Santo Inocencio

Iluminador de Alaska.

Recordatorio el 31 de marzo (+ 1879)

Traducido del ruso por C. Kuchta y T. Morosoff

 

Contenido:

Primeros pasos. En la isla Unalashka. Sitka. Primera Liturgia en Stajin. Viaje a San Petersburgo. Fallecimiento de Matushka Ekaterina. Inocencio, Obispo de Kamchatka. Petropavlosk y el interior de Kamchatka. En Novoarjanguelsk viaje por la diócesis. Guerra de Crimea. Reconocimiento de la zona del Amur. Límites lejanos... América, San Petersburgo. Encuentro con el Iluminador de Japón Nikolai Kasatkin. Cátedra del Metropolitano. Testamento y fallecimiento del hierarca.

De la composición del hierarca Inocencio: "Indicación del camino hacia el Reino del Cielo."

Instrucciones para el sacerdote — misionero.

A. Preparación para la fe. B. Secuencia en el sermón. C. Todo lo relativo a las ceremonias religiosas, y el relacionamiento con los aborígenes. Escueta exhortación para los cristianos.

Oración al hierarca Inocencio.

La Iglesia Ortodoxa en América.

 

 

 

El nacimiento de la Iglesia Ortodoxa en América esta relacionado con la acción misionera de la Iglesia Rusa. A fines del siglo 18 los misioneros monjes rusos de los monasterios de Valaam y Konevski trajeron la palabra de Dios a la América Rusa y en aquel entonces a un lugar muy alejado de su patria. Sin intenciones de rusificar a la población del lugar — uno de sus primeros objetivos fue la traducción de las Sagradas Escrituras y libros litúrgicos a los idiomas de los pobladores locales. Y el semen de la fe de Jesucristo sembrado aquí desarrolló abundantes brotes como es el beato Germán de Alaska y el santo confesor Inocencio (Veniaminov) que fueron glorificados como santos.

El beato Inocencio era un extraordinario predicador. Durante la Santa Liturgia, misa de acción de gracias y vísperas especialmente instruía a los feligreses. Durante sus numerosos viajes el beato Inocencio aprendió el idioma, la vida y las costumbres de los pueblos, entre los que predicaba. Sus trabajos sobre geografía, etnografía y linguistica tuvieron un reconocimiento mundial. Compuso el alfabeto y la gramática de la lengua aleutiana y tradujo el catecismo a esa lengua, el Evangelio y varias oraciones. Una de sus mejores composiciones: "Indicación del Camino hacia el Reino Celestial" (año 1833), traducido a varios idiomas y editado más de 40 veces. Gracias a los trabajos y esfuerzo del beato Inocencio los habitantes de Alaska pudieron escuchar la palabra de Dios y los servicios religiosos en su idioma natal.

Primeros pasos.

El futuro metropolitano de Moscú nació el 26 de agosto del año 1797, el día del festejo del ícono de la Madre de Dios de Vladimir, en la familia humilde de Eusebio Popov, sacristán de la iglesia de Iliin de mi pueblo de Siberia, Aiguinski. En el bautismo lo llamaron Juan. Juancito tenía 6 años cuando murió su padre. Su madre quedó sola con cuatro niños. A Juancito se lo llevó el hermano del padre, el diácono Dimitrio que oficiaba en el mismo templo. A los siete años Juancito ya era lector. Comenzó a leer en el servicio litúrgico de la Navidad y las primeras palabras pronunciadas fueron: "Proquimen, voz octava: Toda la tierra se incline ante Ti, y Te cante; y glorifique Tu nombre Supremo."

Ni el pequeño lector ni las personas que estaban en la iglesia podían haber imaginado que la vida futura de Juancito iba a ser la profecía de estas santas palabras.

La lectura clara del joven nuevo lector agradó a los feligreses y por sobre todo fue un consuelo para su madre: muy animada por el exitoso hijo a quien tenía esperanzas de ubicar como sacristán en el lugar de su padre y así tener un apoyo economico para sí y para los otros hermanos. Para ello era necesario estudiar y Juan en el año 1806 ingresó al seminario de Irkutsk.

El niño estudiaba bien. Durante los ratos libres se lo podía encontrar en la biblioteca o en lo del tío el que al enviudar tomó los hábitos como monje y pasó a vivir en Irkutsk. El diácono Dimitrio (David cuando joven) era un buen relojero y mecánico — autodidacta. Sus trabajos apasionaron a su sobrino.

En el seminario, para diferenciar los numerosos apellidos homónimos, el rector cambió los apellidos de muchos alumnos. Es entonces que Juan Popov fue llamado Veniaminov, en honor y recuerdo del fallecido reciente obispo de Irkutsk, Veniamin.

En la diócesis de Irkutsk hacían falta sacerdotes, diáconos y todos los que sirvieran en la iglesia. Por esa razón muchos seminaristas antes de finalizar sus estudios ya eran designados como chantres y sacristanes en las iglesias o eran ordenados diáconos y sacerdotes. Así le sucedió a Juan Veniaminov, a un año de la finalización del seminario, se casó con la hija del sacerdote de la iglesia de la Anunciación, Ekaterina Ivanovna y fue consagrado como diácono de la misma iglesia.

El padre Juan finalizó el seminario entre los mejores y a los cuatro años fue consagrado sacerdote. El joven sacerdote recibió el amor y la honra de sus feligreses por su bonomía, por el solemne y esmerado ejercicio de los oficios religiosos. Los domingos antes del inicio de la liturgia el padre Juan reunía a los niños en la iglesia y los instruía e iluminaba en la fe cristiana, los servicios religiosos, reglas de una vida piadosa, devota y caritativa.

En los momentos libres el padre Juan componía relojes y construía órganos musicales con temas de himnos religiosos, lo que contribuía al sostén económico de la familia. De Anguinski vino a la casa del padre Juan, su madre y hermano Esteban. En la familia del sacerdote nació un niño, a quien llamaron Inocencio. La familia vivía en una casa de su propiedad, sin austeridad pero con todo lo necesario. Parecería que todo estaba previsto en su vida y para siempre, ni el padre Juan ni sus allegados esperaban grandes cambios.

A fines del año 1822 en la iglesia de la Anunciación apareció un nuevo feligrés — Juan Kriukov quien había vivido 40 años en una compañía ruso-americana.

El con tesón relataba acerca de la América rusa y sobre todo acerca de los habitantes de las islas Aleutianas — de los aleutianos, acerca de su sencillez espiritual, bonomía, sinceridad, profunda y abnegada devoción a la fe ortodoxa. En sus relatos reiteradamente trataba de convencer al padre Juan de ir hacia ese país tan lejano.

En ese entonces el obispo de Irkutsk Miguel recibió la orden del Santo Sínodo de la necesidad de enviar un sacerdote a la isla Unalashka de las islas Aleutianas pertenecientes en aquel entonces a la diócesis de Irkutsk. El padre Juan Veniaminov también recibió la invitación para ejercer el servicio misionero allí pero como los demás se negó a ello.

En ese entonces Juan Kriukov iba a dejar Irkutsk. Al ir a despedirse del obispo Miguel se encontró con el padre Juan. La conversación se orientó hacia el tema preocupante para todos: el traslado del sacerdote a la isla Unlashka. Nuevamente Juan Kriukov comenzó los relatos acerca de los aleutas:

— ¡Oh, eminencia! No podrá comprender cuánta afección tienen los aleutas hacia la religión. A pesar — de las heladas, de la nieve, ellos concurren a la capilla para los maitines. Esta capilla es de tablas de madera y no tiene estufa. A veces parados descalzos, sin apoyar un pie o el otro mientras se leen los maitines.

— Estas palabras como una flecha hirieron mi corazón, dijo luego cuando recordaba el padre Juan — me encendió un deseo abrasador de ir hacia estas gentes... que mi actitud sea una nueva confirmación de la verdad de que el Señor endereza los caminos del hombre.

Fue Su voluntad encomendar mi servicio en América — lo cual se cumplió a pesar de mi voluntad contraria.

El obispo con indecisión aceptó y bendijo la abnegada decisión del padre Juan. El 7 de mayo del año 1823 finalizando el moleben para el viaje el padre Juan partió de Irkutsk. Junto a el además de la esposa e hijo partió su anciana madre y su hermano.

En la isla Unalashka.

La no fácil travesía duró casi un año y el 29 de julio del año 1824 el padre Juan con su familia llegó a la isla Unalashka. La nueva feligresía se componía de dos grupos de islas aleutianas — Lisi y Pribivalov.

Las islas Lisi montañosas y casi sin montes. En la ladera de las montañas y en lugares llanos crecía sauce bajo y álamo. En ciertos lugares se podrían encontrar frutas silvestres y hongos. La parte superior de las montañas era totalmente despoblada o cubierta de musgo y plantas rastreras. Las cimas cónicas casi siempre cubiertas por tinieblas infranqueables ya que eran volcanes apagados o latentes, y por ello los temblores de tierra — eran comunes en las islas. Casi no existían días soleados. Era el reino del frío, viento y niebla.

En las islas Pribivalov, en la isla de San Pablo y San Jorge no hacía tanto frío como en las Lisi donde en invierno los pájaros se congelaban durante el vuelo. Allí en invierno había 5 o 6 grados bajo cero. Los constantes vientos traían ráfagas de nieve o lluvia. Durante el verano no era más cálido y el cielo estaba cubierto por una capa de niebla. Habían sido construídas viviendas para la industria de la casa de los lobos marinos y los zorros grises, dos o tres casas para oficinas y un cuartel para los obreros. En la isla de San Pablo había una capilla en honor de los apóstoles ortodoxos. En la isla Unalashka había diez pueblos, donde vivían los aleutianos, creolos y rusos. Su industria principal era la caza de zorros, castores y nutrias. La feligresía del padre Juan donde había muy pocos rusos era muy débil en el cristianismo. Los habitantes isleños con buena fe aceptaron la buena nueva evangélica en el año 1795 cuando el hieromonje de la misión espiritual Macario los bautizó. Desde aquél entonces estaban sin sacerdote. Los sacerdotes que eventualmente venían allí no poseían iglesias ambulantes y no podían dar los santos sacramentos a los nuevos confesos ni siquiera al mismo bautizador de los aleutas padre Macario. Por el escaso tiempo y la ausencia de buenos intérpretes pudo darles a los aleutas solo los conocimientos generales acerca de Dios, acerca de Su Todopoderoso y Misericordioso y Su clemencia al género humano. De este modo los aleutianos tenían fe y rezaban a Dios segun fueron instruídos, pero a la llegada del padre Juan se puede decir que era una fe y oración a un Dios desconocido.

Un clima agreste, los feligreses dispersos en numerosas islas y en aquél entonces de difícil acceso con costumbres poco conocidas, es decir su vida y lengua extraña, con ausencia de suficientes recursos económicos — todo esto no prometía una vida fácil ni de reconocimiento ni de honra.... más el padre Juan no decayó. Confiando en Dios y preparado para el sacrificio de su persona, con abnegación comenzó la obra.

La principal población de Unalashka — nuevo lugar habitado por el padre Juan Veniaminov, se llamaba oficialmente pueblo Soglasie pero comunmente por su ubicación se llamaba Gavanski. A los dos días de su llegada el 1ro, de agosto del año 1824 el padre Juan ofició en una iglesia de madera la primera liturgia con un oficio de acción de gracias con el pedido de ayuda y fructífera culminación del camino largo y difícil a recorrer. La casa donde se ubicó la nueva familia del sacerdote de Unalashka era una choza — habitáculo común de los isleños. Por la falta de bosques en estas regiones las construían con varas largas — troncos de arbustos recubiertos con tierra.

Conociendo a sus feligreses y pensando las medidas a tomar el padre Juan en primer lugar en cálida oración pidió al Señor comprensión y bendición. Al poco tiempo percibió una certera decisión —de que su primera tarea en su obra debía ser la construcción en Unalashka de una iglesia. Luego... sin lo cual no se podría ser ni sacerdote de los aleutas, ni consejeros, ni amigo, pensaba el padre Juan — sería el aprendizaje de la lengua de los isleños, con muy pocas semejanzas con las lenguas del viejo continente.

Para la construcción de la iglesia eran necesarios materiales adecuados, cuya falta se sentía siempre por la ausencia de bosques en Unalashka. La madera para la construcción con grandes dificultades y muy escasa se podía conseguir desde la isla Sitja. La dirección de la compañía ruso-americana prometió ayuda en esta causa. Más difícil fue encontrar obreros para la construcción. El padre Juan se dio cuenta que los aleutianos tenían mucha capacidad e inteligencia. Con eficacia aprendían de los rusos toda manualidad que tenían oportunidad de ver; Muy útiles le fueron al padre Juan todos los conocimientos primarios sobre mecánica y la experiencia en manualidades que había adquirido en su juventud. El mismo comenzó a instruír a los aleutas para el trabajo, enseñandoles carpintería, mueblería, cerrajería, trabajos en hierro, como herreros, elaboración de ladrillos y trabajos con piedra. Durante este trabajo comunitario fue como mejor se acercó y conoció a sus feligreses, su carácter, sus principios, sus conceptos acerca del mundo exterior, profundizar el conocimiento de su lengua.

Al año cuando los aleutas constructores estaban suficientemente preparados, el 1ro. de julio del año 1825 comenzaron las obras para la construcción de la iglesia. Los dirigía el mismo padre Juan. El ofertorio e iconostasio lo talló y cubrió con dorado el padre Juan con sus propias manos. En estos trabajos transcurrió un año y el 29de junio del año 1826 para el día de los santos y glorificados apóstoles Pedro y Pablo, la construída iglesia fue bendecida en honor de la ascensión del Señor. Era la primera iglesia en las islas de Lisi. Conociendo mas de cerca a los aleutas el padre Juan no podía dejar de querer a sus feligreses.

Gran parte de su tiempo el padre Juan dedicaba en viajar por su feligresía. Para ello se utilizaban chalupas o canoas para dos o tres personas donde se alojaba, ubicaba todo lo necesario para la realización de los servicios religiosos, alimentos y reserva de agua. Iban los remeros — aleutas, el intérprete y el mismo padre Juan. Para navegar entre las islas no solo se debía tener mucha valentía ya que facilmente podía volcar la canoa con viento fuerte sino también con mucha paciencia: porque en la angosta chalupa se debía permanecer con los pies extendidos y apretados como si estuvieran vendados. No había otra opción, la canoa era el único medio de transporte en esta región.

¡Hubieron todo tipo de vivencias para los misioneros — peregrinos durante los múltiples días de tránsito por el mar! Viviendo tormentas anclaban en lugares desérticos y sin tener alimentos durante varios dias debían esperar el cambio del tiempo o ir por las montañas hacia alguna población cercana llevando sobre sí la chalupa y todo el equipaje. Y el Señor Dios enviaba la paz espiritual al abnegado sacerdote. Los aleutianos lo recibían como a la persona más cercana y querida. Los pobladores, con los niños pequeños venían a pedir su bendición. Escuchando con atención y confianza las prédicas y sermones del padre Juan ya cansado no cansaba a los aleutianos eschuchas. Con celo cumplían con sus obligaciones cristianas.

