Santos Ortodoxos

de América del Norte.

 

 

Contenido:

La Vida de San Germán de Alaska.

Los Años de Juventud.

La Misión de la América Rusa.

El Tirano Baranov.

La Vida en la Isla de los Abetos.

Persecución del Padre Germán.

Los dones del padre Germán.

En el anochecer de la vida.

Glorificación de San Germán de Alaska.

Extractos de las cartas de San Germán.

San Juvenal de Alaska.

Los Testimonios de San Germán y de San Inocencio.

San Tikon de Alaska

Patriarca y Confesor de Moscú

Iluminador de América del Norte.

 

 

La ortodoxia fue introducida en América del Norte a fines del siglo XVIII, por misioneros rusos enviados para evangelizar a los autóctonos y para proveer a las necesidades espirituales de los comerciantes y de los colonos rusos de las islas Aleutianas y de Alaska, mientras eran posesiones Rusas. En 1741 el padre Hilarión, un misionero de Siberia, acompañó a Vitus Béring en uno de sus viajes de exploración a la costa de Alaska y celebró la primera Divina Liturgia en el Nuevo Mundo. En 1767 Gregorio Shelikov, el verdadero fundador de la colonia Rusa en Alaska, bautizó a 40 personas y recurrió al monasterio de Valaam para enviar misioneros a la colonia.

Luego de la incorporación formal de Alaska al Imperio Ruso en 1791, el monasterio de Valaam nombró a un grupo de 10 monjes como misioneros para la colonia; llegaron a la isla de Kodiak, la capital de la colonia, el 24 de septiembre de 1794. A pesar del conflicto entre la misión de Valaam y la administración Rusa respecto al tratamiento rudo que se le daba a los autóctonos, los monjes se consagraron a la evangelización de los pobladores de Alaska con una gran sensibilidad, al mismo tiempo por su simpático acercamiento respecto de la antigua herencia religiosa de estos pobladores y por sus ejemplos personales. Varios miles de autóctonos fueron bautizados muy rápido por esta misión, a pesar de la resistencia de ciertos pobladores que tuvo como consecuencia el martirio del hieromonje Juvenal en 1796. Uno de los monjes, Germán, estableció una ermita en la isla de los abetos, cerca de Kodiak, en 1808 y pasó el resto de su vida como ermitaño, enseñando y ayudando a los aleutianos. Era muy respetado por ellos y fue canonizado en 1970 como el primer santo ortodoxo en América.

En 1824, el Padre Juan Veniaminov llegó a Alaska. Extremadamente dotado y activo, lingüista, escritor, carpintero, ebanista, mecánico y administrador, el Padre Juan se consagró enteramente a la vida de la misión durante alrededor de 30 años. Luego de la muerte de su esposa en 1839, tomó la tonsura de monje bajo el nombre de Inocencio y fue ordenado obispo de Kamtchatka, de las islas Kuriles y de las islas Aleutianas, en 1840. La vasta diócesis del obispo Inocencio comprendía la inmensa península de Kamtchatka, las islas Aleutianas y Alaska. Inocencio fue transferido a Siberia en 1852 y fue nombrado metropolita de Moscú en 1868. En 1977 fue canonizado San Inocencio de Moscú, iluminador de los aleutianos y apóstol de América.

Luego de la venta de Alaska a los Estados Unidos en 1867, la sede de la diócesis fue transferida de Sitka, en Alaska, a San Francisco, abriendo otro capítulo de la presencia ortodoxa en el Nuevo Mundo. La fe ortodoxa fue implantada en los Estados Unidos continentales y en Canadá por inmigrantes de los países de cultura ortodoxa, en primer lugar los griegos, hacia mediados del siglo XIX. La primera parroquia ortodoxa griega fue fundada en 1864 en Nueva Orleáns. Luego llegaron ucranianos y rusos, en gran cantidad, a fines del siglo XIX y principio del XX y también árabes, búlgaros, rumanos y serbios. Antes de la primera guerra mundial nacieron las primeras parroquias ortodoxas de los Estados Unidos, fundadas por inmigrantes, hombres de negocios y diplomáticos. Estas parroquias eran multilingües y multiétnicas, compuestas principalmente por griegos, árabes y eslavos. Otras parroquias fueron fundadas en San Francisco (1868), Nueva York (1870), Chicago (1888), Portland en Oregon (1890), Seattle (1892) y en otros lugares. Estas parroquias recibían presbíteros y ayuda de la diócesis misionera de San Francisco –el obispo ruso era el único jerarca ortodoxo presente en América del Norte y tenía jurisdicción sobre todas las comunidades ortodoxas en Estados Unidos y Canadá.

Entre 1890 y 1920, centenas de millares de inmigrantes llegaron a los Estados Unidos y al Canadá desde Europa del Este, los Balcanes y el Medio Oriente, gran parte de entre ellos llevaban su fe ortodoxa. Muchos eran uniatas o griegos católicos descendientes de los cristianos ortodoxos de Europa del Este, que se unieron a Roma en el siglo XVI. La iglesia católica en América fue poco acogedora para los católicos de rito bizantino. La experiencia personal de un presbítero uniata Alexis Toth y de su parroquia en Miniápolis, los condujo a unirse a la Iglesia ortodoxa en 1891. El padre Alexis se volvió un abogado incansable del retorno de los uniatas a la ortodoxia y durante los 30 años siguientes, numerosas parroquias uniatas se unieron a la diócesis misionera ortodoxa. Entre 1898 y 1907 la diócesis fue dirigida por el obispo Tikhon, una personalidad dinámica y visionaria, que reconoció la importancia de proveer a las necesidades de todas las nacionalidades de las que estaba compuesta la diócesis. Él vio la necesidad de progresar hacia una Iglesia ortodoxa local, autosuficiente y autónoma en el Nuevo Mundo. Además de fundar nuevas parroquias, abrió el primer seminario ortodoxo en Miniápolis, el primer monasterio en South Canaan en Pensilvania y celebró la primera consagración de un obispo ortodoxo en el Nuevo Mundo, el antioqueno Rafael Hawaweeny, en 1904. El obispo Tikhon volvió a Rusia en 1907, y en 1917 durante la revolución bolchevique, fue elegido primer patriarca de Moscú, después de 200 años. Nació al cielo en 1925, después de haber soportado malos tratos por parte de los Soviéticos y fue canonizado en 1989.

Aún en la época del obispo Tikhon, signos de división aparecieron entre los ortodoxos de América del Norte. Aunque la diócesis misionera tenía la responsabilidad canónica por los griegos ortodoxos, muchas parroquias griegas prefirieron asociarse a la Iglesia de Grecia o al Patriarcado ecuménico de Constantinopla. Sin embargo fue la revolución rusa de 1917, la que tuvo como consecuencia el hundimiento de la diócesis misionera, como jurisdicción canónica única en América del Norte. Privado de sostenimiento financiero y espiritual de la Iglesia madre, atacado por la "izquierda," por el clero radical y el movimiento de la "Iglesia viva" de inspiración comunista, y por la "derecha," por los realistas y por la Iglesia Rusa en el exilio, fundada en 1921 en Serbia, la diócesis América multiétnica, no podía defender más sus prerrogativas frente a las diversas comunidades en América del Norte. La mayoría de las comunidades ortodoxas no eslavas y algunos grupos eslavos, se reagruparon en jurisdicciones étnicas: la Arquidiócesis Griega de América fue fundada en 1922; el mismo año las parroquias carpato-rusas se retiraron de la diócesis Americana y los búlgaros fundaron su propia jurisdicción. En 1924, parroquias árabes fueron aceptadas en la jurisdicción del patriarcado de Antioquia y las otras se unieron a Antioquia en 1934; en 1924 las parroquias Ucranianas de Canadá, se asociaron a una Iglesia Ucraniana en el exilio y las parroquias Serbias de la diócesis Americana, se volvieron una parte de la Iglesia de Serbia en 1926. Después de la segunda guerra mundial, las jurisdicciones ortodoxas adicionales aparecieron en América del Norte reflejando otros conflictos y divisiones en Europa, particularmente después de la instalación de gobiernos comunistas en Europa del Este.

La solución "jurisdiccional" ciertamente favoreció una cierta estabilidad en la presencia de la Iglesia ortodoxa en América del Norte, pero el precio fue elevado: la ruptura de la unidad canónica y la emergencia de diócesis étnicas con jurisdicciones que se montaban una sobre otras, claramente una situación no canónica; los seminarios, las escuelas y las agencias sociales fundadas por la diócesis Americana desde 1885, fueron cerradas por falta de medios. Además algunos conflictos y una competencia surgieron entre el clero, que dieron por resultado una perdida de confianza entre los fieles.

A pesar del problema de la jurisdicción, la Ortodoxia se desarrolló en América del Norte, particularmente después de la segunda guerra mundial, con nuevas olas de inmigrantes ortodoxos y de conversiones a la ortodoxia de personas que venían de otras confesiones cristianas y de otras religiones. La diócesis Americana de la Iglesia de Rusia que formalmente rompió sus relaciones con la Iglesia Madre en 1924, restableció sus lazos con la Iglesia de Rusia después de la segunda guerra mundial. En 1970 la Iglesia de Rusia acordó el estatuto de autocefalia a sus diócesis americanas bajo el nombre de Iglesia Ortodoxa en América.

