Notas apologéticas.

Parte 1.

Protopresbítero Padre Miguel Pomazanski

Traducido por Dr. Elena Ancibor

 

 

 

Contenido:  

Indicio de lo alto. El alma tiende a Dios. La religión — la alegría. Dios — no es objeto de discusión. ¿Porqué "andamos con la fe, y no con la visión?" La Fe. Los pensamientos-lobos. Cuando no hay nadie a quién agradecer. ¿Existe la vida? La entereza de la vida y la entereza de la visión del mundo. Lo misterioso en la experiencia de la vida. La sobriedad del alma Las fuerzas de la naturaleza. Una llamita de otra llamita. El Ateísmo. El mundo — reflejo de la Gracia Divina. La vida. ¿De qué habla el mal en el mundo? Detrás de la cortina de lo visible. Los juicios Divinos. Triúno Dios en tres hipóstasis Para que la fe sea la base de la vida. Para aquellos que dicen: "Yo no veo a Dios."

 

 

 

Indicio de lo alto.

La noticia sobre un fenómeno extraordinario — las lágrimas en los ojos, de la santa imagen de la Madre de Dios, (en la casa de una joven familia griega ortodoxa, que vive cerca de Nueva York, en Long Island, en marzo de 1960), hasta llenó parte de la prensa norteamericana. Cuando el icono, estaba llevado, solemnemente a la catedral griega, sobre el automóvil, volaban sin cesar, tres palomas , que dejaron a la procesión solo cuando la imagen santa fue entrada en el templo. Un mes después, aparecieron las lágrimas en otro icono de la Madre de Dios, en el mismo barrio. Luego se repitió el fenómeno en un tercer icono, que fue colocado en el lugar del segundo. La triplicación del fenómeno, es característica a los indicios de lo alto, según la experiencia de la Iglesia.

¡Las lágrimas de la Madre de Dios! Un Fenómeno que sobrecoge y lleva a la veneración. Muestra cuan cercana al mundo es Ella. ¡Pero sería mejor que no haya estas lágrimas! Si en una familia, no hay una pena mayor, para los hijos que ver llorar a su madre —¡entonces cuan fuerte y terrible para los cristianos es ver que la Madre de Dios llora por ellos!

Estaban hablando, estas lágrimas, de la caída espiritual de la humanidad, —y en particular, de nuestra caída espiritual? ¿Llora por los sufrimientos y desastres en el mundo cristiano, ya experimentados por él? ¿Predicen, estas lágrimas unas pruebas nuevas? Atestiguarían que el Cielo ve nuestras congojas, escucha a los que lloran y que la Madre de Dios con sus lágrimas, nos dice consoladora: "Estoy con vosotros!"

 

 

El alma tiende a Dios.

El alma humana tiende a Dios, tan naturalmente, como una planta hacia el sol.

El Salterio, libro de la era pre-cristiana, atestigua con fuerza, el carácter natural e innato de esta tendencia.

"Mi alma tiene sed de Ti, por Ti sufre mi carne en tu tierra vacía, seca y sin agua." ¡La sed espiritual me hace sufrir sin Ti, Dios!

"Mi alma como la tierra sin agua hacia Ti." "A Ti, Te dice mi corazón: busco al Señor, mi alma Te busca."

"Volviste Tu faz, y me puse confuso."

"¡Te amaré Señor, mi fuerza! Señor, mi afirmación y mi refugio y mi salvación, Dios mío, es mi ayuda y le tengo confianza, mi protector y mi salvador, y mi redentor."

"Lo único que pedí al Señor y lo recibiré: de vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, ver la belleza del Señor y frecuentar Su templo."

 

Languidecer por Dios, tener la necesidad de orar a Él; la búsqueda del camino de unión con Dios, siempre han existido en la mejor parte de la humanidad. Pero nunca esta tendencia fue expresada con mayor fuerza que en el Cristianismo que dio una innumerable pléyade de gente pura, luminosa, de alta espiritualidad, que se consagraron enteramente a Dios, con alegría sacrificaron a todo el terrenal para lo celestial. En esto — la afirmación sicológica de la verdad de la esencia de nuestra religión, siendo esto, el testimonio de lo verídico de la fe cristiana.

 

 

La religión — la alegría.

En la base de tal o cual sistema filosófico, puede haber pesimismo. Pero en la base de la religión, siempre estaba y está el sentimiento de la alegría. Muchas religiones de la humanidad, están en mayor o menor grado, pervertidos (sustituyendo la verdad Divina, por la mentira, la veneración de Dios — por la veneración de la criatura), todas ellas, sin embargo, eran expresiones de agradecimiento por la vida. Sólo la naturaleza vulnerada del hombre caído lo llevaba a menudo a expresarla en forma burda y baja. El gozo puro, ante la hermosura de la naturaleza, se manifiesta en forma completamente natural en los hombres sensibles, como himnos de glorificación de Dios.

El cristianismo, la religión pura y verdadera, es la expresión de una pura y santa alegría. Los devotos cristianos son una prueba de la base invencible y luminosa del cristianismo, mostrando que ningunos sacrificios y privaciones carnales no son capaces oscurecer la beatitud de la vida en Cristo. "Alégrense siempre, y rezan sin cesar" — aconseja el Apóstol, "que se alegre mi corazón de temer a Tu Nombre" — se repite en las oraciones y los salmos. "que nos levantemos en la alegría del alma para glorificar a Ti." Y el más penitente de los salmos, el Nº 51. "Ten piedad de mi Señor..." tres veces habla de la alegría, pidiendo, que se la devuelva a su alma, que pecó.

 

 

Dios — no es objeto de discusión.

¿Demostrar la existencia de Dios, buscar nuevos argumentos, defender la verdad Divina, justificar la obra Divina — seria tarea nuestra?

