El Libro

de

Oraciones

 

 

Contenido: Oración de la mañana. Oraciones al ir a acostarse. Como prepararse para la comunión. Oraciones para la santa comunión. Oraciones después de la comunión.

 

Oración

de la

Mañana

 

Levántate de tu lecho, sin pereza y antes de empezar cualquier obra, colócate mentalmente en presencia del Creador y ora así:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Luego permanece en silencio hasta que se tranquilicen todos tus sentimientos e inclínate tres veces, diciendo:

Gloria a Ti, Nuestro Dios, gloria a Ti.

Oh, Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todas partes y que llenas todo, Tesoro de bien y Dispensador de Vida! Ven y habita en nosotros, y purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Oh Bondadoso.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh, Santo, mira y sana nuestras debilidades por tu Nombre.

Señor, ten piedad (3 veces). Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Vénganos tu Reino, hágase tu Voluntad como en los Cielos así en la tierra. El pan nuestro substancial, dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas, como perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del maligno.

Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Troparios:

Al levantarnos acudimos a Ti, oh Bondadoso y Te entonamos, oh Omnipotente, el himno angelical: Santo, Santo, Santo eres Tú, oh Dios, por la Madre de Dios, ten piedad de nosotros.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Del lecho y del sueño me levantaste, Señor, ilumina mi espíritu y mi corazón y abre mis labios para que Te alabe, oh Santa Trinidad, diciéndote: Santo, Santo, Santo eres Tú, oh Dios por la intercesión de la Madre de Dios, ten piedad de nosotros.

Ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

El supremo Juez vendrá de improviso y las obras de cada uno serán descubiertas, por eso en medio de la noche Te invocamos con temor, Santo, Santo, Santo eres Tú, oh Dios, por tu Santa Madre ten piedad de nosotros.

Señor ten piedad (12 veces).

Oración

Al levantarme Te rindo gracias, oh Santísima Trinidad, por no haber desencadenado tu ira contra mí, pecador e indolente, en mérito de tu Bondad e infinita paciencia y por no haberme hecho perecer junto a mis iniquidades, sino que usando de tu habitual misericordia, me hayas levantado de mi letargo para que pueda desde el alba glorificar tu grandeza. Y ahora Señor, ilumina mi inteligencia, abre mis labios para instruirme con tus Palabras, comprender tus Mandamientos, y hacer tu Voluntad y alabarte confesándote en mi corazón y glorificar tu Santísimo Nombre. Padre, Hijo, y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

El Credo

CREO EN UN SOLO DIOS, Padre Omnipotente, Creador del cielo y de la tierra y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios nacido del Padre, antes de todos los siglos; Luz de Luz; verdadero Dios de Dios verdadero. Engendrado no creado; consubstancial al Padre, por Quien fueron hechas todas las cosas. Quien por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó de los cielos y se encarnó del Espíritu Santo y María Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado también por nosotros bajo el poder de Poncio Pilato, padeció, fue sepultado. Resucitó al tercer día según las Escrituras. Subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre. Y vendrá por segunda vez lleno de gloria a juzgar a los vivos y a los muertos y su Reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y Vivificador, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado que habló por los profetas.

Y en la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. Confieso un solo bautismo para la remisión de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero. Amén.

Oración de San Macario el Grande

Oh Dios, purifícame a mi pecador pues no he hecho nunca nada bueno en tu presencia; líbrame del malvado, y que Tu voluntad se haga en mí, para que yo pueda abrir mis labios indignos sin condenación y alabar el Santo Nombre de Padre, Hijo, y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración segunda

Al despertar de mi sueño, Te ofrendo, oh Salvador, el cantar de medianoche y me prosterno diciéndote: concédeme no dormirme para morir en pecado, al contrario apiádate de mí, oh Tú que fuiste voluntariamente crucificado, y Te apresuras a levantarme que estoy postrado, rendido por la pereza, y me salvas por la oración e intercesión, y después del sueño de la noche, bendíceme con un día inmaculado y sálvame, oh Cristo, Dios.

Oración tercera

Al despertar de mi sueño me acerco precipitadamente a Ti, oh Soberano, amante de la humanidad, y por tu bondad me esfuerzo por cumplir tu obra, y Te suplico: ayúdame siempre, en todo, y líbrame de todo lo malo del mundo, del demonio, que me apura, sálvame y llévame a Tu Reino eterno. Porque Tú eres mi Creador, el Donador y Proveedor de todo lo bueno, y toda mi esperanza está en Ti, yo Te alabo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración cuarta

Oh Señor, que me has hecho la gracia de tu gran bondad y de tu gran compasión a mí que soy tu servidor, para que pase el transcurso de esta noche sin la tentación de ningún mal antagónico, Soberano y Creador de todo, por tu verdadera Luz y con el corazón iluminado concédeme hacer tu voluntad, ahora y siempre, y en los siglos de siglos. Amén.

Oración quinta

Todopoderoso Soberano, Dios nuestro, que recibís de tus Poderes Celestiales el himno tres veces sagrado, recibe también de mí, tu indigno servidor, este breve himno de la noche y hazme la gracia para que todos los años de mi vida y todas las horas Te alabe a Ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Basilio el Grande

Todopoderoso Señor, Dios de los poderes y de toda criatura, que vives en lo más alto y miras a los humildes, que escudriñas nuestros corazones y afectos, y sabes de antemano los secretos de los hombres; eterna e imperecedera luz, en Quien no hay cambio ni sombras de variación; oh Rey Inmortal, recibe nuestras plegarias, Te las ofrecemos con labios impuros, confiando en tus innumerables bendiciones. Perdónanos todos los pecados cometidos en pensamiento, palabra o acción, consciente e inconscientemente, y purifícanos de toda corrupción de la carne y el espíritu. Concédenos pasar la noche de la presente vida con el corazón alerta y el pensamiento cuerdo, aguardando siempre el advenimiento del día radiante de la aparición de Tu engendrado Hijo Único, nuestro Señor y Dios y Salvador, Jesucristo, cuando el Juez de todos ha de venir en gloria a juzgar a cada uno de acuerdo a sus actos. Ojalá no nos encuentre caídos en pecado ni ociosos, sino que despiertos y alertas para la acción, listos para acompañarlo en el divino palacio de sus bienaventuranzas donde se oye un incesante sonido de los que aceptan el festín y el inefable placer de los que contemplan la inexpresable belleza de su Rostro. Porque Tú eres la verdadera luz que iluminas y santificas a todos, y toda la creación Te canta por los siglos de los siglos. Amén.