Por los esfuerzos de algunos jerarcas enérgicos como el Arzobispo griego Athenágoras (el futuro patriarca de Constantinopla), Antony, metropolita Antioqueno y Valeriano, arzobispo rumano, algunas de las divisiones existentes en el interior de las iglesias étnicas pudieron ser superadas. Nuevas escuelas de teología fueron fundadas: Holy Cross en Massachusetts en 1937, San Vladimir en Nueva York y San Tikhon en Pensilvania en 1938; obras educativas y sociales se fueron reestableciendo gradualmente con los auspicios de diferentes jurisdicciones. Mientras que las nuevas jurisdicciones étnicas favorecían la utilización de lenguas litúrgicas nacionales, con el tiempo la utilización del inglés, que había comenzado tempranamente en la diócesis misionera, se volvió más popular, sobre todo con el debilitamiento del conocimiento de las lenguas nacionales en las diversas comunidades.

El establecimiento de la Iglesia Ortodoxa en América (EOA-OCA) en 1970 creó una nueva situación canónica. El patriarcado ecuménico y la mayoría de las iglesias no-eslavas no reconocieron su estatuto de Iglesia autocéfala, aunque quedaron en comunión con ella, y la EOA existe paralelamente a las otras jurisdicciones ortodoxas representadas en América del Norte. La EOA creó diócesis étnicas para sus parroquias rumanas, búlgaras y albanesas, pero su llamado para una unidad ortodoxa mayor no han tenido fruto.

Aún si la unidad ortodoxa sigue siendo problemática, el diálogo y la cooperación ínter-ortodoxo se ha desarrollado en el curso de los años. El primer proyecto ínter-ortodoxo, fue la comisión cristiana ínter-ortodoxa de educación, fundada en 1956, para estimular la educación religiosa y en 1960 la conferencia permanente de los obispos ortodoxos canónicos en América (SCOBA), fue establecida bajo la presidencia del representante del patriarcado ecuménico. La SCOBA lanzó un cierto número de iniciativas ínter-ortodoxas que comprendían, las caridades cristianas ortodoxas internacionales (IOCC), en 1961, que proveían de ayuda para el alivio de los desastres y el desarrollo humanitario. Por su comisión Ecuménica, la SCOBA, participa de los diálogos interreligiosos entre la Iglesia ortodoxa y otras confesiones cristianas.

 

Santos Ortodoxos de América.

Santos

Nacimiento/

Deceso

Fiesta

Período En América

Comentarios

S. Germán

de Alaska

1758 -

13/12/1837

13 dic.-

15 nov.

1794-1837

Primer santo canonizado en América.

Título : Taumaturgo de América.

S. Juvenal

d’Alaska

1761 - 1796

24 sep. - 13 dic.

1794-1796

Primer mártir ortodoxo en América.

S. Pedro el Aleuta

? - 1815

24 sep. - 13 dic.

Nacimiento -1815

Martirizado en California.

S. Inocencio

de Moscú

26/08/1797 -

31/03/1879

31 mar.

- 6 oct.

1824-1857

Primer obispo ortodoxo en América.

Título: Igual a los Apóstoles e Iluminador de América.

S. Jacobo Netsvetov de Alaska

1802 – 26/07/1864

26 jul.

1802- 1828-1864

Primer presbítero ortodoxo nacido en América. Título: Iluminador de los Pueblos de Alaska.

S. Alexis Toth

18/03/1854 -07/05/1909

7 may.

1889-1909

Título: Confesor y Defensor de la Ortodoxia en América.

S. Rafael (Hawaweeny) de Brooklyn

08/11/1860 – 14/02/1915

27 feb.

1895-1915

Primer obispo ortodoxo consagrado en América.

S. Juan Kochurov

13/06/1871 – 31/10/1917

31 oct.

1895-1907

Fusilado por marines bolcheviques.

Título: Misionero de América y primer Hiero mártir del yugo bolchevique.

S. Alejandro Hotovitzky

11/02/1872 -

otoño 1937

4 dic.

1895-1914

Arrestado por los comunistas en 1937; lugar y fecha de deceso desconocidos.

Título: Nuevo Hiero mártir de Rusia y Misionero de América.

S. Tikhon

de Moscú

19/01/1865 -

07/04/1925

7 abril y

9 oct.

1898-1907

Patriarca de Moscú 1917-25.

Título: Iluminador de América del Norte y Confesor de Moscú.

S. Juan (Maximovitch) de Shanghai y San Francisco

04.06.1896 -

02.07.1966

2 jul.

1962-1966

Primer santo de la inmigración rusa después de la revolución comunista.

 

La Vida de San Germán de Alaska.

 

Los Años de Juventud.

Germán nació en una familia de la clase comerciante en Serpoukov, no lejos de Moscú, hacia 1758. En la adolescencia, en 1772, entró en la vida monástica en el skite de la Trinidad San Sergio, a más o menos 100 millas de San Petersburgo, cerca del golfo de Finlandia. No conocemos el nombre de pila que le dio su familia, lo conocemos bajo el nombre de Germán, nombre que se le dio en el momento de la tonsura monástica.

Mientras Germán vivía en el skite de la Trinidad San Sergio, una infección en el costado derecho de su garganta comenzó a formar un absceso. La inflamación fue aumentando causándole una desfiguración pútrida. Él era incapaz de tragar y su estado empeoraba al punto de rozar la muerte. Una noche mientras sufría, giró hacia el icono de la Theotokos pidiéndole que rogara por su salud y tomó una servilleta húmeda que pasó por el rostro de la Virgen representada en el icono y luego cubrió su rostro inflamado con ella. Prosiguió con su plegaria, agotado y sufriente y finalmente se quedó dormido sobre el piso. Esa noche soñó y tuvo una visión de la Theotokos en la que curaba su infección. Cuando Germán se despertó, a la mañana siguiente, la inflamación había desaparecido y el absceso estaba completamente curado.

En 1779, mientras que tenía 21 años, fue transferido al antiguo y célebre monasterio de Valaam. Este monasterio está situado sobre una isla del lago Ladoga, en la parte Rusa de Finlandia. El monasterio de Valaam había sido fundado por dos monjes griegos, San Sergio y San Germán, en el siglo XII. A fines del siglo XVIII el padre Nazario, higúmeno de Valaam, era muy respetado por su comunidad monástica. Germán le tenía mucho afecto a este padre espiritual.

Los testimonios de Valaam en el siglo XVIII relatan que el padre Germán tenía una gran popularidad en el seno de la comunidad monástica, pero que a pesar de esta popularidad, él prefería vivir en una ermita en medio de los bosques de la isla. Él venía al monasterio durante breves visitas los domingos y en ocasión de alguna fiesta. Se dice que tenía una bella voz de tenor y que cantaba los oficios con una gran devoción.

La Misión de la América Rusa.

En 1793 Gabriel, metropolita de Novgorod y San Petersburgo, pidió al higúmeno Nazario que eligiera un grupo de monjes de Valaam para formar un equipo de misioneros que tendrían por tarea emprender la evangelización de la América Rusa (hoy Alaska). Los miembros de la misión de Valaam (llamados luego la misión de Kodiak) eran el archimandrita Joasaph, presbítero a cargo, los hiero monjes Juvenal, Macario, Atanasio, Esteban y Nectario, los monjes diáconos Esteban y Nectario y los monjes Joasaph y Germán.

El grupo viajó hacia el este, atravesando Rusia y Siberia durante cerca de un año (el viaje misionero más largo de toda la historia del cristianismo) y desembarcaron en la isla de Kodiak, en Alaska, el 24 de septiembre de 1794. A partir de Kodiak el equipo misionero emprendió su tarea de evangelización. La mayoría de los monjes permanecieron cerca de Kodiak donde también fundaron una escuela bilingüe (rusa y aleuta) para los autóctonos. Más tarde, los padres Macario y Juvenal partieron a llevar el Evangelio a los habitantes del continente. En ausencia del archimandrita Joasaph y más tarde del padre Gedeón, el padre Germán tenía la responsabilidad de la misión de Kodiak y de la administración de la escuela.

El Tirano Baranov.

Además de sus tareas misioneras, los monjes se volvieron conscientes de la necesidad de proteger a los pueblos autóctonos del trato brutal que les propinaban los empleados de la Compañía Rusa de América, que controlaba la colonia bajo la dirección de Alejandro Baranov; tirano egoísta que consideraba a los aleutas y a otros grupos autóctonos apenas poco más que esclavos. Como los monjes siempre tomaban partido por los Aleutas, eran ellos mismos, también, sujetos a persecuciones y calumnias. De echo en 1900, Baranov, decretó una asignación de residencia respecto de los monjes. Les prohibía todo contacto con sus fieles cristianos.