Sin exquisiteces en las comidas, con asiduidad cumplían con los ayunos. Durante el servicio religioso permanecían inmóviles en los mismos lugares de tal manera que terminada la liturgia contando las huellas de cada uno sobre el piso se podía saber cuantas personas habían rezado allí. Luego de la despedida enviaban mensajeros expresos pidiendo volviera nuevamente. Comenzó la Gran Cuaresma del año 1828 y el padre Juan se dirigió hacia los feligreses habitantes de otras islas. La dirección era hacia la isla de Akun hacia el N.E. de Unalashka. Era la primera vez que el padre Juan visitaba estos lugares y ¿cuál fue su extrañeza? Cuando vio a los isleños esperándolo en la costa vestidos con sus mejores trajes como para una gran solemnidad. Bajó a la costa y los isleños lo arremetieron tratando de demostrarle su alegría en ocasión de su arribo.

—¿Porqué razón están tan hermosamente ataviados? — se interesó el padre Juan. El traductor Pankov tradujo su pregunta y habiendo escuchado la respuesta de uno de los alelutas mayores dijo:

— Ellos sabían que tu habías salido para aquí y hoy debías estar con ellos y por ello salieron a la costa para recibirte como corresponde.

— ¿Cómo han sabido que yo iba a estar aquí hoy y cómo supieron que yo soy el mismo padre Juan? — más extrañado aún preguntó el sacerdote.

— Nuestro shaman el anciano Ivan Smirenikov de Rechetno nos dijo: "hoy esperen un sacerdote, el ya salió para aquí y les va a enseñar como rezar a Dios." Les describió tu aspecto físico igual a como te vemos ahora aquí.

— ¿Podría ver yo al anciano shaman? — preguntó el padre Juan.

— ¿Porqué no? — claro que lo puedes ver más el no está aquí ahora, cuando venga le diremos, pero el mismo se va a acercar a ti shaman Smirenikov".

Estas palabras extrañaron mucho al padre Juan pero el no le dio importancia y comenzó con la preparación de los habitantes de Akun para la comunión. El padre Juan explicaba a sus hijos espirituales los principales fundamentos de la fe ortodoxa, significado del ayuno, indicando y enseñando una correcta confesión. Pasado algun tiempo se unió a los confesos del mismo Ivan Smirenikov. El vivía en Rechetno a diez kilómetros de la población más importante en donde estaba el padre Juan, había venido para prepararse para la comunión y para escuchar los sermones del sacerdote. Mas aconteció que durante la confesión de Smirenikov el padre Juan no le preguntó porqué los isleños lo llamaban shaman. Y luego de la comunión lo saludó por haber recibido los Santos Dones, lo bendijo y lo dejó ir sin preguntar más nada. Al poco tiempo llegó al padre Juan el guerrero más importante (el más anciano) de la isla y le dijo que Smirenikov estaba ofendido con el sacerdote porque el no le había preguntado porqué lo llamaban shaman, más aún porque no había usado su autoridad sacerdotal para prohibirle llamarlo así.

Y también dijo ¿esto lo traducía Ivan Papkov? Que el no era ningun shaman y este apodo le era desagradable y ofensivo.

El padre Juan recordó que durante las enseñanzas de la Sagrada Escritura, por el escaso tiempo, describió algo a lo cual el anciano Smirenikov siempre tenía que agregar algo o subrayar algo de lo dicho en las Sagradas Escrituras. El padre Juan sabía que salvo el padre Macario quien había visitado la isla hacía más de 30 años y había bautizado a todos los aleutas no había habido otros misioneros aquí.

—¿Ivan, qué sabes tu acerca de Smirenikov? — preguntó el padre Juan a su ayudante Pankov.

— Yo, se padre, que todos los habitantes de la isla lo veneran como a un shaman. No se si es un shaman, lo que se es que no es una persona común. Hace tres años atrás la esposa del isleño Feodora Zharova de la ciudad de Artelnovsk fue atrapada en una trampa para zorros. Los tres puntiagudos dientes de acero golpearon en la rótula de su rodilla. Lograron quitarle la trampa pero la herida era horrible y el dolor insoportable.

Sus familiares, en secreto, le pidieron al anciano la sanara... pensativo el, dijo, que a la mañana iba a sanar. Y realmente en la mañana ella se levantó y caminó sin sentir ningún dolor permaneciendo aun hasta hoy completamente sana.

En invierno en el mismo año que sucedió la historia con la esposa Feodora — intervino en la conversación un aleuta joven que había venido con el isleño.- Teníamos necesidad de alimentos y le pedimos al anciano Smirenikov que nos proporcionara un tiburón, lo cual el prometió conseguir. Pasado algun tiempo nos indicó el lugar donde íbamos a encontrar a un tiburón y realmente cuando llegamos allí encontramos un fresco tiburón, entero justo donde el nos lo había dicho.

— El otoño pasado — dijo el isleño más importante — todos te estabamos esperando padre porque habían ido gentes de la isla Akun a buscarte. Ivan aseguraba que tu no ibas a estar en otoño hasta la primavera.

— Realmente, los vientos retuvieron mi viaje y el tiempo se hizo tardío por ello suspendí mi viaje hasta la primavera — recordó el padre Juan.

Estos conocimientos persuadieron al padre Juan para encontrarse con el anciano Smirenikov por lo cual lo mandó llamar. Mas el ya iba al encuentro de los mensajeros.

— Yo sé, que el padre Juan me llama y voy hacia el. El padre Juan comenzó a preguntar a Smirenikov ¿porqué se había enfadado con el?, ¿cómo era su vida? ¿cómo estaban sus familiares cercanos y su familia? El anciano aleuta le contestaba las preguntas con sinceridad y sin rodeos.

—¿Sabes escribir? — preguntó el sacerdote.

— No, no sé nada, contestó el anciano. Era extraño porqué durante la conversación Ivan S. demostró que conocía muy bien las oraciones principales y el Evangelio.

— Dime, ¿cómo supiste el día de mi arribo y hasta describiste a tus coterráneos mi aspecto físico? He oído que tú sanas enfermedades y sabes predecir acontecimientos futuros.

Ivan S. Con sencillez comenzó su extraño relato:

— De tu llegada me lo dijeron dos amigos míos — ¿quiénes? — le interrumpió el padre Juan.

— Los hombres blancos. Al poco tiempo de que el padre Macario nos hubiera bautizado primero uno de ellos vino hacia mí y luego el otro. Eran blancos de cara y tenían ropas blancas. Dijeron que eran enviados por Dios, para enseñarme en la fe y protegerme. Y ya hace casi treinta años que los veo casi a diario. Vienen de día o hacia la tarde. De noche no aparecen. Bien, ellos eran los que me relataban lo mismo que yo he escuchado de tí, me han ayudado repetidamente y a veces por pedido mío a otros. Cuando pedía ayuda para otros me contestaban: "Consultaremos al Señor Dios y si El lo bendice lo cumpliremos." A veces contaban sucesos de otros lugares."

— Dime Ivan ¿cómo enseñan a rezar a ellos o a Dios? — nuevamente hizo la pregunta el padre Juan.

— Ellos siempre decían que todo es posible para el Dios Todopoderoso. Ellos enseñaban a rezar al Creador con el espíritu y el corazón, y a veces rezaban largo rato conmigo también. Ellos me indicaban representar correctamente la cruz sobre el torso instruyendo con severidad empezar toda acción con una bendición. Ordenaron no comer temprano en la mañana, no comer ningún animal caliente todavía o pez recién muerto o algunas aves y no utilizar habitantes marinos en la alimentación. Decían que las muertes eran contrarias a Dios, el robo, todo engaño, fraude, lucro, provecho o por sobre todo mandaban mantener la pureza antes del matrimonio y en el matrimonio.

— ¿Aparecieron tus amigos luego de la confesión y la comunión? ¿Te indicaron escucharme? — Se interesó el padre Juan.

— Sí, me he encontrado con ellos. Ellos me dijeron que no contara a nadie mis pecados confesados y que luego de la comunión durante cierto tiempo próximo no comiera nada con grasa. De ti me dijeron, que siguiera tus enseñanzas pero a otros rusos que ejercen la profesión pero que no actúan como enseñas tu, que no los obedeciera. Hoy los vi y ellos fueron los que me dijeron que tu querías verme y yo debía venir a relatarte todo y no temer nada.

— Escucha, cuando ellos se te aparecen qué sientes tu, ¿alegría o pena?

Si hago algo malo ante su vista mi alma siente vergüenza y remordimiento, en otro momento no siento ningún temor. Mucho me ofende y m e duele que me consideren un shaman. Cierta vez les pedí que no vinieran más porque no quería ser un shaman. Ellos dijeron que no les era permitido abandonarme o dejarme. Cuando les pregunté ¿porqué ellos no se aparecían a otros también? Contestaron que no les era dado eso. Algo más me dijeron acerca de tí: en un próximo no muy lejano vas a enviar a tu familia por la costa, mientras solo tú iras por el agua grande hacia gran hombre y hablarás con él.

El padre Juan quedó obnubilado ante lo escuchado. Difícil era de desconfiar o de dudar de Smirenikov. Razonando... el sacerdote decidió pedir tener un encuentro con los insólitos compañeros del anciano:

— Díme, ¿podría yo verlos y hablar con ellos?

— No sé, preguntaré — fue la respuesta.

Se despidieron, el anciano se retiró y el padre Juan se fue hacia las islas cercanas.

Al regreso del corto viaje el padre Juan encontró a Smirenikov a quien viendo ya se sabía que tenía una respuesta.

— ¿Y has hablado con tus hombres blancos, desean encontrarse conmigo? — preguntó el padre Juan bendiciendo a Smirenikov.

Les pregunté ¡ ellos dijeron que puedes verlos si así lo deseas! Y dijeron también: "¿Para qué nos quiere ver el si el les enseña lo mismo que enseñamos nosotros? ¿Será posible que aún piense que somos diablos? Pero sin embargo ven, te llevaré con ellos.

Estas palabras impresionaron mucho al padre Juan, un temor venerable lo colmó.

— Y si en realidad — pensó el — los veo a los ángeles ¿ confirmarán ellos lo dicho por el anciano? ¿Y cómo iré con ellos? Yo soy un hombre pecador, soy indigno de hablar con los ángeles. Es egoísmo y presunción, podré controlarme para no creerme superior. Y qué necesidad hay de hablar con ellos si sus enseñanzas son las enseñanzas cristianas. ¿No será sólo por astuta curiosidad este encuentro? ¿Cómo ir a ese encuentro sin la bendición del superior? Decidió entonces negarse al encuentro con los increíbles compañeros de Ivan Smirenikov.

Ellos tienen razón — le dijo el al anciano — no tengo necesidad de verlos. Todo esta claro, los espíritus aparecidos a ti no son diabólicos porque aunque a veces del diablo puede aparecer como un claro ángel, pero nunca como preceptor e instructor para la salvación sino para la perdición del hombre. Y entonces escucha sus preceptos y enseñanzas y ve si ellas no son contrarias a las que yo les enseñé en la reunión general. Y a los que te pregunten por el futuro y pidan tu ayuda, diles que ellos mismos se la pidan al Señor, como al Padre de todos. No te niegues a hacer sanaciones pero al que sanes dile que tu no sanas con tu poder, sino con la de Dios, y aconseja la ayuda de la oración y el agradecimiento al Unico Dios; no te prohibo enseñar mas solo a los niños. ¡Acerca del futuro no digas nada a nadie, hasta te lo prohibo que lo hagas a mí: a todos los aleutianos con precisión diré y que lo divulguen a otros que nadie te llame shaman.

Hecha esta aclaración el padre Juan se despidió de Ivan Smirenikov. Los motivos de las tareas por las cuales el había ido a Akún, fueron cumplidas y llegó el momento del regreso a Unalashka. En el viaje de regreso, sin tener ningún tipo de inconvenientes en la navegación el padre Juan recordaba lo escuchado y se preguntaba si había procedido correctamente. Como respuesta a esta pregunta nueva le venía a la mente la idea decisiva mientras razonaba estando en la isla del posible encuentro: a la autodecisión como tal y siempre no es loable: había que pedir la bendición y consejos al arzobispo. Y de regreso a casa comenzó a escribir una carta al arzobispo de Irkutsk, Miguel con un relato detallado de lo sucedido en Akún. El preguntaba si había procedido con justicia en ese caso y si podría y fuera necesario en caso que el anciano siguiera viviendo... ver y hablar con los espíritus que se le aparecía a el y si eso era permitido y con que precauciones!

A los diez años cuando el sacerdote de las islas Aleutianas se encuentra en la capital de Petersburgo y cumple la profecía de Ivan Smirenikov acerca del encuentro con el gran hombre (el coloquio es con el Soberano Nicolás I ) y el padre Juan relata a su nuevo conocido viajero y escritor Andrei Nikolaievich Muraviov este extraño suceso.

— ¿Y usted no tuvo otra oportunidad de ver al anciano y conversar con sus visitantes?

— Le va a preguntar Muraviov.

— No, — le contestará con humildad cristiana el padre Juan.

— Porque la contestación del arzobispo a mi carta llegó a los 3 años. En la carta el arzobispo decía que el desearía que yo me decidiera a encontrar y hablar con los espíritus, según su opinión, el tema de nuestra conversación no tendría que ser ninguna otra que el futuro de los nuevos aleutianos bautizados por el bien de quienes se debe implorar a Dios. El obispo también opinaba que en encuentros sucesivos se debía permanecer en oración al Señor la que se debía repetir en conjunto con los espíritus. En el momento del recibimiento de la carta el anciano ya había fallecido con una muerte digna, prediciendo el día y hora de su muerte. Reunió a toda su familia, encendió una vela ante el ícono, rezó y se despidió de todos en su lecho fúnebre y giró hacia la pared y expiró.

¿Qué llamará más la atención de los escuchas de Petersburgo: los ocultos dones del anciano aleutiano o la humildad del misionero privado por única vez por los ángeles de hablar con ellos, sin dejar de acatar el mandamiento de la obediencia. Este extraño relato mostró claramente que estos sucesos milagrosos eran necesarios para Smirenikov, familia y partidarios de su raza, cuando no tenían instructor espiritual aparecieron personas de ayuda en el camino hacia la salvación y los conductores celestiales desaparecieron.

Los viajes del padre Juan le ayudaron en el aprendizaje del idioma. Una vez dominado el idioma se ocupó de traducciones. Primeramente el padre Juan tradujo las oraciones cristianas más importantes, "Padre Nuestro," "Santísima Vírgen, Madre de Dios" ¡Alégrate! y el Credo, luego comenzó a traducir el Evangelio de San Mateo. El sacerdote observó como los aleutas se interesaban, ojeaban con cuidado el libro de salmos sin conocer el idioma eslavo.

Sitka.

En la época cuando no se podía viajar por la feligresía, el padre Juan escribió un trabajo sobre — "Notas acerca de la zona de las islas de Unalashka." Era la recopilación de escritos diarios sobre los viajes durante muchos años, que escribiera en todos sus viajes. Ellos comprenden la geografía, su clima y naturaleza, descripción de la vida de los aleutas: su modo de existencia — vida, sus costumbres, cuentos...

El principal director de la compañía F. P. Vranguel estaba muy preocupado por la disminución del número de lobos marinos a causa de la irracional corrida tras el "oro blando" y se encomendó al padre Juan establecer la valoración de la caza, en cuya feligresía, en la isla Pribilov estaban las factorías de caza más importantes.

