La Ortodoxia

y la evolución

 

Diácono Andrés Kuraev

Traducido por Alejandro Molokanow

Corregido por Daniel Stepenberg

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Contenido: Las premisas del creacionismo occidental. La relación de la Iglesia Ortodoxa hacia los descubrimientos de la ciencia. La inconsistencia de la visión de los creacionistas protestantes. Conclusión. Palabras finales.

Agregado: El hombre viene al mundo.

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En Rusia recientemente aparecieron una gran cantidad de libros dedicados a la crítica de la teoría de la evolución, también conocida como darwinismo. En su gran mayoría estos son fundamentalmente traducciones de trabajos de autores creacionistas protestantes americanos. Por cuanto el darwinismo se imponía obligatoriamente en las escuelas e institutos soviéticos, como teoría favorita de los soviéticos para inculcar el ateismo, es comprensible que los ortodoxos recibieran con alegría de liberación estos libros y folletos, y los introdujeran en sus templos y bibliotecas. Pero surge una pregunta: ¿Acaso no se hizo esto con demasiado apresuramiento? ¿Realmente es en esta cuestión la posición de los fundamentalistas americanos simplemente cristiana, o bien tiene fundamentos confesionales, que no son completamente evidentes desde el punto de vista del pensamiento ortodoxo?

La afirmación de los creacionistas es sumamente tajante: ellos niegan no solo la comprensión ateísta de la evolución, sino la posibilidad de la evolución misma como tal. Según ellos el mundo prehumano tiene una edad de seis días — y no mas que eso. La tierra, por su parte, es incapaz del desarrollo evolucionista, ni aun en respuesta al llamado del Creador.

Una posición como esta no es nada nuevo en la historia del pensamiento, entre ellos en el pensamiento cristiano. Para el pensamiento pagano (tanto para el antiguo como para el hinduista) era característica la tendencia a reducir la comprensión de la materia a la comprensión de la no existencia. Según ella vive y actúa solo el espíritu. El mundo no espiritualizado, el mundo material — esta encadenado con grillos, es un estorbo para la vida y nada mas que eso.

Sin embargo en la tradición cristiana el dualismo fundamental de la filosofía antigua (dualismo entre la materia y el espíritu) "materia-espíritu" — fue sustituido por un dualismo completamente diferente, que transitaba completamente por otro signo: la oposición entre lo creado y el Creador, "Creador-creación." Y el espíritu creado, y la creada materialidad resultaron por eso mismo encerrados en categorías mutuas, se hicieron parientes. Y si por el espíritu creado, o sea por el alma humana, se reconoce un cierto valor — entonces no hay fundamento para negar el valor (dejemos, aceptemos que sea menor, pero en todo caso algún valor tiene) en la corporalidad. Y si el espíritu del hombre o el de los Ángeles es capaz de temblar ante la voz del Creador — ¿porque no podrían temblar delante de Él las montañas? Si el alma humana es capaz del gozoso sometimiento al Verbo — ¿porque no podrían los ríos, las aguas y los mares ser capaces de una alegría semejante?

En las cosmogonías paganas la materia inerte — actúa contrariamente al Espíritu, apaga sus arrebatos, y por eso no puede haber diálogo creativo entre ellos. Sin embargo en el libro bíblico del Génesis no hay ninguna guerra entre Dios y el caos. El mundo es enteramente obediente al Creador. Las aguas y las profundidades responden alegremente a sus ordenes. Y por eso no hay fundamento para trasladar al mundo de la Biblia la idea pagana de la materia enemistosa y contraria a Dios.

En el libro del génesis Dios llama a cada criatura como si lo hiciera por su nombre y con este nombramiento la llama desde el abismo de la inexistencia a la existencia. Según la hermosa expresión del obispo metropolitano Filaret (Drosdov), "La Palabra creadora reclama a la existencia a todos los seres." Y aquí precisamente se establece el diálogo, el llamado y la respuesta. "Produzca la tierra, que germine no aquello, que ya tiene, sino que obtenga aquello, que no tiene, por cuanto Dios le da la fuerza para actuar," explica san Basilio el Grande. La semilla de la vida no está en la tierra, sino que "la palabra Divina crea lo natural" y siembra en la tierra, y la tierra por su parte "los hace crecer." Ella no puede hacer nacer la vida por si misma, pero tampoco corresponde disminuir la importancia del rol que lo corresponde — "La tierra por si misma debe desarrollar, hacer crecer la vida, sin tener necesidad de colaboración colateral." Aunque la vida surge de la tierra, pero la fuerza generadora de vida de la materia en si misma — es un don que le ha sido dado el Creador.

Por eso, por un lado, en el pensamiento bíblico no hay nada parecido a la alquimia del fermentado materialismo, que sigue la receta del curandero de la obra de "Antonio y Cleopatra" de Sheakespeare: "Tomad un poco de barro, un poco de sol, y obtendréis un cocodrilo egipcio."

Pero, por otro lado, ante la lectura sin prejuicios de las Escrituras es imposible no notar, que ellas dejan detrás del mundo creado un cierto grado de actividad. Ellas no dicen "Creó Dios la hierba," sino "produjo la tierra." Y después Dios no simplemente crea la vida de la nada, sino que manda a los elementos hacerla aparecer: "que se llenen las aguas con abundancia... produzca la tierra el alma viva."

Y solamente al hombre Dios no le encarga a nadie que lo cree. El hombre — es exclusiva creación de Dios. La autoactividad de la tierra no es ilimitada: ella no puede producir al hombre, y el paso decisivo del ser animal al antropomorfo sucede no por el mandamiento de Dios, sino por Su directo accionar — "bara" (y esto todavía no es suficiente para la creación del hombre: después de que el especial acto creativo de Dios crea el recipiente fisiológico, capaz de ser habitación de la conciencia y la libertad, se necesitará todavía un segundo acto del antropogénesis bíblico — la insuflación del Espíritu).

El surgimiento de la vida según el libro del Génesis — esto es precisamente la evolución (porque la tierra "produjo" los vegetales y los organismos más simples), pero al mismo tiempo también el "salto hacia la vida," que sucedió es por mandamiento de Dios.

Por la palabra de Dios la tierra es llamada a la creatividad, a la autoactividad, lo que es el reconocimiento de fuerzas interiores dinámicas, propias de la tierra. Por supuesto, aquí no hay indicación acerca de cómo y dentro de qué limitaciones cumple la tierra el llamado de Dios — solo una cosa es clara: los distintos períodos en la historia de la creación comienzan con el llamado de Dios a la autoactividad de la "tierra." El mundo, llamado al movimiento y al crecimiento, resulta colaborador de Dios. El tema de la colaboración entre Dios y Su creación surge en la Biblia ya mucho antes de que se mencione algo acerca del hombre.

El hecho, de que precisamente respondiendo al llamado de la Palabra, la tierra en los Seis Días produce la vida, significa, que delante nuestro hay algo que no es simplemente una masa sin vida, de la cual un accionar exterior modela algo, simplemente venciendo la resistencia de la materia. La Biblia no es la Vedanta. La materia no se presenta aquí como sinónimo de muerte e inexistencia.

Esta respuesta creativa de la tierra es descripta así por san Basilio: "Imagínate, que por una pequeña palabra la tierra fría y estéril de pronto se aproxima al tiempo del nacimiento, y quitándose de sí la ropa triste y lastimera, se viste de túnica brillante, se goza y se alegra de su adorno y produce al mundo miles de plantas."

Las premisas del creacionismo occidental

¿Porque una parte del mundo protestante restauró el prejuicio pagano de la pasividad de la materia y la hizo principio obligatorio de su fe? Me parece, que detrás de esto hay tres motivos:

1. El primero está ligado con una peculiar tradición del cristianismo occidental. El claro cuadro bíblico que describe la gradual entrada al mundo de los distintos niveles de la existencia resultó oscurecido en la Europa Occidental por una imprecisa traducción latina de la Biblia. En el libro de Sirah se dice, que "El que vive por los siglos creó todo junto" (Sirah 18:1, traducción eclesiástico-eslava). El griego koine significa "junto," "unido en uno," pero el latino simul"al mismo tiempo" (la traducción rusa contemporánea carece de los dos sentidos y simplemente no es interesante para el tema que nos ocupa: ella simplemente afirma, que "todo en general fue creado" por Dios). Precisamente con este pasaje de la Vulgata fue ligada la resistencia al evolucionismo en Occidente...

Por eso ya Agustín estaba convencido, que "Dios todo lo creó al mismo tiempo." Esta convicción tradicional para las escuelas teológicas occidentales fue heredada por los protestantes, olvidando, en verdad, que esta convicción se basaba principalmente en una traducción singular latina de un libro bíblico no canónico.

2. Para que esta afirmación de un libro no canónico fuera recibida e interpretado por los protestantes (que habitualmente consideran a los libros no canónicos no mas que apócrifos), era necesario algún fundamento especial. Este fundamento se encuentra en el corazón, en la misma médula de la enseñanza de la fe protestante: en la doctrina de "salvación solo por la fe."

La idea de "sinergia," (colaboración) no es aceptada por los fundamentalistas protestantes (a pesar de que se habla de "colaboración" en la Biblia — 1 Cor. 3:9). Según ellos el hombre no puede ser copartícipe de su salvación. Este es un don exclusivo de Dios, y el hombre simplemente se informa acerca de que por sus pecados ha sido redimido por el Sacrificio del Gólgota.

Pero si ni siquiera el hombre puede ser creador, no puede colaborar con Dios, ¿cómo entonces se podría reconocer este derecho al mundo prehumano? Por eso el manual adventista de teología expresa así su critica a la teoría del evolucionismo: "Ni siquiera el apóstol Pablo pudo alcanzar la justicia por sus propios esfuerzos. Él conocía el ideal perfecto de la Ley Divina, pero no podía vivir según ella." Después de esto ellos concluyen, que "El Gólgota echa por tierra la teoría de la evolución de la manera mas terminante." Este manual lamenta el "acrecimiento de una mayor cantidad de cristianos que aceptan la teoría ateísta de la evolución, de acuerdo a la cual, Dios empleó el proceso evolutivo cuando creaba el mundo." Es extraño, que a la gente, que recibe la teoría, de que "Dios empleó..." los adventistas los llamen ateos.

3. Pero ¿porque simplemente no guardan en la calma de sus corazones y en la calma de sus seminarios sus convicciones antievolucionistas, siendo que estas desacuerdan escandalosamente con la opinión de la ciencia y la escuela? Insisten en hacerles propaganda. El motivo doctrinal expuesto es insuficiente por sí. La razón de la insistencia de los fundamentalistas en esta cuestión es un caso de popularización.

El conflicto abierto con las opiniones científicas se hizo posible solo en nuestra situación de fin du siecle (fin de siglo) donde las expresiones anticientíficas se han vuelto completamente impunes. Los horóscopos, los magos, los ocultistas no tienen miedo ni vergüenza de expresar las más salvajes ideas. Es como si el hombre común se hubiera cansado de la seriedad y responsabilidad de la enseñanza, y por eso estuviera dispuesto tolerar cualquier novedad, "¿y después de todo, porque no podría ser así?" Y en vez de el inteligente razonamiento, se expone cualquier capricho "¡Pero a mí me gusta así! ¡Que tienen que ver los argumentos! ¡A mí me parece que es así, así es más interesante!" Este encantamiento del vulgo, esta irracionalidad, se convierte en una grosera comercialización, no echando fuera el literalismo protestante.

 

La relación de la Ortodoxia hacia

los descubrimientos de la ciencia

En la ortodoxia no hay fundamento ni textual ni doctrinal para rechazar el evolucionismo. No tiene sentido para los ortodoxos imitar la moda general del irracionalismo (cualquier irracionalismo al fin de cuentas colaborará con el ocultismo y por consecuencia esta contra la Iglesia). Antes que nada es necesario notar, que la negación de la evolución en el medio ortodoxo mas bien se presenta como una novedad, que una tradición.

En primer lugar, hasta el punto de vista de los teólogos mas conservadores de la Iglesia Rusa en el Exilio, es que "¡los días de la creación deben ser entendidos no literalmente (porque "ante Dios mil años, son como el día de ayer") sino como periodos!"