Para no chocar con Baranov, los monjes intentaron ubicar a los autóctonos bajo la protección imperial, entonces intentaron lograr que los autóctonos prestaran un juramento de fidelidad al zar. Baranov amenazó con hacer golpear a los monjes si no ponían fin a sus acciones. Para protestar los monjes se retiraron a su stike de Kodiak y rechazaron temporariamente servir a los fieles ortodoxos de la colonia, tanto los rusos como los norteamericanos.

En un estilo típico de su personalidad, Baranov, escribió que el padre Germán: "es un gran charlatán y que ama escribir aunque se queda en su ermita la mayor parte del tiempo y ni siquiera asiste a los oficios por miedo a las tentaciones de este mundo; él sabe de todas maneras todo lo que nosotros pensamos y hacemos, no solo durante el día sino durante la noche. Por su piadoso embaucamiento él sonsaca la información que desea de los estudiantes, de los servidores y aún de nuestros propios hombres." Por su parte el Padre Germán no tenía una opinión muy halagadora del tiránico Baranov. Se quejaba de la falta de abastecimiento que debía provenir de la Compañía, del trato brutal de la población autóctona y sobre todo de las mujeres, de la oposición a la fe y a la moral, de la falta total de justicia y del reino de terror mantenido por el déspota Baranov.

En 1817 Simón Yanovsky fue enviado para reemplazar a Alejandro Baranov como gerente de la Compañía Rusa de América. Aunque Yanovsky escuchó las horribles historias respecto del padre Germán, cuando se encontraron se produjo inmediatamente un magnetismo recíproco que se transformó luego en una amistad durable y enriquecedora. Mientras él escribía muchos años después su gira de servicio en Alaska, Yanovsky siguió mencionando al padre Germán con calor y afecto. A él le debemos mucha información sobre la vida del padre Germán.

La Vida en la Isla de los Abetos.

Entre 1808 y 1818, el padre Germán eligió establecerse en la isla de los abetos (Spruce Island), que él rebautizó Nueva-Valaam. La isla de los abetos está separada de Kodiak por un ancho estrecho de poco más de una milla. El padre Germán que seguía prefiriendo la vida de ermitaño, vivía en una choza cerca de una fuente de agua dulce, en este retiro insular cubierto de densos bosques. Sin embargo él era consciente que como misionero debía salir a menudo al mundo y a la sociedad. Sin embargo continúo sus esfuerzos misioneros mientras residía en la isla de los abetos durante más de 40 años. Cuando se le preguntaba cómo lograba vivir en el bosque y tolerar la soledad, el padre Germán respondía: "no estoy solo. Dios está aquí de la misma manera que lo está en todas partes. Los santos ángeles están aquí."

El padre Germán tenía también varios compañeros en el reino animal. Bandadas de pájaros venían a comer alrededor de su morada y sus animales de compañía favoritos eran una familia de visones salvajes. A menudo se escuchaba al anciano cantar y salmodiar los oficios monásticos desde su choza de Monk’s Lagoon (la laguna del monje). Trabajaba en su jardín cosechando nabos, rabanitos, papas, ajo, repollo y otras verduras y además pescaba y lo guardaba para los meses de invierno.

Un día el staretz estaba ocupado en su celda con su trabajo manual, cuando de pronto su discípulo Gerassime vino y no dijo la oración habitual en la puerta –"por las plegarias de nuestros santos padres, oh Señor Dios, ten piedad de nosotros"-. Al entrar en la celda dice: "Padre bendíceme." El staretz no respondió nada; el discípulo repitió su pedido varias veces, pero el anciano no respondía. El discípulo se quedó parado durante varias horas y decidió finalmente irse. Al volver al día siguiente dijo la plegaria habitual. El staretz respondió Amén. El discípulo dijo: "Padre bendíceme." El anciano lo bendijo y se sentó a realizar su trabajo. Entonces el discípulo le preguntó: "padre ¿por qué no me bendijiste ni respondiste cuando te lo pedí ayer?" A esto el anciano respondió: "Cuando vine a esta isla muchas veces los demonios venían a verme a mi celda, algunas veces bajo la forma de un hombre con alguna necesidad y otras veces en forma de animal y me hicieron cosas espantosas y malignas; es la razón por la cual no recibo a nadie en mi celda sin la plegaria." (Notas de Lazarev, octubre de 1864).

"En medio de la isla de los abetos descendía de la montaña una pequeña fuente de agua hasta el mar, cuya desembocadura siempre estaba cubierta de pedazos de madera y de algas traídas por la marea alta. En la primavera cuando el pez de río debía aparecer, el anciano sacaba la arena de la desembocadura del río, para que los peces pudieran pasar y el primer grupo de peces se precipitaba en el río. Aliaga recuerda el hecho siguiente: ‘a veces Apa (apa es la palabra aleuta para "padre") decía: ve y trae pescado del río’. Con el pescado seco él alimentaba a los pájaros y ellos volaban alrededor de su celda en gran cantidad. Bajo su celda vivían unos armiños que cuando están enojados son feroces y no conviene acercarse a ellos, pero el staretz los alimentaba con sus propias manos. ‘¿No es un milagro lo que hemos visto?’, decía su discípulo Ignacio. Ellos habían visto al padre Germán alimentar a los osos. Con la muerte del staretz tanto los pájaros como los animales salvajes desaparecieron y su jardín no produjo ninguna verdura más, aunque alguien plantara algo por su propia iniciativa, certificó Ignacio." (Vita prima: La Vie du moine Germain de Valaam, Mission américaine, San Petersburgo, 1868).

Una mujer joven de nombre Sophia Vlasova, vino a buscar al padre Germán para pedirle si podía vivir cerca de él bajo título de discípula. El anciano recibió favorablemente su pedido y ella lo ayudaba y enseñaba en la escuela. El padre Germán decía que después de su muerte Sophia iría a morar a la isla y proseguir su obra. De la misma manera le confió el cuidado del icono que él había ubicado en la playa cuando la isla de los abetos había sido amenazada por un maremoto.

El padre Germán era de estatura más bien pequeña, con un rostro pálido y arrugado. Sus ojos grisáceos azulados estaban llenos de un fulgor centelleante. Vestía una blusa de piel de reno y pantalones de tela bajo su sotana monástica. Siempre llevaba las mismas vestimentas que se fueron gastando hasta tener la tela raída y que eran recubiertas de piezas nuevas con el correr de los años. Dormía poco y pasaba la mayor parte de sus noches en oración. A modo de cama dormía sobre un banco cubierto de una piel de reno y como almohada usaba dos ladrillos también cubiertos de piel de reno. Comía muy poco, habitualmente, según el régimen monástico de verduras y pescado, pero a causa de la extrema pobreza y de la escasez de alimento en todas las islas aleutianas, el Santo Sínodo le permitía comer carne en algunas ocasiones. Sin embargo él no comía la carne como tal, sino que consumía un caldo preparado con esta carne. Como manera adicional de esfuerzo ascético llevaba sobre sus espaldas un conjunto de cadenas que pesaban alrededor de 8 kilos.

Persecución del Padre Germán.

El monje del gran hábito Serge Yanovsky escribe: "como el padre Germán ha revelado que muchos llevaban una vida alcohólica, eran pecadores de una manera asquerosa y oprimían a los aleutas, se hizo de muchos enemigos y se atrajo muchos desacuerdos y calumnias. Él sufrió todo eso y cargó con su pesada cruz en silencio... Debo confesar que yo mismo escuché tales historias calumniosas sobre el padre Germán que yo había comenzado a responder por escrito en San Petersburgo, aún antes de haberlo conocido.

"Me han contado que él estimulaba a los aleutas a montar una rebelión contra las autoridades de aquel lugar (Kodiak), pero al año siguiente 1819, yo partí en barco para hacer una gira de inspección de todas las colonias y en noviembre llegué a la isla de Kodiak. El padre Germán vino inmediatamente a verme y me explicó las condiciones locales de vida, la gran pobreza de los aleutas, en qué necesidad se encontraban, y de cuántas maneras eran oprimidos y me pidió que los protegiera. Yo prometí pasar revista de todo aquello y hacer lo que pudiera...

"Después de mi período de servicio, el padre Germán fue sometido a grandes presiones y persecuciones para llevar su cruz hasta el fin. En mi carta yo supe por otras fuentes que después de mi partida un presbítero llegó de Irkoutsk, provisto de poderes de gran envergadura para el obispo. El presbítero envío devuelta al hiero monje Joasaph a Irkoutsk; el hiero diácono ya estaba muerto. Él hostigó al padre Germán, hizo un inventario y tomó todo lo que él tenía, que llegaba a la suma de 8.000 rublos papel. Este dinero y otros artículos habían sido juntados para la construcción de una nueva iglesia, para reemplazar enteramente la vieja estructura deteriorada. El mismo me había dicho cómo hacía esta colecta pero otras personas lo veían como la "fortuna personal" del padre Germán, sin embargo eso no había sido el caso. Es verdad que él jamás se rehusaba a aceptar ofrendas ya fuera en alimentos, en dinero, o en otros artículos, pero él daba muchas cosas a aquellos que no tenían nada, mientras que el dinero era dejado de lado para la reconstrucción del monasterio.