El sacerdote no quería y no sabía estar ocioso y con sus hijos que ya eran cinco, apenas notaba que estaban sin hacer nada, inventaba algo útil y entretenido para ellos. El sacerdote estaba siempre rodeado por niños suyos o ajenos. Les contaba la historia Sagrada, jugaba a la pelota, hacía paseos por la montaña juntando piedras y dando explicaciones sobre ellas. Cuando hubieron juntado una cantidad grande de piedras les ofreció a los niños hacer un caminito desde la casa hasta la iglesia. Durante las tardes el padre Juan como años atrás lo hacía en su patria asiduamente construía organitos de música para la venta y acostumbrando así a los niños al trabajo.

En Unalashka el padre Juan pasó diez años recogiendo no solo el cariño de todos los aleutas sino también un profundo respeto de parte de la dirección de la Compañía. La Dirección quería tener un sacerdote como este en la ciudad principal de la América Rusa en Novoarjanguelsk. En el año 1834 se designó al padre Juan Veniaminov para la catedral de Mijailovsk en el puerto de Novoarjanguelsk ubicado en la margen oeste de la isla Sitka.

Novoarjanguelsk estaba rodeado por montañas cubiertas de montes de gigantescos pinos. Los vientos del suroeste hacían el aire muy agradable, y para una persona no acostumbrada le parecía estar en un baño de vapor. En la ciudad había viviendo rusos — trabajadores de la Compañía. En la isla se trabajaba para la faena de pescado, los habitantes de la ciudad cultivaban verduras.

El padre Juan y familia dejaron Sitka el 22 de Noviembre. El primer invierno de su estadía en Sitka el padre Juan estuvo ocupado en labores relacionadas con su anterior servicio y no tuvo tiempo de entablar conocimientos con ninguno de los habitantes autóctonos de la isla. En verano generalmente se dispersaban por el trabajo y la faena del pescado y de las pieles. En el otoño venidero hubieron razones importantes que entorpecieron el inicio de los sermones. En invierno el padre Juan decididamente resolvió comenzar el trabajo. El nuevo director de la colonia Ivan A. Cuprianov le proporcionó al sacerdote todo lo necesario para ello — solo había que iniciar. Pero por ciertas circunstancias y hechos sin importancia el sacerdote posponía su ida de un día para el otro. Cierta falta de voluntad no común en él para esa labor lo detenía. Llegó la festividad de la Navidad de Jesucristo. El padre Juan se comprometió que al finalizar la festividad empezaría indefectiblemente lo programado. Mas de pronto, tres días antes de la fecha prevista los habitantes isleños fueron invadidos por la enfermedad de viruela precisamente en los lugares previstos para la visita. Si el padre Juan hubiera comenzado ya sus sermones le hubieran echado toda la culpa a él como a un shaman ruso que hubiera hecho una provocación sobre ellos por el mal. Y podría haber vuelto a revivir con fuerza nueva la apaciguada lucha de los koloshes con los rusos y el sacerdote en vez de ser un mensajero del bien sería un instaurador del levantamiento de la perdición y muerte.

La viruela se imponía con tanta crueldad que durante los meses de enero y febrero del año 1836 mato a la mitad de los habitantes. Viendo que los rusos no experimentaban ningún daño aun cuando los koloshes trataron de contagiarlos con restos de éscaras agregados a los productos vendidos, mientras otros koloshes mas benévolos pidieron ayuda a los rusos para salvarlos de la muerte. (viruela). Un médico de Sitka de apellido Bliashke comenzó a vacunar a los koloshes. Cuando los sorochis vieron que permanecieron ilesos ante la temerosa enfermedad comenzaron a venir y a viajar desde los lugares mas lejanos para que con ellos también procedieran al raspaje salvador en el brazo.

Los acontecimientos sucedidos apaciguaron a los exaltados koloshes, ya no miraban a los rusos con la hostilidad anterior.

Es por eso que cuando el padre Juan vino con su prédica no lo recibieron como a alguien que deseaba el mal, sino como a un hombre de quien se puede saber algo importante y beneficioso o útil. Los koloshes comenzaron a escuchar la palabra salvadora. Mas no ofreció el padre Juan el bautismo cristiano aun. Relatándoles antes las verdades de la fe cristiana esperó sus propias decisiones. Quien optaba por el bautismo lo recibía con alegría pero siempre pidiendo autorización a sus superiores, padres y madres quienes se sentían muy honrados con tal respeto y por tal daban el permiso con ganas.

Ahora el padre Veniaminov pasaba las tardes en coloquios con los koloshes que vivían cerca del Novoarjanguelsk. Sin reparos concurría a sus habitáculos — barabor, se interesaba por sus vidas y tradiciones, costumbres y ceremonias y él mismo relataba los hechos de la Sagrada Historia. Los koloshes lo recibían con natural bondad y cordialidad: cada jefe de familia deseaba que el sacerdote visitara sus habitaciones. ("notas acerca de los koloshes," sacerdote Veniaminov).

Primera Liturgia en Stajin.

En el año 1837 el padre Juan se dirigió al reducto de Stajin que se encuentra en la parte continental. Era la primera vez que oficiaba la Divina Liturgia. De antemano el sacerdote invitó a todos los koloshes que vivieran en derredor del reducto a la hora señalada al lugar de la realización del oficio religioso. Ya que por su experiencia él sabía que impresión les producía a los idólatras y paganos el servicio ortodoxo religioso.

Esto lo podemos comprobar con los testimonios de otro sacerdote misionero ruso quien en el año 1895 estuvo en Hawai. Mas tarde en las páginas de "Mensajero Ortodoxo" publicó relatos anónimos sobre lo vivido entre los indígenas de Hawai. Uno de los capítulos de estos relatos se denomina: "La Liturgia Ortodoxa en las islas Hawai."

"En el momento de la bendición de los Santos Dones, escribe el autor de los relatos, un haz de luz irrumpió a través de una hendidura del alero (la Santa Liturgia se oficiaba en un jardín del pueblo bajo el alero de tela, como una glorieta donde se había instalado un altar provisorio sobre una mesa común) y cayó sobre el altar. Los hawaianos indómitos ubicados alrededor de la glorieta donde se realizaba el servicio religioso de pronto mostraron un desacostumbrado gozo, comenzando a batir palmas y exhalar gritos de alegría. Con el paso del tiempo me acostumbré a ello, pero la primera vez, debo decir que me atemorizó esto. ¿Cómo supieron ellos que estabamos en el momento más importante del servicio religioso? Un misionero con experiencia posteriormente le explicó al sacerdote el proceder de los indígenas: "Ellos dan la bienvenida al Cristo Eucarístico, descendido sobre el altar. Nuestros sentidos se han embrutecido de tal modo que no todo y no siempre percibimos la presencia de Jesucristo en el altar. Estos hijos primitivos de la naturaleza, sin conocer la dulzura de las enseñanzas cristianas ni la fuerza benévola de los Sacramentos, sienten, perciben la presencia del Cristo Eucarístico, como solemos percibir la cercanía de una persona afín y querida".

...Para el inicio del servicio religioso se reunieron en el reducto cerca de 1500 koloshes. En Stajin no había iglesia por lo tanto el padre Juan oficiaba fuera del castillo, bajo el techado de una construcción rodeada por un tejido. Con respeto observaban los koloshes el sacramento desconocido para ellos. No solo los adultos sino también los niños permanecían en silencio durante la Santa Liturgia. Hacia el final junto a los rusos tomaron los Santos Dones algunos koloshes bautizados.

Regresado de Stajin el padre Juan recibió de los habitantes de allí, el saludo y los deseos de volverlo a escuchar. La presencia de tal sentimiento de viva fe en los orgullosos koloshes alegraba mucho al sacerdote y lo inundaba la esperanza de ver a este hacendoso, sagaz y valiente pueblo renovado en una vida misericordiosa.

En Sitka el padre Juan organizó una escuela para los nuevos confesos y sus hijos, donde se enseñaba la Ley de Dios, escrituras y oficios diferentes según libros escritos por él. El era el responsable de la magnificencia del templo del arcángel Miguel. No abandonó sus trabajos científicos, editando "estudios sobre la lectura y escritura de la lengua aleuta" y otras ; con el mismo esmero se ocupó del estudio de la lengua de los koloshes y de los kadiaks, anotó las costumbres y profecías de los koloshes. Tampoco olvidó el padre Juan a sus primeros feligreses — a sus queridos y preciados unalashkas. En el año 1838 finalizó la traducción al idioma aleuta del Evangelio según Mateo, tradujo también oraciones, editó pequeños libros acerca de la fe ortodoxa y ¡como debe vivir el verdadero cristano!

El padre Juan vivió 15 años en la América rusa. Simpatizaron y quisieron al sacerdote ruso sus primeros feligreses — los aleutas, con alegría aceptaron al misionero los fanáticos y orgullosos koloshes la directiva de la Compañía valoraba y respetaba su trabajo. Pero confirmar en el cristianismo a tantos vivientes americanos se volvía cada vez mas difícil. Para una superficie tan extensa con poblaciones muy alejadas unas de otras había solo 4 sacerdotes. No eran suficientes las personas ni los recursos económicos para abastecer con lo mínimo a los feligreses.

En Rusia no sería posible editar sus traducciones ya que en el Santo Sínodo no habría nadie que conociera el idioma aleuta. El padre Juan decidió solicitar un prolongado asueto para ser conocer a los superiores de la iglesia la situación y necesidades de la alejada región americana pidiendo su ayuda y colaboración.

Viaje a San Petersburgo. Fallecimiento de Matushka Ekaterina.

El 8 de noviembre del año 1838 el padre Juan Veniaminov junto a su hija Fekla de 5 años subió a bordo del barco abandonando a America rusa. Su esposa junto con los otros hijos se fue a su patria, a Irkutsk, donde los hijos del padre Juan, Inocencio y Gabriel tendrían que ingresar al seminario.

El 22 de junio del año 1839 finalizó el viaje del padre Juan a través del Atlántico y Pacífico y ancló en el puerto de Kronstadt.

En San Petersburgo y Moscú recibieron calurosamente al misionero. Muchos quisieron conocerlo para escuchar sus increíbles relatos. Pasaba mucho tiempo con el metropolitano Filareto. Tuvieron mucho éxito las donaciones solicitadas. Avanzaba el trabajo en las ediciones de las traducciones y composiciones del padre Juan. Y llegó inesperadamente de Irkutsk la triste noticia de que el 25 de noviembre del año 1839 al día siguiente de su onomástico fallecía la esposa del padre Juan Ekaterina Ivanovna. Impactado por la noticia el padre Juan quiso ir a su patria hacia sus huérfanos hijos. El metropolitano Filareto (Drosdov) muy compasivo aceptó la noticia. En esta dolorosa noticia el experimentado pastor espiritual vio la indicación Divina, del nuevo servicio para el padre Juan Veniaminov …hacia el camino monacal.

El ofrecimiento del metropolitano obligó al padre Juan a pensarlo profundamente. ¿Sería capaz de cumplir dignamente con los preceptos monacales junto a la vida activa misionera? ¿Quién se ocupará de sus seis hijos? A lo largo de un año el padre Juan estuvo indeciso para esta hazaña: viajó para orar ante santidades rusas: a la Troitse Serguievskaia Lavra y a la Lavra Kievo — Pecherskaia Uspenskaia. Mientras tanto el Señor dispuso el destino de los hijos del padre Juan: las hijas fueron admitidas en el instituto Patriótico y los hijos en un seminario religioso de San Petersburgo. Y el 29 de noviembre del año 1840 el protopresbítero Juan Veniaminov tomó los hábitos con la bendición del metropolitano Filareto como monje con el nombre de Inocencio, en honor del beato Inocencio de Irkutsk, a quien el padre había rezado durante tantos años pidiendo ayuda en sus obras misioneras.

Al día siguiente el novel monje fue elevado al grado de archimandrita. Luego se cumplió lo que doce años atrás le había profetizado al padre Juan el aleuta Juan Smirenikov: "En un futuro no lejano, enviando a tú familia por la costa irás tu mismo por el agua grande al gran señor y hablarás con el" — el Emperador Nicolás I pidió entrevistar al archimandrita Inocencio. Escuchado lo relatado por el padre Inocencio, el Emperador lo invitó a conocer y hablar con sus hijos, considerando útil para ellos escuchar acerca de las lejanas posesiones rusas.

Inocencio, Obispo de Kamchatka.

En ese entonces el Santo Sínodo tomó la decisión de organizar una nueva diócesis — en Kamchatka, Kuril y Aleut dirigiéndose al Soberano con el pedido de designar a uno de los tres candidatos como obispos para la cátedra de la nueva diócesis. Uno de ellos era el archimandrita Inocencio. El Emperador lo designó a él. Y el 15 de diciembre del año 1840 fue ordenado obispo.

El 10 de enero del año 1841 su eminencia Inocencio dejó San Petersburgo, dejando en la ciudad a la pequeña Fekla. El 11 de marzo llegó a Irkutsk. El primer domingo ofició la Santa Liturgia en la iglesia de la Anunciación donde tiempo atrás había comenzado su labor eclesiástica. Parecía que todo el pueblo estaba en el templo. Los que no pudieron entrar en el templo permanecieron en la entrada, todos querían ver a su coterráneo ahora obispo...

A principios de marzo el obispo se fue de Irkutsk y se fue hacia donde había estado como joven sacerdote. Lo esperaban sus familiares enviando a sus dos hijos a San Petersburgo junto a sus hijas Olga y Paraskeva. Su hija Ekaterina recién casada con el sacerdote Elías Peteliv se fueron a América junto a obispo. Viajaron por el río Lena...

El 27 de setiembre el día de San Juan teólogo llegó a su diócesis en Novoarjanguelsk donde lo esperaban sus bautizados koloshes.

El otoño y parte de invierno lo pasó en la diócesis luego de lo cual comenzó a recorrer sus habitantes alejados. La Gran Cuaresma el obispo la pasó en la isla Kaliak. La primer semana vinieron los aleutas de la sociedad rusa de Tresviatitelj entre quienes había un Toien que quería expresar en alta voz y delante de todos sus pecados sin tener vergüenza de nadie. El hierarca se opuso a ello a lo cual el Toien dijo:

—¿Si no tuve vergüenza de pecar, porqué voy a tener vergüenza de confesarlos delante de todos?

Esta fe del aleuta enterneció al hierarca quien le preguntó:

— ¿Porqué eres mas diligente y sincero que tus otros hermanos?

— Porque soy peor que ellos — contestó el.

Cuán a menudo escuchamos estas palabras en la oración al Santísimo Cáliz y cuán difícil es hasta pensar en lo que este aleuta dijo con tanta franqueza y sinceridad!

En la cuarta semana de Cuaresma vino el Toien — shaman y le relató al hierarca su dolor espiritual:

— Hace cinco años el sacerdote de aquí me miró y me dijo; "Te van a quemar" ¡Hace cuántos años que no puedo olvidar sus palabras! Siento que tengo miedo de algo y que el último de mis súbditos es mejor que yo. Díme: ¿En realidad me van a incinerar — quemar?

El hierarca Inocencio le explicó al shaman que no le hablaba del fuego físico sino del fuego de las tinieblas al que están condenados todos los que se relacionan con los malos espíritus.

Lo que atormenta a su conciencia es la voz del Señor en el alma humana que no lo deja en paz hasta que no dejara de ejercer su profesión. Habiendo escuchado esta aclaración y sabiendo por experiencia que significaba perder la paz espiritual, el shaman se arrepentió sinceramente y tomó los Santos Dones durante la Liturgia. Antes de partir vino a despedirse del hierarca:

— Te estoy muy, muy agradecido y hasta mi muerte no te olvidaré.

