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Sacramento

de la

Santa Unción

 

Diácono: Oremos al Señor

Coro: Señor, ten piedad

Sacerdote: Señor, que en tu misericordia y compasión curas las enfermedades de nuestras almas y de nuestros cuerpos, santifica también, o maestro este aceite, para que se convierta en un remedio para los que van a ser ungidos con él y para que haga desaparecer todo sufrimiento, toda mancha carnal o espiritual y todo mal.

Para que por ello sea igualmente glorificado tu Santo nombre, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo; ahora y siempre y por los siglos de los siglos.

Troparios

Coro: 4to Tono: Ciego de ojos espirituales, yo avanzo hacia ti, oh Cristo, como el ciego de nacimiento, y con arrepentimiento te clamo: Ten piedad de mí. Tú que iluminas con luz resplandeciente a los que están en tinieblas.

3er Tono: por tu divina intercesión, oh Señor, despierta a mi alma, cruelmente paralizada por pecados de toda especie y por acciones abominables, como tu anteriormente pusiste de pie al paralítico, pueda yo exclamarte: Concédeme la salud, oh Cristo compasivo.

4to Tono plagal: Oh Justo, Santiago (el menor), como discípulo del Señor recibiste el Evangelio, como mártir tu posees aquello que va más allá de toda expresión; como pariente de Dios tú tienes confianza con él; como Jerarca tu tienes poder en la oración. Ruega a Cristo Dios que salve nuestras almas.

4to Tono: Oh Verbo unigénito de Dios Padre, enviado a nosotros al final de los tiempos, te ha designado a ti, venerable Santiago (el mayor) como el primer pastor y Jerarca de los que Habitaban Jerusalén, y como fiel dispensador de los misterios espirituales. por eso, oh Apóstol, todos te veneramos.

3er Tono: En Mira apareciste como pontífice, oh San Nicolás, porque cumpliste el Evangelio de Cristo. Ofreciste la vida por tu pueblo y salvaste a los inocentes de la muerte. por eso fuiste glorificado, oh gran conocedor de la gracia de Dios.

En medio de sus peligros, el mundo ha encontrado en ti un poderoso defensor que hace huir a los pueblos idólatras, oh victorioso combatiente; abatiste al orgullo de Lyeos y en el estadio diste coraje a Nestor del mismo modo, oh San Demetrio ruega a Cristo Dios que nos conceda abundante misericordia.

Victorioso Santo médico Pantaleón, ruega a Dios, lleno de misericordia que conceda a nuestras almas el perdón de nuestros pecados.

4to Tono plagal: Santos desprendidos del dinero y milagrosos, visitad nuestra debilidad de gracia recibisteis, dad también de gracia.

2do Tono: ¿Quién descubrirá tus grandezas, oh casta Virgen, tú que haces saltar los prodigios y brotar los remedios? Intercede también por nuestras almas, San Juan Evangelista como docto en sabiduría divina y amigo de Cristo.

Oh Fervorosa intercesora y muro inexpugnable; fuente de piedad, refugio del mundo, dirigiéndonos a ti, te decimos, oh madre de Dios, Madre nuestra, ven a nosotros y líbranos de los peligros, tú que eres pronta intercesora.

Unción 1

Lector: Que tu misericordia, Señor se extienda sobre nosotros, de acuerdo a nuestra confianza en ti. Alegraos justos en el Señor, a los rectos conviene la alabanza.

Lectura de la Epístola Universal del Apóstol Santiago (5-10-16).

Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo. Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro si sea si, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación. ¿Esta alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. la oración eficaz del justo puede mucho.

Sacerdote: la paz sea contigo, lector.

Coro: Aleluya, (3 veces).

Sacerdote: Sabiduría, en pié, escuchemos el Santo Evangelio. la paz sea con vosotros.

Coro: y con tu espíritu.

Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (10-25-38).

Y he aquí un interprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? el le dijo: ¿Qué está escrito en la ley?¿Como lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo. y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús. ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén e Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándole aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? el dijo: el que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.

Coro: Gloria a ti Señor. Gloria a ti.

Letanía

Diácono: Ten piedad de nosotros, oh Dios, según tu inmensa misericordia, te suplicamos nos escuches y te apiades de nosotros.

Coro: Señor, ten piedad.

Diácono: Te pedimos también misericordia, vida, paz, salud, y salvación para tu(s) siervo(s) (N.N). para que lo(s) visites y perdones sus pecados.

Coro: Señor, ten piedad.

Sacerdote: Porque eres un Dios misericordioso y que amas a la humanidad, y te glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Diácono: Roguemos al Señor.