"Él mismo no llevaba camisa sino siempre la misma piel de reno –kuchianka- una especie de camisa, que como él mismo se lo había contado, no se había sacado, ni cambiado desde hacía ocho años. En consecuencia la piel ya estaba carcomida y se había vuelto extraña, la piel misma estaba manchada. Para completar él llevaba unas bragas o pantalones, bashmaks o calzados, una sotana, un antiguo raison desgastado y una capa remendada y zurcida en varios lugares y un klobouk. Vestido con estos ropajes ¡venía a verme con cualquier tiempo que hiciera, lluvia, ventisca, tormenta o frío! ¡Esto es lo que el amor cristiano quiere decir, tan diferente del terrestre! ¿Qué esperaba él de mí, qué buscaba él? ¡Él deseaba solamente salvar el alma de una persona en el error! ¡Que el Señor se acuerde de él en su Reino y quiera que él entre en la gloria del Señor!

"Así entonces el presbítero Irkoutsk era duro y grosero con él de muchas manera y también quería enviarlo devuelta a Irkoutsk, pero mi sucesor no lo dejó hacer esto y protegió al staretz." (Extraído de una carta de Yanovsky al padre Superior Damaceno de Valaam, 22 de noviembre de 1865).

"Los directores anteriores de la colonia, los señores Chitiakov y Mouraviov, remaron varias veces hasta la isla de los abetos en canoa durante la noche, para no ser visto por la gente, acompañados por el administrador anterior de Kodiak, Nikiforov y el padre Frumenty. Desembarcaron en la isla de los abetos en un lugar en donde no serían notados y se escondieron en el bosque como si realizaran una emboscada y se quedaron a vigilar lo que hacía el padre Germán. Como no debían ser notados, ellos volvieron tranquilamente aquella misma noche, sin haber visto nada prejuicioso, de manera tal que no pudieron oscurecer ni calumniar al staretz.

"En 1825 cuando el presbítero Frumenty Mordovsky llegó a Kodiak, ¡por qué causa o razón no lo sé, él fue a la isla de los abetos y se puso a preguntar (así lo dicen todavía hoy en día) sobre la manera en que vivía el padre Germán! Junto con él se encontraba el Administrador Nikiforov y empleados rusos de la compañía. Como no encontraron nada de valor entre sus bienes, uno de los rusos, Ponomarkov tomó un hacha y se puso a arrancar los listones del piso, (sin duda con permiso de sus superiores). Entonces parece que el padre Germán dijo con un suspiro y con espíritu de resignación: "¿Oh desgraciado, tu no deberías haber tomado esta hacha?" Él predijo que perdería su vida por medio de tal arma. Y así, poco tiempo después, hizo falta gente para cumplir una tarea, por temor de que Nikolaïevsk y algunos empleados rusos, fueran enviados desde Kodiak y junto con ellos, Ponomarkov. Allí poco tiempo después, un Kenaï, cortó la cabeza del hombre mientras dormía. De esta manera se cumplió la profecía del staretz ofendido." (Extraído de las palabras de Constantin Larionov, Sitka, Alaska, 21 de mayo de 1867)

Los dones del padre Germán.

Se sabe que el padre Germán tenía a veces la capacidad de discernir el porvenir y de prever ciertos acontecimientos varios años antes. Un día un temblor de tierra local había causado un maremoto. La inundación amenazaba con devastar la isla y los aleutas vinieron a pedir ayuda al padre Germán. Él tomó el icono de la Theotokos que estaba en el orfanato, fue a la playa, ubicó el icono en la arena y celebró un oficio de plegaria. Inmediatamente el padre Germán dijo a la gente que no debían temer, el agua no sobrepasaría el nivel donde el icono había sido ubicado. Y así sucedió.

El padre Germán amaba mucho a los niños. Los tomaba en sus brazos y los reconfortaba, pasaba mucho tiempo entre los jóvenes, les contaba historias y les hablaba del Señor. Tenía él habito de tener galletitas que el mismo hacía para ellos. Bien entendido ellos venían a menudo a buscarlo porque adoraban a su padre bienamado.

En 1818 un barco proveniente de los Estados Unidos trajo una enfermedad fatal a los autóctonos de Kodiak (se cree que era la peste). Los síntomas comenzaban por fiebre, luego un gran resfrió, respiración difícil, el aliento corto, ahogos y finalmente escalofríos. El enfermo moría habitualmente después de tres días de sufrimiento. Esta epidemia se expandió a las otras islas de la región. Centenares de aleutas perecieron en estas circunstancias. Como no había medicinas en la isla, el padre Germán permaneció constantemente con ellos cuidándolos, reconfortándolos y rogando por ellos. La epidemia duró alrededor de 1 mes. Cuando se terminó, el padre Germán, condujo a los huérfanos con él a la isla de los abetos donde les construyó una escuela y un orfanato. De la misma manera él construyó una pequeña capilla y los habitantes de la isla se reunían ahí con él para la plegaria.

Un barco de San Petersburgo llegó a la costa de Kodiak en 1818. El capitán Vassili Golovnine había sido enviado por el gobierno para proceder a la inspección de las colonias de la Compañía Rusa de América. El padre Germán fue invitado a bordo para una visita. El capitán era un caballero inteligente y bien educado. Esa noche él fue rodeado de varios de los mejores oficiales de la marina imperial. Así se presentó este pequeño viejito delgado y sin pretensiones, con sus vestimentas desgastadas, en medio de este lujo intimidante.

Durante esa noche, en el curso de la conversación, el anciano que poseía una inteligencia natural y mucho sentido común, a pesar de su educación limitada, les preguntó a los miembros de la tripulación que era aquello que les daba la mayor felicidad. Algunos desearon la riqueza, otros una posición elevada en la marina imperial, otros quería una linda mujer, etc., "¿qué hay mejor, más elevado, más digno de amor y más espléndido que nuestro Señor Jesucristo, que ha creado el mundo, que lo embellece, que da la vida, la nutre y ama todas las cosas, que es Él mismo amor? ¿No deberíamos amar a Dios por encima de todas las cosas? ¿Desearlo y buscarlo?" Alguien respondió: "Pero es evidente, ¿cómo podemos no amar a Dios?" Él respondió: "Yo que soy un pobre pecador hace más de cuarenta años que intento aprender cómo amar a Dios y todavía no puedo decir que lo amo como debería. Cuando amamos a alguien nos acordamos siempre de esta persona, intentamos continuamente complacerla. Estamos preocupados por esta persona día y noche. Nuestro espíritu y nuestro corazón están ocupados con el objeto de nuestro amor. ¿De qué manera aman ustedes a Dios? ¿Se vuelven a menudo hacia Él? ¿Se acuerdan siempre de Él? ¿Le piden sin cesar y guardan sus mandamientos?" La tripulación admitió que no lo hacían. "Entonces, para nuestro bien y nuestra felicidad, hagamos todos este voto: al menos a partir de hoy, de esta hora, de este minuto mismo, esforcémonos por amar a Dios por encima de todo y de cumplir sus enseñanzas." ¡Qué inteligente y soberbia conversación condujo en sociedad el padre Germán, sin ninguna duda esta discusión ha debido inscribirse en el corazón de sus oyentes por el resto de sus vidas!

En 1819, 25 años después de los inicios de la misión de Kodiak, solamente 3 de los miembros del equipo misionero original vivían entonces en la región. Todos los otros monjes habían perecido o habían vuelto a Rusia. Los misioneros que quedaban eran el Padre Germán, en la isla de los abetos, el Padre Atanasio en la isla Afognak y el Padre Joasaph en Kodiak.

En el anochecer de la vida.

"Los ojos terrestres del staretz se habían vueltos ciegos unos 7 años antes de su muerte. Cuando estuvo cerca de su final le dijo a su discípulo Gerassime: "Ve y llama a las niñas que están allí," queriendo significar a los niños espirituales. Comenzó por decirle a Sophia que ella debería continuar viviendo en la isla de los abetos y que cuando ella muriera, debería ser enterrada a sus pies. Instruyó a varios de los otros jóvenes para que tomaran marido y ordenó también a su hijo espiritual Gerassime que se casara y siguiera viviendo en la isla de los abetos. Le entregó sus libros para que lo conservara diciéndole: "cuando yo muera, mata al buey, pues sus trabajos para mí ya han sido realizados." "Tal vez deberíamos decir más sobre este animal. Cuando los pobladores llegaron a la isla de los abetos, le habían regalado al staretz un ternero y el staretz lo crió y alimentó. Cuando el anciano murió, los otros no quisieron matar a este buey y al día siguiente el animal se abalanzó contra un árbol y murió." (Relato del peregrino Lazaver sobre la vida del monje Germán, octubre de 1864)

El Padre Germán dijo a sus fieles bienamados que no habría presbíteros cerca para celebrar sus funerales cuando él pereciera. Las personas deberían enterrarlo ellas mismas. Él deseaba ser puesto directamente en tierra, cerca de su compañero, el misionero Padre Joasaph. "Entiérrenme ustedes mismos y no esperen al presbítero. No laven mi cuerpo. Ubíquenlo sobre una tabla, junten mis manos sobre mi pecho, envuélvanme sobre mi raison y cubran mi rostro. Pongan mi koublou sobre mi cabeza. Si alguien desea hacerme una despedida, déjenlo abrazar la cruz que llevo conmigo. No muestren mi rostro a nadie."

