesías. El ser pneumático, como era Cristo, no podía ponerse en la cercanía inmediata con la mala materia. De ahí surgió el dokotismo (de dokeo = parecer) o enseñanza, que Cristo sólo parecía hombre y en realidad era espíritu. A pesar de que, hacia el fin del siglo 3, las sectas gnósticas paulatinamente desaparecieron, sus ideas tuvieron influencia importante sobre una serie de escuelas ocultistas: la masonería, teosofía, la antroposofía, y también sobre las escuelas filosóficas de Jacomba Beme, Shopengauer, Svedenborg, Paracelso, Sheling y otras.

Así las enseñanzas gnósticas introducen entre el Dios-Absoluto y el mundo inferior a diferentes seres intermedios — eones. En unos es Demiurgo; en otras Logos o Sofía; en terceros el “alma mundial,” “el principio femenino” o algo por el estilo. Estas enseñanzas son extremadamente mezcladas y contradictorias en sus detalles, pero presentan un principio común: de emanación de la deidad, o sea el mismo panteísmo ocultista.

Hay que notar aquí que la tentación de hacer un puente entre el Todopoderoso Creador y las criaturas terrestres influyó también a la teología rusa, gracias a las obras del filósofo Vladimir Soloviev. Toda una serie de pensadores religiosos, como por ejemplo el padre Pablo Florenski, arch. Sergio Bulgacov, prof. Nicolás Berdiaev y otros del instituto teológico de París, tomaron las ideas gnósticas de Soloviev y consagraron sus obras a las temas de Sofía, alma mundial y “el principio femenino” en Dios.

Sobre otras enseñanzas ocultistas: la antroposofía, rosacruces, Krishna, Ekankar, agni-yoga y de Rerich, etc., hablaremos en un suplemento a este trabajo. Aquí decimos solo, que a pesar de alguna diferencia externa, todas ellas se construyen sobre el dogma panteístico de la divinidad impersonal.

 

Conclusión

Estamos condenados a vivir en los tiempos de una incontrolada floración de las más diversas enseñanzas orientales-ocultistas, que tratan de reemplazar en la conciencia de la sociedad las tradicionales ideas cristianas. El autor del libro de Revelación (Apocalipsis) describió una visión que corresponde a los últimos tiempos: “y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo... también se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias... y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar Su nombre, de su Tabernáculo, y de sus moradas en el cielo ... Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de vida del Cordero” (Ap. 13;1-8). Se habla aquí de “Babilonia” — un gobierno mundial — que uniendo a todos los países del mundo hará un vigilante control sobre la vida privada y social.

La parte política de este tema y el surgimiento de un gobierno mundial, sale del límite de éste trabajo. Aquí es necesario referirnos sólo de la parte espiritual del tema y, en primer término, hacer notar que el dragón apocalíptico será de muchas cabezas. Si la cabeza simboliza la sabiduría y el conocimiento, entonces muchas cabezas señalan lo multifacético y diverso de las ideas, que harán la base ideológica de la futura “Babilonia.” Ni el cristianismo, ni ninguna religión existente, podrán satisfacer las necesidades y gustos de todos los pueblos.

Sin embargo, algo semejante a NA con su método mercantil y la capacidad de asimilar todo lo “mejor” de diferentes religiones, podrá unificar a la humanidad bajo una pan-religion. Se puede decir con seguridad (no entrando en detalles), que el principio unificador de ella, como todas las enseñanzas orientales-ocultistas, será la idea de dios impersonal, que como una columna vertebral unirá en un organismo las cabezas, el cuerpo y la cola del monstruo infernal.

La expresión del Apocalipsis “adorará a la bestia” no tiene nada que ver con la aceptación de un sistema político — significa acatar la ideología anticristiana. Esto no significa que Dios Personal será marcadamente rechazado, más bien, será ignorado como no existente. Cristo será bajado a la humilde categoría de uno de los maestros de la humanidad.

En un conocido relato de la mitología griega se describe la victoria de Hércules sobre un hidra de 9 cabezas. En su heroica lucha, Hércules logró vencer al monstruo sólo cuando cortó las 9 cabezas. Esto es un cuento de hadas. Las cabezas de la hidra apocalíptica no son tan fáciles de cortar. En el plano espiritual, las muchas cabezas son las escuelas orientales-ocultistas, que con sus ideas pseudoreligiosas y métodos pierden millones de almas humanas. Apocalipsis, teniendo en cuenta el sentido espiritual, pinta al monstruo de muchas cabezas como feroz y sanguinario. Pero por su aspecto, como lo tomará la gente, él se verá inocuo y hasta simpático y sonriente, atrayendo hacia sí a los humanos incautos. Sin eso ¿cómo podría un monstruo infernal perder a tantas almas humanas?

Pero para un cristiano creyente no es necesario luchar con cada cabeza del monstruo, por separado, o sea refutar cada una de las idas hindú-teosóficas. Para destruir la bestia es suficiente de herirla en el corazón mismo. “Su corazón” es el centro de todas las enseñanzas ocultistas — la negación de Dios como Persona. Para un cristiano es suficiente aceptar de todo corazón la existencia de Dios personal, Creador del mundo, Quien nos ama como un cuidadoso Padre y se preocupa de nuestra salvación, Quien espera de nosotros la fidelidad filial, y entonces toda la densa maraña de ideas ocultas desaparecerá como humo. Esto no es una batalla global, sino un duelo individual, en el cual el creyente debe vencer la tentación del misticismo oculto. El que vence a la “bestia,” se dice, será digno de la corona de la vida (Ap. 15:2). Felizmente, en esta batalla no estamos solos. Con nosotros está el Señor Jesucristo, quien prometió que nadie puede robar a un creyente de Su mano (Jn. 10:28).

Señor Jesucristo, Hijo de Dios, sálvanos de la bestia infernal para que podamos eternamente glorificarte a Ti, junto con Tu Padre y el Espíritu Santo. Amén.

 

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El Credo

Creo en Un Sólo Dios, Padre Omnipotente, Creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un sólo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios nacido del Padre, antes de todos los siglos; Luz de Luz; verdadero Dios de Dios verdadero. Engendrado, no creado; consubstancial al Padre, por Quien fueron hechas todas las cosas. Quien por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó de los cielos y se encarnó del Espíritu Santo y María Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado también por nosotros bajo el poder de Poncio Pilato, padeció, fue sepultado. Resucitó al tercer día según las Escrituras. Subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre. Y vendrá por segunda vez lleno de gloria a juzgar a los vivos y a los muertos y su Reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y Vivificador, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado y que habló por los profetas.

Y en la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero. Amén.

 

Bibliografía

 

 

Panfleto Misionero # S69

Copyright © 2000 y Publicado por la Iglesia

Ortodoxa Rusa de la Santa Protección

2049 Argyle Ave. Los Angeles, California 90068

Editor: Obispo Alejandro (Mileant).

(dragon_s.doc, 08-20-2000).

 

Edited by

Date

González-Vidaña Armando M

7-28-2000

E. Ancibor

8-18-00