Oración segunda

Te bendecimos, oh Altísimo Dios y Señor de la misericordia que estás siempre realizando innumerables, grandes e inescrutables, gloriosas y maravillosas cosas con nosotros. Que nos permites dormir para tregua de nuestras debilidades y reposo de los agobios de nuestra fatigadísima carne. Te agradecemos que Tú no nos hayas destruido por nuestros pecados y por el contrario nos hayas amado como siempre y aunque estemos sumidos en la desesperación, Tú nos has levantado para alabar tu poder. Por eso, imploramos que en tu incomparable bondad ilumines los ojos de nuestra comprensión y eleves nuestras mentes del pesado sueño de la indolencia; abras nuestras bocas y las colmes con tus alabanzas, para que seamos capaces, sin distraernos, de cantarte y confesarnos a Ti, que eres Dios glorificado en todo y por todos, el Padre eterno, con Tu engendrado Hijo Único y tu absolutamente santificador y bueno y vivificante Espíritu, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración a Jesucristo

Mi más misericordioso y clementísimo Dios, Señor Jesucristo, por tu gran amor Tú descendiste y tomaste al género humano para salvarlos a todos. Y otra vez, oh Salvador, sálvame por tu gracia, Te lo suplico, pues si Tú me salvaras por mis obras, esto no seria gracia ni don, sino más bien un deber. En realidad, en tu infinita compasión e indecible misericordia, Tú, mi Cristo has dicho: quienquiera que crea en Mí vivirá y nunca morirá. Si la fe en Ti salva a los desesperados, sálvame, pues Tú eres mi Dios y creador. Atribúyelo a mi fe en vez de a mis actos. Oh mi Dios, porque Tú no encontrarás actos que pudieran justificarme, pero ojalá mi fe sea suficiente para todos mis actos. Ojalá que baste y se me absuelva, y ojalá me haga participante de tu gloria eterna, y ojalá que Satán no me coja, Palabra de Dios, y se jacte que me ha separado de tu mano y rebaño. Oh Cristo, mi Salvador, quiéralo yo o no, sálvame. Apresúrate, rápido, rápido, pues perezco. Tú eres mi Dios desde las entrañas de mi madre. Concédeme, oh Dios que Te ame ahora como alguna vez amé el pecado, y también que trabaje para Ti sin pereza, como trabajé antes para el engañoso Satán. Pero primordialmente trabajaré para Ti, mi Señor y Dios, Jesucristo, todos los días de mi vida, ahora y siempre, y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración al Angel

Oh Angel Santo, intercede por mi alma despreciable y mi vida apasionada, no me abandones, ni me evadas por mi intemperancia. No des lugar a que el demonio insidioso me domine a causa de la violencia de mi cuerpo mortal. Fortalece mi pobre y débil mano y guíame por el camino de la salvación. Oh Angel Santo de Dios, guardián y protector de mi cuerpo y de alma miserables, perdóname todos los insultos que Te he dirigido todos los días de mi vida, y por todos los pecados que pueda haber cometido durante la pasada noche. Protégeme durante el presente día, y escúdame de toda tentación del enemigo, para que no pueda desairar a Dios por ningún pecado. Y ruega al Señor por mí, para que Él pueda fortalecerme en su temor, y hacerme, su esclavo, digno de su bondad. Amén.

Oración a la Virgen

Mi Santísima Soberana, Deípara [Madre de Dios], por tus santas y omnipotentes oraciones que destierren de mí tu humilde y despreciable servidor, el abatimiento, el olvido, la insensatez, la negligencia, y todos los pensamientos impuros, malignos e impíos de mi miserable corazón y de mi ofuscada mente. Y extingue la llama de mis pasiones, pues soy pobre y desdichado, y redímeme de mis numerosos crueles recuerdos y actos, y líbrame de todos sus nocivos efectos; pues bendita eres Tú por todas las generaciones, y glorificado sea tu muy honorable Nombre en los siglos de los siglos. Amén.

Invocación a Nuestro Santo

Ruega por mí, Santo(a) (nombre), pues con devoción acudo a Ti, rápido asistente e intercesor(a) de mi alma.

Canción a la Virgen

Alégrate, Virgen María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, Bendita eres entre las mujeres, y bendito es el Fruto de tu Vientre, porque has dado a luz al Salvador de nuestras almas.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre en los siglos de los siglos. Amén. Por las oraciones de nuestros Santos Padres, Señor Jesucristo Hijo de Dios, ten piedad de nosotros.

 

Oraciones

al ir a

Acostarse

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Gloria a Ti, Nuestro Dios, gloria a Ti.

Oh, Rey Celestial, Consolador, Espíritu de la Verdad, que estás en todas partes y que llenas todo, Tesoro de bien y Dispensador de Vida! Ven y habita en nosotros, y purifícanos de toda mancha y salva nuestras almas, Oh Bondadoso.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros (3 veces).

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos.

Amén.

Oh, Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros. Oh, Señor, perdona nuestros pecados. Oh, Soberano, absuelve nuestras transgresiones; Oh, Santo, mira y sana nuestras debilidades por tu Nombre.

Señor, ten piedad (3 veces).

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos.

Amén.

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Vénganos tu Reino, hágase tu Voluntad como en los Cielos así en la tierra. El pan nuestro substancial, dánoslo hoy, y perdona nuestras deudas, como perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del maligno.

Porque Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Tropario Tono 6

Ten piedad de nosotros, oh Señor, ten piedad de nosotros: pues faltos de toda disculpa, nosotros, los pecadores, Te dirigimos como a Soberano esta súplica: ten piedad de nosotros.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

Señor, ten piedad de nosotros, pues en Ti hemos puesto nuestra esperanza. No Te irrites demasiado contra nosotros, ni Te acuerdes de nuestras iniquidades, sino míranos porque eres benevolente, y líbranos de nuestros enemigos. Pues Tú eres nuestro Dios, y nosotros tu pueblo. Todos somos obra de tus Manos e invocamos tu Nombre.

Ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Ábrenos las puertas de la misericordia, oh bendita Deípara [Madre de Dios], para que no sucumbamos los que confiamos en Ti, sino que seamos libres con tu ayuda de toda adversidad, pues Tú eres la salvación del pueblo cristiano.

Señor ten piedad (12 veces).

Oración a Dios Padre

Oh Dios eterno y Rey de toda la creación, que te has dignado conservarme hasta esta hora, perdóname los pecados que he cometido hoy con acciones, palabras y pensamientos y purifica Señor mi humilde alma de toda la impureza de la carne y del espíritu. Concédeme Señor, que duerma en paz esta noche, para que cuando me levante de mi humilde lecho pueda complacer tu Santísimo Nombre todos los días de mi vida y derribar y conquistar a los carnales y descarnados enemigos que me combaten. Líbrame oh Señor de los pensamientos vanos y las concupiscencias perversas que me manchan. Porque tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración a nuestro Señor Jesucristo

Omnipotente, Verbo del Padre, perfecto por excelencia, Jesucristo, Tú, que por tu misericordia infinita, nunca abandonarás a tu servidor, sino que reposas siempre en él, Jesús Buen Pastor de tus ovejas, no me entregues a los ardides de la serpiente seductora, ni me dejes a merced de Satanás, porque el germen de corrupción está en mí. Por lo tanto, Señor Dios, ante quien nos prosternamos, Jesucristo, Rey Santo, consérvame durante mi sueño por tu luz inextinguible, por tu Santo Espíritu, con el cual santificaste a tus discípulos. Oh Señor, concede a tu indigno servidor, tu salvación en mi lecho. Ilumina mi mente con la luz de comprensión de tu Santo Evangelio, mi alma con el amor de tu Cruz, mi corazón con la pureza de tu Palabra, mi cuerpo con tu Pasión impasionada. Preserva mi pensamiento con tu humildad y estimúlame oportunamente para glorificarte, pues Tú eres supremamente alabado con Tu Padre co-eterno y el Santísimo Espíritu por siempre. Amén.

Oración al Espíritu Santo

Señor Rey de los cielos, Consolador, Espíritu de Verdad, ten misericordia y piedad de mí tu servidor pecador e indigno y absuelve todos los pecados que humanamente cometí hoy, y no sólo como hombre, incluso peor que una bestia, mis pecados voluntarios e involuntarios cometidos en conciencia o ignorancia, los de mi juventud y por falsas sugerencias, aquellos que son frutos de la temeridad o de la aflicción. Si he jurado por tu Nombre, o lo he vilipendiado en mi pensamiento, o he reprochado a alguien, o en mi ira he injuriado o calumniado.

Si a alguien he entristecido, o si me he enojado por nada, si he mentido, si he dormido innecesariamente, si un mendigo ha acudido a mí y lo he despreciado, si causo pena a mi hermano o discutido con él, o si he juzgado a alguno, si me he envanecido, o enorgullecido, o si la ira me dominó o si durante la oración mi mente se ha distraído por la fascinación de este mundo, si mi imaginación se ha complacido en pensamientos impuros, si me entregué a la gula o a la embriaguez, o si he reído en exceso, o he pensado mal, si he codiciado lo ajeno, o he pronunciado palabras ilícitas, o me he burlado de las faltas de mi prójimo, cuando las mías son innumerables, o he descuidado la oración o he incurrido en cualquier otro pecado que no puedo recordar, todo esto y mucho más, Te confieso hacedor mío Soberano, apiádate de mi, tu afligido e indigno, servidor redímeme, absuélveme y perdóname en tu bondad y amor a los hombres, a fin de que lascivo, pecaminoso y despreciable como soy, pueda acostarme y gozar de un sueño tranquilo y venerar, alabar y glorificar tu Honorabilísimo Nombre, con el Padre y Su Hijo Unigénito, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Macario El Grande

Qué Te ofreceré, o que Te daré, oh Rey Inmortal lleno de grandes dones, clemente y amante de la humanidad, siendo perezoso en complacerte no he hecho nada bueno por Ti. Me dejaste llegar hasta el fin de este día preocupándote de mi conversión y de la salvación de mi alma. Sé benevolente conmigo, soy un pecador exento de toda obra buena, levanta mi alma caída y manchada de inconmensurables pecados, quítame todo pensamiento malvado en esta vida. Perdona mis pecados, oh Único exento de pecado, en lo que he pecado en este día con todos mis sentidos, con tu divino Poder ampárame de todo acoso del adversario; y con tu fuerza e inefable amor a la humanidad limpia, oh Dios la multitud de mis pecados. Ten la bondad de liberarme de las redes del maligno, y salva mi alma apasionada e ilumíname con la luz de tu Rostro, cuando vengas en gloria. Déjame dormir sin condenación, sin ensueño, y has que la mente de tu siervo no tenga perturbaciones y aleja de mí toda acción satánica, alumbra los ojos de mi corazón, para no dormirme en la muerte. Envíame un ángel de paz, guardián y gula de mi alma y cuerpo para que él pueda salvarme de mis adversarios, elévame de mi lecho, te ofrezco plegarias de agradecimientos, sí, oh Señor, óyeme a mí pecador con la conciencia afligida. Levántame para aprender tus Palabras, aleja de mí toda aflicción satánica por tus santos ángeles, para que pueda bendecir tu Santo Nombre y glorificar a tu Purísima Deípara María, el amparo de los pecadores. Acepta que Ella interceda por nosotros, pues Ella emula tu amor a la humanidad. Por tu intercesión y por la señal de la honorable Cruz, conserva mi alma menesterosa, Jesucristo nuestro Dios, porque eres Santo y glorificado en los siglos de los siglos. Amén.