Nuestra meta es protegernos de pensamientos ateos, enderezar el camino de nuestra mente. Y proteger a otros, a nuestros semejantes — esta es nuestra tarea. Contra nuestras vacilaciones, pensamientos sombríos y contra los pensamientos ajenos, enemigos de la fe, que irrumpen en nuestras mentes, tenemos que encontrar el antídoto. Históricamente, nuestra época es del racionalismo. El racionalismo es el enemigo de la religión. Tenemos que rechazarlo con su misma arma, la lógica, pero sólo como auxiliar. Tenemos un arma, mucho más fuerte — ¿Cuál? La fe, "Esta es la victoria que venció al mundo, la fe nuestra."

Por eso las discusiones dogmáticas sobre Dios, justamente sobre el mismo Dios, deben ser breves. Que podemos decir sobre la naturaleza y las cualidades Divinas? Nuestros discursos sobre Dios, deben ser muy cuidadosos, discretos, simples, ajenos de la vana sabiduría. Y ser de pocas palabras. La devoción nos enseña de evitar el uso frecuente del nombre de Dios en conversaciones mundanas; "no menciones el nombre de Tu Dios en vano." Los judíos antiguos, hasta evitaban de escribir el principal nombre de Dios — Jehová (Jave), y lo sustituían por signos y el nombre general de Señor. Esta práctica, armoniza completamente con el Mandamiento que indica, para que nuestra mente, y todo nuestro ser espiritual, sean llenos de pensamientos devotos sobre Dios.

 

 

¿Porqué "andamos con la fe,

y no con la visión?"

¿Por qué Dios no se manifiesta a nosotros de tal manera que no surjan, en nosotros, dudas ni vacilaciones? Porque no es posible, para nosotros carnales, acercarnos hasta tal punto a Dios. He aquí una comparación: Nuestra vida, se alimenta del sol, como toda la vida en la tierra; pero si entraríamos en el sol, instantáneamente nos incineraríamos. Y sin embargo con que mansedumbre y ternura, hace él crecer a una planta. El sol emite, además, rayos letales, de cuya agresividad nos defiende la misma naturaleza. Como entre nosotros y el sol, hay una cortina aérea, así, hay una invisible cortina entre nuestro ser y el Ser Divino, cuan cercano a nosotros no este. Esta cortina, nuestra alma atraversa con la fe "No puede el hombre verme a Mi, y quedar vivo," dice el Señor a Moisés. Y las imágenes de aparición de Dios a los hombres, son solamente "imágenes", ya que Dios — "es el fuego que quema"; sin embargo, Dios dio a los hombres la oportunidad de ver a Él. Para eso, el Hijo de Dios vino en la forma verdaderamente humana, "El tomó sobre Si a nuestras debilidades y llevó a nuestras dolencias." El — no como fuego quemante, sino, como una pacifica Luz. Y nosotros lo glorificamos, con las palabras: La Luz Mansa, Santa Gloria del Padre Celestial. Pero aquí, es también necesaria la fe. Como es indispensable la fe para conocer a Dios en Su Grandeza y lo inconcebible de Su Ser, así es necesaria la fe para ver y reconocer a Dios en Su mansedumbre, humildad y disminución terrenal. "Bienaventurados los de corazón puro ya que verán a Dios" Ante la pureza del corazón, la fe llega a tal fuerza y firmeza, y otorga estados de tanta gracia, que ella ya equivale a la visión de lo celestial. Así es la fe de los Santos.

 

 

La Fe.

La fe religiosa, la fe cristiana, es un estado misterioso del alma, o cualidad del alma, que penetra simultáneamente el corazón, la mente, y la voluntad; es una fuerza activa, un principio, que es capaz de dominar a toda la vida del alma y el principio de todo, vivificador, animador y instructor. La fe es la llama que se levanta sobre el nivel de la vida anímica, el testimonio del "espíritu, o sea del nivel más alto del alma. El hombre fiel siente que posee una ventaja sobre la gente, no creyente. La fe es la fuerza, la llave del poder, o mejor dicho, según una expresión imaginativa del p. Juan de Kronstadt: "La fe es la llave de la gracia." El Ap. Pablo escribe: "Vosotros recibisteis el acceso a la Gracia en el cristianismo, a través de la fe." El Ap. Pedro llama a la fe: "la fe preciosísima." Según el dicho antiguo de los Padres de la Iglesia: — La fe es un cucharón que esta sacando de la fuente Divina. Ella otorga la posibilidad de tales avances que no son posibles sin la fe, y se manifiestan en el don de hacer milagros. La promesa de Cristo: "Con Mi Nombre expulsaran a los demonios, hablaran con lenguas nuevas, podrán agarrar a las serpientes, si toman algo mortal, no les perjudicara; pondrán sus manos sobre los enfermos y serán sanos" — esto es mil veces afirmado en la historia de la Iglesia cristiana. La fe da, de esta manera, el medio para que el espíritu humano penetre en la región invisible, misteriosa y espiritual; ella es la manifestación de las cosas invisibles (ó sea revela la acción de las fuerzas).

 

 

Los pensamientos-lobos.

El alma humana esta llena de influencias que se íntercruzan y provienen de distintas corrientes mentales. A través de la mente pasan los pensamientos, como dice el Apóstol: "Que acusan o justifican uno al otro," pensamientos luminosos y oscuros, altos y bajos, que afirman o contrarían. La mente vive en los cambios de energía y soñolencia, vista aguda y ceguera. Alguien se quejaba a su maestro espiritual que los pensamientos negativos entran en su alma. "Abrí tu capa, y pará al viento" — le dijo el anciano — "¿no puedes hacerlo?" Así tampoco puedes esconderte de lo que flota en el aire espiritual. "Ocurre que a algunas de estas ráfagas el alma las vence con un gran dificultan, debido a la fuerza que tienen: estos son los pensamientos-lobos"; hay que guardarse de ellos, así como nos resguardamos de corrientes de aires húmedas y frías. A otras a penas podemos vencer por nuestra flacidez temporal, apatía, caída de espíritu, lo que los Padres llaman: abatimiento.