En segundo lugar, la idea de la evolución, en el caso de ser separada de su interpretación ateísta, se ilustra de forma suficientemente positiva en las obras de los escritores ortodoxos. El profesor I. M. Andreev, rechazando la idea del desarrollo del hombre a partir del mono, escribe: "En lo demás el darwinismo no contradice la enseñanza bíblica acerca de la creación de los seres animales, porque la teoría de la evolución no permite la pregunta acerca de quien creó a los primeros animales."

El profesor de la Academia Espiritual de San Petersburgo arzobispo Miguel (Mudiugin) escribe:

"Al conjunto de hechos, en la descripción de los cuales en la Biblia y en las páginas de cualquier libro de biología es fácil descubrir un nivel de coincidencia asombrosamente alto, se refiere el proceso de la evolución del mundo orgánico. La misma terminología bíblica se apoya en la simpleza de esa misma sorprendente coincidencia — se dice "produzca el agua el alma viva," "produzca la tierra los animales terrenales." Aquí la palabra "producir" señala la unión entre las distintas fases de la formación del mundo animal, y mas aun — la unión entre la materia muerta y la viva."

El profesor de la Academia Espiritual de Moscú A. I. Osipov presupone, que para la teología en principio son factibles tanto la hipótesis del creacionismo como la del evolucionismo, con la condición de que en ambos casos el Establecedor de las Leyes y Constructor de todo el universo es Dios, Quien pudo crear todas las formas existentes, ya sea por "días" de una sola vez en su forma definitiva, o paulatinamente, en el transcurso de "días" "producir" del agua y de la tierra, de las formas inferiores hacia las superiores por la fuerza de las leyes establecidas por Él en la naturaleza."

El profesor del Seminario de San Vladimiro en Nueva York prot. Basilio Zenkovsky también remarca sobre la bíblica "autoactividad de la tierra": "El texto bíblico dice claramente, que el Señor ordena a la tierra actuar con sus fuerzas... Esta actividad creativa de la naturaleza, que es propia de ella, es, según la expresión de Bergson, la elan vital, — o sea la tendencia hacia la vida, hace comprensible el indiscutible hecho de la evolución de la vida en la tierra."

Uno de los autores principales del "Journal de la Patriarquia de Moscú" de los años 60-70 prot. Nicolás Ivanov estaba en completo acuerdo con la idea del desarrollo evolucionista:

"El acto de la creación del mundo y la aparición de sus formas es para Dios la manifestación de Su omnipotencia, de Su voluntad. Para la Naturaleza la realización de esta voluntad es también un acto de formación pero es un paulatino y prolongado proceso, que transcurre en el tiempo. En el correr del desarrollo pueden surgir multitud de formas de transición, que algunas veces sirven solo como escalones para la aparición de formas mas perfeccionadas, de aquellas, que están atadas con la eternidad."

El profesor N. N. Fioletov, participante del Concilio local de los años 1917-1918, presuponía, que "la idea de la evolución por si misma no se presentaba extraña a la consciencia cristiana o contradicente de ella."

En el año 1917 el sacerdote-mártir prot. Miguel Cheltzov, tocando la cuestión acerca de las relaciones mutuas entre el cristianismo y la ciencia, escribía:

La sensata, aguda y espiritual explicación y entendimiento de muchos sitios de la Biblia ayuda mucho a eliminar las diferencias entre la ciencia y la religión. Alcanzaba con solo leer mas atentamente el texto de la Biblia acerca de la creación del mundo para entender claramente que en la Biblia no existe fundamento para considerar el día de la creación como un período de tiempo de veinticuatro horas. Por tanto se desmorona el muro que hay entre lo dichos bíblicos y los datos de la ciencia acerca de un período indefinidamente largo de la vida de la Tierra hasta la aparición del hombre."

Aun antes de ellos V. S. Soloviev señaló en forma completamente clara el camino de la interpretación cristiana de la idea de la evolución: "Si tuviera delante de mí el problema de señalar los paralelismos entre la ciencia contemporánea y el cuadro del mundo de Moisés, yo diría, que su visión de la procedencia de la vida es parecida a la teoría de la evolución dirigida." El fundamento filosófico de esta teoría, desarrollada en la biología por L. Berg y Tielhard de Chardin, fue expresada de una forma completamente clara por Soloviev: "Del hecho, que las formas o tipos de la existencia superiores aparecen o se descubren después que las inferiores — de ninguna manera corresponde deducir, que ellas son simplemente producto o creación de las inferiores. El orden de lo existente no es lo mismo, que el orden de lo aparente. Las mas positivas, favorables, superiores y completas imágenes del estado de la existencia existen (metafísicamente) antes que las inferiores, aunque aparezcan o se revelen después que ellas. Con esto no se rechaza la evolución: ella no se puede negar, porque ella es un hecho. Pero afirmar, que la evolución crea las formas superiores enteramente de las inferiores, o sea definitivamente a partir de la nada — significa colocar una incongruencia lógica debajo de la cobertura del facto. La evolución de los tipos inferiores de la creación no puede por si misma crear los superiores, pero ella produce las condiciones materiales necesarias, o sea que provee el correspondiente medio para la aparición o la revelación del tipo superior. De esta manera, cada aparición de un nuevo tipo de la creación es en cierto sentido una nueva creación, pero tal, que lo menos que puede significar es que sea una creación desde la nada, porque, en primer lugar, el tipo anterior sirve como fundamento material para el surgimiento del nuevo, y, en segundo lugar, el propio contenido positivo del nuevo tipo no surge nuevamente de la inexistencia, sino que existiendo por siglos, simplemente entra (en un momento dado del proceso) en otra esfera de la existencia, en el mundo de las cosas. Las condiciones provienen de la natural evolución de la naturaleza; lo aparecido — de Dios."

Después, diremos que no consideraban la teoría evolucionista como antibíblica y ateísta el filosofo V. N. Ilin (Seis días de creación. Paris, 1991), los teólogos serbios prot. Esteban Liashevsky y profesor Lazaro Milin, los sobresalientes teólogos rumanos el padre Dimitri Staniloe, y el obispo Basilio (Rodzianko).

 

La inconsistencia de la comprensión de los

creacionistas protestantes.

Es típico de la teología académica ortodoxa tener una pacífica y calma relación con el evolucionismo. Se presenta solo como novedad el que se reciba la posición de los creacionistas protestantes por los predicadores creacionistas ortodoxos. Uno de los mas conocidos escritores, que se expresaron críticamente hacia la idea de la evolución como tal, fue el hieromonje (monje-sacerdote) Serafín (Rose).

El primero de sus argumentos: la evolución propone el recambio de las generaciones. El recambio de las generaciones implica la muerte. Como consecuencia de ello, si hubo recambio generacional entre los animales aun antes de la aparición y caída del hombre — tendremos que decir, que la muerte ya existía en el mundo antes del pecado del hombre. Pero la muerte es consecuencia del pecado, y precisamente del pecado del hombre. Por cuanto en el mundo antes del hombre no había pecado, entonces teológicamente no es posible presuponer en él la existencia de la muerte.

Si por el contrario la muerte ya estaba en el mundo antes de la caída en el pecado, significa — contradiciendo la "fe bíblica" — que no a través del hombre se corrompió el universo. Así, ¿existía la muerte en el mundo anterior al hombre o ella apareció solo con el hombre? Yo diría, que ninguna de las dos respuestas son confiables.

Aquí debemos reflexionar sobre el significado de las palabras muerte y pecado.

La palabra muerte es excesivamente humana. "Muerte" — es precisamente una palabra llena de significado trágico exclusivamente humano. ¿Podemos acaso nosotros realmente asociar la palabra muerte, con sus implicaciones humanas, al mundo no humano? Para el hombre la muerte — es una tragedia, ella es algo que clama lo indebido. Pero no es por casualidad que en la filosofía rusa precisamente el terror del hombre delante de la muerte se consideraba como un experto testimonio de que su procedencia no es de este mundo: si la aparición del hombre hubiera sido un legítimo resultado de la natural evolución del mundo y de la lucha por la supervivencia — él no hubiera experimentado repulsión hacia aquello, que es "natural". La muerte del hombre entró en el mundo a través del pecado — esto es indudable. La muerte es maligna y no es creada por Dios — esto también es axioma de la teología bíblica.

La conclusión de esto, me parece, puede ser solo una: la desaparición de los animales no es muerte estrictamente hablando, no es algo, semejante a la partida del hombre de este mundo. Si nosotros decimos "la muerte de Sócrates" — entonces no tenemos derecho a emplear esta misma palabra con el mismo sentido en la expresión "la muerte del perro". La muerte de una estrella, por ejemplo — es una metáfora. Con esta misma metáfora se puede hablar de la "muerte" de un átomo o de una silla o de cualquier objeto. Los animales se extinguían, dejaban de existir en el mundo anterior al hombre. Pero esto no es muerte. Y por eso en el sentido teológico y en el filosófico, hablar del fenómeno de la muerte en el mundo anterior al hombre — no es posible. La muerte de una estrella que no tiene vida, la división de un átomo, la separación de una célula viva o de una bacteria, la cesación de los procesos fisiológicos en un mono — esto no es lo mismo, que el fallecimiento del hombre.

Efectivamente, la muerte es consecuencia del pecado. ¿Pero que es el pecado? Pecado es el quebrantamiento de la voluntad del Creador. ¿Podemos estar convencidos que la muerte de los animales sucede por el quebrantamiento de la voluntad del Creador? ¿Creó Dios a los animales para la inmortalidad? ¿Deseaba Él crearlos copartícipes de la Eternidad? ¿Les prescribió el Pan de Vida y la Eucaristía?

Si la respuesta es no — significa que la limitación temporal de los animales y su posibilidad de extinguirse no es quebrantamiento de la idea del Creador y no es pecado o deformación de la voluntad creadora. Si la Comunión — es el único pan de Vida, y obviamente, en los templos no vemos a los animales recibirla — significa, que este Pan no es para ellos y la Eternidad — no es para ellos.

La muerte de los animales no es quebrantamiento del plan de Dios. Porque la Biblia no promete eternidad para nuestro mundo. Solo para el alma humana esta preparada la Eternidad. Es a la gente, y no a los animalitos a quienes se dirige el Salvador: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino, preparado para vosotros desde la creación del mundo" (Mat. 25:34). Todo lo demás será consumido por el fuego. Y si después de la creación (no de la resurrección, sino precisamente ante la nueva creación "de la nueva tierra y del nuevo cielo") Dios deseara poblarlos de animales — ellos aparecerán allí. Pero estos no serán necesariamente los "inmortalizados" animales de nuestra Tierra. Allí será todo nuevo — excepto nosotros.

Dios no creó los animales para la inmortalidad — y por eso en su partida de la existencia no hay ofensa de la idea Divina y no hay pecado. San Agustín escribe directamente, que "los animales han sido creados mortales." Aun antes la misma posición era característica para san Methodio de Patara — "Así como fuere el productor, así habitualmente suele ser lo producido por él. Dios es inmortalidad, y vida e incorrupción: y el hombre es producto de Dios; y así como lo producido por la inmortalidad — es inmortal, entonces el hombre es inmortal. Por eso es que Dios personalmente creó al hombre, pero ordenó al aire, a la tierra y al agua producir los demás géneros de animales... A los demás animales les es dado vivir por intermedio de la respiración, del aire, pero al hombre — de la misma esencia inmortal, cuando Dios le insufló en el rostro Su aliento de vida" Así, por cuanto los animales no pueden ser partícipes de la Gracia Divina, ellos no son inmortales. Ellos se vivifican de los elementos, de los cuales proceden, y los elementos se encienden y se apagan junto con lo que han engendrado.

La muerte de los animales no es quebrantamiento de la voluntad del Creador, y por eso no se revela como testimonio de que con ella se quebranta la original bondad del mundo. Es cuando aquella creación, que es la única que se presenta como imagen del Creador, cuando el hombre se rebaja a sí mismo al mundo de los animales y se hace súbdito de aquellas leyes de lucha, las cuales reinaban en el mundo prehumano, sobreviviendo y pereciendo — es entonces cuando se produce el quebrantamiento de la voluntad de Dios.

Y, parece, nos hemos acostumbrado demasiado a identificarnos a nosotros mismos con los animales. Hasta tal medida nos hemos acostumbrado, que los no cristianos de esta aparente identidad encuentran justificación y disculpa a sus pasiones y tansgresiones, y los cristianos se inclinan a extender los dones del Espíritu Santo, entregados a ellos en herencia, también sobre el mundo de los animales...