Recordando este caso el hierarca dijo:

— Esta es la prueba más convincente de que todos nosotros hasta el mas sencillo repicador de campanas somos armas en la benevolencia Divina.

Recordamos también aquí la conversación del hierarca con el hierodiácono de Kamchatka Nicolás, quien cierta vez estaba sentado de frente al sol. Se hablaba de la vida futura y el preguntó:

— ¡Obispo! Si Dios es misericordia sin límites ¿cómo puede privar a alguien de Su Reino Celestial?

— ¿Porqué mueves la cabeza y no te quedas quieto? — Después como si no escuchara la pregunta, le pregunta al hierarca.

— Si, el sol me alumbra directo a los ojos y no me deja en paz — contestó el hierodiácono.

He aquí la respuesta a tu pregunta, dijo el hierarca, no es Dios Quien privará a los no arrepentidos de Su Reino Celestial sino que ellos mismos no resistirán Su luz, como tu no resistes la luz del sol.

El 28 de mayo el día de la festividad de la iglesia de la Resurrección el hierarca llegó a Unalashka donde hacía 18 años había comenzado sus obras misioneras. Los aleutas apreciados se alegraban como niños, Terminada la Liturgia y el sermón ofrecieron al querido sacerdote un regalo emotivo: unas alfombras que se colocan bajo los pies del obispo durante la ceremonia religiosa increiblemente tejidas en telar, con raíces de árboles y diferentes hierbas.

La labor misionera entre los aleutas continuaba bajo la dirección del padre Jacob Nesterova de nacionalidad aleuta, egresado del seminario de Irkutsk, quien luego inició la evangelización entre los indios — atavaces en el río Yukon (el padre Jacob fue canonizado en el año 1994 durante el festejo de los 200 años de la Ortodoxia en América del Norte).

En el año 1842 el obispo Inocencio comenzó la construcción de la casa del misionero en Sitka — hoy una antigua construcción de Alaska — con una iglesia bendecida en honor a la Anunciación. Dos años mas adelante comenzó la construcción de la nueva catedral del Arcángel Miguel. A pesar de las muchas responsabilidades el obispo Inocencio encontró el tiempo suficiente para construír un reloj que adornó el campanario de la catedral. El 20 de noviembre del año 1848 bendijo el templo en presencia de 50 representantes del clero de la diócesis muchos de los cuales eran egresados del seminario fundado hacía 3 años. De los 23 estudiantes anotados habitantes de Alaska tuvieron que estudiar no solo teología sino también el idioma madre, latín y medicina.

Petropavlosk y el interior de Kamchatka.

En otoño el reverendísimo llegó a Petropavlosk donde se encontró con su hermano el padre Stefan Popov después de muchos años, y quien oficiaba en una pequeña iglesia de Kamchatka sobre el río Lesna. Diecinueve años atrás Stefan se casó con una aleuta, volvió hacia Irkutsk, fue ordenado sacerdote, sirvió en Anguinsk, pero su esposa enfermó por el clima severo. Por ello aceptó ir a Kamhchatka, mas allí llegó solo — su esposa falleció en el camino.

Así comenzó su vida solitaria en un inhóspito norte de Kamchatka.

El otoño lo pasó en Petropavlosk y sobre caminos nevados conducidos por perros fue al interior de Kamchatka.

El 10 de enero del año 1843 llegando al fuerte del Tigilsk sobre el río Tigil que desemboca en el mar de Okotsk. Este fuerte era defensa contra las invasiones de Kopiakos que ahora parecía un pueblito dispersado sobre una cima. El obispo quiso conversar con los superiores Kopiakos que vivían a 30 kilómetros con sus manadas de ciervos. Al otro día vinieron los superiores:

— ¿Cómo recibirlos? ¿Qué ofrecerles? — Preguntó el obispo al protopresbítero Gromov.

— Reverendísimo — decía el padre Prokopio — Usted a lo mejor se los imagina como a los de Irkutsk ¿con tapados y gorros de pieles? No, ellos vendrán sin ningún tipo de ceremonial, se sentarán en el suelo y fumarán sus pipas...

Llegaron los Kopiacos Aviava y Etsk y le dijeron al obispo la única palabra conocida en ruso.

— ¡Salud!

Se sentaron en el suelo y comenzaron a fumar sus pipas. El reverendo Inocencio tuvo una plática con ellos.

— ¿Tienes una medalla porqué no te la has puesto? Comenzó el reverendo dirigiéndose a Etsk. Unos años atrás los que habitaban en las costas pasaban hambre, Etsk para ayudarlos tenía una manada de ciervos con los cuales los ayudaba hasta que tuvieran una muy abundante pesca. Por la ayuda fue condecorado con una gran medalla. Pero la que no usó durante mucho tiempo por no saber el motivo de la condecoración. Estas gentes tienen pocas ambiciones y era común ayudarse los unos a los otros en momentos difíciles, y no le dio importancia al hecho.

— Escuché, sí — dijo Etsk — que tenías muchas medallas y no me atreví a ponérmela.

— Tu y yo — dijo el obispo — tenemos medallas del mismo Rey en ese sentido somos iguales.

— Yo no lo sabía — contestó Etsk.

El reverendo preguntó ¿qué los detenía en que no se bautizaran? Le contestaron:

— ¿Para qué bautizarse? Solo para convertirnos como los malvados bautizados kosakos quienes nos engañan, no dan el peso completo, ni las medidas justas.

Con amargura escuchó el confesor del Evangelio como los paganos separan de la fe, quienes llamándose cristianos no cumplen con las leyes de Dios y en vez de llevar la luz del Evangelio portan la tiniebla del pecado.

— Por lo menos, no se oponga a quien quiera ser bautizado — dijo apenado el obispo.

— No prohibimos a nadie — contestaron ellos. Así terminó el encuentro.

El 26 de enero llegaron al noreste de Kamchatka a una iglesia perteneciente a la provincia — iglesia de san Inocencio de Irkutsk.

Al día siguiente oraron por el obispo, continuando su camino.

El 28 de enero se fue para Okotsk.

Allí encontraron a un poblador con gran fe y amor a Dios que le contó al obispo su difícil vida de cazador a lo cual el obispo dijo:

Pero en su otra vida, en la Eterna, va a estar bien si tiene fe en Dios y le reza a El.

A estas palabras el poblador contestó:

Turpris siempre reza a Dios. Aunque mate solo una perdiz yo se que eso me lo dio Dios y Le rezo y Le agradezco. Si no mato nada significa que Dios no me lo mandó, porque soy malo.... yo Le rezo.

Con mansedumbre en el trato con su saludo paternal, el reverendo conquistó el amor de estos pobladores. Valoraban sus consejos y sermones como se valora el consejo de un querido y respetado padre.

En Novoarjanguelsk viaje por la diócesis.

En setiembre del año 1843 regresó de un difícil y largo viaje por Kamchatka y las costas viajando 5 mil kilómetros sobre trineos tirados en parte por perros en parte por ciervos.

En Novoarjanguelsk la dirección de la Compañía le había construído una casa donde organizó una escuela donde enseñaba la palabra de Dios a los niños.

Habilitó un seminario y fundó misiones Ortodoxas en rincones alejados de la Diócesis.

Recorrió Asia en el año 1846 — la cual aumentó sus límites desde el año 1813: en el suroeste llegaban a la frontera china. En agosto de 1847 llegó a Sitka a donde llegaban las noticias de los misioneros, increíbles y a veces milagrosas noticias: con la fuerza de la benevolencia Divina se transformaban y sanaban las almas humanas. Desde la orilla del río Kenai avisó la muy buena disposición de los pobladores para aceptar ser bautizados. Todos sus shamanes fueron bautizados, cumpliendo con los preceptos y obligaciones cristianas y de las enseñanzas del misionero. Se sabía que los kenais eran muy testarudos: difíciles de convencer. Extrañaba a muchos los cambios en ellos después de ser bautizados.

El padre Jacob le ayudó al ahora obispo en la traducción de las Sagradas Escrituras a la lengua aleuta. Los pobladores relataron la desgracia del lugareño Toien: su hijo padecía crisis de enajenamiento. A temprana edad, estaba sano, cumplía con las labores a la par de los demás. Pero en los ultimos dos años teniendo ya 28 años su estado empeoró. La demencia fue constante, agredía a las personas, se escapaba de la casa y su comportamiento se parecía al de un animal. El padre Jacob se dio cuenta que estaba endemoniado. El sacerdote aconsejó al padre, ya bautizado, también bautizar al hijo y cuando el desgraciado llegara a tener bien su razón sería necesario hablarle acerca de Dios y orientarlo hacia la fe. En poco tiempo el enajenado apareció y parecía que estaba en su sano juicio. El padre le habló acerca de la fe en Cristo, del bautismo a lo cual contestó con firmeza que estaba pronto para bautizarse. El padre Jacob al mes llegó el joven había estado en pacífica espera. El sacerdote bautizó al enfermo y desde entonces ya hace dos años no tuvo ni rastros de ataque.

Desde la isla de Atja el sacerdote relató otra increíble e instructivo sucedido: "Cuando los sacerdotes predicaban las enseñanzas de Dios — relató el aleuta Nikita Joroshev — ni en ese entonces ni nunca creí en sus palabras, creía que ellos (los sacerdotes) inventaban ellos mismos todo, por lo que me quedaba siempre dudando. Al ir al este de la isla en busca de alimentos era otoño y fuertes vientos lo retuvieron allí. Estuve enfermo mucho tiempo en cama y mi estado desmejoró de tal manera que no podía mover ni las manos ni los pies. Cierta noche acostado tuve una idea: ¡si en verdad existe Dios, de quien nos hablan los sacerdotes y nos cuentan que El es omnipotente y todo lo puede y me hubiera sanado de mi situación desgraciada entonces creería en El y no dudaría de El. Con esta idea me dormí hasta la madrugada. Me despierto y siento un gran alivio. Me levanté de la cama sin ayuda de nadie comencé a caminar sin creerlo... Cuando comprendí que no era una ilusión sino que era yo, como que se me abrieron los ojos y comencé a creer firmemente en las enseñanzas. Desde ese entonces temo tener cualquier duda acerca de Dios. "

Habiendo terminado su relato le pregunté:" En verdad eso te sucedió a ti, ¿no estarás mintiendo? No, yo no miento " — contestó Nikita y hasta lo juró en nombre de Dios. Entonces —escribía el sacerdote en su informe — yo junto con él me postré ante la imagen del Salvador agradeciendo a Dios por no castigarnos por nuestra falta de fe sino que con paciencia y misericordia espera vivificando al pecador dándole la oportunidad de arrepentirse... "

Especial inquietud y zozobra les otorgaba a los koloshes el hierarca Inocencio. Aumentaba el número de koloshes que profesaban la fe. Complacía al obispo la confesión de la fe a través del bautismo sin presiones ni conveniencias: en el momento del bautismo se les entregaba un sencillo crucifijo y una imagen en madera o papel.

Con la bendición del obispo y bajo su estricto control fue construído un templo para los koloshes. Los isleños se opusieron a esta construcción durante mucho tiempo y el obispo no esperaba tener ayuda suya por eso lo complacía que los koloshes lo ayudaran con el suministro de madera y en otros trabajos. El 24 de abril del año 1849 bendijo la iglesia ya construida donde se oficiaba la Liurgia con el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles leídos en el idioma de los koloshes, quienes tambien cantaban "Señor ten piedad," "El Credo y Padre Nuestro en idioma materno.

Al dirigírse al templo fue evidente la vivificante espiritualidad de los koloshes que durante la Gran Cuaresma contaba el protopresbítero Pedro Litvincev observaban ayuno riguroso, se confesaban y tomaban los Santos Dones. El padre Pedro notó que el Sábado Santo un kolosh de nombre Nikita rezaba con mucha devoción ante los íconos y se les aproximaba como generalmente se procede ante la aceptación del Sacramento de los Santos Dones. Pero Nikita ya había tomado los Santos Dones y ante la pregunta del obispo dijo que deseaba tomarlos nuevamente. El padre Pedro lo llamó:

Ya has tomado la comunión hace poco.

— ¡Quiero volver a tomarlos, démelos" —contestó Nikita.

Sincero y fuerte era su deseo, el padre Pedro no lo contradijo y luego de confesarlo le dio la comunión.

Nadie, solo Dios sabe, cuánto tiempo le es dado al hombre permanecer en la tierra. A veces el nuevo confesado en la fe vivía muy poco tiempo, parecía como si solo faltara para la salvación de su alma ser bautizado. Esto sucedió en la Pascua del año 1850. A pesar de los esfuerzos de los rusos se mantuvo la cruel costumbre: de matar a los sirvientes una vez desaparecido el amo. Según las costumbres idólatras el siervo debía ir tras su amo para servirle en el otro mundo. Al segundo día de Pascua después de la muerte de una conocida anciana por deseo de su pagana nieta fue muerto su kalga. El asesinato fue producido en el momento mientras el hierarca Inocencio estaba oficiando la Liturgia en la nueva iglesia donde habían muchos koloshes. El kalga muerto unos días antes, el Viernes Santo había sido bautizado y el Sábado Santo había tomado los Santos Dones.

Esto le preocupaba mucho al obispo y había consultado al Sínodo para proceder al rescate monetario de los esclavos de los koloshes. El obispo permanentemente estaba ocupado en trabajos por la diócesis. En el año 1847 conmemoró los 50 años de servicio en Kamchatka, en el año 1850 se le designó arzobispo.

Las islas Kuriles eran de su diócesis. Allí como decía el hierarca estaba su rebaño pequeño de no mas de 60 personas. En el mismo año les envió un mensajero de la Verdad, el hieromonje Sergio le anunció al obispo que ya a este pequeño rebaño el Señor le envió la fuerza de la Cruz y la oración de la iglesia.

Pasó el invierno en una isla donde no había río y se debía usar el agua del lago pero solo después de un cierto tratamiento por la cantidad de insectos. El 19 de enero del año 1851 la iglesia festeja el bautismo del Señor y el hieromonje cumplió con la gran bendición de las aguas del lago. Desde ese día desaparecieron los insectos. Venido cierta vez el agua se volvió nuevamente limpia.

El 26 de julio de 1852 se unió la provincia de Iakutsk y el hierarca Inocencio paso a vivir en el centro de la provincia. Allí fueron construidas las habitaciones para el obispo en el monasterio de Spas, encontándolas muy cómodas: diciendo que eran cálidas y secas (se ve, que si solo tuviera encima de su cabeza un techo, serían buenas, pero si eran cálidas y secas — eso ya era muy bueno).

En el año 1853 el hijo del obispo padre Gabriel, comenzó su servicio religioso en la desembocadura del Amur — difundiendo la palabra de Dios a los habitantes.

En el año 1854 sin temor a las heladas de menos 60º comenzó su recorrida por la provincia.

Al regreso de Amur, Iakutsk comenzó a mejorar las construcciones del monasterio. Junto a otros misioneros el reverendo comenzó la traducción de los oficios religiosos y Sagradas Escrituras al idioma de los isleños. Muchos años después se conmemoró como fiesta nacional el 19 de julio porque en el año 1859 en la catedral de Troitski de Iakutsk se ofrecía por primera vez la Liturgia en idioma yakutsk.