"Se durmió mi alma de la tristeza, se adherió a la tierra mi alma" — se aflija el antiguo salmista. "El espíritu de ocio y abatimiento no me des" — oramos con las palabras del asceta ortodoxo. Todos los hacedores espirituales previenen de la posibilidad, que nos visite el espíritu de abatimiento y por eso son frecuentes en las oraciones los pedidos de librarnos de él. Estos son unos estados penosos, carentes de gracia, como una ceguera del alma, hasta que comienza un nuevo flujo de la bienaventurada fe, y celo en la oración. El justo pide: "Abrí mis ojos y entenderé a los milagros de Tu ley...ilumina a mis ojos, para no dormir hasta la muerte... el abatimiento diabólico que sea alejado por tus Ángeles..."

Sin embargo, no siempre son sin provecho las dificultades y confusiones que se levantan ante la mente en la región de la fe. Todo perfeccionamiento pasa por la superación de las barreras. Con el aumento de las fuerzas el hombre se torna capaz de vencer a las barreras cada vez más altas — a veces, uno mismo se las pone adelante, y superándolas, llega al peldaño superior. Lo mismo pasa en la región religiosa, en la esfera de la fe. Y que triunfo de espíritu vive el hombre, cuando un pensamiento nuevo y luminoso ilumina su alma y él vence a la barrera mental!

 

 

Cuando no hay nadie a quién agradecer.

Con gusto decimos la palabra "gracias." Por un buen deseo, por todo servicio, hay necesidades de decir "gracias." Esta palabra expresa un sentimiento interior y no solo por nuestra buena educación, esta dictada por el instinto. ¿Cuando el hombre se encuentra en una muchedumbre, y alguien, inadvertido, le hace un pequeño servicio, el hombre busca con los ojos a quien agradecer? A menudo la gente usa la prensa para agradecer por las condolencias en su pesar, por la asistencia en un momento difícil, de algunas personas conocidas o desconocidas. El sentimiento de agradecimiento no se limita solo a las palabras, trata de expresarse con los hechos y luego sigue viviendo en el alma, como un recuerdo agradecido.

Pero si somos agradecidos por pequeñeces, como podemos no agradecer por algo grande — por la alegría de la existencia, por la capacidad de pensar, amar a otros, por la vista, el oído, que nos abren la vida del mundo, por la posibilidad de contacto con la gente y por todos los dones de la naturaleza, que usamos. ¿Cómo no agradecer cuando se nos salva del peligro, o cuándo nos visita lo que llamamos la felicidad? Pero cuán pobre es el hombre, que esta listo de agradecer por un vaso de agua ofrecido a él, y para el cual "no hay nadie" a quien agradecer por lo alto, grande y principal!

 

 

¿Existe la vida?

¡La vida! ¡Es todo lo que tengo, lo que aprecio y sin lo cual — no existo! Pero resulta que en nuestra época, hay una tendencia de contestar a esa pregunta negativamente y hacerlo, aparentemente, en nombre de la ciencia. Había y hay científicos que tratan de crear por medio de reacciones químicas, la "célula viva" — el comienzo de toda la vida. Los laboratorios que estudian la fisiología de las plantas, tratan de penetrar en el "mecanismo del crecimiento de los vegetales." Se perfila el problema de mostrar que en la base de la existencia se encuentra un mecanismo, y lo que nosotros llamamos vida, es solo una apariencia, solo una forma de nuestra percepción. He aquí, por ejemplo en la prensa hablan del descubrimiento en las plantas de un nuevo elemento — los cloroplastos y el enigma más básico — la fotosíntesis (absorción por las plantas de la energía Solar). Esto se explica como una simple reacción química, donde no tiene incidencia ninguna fuerza vital partícular, y lo cual se puede repetir en serie en los laboratorios. Pero se podrá por este mismo camino científico explicar todo el mecanismo del mundo?

No se quiere creer que una tal tendencia, caracteriza en general a la ciencia de la naturaleza. No puede el espíritu del burdo materialismo, vencer a la verdadera ciencia, hasta obviar el termino "vida" en la explicación de los misterios de la naturaleza. Queda sorprendernos, como la mecanización práctica de nuestra existencia influye sobre la forma de pensar de la gente, hasta sugerir que la vida del mundo es un mecanismo parecido a una maquina muerta.

Primero "no hay Dios." Luego "no hay alma." Finalmente "no hay vida!"

En un corto relato del escritor Veresaiev "Efimia", escrito por él durante el periodo soviético, una mujer enferma, sintiendo lenta aproximación de la muerte, admira a un filosofo griego materialista, Democrito: él, ya más de dos mil años atrás, decía que toda sustancia esta formada por átomos, en cambio, los sentidos y los pensamientos — son solo cambios en el cuerpo. Pero, he aquí, resulta que esta mujer, siendo una esteta, por su naturaleza, ama a la poesía y lee mucho a Tiutchev, un poeta que dice que la naturaleza no es una forma inanimada, que tiene alma que en ella hay libertad, amor y su propio lenguaje... Asi, contra su deseo en una persona soviética, se descubre una brecha entre la comprensión materialista y un sentido natural interno, que perfora la cobertura de la primera, como una lesna, puesta en una bolsa. — Según un dicho: "no se puede esconder a una lesna (aguja) en la bolsa."

 

 

La entereza de la vida y la entereza de la visión del mundo.

 

Las cuatro estrofas poéticas de Gumilev son hermosas:

 

"Está Dios, está el mundo. Ellos viven eternamente.

En tanto la vida de los hombres es momentánea y pobre.

Pero el hombre encierra en si a todo,

El que ama al mundo y cree en Dios."

 

Pero de estas palabras del poeta no se debe hacer un dogma. Se puede oponer a las expresiones dichas: sobre la eternidad del mundo, que no es lo mismo que la eternidad de Dios; la vida terrenal de los hombres es momentánea, pero la vida del alma no lo es; es un poco incierto el concepto de amar al mundo y sólo tener fe en Dios. Sin embargo, en estas estrofas, está dada una perfecta expresión poética de la idea profunda: la plenitud de la vida, como don Divino, el hombre vive en una optimista y armónica percepción del mundo, que construye la paz del alma y una visión jovial, clara de la vida.