Aparte de esto, ¿podemos acaso nosotros describir el comportamiento de los animales en las categorías del pecado y de las virtudes? Si la palabra "pecado" no es aplicable a la descripción de la vida de los animales, entonces la palabra "muerte" emparentada con el pecado tampoco se puede aplicar a ellos en su estricta acepción, es decir en su sentido humano-existencial.

En los santos Padres se dice de forma suficientemente estricta, que el pecado vino al mundo a través del hombre. Y peca en el mundo solo el hombre (de los acontecimientos de las esferas angelicales ahora no los tocaremos). "¿Que otro maligno accionar puedes encontrar si dejas de lado aquel que sucede entre la gente?" — pregunta retóricamente san Methodio. — Todas las demás criaturas se someten al mandamiento Divino porque les es indispensable, y ninguna de ellas puede hacer alguna otra cosa, distinta de aquella para la cual fue creada." Significa que en el mundo de los animales no hay maldad, y la muerte de los animales no es mal, si ella es provocada no por el hombre. El matar en el mundo de los animales no es ningún mal, porque ellos no tienen detrás de sí ninguna libertad.

En el plan Divino "la lucha por la supervivencia" hasta puede tener un especial sentido pedagógico-bienfortunado. En cualquier caso san Agustín presupone, que la lucha entre los animales es aleccionadora para el hombre para que él, viendo como luchan los animales por su vida corporal, pueda comprender, cuan apasionadamente e intensamente debe él luchar por su salvación espiritual.

El segundo argumento de los antievolucionistas ortodoxos se construye sobre aquellos textos de los santos Padres, que niegan la presencia del sufrimiento y de la muerte en el jardín del Edén. De acuerdo a la intuición de los santos padres no solo el hombre, sino también los animales se encontraban en estado de gracia. Y por eso no se puede imaginar teológicamente ningún sufrimiento o muerte, los que están indefectiblemente ligados con la evolución.

Pero este argumento no me parece incontrovertible.

En primer lugar, este argumento deja de tener en cuenta, que el jardín Edénico no es todo el mundo. El paraíso — no es sinónimo de todo el cosmos hasta la caída en el pecado. El Edén no comprende a todo el mundo — de él salen ríos que riegan aquel jardín, donde es alojado el hombre.

Aun más, las escrituras dicen que el Edén y el jardín no son una misma cosa. "Plantó el Señor el paraíso en el Edén en el oriente" (Gen. 2:8).

La palabra rusa "rai" — es la palabra hebrea "jardín" y "paradis" del texto griego (el cual, a su vez se presenta como la helenizada palabra persa pardes — parque). El Edén — es mundo de gozo y alegría. La palabra Edén mas rápidamente proviene del acadico edina — llanura. Pero este primer sentido ya había sido olvidado, y para el oído hebreo esta palabra Edén resultaba ligada precisamente con satisfacción, dulzura. Así, por ejemplo, cuando Sara oyó la promesa del nacimiento de un hijo de ella, ella se rió interiormente, diciendo: ¿acaso a mí, cuando ya he envejecido, me vendrá esta consolación?" (Gen. 18:12). Consolación aquí es — edena.

Pero en el texto hebreo con la palabra jardín están ligados no solo gozosas asociaciones. El sentido de la palabra gan no es transmitido en su totalidad por la palabra jardín. El hebreo gan proviene del vocablo ganon — defender. En otros idiomas también se presenta la asociación entre jardín y resguardo, defensa: el francés jardín esta unido al vocablo garder (defender); el inglés Garden, así como el alemán Gartten asimismo provienen de la misma raíz románica. Así mas bien se debería traducir al ruso la palabra gan por la palabra "ogorod": un sitio limitado y defendido.

Y este lugar no esta simplemente defendido por si mismo, sino también al hombre se le da el mandamiento de "guardarlo" (Gen. 2:15) Pero si el jardín en el Edén — es un sitio guardado y defendido significa que había algo de qué defenderlo. ¿Del hombre era necesario resguardar al mundo o al hombre del mundo? ¿El hombre debía guardar el jardín o el jardín daba defensa al hombre?

En todo caso el Edén de gozo y el jardín-fortaleza, donde fue alojado el hombre — no son una misma cosa (porque "del Edén salía un río que regaba que regaba el paraíso (huerto)" — Gen 2:10). El Paraíso plantado en el Edén (paradeison en Eden — "rai en el Edén"), y el paraíso en el sentido del gozo y alegría es precisamente el Edén, y no el jardín.

El jardín fue dado al hombre, para guardarlo; y el Edén para darle gozo. El hombre no llegó hasta el Edén, sino solo estaba en el jardín que estaba en el Edén.

Así, la escritura no dice que todo el mundo viviere de acuerdo a las leyes del jardín del Edén. Mas bien — por el contrario. Aunque la Biblia no describe directamente el mundo fuera de los límites del jardín del Edén, pero es evidente, que la zona resguardada esta claramente contrapuesta a la salvaje naturaleza inculta. Y esta contraposición se nos presenta de una forma bastante severa, de forma que hasta era necesaria una protección.

Pero si el hombre recién creado es introducido en un sitio resguardado — esto significa, que era necesario defenderlo de algo y de alguien. De satanás, como nosotros sabemos, la defensa edénica no lo resguardaba. Significa, que había peligros que no eran del tipo espiritual, sino que había otras amenazas para el humano novicio en el planeta Tierra. Y he aquí es para la defensa de estas amenazas que el hombre es sacado del contexto del resto del mundo y es puesto en algo así como un "corralito," que tenía una rígida limitación de espacio (por los cuatro ríos).

Es completamente posible, que fuera de los límites de la defensa edénica todas las leyes de la lucha por la existencia ya existieran. Dios previno al hombre: "si comieres — morirás" (Gen. 2:17). Y si Dios dijo precisamente así, — significa que a la gente ya de antes le era conocida la experiencia de la muerte (mas precisamente — por la observación de la muerte de los demás). Y entonces significa que la muerte ya estaba en el mundo no humano, en el mundo de los animales.

Pero el hombre solo durante un tiempo fue defendido de esto. Y solo con su pecado el hombre quebró la defensa del jardín del Edén, y las leyes del mundo exterior, las leyes de lo que hoy conocemos como biología darwínica se introdujeron como una ola en el mundo del hombre.

La asociación entre el pecado y la muerte de establece dogmáticamente (es decir con significado de enseñanza de la fe) por las palabras del apóstol Pablo: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Rom. 5:12). El pecado vino a través del hombre. A través del pecado humano la muerte se trasladó al hombre. Pero de estas palabras del apóstol Pablo de ninguna manera se concluye, que hasta el pecado de Adán los animales fueran inmortales. Mas bien de ellas se concluye, que la muerte ya estaba en el mundo — pero solo a través del pecado humano ella se trasladó también sobre nosotros.

Una cosa es indiscutible en el relato bíblico: el cosmos desde el mismo principio necesita de protección, de defensa. Y es necesario defender o bien el Edén del hombre (y entonces "jardín," "paraíso" es un muro de fortaleza, con el cual Dios defendió el Edén del hombre), o bien es necesario defender al hombre del mundo exterior al del Edén. En este último caso es necesario reconocer, que el mundo exterior al del Edén debía contener dentro de sí algo que era peligroso para el hombre.

Y el segundo hecho que no es tomado en cuenta por los ortodoxos antievolucionistas: el jardín del Edén estaba limitado no solo en su espacio sino también en el tiempo. El jardín del Edén no solo no es todo el mundo, sino que apareció ya después de la creación del hombre. La historia del mundo no comienza con el Edén. Ya después de haber completado todos los seis días, con un acto creativo separado "El Señor Dios plantó un jardín al este en el Edén; y allí puso al hombre que Él había formado," (Gen. 2:8). Así, el hombre fue creado antes del Edén, y este fue plantado después de la creación del hombre. El hombre ya creado es alojado en el jardín plantado para él.

"Y tomó el Señor Dios al hombre y lo puso en el jardín del Edén" (Gen. 2:15). El hombre es creado fuera del jardín y fuera del Edén. ¿De donde entonces tomó Dios al hombre? ("Tomar" significa elegir — así como fueron "tomados" los levitas de las otras tribus). El Edén — no es el lugar de nuestro origen; es el lugar de nuestro destino.

El hombre es creado fuera del paraíso. ¿Pero fuera del paraíso donde es? ¿Mas arriba o mas abajo? ¿Es el hombre creado en un orden mas elevado de la existencia y después alojado abajo? ¿O es creado desde abajo y después elevado hasta el Edén? ¿Dónde surgió el hombre — en el mundo de la jungla, en el mundo donde no había lluvia de amor Divino y después desde allí, del mundo de los anteriores al hombre él fue alojado en el Edén?

El texto bíblico nos inclina mas bien hacia la segunda interpretación. El relato bíblico acentúa lo siguiente: el mundo en el cual el hombre surgió, no puede ser el mismo mundo, donde el hombre debe vivir y crecer. Resaltaremos el hecho, de que para encontrarse en el Edén, al hombre le era necesario mudarse: traspasar la frontera entre la salvaje naturaleza hacia el jardín. Esto no solo es un cambio de lugar, sino del medio habitable.

El hombre debía ser defendido del mundo donde había sido creado. Significa, que aquel mundo del cual el hombre es nacido (por su biografía corporal), contiene en sí mismo algo destructivo. Esto no es la malignidad moral, no es el pecado (porque todavía no había pecado en el mundo, hasta la creación del hombre). Hay algo en los ciclos y en las leyes naturales, que es bueno para el cosmos y que es peligroso para el hombre. Hay algo, sin lo cual el crecimiento del mundo desde "las primeras partículas del universo" hasta el mundo prehumano hubiera sido imposible, pero ahora, cuando el crecimiento alcanzó su medida, las leyes de la evolución deben disminuir su fuerza. El mundo no puede ir hacia lo nuevo sin la declinación de lo viejo. La vida no puede crecer sin una continua renovación y sin dejar algo detrás de sus límites, es decir de los límites de la vida. En el cosmos no hay creación sin destrucción, esta armonía de los ciclos destructivos-constructivos cósmicos puede ser limitada, retirada o destruida — aunque fuera allí, donde aparece el hombre. Él — es un ser supracósmico, viviente en el cosmos, y por eso la armonía de las contradicciones cósmicas no deben funcionar directamente en él. El hombre debe ser defendido de la violencia de las leyes cósmicas — y solo puede darle esta defensa un ser Supracósmico — el Creador del cosmos.

Habiendo renunciado a la protección de Dios, el hombre se hizo una partícula de ese cosmos, en el cual todos los sistemas filosóficos paganos veían la inevitable unión del bien y del mal, del nacimiento y la muerte. En efecto, el mundo del hombre cambió radicalmente como resultado del pecado. ¿Pero podemos nosotros juzgar, que el mundo exterior al hombre y el anterior a él fueran otros hasta esto? ¿Pudiera ser, que con su acto el hombre simplemente borró esta frontera, con la cual él estaba agraciado, separado sobrenaturalmente del mundo de la demás naturaleza?

Efectivamente, en este mundo, en el cual fue introducido Adán, o sea en el anteedén, hasta pudiera ser que no hubiera muerte entre los animales. ¿Pero era así en el mundo, del cual Adán fue sacado? ¿Podemos acaso nosotros identificar entre sí el punto de salida y el punto de destino del primer Éxodo? El teólogo serbio prot. Esteban Liachevski supone, que la ausencia de la muerte se daba únicamente en el Edén. Ante la creación del hombre — "En el paraíso se instauró un nuevo mundo, donde ya no se derramaba la sangre delante del rostro del inmortal Adán, desapareció la muerte violenta entre los animales, "porque Dios dio a todos en el Paraíso por alimento toda planta y fruto," y estaban sometidos al hombre todos los animales."

La atmósfera de gracia, en la cual fue introducido el primer hombre, abarcaba consigo al Edén. Pero como era el mundo fuera de las fronteras del Edén limitado por los cuatro ríos — nosotros no lo sabemos. Acerca del mundo que estaba fuera del Edén y el que había antes del Edén la Biblia no dice nada. En todo caso es incorrecto juzgar acerca del mundo preedénico y extraedénico sobre el fundamento de lo que suponemos que había en este mismo jardín.