Oración

Oh Señor, Dios nuestro, en Tu bondad y amor a la humanidad, perdóname todos los pecados que he cometido hoy de palabra, acción y pensamiento. Concédeme un sueño apacible y sereno. Envíame Tu Angel Guardián para protegerme y defenderme de todo mal. Porque Tú eres el salvaguardia de nuestras almas y cuerpos, y a Ti Te rendimos gloria, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre, y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración

Oh Señor, Dios nuestro, en Quien creemos y cuyo Nombre invocamos por encima de todo nombre, concédenos preparándonos para el descanso del alma y el cuerpo, y guárdanos de todas las tentaciones y ocultos placeres. Detén la rebelión de las pasiones y apaga el ardiente cuerpo. Concédenos vivir castamente de palabra, para que adquiriendo una vida virtuosa y heroica, no desertar de tus prometidas bendiciones. Ya que Tú eres Bendito para siempre. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Señor, no me prives de tus bienes celestiales, Señor líbrame de los tormentos eternos. Señor, si he pecado de intención o pensamiento, de palabra o acción, perdóname. Señor, redímeme de toda ignorancia, olvido, cobardía y despiadada insensibilidad. Señor, rescátame de toda tentación. Señor, ilumina mi corazón oscurecido por la concupiscencia. Señor, siendo humano he pecado, pero Tú siendo el Dios generoso, ten piedad de mí, conociendo la enfermedad de mi alma. Señor, transmite tu gracia en mi ayuda, para que yo pueda alabar tu Santo Nombre. Señor Jesucristo, inscribe a tu siervo en el Libro de la Vida, y concédeme un buen fin. Oh Señor mi Dios, aun cuando no he hecho nada bueno a tu vista, sin embargo concédeme tu Gracia para hacer un buen comienzo. Señor, esparce en mi corazón el rocío de tu Gracia. Señor del cielo y de la tierra, recuérda a tu pecaminoso servidor, ignominioso e impuro, en tu Reino. Amén.

Señor, recíbeme en mi arrepentimiento. Señor apártame de la tentación. Señor concédeme buenos pensamientos. Oh Señor, dame lágrimas y recuerdo de la muerte y contrición. Señor, dame el deseo de confesar mis pecados. Señor dame la humildad, la castidad y la obediencia. Señor, dame la paciencia, la magnanimidad y mansedumbre. Señor, introduce la raíz de todo bien en mi corazón, que es el temor ante Ti. Oh Señor, hazme capaz de amarte con toda mi alma, mi entendimiento y de cumplir en todo tu voluntad. Señor, protégeme de cierta gente, demonios, pasiones y de toda cosa perniciosa. Oh Señor, Tú sabes que Tú actúas como Tú quieres, que tu voluntad reine en mí, pecador, pues Bendito eres Tú para siempre. Amén.

Oración a nuestro Señor Jesucristo

Oh Señor Jesucristo, Hijo de Dios, por merced a tu Honorabilísima Madre, tus Angeles a tu Profeta, Precursor y Bautista, los Apóstoles inspirados de Dios, los radiantes y victoriosos mártires, los venerables y teóforos Padres y por las oraciones de todos los Santos, líbrame del constante acoso del demonio, mi Señor y Hacedor, que no deseas la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, otórgame también la conversión a mí, réprobo e indigno como soy. Arrebátame de las fauces de la perniciosa serpiente, que procura devorarme y arrastrarme vivo al Hades. Mi Señor y mi Consuelo, que te encarnaste por mí, miserable, redímeme de la miseria, y concede el consuelo a mi alma desventurada. Implanta en mi corazón el deseo de cumplir tus preceptos y que pueda abandonar mis malignas acciones, para poder recibir tus Bienaventuranzas. Sálvame, pues en Ti, Señor, pongo mis esperanzas.

Oración a la Santísima Madre de Dios

Oh Madre Benigna del buen Rey, Purísima y siempre Bendita Deípara María, derrama en mi alma apasionada la gracia de tu Hijo y nuestro Dios y guíame por tus oraciones en el cumplimiento de las buenas obras, a fin de que pase sin pecado el curso de mi vida y obtenga el Paraíso, por tu intercesión. Virgen Deípara, Única, Purísima y Bendita.

Oración al Angel Guardián

Oh Angel de Cristo, Santo Guardián y Protector de mi alma y de mi cuerpo, perdóname todos mis pecados de hoy. Líbrame de todos los ardides del enemigo, para que no encolerice a mi Dios con ningún pecado. Ruega por mí, pecador e indigno servidor, para presentarme digno de la bondad y misericordia de la Santísima Trinidad, de la Madre de mi Señor Jesucristo, y de todos los Santos. Amén.

Kontaquio a la Virgen María

Yo tu ciudad oh Deípara, Te canto una canción de triunfo, oh guerrera y defensora. Y Te presento el agradecimiento oh libradora de los apuros y como Tú eres invencible, líbrame de las múltiples desgracias para exclamarte: Regocíjate, Oh Novia no desposada.

Muy loable, Siempre-Virgen, bendita Madre de Cristo Dios, ofrece nuestras plegarias al Hijo y nuestro Dios, rogándole para que salve por tu mediación, nuestras almas.

Deposito toda mi esperanza en Ti, oh Madre de Dios. Escúdame bajo tu amparo.

Oh Virgen Deípara no me rechaces a mí, pecador, exigiendo tu auxilio y protección, pues mi alma ha puesto en Ti su confianza y apiádate de mí.

Oración de San Joanicio

El Padre es mi Esperanza, el Hijo mi Refugio, el Espíritu Santo mi Albergue, Oh Santísima Trinidad, Gloria a Ti.

Gloria al Padre... Ahora y siempre... Amén. Señor ten piedad (3 veces).

Señor Jesucristo, Hijo de Dios por las oraciones de tu Purísima Madre, por nuestros venerables y teóforos Padres y por todos los Santos, sálvame a mí, pecador.

 

En el momento de dormir

(Besa la Santa Cruz. Has la señal de la cruz en tu cuerpo desde la cabeza hasta los pies. También has la Santa señal alrededor tuyo, expulsando los demonios, diciendo esta oración en honor de la Santa Cruz):

Levántase Dios y sean disipados sus enemigos, y huyan de su presencia los que Lo aborrecen; desaparezcan como el humo, como se derrite la cera al calor del fuego, así perezcan los enemigos de la vista de los que aman a Dios, y que hacen la señal de la Cruz en sí mismos: que claman con regocijo: Regocíjate, oh venerable, vivificadora Cruz del Señor expulsando a los demonios por la fuerza de Aquel que estaba crucificado sobre Ti, nuestro Señor Jesucristo, que bajó al Hades y pisoteó la fuerza del diablo y que nos dio a Ti, gloriosa Cruz para expulsar a cualquier adversario, oh honorable y vivificadora Cruz del Señor, ayúdame junto con la Santa Soberana Virgen Deípara y con todos los santos por los siglos. Amén.