El hombre está seguro internamente cuando no tiene disonancia del alma. Este es el sentido de las tres estrofas del poeta Polonski:

 

"Es bienaventurado el que tiene un doble oído:

quien escucha tanto a las campanas de la iglesia,

como a la profética voz del Espíritu."

 

El sentido de estas palabras es que el hombre de nuestro tiempo vive una vida plena y sustanciosa, sólo cuando su voz interior (sea esto la inspiración poética, o filosófica o simple comprensión general del mundo), esta unida con la verdad de las tradiciones y la fe religiosa, que le fue dada.

Hay que reconocer que la poesía rusa del siglo de oro, siglo 19 de la literatura rusa, tenía esta cualidad en gran medida, y por eso era completa, poseía ideas y era valiosa.

 

 

Lo misterioso en la experiencia de la vida.

Es difícil que exista, hasta entre los no creyentes, un hombre que no experimentára, aunque sea una vez en su vida, algún fenómeno misterioso, como por ejemplo un sueño profético; una inexplicable coincidencia que protegió su vida. Sólo, frecuentemente, la gente no mira hacia atrás, olvida o trata de no darse por enterada. Muchos de nosotros, cuando estamos próximos al final de nuestro camino terrenal, podemos, deberíamos decir sobre si mismos con las palabras del salmista:

 

"Tu, Señor Dios, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud. En Ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre Tu fuiste el que me saco; de Ti será siempre mi alabanza! ... Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas, aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie Tú poder a la posterioridad, y Tu potencia a todos los que han de venir. Y Tu justicia, o Dios es hasta lo excelso. Tu has hecho grandes cosas; o Dios, quién como Tu? Tu me has hecho ver muchos angustias y males, volverás a darme vida, y de nuevo me levantaras de los abismos de la tierra. Aumentaras mi grandeza, y volverás a consolarme" (Sal. 71).

 

La observación de la vida propia, es una de las causas porque la gente, indiferente en sus años jóvenes hacía la religión, habiendo sentido en experiencia personal a la mano de Dios, en la vejez llega a uno fe sincera y de corazón; y antes fría, se torna piadosa, temerosa de Dios y practicante. La devoción no es signo de la vejez. Es característica a todas las edades y un sentimiento cálido es natural en los años jóvenes. Pero la "devoción de la vejez" es el signo de una experiencia de la vida no perdida, ni pasada por alto, y un signo, también, de la memoria de todas las misericordias Divinas.

 

 

La sobriedad del alma

La fe cristiana es un estado luminoso — "luz de día." La fe en Dios, en el mundo espiritual invisible, en la vida después de la muerte del cuerpo — es real. Está sostenida experimentalmente por los fenómenos percibidos, experiencia espiritual y revelaciones que tuvieron los Santos de la Iglesia de Cristo. También por lo benéfico de la fe que perciben internamente los miembros de la Iglesia. Por eso a un cristiano le debe ser ajeno el "misticismo" que se distingue por el alejamiento de la realidad y su seguridad de estar cerca del mundo espiritual, y de poder penetrarlo. Con eso es fácil someterse a un pernicioso ensueño y perder el sentido correcto, ortodoxo del alma. Así durante el crepúsculo, la imaginación puede engañar al hombre y presentarle imágenes alejados de la realidad.

La verdadera fe es sobria, y todos los directores espirituales de la vida cristiana ponen a la "sobriedad del alma" como la base del trabajo espiritual. La sobriedad del alma es la protección del autoengaño, y de una alta opinión sobre sí mismo, como también, de la estimación propia negativa y desesperada. Esta es una vista directa y simple de la vida, de sí mismo y de todos los que rodean a uno, iluminada con la luz de la fe. La Iglesia pide en las oraciones, que se conceda a los fieles "la sobriedad del alma, el perdón de los pecados y el contacto con Espíritu Santo." El padre Juan puso como título de su diario: "Mi vida en Cristo, o momentos de sobriedad espiritual, contemplación, sentimiento piadoso, corrección del alma y paz en Dios"

 

 

Las fuerzas de la naturaleza.

La naturaleza vive una vida interna desconocida para nosotros y casi inalcanzable para la ciencia. Que fuerzas terribles están escondidas en ella, hasta en pequeñas partículas de la sustancia — lo mostró el estudio del átomo, su liberación y fragmentación. Y al mismo tiempo, con que dulzura y mansedumbre actúan estas fuerzas en la vida del mundo! ¡Que sincronización en las acciones de los elementos de la naturaleza, que colaboración e interayuda! Tenemos — el viento y la nube. En ellos hasta no hay existencia propia, no hay un núcleo vital, que posee toda planta, mas ínfima. Ellos son fenómenos temporales breves: había viento — y no hay; se condensó la nube — cayó la lluvia y no hay más nube. Pero vean con qué sabiduría colaboran ellos con el sol y uno con otro, y su colaboración está dirigida para el bien de otros, principalmente para dar vida a las plantas. La nube les da la humedad y las protege de los rayos quemantes del sol. Pero la nube no posee una energía propia para su movimiento en el aire, esta tarea la toma el viento que trae y se lleva a las nubes. El viento luego seca a la tierra, resguardándola de la oxidación nociva y también de la acción agresiva de los rayos directos del sol.

¿Donde están escondidas las bondadosas e inteligentes fuerzas, que actúan en estos fenómenos? Aquí esta el bosque, no tocado por las manos del hombre. El bosque dejado a si mismo, se dispone como una unidad orgánica, como un organismo compuesto: se rodea de arbustos espinosos, como un cerco, permite, dentro de si una cobertura hermosa más conveniente, reúne y guarda los depósitos de agua, regula la penetración de los rayos solares en su espesor, resguarda a las especies vegetales menos resistentes. No es extraño, por eso, la aparición en la mente humana de ideas panteístas con la presencia de distintos "dioses" del agua, del bosque, etc. En las obras artísticas, el sentido de la naturaleza se expresa en una especie de panteísmo... así por ejemplo en Tiutchev: "No es lo que ustedes piensen, la naturaleza — no es una estampa, no es una imagen sin alma, en ella hay un alma, en ella hay libertad, en ella hay amor, en ella su propio lenguaje." Y mas adelante en la obra del mismo autor, hay una acusación directa del materialismo, actualmente triunfante:

 

"Ellos no ven ni oyen,

Viven en este mundo como en tinieblas,

Para ellos, ni el sol respira

Y no hay vida en las olas del mar.