El tercer argumento de los antievolucionistas se basa sobre el texto en Génesis 2:30: "He aquí Yo he dado a todos los animales de la tierra toda hierba por alimento. Y fue así." En los ojos de los antievolucionistas esto significa, que hasta la caída del hombre en el pecado en el mundo no podía haber depredadores, y entonces las teorías científicas de la evolución se encuentran en directa contradicción con la Biblia.

Pero aquí la cuestión principal es esta: ¿ cuándo y donde precisamente pronunció Dios estas palabras? El asunto es que el libro del Génesis relata dos veces acerca de la creación del hombre — en el primero y en el segundo capítulo. Y una de las cuestiones tradicionalmente más complicadas de la exégesis bíblica consiste en hacer concordar estos dos relatos. Así, ¿tenía relación Dios con el hombre ya antes de la creación del jardín edénico y fuera de él? ¿Resonaron acaso estas palabras ya fuera del Edén o dentro del jardín? ¿No son estas palabras de Dios parte de aquellas que pronunció ya en el Edén, donde Él manda comer de todo árbol y prohíbe comer del árbol del conocimiento del bien y del mal? Si aceptamos, que estas palabras de Dios se refieren solo al mundo circundante al Edén, entonces ellas dejan de contradecir las aseveraciones de la ciencia. Pues la ciencia no puede investigar la experiencia edénica, porque ella solo estudia el mundo extraedénico, y por esto no entra en contradicción con los testimonios bíblicos y los de los santos padres acerca de aquel orden de convivencia que existía entre el hombre y los animales, el cual fuera establecido para el jardín del paraíso.

Así que la presuposición acerca de la evolución y la desaparición de los animales ligada con ella no contradice ni el sentido, ni la letra de la Revelación. Las escrituras no describen la tecnología del nacimiento de la vida ni de su desarrollo, y por eso nosotros no tenemos razones para el conflicto con la ciencia.

Lo mismo se puede decir acerca de las tradiciones de la Iglesia. Un numero de posiciones natural-filosóficas medioevales, recopilados en comentarios del medio evo sobre el tema de los seis días no tienen significado dogmático. San Basilio el Grande empleó muchos de los conocimientos enciclopédicos de su tiempo — pero para nosotros esto no significa que la natural-filosofía del siglo IV queda para siempre convalidada por el nombre del gran santo y a través de esto debe entrar para siempre en el contenido de la teología, sino mas bien que los intentos de acercar a la gente de mentalidad y conocimientos mundanos al diálogo con la Iglesia se bendicen por la autoridad del gran santo de Capadocia. También san Juan de Damasco en su "Exposición precisa de la fe ortodoxa" incluye algunos puntos de vista de doctrinas científicas de su tiempo. Pero también esto solo significa, que la mente ortodoxa no es ajena al interés hacia el conocimiento del mundo creado por Dios. Del hecho, que los Padres introducían en sus textos los datos del conocimiento científico contemporáneo a ellos, de ninguna manera se concluye que debamos ser enemigos del conocimiento científico contemporáneo a nosotros.

Acerca de los detalles concretos del biogénesis ya en el siglo pasado A. K. Tolstoi se expresaba en forma sumamente clara:

El procedimiento, como hacia el Creador,

Que consideraba más adecuado

Saberlo no puede el presidente

Del comité de publicaciones

Son inseparables del cuadro bíblico solo tres rasgos:

La vida (así como todo el mundo) surge paulatinamente;

El mundo es capaz de responder creativamente a los llamados de Dios;

Sin la dirección de la Inteligencia la evolución de la creación del mundo por si misma no hubiera llegado a ningún lado.

La materia no es eterna, ella es creada, y por eso ella recibe un empujón inicial desde afuera. Pero precisamente por eso, que ella es creada por este empujón — ella conserva el impulso creativo. Y por eso el mundo es capaz para el movimiento y el desarrollo. Entretanto, también es cierto lo otro, juzgamiento equilibrante: aunque el mundo tiene capacidad para el desarrollo, pero el impulso creativo lo recibe desde afuera.

El pasaje de un reino al otro en la Biblia se describe como inexplicable solo desde la evolución interior del mundo: esta transición es una discontinuidad, que ocurre por la voluntad del Creador. Precisamente en estos casos se emplea la palabra bara: el surgimiento de la materia inicial desde la inexistencia; después la aparición de la primera vida — los peces y al final el hombre... Mientras tanto, ¿no significa acaso la ausencia de la palabra bara en la transición del mundo inorgánico al vegetal, que esta frontera puede ser superada por la misma naturaleza?

Dios no crea al mundo de la misma manera, de lo que lo hace un escultor a una estatua. En este último caso la materia es completamente pasiva y cambia solo ante la acción directa sobre ella del cincel, ante la indispensable acción del artista. Pero en el asunto de la construcción del mundo la tierra, la materia original y el agua prestan la mas activa participación en su formación — ellos cumplían los mandamientos del Creador, y no solo los mandamientos se cumplían en ellos.

Significa, que la materia es activa, y en su actividad no hay ninguna enemistosidad con Dios. Las escrituras no comunican, como precisamente la tierra respondía a los llamados del Creador, pero es evidente, que la tierra respondía obedientemente, sin resistencia.

Así, entre los ortodoxos, a diferencia del paganismo, que demonizaba la materia, y del protestantismo, que priva al mundo creado del derecho a ser creativo, no hay fundamento para refutar la tesis, de acuerdo a la cual el Creador creó la materia con capacidad para el desarrollo bienhechor.

La esencia del proceso del desarrollo del mundo no cambia del hecho, de con que velocidad ella se produce. Y son ingenuos aquellos a los que les parece turbiamente, que Dios se vuelve innecesario, si nosotros estiramos el proceso de creación. Igualmente, como son ingenuos también aquellos, que presuponen, que la creación del mundo en un plazo de mas que seis días disminuye la grandeza del Creador. Para nosotros solo es importante recordar, que nada molestaba ni limitaba el accionar creador de Dios. Todo sucedía por la voluntad del Creador. Pero si esta voluntad consistía en el hecho de crear el mundo instantáneamente, o bien en seis días, o en seis mil años, o en miríadas de siglos — no lo sabemos. Porque "¿quien contará los días de la eternidad?" (Sir. 1:2).

 

Conclusión.

En la teología ortodoxa está establecido examinar aquellas cuestiones donde no puede haber diferencias de opinión bajo un punto de vista perfectamente determinado: Se debe analizar que es lo que significa "hombre por causa nuestra y por causa de nuestra salvación." Si alguna tesis no tiene una indispensable aplicación soteriológica, y además de esto ella:

No esta condenada por el concilio de la Iglesia;

No conduce por su lógico descubrimiento a la contradicción con facetas dogmáticas claramente establecidas de la enseñanza de la fe eclesiástica;

Difiere con los juzgamientos de algunos de los Padres, pero de alguna manera tiene algún sostén aunque solo fuera en algunos testimonios de la tradición de la Iglesia — entonces se la puede seguir o usar, con la condición, de que no será enseñada como algún juzgamiento de la enseñanza de la fe universalmente-necesaria (es decir dogmática).

Las opiniones teológicas privadas pueden diferir una de otra. Aparte de las comunes palabras del apóstol Pablo, que dijo acerca de esto ("porque es necesario que haya disensiones (airesei) entre ustedes" — 1 Cor. 11:19), se puede mencionar las palabras del historiador eclesiástico Bolotov:

"Nadie tiene poder para impedirme conservar, en calidad de opinión teológica privada, el teologúmeno, expresado aunque fuera por uno solo de los padres de la Iglesia, si no está demostrado, que el juicio competente de la Iglesia ya reconoció esta idea como pecaminosa. Pero por otro lado, ninguno tampoco tiene poder para exigir de mí, que yo, en calidad de opinión teológica privada, siga el teologúmeno, expresado por uno o varios padres de la Iglesia, si este teologúmeno no me cautiva con su elevada hermosura teológica, no me subordina con el poder de sus argumentos, alcanzables para mi inteligencia."

Por eso la inaplicabilidad para la mentalidad ortodoxa de las ideas de la evolución puede ser demostrada solo en el caso, si fuera explicado: de que manera la permitida renovación de las generaciones de animales en el mundo prehumano y exterior al Edén puede disminuir la consciencia de la participación del cristiano en los salvadores Misterios de la Iglesia. Los argumentos dirigidos sobre aquello de que "la Biblia enseña — pero ustedes dicen..." no pueden ser recibidos para su examen. Precisamente la tradición ortodoxa sabe, cuan complejas, no completamente evidentes y diferentes pueden ser las interpretaciones de las Escrituras (especialmente los textos del Antiguo Testamento).

Por eso al recibir dentro nuestro alguna interpretación debemos primero anteponer delante de nosotros mismos la pregunta: ¿Porque yo me inclino hacia el empleo de precisamente esa interpretación? Si la rechazamos — nuevamente debemos motivar: qué es precisamente lo rechazable que yo veo en ella. Ante la condenación la pregunta debe ser mas especifica: que es precisamente lo pernicioso para la salvación de la gente que hay en la opinión condenada por mí.

Las opiniones y los métodos de los creacionistas radicales no pueden ser tomados en cuenta por el hecho, que ellos se comportan con arbitrariedad y no objetivamente con los datos científicos, con lo cual provocan justas objeciones en la gente, cuya actividad esta ligada con la ciencia. Y aquí existe un gran peligro de que, por ejemplo un biólogo, leyendo algún arrogante libro creacionista, aplique la palabra "chapucería" a todo el cristianismo en general.

 

Palabras finales.

Cierta vez me invitaron a dictar una corta serie de lecciones en el departamento de biología de la Universidad Estatal de Moscú. Habitualmente mis relaciones con los estudiantes del MGU se establecen fluidamente buenas. Pero esta vez yo fui sorprendido por la frialdad del auditorio. Después de la primera lección me dirigí a los colegas que me habían invitado y les pregunté: "¿Me equivoqué en algo con el auditorio? ¿Porque había en ellos una actitud tan extraña, a aquello que yo estaba diciendo?" Por contestación recibí lo siguiente: "Ah, discúlpenos, padre Andrés... Nosotros no le previnimos, que la semana pasada estuvieron aquí unos bautistas americanos. Y ellos trataron de demostrar a nuestro auditorio, que no existió ninguna evolución, y que el mundo fue creado en seis días. Pero nuestros aspirantes (sin hablar de nuestros docentes) los atraparon en una relación demasiado arbitraria con los datos científicos, se dieron cuenta de que elegían testimonios de una forma excesivamente tendenciosa mientras callaban sobre otros. Por eso nuestros estudiantes decidieron, que es generalizado entre los cristianos comportarse así con los datos de nuestra ciencia — y por eso también a usted lo recibieron como colega de aquellos diletantes americanos." Y solo después de que en el segundo encuentro yo expliqué, que en la ortodoxia es posible otra lectura de los primeros capítulos del Génesis — las relaciones con el auditorio se restablecieron, y la conversación acerca del Evangelio y de la Ortodoxia siguió después con gran atención y comprensión.

Así es que yo tengo un interés misionero, para no aceptar los puntos de vista de los creacionistas extremos y tratar de encontrar una lectura evolucionista de los Seis Días. Para mí personalmente no hay ningún problema en creer que Dios creó el mundo instantáneamente o en seis días. Yo no tengo ningún problema en expresar algo, que yo se anticipadamente que no será bien recibido para un auditorio dado (demasiado frecuentemente debo hacerlo). Simplemente a mí me parece — que no es de buen pastor cargar a la gente con cargas por encima de lo indispensable. Efectivamente, en el cristianismo suele haber momentos de una indispensable "ofrenda del intelecto." Pero yo pienso, que esta ofrenda debe mejor ser ofrecida al dogma de la Trinidad del Único Dios, y no al "dogma" del exacto numero de horas de la creación del mundo.