En tus manos, Señor Jesucristo, Dios mío, encomiendo mi espíritu; bendíceme, apiádate de mí y concédeme la vida eterna. Amén.

 

 

Santa

Comunión

 

Cómo Prepararse

para la Comunión

Ayuno: Para el sacramento de la Santa Comunión es imprescindible prepararse con ayuno, o sea con oración, abstinencia y sentido de humildad cristiana en espíritu y comportamiento. Además, confesarse.

Oración en la casa y en la Iglesia: Los que desean comulgar en forma correcta con los santos y preciosos Dones de Cristo deben prepararse, por lo menos una semana antes, orando más frecuentemente y con más fervor en su casa a la mañana y a la noche . También, de acuerdo con sus posibilidades, acudir a la iglesia durante la semana si hay oficios. Si las ocupaciones o el trabajo dificultan la concurrencia al templo, se acudirá conforme con lo que permitan tales obligaciones, pero se debe acudir sin falta al oficio de vigilia el día anterior a la liturgia en la que uno desea comulgar.

Abstinencia: A la oración se le une el ayuno, o sea, la abstinencia de los alimentos de origen animal (carne, leche, manteca, huevos, etc.). Hay que beber y comer menos que de costumbre.

Espíritu y Comportamiento: Los que se preparan para la Santa Comunión conscientemente y en lo más profundo deben aceptar su iniquidad, su insignificancia frente a Dios. Deben hacer las paces con todos y cuidarse, tratando de no despertar en ellos mismos sentimientos de odio e intemperancia. Se esforzaran en no juzgar, vigilando pensamientos y conversaciones. En esos días, se debe renunciar a las distracciones, espectáculos o fiestas que pueden dar motivo para caer en el pecado (teatro, cine, televisión, etc). Deben reflexionar sobre la grandeza del sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo y pasando el tiempo en forma reservada, en la lectura de las escrituras y de libros religiosos de acuerdo sinceramente con sus posibilidades.

Confesión: Quien se prepara para la Comunión debe confesar el día anterior, preferentemente antes de las Vísperas. Llegar con arrepentimiento sincero, abriendo su espíritu con corazón limpio, sin ocultar ningún pecado cometido. Antes hay que hacer las paces con los que nos han ofendido y a los que hemos ofendido. Durante la confesión es mejor no esperar las preguntas del sacerdote, sino comenzar a decir lo que pesa en el alma, sin justificarse ni echar culpas a otros. Se aconseja, confesar siempre primero lo que nos da más vergüenza y de ahí en más seguir. De esta forma habiendo manifestado el más grave de los pecados, le es mucho más fácil continuar con su confesión. Lo primero que debemos confesar (aparte de todo otro hecho sucio y vergonzoso) es que a Dios no lo amamos como Él nos ama, porque si lo amásemos, entonces no nos comportaríamos como lo hacemos. En esto reside el verdadero temor de Dios, o sea el temer hacerle daño al Creador, quien nos ama y al que amamos.

Es mejor confesarse en la vigilia, para dedicar la mañana a la oración antes de la Comunión. En casos excepcionales puede uno confesarse a la mañana, antes de la liturgia, conviniéndolo con el sacerdote, pero nunca durante el desarrollo de la misma (se permite esto solo en casos extremos). Acercarse a confesarse cuando la liturgia ya comenzó, es una falta de respeto hacia el Grandioso Sacramento.

Habiéndose confesado, se debe tomar sin falta la firme decisión de no repetir los antiguos pecados. Sin confesión nadie puede comulgar, excepto los que están en peligro de muerte. Existe la costumbre piadosa de no comer ni beber después de la confesión y antes de la Comunión. Y por supuesto no mutilar al cuerpo con el cigarrillo y otros tipos de vicios que aprisionan al hombre.

Sin excepciones, se prohibe todo esto después de la medianoche. Hay que acostumbrar a los niños desde temprana edad, la abstinencia y el ayuno antes de la Comunión. Muchos cristianos piadosos se abstienen del dialogo después de la confesión y hasta salir del templo en el día de la Comunión.

Antes de la Comunión y en su transcurso: Antes de la apertura de las Puertas Reales y de la presentación de los Santos Dones, preferentemente después del "Padre Nuestro," el comulgante debe presentarse al ambón, para esperar los Santos Dones con fe, devoción y temor de Dios. En el momento de la comunión se deja paso a los recién bautizados, luego a los niños. Acercándose al Cáliz, desde lejos los días domingos y los días festivos, se hace una reverencia. Los días comunes una postración. Las manos se cruzan sobre el pecho en forma de cruz apoyando la izquierda sobre la derecha. Frente al Cáliz, se pronuncia claramente el nombre recibido con el bautismo y con grave conciencia del sagrado momento que se esta viviendo frente al Sacramento, se abre la boca y se recibe en ella el Cuerpo y la Sangre de Cristo y se ingiere al instante. Estando ya frente al Cáliz no debe el comulgante persignarse antes ni después de comulgar, para evitar golpearlo accidentalmente.

Después de la Comunión: Luego de recibir el Sacramento, sin persignarse, besar el borde del Cáliz y retirarse hacia la mesa, para beber un poco de vino con agua tibia y servirse un trozo de prósfora. Esta tradición tiene dos razones de ser: El vino ayuda a ingerir completamente la Comunión, no permitiendo de este modo que queden restos de ella en la boca y para que repongan fuerzas aquellos que se mantuvieron en ayuno antes de comulgar.

No retirarse de la iglesia hasta haber escuchado en silencio las oraciones de agradecimiento. En el día de la Comunión, no escupir, no comer mucho, no embriagarse y en general comportarse con reverencia y orden, para conservar en forma limpia a Cristo recibido.

Todo esto es obligación para los niños a partir de los siete años.

Para prepararse en forma correcta para comulgar existe una regla especial de oraciones. Se componen de tres cánones: a Cristo, a la Madre de Dios, y al Angel Guardián. Un akathisto y las oraciones antes de dormir; las oraciones de la mañana, el canon de la Santa Comunión y las oraciones para antes de comulgar.

Recordemos que de los siete días de la semana, solo uno dedicamos al Señor y es más, de este día, sólo una pequeña fracción. Por eso estas reglas no son tan difíciles de cumplir con buena voluntad y sentimiento cristiano. Recuerda que en otras ocasiones de la vida, te son impuestas reglas que cumples sin renegar por el simple hecho de que quieres conseguir algo, ¿no quieres conseguir ser digno del Reino de Dios?