Los rayos no bajaron a su alma,

La primavera no floreció en su pecho,

Ante ellos los bosques no hablaron

Y la noche estrellada estaba muda;

Y con lenguajes no terrestres,

Moviendo a los ríos y a los bosques,

En la noche, no consultaba con ellos

En conversación amistosa, la tormenta."

 

¿Pero no llegaremos también nosotros al panteísmo? Pero nuestra mente debe elevarse más alto. No es divino el átomo que los hombres parten y obligan a servirles. No es divino lo que se encuentra a nuestra disposición y parcialmente de los animales. El mismo poeta parece pensar en forma panteísta, cuando representa al mundo como al manto Divino. "La tela de la naturaleza, el manto mundial Divino puede ser." Esta imagen es cercana a la bíblica más pura: "Te has vestido de gloria...El que se cubre de luz como de vestidura" (Sal. 104).

La naturaleza con su intelecto encubierto despierta a nuestro pensamiento. Ella nos induce que en ella hay además de la materia y fuerza, algo más elevado: ella tiene una especie de oído para cumplir las ordenes Divinas "Produzca la tierra ... Produzcan las aguas..." La higuera obedece a las palabras del Salvador: "Nunca jamas coma nadie fruto de ti" y la mar tempestuosa cumple Su orden: "calla, enmudece." La naturaleza esta penetrada con la voluntad de servir a las metas, que le fueron indicados desde lo alto; con toda su existencia ella glorifica a Dios; cumple las órdenes de los rangos celestiales: potestades, poderes y fuerzas. Y nosotros confesamos en la oración (durante la bendición de las aguas): "Ante Ti tiemblan las fuerzas inteligentes de la naturaleza; Te canta el sol, Te glorifica la luna, Te asisten las estrellas, Te sirve la luz, trabajan para Ti las fuentes…"

 

 

 

Una llamita de otra llamita.

Leemos en el primer capítulo de la Epístola a los Romanos de Ap. Pablo: "La justicia de Dios se revela por fe y para fe." Esto significa como una llamita de otra llamita. ¡Como hay que cuidar a esa llamita! Sin ella — somos como una vela apagada. Hay que proteger el destello de la fe. Temer el soplo de un viento contrario, o sea la compañía enemiga de la fe, los libros, que alejan de la fe, su propia vacilación del pensamiento.

De la fe a la fe, significa por sucesión. Aprendemos la fe de los Apóstoles, de sus escritos, que guardan siempre, en si, la fuente viva de la fe. — Aquí la fe a la fe se transmite por la palabra. Aprendemos de los santos, cercanos a nuestra época: aquí la fe se trasmite con el fuego de la fe de ellos. Aprendemos en la Iglesia y de la Iglesia, cara a cara con la Iglesia. Tal como escribía el Ap. Juan a sus hijos espirituales: "Tengo muchas cosas para escribiros, pero no he quiero hacerlo por medio del papel y tinta, pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara."

De la fe a la fe. A lo largo de gran serie de siglos, la fe se transmite de una generación de la Iglesia a la otra, de los padres — a los hijos, de los mártires, confesores, santos, devotos — a la gente que los vio y aprendió de ellos, hasta nosotros que guardamos su santa memoria. Esta es la transmisión sagrada — transmisión de la fe. Por eso nos están caros el conocimiento de la vida y las instrucciones de los Santos, cercanos a nosotros en el tiempo: de su fe, palpándola directamente, podemos encender nuestra fe. Así va la cadena: de la fe a la fe, desde los tiempos apostólicos, hasta nuestros tiempos.

 

 

El Ateísmo.

El profesor Nesmelov, en su libro: "La ciencia, sobre el hombre," se expresa así: "El ateísmo es la conclusión de un saber, basado sobre la ignorancia." La formulación es exacta. Los ateos no ven a Dios, no conocen a Dios y por eso niegan Su existencia. Los más cautos de ellos, llaman a si mismos "Agnósticos" o sea "los que no conocen" (siguiendo al filosofo ingles Spencer), pero "no sabiendo," ellos, naturalmente no siguen las leyes de la religión. La gente de pensamiento más burdo, piensan en forma más recta, lógicamente pero erróneamente: "Yo no conozco a Dios, por consiguiente no hay Dios."

 

 

El mundo — reflejo de la Gracia Divina.

Nosotros no podemos negar la existencia del intelecto en la naturaleza, si bien éste se encuentra en una forma desconocida para nosotros. Vemos como la planta, con sus raíces, se consigue el espacio necesario para su vida, busca y encuentra en un mismo suelo los elementos nutritivos, completamente diferentes, útiles solo para esta especie vegetal, jugos tan variados para cada planta, consiguiéndolos por medio de una muy especifica descomposición química del suelo. De manera igual no podemos negar la existencia en los reinos animal y vegetal de un principio estético, artístico, que se manifiesta en la variada armonía de colores y formas. Hasta difícilmente podemos negar la presencia de un cierto principio moral en la naturaleza, viendo la colaboración, la mutua ayuda y servicio, cuando una hierba se ofrece como alimento a los animales, o cuando un árbol trata de producir los mejores frutos para el solaz del hombre. Una voluntad de servicio cercana al sacrificio propio. Se dirá que esto no se puede llamar la cualidad moral ya que la moral presupone una voluntad inteligente y libre. Es así, pero hay que buscar, entonces, una fuente consciente e inteligente para este inconsciente. El pensamiento se eleva hacia el Creador, hacia la fuerza de la Providencia del Espíritu Divino, que da a todo lo que existe "la vida, la respiración y todo" (discurso de Ap. Pablo ante el Areópago de Atenas, según el libro de los Hechos).