Por último, es provechoso observar de cerca nuestros propios motivos interiores, que nos incitan a aceptar uno u otro juzgamiento. Demasiadas personas en nuestras parroquias, monasterios y hasta seminarios tienen por amado hobby — demostrar uno a otro su propia súper-ortodoxia. Para este entretenimiento la acusación a los "herejes-evolucionistas" — es un pretexto sumamente adecuado. Pero si la persona esta preocupada no en acumular una reputación de archiortodoxa en el círculo de los conocidos de su comunidad, sino en acercar al umbral de la Iglesia a aquella gente, que todavía esta lejos de ella — entonces es mejor sacrificar con alegría la consciencia de sentirnos categóricos, y así también con alegría renunciar a descubrir y acusar al "hereje" de turno. Al final y al cabo: ¿hablamos la palabra de Dios, para regalar a Cristo a la gente, o para afirmar sobre ellos nuestra propia autoridad? Por eso en mi opinión la cuestión, de si aceptaremos una lectura evolucionista de las primeras páginas del Antiguo Testamento, o si las interpretamos dentro del marco de un estricto creacionismo — no es solo una cuestión acerca de la comprensión de las más antiguas páginas de nuestra historia, sino también esta es una pregunta acerca de nuestro futuro. ¿Deseamos ver a nuestra Iglesia misionera activa y abierta, o bien durante toda nuestra vida concentramos nuestra mentalidad y actividad en la iglesia solo en leer repetidamente de los siglos pasados?

Agregado

El hombre viene al mundo

Diácono Andrés Kuraev

(capítulo del libro "EL MANDÒ, Y FUE CREADO. Enseñanza ortodoxa acerca de la creación del mundo." Klin, 1999. El artículo publicado fue escrito sobre el fundamento de una disertación dictada en el año 1994 en el seminario "Ciencia, filosofía, religión.").

En los cristianos, que se enfrentan al problema de la evolución, surge una "alergia" completamente natural hacia esta concepción, fundamentalmente debido a la forma vulgar, en la que nos es conocida desde la escuela o de las aulas de los institutos medios y superiores. Ya sea que esta teoría se dictara como darwinismo o neodarwinismo, ella está llena de inocultable encono antibíblico.

Es natural, que el cristiano desee rechazarla, y prevenir a sus hijos acerca de que en la escuela en las clases de biología les van a hablar una serie de completos disparates... Sin embargo, la herencia soviética se debilita no cuando nosotros nos oponemos, sino cuando aprendemos a superar el rechazo de la herencia soviética.

Existe el pecado, y existe la reacción hacia el pecado, pero la reacción al pecado suele ser apasionada. Algunos pecados solo son vencidos verdaderamente cuando nosotros nos encontramos "del otro lado" tanto de la tentación, como de la reacción a él; cuando, por ejemplo comenzamos a vivir y a pensar no a favor de nuestro propio poder, sino que nuestros pensamientos surgen de nuestros propios motivos y valores interiores. La enfermiza reacción hacia todo lo relacionado con la concepción de la evolución se presenta en cierta medida como una consecuencia lógica de nuestra general invalidez debida a nuestra previa forma de vida y educación.

Primero diremos algunas palabras acerca de cuales son los argumentos no-religiosos que dan a los cristianos flexibilidad y resistencia delante de la propaganda darwinisto-escolar.

Las teorías darwinista y neodarwinista de la evolución no responden a la pregunta principal: ¿en que consiste la fuente de la novedad? La selección natural puede trabajar solo si ya hay una variedad de formas, en las cuales ella puede realizar su accionar. Solo cuando se tiene una cierta cantidad de formas diversas, es decir un surtido, la selección natural puede decidir, que "modelo" irá a "producción masiva," y cual será descartado y no dará herencia. Sin embargo la teoría de Darwin no da respuesta a la pregunta, de donde salió el surtido, de donde salió esta diversidad de modelos.

En lo que respecta al neodarwinismo, o sea el darwinismo, cruzado con la teoría de la mutación, tampoco da respuesta en lo esencial del hecho. La teoría de la mutación dice, a través de qué puerta entra la novedad, pero esto en definitiva no es mas que señalar a la puerta. Es comprendido, que el hombre entró a la habitación a través de la puerta, y no a través de la ventana, sin embargo esto no explica en ninguna medida, porqué precisamente este hombre en cierto momento se encontró en un sitio concreto dado. La teoría de la mutación en su variante clásica presupone, que las mutaciones suceden casualmente, o sea tiene lugar el factor de la casualidad (el cambio del fondo radiactivo, el del medio ácido, etc.), lo que como resultado lleva a la brecha ante la reduplicación del ADN. Se produce algo así como un sello, pero a la pregunta, de porqué sucedió ella, se da una respuesta esquiva: "Así sucedió." Así también como un niño pequeño que juega con un vaso sobre la mesa, y este termina en el piso. El pequeño explica: "Mamá, sucedió así... "

La selección natural puede explicar (mas precisamente — describir, y no explicar) la variedad en el marco de la población, pero no puede explicar el salto de una forma a la otra. Por eso Timofeev-Resovsky justamente notó, que en "La procedencia de las formas" Darwin habla de cualquier cosa, excepto de la misma procedencia de las formas.

Esta situación se puede comparar con la de un hombre, que toda su vida pensaba, que las máquinas crecen en los árboles o en el campo. Si él entra en una fábrica y descubre que las máquinas las hace alguien, pero no ve nada mas que el departamento de control técnico, decidirá naturalmente, que precisamente estas personas, que revisan la producción y deciden que máquina irá al stock, y cual de vuelta al chequeo, son las que hacen las máquinas. En realidad estas personas son el DCC (Departamento de Control de Calidad), es decir aquella selección natural, que encontró Darwin. Sin embargo ni él, ni los investigadores que le siguieron explicaron seriamente, quien es en realidad el que realiza la producción. Como no sin sarcasmo remarcó Chesterton, hasta ahora "nadie pudo probar, que los motores surgieron por si solos de un yacimiento de hierro, y que de todos los motores sobrevivieron en la lucha aquellos, en los cuales casualmente se desarrolló el carburador."

2. Para quitarnos una presión innecesaria ante la análisis de la cuestión acerca de la relación entre el cuadro científico del mundo y el bíblico, es necesario entender, que el Mundo Científico y la Biblia no dan simplemente (a veces) distintas respuestas. Es importante remarcar, que estas son distintas respuestas a diferentes preguntas.

La utilidad, la oportunidad y la inteligencia de la actividad del hombre solo se pueden valorar, si conocemos, que meta él deseaba alcanzar y por causa de la cual comprometió y empleó toda su actividad, la cual desde afuera a primera vista pudiera parecer tan extraña.

También así para la correcta valoración del relato bíblico es necesario entender, que sentido tiende él a alcanzarnos, a que preguntas responder, de que respuestas a ellas prevenirnos. Como sabiamente expresó el padre de la historia eclesiástica occidental, el cardenal Baronio: "La intención de las Sagradas Escrituras es enseñarnos cómo ir al cielo, y no cómo se mueve el cielo" (palabras después repetidas por Galileo).

La principal cuestión en el relato de los Seis Días es: en que relación se encuentran Dios y el hombre. ¿Porque Dios tiene exigencias con el hombre (la ley)? ¿Porque en la gente hay derecho a la esperanza. Esperanza en el perdón, en la ayuda y la ocupación de parte de Dios? Dos veces en la Biblia se presenta la pregunta acerca del hombre. Se puede decir, que toda la Escritura es una respuesta a esta pregunta. La misma Encarnación de Dios es la respuesta a esta pregunta. Y esta pregunta las dos veces se presenta en la Biblia en idénticas palabras — "¿Qué es el hombre, para que Tu te acuerdes de él y el hijo del hombre para que Tu lo visites?" Pero cierta vez él exclama en Job (Job 7:17) — con amargura y duda, con rezo le pide alejarse de él, dejar al sufriente hombre en paz del quemante, ardiente contacto con Dios: hasta cuando, Señor, Tu exigirás lealtad a Ti, Que con Tu amor a mí destruiste todo mi mundo... Pero en otro lugar estas palabras son pronunciadas por segunda vez por David (Sal. 8:5) — ya ahora con agradecimiento porque toda la envidia del mundo no puede quebrantar el amor Divino hacia Su ungido... En el abismo, que separa estas dos actitudes que provocan exactamente las mismas palabras cabe toda la antropología.

Para comprender esto, necesitamos mirar mas de cerca, como la Biblia muestra el surgimiento del mundo, la entrada del hombre en el mundo y su destino en él.

3. Como respuesta a los reproches de turno dirigidos a la "mitología bíblica," se puede señalar, que precisamente la Biblia lucha contra la mitología. Lucha no solo con su palabra, sino también con su silencio. Es notable en la Biblia la ausencia de la teogonía. Precisamente la teogonía, o sea los relatos de las interminables evoluciones, casamientos y nacimientos de dioses, llena los mitos de la India, Grecia y Sumeria. El mundo de los hombres, el mundo de la materia surge ante esto como algún producto secundario de las complicadas intrigas de los dioses entre sí. Los dioses resuelven entre si sus problemas — y como consecuencia de sus decisiones surge el hombre.

Pero en la Biblia no hay teogonías. "En el principio Dios creó." Las conjeturas acerca de qué es lo que había antes de este nuestro "principio," son insensatas. En la tradición judía se prestaba mucha atención al hecho, que la letra "b" (pronunciada "beit,") con la cual comienza la palabra "Bereshit" (y, por ende, toda la Biblia) se representan como una comilla cuadrada, abierta hacia el lado que sigue a la lectura del texto y cerrada por el lado contrario. El rasgo de la letra limita desde tres lados el espacio del texto: de aquello, que está arriba, de lo que es superior a nuestra comprensión, de aquello que está abajo, o sea no alcanza el nivel de nuestra percepción, debajo del nivel del umbral, y de aquello, que había hasta entonces. De aquí se extrae el pensamiento, que solo puede ser sometido a investigación aquello que se comunica en lo siguiente del texto, pero no algo anterior o fuera de sus fronteras.

Así, el Primordial e Inicial Dios por si mismo, directamente comienza la obra de la creación del mundo. El Dios bíblico no es remilgado. Esta propiedad de Dios la remarcaban los profetas del Antiguo Testamento, que asemejaban a Israel a una huérfana. Dios decía a Israel: "Cuando naciste tu ombligo no fue cortado, y no fuiste lavada con agua, y no te envolvieron en pañales. Ningún ojo se compadeció de ti, sino que fuiste arrojada al campo, por desprecio a tu vida, en el día de tu nacimiento. Y pasé Yo a tu lado, y te vi abandonada en tu sangre, y te dije: ¡vive!" (Ezeq. 16:4-6). No hay en Dios sentimiento de fastidio en relación a Su creación, y el Señor condesciende en bajar a cualquier lugar por mas mísero que sea para encontrar una oveja perdida. Dios no se asquea de Su creación, y con Sus propias manos crea el mundo material.

Mas adelante, el relato bíblico es antropocéntrico y en algún sentido egocéntrico. En muchas otras cosmogonías el hombre es frecuentemente el resultado no deseado de la descomposición de algún monstruo primordial o de un ser servil. Para los dioses, que estaban ocupados con sus problemas interiores, se hace indispensable, entre tanto, crear también una legión de hombres, homo sapiens, algunos extraños centauros, que contienen dentro suyo el espiritual principio con el material.

El relato bíblico en este sentido se diferencia abruptamente de las cosmogonías no bíblicas. El hombre es amado por Dios, y en un consciente, libre amor Dios crea al hombre. La geocentricidad del relato bíblico de presenta como una natural deducción de lo que está expresado mas arriba. La tierra se sitúa en el centro del relato y muchos sucesos se describen como si fueran desde el punto de vista de un observador sobre la tierra. Es precisamente sobre la tierra, no en algún lado en los cielos, en el tercer cielo o en el séptimo, sino aquí, sobre la tierra donde va a suceder el misterio de nuestra salvación. En este sentido es egocéntrico el Evangelio, y el libro del Génesis como antesala del Evangelio, como sombra del Evangelio.