 

 

 

Oraciones para

la Santa Comunión

Troparios

Oh Señor que naciste de la Virgen, pasa por alto mis inquietudes, y purifica mi corazón haciéndolo templo para tu purísimo Cuerpo y Sangre; no me rechaces de tu presencia, siendo infinita tu misericordia.

Gloria al Padre al Hijo (y) al Espíritu Santo. Cómo pretenderé, siendo indigno de participar de tus Santísimos Dones, pues si me atrevo a acercarme junto con los dignos, mi vestidura me denunciará, pues ella no es de gala, y conseguiré la condenación de mi alma sumamente pecadora. Purifica, oh Señor, la impureza de mi alma, y sálvame, pues amas a la humanidad.

Ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Grande es la multitud de mis pecados, oh Deípara, a Ti acudo Purísima exigiendo salvación, visita mi alma doliente e implora a tu Hijo y Dios nuestro, me sea concedido el perdón de todas las iniquidades que he cometido, oh Única Bendita.

Oración de

San Basilio el Grande

Soberano, Señor Jesucristo, nuestro Dios, Fuente de vida y de inmortalidad, Creador de toda cosa visible. Hijo Unigénito del Padre co-eterno. Por tu gran clemencia, en los últimos días has tomado cuerpo humano, fuiste crucificado, fuiste sepultado por nosotros, ingratos y profanos. Y por tu sangre renovaste nuestra naturaleza corrompida por el pecado. Tú mismo, oh Rey inmortal, acepta el arrepentimiento de mí, el pecador, e inclina tu oído y escucha mis palabras - pues he pecado, Señor he pecado contra el cielo y ante Ti, y no soy digno de levantar mi mirada hacia la altura de tu Gloria. He encolerizado tu benevolencia, he contradecido tus mandamientos, he desobedecido tus preceptos. Pero Tú Señor, paciente y muy sufrido y clementísimo, no me dejaste perecer junto con mis iniquidades, esperando siempre que vuelva hacia Ti pues Tú, oh amante de la humanidad has dicho: No deseo la muerte del pecador, sino quiero que vuelva al arrepentimiento y viva. No quieres oh Soberano, que perezca la creación de tus manos, tampoco aceptarás que perezca el hombre, sino que todos se salven y lleguen al entendimiento recto.

Por eso, también yo, aunque indigno soy del cielo y de la tierra, tampoco merezco esta vida pasajera, llenándome de pecados, multiplicando las pasiones, he dejado inmunda tu Imagen. Pero siendo tu obra y creación, yo infeliz no desespero de mi salvación, pues miro hacia tu inmensurable misericordia, atrevo a acudir a Ti, acéptame Señor, Amante de la humanidad, como aceptaste a la ramera y al malhechor, como al publicano, como al hijo pródigo, y quítame el yugo pesado de mis pecados, Tú que has tomados los pecados del mundo, y curas las dolencias humanas. Pues no has venido Tú a llamar a los justos sino a los pecadores al arrepentimiento. Purifícame de toda impureza del cuerpo y del alma y enséñame a temerte con tu Santidad para que, teniendo la conciencia impecable pueda unirme a tu Santo Cuerpo y Sangre, Te tengo viviendo siempre dentro de mí. Sí Señor Jesucristo mi Dios, que no sea juicio esta comunión con tus vivificantes y purísimos Misterios, ni siquiera quede inválido en alma y cuerpo, por comulgar indignamente, sino déjame hasta el último suspiro tomar la porción de tu Santidad, para la comunión del Espíritu Santo la guía de la vida eterna, una buena respuesta en tu Temible juicio, para que yo, mutuamente con todos tus elegidos, reciba lo que preparaste a tus amados, en los cuales eres loado por los siglos. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Señor Dios mío, yo sé que no soy digno y que no merezco que entres bajo el techo del templo de mi alma porque está completamente desolada y caída, y no tienes en mí un lugar digno para reposar tu cabeza. Desde lo más alto te humillaste por causa nuestra, acepta ahora mi humildad . Así como te dignaste reposar en una gruta y en un pesebre de bestias irracionales, ahora dígnate reposar en el pesebre de mi alma irracional y entrar en mi corrupto cuerpo. Así como no desdeñaste entrar y cenar con pecadores en la casa de Simeón el Leproso, consiente también entrar en la casa de mi humilde alma, que es toda leprosa y pecaminosa. Y así cono no rechazaste a la mujer, pecadora como yo, cuando se acercó y te tocó, también se compasivo conmigo que soy pecador, al acercarme a Ti y tocarte, Y como no despreciaste los labios impuros y sucios de la mujer que te besó, así también no te repugnen mis labios aún más corruptos e impuros y mi muy inmunda lengua.

Sea la brasa ardiente tu Santísimo Cuerpo y preciosa Sangre para la Santificación e iluminación y el fortalecimiento de mi humilde alma y cuerpo, para alivio del yugo de mis muchos pecados, para protección contra toda acción diabólica, para suprimir y expulsar mis costumbres mas feroces y malignas, para mortificación de las pasiones, para obediencia de tus Mandamientos, para sumar tu Divina Gracia, para adquirir tu Reino, porque no es con insolencia que me acerco a Ti, Cristo Dios, sino confiando en tu inefable bondad, no sea que llegue a ser presa del lobo espiritual por abstenerme por mucho tiempo de tu comunión. Por eso, te ruego, Señor, oh Soberano, Único Santo, santifica mi alma y cuerpo, mi mente y mi corazón, mi vientre y mis entrañas, y renuévame completamente. Arraiga en mis miembros el temor de Ti, y haz indeleble en mí tu santificación. Sé también mi auxilio y mi defensa, guía mi vida en paz, y hazme digno de estar a tu diestra con tus Santos: por las oraciones e intercesión de tu Purísima Madre, de los espíritus que te sirven, de las purísimas Potestades y de todos los Santos que siempre te han agradado. Amén.