Guerra de Crimea.

La vida del obispo Inocencio seguía su curso: en continuos viajes, labores y preocupaciones cada vez mas a menudo venían noticias alarmantes las cuales el reverendo seguía con atención. Los sucesos en el Mar Negro influían en la situación del Mar de Okhotsk cuyas acciones no asustaban al hierarca. En el año 1855 planeó ir al puerto de Aiansk.

En ese entonces por orden de V.S.Baboico fueron evacuados de Petropavlovsk. Construyeron la fortaleza de Nikolaiev sobre el Amur. El reverendo consideraba que la flota del enemigo vendría por el mes de julio. En la primavera comenzó el viaje a Kutsk, a Ian y a Amur En el camino a la población de Nelkan se encontró con su hija Ekaterina la que se asombró por la decisión de su padre:

— ¿Adónde va? En Aian estan los ingleses.

— Ellos no me necesitan — contestó el obispo — lo van a hacer prisionero — ellos van a perder: pues me van a tener que alimentar, El reverendo continuó el camino llegando a Aian el 9 de julio del 1855 cuando los ingleses se fueron al monte a 30 kilómetros de Aian los ingleses se llevaron todos los candados de los edificios del puerto, la iglesia de la Vírgen de Kazan estaba abierta, en el suelo las proclamas para que los habitantes volvieran a sus casas. El reverendo viendo tal cuadro desolador no decayó: diariamente oficiaba en la iglesia todos los servicios religiosos, visitando a los habitantes protegidos en el bosque y al no haber sacerdote cumplía con todas las obligaciones él mismo, hasta bautizar a recién nacidos. Pero su viaje a Amur no era posible por bloqueo de las naves enemigas y por los ríos desbordados había ausencia de cocheros por lo que su viaje en estas circunstancias y el estado de tiempo lo obligaron a agradecer a Dios por lo que parecía desagradable disgusto.

La nave Okotsk en la que debía viajar con sus acompañantes pero a la que llegaron tarde fue explotada por el enemigo. De igual modo se encontró con el enemigo. El 21 de julio el arzobispo realizaba un oficio religioso de acción de gracias en la iglesia de Aian por la victoria.

Inesperadamente llegaron unas fragatas inglesas,. Desembarcando los ingleses reconocieron al obispo ruso, fueron a una casa indicada pero no encontrando al dueño, como turba con gritos y amenazas fueron a la iglesia. En medio del templo vacío, hincado estaba el arzobispo, y como si nada pasara pronunció con fuerza las palabras de la oración. El rostro incólumne, tranquilo del obispo y la expresión venerable, por su actitud impresionaron a los ingleses que callaron y con paciencia esperaron la finalización del oficio. Luego el hierarca Inocencio recordando este episodio con humor decía:

— Si hubieran sabido los ingleses ¿qué rezaba yo? Me hubieran fusilado en el acto.

Ellos no lo sabían y el que rezaba con tanta devoción inspiraba respeto. Terminado el oficio — moleben los oficiales se acercaron al obispo y con respeto comenzaron a preguntarle ¿cómo pudo haber llegado y por qué camino? Luego le comunicaron que por órdenes y la situación del estado de guerra lo tenían que tomar prisionero. A lo cual sonriendo contestó que el no era una persona militar por lo tanto no iban a tener ningún provecho de él, al contrario, iban a tener pérdidas. Invitó a los marineros ingleses a su casa convidándolos con te... Largo tiempo conversó con ellos a través de un traductor.

De ellos supo que en la segunda nave venían prisioneros entre los cuales estaba el sacerdote — misionero Majov. Trató de convencerlos de que dejaran en libertad al sacerdote. Al día siguiente volvieron participándole que recibieron la orden de dejar en libertad a él y al sacerdote Majov y pasaron la tarde tomando el te despidiéndose del obispo. Todas las tristes noticias asumía el obispo como hechos no de su voluntad. Su labor era rezar por la paz y las gentes de Dios, afianzar en la fe a los que aceptaron a Cristo e iluminar a los no confesos aún. El 27 de julio comunicaba a su hijo su estadía en Aian y las acciones del enemigo y escribía: "Ahora hablemos del trabajo, tengo conocimiento que llegaron vía Amur 20.000 personas, de las cuales 500 son de Kamchatka por lo cual en Amur ahora hay no menos de 3500 personas. Por ello es necesario allí otro sacerdote, en la nave "Aurora" hay uno que te puede ayudar. Tengo planeado volver a Iakutsk dejando esta carta en Aian por si no te la puedo enviar. Antes de la partida el obispo estuvo 3 días en el bosque. Se preocupaba por Sitja donde había l50 naves enemigas.

 

Reconocimiento de la zona del Amur.

En el lejano este de nuestro territorio sucedieron acontecimientos de importancia histórica también preocupando para al obispo como al sacerdote y al patriota ruso. Comenzaba el reconocimiento de las orillas del Amur y se resolvía la aún no establecida línea divisoria entre China y Rusia.

El reverendo Inocencio era una firme voz de apoyo de esta zona. El consideraba que a orillas del Amur y sus afluentes muchos rusos podrían organizar sus vidas con mucha comodidad — había tierras libres suficientes para la agricultura, lo que significaba que se podía abastecer a Kamchatka y a la América Rusa con el pan de Siberia y no traerlo desde la Rusia Europea. El hierarca como anteriormente el quería con su labor misionera encontrar nuevos adeptos a Cristo y buenas personas para la iglesia de Cristo. Peregrinos venidos de la zona del Amur relataban al obispo la necesidad de una iglesia y de un sacerdote allí. Según sus relatos había quienes ansiaban confesar la fe ortodoxa. En el año 1851 en Aian recibió a tres pobladores quienes pidieron los bautizara a lo cual el obispo ofreció pensarlo detenidamente prometiendo enviar a Amur a su joven hijo — sacerdote. Agradecieron (a través del traductor): — vamos a estar agradecidos. Vamos a querer a tu hijo y si viviera con nosotros muchos podríamos bautizarnos.

En la primera oportunidad el hierarca envió a Amur al padre Gabriel Veniaminov con su joven esposa. Despidiendo al hijo hacia tales tierras lo bendijo diciendo:

¡Ve hacia la gran obra indicada por Dios! ¡Mas esmérate en la obra de Cristo! Muere por ella y no trates de volver hasta no haber cumplido la obligación a ti asignada.

Para la resolución del problema de la frontera entre China y Rusia se necesitaba una Fica que fue encargada al gobernador — general del este de Siberia Nicolai Nikolaievich Muraviov.

A los dos años de la primera figa en enero del año 1856 el hierarca Inocencio recibió del Santo Sínodo la orden de realizar un viaje hacia la desembocadura del Amur. Para lo cual fue de Iakutsk a Irkutsk donde tuvo la gran preocupación de encontrar sacerdotes para trasladarse con sus familias a esos lugares: profetizar el Evangelio, construir iglesias y organizar las parroquias. Se hablaba en la ciudad que los chinos no iban a permitir el pasaje de nuestros barcos por el Amur, reunieron un ejército de 6000 hombres y lo extendieron a lo largo del río. Trataban de convencer al hierarca que no aceptara esto considerándolo muy peligroso. Dejando todo bajo la voluntad de Dios decidió partir. En abril, sobre hielo cruzó el Baika llegando a Kiajta donde pasó la Pascua y el Miércoles Santo salió para Amur. Los sacerdotes salieron en mayo y a los dos días el hierarca en una barca enviada por el gobernador. Se reencontraron todos y por un tiempo viajaron juntos atravesando las orillas cubiertas de grandes bosques de pinos. De vez en cuando se podían ver casitas de los pobladores locales. El río colmado de peces sobre todo grandes esturiones pescados por los pobladores. Antes de llegar a Aigun — el único poblado de Manchuria en toda la extensión del Amur el arzobispo se alejó. A dos días de llegar a Aigun se encontró con Muraviov quien había pactado con los chinos la libre circulación de nuestras embarcaciones por el río Amur. En las márgenes había pueblitos de Manchuria que se alternaban con zonas acantiladas y boscosas con poblados pequeños. En la estación de Marinskaia el padre Gabriel esperaba al obispo con quien llegaron a la desembocadura del Amur donde estaban los feligreses del padre Gabriel. En Nikolaievsk pasó agosto donde el primero nació el nieto Juan. El 24 se ofreció un molieben por la construcción de la nueva iglesia de Nikolaievsk.

El camino de regreso fue muy difícil y peligroso. En el primer intento de viaje se inundó el barco, pero finalmente a inicios de setiembre en el vapor América el hierarca Inocencio salió para Aian. El invierno fue duro lo que complicó el traslado y ante todas las contingencias el obispo agradecía a Dios:" Gloria y gracias a Dios que me resguardó y me protegió en todos mis caminos — escribía el — las ropas se secaron, mi costado lastimado dolió unos dos meses y sanó, del agua helada ya me sacaron." Llego a Iakutsk el primero de diciembre del año 1856 donde esperaba la resolución del Santo Sínodo que decía: "Por la acción de las incansables hazañas en el camino sacerdotal, en el confín de la Patria entre diferentes diócesis ejercido con ardoroso tesón por las almas del Señor que estaban en tinieblas y por su trabajo ejemplar de dedicación total por su salvación y por todo lo logrado en este trabajo sagrado con paciencia y múltiples sacrificios." El reverendísimo Inocencio, arzobispo de Kamchatka, Kuril y Aleut fue condecorado con la órden de San Alejandro Nevski.

Límites lejanos... América, San Petersburgo.

Todo el año 1857 el arzobispo pasó viajando. Se dirigió hasta los límites más lejanos de su diócesis primero hacia los ríos Viliui y Olemca, luego América donde era el último lugar de su labor misionera. Al regreso de América en junio el obispo se fue a San Petersburgo para participar en el Santo Sínodo. De Kamchatka pasó cuatro meses en San Petersburgo, organizó la impresión del relato de las Sagradas Escrituras en lengua Iakutsk. Grato era el encuentro con su hija monja Polixennia quien vino a visitar al padre después de 15 años. El 15 de enero del año 1858 salió para ir a Irkutsk y Amur. " Pequeño es el mundo, pero grande es Rusia," se puede recordar este refrán al saber los viajes del hierarca por su tierra natal.

En el año 1858 sucedió algo trascendente para Siberia y para Rusia: la firma del tratado de límites chino — ruso. El general Muraiov salió para Amur. El hierarca enfermó y permaneció en Irkutsk y luego fue a Amur, visitó a su hijo el padre Gabriel regresando a Irkutsk donde se habían quemado las celdas del monasterio Spas con los trabajos de las traducciones...

Con el anexo de la zona de Amur aumentaron sus diligencias aunque el obispo Pedro (Ekaterinovski) le ayudaba. En Iakutsk le ayudó el sacerdote Pedro Popov. Lo ordenaron monje nombrándolo arzobispo vicario, para lo cual hierarca Inocencio vino en el año 1860 a Irkutsk atravesando toda su extensa diócesis; dio las directivas necesarias para la construcción de la casa del obispo a terminar en otoño. A mediados de julio fue a Nikolaievsk donde tuvo la alegría del segundo nieto, siguiendo para Kamchatka donde hacía doce años había estado, pero los fuertes vientos interrumpieron su partida la cual reanudò más tarde a pesar de las malas condiciones del tiempo, llegó a la costa, bendijo a los ansiosos pobladores con una gran señal de la cruz. Lo recibieron besándole las manos y los pies lo cual trató de evitar por su gran humildad. Primeramente se ofreció un moleben de agradecimiento por la llegada y luego fue invitado a la casa del director del puerto. Todos veían la gracia de Dios en la venida de tal visitante. Se interesaba por los familiares, las necesidades, los apoyaba y daba consejos espirituales, recordaba su peligroso viaje. Marineros y oficiales lo escuchaban... el obispo recorrió sus trincheras para apoyarlos. De día hablaba y enseñaba a los pobladores de la zona. Tres días pasó aquí el obispo yendo a Nikolaievsk y pasando allí todo el invierno.

 

Encuentro con el Iluminador de Japón Nikolai Kasatkin.

En este lugar estaba el hieromonje Nicolás (Kasatkin) futuro arzobispo egresado de la academia religiosa de San Petersburgo y destinado en Japón a la iglesia del consulado de Rusia, consagrado ahora como santo beato de Dios por dos iglesias Ortodoxas — la rusa y la japonesa.

Conociendo las dificultades de esta misión lo recibió como padre el arzobispo Inocencio. Le aconsejó de su experiencia participar en las actividades culturales y comunes en la población, aprender las labores o trabajos por él desconocidos, tratar de sanarlos. Le ayudó también con los problemas cotidianos. El obispo cortó y confeccionó una nueva sotana para el padre Nicolás y le regaló su cruz de bronce con la que lo condecoraron en la guerra ruso —turca.

— Aunque no sea de forma correcta sin embargo es una cruz y sin ella no corresponde enfrentarse ante los japoneses!

Al inicio del verano del año 1861 el hieromonje Nicolás se fue a Japón y el hierarca Inocencio trató de ir a Kamchatka pero el tiempo no se lo permitió. La noche del 29 de agosto hubo una gran tormenta, que tambaleaba de lado a lado la embarcación del obispo temiendo por sus vidas. Simón Kazanski, lector de la iglesia iba en ella, por el bamboleo se abrió la puerta del obispo y Simón pensó que el obispo llamaba a alguien retornando a su celda, lo vió completamente tranquilo arrodillado humildemente rezando ante los íconos el cánon para la salvación de las almas. Simón se alejó rapidamente luego regresó el hierarca al puente del barco dando consejos al capitán, el barco pereció... mas todos se salvaron. Cuando los náufragos llegaron a la costa el hierarca Inocencio comenzó un oficio de acción de gracias durante el cual todos se arrodillaron. "Quien no estuvo en el mar no rezó a Dios" — dice el sabio refrán popular.

La diócesis de Amur llegaba a 20 000 personas entre los cuales había muchos buenos cristianos y construían templos por doquier. En sus viajes anuales el obispo bendecia dos o tres nuevos templos. Llegaba de antemano y traía consigo su cajón con instrumentos de carpintería. Construía él mismo el altar, trono y al día siguiente lo bendecía. Realizaba la Santa Liturgia en las poblaciones donde ya habían iglesias y si no había oraba el oficio de las Horas moleben a cielo abierto. Terminado el oficio religioso platicaba con los pobladores enseñándoles no solo oraciones sino instruyéndolos en labores agrarias, labores con animales y hasta el trabajo con las abejas. Siempre repartía íconos y crucifijos. La vista, las fuerzas y la salud comenzaban a flaquear por lo cual escribió una carta al metropolitano Filareto pidiendo su traslado a un monasterio. Mas el Obispo de Moscú pidió no abandonar su diócesis y conservar su vista y salud para su servicio a la Iglesia, "el Señor le dirá cuál es Su Voluntad para usted y Su Iglesia" — expresó el beato Filareto. Fue la última carta del staretz metropolitano: en enero del año 1867 falleció y el obispo Inocencio duramente sobrellevó esa pérdida de 25 años de mutua amistad.

Cátedra del Metropolitano.

El l8 de enero del año 1898 llegó la nominación a Blagoveschensko desde San Petersburgo del hierarca Inocencio como metropolitano de Moscú, esto lo asombró. Nunca se había considerado ser el sustituto de Filareto.