Por fin, es de valor prestar importancia al siguiente detalle. El proceso de la creación sucede por vía de la separación, por el camino de las consecuentes divisiones. Tratemos desde un punto de vista infantil, lo mas primitivamente posible, imaginarnos la forma de obrar del bíblico Demiurgo. En algunas Biblias para niños se ve dibujado un poderoso anciano de blancas barbas; de las mangas de su túnica salen volando planetas y estrellas, y él dice: ¡Hágase la luz! Si imaginamos que él tiene en sus manos herramientas de trabajo, lo más probable que resulte ser un cuchillo o un escalpelo porque él siempre está cortando. Al inicio separó Dios la luz de las tinieblas. Divide las aguas, que se encuentran sobre los cielos, de las aguas que están debajo de los cielos, separa el mar de la tierra seca, junta después la luz y las estrellas, separa el Edén de toda la demás Tierra. En el primer día se crea algo así como una masa plástica, amorfa, tierra sin forma, y después de esta primera masa plástica creada se moldea y se talla toda la demás diversidad del cosmos.

En esto consiste la diferencia radical entre las culturas y concepciones religiosas del cercano oriente o de las del mar mediterráneo de, por ejemplo las hindúes. Para los sistemas filosóficos religiosos hinduistas la diversidad del mundo es obviamente maligna, la salvación consiste en volver al lecho de la primer unidad indivisa. El mito cosmogónico del brahmanismo habla acerca de que el demiurgo, terminado su acto de crear el mundo, sintió la cercanía de la muerte. Pradjapati creó el cosmos de su propia sustancia y, cuando quedó vacío, "sintió el miedo a la muerte" (Chatapadja Brahman X, 4, 2,2) y los dioses le trajeron sacrificios, para recrearlo y revivirlo. Así, aquel que en nuestros días realiza el rito del sacrificio, también coparticipa del acto de la recreación de Pradjapati. "Cualquiera, que habiendo entendido esto, realiza una buena obra o hasta simplemente se goza con la realización de ella (no realizando ningún rito), recrea la divinidad, dividida en partes (haciéndola) entera y llena" (allí mismo X, 4, 3,24). La intención deliberada del que ofrece el sacrificio restablecerá la primera unión (materia, sustancia), o sea recrear el estado de existencia, que precedió a la creación y diferenciación del mundo — es una muy importante característica del espíritu hinduista, sediento de esta inicial unión.

Al final de cuentas todo en el mundo es llamado a convertirse en sacrificio, y a través de esto volver a su primera fuente. Dios debe literalmente devorar todo el mundo... "En el principio no había nada. Todo estaba envuelto por la muerte o por el hambre, porque el hambre — es la muerte. Él — que se llamaba muerte — deseó: "Que sea yo encarnado" — y creó la inteligencia... Él se movió, glorificando, y de su glorificación nació el agua... Él se agotó a sí mismo... Con la inteligencia él — hambre o muerte — produjo la unión con la palabra. Aquello, que era semilla, se hizo año... Él abrió la boca, para comer lo nacido... Él pensó: "Si yo lo mato, tendré poco alimento." Entonces con esa misma palabra y con ese mismo cuerpo él creó, todo lo que existe aquí: ... los sacrificios, la gente, el ganado. Todo lo que produjo, él decidió devorarlo... Él deseó: "Que este me sea apto para el sacrificio y que yo me corporice con su ayuda." Entonces el cuerpo se hizo caballo; creciendo, se hizo apto para el sacrificio... Con el terminar del año él lo ofreció en sacrificio a sí mismo, y los otros animales los dio a los otros dioses" (Brihadaranyaka Upanishada. Madju. 1,2).

Así es como en el brahmanismo se fundamenta el sentido del ritual. Los sacrificios, hechos por los dioses o por los hombres restablecen las fuerzas de la suprema inicial divinidad y le devuelven aquella energía, que él perdió, alejó de sí, restableciendo así la unidad anterior. La finalidad de la creación del mundo — es ofrecerlo todo en sacrificio, disolverlo todo en la original indivisibilidad.

Para la concepción bíblica (como así también para la egipcia, la fenicia, y la sumeria) es característico un entendimiento completamente diferente del sacrificio. El sentido del ofrecimiento del sacrificio consiste en defender el cosmos, defender la diversidad del mundo, cuando las fuerzas del caos amenazan aniquilarlo.

La revelación, dada a Moisés, expresó en forma máximamente clara aquello, que se presentía en los relatos de las tradiciones religiosas de la humanidad anteriores a Moisés, en las religiones, que nosotros llamamos paganas. La armonía de la diversidad de nuestro mundo es bendecida por el Creador, y no es producto de algún acto insensato o de una guerra cósmica, no es producto del pecado. Dios creó al mundo bueno y diverso, y el hecho de que sea diverso, — es bueno. Esto, si se lo quiere ver así, conduce a la noción de segregacionismo, el cual se apreciará después a través de toda la Biblia, hasta lindar con el Nuevo Testamento.

La pedagogía Divina consiste en cortarse de la original, demasiado grande masa de lastre, para que el remanente pueda crecer en adelante en obediencia a Dios. La división continúa durante el trascurso de toda la historia. Caín y Abel — son la primer división. Desde el primer paso solo la tercera parte de la humanidad — los descendientes de Seth — resultan comprendidos en el horizonte de la sagrada historia. Después pasa un cierto tiempo y nuevamente se aniquila toda la humanidad, con excepción de una sola familia. No suficiente con esto, los tres hijos de Noé inmediatamente se separan, y lo siguiente de la Sagrada historia continúa solo a través de Sem. Aparece Abraham — los hijos de Abraham se dividen entre sí, Ismael es separado de la Sagrada historia y a través de Isaac la división sigue adelante.

Israel es sacado de Egipto. Se presupone, en esencia, la aniquilación de Israel (porque cuarenta años de andar errantes por el desierto induce la idea de que han sido condenados a la extinción). La gente, que ha vivido en el mundo pagano, que ha conocido la esclavitud, debe morir. En la Tierra Prometida puede entrar solo una nueva generación. A la Tierra prometida no se le permite entrar ni siquiera a Moisés, y solo con Jesús hijo de Nun (Josué en las traducciones castellanas) llega allí el pueblo.

La siguiente división de Israel es en "el Israel según el espíritu" y el "Israel según la carne." El Israel según la carne es la mayoría. Pero hay un pequeño remanente de Israel, a través del cual seguirá la línea de la Sagrada Historia. De allí salen los Apóstoles, y esta es la división final, que culmina y completa la obra. En esta nueva nación, diciéndolo con las palabras del Apóstol Pedro: que nunca ha sido nación, y ahora es pueblo de Dios (1 Pedro 2:10), se juntan la gente de todas las naciones de la tierra.

De esta manera, toda la Sagrada Historia nos revela una cosa que es extraña a primera vista. Es evidente, que para la Biblia el tema característico es la abundancia en la creación, el abundante material existente, lo que se resume en las palabras del Salvador en el Evangelio: "He venido, para que tengáis vida, y la tengáis en abundancia" (Juan 10:10). Vivimos en un mundo donde hay demasiado de todo — en la tierra hay demasiada agua, en el mundo hay excesivamente muchas estrellas, hay demasiado vacío, el mundo es excesivamente enorme, y pareciera completamente desmedido en comparación con el hombre. En la intención bíblica es difícil no notar la intuición, de algún don excesivo.

Cristo alimenta la multitud hasta la saciedad de una forma milagrosa con siete panes, después de lo cual se recogen siete canastos de trozos sobrantes de pan. Cristo hace el milagro de Caná de Galilea, y después de ello quedan algunas grandes vasijas de vino sin consumir. El mundo sería alguna otra cosa sin esta abundante energía, la creación del mundo no es mezquina, y para el hombre no todo en él está estrictamente calculado y comprendido.

En el final del libro de Job hay una escena sorprendente. Dios toma a Job, como a un niño, y lo conduce por Su zoológico. Job esta terriblemente asustado de estos monstruos del caos, leviatanes e hipopótamos, pero para Dios estos son animalitos domésticos. Dios pregunta a Job: ¿Puedes tu ponerle lazo al Leviatán? El Señor por su parte apaciguó y ató a todas Sus criaturas. Un mundo de enorme potencia se crea desde el principio, y después comienzan a recortarse los pedazos sobrantes. Algo, pudiera ser, es quemado, y algo es almacenado, para con el tiempo nuevamente entrar en el taller del supremo Artista. Así, paulatinamente, comienza a moldearse aquel multiforme, multifacético cosmos, el cual nosotros con ustedes vemos y conocemos.

4. Un importantísimo motivo del relato bíblico acerca de la creación del mundo — es el paulatino establecimiento de la creación. El mundo no se hace instantáneamente, sino en un cierto intervalo de tiempo, en la famosa Semana de la Creación. En cada uno de estos días sucede algo precisamente característico de él. El desarrollo del mundo es paulatino, sin embargo la Biblia no da ningún fundamento para hablar del auto desarrollo del universo. El pasaje de un día al otro media consecutivamente con el llamado Divino "¡Hágase!" y la tierra responde a este impulso creativo.

Precisamente respondiendo al llamado del Verbo, la tierra en los Seis Días produce la vida. "Y dijo Dios, produzca la tierra vegetación, todo pasto, todo árbol fructífero... Y produjo la tierra... Y dijo Dios: Produzca la tierra el alma viva según su genero, el ganado y los reptiles y las bestias de la tierra según su genero. Y fue así" (Gen. 1:11-24).

Esta respuesta creativa de la tierra es descripta así por san Basilio el Grande: "Imagínate, que por una pequeña palabra la tierra fría y estéril de pronto se aproxima al tiempo del nacimiento, y como quitándose de sí la ropa triste y lastimera, se viste de túnica clara, se goza y se alegra de su adorno y produce al mundo miles de plantas."

Así es como lo representa C. S. Lewis: "Lejos en la tiniebla alguien cantó. No había palabras. No había tampoco melodía. Hubo solo un sonido, inexpresablemente hermoso. Y allí sucedieron dos milagros simultáneamente. En primer lugar, a la voz comenzaron a responderle una incontable multitud de voces — ya no espesas, sino sonoras, argentinas, claras y elevadas. En segundo lugar, la oscuridad fue salpicada por innumerables estrellas... El león caminaba hacia delante y hacia atrás y cantaba una canción nueva. Ella era mas suave y ceremoniosa que aquella, con la cual él creó las estrellas y el sol, ella fluía desde debajo de sus patas como si manaran verdes torrentes. Era el pasto que crecía. En algunos minutos ella cubrió los pies de las colinas de lejanas montañas, y el mundo recién creado se hizo mas amistoso. Ahora en el pasto se oía el viento. Pronto en las colinas aparecieron manchas de matas de vegetación, en las praderas surgieron puntitos verdes, algunos eran mas claros y otros mas oscuros. Cuando estos puntos, — no, ya ahora son palitos, surgieron a los pies de Digori, él vio sobre ellos unos cortos brotes, que crecían muy rápidamente. Los palitos mismos también se estiraban hacia arriba y después de uno o dos minutos Digori los reconoció — estos eran árboles"... Delante de nosotros — se presenta el mismo tema de la canción creadora.

Y aquí precisamente el diálogo, el llamado y la respuesta. "La tierra por si sola debe producir la vegetación, no teniendo necesidad de colaboración lateral." Dios manda — y el mundo responde en un esfuerzo creador, cumpliendo la voluntad del Creador.

Esto significa, que el mundo y la materia fueron originalmente creados de tal modo, que ellos eran capaces de escuchar al Creador, capaces de cierta autoorganización y crecimiento. Desde el mismo primer instante surgió aquello, que los físicos llaman principio cosmológico antrópono. En el idioma de la poesía filosófica se puede decir, que el universo material en el primer instante de su existencia estaba provisto de una enorme cantidad de potencia; él es creado capaz de cambiar, de contener dentro suyo, aquello que todavía no existe, pero que debe existir. Desde el primer momento la materia se crea de tal manera, que ella puede transformarse de una cosa en otra.

Se puede ver una analogía del diálogo de la creación del mundo en el dialogo entre un alma cristiana y Dios. Para cualquier cristiano le es familiar el dichoso contacto del Señor con su alma. El Señor nos da a entender algo, a vivir algo, pero después de eso Él se aleja, como diciéndonos: "Ahora, hombre ha llegado la hora de que te esfuerces y trabajes, te ha sido dicho, que existe el bien y existe el mal, y tu debes caminar con tus piernas."