 

Oración de San Simeón

el Traductor

Oh Único, Puro e Incorrupto Señor, por tu inefable misericordia al amor a la humanidad, aceptaste la mezcla humana de la pura sangre virginal, Ella que Te dio a luz fuera de lo común, por el descenso del Espíritu Divino, con la benevolencia del Padre siempre presente Cristo Jesús, Sabiduría de Dios, Paz y Fuerza. Por haber aceptado los vivificantes sufrimientos que nos redimió; la cruz, los clavos, la lanza y la muerte; amortigua mis pasiones corporales que corrompen mi alma. Con tu entierro encarcelaste el reino del hades, entierra los consejos malos, cambiándolos en buenos, y arruina a los espíritus malignos. Con Tu vivificadora resurrección, al tercer día, levantaste al antecesor caído, levántame que estoy arrastrado por el pecado, mostrándome el arrepentimiento. Con tu gloriosa Ascensión, cambiaste el cuerpo terrenal a divino, y Te sentaste a la diestra del Padre, concédeme recibir la salvación al comulgar con tus Santos Misterios. Con el descenso de tu Espíritu Santo, el Paráclito, hiciste a tus santos discípulos, honradas vasijas, muéstrame a mí también la descendencia del Espíritu Santo. Quieres volver de nuevo a juzgar con justicia al universo, déjame verte en las nubes a Ti mi Juez y Creador junto con todos tus Santos, para que incesantemente Te alabe con tu Sempiterno Padre y tu Santísimo Bueno y Vivificante Espíritu. Ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Juan Damasceno

Oh Soberano y Señor Jesucristo, Dios nuestro, Tú sólo tienes el poder de perdonar los pecados de los hombres. Porque eres Bueno y amas el género humano. No tomes en cuenta mis culpas voluntarias e involuntarias, y hazme digno de comulgar sin condenación con tus Divinos preclaros, Purísimos y Vivificadores Misterios, que no me sean imputados a reprobación ni a tortura, y aumento de los pecados; sino para mi purificación y santificación y en la esperanza de la vida venidera y del Reino, para amparo y defensa contra mis enemigos, y exterminación de mis numerosos pecados. Pues eres Dios de bondad, de benevolencia y misericordia. Te glorificamos junto con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Basilio el Grande

Conozco, oh Señor, que comulgo con tu purísimo Cuerpo y tu purísima Sangre, y que como y bebo mi propia condenación, sin considerar el valor de tu Cuerpo y tu Sangre, de mi Cristo y Dios. Pero, con atrevimiento acudo a tu misericordia, porque Tú has dicho: El que come de mi Carne y bebe mi Sangre está en Mí y Yo en él. Apiádate pues Señor, y no me condenes a mí, pecador, trátame según tu benevolencia, para que tus Santidades sean para mí curación, purificación, esclarecimiento, conservación, salvación y santificación del alma y cuerpo. Para rechazo de malos pensamientos y perversas acciones e influencia del diablo ejercida sobre mis miembros. Para corrección de mi vida. Para consolidar y aumentar las virtudes, para cumplir los mandamientos, para la comunión con el Espíritu Santo, Viático a la vida eterna, para la esperanza de merecer una favorable defensa en tu temible Tribunal. Que no me sean para juicio y condenación.

Oración de San Juan Crisóstomo

Oh Dios, desprende, quita, perdoname los pecados que he cometido ante Ti, de palabra, obra, pensamiento, voluntaria o involuntariamente, a sabiendas o por ignorancia, perdóname todo, Tú que eres Bondadoso y Amante de la humanidad. Por las oraciones de tu Purísima Madre, de tus Servidores Espirituales, de las Fuerzas Santas y de todos los Santos que Te complacieron desde el principio de los siglos. Hazme digno de recibir sin condenación tu Santo y Purísimo Cuerpo y Preciosa Sangre, para la curación de mi alma y de mi cuerpo, y para la purificación de mis malos pensamientos. Pues Tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, del Padre y del Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oración del Mismo Santo

No soy digno, oh Soberano Señor, de que entraras bajo el techo de mi alma; pero Tú quieres como Amante de la humanidad, morar en mí y ordenas que te abra las puertas, las que Tú solamente creaste, entrarás con amor a la humanidad, entrarás y alumbrarás mis pensamientos oscurecidos. Creo que lo harás, ya que no echaste al publicano arrepentido, tampoco el ladrón que conoció tu Reino ni rechazaste al perseguidor arrepentido, no lo dejaste como era, pero a todos aquellos que llegaron hacia Ti arrepentidos, los aceptaste como tus amigos. El Único Bendito hoy y siempre y por la eternidad de los siglos. Amén.

Oración del Mismo Santo

Oh Señor, Jesucristo, Dios mío, absuelve, quita, purifica y perdóname a mí, pecador, inútil e indigno siervo tuyo, mis iniquidades, culpas, y caídas, cuántos he cometido ante Ti, desde mi juventud y hasta el actual día y hora, ya sea a sabiendas, o por ignorancia, ya de palabras, o de hechos, en pensamientos o deseos, ya por todos mis sentidos. Y por las oraciones de tu Santísima Madre, la siempre Virgen María que Te engendró sin semen, mi Única infalible Esperanza, Intercesión y Salvación, hazme digno que comulgue sin condenación con tus Purísimos, Inmortales, Vivificadores y Temibles Misterios, para remisión de los pecados y la vida eterna, para la santificación e iluminación, fortificación, curación y salud de mi alma y cuerpo, para la exterminación y completa aniquilación de mis malos deseos, pensamientos e intenciones, de las visiones nocturnas de oscuras y malos espíritus. Pues Tuyo es el Reino, el Poder, la Gloria, y el Honor y la Adoración, con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Juan Damasceno

Estoy ante las puertas de tu Templo, y aún no puedo alejar de mí los malos pensamientos. Más Tú oh Cristo Dios que justificaste al publicano y Te apiadaste a de la mujer cananea, y abriste las puertas del Paraíso al malhechor. Ábreme los tesoros de tu Amor, acógeme a mí que vengo hacia Ti y te toco, como aceptaste a la ramera y a la mujer enferma del flujo de sangre. Pues una ha tocado tan sólo la orla de tu manto, sanó inmediatamente, y la otra abrazando tus purísimos pies, obtuvo la remisión de sus pecados. En cambio yo, desgraciado me atrevo de ingerir todo Tu cuerpo; que no resulte quemado. Acéptame, como a aquellas, e irradia los sentidos de mi alma, quemando mis culpas pecadores, por las plegarias de Aquella que Te dio a luz sin semen, y de los Poderes Celestiales. Porque Tú eres Bendito en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Creo oh Señor, y confieso, que en verdad eres Cristo, Hijo del Dios vivo, que has venido al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales soy yo el primero. También creo que éste es tu Purísimo Cuerpo y que ésta es tu Preciosa Sangre. Por eso Te imploro; apiádate de mí y perdona mis pecados voluntarios e involuntarios, los cometidos por palabra u obra, con conocimiento o por ignorancia. Hazme digno de participar sin condenación de tus Santos Sacramentos, para la remisión de los pecados y para la vida eterna. Amén.