Luego de la noticia pasó en soledad y oración, Llegó el momento de la despedida y el 15 de febrero después de la Santa Liturgia y moleben el obispo con su hijo y fiel ayudante padre Gabriel se fue a Moscú. La Gran Cuaresma la pasó en Irkutsk.

En Semana Santa se alojó en el monasterio de la Ascención rezando ante las relíquias de su protector celestial Inocencio de Irkutsk. Luego pasó por Anginsk, bendijo a los pobladores, visitó las tumbas de los cercanos parientes y el 20 de febrero comenzó de nuevo su camino.

Durante su pasaje a Kansk Krasnoiarsk Ekaterinburgo lo recibían con sonar de campanas y mucha gente, el acontecimiento era importante: era el elegido obispo de la región lejana que se nombraba para Moscú, querían verlo y recibir su bendición. Permaneció en Perm durante la festividad de la Santísima Trinidad.

En Kazan lo esperaba la carta con la nominación del Zar y los distintivos para la orden de metropolitano: gorro blanco con cruz de brillantes. El obispo bajó a la orilla para honrar las relíquias del hierarca Guri de Kazan quien en el siglo XVI divulgó la Palabra de Dios a los musulmanes e idólatras, y ante sus reliquias se colocó el gorro de metropolitano. Luego de dos días llegaron en barca a Nizhny Novgorod y desde aquí en tren hasta Moscú...

El 25 de mayo del año 1868 el hierarca fue recibido y acompañado con el tañir de las campanas de las iglesias de Moscú, el metropolitano Inocencio fue hacia las puertas de la Santa Resurrección para reverenciar el ícono de la Madre de Dios de Iver — a la Santa Protectora de Moscú. Como era costumbre al día siguiente debía saludar a sus feligreses y oficiar la Santa Liturgia en la catedral Uspensky de Moscú.

Muy pronto su vida continuó su curso normal: se levantaba a las 4 de la mañana, rezaba durante una hora. Diariamente asistía a la Liturgia y sin su bendición no se iniciaba Ella. Nunca faltaba a las Vísperas. Desde las nueve de la mañana y durante todo el día recibía visitas de todo tipo y clase entre los cuales había necesitados y pobres a los cuales ayudaba, de su propio peculio. En las tardes sus nietos o su hijo Gabriel, fiel ayuda, le leían algo. Ya no podía leer ni escribir por sí solo: la vista se debilitó. De noche cerca de una hora rezaba a solas. Se acostaba a dormir puntualmente a las 22 horas.

Su sencillez era indescriptible. A cualquier hora venían a él con problemas y necesidades, sacerdotes y laicos, jercarcas y gente común. A todos atendía sin grandeza ni severidad. No gustaba lo oficial ni el papeleo administrativo: Resolvía querellas y conflictos en paz en su celda. Sencillo con sus subordinados dejando su debido lugar, al orgulloso. En verano acostumbraba pasar en la ciudad cercana a Moscú Cherquizov que antiguamente pertenecía al hierarca Alexei de Moscú quien lo donó al monasterio de Chudov. La iglesia de Cherquizov era en honor de Elías el profeta. Delante de ella había un gran lago y al fondo rodeada de abedules estaba la casa de descanso del arzobispo con una iglesia a su lado. Toda la construcción estaba de acuerdo a su habitante: el piso sencillo de pino, chimeneas, paredes de troncos sin ningún adorno.

Sin cambiar sus costumbres el metropolitano recorría las iglesias de su diócesis. Le preguntaron como se encontraba ahora viajando en carroza de 6 caballos en relación a los otros viajes tirados por perros, a lo cual contestó:

— En verdad, la carroza es muy cómoda, pero ¡oh! drama ¡no me puedo acostumbrar a ella! Te sientes flojo y suelto. En Kamchatka caminas kilómetros a pie y luego cuando de sientas en el trineo con perros ¡ qué placidez ¡ me sentía, más sano, el aire es una gran cosa! Cuando lo elogiaban en su tarea apostólica comentaba esto no es nada cuando solo te preparas y ya te llevan ¿es fácil? En el año 1868 cuando fue metropolitano de Moscú hubo un suceso importante para Rusia y para él, fue vendida la América Rusa a los Estados Unidos por consideraciones políticas y económicas. Sus primeros y mas queridos feligreses los aleutas y koloshes se convirtieron en ciudadanos de otro país. Aún ahora permanecen cientos de cristianos ortodoxos: los lazos de esta hermandad son más fuertes y más seguros que los lazos ciudadanos.

Con alegía leyó el hierarca Inocencio las palabras de un funcionario americano — Stefan Buitinski, quien habiendo estado en Unalashka en las islas de San Pablo y Jorge testificó que todos los domingos y días de festividad todos los habitantes de las islas desde la mas pequeña a la más grande iban a la iglesia. En cada casa se podían ver los santos íconos y crucifijos y al entrar en las habitaciones se persignaban y las reverenciaban. El sacerdote era un aleuta — padre Inocencio Shaishnikov. Muchos conocian el ruso — eslavo y leían y escribían su idioma natal.

Mas el hierarca Inocencio se iba apagando... su vista, sus fuerzas. Quería retirarse y habitar en la Lavra de Troitske Sergiev en el heremitorio de Guetsemaní. El emperador Alexander II negaba su petición por considerar que por su ceguera la inactividad lo llevaría a un estado de apatía.

— ¿Porqué piensa que me molestó? Decía a sus conocidos encontrándolo apenado — y porqué me encuentran serio? — Desearía mostrarme contento, pero no puedo: la ceguera me atormenta, no estoy acostumbrado desde niño a estar de brazos cruzados. No se atormenten por mi estado, vengan, me gusta la gente y los coloquios.

El 5 de enero del año 1858 se cumplieron 5 años de su nombramiento. Por ese motivo los sacerdotes se reunieron para saludarlo trayendo un ícono de la Vírgen de Iver muy adornado, pronunciando discursos elogiosos y de agradecimiento por su labor, pues organizó las enseñanzas de jóvenes con vocación religiosa, vocación en la escritura de íconos en beneficio de gente pobre, viuda y huérfanas. Mas el hierarca no gustaba de halagos y siempre decía: este agradecimiento no pertenece a mí ya que se esforzaron muchos. Todo esto sucedía en mi presencia, pero era todo por Voluntad Divina.

Testamento y fallecimiento del hierarca.

Se inició en el año 1879. La salud del obispo empeoraba. Por los mareos casi no se levantaba de los sillones. Presintiendo la proximidad del fallecimiento releyó el testamento redactado hacía tiempo y ordenó donar de su propio dinero para la iglesia de su ciudad natal de Anguinsk. Terminó la Gran Cuaresma. Sin cambiar sus costumbres el obispo pedía lo trasladaran diariamente al templo durante la Liturgia. Los domingos indefectiblemente recibía los Santos Dones. Hacía el seguimiento de todo lo sucedido:

— ¿Habrá algo nuevo para hacer? — preguntaba a su ayudante, el obispo Ambrosio 4 días antes de su muerte.

— No piense en acciones Eminencia, serénese — le contestaba el obispo Ambrosio — es triste — inclinando la cabeza suavemente dijo el laborioso hierarca.

En Semana Santa trajeron desde las puertas de la Resurrección el ícono de la Madre de Dios de Iver, tan venerada por el metropolitano Inocencio. Pidió lo ayudaran a hincarse y con veneración rezó, con lágrimas en los ojos y besó el icono milagroso. Los que lo rodeaban observaron que quedó apacible. Al otro día se le realizó al enfermo la extremaunción.

En vísperas del Jueves Santo el hierarca Inocencio dio la orden de que oficiaran la Litúrgia antes de lo acostumbrado. A las 3 de la madrugada llegaron con los Santos Dones. Ordenó levantarlo de los sillones y apoyarlo sobre los pies. Parado ante el Cáliz con los Dones, con énfasis y claridad pronunció la oración:

— Creo Señor y profeso que Tú eres en verdad Jesucristo, Hijo de Dios vivo,...

Y agregó:

No piensen que lo hago inconscientemente. No, yo estoy con total conciencia y pido perdón al acercarme a los Santos Dones.

Luego de tomar la comunión, resplandeció su rostro y repitió varias veces:

¡Te agradezco Señor! ¡Te agradezco que Tú me hayas permitido a mí indigno acceder a Tus Santos Dones con total conciencia!

De tarde al día siguiente el obispo pidió rezaran la oración de los agonizantes, luego llamó a sus más cercanos y comenzó a despedirse. Bendecía a cada uno agregando alguna instrucción. Cuando se hubo acercado Juancito — su nieto, lo tomó de la cabeza y le dijo:

—¡El Señor te bendecirá! ¡Ten presente! No ofendas a nadie en la vida y serás feliz! Nuevamente rezaron la oración de los agonizantes. El obispo entró como en un olvido, luego viniendo en sí preguntó:

— ¿Han finalizado la lectura?

Le contestaron que habían finalizado.

— ¿Porqué dicen, "Amén?" — preguntó él. El lector repitió:

— ¡Amén!

El obispo se hizo la señal de la cruz diciendo:

¡Sea la voluntad de Dios!

Estas eran sus últimas palabras. El Sábado Santo, el 31 de marzo del año 1879 en la cuarta hora de la noche el gran trabajador y nuevo apóstol, hierarca Inocencio falleció con plácida muerte cristiana a los 82 años de vida. En la mañana al inicio del día la campana de Iván el Terrible anunció este penoso suceso. Muchos moscovitas, conocidos y amigos del hierarca se apresuraron a ir hasta el Troitskoie para despedirse del venerado Prelado y rezar por la paz de su alma.

¡Bienaventurada asunción y paz eterna, dad Señor, al fallecido siervo Tuyo, gran beato metropolitano y dadle descanso eterno! — dijo el diácono, cantando solemnemente y con tristeza a todos:

— ¡Paz eterna!

Mirando el plácido semblante del fallecido hierarca, involuntariamente se recordaban las humildes palabras de su testamento espiritual: " Pido e imploro no decir ningún discurso ni antes ni durante y después de mi entierro: si alguien tuviera la voluntad de decir algo una indicación en general pido se cite el texto: El Señor endereza los caminos del hombre, citándome y diciendo quién era y donde estaba — como y donde fallecí — con gloria a Dios, pero sin ninguna alabanza".

Sepultaron al hierarca Inocencio honorablemente en el templo Dujovski del gran monasterio de Treitse — Serguiev al lado de la tumba de otro instructor el metropolitano Filareto. Pasaron los años y casi después de l00años en el año 1977 el metropolitano de Moscu y Kolomensk Inocencio fue glorificado como santo en dos Iglesias Ortodoxas — la rusa y la americana. En el año 1994 fueron consagradas sus santas reliquias pudiendo venerarlas todo el que entre al gran monasterio de Troitse — Serguiev.

Dos veces al año la iglesia conmemora la recordación y memoria del beato Inocencio metropolitano de Moscú y de Kolomensk, apóstol de América y Siberia: El día de su bendito fallecimiento — 31 de marzo (l3 de abril y el día de la consagración como santo — 23 de setiembre (6 de octubre por calendario juliano).

¡Bendito seas siempre nuestro Dios, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén!

 

De la composición del hierarca Inocencio:

"Indicación del camino hacia el Reino del Cielo."

Sin fe en Cristo nadie puede retornar a Dios y entrar en el Reino de los Cielos. Aunque tenga fe en nuestro Señor Jesucristo si no procede como procedió Ël no puede denominarse Su alumno, es decir no puede tener Gloria con El en los Cielos. Sin la ayuda del Espíritu Santo nadie puede seguir a Cristo. El que quiera recibir al Espíritu Santo debe acceder a los medios dados por el Señor.

Es importante recordar que el camino al Reino de los Cielos abierto para nosotros por nuestro Señor Jesucristo es el único y no hubo ni habrá otro más que el que nos indicó nuestro Señor Jesucristo. Duro es este camino por momentos,.. pero es seguro que nos lleva a puerto seguro. En verdad el cristiano encuentra en este camino tanto consuelo y satisfacciones como no lo encuentra en los bienes mundanos. El Señor Jesucristo nos ayuda a transitar por este camino; nos envía el Espíritu Santo, nos envía a Su Angel para resguardarnos, nos envía instructores y guías y hasta El mismo nos toma de la mano dirigiéndonos hacia la salvación.

Si, el camino al Reino de los Cielos es duro, los padecimientos en la gehena ardiente son indecibles y terribles. El camino hacia la Gloria Celestial es duro, el camino hacia la felicidad terrenal no es más fácil. Miren como se sacrifican los que acumulan tesoros terrenales, cuántas amarguras, noches de insomnio, y a cuántas privaciones se someten. ¡ Recuerden a cuántas dificultades se sometieron, cuántas preocupaciones y dinero se necesita para cualquier vano y pasajero placer! ¿Y qué resultado? En lugar del placer esperado quedan insatisfechos y cansados. Y si reconsideramos el hecho nos damos cuenta que nos vamos alejando del Reino de los Cielos no porque fuera ese camino más difícil sino porque eso es lo que nos parece. Es el diablo, el seductor cautivo que nos muestra el camino de la Salvación difícil, pero el camino de la perdición fácil, por lo cual muchos pierden sus almas.

Por ello hermanos para evitar la perdición eterna necesariamente debemos preocuparnos por nuestro futuro. Sabemos que allá tras el ataúd espera a las gentes una de las dos cosas: o el Reino de los Cielos o el infalible infierno, — no hay término medio, — o la gloria Eterna o el sufrimiento sin fin. Como existen solo dos estados después del ataúd, así solo existen dos caminos en esta vida. Uno de ellos es ancho y parece fácil — por él circula la mayoría, el otro estrecho y espinoso — por él pocos circulan. Y es cien veces más feliz el que circula por el camino angosto. Hermanos,¿ si vamos por el camino angosto y morimos inesperadamente? ¿Qué es lo que va a suceder con nosotros? ¿A quién acudiremos allí? ¿A nuestro Señor? Pero si no lo deseábamos escuchar ¿ El ahora nos va a escucha? Ahora el padre misericordioso estará con nosotros allí y Ël será JUEZ justo. ¿Y quién nos defenderá de su legítimo y justo enojo? ¡Oh! Hermanos ¡ ¡Es temeroso caer en manos del Dios vivo! Preocúpense por vuestra salvación mientras es de día porque vendrá la noche cuando no será posible modificar nada. Precipítense hacia el Reino de los Cielos mientras pueden caminar. Caminen aunque sea algo, aunque solo se arrastren pero siempre en el sentido correcto. Entonces en la Eternidad tendrán gozo por cada paso dado. ¡El misericordioso Señor les ayude en esto! Gloria y agradecimiento por los siglos de los siglos Amén.

Esta maravillosa composición está editada por nuestra sociedad misionera. Se puede encontrar en la dirección http://www.fatheralexander.org/booklets/spanish/king_s.htm .

 

Instrucciones para el sacerdote — misionero.