Así es también como actúa la Providencia Divina en el mundo hasta la aparición del hombre. El Señor da el impulso ante la brecha, la aparición de alguna nueva forma de la existencia del universo. Después por la inercia creativa, dada por Dios, en el trascurso del siguiente día creativo aquella parte de la existencia que Él ha tocado, se desarrolla por sí sola. Dios dijo: Júntense las aguas. En adelante sucede este agrupamiento de las aguas. De cualquier manera que lo comprendamos — aunque sea en el mas estricto sentido literal — este es un proceso que dura mucho mas, que el momento del primer impulso Divino, que dio principio a este proceso. En este caso dado no es importante, que trozo de tiempo es este — 24 horas o varios millones de años. En todo caso la formación plástica de nuestro mundo sucede como respuesta al mandamiento del Creador.

Durante cuanto tiempo y por qué camino la tierra continuaba su vida — la Biblia no lo dice. Ella insiste solo en una cosa: toda la vida — sale de las manos del Único Creador, y por Su mandamiento. Pero por que métodos esta voluntad Divina se introducía en nuestro mundo y lo transformaba, lo preparaba para la aparición del hombre — son preguntas, que quedaron fuera del marco de la Revelación. Pero precisamente de ellos se ocupa la ciencia, y justamente por eso no entra en contradicción con la Biblia, sino que la explica mejor.

5. La idea de un diálogo que se desarrollaba en el tiempo fue olvidada prácticamente en la teología occidental, fundamentalmente por tres causas.

En primer lugar. El cristianismo occidental, a diferencia del ortodoxo oriental, ya aun en el primer milenio de nuestra era, cuando la Iglesia era todavía única, pensaba en mayor medida en categorías jurídicas y morales. El oriente en cambio, los padres ortodoxos bizantinos, pensaban categorías ontológicas. San Máximo Confesor, por ejemplo, habla de la salvación universal, mundial. Precisamente la salvación de todo lo creado realiza Cristo.

Para el pensamiento occidental la salvación es la dilucidación de las relaciones entre el hombre y Dios. El hombre peca, Dios se enoja contra él, y Cristo sale como mediador, paga la multa. En el universo no cambia nada, el mundo y el hombre quedan como estaban, solo un poco menos de ira en los cielos, y los relámpagos caen menos frecuentemente sobre la tierra.

El oriente entiende la salvación en Cristo de una manera completamente distinta. Toda la creación cambió, toda la creación tembló. El Verbo se hizo carne, todo el mundo resultó transfigurado, penetrado por Dios. En esto consiste el llamado cósmico del cristianismo, o sea la transfiguración de todo el mundo, el cual debe entrar en el Reino de Dios cambiado. En el mundo no hay nada tal, que sea destinado para existir fuera de Dios. El Creador no creó nada, que debiera existir en el infierno, es decir fuera del lado de Dios. Por la intención del amor Divino todo en el mundo debe encontrar el camino hacia Él, y este camino es a través del misterio de la salvación del hombre. De la libertad del hombre depende, en qué plenitud tanto el mismo hombre como el mundo ligado con él entrarán en el Reino de los Cielos. La perspectiva cósmica del cristianismo occidental fue apagada por su legalismo y su moralismo.

En segundo lugar, en el pensamiento de la filosofía occidental, comenzando por Agustín, recibió difusión la idea del acto instantáneo de la creación, lo que hizo a las concepciones evolucionistas anticristianas, antibíblicas. El hecho es que, en el libro de la sabiduría de Jesús hijo de Sirah se habla de que "El que vive eternamente creó todo en unidad" (Sirah 18:1, traducción eclesiástico-eslava. El griego koine significa "junto," "unidos en uno," pero el latino simul — "al mismo tiempo." En la concepción de aquellos, que estudiaban la Biblia en latín, resultaba, que Dios creó todo al mismo tiempo...

La tercer circunstancia, que hizo a la idea de la evolución no aceptable para el Occidente, mas precisamente, para el mundo protestante, consiste en que, la soteriología protestante y el encono antievolucionista protestante están estrechamente ligados entre sí. Los protestantes afirman, que la salvación sucede exclusivamente por la actividad de Cristo. La persona, según la comprensión protestante, es no mas que un recipiente el cual debe, según las palabras del patriarca Sergio, "firmar en la convicción" acerca de que en su cuenta bancaria "fueron transferidos" los méritos de Cristo.

La teología protestante no espera de la persona ninguna actividad espiritual seria, ningún esfuerzo espiritual, en tanto que en la Ortodoxia se presupone una definitiva actividad ontológica. El hombre es llamado en tal medida a abrirse a sí mismo a Dios, para unirse en uno con Dios, hacerse hijo de Dios por la gracia. El hombre debe convertirse por la obra de la gracia en aquello, lo que Dios es por naturaleza. En la Ortodoxia existe el término "sinergia", que significa colaboración, actividad conjunta de la gracia Divina y la libertad humana. El protestantismo no conoce el sinergismo. Por una parte, esto es natural y lógico precisamente para el protestantismo, por cuanto la teología católica deformó en extremo la verdad del sinergismo. El hombre, en la concepción católico-romana, puede comprar su salvación, un lugar en el Reino de Dios con los actos de devoción. La rebelión de Lutero contra el catolicismo hasta fue inteligente en este sentido, pero derivó lamentablemente hacia otro extremo. La salvación ahora se entiende como el recibimiento de la justificación, que Cristo realizó para el hombre.

El protestantismo tiene su lógica interna en su rebelión contra la idea de la evolución. ¿Acaso puede haber sinergia, la colaboración de lo creado, la materia y Dios, si hasta a la gente la salva solo la voluntad de Dios? Leyendo folletos contra la teoría de la evolución, es necesario diferenciar los comentarios veraces y profundos, que critican la teoría darwinista, y los compromisos confesionales de algunas deducciones protestantes.

Para el cristiano ortodoxo de ninguna manera en imprescindible valorar tan negativamente la posibilidad de la colaboración de Dios y del mundo. La lucha contra la teoría darwinista de la evolución no es lucha contra el fenómeno del desarrollo y complejidad en nuestro mundo, como tal.

 

La creación del hombre.

Sea cual fuera la autonomía del mundo y de los procesos que transcurrían en él hasta el surgimiento del hombre — pero ante la creación de la imagen Divina en al tierra Dios nuevamente actúa directamente sin intermediación.

De acuerdo a la Biblia, el hombre se crea en dos etapas, y hasta pudiéramos considerar que son tres. La primera etapa — es la concepción de la idea de crear al hombre. "Y dijo Dios: crearemos al hombre según Nuestra imagen y semejanza." Después Dios da comienzo personalmente a la creación del hombre. Él crea el cuerpo de la tierra, y después, en el cuerpo que ya está listo, insufla el alma. La Biblia no nos habla de intervalos de tiempo durante este hecho, y por eso tenemos una cierta libertad de pensar acerca de si hubo algún lapso entre la creación del cuerpo por Dios y su espiritualización, pero si este intervalo existió, entonces ¿que es lo que era este ser, que tenía cuerpo de hombre, pero no tenía inteligencia humana?

San Gregorio de Niza habla de la diferencia del génesis del cuerpo y el del alma en el hombre: Dios creó al hombre interior y modeló-amasó al exterior. Modelar significa emplear materia ya creada anteriormente. El Señor, haciendo el cuerpo humano, emplea cierto material preexistente, pero al hombre interior, es decir el alma humana, el Señor la creó. Esto es principalmente un nuevo accionar, algo, que hasta ahora nunca hubo.

¿De que es de lo que Dios modeló el cuerpo del hombre? ¿Que es esta tierra, de la que estamos hablando? En la Biblia no encontraremos una respuesta concreta, ya que en la lengua de la Biblia se llama tierra a todo lo proveniente de la tierra, y del cuerpo humano también se puede decir, que él es tierra: "tierra eres y a la tierra volverás". No podemos con precisión responder a la pregunta de cual era el nivel de organización interior de aquella tierra, aquella materia que tocó el Señor, para reformarla en un hombre. Pero por cuanto hasta al cuerpo humano se le puede llamar tierra, es permisible pensar, que por la palabra "tierra" del relato bíblico acerca de la creación del hombre se entendía un cuerpo ya vivo, viviente, no simplemente un mazacote de arcilla, sino tierra, ya anteriormente trasformada por la actividad creadora de Dios.

Si prestamos atención propiamente a las palabras bíblicas, allí está presente la palabra adamaj. Esta palabra puede ser leída de distintas formas. Comúnmente se considera que la palabra adamaj, de la cual después saldrá el nombre Adán, significa barro-arcilla. Pero ¿que es la arcilla o tierra, especialmente para el labrador? En cualquier exegeta leeremos, que estamos hablando de una cierta tierra rojiza, arcilla rojiza. El idioma hebreo tenia varias palabras para significar distintas variedades de tierra. El humus, tierra que por si sola trae fruto, se llama sadej. La superficie de la tierra — eretz. Adamaj — es la tierra trabajada, arada. El arado del labrador, pasando, dio vuelta la tierra al revés. Por eso también el hombre se llama colorado (adam), porque su parte interior es roja. En los pueblos del cercano oriente la piel de ninguna manera es roja, pero la sangre y los órganos interiores de toda la gente en la tierra son del mismo color.

Este momento es muy importante, como diferencia esencial entre el cuadro bíblico del mundo y el mito acerca de Gigalmesh. Cualquier persona, envenenada por una educación ateísta soviética cree saber, que en realidad Moisés emulaba a la epopeya babilónica de Gigalmesh y que la Biblia es solo una modificación hebrea de antiguas fábulas paganas. Efectivamente, en la epopeya acerca de Gigalmesh y en los relatos de Moisés hay muchos sujetos parecidos, pero solo de lejos, aparentemente. Ante un examen mas cercano la diferencia es evidente. Conforme a la epopeya, la gente es creada a partir de arcilla, casi como en la Biblia, con excepción de una "pequeña" diferencia.

La mitología sumeria explica detalladamente, porque precisamente ellos fueron creados de arcilla: esta era arcilla, que se encontraba en el fondo del océano mundial, global, universal, no en aquel sentido en que lo comprenden los oceanólogos contemporáneos, sino en un sentido mitológico. La tierra debajo del océano — es la materia estónica, no tocada absolutamente por nadie, ni siquiera por el demiurgo. Allí, a la profundidad de la premateria, tan eterna como dios, se llega el demiurgo, para tomar un puñado de esta primordial arcilla y de ella crear al hombre. El hombre se crea de arcilla, la cual es sinónimo de una máximamente inculta, salvaje tierra, máximamente acósmica y sin cultivar.

La suerte del hombre es trágica: él es creado por las manos de dioses buenos (aunque ebrios) 9, pero de un material máximamente estónico, máximamente malo (en uno de los mitos la arcilla para la preparación del hombre es amasada en la sangre del dios Kingu — ser demoníaco, que luchaba contra los dioses). En el relato bíblico existe un sentido completamente diferente. La arcilla — es tierra elaborada, ya culta, santificada antes de la creación, por el toque del Creador.

El Señor toca una vez mas esta materia ya una vez santificada, y el hombre recibe una santificación especial. Prestaremos atención al hecho, de que es lo que sucede al mundo, cuando lo toca el Creador en la descripción de los Seis Días. Dios es dador de vida. Allí, donde Él toca el mundo, se produce una explosión de vida. Si Él toca la tierra, ella no se quema simplemente y queda humeando, sino que responde a la palabra del Creador. Cuando la palabra toca las aguas, en el agua comienza a hervir la vida. Los reptiles y las bestias, que se multiplican en el "quinto día" de la creación, en hebreo sheretz ga shertzu — es, literalmente, multi-gestación, fructificación, producción, multi—pulular, hervir, bullir. El señor toca con Su palabra, o con Su Espíritu la tierra, Él crea la vida, y ella hierve, sale como de una fuente. El Señor creó la vida, los vegetales, después los seres vivos mas elevados. Él toca una región, que ya había sido tocada antes, y surge un ser antropomorfo. No tenemos derecho todavía a llamarlo hombre, por cuanto el cuerpo del hombre sin alma — esto todavía no es un hombre, sino que es en un estricto sentido literal un ser antropomorfo, con semejanza humana.