 

Oraciones Después

de la Comunión

Cuando hayas recibido la Santa Comunión de los Místicos Dones creadores de Vida, canta inmediatamente, da las más fervientes gracias y con todo este fuego del alma, di al Señor.

¡Gloria a Ti, oh Dios! (3 veces)

Seguidamente, estas Oraciones de Acción de Gracias:

Te doy gracias, oh Señor Dios mío, de que no me hayas rechazado a mí pecador, sino que me hayas concedido ser un participante de tus Santos Misterios. Te doy gracias de que me hayas permitido a mí, el indigno, tomar parte de tus purísimos y celestiales Dones. Pero, oh Señor que amas a la humanidad, que por nuestro amor moriste y resucitaste y surgiste de nuevo, y nos otorgaste estos temibles y vivificadores Misterios para el beneficio y santificación de nuestras almas y de nuestros cuerpos: concédeme que éstos puedan servirme incluso para la curación del alma y del cuerpo, el rechazo de lo adverso, para la iluminación de los ojos de mi corazón, para la paz de mis potencias espirituales, para la fe valerosa, para el amor no fingido, para la plenitud de la sabiduría, para guardar tus Mandamientos, para el aumento de tu Divina Gracia y para la consecución de tu Reino: para que, preservado por ellos en tu santidad, pueda recordar siempre tu gracia y ya no viva más para mí, sino para Ti, Señor y Benefactor nuestro. Y de este modo, cuando yo parta de esta vida en la esperanza de la vida eterna, pueda alcanzar el reposo perpetuo, donde jamás cesa la voz del canto de los festejantes, ni el gozo sin fin de los que contemplan la inefable belleza de tu Rostro; porque Tú eres el verdadero deseo y el indecible gozo de los que te aman, oh Cristo nuestro Dios; y a Ti Te alaba toda la creación, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de San Basilio el Grande

Oh Señor Jesucristo, Rey de los siglos y Creador de todo, Te doy las gracias por todas las cosas buenas que Tú me has otorgado y por la comunión de tus purísimos y vivificantes Misterios. Por tanto, yo te ruego, oh dador de gracias y amante de la humanidad: guárdame bajo tu protección y a la sombra de tus alas. Y concédeme que, con pura conciencia hasta mi último aliento, participe dignamente de tus Cosas santas, para la remisión de mis pecados y para la vida eterna; pues Tú eres el pan de vida, la fuente de toda santidad, el dador de todos los bienes y a Ti te glorificamos, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y en los siglos de los siglos. Amén.

Oración de Simeón el Traductor

Oh Tú, que de tu propia buena voluntad, me das tu Cuerpo como alimento; Tú que eres un fuego consumidor de los indignos: no me consumas, oh mi creador, sino penetra más bien en mis miembros, en todo mi ser, en mis articulaciones todas, en mis venas, en mi corazón. Consume las espinas de todas mis iniquidades. Limpia mi alma. Santifica mis pensamientos. Fortifica mis miembros juntamente con mis huesos. Ilumina la simplicidad de mis cinco sentidos. Hazme totalmente estable en tu temor. Cúbreme siempre, guárdame y aléjame de toda palabra y obra que pueda dañar al alma. Purifícame y lávame totalmente y adórname, dame comprensión e ilumíname. Manifiéstame como la morada de tu Espíritu solamente, y de ningún modo la morada del pecado; que habiéndose convertido en tu tabernáculo, por la recepción de tu Santa Comunión, toda cosa mala, toda pasión carnal huya de mí como del fuego. Te ofrezco como intercesores a todos los santos, a los caudillos de los incorpóreos poderes angélicos, a San Juan Bautista, a los sabios Apóstoles y con ellos a tu Madre Purísima e Inmaculada, cuyas oraciones aceptas, en tu amante compasión, oh Cristo mío, y haz de tu siervo un hijo de la luz; pues Tú eres nuestra única santificación y el esplendor de nuestras almas, oh Señor bueno. Y a Ti te glorificamos, como corresponde, Dios y Señor. , todos los días.

Otra Oracion

Que tu Santo Cuerpo, oh Señor Jesucristo Dios nuestro, me sea para la obtención de la vida eterna, y tu preciosa Sangre para la remisión de mis pecados. Que esta Eucaristía me sirva de alegría, salud y gozo y que me haga digno a mí, pecador, de permanecer a la diestra de tu Gloria, el temible día de tu Segunda Venida, por las oraciones de tu Purísima Madre y de todos tus Santos.

Oración a la

Santísima Madre de Dios

¡Oh Santísima Soberana y Madre de Dios, luz de mi alma entenebrecida, esperanza mía, mi amparo, mi refugio, mi consuelo y mi alegría! Te doy las gracias, porque me has concedido a mí, el indigno, participar del purísimo Cuerpo y de la preciosa Sangre de tu Hijo. Pero Tú, que diste a luz la verdadera Luz, ilumina los noéticos ojos de mi corazón. Tú, que has dado al mundo la fuente de la inmortalidad, vivifícame a mí que yazgo muerto en el pecado. Tú, que eres la amante madre llena de compasión del Dios misericordioso, ten piedad de mí y concédeme arrepentimiento y contrición de corazón, y humildad de mente, y la liberación de la esclavitud de los malos pensamientos. Y concédeme que hasta mi último suspiro pueda recibir sin condenación la santificación de estos santos misterios, para la salvación del alma y del cuerpo. Y concédeme lágrimas de arrepentimiento y de confesión: que yo pueda alabarte y glorificarle todos los días de mi vida; pues bendita eres Tú y glorificada por los siglos de los siglos. Amén.

 

Missionary Leaflet # S25
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Editor: Bishop Alexander (Mileant)

 


(Oraciones_libro.doc, 03-19-2002)