El mundo, creación Divina, constituye en este sentido el reflejo — débil y pálido de las propiedades del Creador, y hacia este Principio, Protoimagen dirige a nuestro pensamiento. Digamos aquí con las palabras de p. Juan de "Mi vida en Cristo," "Todo el mundo: el cielo y la tierra y todo lo que se encuentra en ellos, el mar y todo lo que hay en él, ese resultado de la infinita bondad Divina, Su intelecto e infinita fuerza y poder, y benevolencia hacia las criaturas, a los cuales Él creó para la alegría y el felicidad, sobre todo — benevolencia hacia el genero humano." El mundo es el espejo de la bondad, inteligencia, sabiduría y fuerza Divina. Así, no al mundo, sino a Dios nos debemos pegar." ¿Quién para mi en el cielo? Y contigo no quiero nada en la tierra. Es exhausta mi carne y mi corazón: Dios — es la fortaleza de mi corazón y parte mía, por los siglos."

 

 

La vida.

¿Qué puede ser más próximo, que la vida, a nuestros ojos, oídos, mente — todo nuestro ser? Todo vive, en todas partes la vida. Y sin embargo, ¿qué puede ser más misterioso para nosotros que la vida? Hasta ahora los hombres no llegaron a un acuerdo en la pregunta: ¿Es la vida un fenómeno primario o secundario? ¿es la fuente o la consecuencia? ¿la raíz o la flor de la existencia? Para la gente con la fe en Dios aquí no hay tal pregunta. El principio vital está en la base de toda existencia, está puesto allí por el Creador.

Apenas la vida deja la sustancia, — esta se torna muerta. Como la deja, es inconcebible. Uno quisiera agarrarla en este momento, pero se escapa como el mercurio de los dedos. El pasto esta quemado, arrancado, cortado — y la vida que le fue dada por Dios, se ha ido de él. Murió el hombre, la vida dejó su cuerpo. Pero ella no pereció. En el cuerpo sepultado, destruido, su lugar ocuparán paulatinamente, las formas de vida más bajas. Pero su principio vital, inteligente, consciente, el cual percibimos con nuestra conciencia propia, su alma no muere. Ella se va, llevando consigo, en primer lugar, lo que trajo al cuerpo — la autoconciencia individual y personal, y se lleva consigo, llenándola del contenido digno de la eternidad (o puede ser indigno).

Así presupone la mente. Pero firmemente y claramente sobre la inmortalidad del alma testifica la fe cristiana "formó Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Gen. 2:7) ¡No puede morir el soplo Divino! El cuerpo murió, y "El espíritu vuelve a Dios, que lo dio" (Ecl. Sol). Esta es nuestra verdad revelada por Dios, esta es nuestra fe.

 

 

¿De qué habla el mal en el mundo?

A la par de las manifestaciones de inteligencia, armonía y belleza, en la naturaleza vemos fenómenos contrarios. Vemos terribles catástrofes que traen sufrimientos y destrucción a los seres vivos. Observamos la ceguera y engaño del instinto en el mundo animal; enemistad de los fuertes que devoran a los débiles y finalmente la enfermedad y la muerte. Estas manifestaciones abren nuestros ojos sobre el verdadero carácter de la naturaleza y no permiten de deificarlas. Así vemos lo falso del politeísmo. Al hombre es característico buscar el principio más alto y adorarlo. Pero a pesar de que la acción de ese principio él ve en todo, la naturaleza no puede ser comprendida como tal principio alto, en ella hay lo positivo y lo negativo, el intelecto y la falta del mismo, el bien y el mal. De tal manera, la naturaleza misma nos indica que sobre ella hay otro Principio, perfecto. ¿Y cómo podemos aceptar la divinidad de la naturaleza cuando el hombre se torna señor de ella? En una forma artística, el poeta A. K. Tolstoi expreso la dualidad de la naturaleza y la presencia del bien y del mal en ella:

 

"Dios sólo es la luz sin sombra,

Indivisamente en Él están unidos

La suma de todos los fenómenos

La plenitud de todas las radiaciones.

Pero la fuerza que fluye de Dios

Lucha con las tinieblas,

En Él, el poder de la quietud

Alrededor de Él, la inquietud de los tiempos

 

Ampliando con la construcción del mundo

El caos vengativo no duerme;

Deformada e invertida

La imagen Divina tiembla en él,

Siempre lleno de engaños

Sobre la Gracia del Señor

Las turbias olas que baten

Él trata de levantar

 

Y a los esfuerzos del espíritu maligno

El Todopoderoso dejó la libertad

Y acontece todo de nuevo

La discusión de los principios enemigos,

En la batalla de muerte y nacimiento

Fundó la Deidad

Lo infinito de la creación

La continuidad de la construcción del mundo

El triunfo de la vida eterna."

 

 

Detrás de la cortina de lo visible.

Lo más probable que en cada uno de nosotros hay en el pasado, en la memoria del pasado, hechos que hablan del contacto con el mundo espiritual, hechos no explicables materialísticamente, que claramente atestiguan que sobre nosotros hay un Ojo que no duerme. Sólo, muchos hombres cierran los ojos y los oídos para no ver y no oír. Y mas a menudo ocurre que los hombres recuerdan estos hechos, pero no tienen fuerzas de coordinar a su vida, de acuerdo a esta voz. En los momentos de reflexión o conversación íntima surge lo misterioso, para irse de nuevo a los rincones de la memoria. Raramente los hombres cuentan a la gente semejantes experiencias. Aquí puede ser la modestia y el deseo de no figurar con su nombre en la prensa, y también, la duda — si crearan o consideraran un invento o hasta una patología psicológica. Pero algunos de estos hechos aparecen en la prensa. Si se podría juntar estos casos de los últimos años, se obtendría un libro. ¿Pero mientras reina el materialismo, tendría la razón de ser un libro así? "Ellos viendo no ven y oyendo no oyen" y no desean dirigirse a Aquel Quien está pronto para curarlos — Estos es la gente ciega, que declara que por principio no aceptan a los milagros.