San Teofan Asceta escribe: "Ese cuerpo — ¿qué es lo que era? ¿Una figura de barro o un cuerpo vivo? — Era un cuerpo vivo, — era un animal en la imagen de un hombre, con alma de animal, y después Dios insufló dentro de él Su espíritu..." Inicialmente fue creado un ser con imagen de hombre y después fue provisto de inteligencia. Este pensamiento de San Teofan no es casual, él vuelve a el varias veces en sus construcciones antropológicas, afirmando, que el hombre contiene dentro de sí todos los demás niveles de vida. Él, por ejemplo escribe: "Las creaciones de Dios están dispuestas de tal forma, que cada clase superior contiene en si las fuerzas de las clases inferiores, — y además de ellas tiene sus propias fuerzas particulares, que pertenecen a su clase y que lo caracterizan" 12. Esta es una dialéctica completamente normal y universalmente difundida. San Teofan hace la conclusión de esto, que en el hombre hay una vida animal y un alma animal. Él cita a san Antonio el Grande. "...Según san Antonio, — escribe san Teofan, — nuestra alma es del mismo rango del de la de los animales. Lo que nos diferencia, es el razonamiento, que yo llamo espíritu."

Comenzando con Descartes, el pensamiento europeo divide absolutamente el hombre y el animal. Sin embargo para Aristóteles, para los primeros padres de la Iglesia, y hasta para la Biblia, entre todas las criaturas de Dios hay algún parentesco, y los animales tienen alma, pero un alma todavía no inteligente, sin palabra, sin voz. Es posible, que precisamente así fuera el alma muda en aquel "barro," en el cual después el Señor introdujo Su aliento.

"Y creó Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su cara el aliento de vida" (Gen. 2:7). El sentido de este texto no es tan evidente, como pareciera a primera vista. Es de mucho valor prestar atención a su significado literal. Dios insufla el aliento de vida no en su rostro, sino en las fosas nasales del hombre...

En Babilonia se saludaban uno a otro, apretando la mano contra la nariz. Este es precisamente el gesto de salutación que encontramos en el primer encuentro entre Dios y el hombre que estaba siendo creado por Él. Según Gesiodus, "los niños, nacidos de Gaia-Tierra y del Cielo-Urano, eran horribles y fueron odiosos a su padre desde la primera vez que los vio" (Teogonía. 155). Pero el Dios de Moisés saluda a Adán, tocando su nariz. Esto es un beso para Adán. El primer beso, con el cual el padre saluda a su primogénito (recordaremos todavía un matiz del texto hebreo: la palabra Espíritu es de género femenino: la respiración de la vida-espíritu-ruaj, esto es el primer contacto maternal con el primogénito).

Además de esto, Dios literalmente le hace a Adán "un aliento forzado, impelido," Él lo reclama y lo impulsa a la vida. El no se remilga de tocar con Su rostro y con Su boca al rostro del animal (porque hasta la espiritualización esto no es mas, que un animal).

De acuerdo al texto hebreo de las Escrituras, durante la creación del hombre Dios "insufló en el hombre el aliento vital" (nishmat jaiim). En el texto ruso, a pesar de la evidente terminación de cifra múltiple — im — en el texto hebreo — la palabra vida está escrita en singular — "respiración de vida"). En el hombre no hay varias vidas en el sentido de la mudanza del alma en otro cuerpo, y no en el sentido de varios intentos (como en un aficionado a los juegos de computadoras).

Pero en el hombre hay muchos niveles de vida — está la vida física, la animal, la psíquica, está la vida Divina, espiritual. San Teofan habla, que en el hombre hay cinco niveles, lados o "escalones"de vida — la corporal, la alma-corporal, la del alma, la espiritual del alma y la espiritual, y mas adelante lo explica así: "Cinco capas, pero la faz (personalidad) del hombre es una, y esta única faz vive según una, u otra, o según una tercera vida..." El cristiano debe, llevando dentro de si estos cinco niveles, estas cinco capas de vida, aprender a dominarlas a todas, y dominarlas en la correspondiente armonía, de manera que no sean los niveles mas bajos los que resuenen mas fuerte, sino los superiores. En esto, precisamente, consiste la tarea del ascetismo — aprender a reunir su propia alma de manera, que ella suene como una única — bien coordinada sinfonía, para que los sonidos mas altos no sean apagados por los mas bajos.

7. Por último, hablando de la evolución cósmica, es necesario remarcar lo siguiente: Desde el punto de vista de la Biblia el proceso de la creación del mundo, indudablemente, sucede de manera que él es extendido en el tiempo, y en este proceso sucede un mutuo accionar entre Dios y el mundo. Sin embargo a la cuestión, de cómo esto sucede, no existe una respuesta exacta, en parte debido al hecho que desde el punto de vista teológico no se puede trasladar automáticamente nuestro conocimiento acerca de las leyes contemporáneas del mundo hacia el lado que está antes de la caída en el pecado. Esto no es algún dogma de la teología ortodoxa o una norma imprescindible del pensamiento ortodoxo, pero tal sentimiento está presente en los pensamientos de los santos padres.

El apóstol Pablo dice (en la epístola a los Romanos), que toda la creación hasta ahora sufre y gime, esperando la revelación de los hijos de Dios porque la creación fue sujetada a vanidad no por su propia voluntad sino por causa del que la sujetó en esperanza (Rom. 8:19-22). ¿Quién es el que toda criatura, toda la creación, todo el cosmos sometió a la vanidad y a la corrupción, a las leyes de la muerte, y que es la vanidad? Si empleáramos las formulaciones contemporáneas — esto es la descomposición, o entropismo, el andar, el vivir sin objeto, sin designio, sin rumbo, a la ventura, la aniquilación y mortalidad. ¿De donde entonces surge la mortalidad y lo pasajero en el mundo, creado eterno por Dios? San Simeón el Nuevo Teólogo, en el siglo X se preguntó a sí mismo, y no solo a sí mismo sino también al Señor acerca de esto, recibe una respuesta así: "Lo creado no quería someterse y servir a Adán después que él traspasó el mandamiento. El sol no quería alumbrarle, las fuentes no querían verter el agua, las fieras, viendo que él se desnudó de su primera gloria, comenzaron a despreciarlo y estaban dispuestas a atacarlo, y la tierra no quería llevarlo mas. Pero Dios los contuvo con Su fuerza y ordenó, que la creación, haciéndose corrompible, sirviera al hombre corrompible, para el cual fue creada" Y por el pensamiento de san Gregorio Teólogo, "La creación, trabajando con la corrupción, o sea con aquellos, los cuales nacen y mueren, por la fuerza del Creador, fue involuntariamente entregada corrupta."

No es el diablo ni el hombre quienes sometieron al cosmos a las leyes de la muerte. Esto lo hizo Dios — para que el hombre sobreviva. El hombre fue creado por encima del mundo, para ser dueño del mundo, pero cayó, y el mundo quedó como antes. Esto significa, que el hombre caído resultó por debajo del cosmos que no había caído. Entonces, para que este sin caída, pero así y todo mecánico, no vivo cosmos no aplastara al hombre, para que el hombre no quedara sofocado debajo de este peso, Dios aloja el mundo por debajo del hombre caído, para salvarlo de la muerte en el mundo. Por consiguiente, no por su voluntad lo creado resultó en este estado tan lastimoso, sino debido a que los hijos de los hombres resultaron comprendidos en un aspecto indebido.

De esto resulta, que las leyes del mundo contemporáneo, las cuales conocemos, al fin de cuentas resultan leyes de un mundo caído. Y en este mundo la evolución por si sola, en condiciones naturales, prácticamente no sucede, y si sucede, es en lapsos tan imperceptibles, que no tenemos fuerzas para creer en tal enorme acumulación de casualidades. Es evidente, que hoy el universo está enfermo, pero él no siempre estuvo así, porque de otra forma él simplemente no podría haber existido.

La teoría de la evolución puede de una manera extraña reafirmar la rectitud de la Ortodoxia. Véase lo siguiente: el mundo hasta el hombre podía desarrollarse, pero después del pecado del hombre perdió esta capacidad, y ahora ya no surgen ni aparecen en la naturaleza nuevas formas de vida. Nosotros nos encerramos en un mundo bastante extraño. La primera de sus leyes dice, que nada nuevo se crea — esto es el principio de la conservación de la energía. La segunda ley dice: todo aquello, que existe, de todas maneras perecerá — esto es el segundo principio de la termodinámica. Las leyes es como si estuvieran de guardia sobre nuestro mundo, afirmando, que no hay ningún desarrollo ni ninguna novedad. Pero a pesar de todo nosotros vemos y conocemos esta novedad. Nosotros no existíamos — pero ahora aquí estamos. Por si solo, en el marco de nuestro mundo caído, esto no pudo suceder. El poeta ruso Deryavin decía acerca de esto en su oda "Dios": ...Pero por mí mismo yo no podía ser.

¿Quién es este bienhechor, ayudante nuestro y protector, que nos trajo a la existencia, ya no como una acumulación de átomos, sino como seres libres con personalidad, que temen a la muerte? El miedo a la muerte — es un factor muy importante, por cuanto, si el hombre hubiese sido creado por el mundo, para el cual la corrupción, la entropía y la muerte son naturales, el hombre no temería a la muerte.

Significa — que el hombre no vive en forma completa en este mundo. El hombre — es ciudadano de Otro Reino, que resultó prisionero en este. Y lo mas terrible, que puede suceder con él — es que él termine creyendo que él ha sido traído a la existencia por las leyes escritas en el reglamento de los carceleros...

 

Notas al capitulo "El hombre viene al mundo."

1. Chesterton G. C. El hombre eterno. M. 1991, c. 490.

2. Lonchamp J. P. L’affaire Galilee. Paris, 1988, p. 95

3. Mi articulo "La polémica de los Seis Días" (Alfa y omega. Num. 1 (12) 1997).

4. Agada. Dichos, parábolas, proverbios del Talmud

5. San Basilio el Grande. Conversaciones sobre los Seis Días

6. Lewis C. S. Crónicas de Narni. El sobrino del encantador

7. Los compiladores del ultimo catecismo de la Iglesia Católica (Catechisme de l’Eglise catholique. P. 1992 par. 344) es completamente compatible en la calidad del texto, que explica la estructura del cosmos, la relación del mundo, Dios y el hombre, colocaron la canción de Francisco de Asís: "Te alabo, mi Señor, por todo lo que has creado, especialmente por nuestro hermano Sol... Alabanza a mi Señor por mi hermana Luna y por las Estrellas celestiales, claras y consoladoras... Alabanza a mi Señor por la hermana Agua, porque ella es util, amable, humilde y tímida" Trad. S.S. Averintzev, Poesía Italiana en traducciones rusas M 1992, c. 9)

8. San Basilio el Grande. Conversaciones acerca de los Seis Días. // La Creación. parte 1 M. 1845. c.76. Allí s. Basilio contiene una tacita cita de otro texto bíblico: "la tierra por si sola primero produce la vegetación, después la espiga, después el grano completo" (Sab. 4:28).

9. El mito sumerio acerca de Atra-jasis dice, que los dioses crearon a los hombres mientras estaban borrachos, cuando en un festín comenzaron a presumir uno delante de otro, quien de ellos era mas poderoso.

10. El dios Marduk le dice a Kingu antes de matarlo: "En verdad crearé yo al hombre, la carga de los dioses pondré sobre él, cambiaré los caminos de los dioses y los mejoraré... Le comunicaron su condena, le cortaron las venas, en su sangre amasaron ellos al hombre. Dieron libertad a los dioses de sus cargas"

11. Compilación de cartas de san Teophan. Edición I. M: Edición del Monasterio Ruso del monte Athos de san Pantaleón. 1898. Pag. 98

12. Allí mismo. Pág. 162.

13. Allí mismo. Pág. 99.

14. Obispo metropolitano Filaret (Drosdov). Notas, que guían a la comprensión de los fundamentos del libro del Génesis, y la traducción de este libro al idioma ruso corriente. Parte 1 M., 1867. p. 38

15. Cartas del obispo Teophan. Que es la vida espiritual y como prepararse. Edición del Monasterio Ruso del monte Athos de san Pantaleón. 1914. P. 42.

16. San Simón el Nuevo Teólogo. Palabra 45. //Creación. M., 1892. p. 380, 372-373.

17. San Gregorio Teólogo. Palabra 4. // Creación. t. 1. Monasterio de la Santísima Trinidad de san Sergio, 1992, p. 71.

 

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

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