Coro: Señor, ten piedad.

Sacerdote: Tú, que eres sin principio, eterno, santo entre los santos, que enviaste a tu hijo único a curar toda enfermedad y toda llaga de nuestras almas y de nuestros cuerpos, envía de lo alto a tu Santo Espíritu, santifica este aceite y haz en tu siervo, que nosotros ungidos, una perfecta curación de sus pecados, para que merezca ser heredero del reino de los cielos. Porque eres el Dios grande y admirable que conservas tu Testamento y tu piedad para aquellos que te aman; que concédeles la liberación del pecado por tu santo Hijo Jesucristo; que nos regeneras del pecado en un segundo nacimiento; que alumbras a los ciegos y levantas a los que están caídos; que amas a los justos y tienes piedad de los pecadores; que resucitas y nos arrancas de las tinieblas y de la sombra de la muerte, diciendo a los que están en cadenas: "Salid"; y a los que están en tinieblas: "Franquead a la luz." En efecto, la luz del conocimiento de tu faz ha brillado en nuestros corazones después de que te mostraste en la tierra, por nosotros, y habitaste en medio nuestro. a los que te recibieron les diste el poder de ser hijos de Dios, acordándonos, por el baño de la regeneración, la gracia de la filiación divina y librándonos de la tiranía del demonio. Como no te pluge purificarnos en la sangre, es en el óleo santo que nos diste la figura de tu cruz, para que llegemos a ser el rebaño de Cristo, sacerdocio real, pueblo santo, porque Tú nos has purificado en el agua y santificaste en el Espíritu Santo. Tú mismo, Maestro y Señor, danos la gracia de servirte, como lo concebiste a tu siervo Moisés, a Samuel tu bien amado, a Juan tu elegido y a todos aquellos que, de generación en generación, pluge a tu Majestad. Haz que también nosotros seamos ministros de tu nuevo Testamento, ministros de este óleo que hiciste tuyo por tu preciosa sangre, para que, despojados de los deseos del mundo, muramos al pecado y vivamos para la justicia, revestidos de Nuestro Señor Jesucristo por la unción santificante de este óleo que vamos a emplear. Haz, Señor, que este óleo se convierta en óleo de alegría, en óleo de santificación, en vestido real, en coraza de fuerza; haz que rechace toda acción diabólica, que sea un sello asegurado, una alegría para el corazón, un gozo eterno, a fin de que los que fueren ungidos con este óleo sean invencibles para sus enemigos y que, no teniendo más ni arruga ni mancha alguna, sean admitidos en tu reposo eterno y reciban el precio de la vocación celestial. Porque a Ti pertenece tener piedad de nosotros y salvarnos, Cristo nuestro Dios, y nosotros te tributamos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Después de la precedente oración, el sacerdote toma uno de los algodones y los impregna con el óleo y unge a la persona enferma. Realizando la señal de la cruz en la frente, en la nariz, en los pómulos (bajo los ojos), en la boca, en el pecho, en las manos (por ambos lados) diciendo la siguiente oración:

Oh Padre Santo, médico de las almas y de los cuerpos, que enviaste a tu Hijo Único, nuestro Señor Jesucristo, a curar toda enfermedad y a librarnos de la muerte, alivia a tu siervo (N). de la enfermedad física y espiritual que lo tiene postrado, por la gracia de Tu Cristo, por la intercesión de nuestra Santísima Señora, la Santa Madre de Dios y siempre Virgen María; por la virtud de la preciosa Cruz vivificadora, por las oraciones del Santo, glorioso, profeta y precursor San Juan Bautista; de los Santos, gloriosos y célebres Apóstoles; de los santos mártires gloriosos y triunfadores, de nuestros justos y teóforos padres, de los Santos médicos, desprendidos del dinero, San Cosme y San Damián, Ciro y Juan, Pantaleón y Ermelao, Sansón y Diómedes, Moisés y Aniceto, Talaleo y Tifón, de los Santos y Justos ancestros de Dios, San Joaquín y Santa Ana, y de todos los Santos. Porque tú eres la fuente de la salud y te glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Unción 2

Lector: el Señor es mi fortaleza y mi cantar y se ha hecho mi salvación. al castigar, tu me has castigado, oh Señor, pero no me has entregado a la muerte.

Lectura de la Epístola de San Pablo a los Romanos (15:1-8).

Lector: Hermanos, así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. ada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí. Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación es de entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús. Para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. por tanto, recibios los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios. Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres.

Coro: Aleluya (3 veces)

Diacono: Sabiduría, en pié, escuchemos el Santo Evangelio. la paz sea con vosotros.