Dejar la patria para ir a lugares lejanos privándose de muchas comodidades de la vida para ello, para convertir a personas hacia el camino de la verdad quienes todavía vagan ciegos en las tinieblas e iluminarlos con la luz del Evangelio todavía nunca visto antes, es una labor santa y apostólica. ¡Bendito al que el Señor elija para esta acción! ¡Y doblemente bendito quien con todo celo, sinceridad y amor se dedica a la conversión e instrucción soportando las adversidades y angustias encontradas en el camino de su obra! Grande es su recompensa en los Cielos. ¡Desgraciado el que es llamado para bendecir y no lo hace! Y más desgraciado es el que habiendo pasado la sequía y el agua para convertir al prójimo hace de los convertidos hijos de la gehena más peligrosos que él, mismo:

Y es así tú, sacerdote, ordenado para tal obra por la cual o entras en la bendición de tu Dios como un buen y fiel obrador Suyo, o tendrás un juicio más severo como hipócrita, astuto y holgazán siervo Suyo. Que el Señor Dios te proteja de lo último y te dé voluntad y fuerzas para lograr lo primero.

Encontrándote en el lugar de tu trabajo, tendrás obligaciones especiales y diferencias primero espirituales sacerdotales como confesor de la palabra de Dios, segundo externas como miembro guía de la sociedad y es por ello que te ofrezco instrucciones que tienen que ver con unas y otras.

A. Preparación para la fe.

1) Lo primero y real y auténtico para ello es la oración que por si sola puede abrir el caudal de instrucciones superiores conduciendo a la bendición de cualquier comienzo bueno; y ante cualquier conversación con ignorantes a quienes deseas ilustrar con la palabra de la verdad, dirígete a Dios en cálida oración.

2) Siempre sé humilde y sencillo en tu espíritu y no te comprometas con acciones no comunes en ti. Esas acciones proceden de tu orgullo y para los orgullosos no hay gracia Divina.

3) Toda vez que comiences algo serénate y sé animoso, en caso contrario no podrás decir lo que ya sabes con certeza y seguridad.

4) Nunca comiences un trabajo sin haberlo mentalizado anteriormente y no lo realices con descuido y desinterés, pues tu trabajo es trabajo Divino y maldito es quien lo realiza con negligencia.

5) Recuerda siempre que si el predicador no tiene amor hacia su labor, los predicados por más elocuentes y buenos que sean los sermones se quedarán sin utilidad ya que solo con amor se crea: por ello trata de tener dentro de ti el espíritu del amor santo.

6) Ponte como norma: al visitar regiones alejadas (donde ya hay cristianos no comiences los servicios religiosos hasta tanto no des a lo feligreses aunque sea una corta plática).

7) Comenzar a difundir la palabra de Dios ciertamente donde vas a permanecer o habitar, pero si las circunstancias se establecen de estar en otros lugares, más lejanos no pierdas la oportunidad de hacerlo y donde sea oportuno ofrece siempre tu palabra, y a todos, de acuerdo a la edad, estado y tiempo.

8) El momento de tus enseñanzas a los habitantes elígelo cuando estén todos reunidos. Para ello puedes ir hacia ellos o invitarlos a venir hacia ti.

9) Al principio por desconocer el idioma de los aborígenes debes contratar a un traductor: trata de elegirlo entre las personas más devotas y nobles y de antemano ve enseñándole el catecismo. Será mejor que el traductor sea siempre el mismo.

B. Secuencia en el sermón.

10) El cristianismo es satisfacción y pacificación preferentemente del corazón y no sólo del espíritu: por eso es que la enseñanza de la fe debe actuar sobre el corazón y sobre el espíritu, la inteligencia. La curiosidad del espíritu es insaciable pero el que experimente la saciedad de la fe por la pacificación con el corazón la adoptara pronto y con agrado, y no permanecerá en él sin resultado. Para actuar sobre el corazón hay que hablar desde el corazón: por la abundancia en el corazón hablan los labios. Y por ello solo en el que abunda la fe y el amor puede tener labios y sabiduría y a ella no la detiene el corazón de los escuchas y la que va indicar como, dónde y qué decir. Ten en cuenta y capta los momentos de disposición de los corazones de los que te escuchan. Este momento es beneficioso para la siembra de la palabra de Dios.

11) La manera de enseñar la fe tienen diferencias por el estado o disposición interior por la edad, por las aptitudes intelectuales. Ten en cuenta, que tu palabra debe estar de acuerdo con la capacidad y estado de tus oyentes. A ellos debes adecuar el método y la secuencia de tus enseñanzas.

12) El orden de la enseñanza de la fe debe coincidir con lo que nos mostró la Providencia.

La ley de Moisés fue dada antes que la luz del Evangelio y antes de la ley escrita de Moisés estaba la ley verdadera no escrita cuyo autor es — Dios Creador y Ejecutor. Antes del tiempo de la ley de Moisés hubo una solemne señal de fuerza Todopoderosa y de la Gloria Divina.

Mirando este grandioso cuadro universal establece tu mísera y frecuente obra así:

a) Mostrar hechos y presentaciones de lo existente (lo que es evidente) por la fuerza y gloria del Creador, Su benevolencia evidente y sencilla. Con ello describir la historia de la creación del primer hombre y de el todos los hombres y gentes que son monumentos vivientes y consecuencias de la creación Todo- poderosa y sabiduría. Luego presentar al hombre con alma y cuerpo, su dife rencia con los animales, la inmortalidad de su alma y mostrar la intención Divina al crearlo, es decir Su gloria.

b) Luego mostrar la verdad de la ley de Moisés como ley nativa escrita por Dios como medio sencillo y eficaz para llegar a la beatitud. º Hablando de la ley se puede escuchar de las gentes mas salvajes la aseve- ración de esta ley imborrable escrita en lo más profundo del corazón de cada uno. Trata de activar en ellos este sentimiento y utilizarlo en tu provecho.

c) Cuando tus escuchas estén convencidos de la existencia de Dios y de la ley entonces demuéstrale la necesidad del cumplimiento de la ley como Voluntad Divina y la evidente consecuencia del cumplimiento o no de la ley. Como ejem- plo de esto, relatar sumariamente acerca del diluvio (su profecía es confusa pero se la encuentra hasta en gentes salvajes). Acerca del no cumplimiento de la ley de Dios, de la bendición de Dios a los antepasados después del diluvio sobretodo sobre Abraham (cuyos herederos subsisten aun ahora) como consecuencia del cumplimiento de la ley.

d) Luego prosigue con la difusión del Evangelio en si, como lo inició el mismo Señor Jesucristo, es decir propagando la confesión y el consuelo, o la cer canía del Reino Celestial. Trata de hacer renacer en ellos el sentido del arrepentimiento o el reconocimiento de su culpabilidad. Esto se puede lograr concientizándolos de que el cumplimiento de la ley escrita en sus corazones tendrán un castigo en esta vida y en la venidera y que nadie por sí solo lo- grará obtener el perdón. Esto hay que decirlo induciéndoles el temor a los castigos futuros y con este sentimiento darle la buena nueva de Nuestro Señor Jesucristo Salvador, Redentor y Consuelo de las penas de los hombres.

El hacer renacer el sentido del arrepentimiento y la contrición es logro más difícil de obtener por el predicador, este estado logrado es uno de los más importantes — del hombre y es la tierra fértil para la siembra de la semilla cristiana. Ella puede caer en lo más profundo de su corazón con la posterior acción de la Gracia Divina traer frutos magros. La buena nueva de Jesucristo para un pecador que se siente culpable ante la ley, ya promueve en él el amor a Cristo Salvador, a Quien todavía no conoce. El que ame de este modo a Jesucristo se apasionará, Lo co- nocerá y creerá en todo lo que dijo El y lo que vayas a decir de El tu. consecuentemente se verán todos nuestros sacramentos salvadores y será más fácil para el predicador y más accesible a sus oyentes en este estado de ánimo.

e) Habiendo mostrado la necesidad de redimir al humano y la grandeza del amor de Dios hacia él, profetiza la venida al mundo del Redentor, Su anunciado nacimiento del Padre (aquí hay que citar el sacramento de la Santísima Trinidad) Su encarnación, Nacimiento en la vida terrena de Jesucristo Nuestro Señor, de Sus enseñanzas, sufrimientos, muerte, resurrección, ascensión y Su permanencia en los creyentes y de Su segunda venida, acerca de la resurrección de los muertos (ellos ya instintivamente creen en ello a su manera), la vida futura, la recompensa a los justos y a los no pecadores.

f) Finalmente diles que Nuestro Señor Jesucristo, durante Su vida terrena tuvo muchos discípulos, eligió 12, dándoles gracia divina y fuerza para que predicaran a toda la creación el Evangelio. Todo lo que enseñaron ellos y los que les profetizó Jesucristo, están escritos y ellos llegaron hasta nosotros y ya son conocidos casi por todas las gentes y todos los que oyeron sus enseñanzas, las aceptaron con alegría y Lo siguieron y Lo siguen con alegría. Estas gentes se denominan cristianos: los que cum- plieron exactamente la palabra de Nuestro Señor Jesucristo, fueron santos, y sus cuerpos permanecen muchos cientos de años incorruptos.

Luego de finalizado esto, es bueno invitarlos a integrar a los creyentes en Jesucristo y a través de El estar con los que ansían vida Eterna, beatitud,... Esta enseñanza de la fe por primera vez para los que nunca escucharon la palabra salvadora es suficiente.

13) Para la explicación de la comprensión de los elementos de la fe hay que hablar habiendo meditado antes, decir todo claro y detallado y lo más corto posible, sino tu sermón va a tener poco valor. Para la explicación de la enseñanza el Señor Jesucristo no debes extenderte demasiado, es decir no repetir todo lo que dijo Nuestro Señor Jesucristo. Solo mencionar que toda la enseñanza de Nuestro Señor Jesucristo se concreta en que nos arrepentámos, créamos en El y tengamos hacia El y hacia todas las personas un amor incondicional puro. En cuanto a Sus enseñanzas mencionar breve y conciso Sus milagros.

14) Cuando veas que tus escuchas te entendieron y deseen unirse al rebaño de Cristo, ofréceles:

a) el Santo Bautismo, como un renacer a través del agua y el espíritu, introduciéndolo en una vida nueva cristiana y como medio para obtener la Gracia Divina total y

b) cómo debe proceder en su vida el que quiere ser un verdadero cristiano y obtener todos los beneficios de la redención.

c) Con su cumplimiento los que tengan voluntad pueden volverse seguidores de Jesucristo es decir: abdicar de su religión anterior y superstición, abandonar al shaman, no escuchar más a los shamanes, no seguir con las costumbres contrarias al cristianismo, consentir cumplir con todo lo que les indique la nueva ley y la iglesia y arrepentirse de sus pecados.

d) A los que acepten y deseen aceptar todas las condiciones decirles que el ser cristiano es un hecho importante y honorable; por ello el inicio debe ser solemne, donde el ansioso entrante ante testigos debe renunciar a todo lo que sea contrario a la fe cristiana y prometer seguir las enseñanzas de Jesucristo, y sellar todo esto con el Santo Bautismo que es la señal visible del inicio en el cristianismo y el medio por el cual se limpia el alma de los pecados, es la puerta de entrada de otros bienes por medios que muestran la Gracia de Dios a través de los sacramentos de la Santa Iglesia. Aquí debemos recalcar el mérito de la Santa Cruz, y la fuerza de la señal de la cruz y también en qué medida benemérita están los Santos iconos en la Santa Iglesia.

e) En cuanto al comportamiento cristiano al principio no explayarse, recalcar lo que hay que hacer para ser un verdadero cristiano... es decir alumno de Nuestro Señor Jesucristo apoyándose en todos los dones de la redención: 1) Es decir, con fe, esperanza y caridad, entregarse a Nuestro Señor Jesucristo, 2) semejarse en todo, es decir tratar de proceder cuánto se pueda como Nuestro Señor Jesucristo lo hizo. Aquí concisamente citar las virtudes de Nuestro Señor Jesucristo, citadas en el Evangelio para que el principiante pueda entender como debe proceder: por ejemplo, Nuestro Señor Jesucristo perdonó a Sus enemigos, así debemos proceder nosotros.

15) Finalmente hay que decir que nadie confíe solo en sus fuerzas ya que sin la ayuda de Dios no puede ser un verdadero discípulo de Nuestro Señor Jesucristo y si Nuestro Señor Jesucristo no nos brindara Su ayuda por Su gran Misericordia nunca nadie podría ser Su verdadero seguidor. Ahora quien quiera puede obtener Su ayuda. Esa ayuda es el Espíritu Santo, a Quien podemos obtener principalmente a través de la oración. La oración verdadera es la conversión del corazón hacia Dios con sumisión, fe y esperanza. Rezar se debe siempre y en cualquier lugar. Especialmente cercana esta la Gracia Divina en la oración en la iglesia.

16) Estas enseñanzas son suficientes para los nuevos confesos. Posteriormente: luego con más detalle se enumeran e interpretan los diez mandamientos y demás palabras de Jesucristo, dichas en el Evangelio. Las enseñanzas de los Apóstoles, (en parte) las profecías de los Santos Padres son temas del inicio de la religión y alimento espiritual para adultos y para los que se acrecientan en el cristianismo.

C. Todo lo relativo a las ceremonias religiosas, y el relacionamiento con los

aborígenes.

17) En los dogmas de la fe y la esencia de la enseñanza hay que mantenerse con firmeza en lo que respecta a ciertos aspectos, puede haber deficiencias parte — por las carencias locales y parte en espera de su aceptación por la fe y la vida.

18) Observar los ayunos como lo hacen en general, es decir cambiar el alimento de base animal por el de vegetales — no lo pueden cumplir los habitantes de allí por las condiciones de vida que tienen. Por ello su ayuno puede consistir no tanto en tipo de alimento sino en la cantidad y la frecuencia del alimento. Por ello no se los puede obligar a ayunar cambiando el alimento, primero hay que explicar el fin del ayuno, y luego según sus convicciones y su celo predisponerlos aguardar ayuno ciertos días, de manera que según las circunstancias disminuír la cantidad del alimento ingerido, y no consumirlo a horas tempranas. En lo que respecta a los días de la Semana Santa y sobre todo en los días antes de la Pascua, aconsejar pasarlos con el ayuno posible — corporal y espiritual en veneración de los sufrimientos de Nuestro Señor Jesucristo.

19) La asistencia a los servicios religiosos comunes, sin ser la Santa Liturgia no hacerlos obligatorios para los nuevos confesos: por ello en los viajes a los lugares lejanos donde todos deben confesarse y comulgar — no considerar imprescindible concurrir a los oficios durante una semana como se realiza en nuestra patria — sino tantas veces como lo permitan las circunstancias, recordarles que durante esos días en sus corazones se dirijan a Dios, con sus oraciones por el perdón de sus pecados y a la vez observen lo más estricto posible el ayuno. La enseñanza de la palabra de Dios siempre va a ser la mejor preparación antes de tomar los Santos Dones, como también la lectura de salmos y oraciones ya que por mucho tiempo ellos no entenderán lo que se lee en la iglesia.

20) En la ceremonia de casamiento se pueden aliviar el rigor de las reglas de lo cual ya se te instruirá. El pequeño número de habitantes no te va a permitir aumentar el círculo de parentesco para el matrimonio, por lo tanto lo que se dice en el libro Levítico se debe observar con total seriedad.

21) Permitir las antiguas costumbres que no son contrarias al cristianismo explicándoles que se permiten por indulgencia.

22) Los aborígenes que no hubieran sido bautizados se pueden invitar a asistir (si así es su voluntad) a servicios religiosos de vísperas, maitines, acción de gracias siempre que lo hagan con veneración y sin infringir los servicios. En cuanto a la Santa Liturgia aunque por los estatutos de la iglesia no se debe permitir actuar en la Liturgia de los justos, pero como en tiempos de Vladimir de Constantinopla, siendo idólatras fue permitida su permanencia durante toda la Santa Liturgia lo cual fue muy útil para toda Rusia, tu también puedes seguir tu criterio, a proceder así con la esperanza de la acción de la santidad sobre sus corazones aún en tinieblas.