El staretz dijo: "cuando yo muera, no lo comenten en el puerto, sino que entiérrenme ustedes mismos cerca del Padre Joasaf." Luego, continuó: "prendan una lámpara delante de los iconos y dejen que mi alumno Gerassim lea los Hechos de los Apóstoles. Después de algunas lecciones de este santo libro el rostro del Anciano se iluminó y dijo: "Alabado seas tú, oh Señor." Entonces ordenó que apagaran las lámparas y les dijo que el Señor le había ofrecido una semana de vida de más. Transcurrida una semana, el staretz ordenó, como había hecho antes, que prendieran las lámparas y que Gerassim leyera los Hechos. Luego de un corto instante inclinó la cabeza sobre el pecho de Gerassim, su rostro se puso de pronto a brillar y su celda se llenó de pronto de un perfume divino y ellos supieron que el staretz estaba muerto. Su discípulo no osó no informar a las autoridades del puerto la muerte del staretz, porque todos lo amaban. En respuesta a esta novedad, él recibió instrucción de no proceder al entierro sino de esperar a que un presbítero viniera y trajera un ataúd. Tan pronto como estuvo previsto el ataúd, el tiempo se arruinó y sopló un viento tan fuerte que no fue posible que el presbítero desembarcara y el cuerpo del staretz permaneció así durante doce días. Gerassim y los otros discípulos resolvieron enterrar al staretz y ni bien ubicaron el cuerpo en la tierra, el tiempo se volvió calmo y claro. En ese momento el presbítero llegó con el ataúd pero decidió no exhumar el cuerpo ya que era evidente que había complacido a Dios y al staretz que fuera enterrado de ese modo. (Relato del peregrino Lazarev respecto de la vida del monje Germán, octubre 1864)

"Durante nuestra permanencia en el pueblo de Katani, en la isla de Afognak, una noche pudimos ver una columna brillante de luz poco habitual, que se elevaba en los aires por encima de la isla de los abetos, mientras que los hombres mayores experimentados y el marido de Anna y el criollo Gerassim Vologdine dijeron: "parece que el padre Germán los ha dejado" y se pusieron inmediatamente a rogar a Dios. Cuando ellos supieron la muerte del padre Germán se dieron cuenta que ello había sucedido la misma noche de la visión.

"He oído hablar de eso por diversas fuentes, de gente que lo vio de diferentes lugares, y otros que lo vieron cuando ellos estaban en el mar en una canoa. Desde entonces la misma noche en otros poblados y también en Afognak, un cuerpo fue visto en el cielo bajo las nubes por encima de la isla de los abetos." (Extraído de las notas de Konstantin Larionov, Stika, Alaska, 21 de mayo de 1867)

El padre Germán se durmió en el Señor el 13 de diciembre de 1837, a la edad de alrededor 80 años.

Glorificación de San Germán de Alaska.

Casi inmediatamente los fieles del lugar consideraron al anciano como un santo. Él era continuamente conmemorado en Alaska y luego en Finlandia y en Rusia. Mas tarde la devoción al padre Germán se expandió entre los ortodoxos a través de América del Norte. Varios acontecimientos milagrosos se produjeron a través del mundo gracias a su intercesión.

En marzo de 1969, el santo sínodo de la iglesia Rusa Ortodoxa Griega Católica en América (pronto obtendría la autocefalía y sería llamada la Iglesia Ortodoxa en América) se reunió y proclamó que el padre Germán sería glorificado como un santo por haber obrado fielmente "en el trabajo espiritual del servicio apostólico entre los autóctonos que él iluminó con la luz de la verdad del evangelio." Los obispos prosiguieron: "Aquellos y aquellas que lo han visto una vez, que han tenido un contacto con él no pueden olvidarlo. Los jerarcas lo conmemoran, los presbíteros y los creyentes de América lo conmemoran actualmente como un intercesor ante Dios." El 7 de agosto de 1970 obispos, presbíteros y fieles provenientes de toda la ortodoxia se reunieron durante 3 días en la Iglesia de la Resurrección de Kodiak donde las reliquias del anciano estaban expuestas y entablaron el proceso de su glorificación, que terminó con la Divina Liturgia y los últimos actos de la canonización el 9 de agosto. San Germán anciano y taumaturgo de Alaska, se volvió el primer santo glorificado del primer mundo.

Extractos de las cartas de San Germán.

El camino de un cristiano

Sin elevarme al rango de profesor cumplo sin embargo mi deber y mis obligaciones como un servidor obediente para el beneficio de mi vecino, hablaré de mi pensamiento fundamental sobre los mandamientos de las santas escrituras a aquellos que tienen sed y buscan su patria eterna en los cielos.

Un verdadero cristiano está echo de fe y de amor hacia Cristo. Nuestros pecados no son ningún obstáculo a nuestro cristianismo según la palabra del propio salvador. El se digno decir: "no son los justos a los que vine a llamar a la salvación sino a los pecadores; hay más alegría en el cielo por uno que se arrepiente que por 99 justos." De la misma manera respecto de la mujer pecadora que tocó su pie él se digno decir a Simón, el fariseo: "A aquel que tiene amor una gran deuda le es perdonada pero a aquel que no tiene amor se le pedirá cuenta aún por una pequeña deuda." Según estos juicios un cristiano debería llenarse de esperanza y gozo y no aceptar la menor desesperanza. Allí es donde necesitamos el escudo de la fe.

El pecado para aquel que ama a Dios no es otra cosa que una flecha del enemigo en la batalla. El verdadero cristiano es un combatiente que por medio de combates se abre paso a través de los regimientos del enemigo invisible hasta su morada eterna en los cielos. Según la palabra del apóstol nuestra patria está en los cielos; y respecto del combatiente dice: "nuestro combate no nos opone a la carne ni a la sangre sino a los Principados y a las Potencias, a los Soberanos de las tinieblas de este siglo, a los espíritus de la vileza bajo los cielos" (Ef. 6:12)

Los vanos deseos de este mundo nos separan de nuestra patria; el amor por ellos y el hábito de ellos revisten nuestra alma con una especie de horrorosa vestimenta. Esto es llamado por los apóstoles "el hombre exterior." Viajando por el camino de esta vía y recurriendo a Dios para que nos ayude debemos desvestirnos de esta odiosa vestimenta y vestirnos con nuevos deseos, con un nuevo amor por la época por venir y en consecuencia adquirir el conocimiento de nuestro grado de proximidad o de lejanía respecto de nuestra patria celeste. Pero no se puede hacerlo rápidamente; más bien hay que seguir el ejemplo de los enfermos que al desear la salud no cesan de buscar los medios para curarse. (Carta de San Germán, 20 de junio de 1820)

La providencia de Dios

Un terrible accidente tiene el poder de despertar nuestra conciencia a la existencia de las calamidades y a los diversos peligros que nos rodean y de los cuales la providencia de Dios nos preserva. Al mismo tiempo eso nos convence de reconocer nuestra propia debilidad e imperfecciones y de buscar la protección del Padre y su defensa más poderosa que nos confirma la sabiduría y el Verbo de Dios, el cual descendió de lo alto por la voluntad de nuestro Padre celestial bajo un manto de carne como la nuestra, tejido por la Potencia Divina en la más pura Virgen para nuestra salvación. Él se hizo hombre y se dignó enseñarnos a rogar para que no seamos conducidos a la tentación. Eso nos recuerda a qué Padre le debemos nuestra existencia, esto a su vez debería hacernos buscar nuestra patria celeste y nuestra herencia eterna. (Carta de San Germán a Baranov, 1809)

El combate espiritual

No es en medio de las olas de la tormenta del mar que estamos tambaleantes sino en este mundo seductor muy agitado, sufriente y errante según la palabra del apóstol. Aunque no tengamos tanta gracia como los apóstoles, podemos luchar contra los mismos Principados y Potencias, contra los Soberanos de las tinieblas de nuestro tiempo, contra los espíritus del mal bajo los cielos, que se esfuerzan por interceptar, retener e impedir a todos los viajeros en la ruta hacia su patria celeste; porque según la palabra de San Pedro, "nuestro Adversario, el Diablo, ruge como un león rugiente buscando a quien devorar" (1 P 5:8); y por esta razón nosotros que somos débiles e imperfectos tenemos ciertamente mucha necesidad de buscar ayuda en las plegarias de los unos y de los otros. (Carta de San Germán, 13 de diciembre de 1819)

 

San Juvenal de Alaska.