 

 

Los juicios Divinos.

Para el cristiano está completamente claro que por su piedad y su fe, él no debe esperar, como premio, el bienestar terrenal. El Salvador no prometió a Sus fieles, la satisfacción terrenal. No es en vano que el símbolo del Cristianismo — es la Cruz, el Crucifijo. Sin embargo, al hombre no le es ajeno lo humano, y el corazón pregunta: ¿Por qué los blasfemos triunfan y viven bien? ¿Dónde está la verdad Divina?

Desde tiempos más lejanos, está planteado ese tema. Ocupa uno de los primeros lugares en los escritos del A. T. y especialmente en el Salterio. El Salterio lo plantea con todo ardor y en términos valientes y atrevidos. "¡Dios de la venganza muéstrate! ¡Engrandécete oh Juez de la tierra. Da el pago a los soberbios! ¿Hasta cuando, Señor, se gozaran los impíos? Hasta cuando hablaran cosas duras, y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad, a Tu pueblo, Señor, quebrantan, y a Tu heredad afligen" (Sal. 94) "En cuanto a mi, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos, porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos. Porque no tienen congojas hasta su muerte pues su vigor esta entero. No pasan trabajos como los otros mortales, ni son azotados como los demás hombres. Por tanto la soberbia los corona... y dicen ¿Cómo sabrá Dios? Y hay conocimiento en el Altísimo?" (Sal. 73).

Y el mismo escritor de salmos, en el mismo salmo da la respuesta a su queja, extrañeza y tristeza, ante el mal reinante. No, la balanza de la justicia existe; la retribución, en su tiempo, llega. "Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer. Como han sido asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores." Y se arrepiente el salmista de su anterior debilidad: "Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia delante de Ti." Ahora se le abrieron los ojos: "¿A Quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti no quiero nada en la tierra."

No solo de la retribución a los injustos, habla el Salterio, también, consuela a los que esperan en Dios, los fieles a Él. Por otro lado, se puede resumir sus pensamientos con las siguientes palabras del salmo: "muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas les librará el Señor" (Sal. 34:19), o sea, las congojas existirán pero serán pasajeras. En el silencio de los corazones, el Señor da a los fieles a Él, Su benevolencia. "Cuan grande es Tu bondad, que has guardado para los que Te temen, que has mostrado a los que esperan en Ti, delante de los hijos de los hombres! En el secreto de Tú presencia los esconderás de la conspiración del hombre; los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas" (Sal. 31:19-20). De los mismos pensamientos de consolación está lleno el conocido salmo 91 "El que habita al abrigo del Altísimo."

Y no son pocas las personas, entre nosotros, quienes, después de los hechos vividos, de toda su alma repiten con el salmista todo el salmo 123:

 

"A no haber estado el Señor por nosotros, diga ahora Israel;

A no haber estado dios por nosotros, cuando se levantaron contra nosotros los hombres, vivos nos habrían tragado entonces, cuando se encendió su furor contra nosotros. Entonces nos habrían inundado las aguas; ahogarían, sobre nuestra alma hubiera pasado el torrente; hubieron entonces pasado sobre nuestra alma las aguas impetuosas.

¡Bendito sea el Señor, que no nos dio por presa a los dientes de ellos! Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores; se rompió el lazo y escapamos nosotros.

Nuestro socorro esta en el nombre del Señor, que hizo el cielo y a la tierra.

 

 

Triúno Dios en tres hipóstasis

Nosotros confesamos la existencia de Dios, innumerable, invisible, inconcebible ... la Santísima Trinidad en la Unidad. Dios es en tres Personas y no hay Personas mayores y menores. En la Trinidad está expresada toda la plenitud de Su existencia: Dios sobre nosotros, Dios con nosotros, Dios en nosotros y en toda la creación.

Sobre nosotros — Dios Padre, fuente que corre siempre, según como la Iglesia lo expresa en la oración: Base de toda existencia, nuestro Padre, nuestro amor, nosotros — Sus hijos, creación de Sus manos.

Con nosotros — Dios Hijo, Su nacimiento, por amor Divino, se reveló así a los hombres como Hombre, para que sepamos y con nuestros ojos veamos que Dios está con nosotros en forma perfectísima, sinceramente se unió con nosotros.

En nosotros, y en toda la creación — Dios Espíritu Santo, El que todo lo llena, Dador de la vida, Vivificador. Quien vive con Su fuerza providencial en todo y todos. El que vierte Su Gracia de la Santidad sobre la Iglesia del Hijo de Dios, sobre los fieles para elevarlos y hacerlos dignos del contacto con Dios, en esta vida y en la vida eterna en Dios.

El Ap. Pablo nos enseña: "Único Dios y Padre de todos, Él esta sobre nosotros (según la explicación de los Santos Padres; Dios Padre) y a través de todos (Dios Hijo) y en todos nosotros (Dios Espíritu Santo).

En la festividad del Pentecostés, la Iglesia canta: "Una Fuerza, un Ser, una Divinidad, a Él veneramos y decimos Santo Dios, que hizo todo por el Hijo, con la cooperación del Espíritu Santo; Santo Fuerte, a través de Él conocimos al Padre, y vino el Espíritu Santo al mundo; Santo Inmortal, Espíritu Consolador, proveniente del Padre y descansando en el Hijo; Santísima Trinidad Gloria a Ti"

 

 

Para que la fe sea la base de la vida.

¿Qué es necesario para que la fe nuestra sea tranquila, no vacilante, nos guiara, dirigiera a nuestras acciones, fuera activa, salvadora, sanadora, consoladora? ¿Qué es necesario para que las cuestiones de la vida no nos hagan sufrir, no nos saquen del equilibrio espiritual, para que seamos firmes, sin vacilar bajo distintas corrientes?