23) No considerar impedimento de ningún tipo de acuerdo, realizado antes del Santo Bautismo. No tomar decisión de matrimonio ni participar en su deliberación.

24) No permitir hacer ningún tipo de regalos a los recién casados (como era costumbre en ciertas poblaciones de Asia) ni a los bautizados, solo crucifijos, vistiéndolos con las mismas ropas que traen porque para ellos una simple camisa tiene mucho valor y encanto.

25) Sobre el Santo Antimins que te fue otorgado tienes poder para realizar la Santa Liturgia en cualquier lugar en una no habitada casa pulcra o a cielo descubierto. Pero para ello por muchas razones sería mejor tener una adecuada carpa colocada en lugares limpios. Y en esos lugares aconsejar a los habitantes poner crucifijos que luego serán señales del lugar donde fueron ofrecidos los incruentos sacrificios: y además lugar de oraciones conjuntas para los habitantes en tu ausencia.

26) Permanece más tiempo en el lugar donde seas más útil y necesario. Es feliz aquél sermoneador durante cuya estadía los habitantes se sienten agraciados.

27) Durante enseñanzas dadas anteriormente observa con precisión si tus escuchas entienden los temas tratados por ti o por lo menos muchos de ellos lo hacen y ten en cuenta por esto aplazar el bautismo. Cuanto mejor sea colocado el cimiento mejor será el edificio y más fácil será construírlo.

28) En cuanto a la enseñanza de la fe y la ley cristiana no argumentes nada que no esté en las Escrituras — y menos citar milagros falsos o alguna franqueza por la posibilidad de una severa vituperación. Si el Señor Dios evidencia Su fuerza — sanando milagrosamente a alguien o en alguna revelación especial en esos casos de hechos Divinos no los ocultes, procediendo adecuadamente y haciendo una investigación sin apasionamiento con todas las pruebas preséntalo a tu superior.

29) Para aumentar el número de bautizados no usar ningún tipo de recursos ni medidas ni procedimientos que no sigan el espíritu del Evangelio y sean del sermoneador por ejemplo: imposición, amenaza, ni regalos, ni promesas (ni privilegios) y siempre actúa con sinceridad apostólica.

30) No permitas acceder al Santo Bautismo a los pobladores hasta que no hayan aprendido de ti los temas sobre la fe y la ley anteriormente citados y ellos mismos te indiquen su voluntad.

31) Todas las gentes habitantes en nuestras colonias rusas se consideran que pertenecen a Rusia; pero los no iluminados por el Santo Bautismo no saben todavía que están bajo la protección de Rusia y la paz que disfrutan, es por su gracia de lo cual debes persuadirlos y en todo momento oportuno debes recalcar la supremacía de nuestro gobierno en relación a otro, su incondicional cuidado y preocupación.

32) Al llegar a algún lugar no digas que eres enviado del gobierno y no te hagas ver como un superior sino sé como un desconocido más que desea un sincero bienestar al prójimo venido para mostrar los medios y guiarlos.

33) Desde el inicio de la tarea trata de obtener la buena impresión y el respeto tanto de los aborígenes como de los europeos que habiten allí. La buena opinión hace que te respeten y si no te respetan no te escuchan.

34) No demuestres desagrado hacia su modo de vida, costumbres y demás porque te parezcan extrañas ya que nada puede ofender más a los aborígenes que el menosprecio y desdén de sus costumbres.

35) Desde el primer momento trata de tener su confianza y disposición — no por medio de regalos o elogios sino por el discernimiento, preparados para cualquier ayuda, con consejos buenos y prudentes y con sinceridad. ¿De otro modo quién te va a abrir su corazón si no vas a tener su confianza?

36) Durante la enseñanza y la conversación con los aborígenes ten mansedumbre, sé amable, sencillo y no demuestres tu papel de maestro.

Escueta exhortación para los cristianos.

1) Que en todo bautismo a través de la madrina y el padrino se renuncia a satanás y todos sus actos y a todos sus servicios y a toda su arrogancia, por tres veces. Satanás siempre y por todos los medios trata de hacer fracasar al hombre y sus ángeles, los diablos son también espíritus malos, enemigos de nuestro género humano. Ellos son los causantes de las idolatrías, brujerías, adivinación, superstición, orgullo, altanería, venganza, envidia, enemistad, atracarse con comida, bebida, fornicación, adulterio y toda cosa impura: apego al dinero, latrocinio — piratería, robo, rapiña, uso de palabras obscenas, gritos, cantos obscenos y todo lo que es contrario a las costumbres correctas.

Trabaja para satanás el que con esos hechos u otros semejantes cumple con su voluntad. Por ello escucha querido ¡de todos ellos abdicaste 3 veces en el bautismo y todavía escupiste! Ten presente ¡Cuídate! en volver a ello.!

2) Habiendo abdicado de satanás prometiste por 3 veces servir a Jesucristo, Hijo de Dios, con el Padre y Su Espíritu Santo. Te has anotado con el bautismo en el servicio a Jesucristo y has jurado como los militares a su patria se anotan para su servicio y lo juran. Por ello hay que servir fielmente hasta la muerte.

¿Y cómo servirle a Jesucristo? — Escucha: Tener fe en El y pasar tu vida con fe, temor de Dios, veneración y piedad a El como el Creador y lo consideraras Rey de todo.

3) Para el cumplimiento de la condición de cristianos es conveniente recordar lo siguiente:

Primero — La presencia absoluta de Dios siempre; Dios conoce no solo nuestros actos y palabras, sino hasta sabe nuestros pensamientos.

Segundo — Recordar la vida de Jesucristo y Su voluntarioso padecimiento — aquél que por la salvación del hombre deambuló por la tierra soportando terribles pasiones y tentaciones.

Tercero — Recuerda los cuatro hechos siguientes:

    1. Muerte no expiada por nadie y de diferentes medios recibida.
    2. Terrible juicio en el cual daremos respuesta por cada hecho, palabra o pensamiento.
    3. Infierno y eterno suplicio, sin fin para todos los pecadores.
    4. El Reino de los Cielos preparado para los fieles vivientes en santidad.

Esto como deber a cada hermano en Cristo ofrezco y exhorto, mantenga en su memoria y a sus cercanos con este ofrecimiento a menudo exhortar y por sobretodo inducir a los niños pequeños para que ellos sean consecuentes y recuerden estas condiciones, acostumbrándolos desde niños a la devoción. De la educación depende toda la vida y ¡ los padres que no enseñen el temor de Dios a sus hijos, serán castigados por Dios!

Todo lo escrito termino con palabras del Apóstol Pablo y Pedro:

"Por tanto, no durmamos como los demás; antes velemos y seamos sobrios. Porque los que duermen, de noche duermen; y los que están borrachos, de noche están borrachos. Mas nosotros que somos del día, estemos sobrios y vestidos de cota de fe y de caridad, Y la esperanza de salud por yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salud por nuestro Señor Jesucristo; El cual murió por nosotros, para que ó que velemos, ó que durmamos, vivamos juntamente con El. Por lo cual consoláos los unos a los otros y edificaos los unos a los otros así como lo hacéis" (1 Tesalón. 5:6-11)

"Sed templados y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando a quien devore: al cual resistid firmes en la fe sabiendo que las mismas aflicciones han de ser cumplidas en la compañía de vuestros hermanos que están en el mundo" (1 Pedro 5:8-9)

 

Oración al hierarca Inocencio.

¡Oh! Beato de Jesucristo Inocencio nuevo santo! Ante ti nos postramos y te rezamos establece en nuestros corazones el amor con el que en vida diste a Dios y tus semejantes. Implora al Señor Jesucristo, perdone nuestros pecados voluntarios e involuntarios, nos libere de los males visibles e invisibles, de todas las penas y aflicciones y enfermedades. Implora, que el Señor tenga piedad aquí y en el siglo venidero y por los ya difuntos padres y hermanos nuestros, madres y hermanos e hijos nuestros entre santos y luminosos, da sosiego a los que veneran tu imagen y te tienen como incansable orador e intercesor ante Dios, agradeciendo con amor, glorificamos al que intercede por nosotros ante Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Tropario, voz 1: Tu oración de media noche por todos los países se oyó, acogiendo tu palabra la enseñaste a los que no conocían a Jesucristo. Con la luz del Evangelio: adornaste las costumbres de los hombres, gloria Rusa, beato y padre nuestro Inocencio, reza al Señor Jesucristo Dios, salve nuestras almas.

Kondakio, voz 4: Fuiste maestro verdadero y no falso: los mandamientos del Señor creaste y los enseñaste a honrarlos a los hijos venidos, a los sin fe concientizaste en la fe verdadera, iluminándolos con el santo Bautismo. Por esto los apóstoles se alegran ante la gloria del instructor de Jesucristo.

La Iglesia Ortodoxa en América.

Las amplias extensiones de América del Norte en su mayoría fueron descubiertas y exploradas por investigadores rusos. Cientos de nombres rusos en las islas Aleutianas casi hasta la bahía de San Francisco, de la parte sur de Alaska hasta la parte norte testifica esta obra de los rusos. Entre los habitantes aleutas y de Alaska se recuerda el nombre del ciudadano del pueblo Rilsk-Kurski de la provincia, el comerciante Gregorio I. Chelijov (1748-1795) quien inauguró las primeras fundaciones. Comenzando el comercio con los habitantes lugareños, enseñándoles trabajos de faenas, escritura, numeración, preparando traductores de entre ellos, trabajadores y marineros. Chelijov además trató de inducirles conocimientos de la fe ortodoxa en la Tinidad venerada, en Jesucristo Nuestro Señor enseñándoles las oraciones iniciales y hasta los bautizaba.

El consideraba que el Santo Sínodo designó en el año 1793 para Alaska la primer misión ortodoxa compuesta por monjes de Valaam a la cabeza del archimandrita Josue (Bolotov) la cual llegó en setiembre del año 1794 después de transitar durante 10 meses llegó al lugar designado — a la isla Kadiak. Allí los esperaba el clima inhóspito, desconocidas costumbres y comida... mas los esfuerzos incesantes dieron sus frutos — al final del año 1796 la cantidad de cristianos en América del Norte llegó a 12000. En el 1798 el archimandrita Josue fue a Irkutsk donde fue bendecido como obispo de Kadiak. Durante el viaje de regreso el barco naufragó y perecieron todos sus ocupantes. Claro, era una gran pérdida, pero por Voluntad Divina el misionero más sobresaliente era Germán de Alaska el único monje de la misión no bendecido como sacerdote. Con su prédica y caridad cristiana y amor atrajo miles de aborígenes a la fe de la Iglesia Ortodoxa.

En el año 1823 vino a Unalashka Juan Beniaminov, sacerdote (metropolitano de Moscú y Kolomensk). Hizo mucho por la confesión de América. Con fe apostólica y amplios conocimientos en el tema etnográfico y lingüístico el padre Juan estudió la lengua y los hábitos de su feligresía. En la isla Unalashka había una escuela para varones, donde él mismo enseñaba. Hasta organizó para los aleutas la escritura que no poseían aún y tradujo a su lengua muchos textos bíblicos, de servicios religiosos y de cultura en general.

Luego del fallecimiento de la esposa del padre Juan (año 1849) con la bendición de su padre espiritual hierarca Filareto (Drosdov) toma los hábitos con el nombre de Inocencio y muy pronto es obispo de Kamchatka, Kuril y Aleuta.

En el año 1867 Alaska fue vendida a América y se hablaba en la Iglesia Rusa de retirar la misión rusa de allí, mas el obispo Inocencio vio en eso la Voluntad Divina de seguir extendiendo la fe ortodoxa por todo Norteamérica, es decir preparando a los pastores instruyéndolos en la lengua inglesa y de este modo la ortodoxia se podría extender por toda América.

En el año 1872 la cátedra del obispo se trasladó de Novoarjanguelsk a San Francisco introduciendo la lengua inglesa en los oficios religiosos.

A fines del siglo XIX llegaron inmigrantes ucranianos y bielorusos de Rusia a América en busca de mejor vida. Se reunían en feligresías, construían iglesias e invitaban sacerdotes. Abandonaban diferentes lugares de Austria — Hungría; soportando necesidades venían de los queridos Kárpatos a América. Muchos eran heréticos pero el Señor a través de caritativos sacerdotes los atrajo hacia la Ortodoxia. Entre estos caritativos confesores en Cristo especialmente se sacrificó San Aléxis (Tovt). En el período desde 1891 hasta la primera guerra mundial en América se unieron a la iglesia rusa unas 120 feligresías de Karpatos Uniatas.

En el año 1905 en épocas del arzobispo Tijon (futuro patriarca de Moscú el centro diocesano aleutiano y norteamericano fue trasladado a Nueva York por el aumento de feligresías en Estados Unidos. Por pedido de gran número de feligreses en Nueva York el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa asignó 20 000 dólares y en el año 1904 fue construído un grandioso templo en honor del hierarca Nicolás. A instancias del obispo Tijon la escuela misionera de Mineapolis fue transformada en seminario, en Cleveland se fundó una escuela religiosa,l en Pensilvania se abrió un monasterio para hombres, también se tradujeron libros de servicios religiosos al idioma inglés.

En el año 1918 la diócesis americana constaba de 4 vicariatos — Alaska, Brooklyn, Pittsburg y Canadá, con tres misiones (Alabama, Siria. Serbia) 271 templos, 51 capillas, 31 devotos, 257 sacerdotes, cerca de 60 hermandades, había un monasterio de San Tijon en South Canadá, asilo para huérfanos en el monasterio, seminario religioso, colegios en las iglesias, se contaban hasta 30 000 creyentes, se dictaba el "Diario Ortodoxo Americano." Una vida eclesiástica ortodoxa en América a comienzos del siglo mostraba a los hacedores rusos, en el tema de la Ortodoxia en América y su autosuficiencia. En el año 1906 el arzobispo Tijon propuso brindar a la diócesis americana una gran autonomía. Pero esto no se cumplió.

La revolución del año 1917 incidió negativamente en la vida ortodoxa en América, no se podía tener una vinculación regular con la Iglesia Madre. En esta situación tomando en cuenta la decisión del Concilio de Moscú del año 1917-1918, el decreto del patriarca Tijon acerca de la orden temporaria de organización de las diócesis en el exilio de la Iglesia Rusa, al segundo concilio americano (1919) otorgó la autodirección temporaria de la diócesis de Norteamérica. En el 1924 el concilio americano lo apoyó y formó la metrópoli de Norteamérica llamándolo oficialmente Iglesia Rusa Greco — Católica en América, la que debía existir hasta que se restablezcan las normales relaciones con la iglesia en Rusia. Estas condiciones se dieron solo en la segunda mitad de los años 60.

En el concilio (1967) número 13 de toda América se trató el cambio de nominación de la iglesia y se aprobó la nominación de Iglesia Ortodoxa en América. (OCA).

 

Folleto Misionero # SA35

Copyright © 2005 Holy Trinity Orthodox Mission

466 Foothill Blvd, Box 397, La Canada, Ca 91011

Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(innocent_alaska_s.doc, 03-04-2005).

 

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Date

C. M.

2.2.04