Durante alrededor de dos siglos, la historia del martirio del misionero hiero monje Juvenal fue ocultada por errores, por falta de información y la calumnia anticlerical. La tradición oral de los indígenas de Alaska así como pruebas indirectas persuasivas están en conflicto con los informes que se expandieron ampliamente en el siglo XIX. Lo que es seguro es que el padre Juvenal murió como mártir de la fe en manos de los indígenas, en Alaska occidental hacia 1796.

Jacob Govoruchkin nació 1761 en una familia de clase media en Ekateringburg, situada en las montañas de los Urales, en Rusia. Su padre Teodoro era el director de una fábrica. Jacob sirvió como oficial de tecnología en el ejército y en 1791 recibió una descarga honorable del servicio. Ese mismo año entró al monasterio San Alexander Nevsky, en San Petersburgo. En el momento de su tonsura tomó el nombre de Juvenal por San Juvenal, patriarca de Jerusalén en el siglo V. Fue ordenado presbítero y poco después el padre Juvenal se desplazó al monasterio de Konyavesky sobre el lago Ladoga en la Finlandia Rusia.

En diciembre de 1793 el padre Juvenal, su hermano menor Esteban y otros ocho monjes, incluido San Germán, continuaron la misión de Valaam en Kodiak, Alaska. Su tarea era la de misioneros en la diócesis de Irkoutsk, en Siberia, entre los pueblos autóctonos de las islas Aleutianas y de Alaska. La Compañía Rusa en América, establecida en Alaska, debía asumir la responsabilidad del mantenimiento material de la misión. Su viaje de 12.000 Km. a través de Rusia y la Siberia (donde se juntaron con 29 familias de exiliados destinados a Alaska) y el Océano Pacífico, duró 9 meses. Llegaron a la isla de Kodiak el 24 de septiembre de 1794.

Poco después de la llegada de los monjes, el padre Juvenal comenzó a viajar alrededor de la isla. Él tenía los dones necesarios para el trabajo de misionero, con una gran energía y lleno de entusiasmo. Por gracia de Dios, la enseñanza apostólica del padre Juvenal, sus cuidados pastorales y su ejemplo personal, muchos pobladores de Alaska aprendieron la Buena Nueva del Salvador y abrazaron la fe ortodoxa. Los monjes dividieron el territorio para sus expediciones y en dos años, más de 12.000 pobladores de Alaska habían abrazado el cristianismo.

El padre Juvenal dejó la isla de Kodiak durante el verano de 1796 y se dirigió hacia el continente de Alaska. En Nuchek, en la costa, el padre Juvenal bautizó a más de 700 indios Chugach Sugpiaq. A continuación viajó al noroeste a través de la península de Kenai hasta la ensenada de Cook (cerca de la actual Anchorage). Pasó el invierno evangelizando y bautizando a los indios Athabasquais, que vivían en esta comarca. Como él había dicho antes al padre Macario, sus planes eran continuar sus actividades misioneras hacia el oeste, hacia la región del lago Iliamna y luego más adelante al noroeste hacia las riveras del mar de Bering, donde había una colonia rusa. Después de su travesía por las montañas cerca del lago Iliamna nunca más se oyó hablar del padre Juvenal.

Las tradiciones orales locales de los pueblos de Alaska cuentan el lugar y los acontecimientos del martirio del padre y de su guía. Los ancianos del delta de Kuskokwim decían que un presbítero había sido muerto por una partida de caza de los Yup’iks de la costa:

El presbítero llegó en barco a Quinhagak, cerca de la desembocadura del río Kuskokwim. Llevaba con él un compañero, muy probablemente un indio athabasquais o tanainais, de la región de Iliamna o de la región de Kenai. Ese compañero, que aparentemente era un lector en la iglesia, ayudaba al padre Juvenal como traductor y guía. Los Inuits, locales de Yupiat, se asustaron con la llegada de estos extraños. Mientras el padre Juvenal se levantaba en el barco para hablar con los Inuits, agitaba sus brazos como si "cazara moscas" (es decir que los bendecía con el signo de la cruz), el shaman Yupiat mandó que los intrusos fuesen inmediatamente muertos. Una lluvia de lanzas y de flechas alcanzó al padre Juvenal. Su compañero saltó del barco y buceo profundamente en la corriente. Permaneció bajo el agua por largo rato, nadando y zambulléndose de nuevo. Sus capacidades de nadador,"como una foca," impresionaron a los Inuits pero con sus kayak alcanzaron la proa de su canoa, lo capturaron y lo mataron igualmente. El cuerpo del padre Juvenal fue llevado por el río Kuskokwim en las montañas y fue enterrado.

La historia cuenta también que el shaman en cuestión estaba muy atraído por la cruz que llevaba el padre Juvenal. Después de que lo mataron, el shaman le sacó la cruz del cuerpo y la puso alrededor de su propio cuello. Ejecutó sus rituales pero se frustró con las tentativas –corroboró que no lograba nada-. Él notó que cada vez que él intentaba practicar su magia se elevaba algunos pies por encima de la tierra. Rápidamente se sacó la cruz y advirtió a los otros que no molestaran a aquellos que llegaran vestidos como este shaman extranjero. Dijo a sus compañeros que estas personas poseían seguramente un gran poder y que era preferible tratarlos bien.

Los Testimonios de San Germán y de San Inocencio.

En diciembre de 1819 san Germán escribió al nuevo director de la Compañía Rusa de América, Simón Yanovsky sobre el padre Juvenal. San Germán dijo simplemente que se sabía con poca certitud sobre las circunstancias, los indígenas implicados, los motivos y el lugar exactos del martirio del padre Juvenal y que los rumores sobre este tema eran contradictorios.

San Inocencio escribió 50 años después de la desaparición del padre Juvenal y basó su relato en fuentes inciertas que parecen contradecir a otras fuentes más fiables. De hecho una fuente utilizable por el padre Inocencio parece haber sido una carta difamante respecto del padre Juvenal escrito por un tal Nicolás Rezanov, que detestaba a los monjes. Otra fuente eran los informes y la correspondencia del director Alexander Baranov, que tampoco tenía ninguna estima por los monjes. Aunque San Inocencio tuvo con certeza acceso a otras fuentes de información antes de escribir su relato del martirio del padre Juvenal, nadie parece haber visitado el lugar del drama para confrontar los detalles con los recuerdos de las personas locales. De esta manera san Inocencio escribió que el padre Juvenal había terminado sus días en el lago Iliamna y dio su muerte así: capturado, Juvenal se rindió sin resistencia pero pidió la libertad de sus compañeros. Después de haber sido muerto, según los informes de los guías sobrevivientes, se elevó de la tierra y siguió a los Inuits intentando hablar con ellos. Ellos lo derribaron varias veces y finalmente lo cortaron en pedacitos. Un pilar de nubes y de humo milagrosamente marcó el lugar de su martirio.

Controversias y Verdades

A fines del siglo XIX, un diario que pretendía ser el del padre Juvenal apareció en los Estados Unidos. Este diario íntimo había sido "descubierto" y "traducido" por un tal Ivan Petrov. Una nota adosada al diario declara que el manuscrito había sido salvado por un indio llamado Nikita y que el padre Juvenal había sido apuñalado la noche misma en que escribió las últimas líneas del diario. Petrov decía que el manuscrito original había desaparecido después que él lo tradujo al inglés. Durante cerca de un siglo los historiadores americanos pensaron que este diario era auténtico, sin embargo contiene muchos errores importantes que conciernen a los ritos de la Iglesia Ortodoxa, al calendario litúrgico y a las prácticas ortodoxas, lo cual es impensable si el diario verdaderamente hubiera sido escrito por el padre Juvenal. Actualmente el diario ha sido publicado por varios investigadores competentes y hoy en día está considerado falsificación.

Sin embargo otros indicios permiten creer que San Juvenal realmente llegó a su destino cerca del mar de Bering. En la segunda mitad del siglo XIX cuando los misioneros rusos visitaron la región, al norte y al este del lago Iliamna, encontraron signos de una evangelización ortodoxa anterior. Los Inuits llevaban cruces de bronce y de cobre y algunos estaban vagamente familiarizado con ciertos ritos de la Iglesia Ortodoxa. Aún en 1885 los residentes del delta de Kuskokwim recordaban el lugar exacto en donde sus ancestros (que habrían estados vivos a fines del siglo XVIII) habían matado al padre Juvenal, y en los años 1890 los Inuits de Quinhagak contaron a John Kilbuck, un misionero protestante, que sus ancestros habían matado a un presbítero ruso. Kilbuck escribió en su diario que a semejanza de los shamanes, los Yup’iks habían impedido a este presbítero celebrar todo ritual. Como no le fue permitido desembarcar de su canoa, él se puso de pie y comenzó a predicar desde la embarcación. Fue inmediatamente alcanzado por lanzas y flechas al igual que sus compañeros, excepto uno que se arrojó al mar. Pero los Inuits lo siguieron en sus kayaks, lo atraparon y lo mataron igualmente.