Para eso hay que pertenecer a la Iglesia de espíritu y cuerpo, vivir con ella una misma vida. En el campo de batalla uno solo — no es guerrero. Pero en la Iglesia — uno por todos y todos por uno, bajo la dirección de Cristo y en la Gracia del Espíritu Santo. En la Iglesia, nosotros como niños en la casa paterna, somos protegidos de todas partes, tenemos el cuidado, la nutrición espiritual, el calor y la luz espiritual. A ella llevamos a nuestros sinsabores, en ella encontramos la curación de las enfermedades del espíritu y del cuerpo.

La plenitud de la vida de la Iglesia la encontramos en el templo. En esta casa santa, nacimos para la vida eterna en el bautismo, en esta casa será nuestra última despedida de la vida terrenal, aquí se conservará la memoria de nosotros y serán elevadas las oraciones sobre nosotros después de nuestra muerte.

 

Para aquellos que dicen: "Yo no veo a Dios."

¿Quieren conocer al hombre, que no exige nada para sí de la vida, y siempre está contento con la vida; no se preocupa de la salud, pero está lleno de energía, casi no descansa, y siempre está activo; no tiene riqueza y distribuye miles, cura los enfermos graves — no siendo médico; no percibe a la gloria, pero es muy conocido; no busca alegrías y siempre es alegre, quien tiene en su alma siempre la paz, buena disposición a los hombres, no tiene ni ira, ni envidia, ni enemistad, ni sentimiento de ofensa, está lleno de humildad, pero hace grandes obras, cuya mente es clara y el corazón abierto a todos, quien vive el una profunda vida interior y al mismo tiempo está pleno de amor a los prójimos y lejanos?

Así era padre Juan de Kronstadt, coetáneo de la generación anciana recién ida. ¿De dónde sacaba sus fuerzas el pastor de Kronstadt? En las páginas de su diario personal p. Juan contesta nuestra pregunta muchas veces con una misma expresión: "El Señor es todo para mí." Aquí sus palabras:

"Lo que calma a mi en los pensamientos, y en mi corazón, lo que queda escrito para mi memoria y para la continua paz de mi corazón entre las ocupaciones y vanidades de la vida." ¿Qué es esto? Esta es la expresión cristiana plena de esperanza, viva y magna, fuerza calmante: 'todo para mi — el Señor.' ¡Este es el tesoro invaluable! Esta es la joya con la cual uno puede ser tranquilo en toda circunstancia, con la cual se puede, en la pobreza ser rico, y en posesión de la riqueza — generoso, amable con la gente, con la cual, hasta después de pecar, no se puede perder la esperanza: "todo para mi — el Señor."

"El Señor es todo para mi: Él es la fuerza de mi corazón y la luz de mi mente; Él mueve a mi corazón a todo lo bueno; Él lo fortifica; Él me da un pensamiento bueno; Él es mi paz y alegría; Él es mi fe; esperanza y amor; Él es mi alimento, mi bebida, mi vestimenta, mi morada. Como la madre es todo para el infante: la mente, la voluntad, la vista, el oído, el gusto, el olfato y tacto, alimento y bebida, y vestimenta, y brazos, y pies — así el Señor es todo para mi, cuando yo perfectamente me entrego a Él."

"El Señor es mas perfecto de todo lo bueno que yo pienso, siento, hago. O cuan infinitamente amplia es la gracia actuante del Señor en mi. Todo para mi es el Señor, y tan evidente, y siempre. Mío es sólo lo pecaminoso, míos son solo los pecados.

El Señor es mi existencia, el Señor — la salvación de la muerte eterna, el Señor — mi vida eterna, el Señor — la purificación y redención de muchos pecados y mi santificación, el Señor — es la fuerza en mi debilidad, esperanza en mi cobardía y tristeza, el Señor es el fuego vivificador en mi frialdad, es la luz en mi oscuridad, la paz in mi confusión, el Señor es el protector en mis tentaciones, Él es mi pensamiento, mi deseo, mi actividad. Ama y agradece continuamente al Señor! Bendice, alma mía, al Señor y no olvides a ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias, el que sacia de bien tu boca."

"Todo para nosotros es el Señor, y nosotros por si mismos, poco podemos hacer."

Esta es la fuente de alegría y fuerzas en la vida, que ve para si y no muestra el p. Juan.

He aquí un hombre vivo ante nosotros: sus ojos nos miran, sus oídos están abiertos para escuchar, ante nosotros su cuerpo y su alma, pero vemos al cuerpo y no al alma. No vemos sus pensamientos, deseos, planes, mientras tanto no hay momento en el cual su alma no piensa y no vive en forma correspondiente a ella. De la misma manera ante nosotros, cerca de nosotros y en nosotros la naturaleza visible, todo el hermoso mundo Divino. Vemos en él la vida en todas partes, un buen orden, la actividad, pero no vemos al Creador de la vida y del orden, no vemos al artista y sin embargo, Él está en todo tiempo y en todo lugar, como el alma en el cuerpo, aunque no limitada por él. No hay ni un corto momento sin que Él como Espíritu Omniperfecto, Omnisabio, Omnibueno, Omnipotente, Omnipresente, no piensa, no se vierta en benignidad y sabiduría sobre sus criaturas. No hay ni el más corto momento en el cual Él no aplicara a la obra Su Sabiduría y Omnipotencia, ya que Dios es el Ser autoactivo y que produce en el infinito. Así tú ves al mundo, pero ve y percibe en él al que lo creó — Dio, que está en todo, como el que cumple, actúa y organiza.

"La Omnipresencia de Dios es espacial y mental, o sea, en todas partes Dios — en relación espacial y en todas partes, en la mental: vaya a donde vaya, con el cuerpo o con el pensamiento, en todas partes encontraré a Dios, y en todas partes a mi encuentro — Dios."

¿Estas hermosas palabras pertenecientes al p. Juan no serían suficientes para convencer a una mente inquieta?

 

 

 

Folleto Misionero # S77c

Copyright © 2000 Holy Trinity Orthodox Mission

466 Foothill Blvd, Box 397, La Canada, Ca 91011

Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

 

(notas_apologeticas_1.doc, 11-20-2001).

 

 

Edited by

Date

....

 

C. M.

11/16/01