Aunque la actividad misionera de san Juvenal haya sido breve, ella cubrió cientos de miles de millas y tuvo un gran éxito. El padre Juvenal fue glorificado y canonizado como mártir por la diócesis de Alaska en 1977. Se lo festeja el 24 de septiembre, día aniversario de la llegada de los monjes de Valaam a Kodiak.

 

San Tikon de Alaska,

Patriarca y Confesor de Moscú

Iluminador de América del Norte.

Basilio Ivanovitch Belavin, que conocemos actualmente bajo el nombre de san Tikhon, nació el 9 de enero de 1865. Su padre Juan era presbítero de campaña en el distrito de Toropetz y formaba parte de la diócesis de Pskob. Basilio pasó su infancia en el poblado en contacto directo de la vida de los campesinos y sus trabajos. Desde su tierna edad mostró un interés por la espiritualidad, dio prueba de un amor particular por la iglesia y mostró una dulzura y una humildad notables.

Cuando Basilio era aún joven, su padre Juan tuvo una revelación respecto de cada uno de sus hijos. Una noche él dormía con sus hijos en el granero del heno. De repente se despertó y los hizo levantar. En un sueño había visto a su madre fallecida que le predecía una muerte inminente y el destino de sus tres hijos. Esta visión anunciaba que uno conocería el infortunio, durante toda su vida, el otro moriría joven y el tercero, Basilio se transformaría en un gran hombre. Esta profecía se revelaría como exacta.

De 1878 a 1883 Basilio estudió en el seminario teológico de Pskob. Este modesto seminarista era tierno y afectuoso por naturaleza. Era de talla alto y sus condiscípulos lo amaban y lo respetaban por su piedad, por sus brillantes progresos en sus estudios y por su disponibilidad constante para ayudar a sus camaradas. Ellos se dirigían a él para explicarles las lecciones y particularmente para la redacción y la corrección de numerosas disertaciones. Basilio llevaba el sobrenombre de "el obispo" o " el Patriarca" por sus condiscípulos.

En 1888 a la edad de 23 años obtuvo su diploma en la academia teológica de San Petersburgo en tanto que laico, lo cual era una rareza en la época. Volvió enseguida al seminario de Pskob y allí enseñó moral y teología dogmática. Tuvo una excelente reputación en el seminario de Pskob hasta en la ciudad. Llevaba una vida austera y cuando llegó a la edad de 26 años, en 1891, pronunció los votos monásticos. Recibió el nombre de Tikhon en honor de San Tikhon de Zadonsk. Prácticamente toda la ciudad tomó parte en la ceremonia. Al abrazar este nuevo estilo de vida él deseaba consagrarse enteramente al servicio de la Iglesia. En 1892 fue transferido del seminario de Pskob al de Kholm y elevado al rango de archimandrita. El 18 de octubre de 1897 a la edad de 32 años el archimandrita Tikhon fue consagrado obispo de Lublin (ciudad situada actualmente en Polonia). Volvió a Kholm por un año como obispo auxiliar. Por su trabajo, el obispo Tikhon logró atraer la estima general, no solo por parte de la población rusa sino por parte de los lituanos, los polacos.

El 14 de septiembre de 1898, el obispo Tikhon fue ordenado obispo de las islas Aleutianas y de Alaska. Su cede se encontraba de hecho en San Francisco, en la catedral de la Santa Trinidad. Entonces se encontró como cabeza de la Ortodoxia en América. Trabajó muchísimo para expandir la ortodoxia y para desarrollar su vasta diócesis. Hizo numerosos viajes para visitar sus parroquias más alejadas, incluyendo las comunidades que se encontraban en Alaska. Reorganizó la estructura diocesana. En 1900 pidió al santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa que cambiara la apelación "diócesis de las islas Aleutianas y de Alaska" por "diócesis de las islas Aleutianas y de América del Norte," porque la población ortodoxa americana aumentaba considerablemente, por el hecho de la numerosa inmigración europea que venía a establecerse en el centro y en el este de los Estados Unidos. El clero y los laicos apreciaban a su pastor y lo tenían en tal estima que los americanos hicieron del arzobispo Tikhon un ciudadano emérito de los Estados Unidos.

En 1899 se dirigió a Chicago e incitó al padre Jean Kochurov a construir una Iglesia que respondiera a las necesidades de su comunidad. El 22 de mayo de 1901 bendijo la piedra angular de la catedral San Nicolás en Nueva York y aportó también ayuda para la construcción de otras iglesias. El 9 de noviembre de 1902 consagró la iglesia San Nicolás de Brooklyn, para que atendiera a los inmigrantes sirios ortodoxos. Dos semanas después consagró la catedral San Nicolás de Nueva York. En 1903 San Tikhon fue convocado a Rusia en donde participó de una cesión del Santo Sínodo. Presentó un pedido para poder desarrollar un seminario para la misión de América del Norte, que se establecería en los edificios de la Iglesia Santa María, en Minneapolis. Este pedido fue aceptado. De la misma manera pidió al Santo Sínodo que le concedieran un obispo auxiliar para que lo ayudara en su trabajo de la diócesis, particularmente en lo concerniente a Alaska. Esta proposición fue aprobada y en 1903 Inocencio (Pustynsky) fue elegido y consagrado obispo en San Petersburgo. Esta decisión era particularmente apropiada porque Inocencio ya había trabajado en el seno de la misión Americana en los años 1893 a 1895. Sus viajes lo habían llevado por Alaska y por las tierras pobladas de inmigrantes ortodoxos en Pennsilvania. San Tikhon logró también persuadir al Santo Sínodo de hacer del archimandrita Rafael (Hawaweeny), (San Rafael de Brooklyn), un obispo auxiliar para que se ocupara del número cada vez mayor de ortodoxos sirios y árabes que venían a establecerse en América. Los obispos Tikhon e Inocencio consagraron a Rafael en marzo de 1904, en la iglesia siria de San Nicolás en Brooklyn. Rafael fue el primer obispo ortodoxo consagrado en América del Norte.

Esta expansión de la vida de la iglesia incitó a San Tikhon a transferir la sede diocesana a Nueva Cork, para estar geográficamente más cerca de la presencia ortodoxa creciente en la parte este de los Estados Unidos. En mayo de 1905 la misión americana se transformó en arquidiócesis y San Tikhon fue elevado al rango de arzobispo. En junio de 1905 San Tikhon dio su bendición para el establecimiento del monasterio San Tikhon de Zadonsk, en Pennsilvania. Durante el mismo año, San Tikhon mostró la visión que él alimentaba para la iglesia ortodoxa en América del Norte: afirmó que la diócesis estaba llamada a volverse un exarcado de la Iglesia Rusa munido de amplia autonomía, y que tuviera como fin último el acceder a la autocefalía. Dos años más tarde San Tikhon presidía el primer concilio de la Iglesia en América del Norte, con el conjunto del clero y un delegado laico por parroquia. Las decisiones del concilio debían ser consideradas como mandatos enviados a todas las parroquias en América del Norte. De esta manera fueron echados los fundamentos de un gobierno conciliar de la Iglesia en América del Norte.

La presencia ortodoxa en Canadá era muy limitada antes de la llegada del gran número de inmigrantes ucranianos en los años 1890 como colonos de las praderas del oeste. La diócesis rusa con base en San Francisco se ocupó de estos colonos ortodoxos recién llegados, y el obispo Tikon, que visitó Canadá por primera vez en 1901, estableció parroquias en Alberta, en Manitoba y en Saskatchewan.

Entre los misioneros que servían en la diócesis en la época del arzobispo Tikon, figuraban varios presbíteros que también fueron canonizados: el padre Alexis Toth (1854-1909), que trabajó notablemente con las comunidades uniatas en vista de su vuelta a la ortodoxia; el padre Jean kochurov, que retornó a Rusia en 1907 y fue fusilado por marinos bolcheviques en octubre de 1917; y el padre Alexandre Hotovitzky, que volvió a Rusia en 1914, fue arrestado por los comunistas en 1937 y cuyo lugar y fecha de fallecimiento son desconocidos.

En 1907 el arzobispo Tikhon volvió a Rusia y fue asignado a Yaroslavl, donde ganó rápidamente el afecto de su rebaño. Él hablaba con simpleza a sus subordinados. Cuando debía retar a alguno lograba hacerlo de una manera natural, tal vez bajo la forma de una broma, de manera que la persona fuera estimulada a corregir sus errores. Cuando San Tikhon fue transferido a Lituania, el 22 de diciembre de 1913, la gente de Yaroslavl lo designó como ciudadano honorario de su ciudad. Después de su transferencia a Vilnius desplegó una gran actividad para lograr un soporte material a diversas instituciones de caridad. La primera guerra mundial se declaró cuando él estaba en Vilnius y no ahorró ningún esfuerzo para ayudar a los habitantes de la ciudad, de los cuales algunos no tenían ni techo ni manera de subsistencia, a causa de la devastación ocasionada por la guerra contra los alemanes.

San Tikhon se volvió uno de los miembros del sínodo que se formó después de la revolución rusa de febrero de 1917. El 21 de junio de 1917 el consejo diocesano del clero y de los laicos de Moscú lo eligió como su obispo.

El 15 de agosto de 1917, un concilio de la Iglesia Rusa comenzó sus sesiones en Moscú. El arzobispo Tikhon fue elevado al rango de Metropolita y elegido para la presidencia del concilio. La meta del concilio era la de restaurar la vida de la iglesia Rusa, conforme a los cánones de la Iglesia, ya que ella había sido restringida por el gobierno zarista durante dos siglos, desde la época de Pedro el Grande, quién abolió el patriarcado de Moscú en 1721 y quién instituyó el Santo Sínodo nombrado por el zar para gobernar a la Iglesia Rusa. La primera preocupación del concilio de 1917 era la restauración del patriarcado. Los miembros del concilio debían seleccionar tres candidatos y el sorteo debía revelar la voluntad divina. Los tres candidatos fueron el arzobispo Antonio de Kharkov, el arzobispo Arsenio de Novgorod y el Metropolita Tikhon. El primero era reconocido por su sabiduría, el segundo por su rigor, y el tercero por su amabilidad. El 5 de noviembre después de la celebración de la Divina Liturgia y de un Molebene en la catedral del Cristo Salvador, un monje tomó uno de los tres boletines ubicado en una caja, delante del icono de la Madre de Dios de Vladimir. El metropolita Vladimir de Kiev presentó al Metropolita Tikhon como patriarca recién elegido. San Tikhon no cambió para nada después de haber sido nombrado primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Al aceptar la decisión del concilio, el patriarca Tikhon citó el pasaje bíblico en el que el profeta Ezequiel debe comer un rollo donde están escritas las palabras "lamentaciones, gemidos y quejas" (Ez 2,10). Él presentía que su ministerio estaría lleno de aflicciones y de lágrimas.

Todos los que conocieron a San Tikhon estaban sorprendidos de su amabilidad, de su simplicidad y de su modestia. Su dulzura no le impedía tener firmeza en las decisiones que concernían a las cuestiones de la Iglesia y particularmente cuando fue necesario defender a la Iglesia contra sus enemigos. Él debió cargar una cruz muy pesada. Debía administrar y dirigir la Iglesia a pesar de una completa desorganización, sin la ayuda de una organización administrativa, en medio de tentativas de cismas y de revueltas por parte de los seguidores de la "Iglesia viva" y partidarios de divisiones de todas clases.

La situación se agravó con las circunstancias exteriores: el cambio de sistema político, el acceso al poder de un régimen ateo, la hambruna y la guerra civil. Las propiedades de la Iglesia fueron confiscadas, el clero fue atacado por procesos y persecuciones, la Iglesia fue objeto de duras represiones, noticias en ese sentido provenían de todas las regiones de Rusia. En los mensajes, el patriarca exhortaba a su pueblo a cumplir los mandamientos del Cristo y ha dirigirse hacia una espiritualidad renaciente por el arrepentimiento. Su vida irreprochable era un ejemplo para todos.

En enero de 1918 ante la masacre de millares de víctimas inocentes y las profanaciones innumerables de iglesias, de iconos y de reliquias de santos, el patriarca pronunció la excomunión de los revolucionarios, pero siguió exhortando al pueblo cristiano ha no vengarse de sus perseguidores y ha seguir el ejemplo de los primeros mártires. Después de la ejecución de la familia imperial, pronunció una solemne protesta en nombre de la conciencia cristiana, pero se quedó estrictamente en el plano de la fe, sin hacer injerencia en los asuntos políticos. Sus tomas de posición le atrajeron sin embargo el odio de los comunistas y en junio de 1919 escapó por poco a una tentativa de asesinato. Aún así continuó predicando el perdón y la reconciliación.

Para salvar miles de vidas y para intentar mejorar la posición general de la iglesia, el patriarca se esforzó por impedir al clero que tomaran parte en las luchas políticas. El verano de 1921 trajo una grave hambruna en la región del Volga. Él exhortó a la gente a venir en ayuda de las víctimas, y permitió el don voluntario de los bienes de la Iglesia, que no eran directamente utilizados en los oficios litúrgicos. Sin embargo el 23 de febrero de 1922, el Comité ejecutivo central del gobierno publicó un decreto que designaba todo objeto que tuviera algún valor como susceptible de ser confiscado. El patriarca no podía aprobar una confiscación total de los objetos del culto, lo cual era contrario a los cánones de la Iglesia, tanto más que realmente se podía dudar que estas confiscaciones hayan sido hechas prioritariamente para combatir a la hambruna. En todas partes estas confiscaciones forzadas provocaron la indignación popular. Más de 2.000 (procesos) fueron intentados en toda Rusia y más de 10.000 creyentes fueron ejecutados. El mensaje del patriarca fue considerado por el gobierno comunista, como un sabotaje y fue por eso que fue puesto en prisión en abril de 1922 hasta junio de 1923. Durante ese tiempo, los soviéticos continuaron arrestando, exhibiendo en juicios arbitrarios y ejecutando a numerosos miembros del clero y de fieles, destruyendo iglesias y cerrando por la fuerza los monasterios e impidiendo, finalmente, a la Iglesia el acceso a las escuelas y a las obras de caridad.

El patriarca Tikhon defendió a la Iglesia Ortodoxa Rusa cuando se produjo el cisma de la "Iglesia viva," provocada por presbíteros y aún por obispos que preconizaban una ruptura con la tradición de la Iglesia en varios de los dominios. La "iglesia viva" estaba en gran parte sostenida por los soviéticos como maniobra temporaria y –cínica-, como medio para debilitar a la Iglesia Rusa, antes de la abolición completa de la religión, según la ideología del partido comunista. San Tikhon se mostró como fiel servidor y guardián de la ortodoxia inalterada. Él era la expresión viva de la ortodoxia, lo cual era implícitamente reconocido por los enemigos de la Iglesia que llamaban a los fieles "los tikhonitas."

Cuando presbíteros de la "iglesia viva" y jerarcas volvían a la Iglesia, San Tikon los recibía con ternura y amor, siempre guardando la línea recta de la pura ortodoxia. "Les pido que me crean cuando afirmo que no llevaré a cabo ningún acuerdo, ni haré concesiones que puedan conducir a la perdida de la pureza y de la fuerza de la ortodoxia," decía el patriarca en 1924. Como pastor enteramente devoto a la causa de la Iglesia, él exhortaba a su clero a actuar de la misma manera: "consagren toda vuestra energía a la predicación de la palabra de Dios y a la verdad del Cristo –particularmente en estos días cuando la incredulidad y el ateísmo atacan con audacia a la Iglesia de Cristo-; ¡que el Dios de paz y amor sea con todos vosotros¡"

El soportar las dificultades extremas en las cuales se encontraba la Iglesia fue tremendamente doloroso y difícil para el corazón amante y sensible del patriarca. Las rebeliones en el interior y el exterior de la iglesia, el cisma de la "Iglesia viva," las noches sin sueños y los pensamientos dolorosos, su reclusión que duró más de un año, la maledicencia y las mordidas malvadas de sus enemigos, las incesantes críticas que emanaban aún de los ortodoxos, todo contribuyó a minar su salud y a disminuir sus fuerzas.

En 1924 el estado de salud del patriarca declinó. Fue hospitalizado, pero dejaba el establecimiento para celebrar los domingos y los días de fiesta. El domingo 5 de abril de 1925, celebró su última Liturgia y nació al cielo dos días después. El día de su muerte recibió al Metropolita Pedro y se entendió largamente con él. Al llegar la noche, el patriarca, dormitó un poco, luego se despertó y preguntó la hora. Le respondieron que eran las doce menos cuarto de la noche. Hizo el signo de la cruz dos veces y dijo: "Gloria a Ti Señor, Gloria a Ti." No tuvo tiempo de persignarse una tercera vez.

Cerca de un millón de personas vinieron a despedirse del patriarca. La gran catedral del monasterio Donskoï de Moscú no pudo contener a la muchedumbre que invadió el monasterio y llenó las plazas y las calles adyacentes. San Tikhon, onceavo patriarca de Moscú, fue primado de la Iglesia Rusa durante 7 años y medio.

En octubre de 1989, el Sínodo de los obispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa glorificó al padre Tikhon y lo contó entre los santos. Su título es "San Tikon, patriarca y confesor de Moscú, iluminador de la América del Norte," se lo festeja el 25 de marzo o el 7 de abril.

Durante cerca de 70 años se pensaba que se habían perdido las reliquias de San Tikon, pero en febrero de 1992 fueron redescubiertas en un escondrijo en el monasterio Donskoï.

Sería difícil imaginar lo que le habría sucedido a la Iglesia rusa durante aquellos años particularmente dolorosos de su historia. Sin duda son las propias palabras de San Tikhon las que mejor pueden resumir su vida: "pueda Dios enseñar a cada uno de nosotros a combatir por su fe y por el bien de la Santa Iglesia antes que trabajar por su propio provecho."

Adaptado y traducido por el hiero monje Georges (Leroy).

Lumière du Thabor, Número 8 y 12, febrero y septiembre de 2003.

 

 

 

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

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