Coro: y con tu espíritu.

Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (19:1-10). Estemos atentos.

Coro: Gloria a ti, Señor, Gloria a Tí.

Sacerdote: Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publícanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pié, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelve cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy a venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Coro: Gloria a ti, Señor, Gloria a Tí.

Letanía

Diácono: Ten piedad de nosotros ...

Sacerdote: Porque eres un Dios misericordioso y que amas a la humanidad, y Té glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Diácono: Oremos al Señor.

Sacerdote: Oh Dios, grande y poderoso, adorado de toda criatura, fuente de sabiduría, abismo inexplorable de la verdadera bondad, océano ilimitado de compasión; Tú mismo, Maestro, amigo de los hombres , Dios de las cosas eternas y admirables que ningún genio humano puede comprender, echa una mirada sobre nosotros, atiende a estos tus indignos siervos; envía el don de tus remedios y el perdón de sus pecados a los que administramos estos óleos en nombre de tu majestad y cúrales en nombre de tu inmensa misericordia. Sí, Señor Conciliador, sólo misericordioso y amigo de los hombres, Tú que perdonas toda malicia y que sabes que la naturaleza del hombre está inclinada al mal desde su nacimiento, que no quieres la muerte del pecador sino que se convierta y que viva, Tú, que siendo Dios, te hiciste hombre por la salvación de los pecadores y criatura por vuestra criatura, eres Tú quien dijo: "No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores a la penitencia." Fuiste Tú quien salió en busca de la oveja perdida. Eres Tú quien dijo: "No rechazaré al que se acerque a mí." Eres Tú quien no despreció a la prostituta, que regaba de lágrimas tus venerables pies. Quien dijo: "Cada vez que caigas, levántate, y te salvarás." Quien dijo que hay gran alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte y hace penitencia. Contempla, Maestro compasivo desde tu santa morada del cielo. Tú, que en este momento nos has cubierto con tu sombra, a nosotros pecadores, indignos, siervos tuyos, en la gracia del Espíritu Santo; y establece también tu morada en tu servidor N..., que ha reconocido sus faltas y que, por la fe, se acerca a ti.

Por tu amistad por los hombres, borra y perdona sus pecados cometidos en palabras, obras y pensamientos. Purifícale de toda falta y asistiéndole siempre, guárdale durante el resto de su vida, para que marche según tu justicia, de manera que el demonio no tenga jamás ocasión de alegrarse por culpa de él, y que por él sea glorificado tu santo nombre. Porque a ti pertenece tener piedad de nosotros y salvarnos, Cristo Dios nuestro, y nosotros te tributamos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Padre Santo, médico de las almas y de los cuerpos...

Unción 3

Lector: el Señor es mi luz y mi salvación ¿de quien temeré? el Señor es la salvación de mi vida ¿de quien temeré?

Lectura de la primer Epístola de San Pablo a los corintios. (2:27-13:8).

Lector: Vosotros, pues, seis el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. y a unos puso Dios en la Iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? Procurad, pues, los dones mejores. Más yo os muestro un camino aun más excelente. Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece.

Coro: Aleluya (3 veces).

Diácono: Sabiduría, en pié, escuchemos el Santo Evangelio. la paz sea con vosotros.

Coro: y con tu espíritu.

Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (10:1-8).

Coro: Gloria a ti Señor. Gloria a ti.

Sacerdote: Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. a estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. y yendo, predicad, diciendo: el reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. No se proveáis de oro, ni de plata, ni de cobre en vuestros cintos.

Coro: Gloria a ti, Señor, Gloria a Tí.

Letanía

Diácono: Ten piedad de nosotros ....

Sacerdote: Porque eres un Dios misericordioso y que amas a la humanidad, y Té glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Sacerdote: Maestro todo poderoso, Rey santo, que castigas para la corrección pero no haces morir, que levantas a los que caen y enderezas a los que se desvían, que reparas las opresiones físicas de los hombres, te suplicamos, oh Dios nuestro, que hagas descender tu piedad sobre este aceite y sobre los que serán ungidos en tu nombre, para que se convierta en remedio de sus almas y de sus cuerpos. Que les purifique y les quite todo sufrimiento, toda enfermedad, todo mal y toda impureza carnal y espiritual. Si, Señor, envía del cielo tu poder de curación, toca este cuerpo, apaga su fiebre, haz cesar su sufrimiento y toda debilidad oculta. Sé el médico de tu siervo N...; haz que se levante de su lecho de dolor y sufrimiento y devuélvelo a tu iglesia sano y salvo, agradecido a ti y dispuesto a cumplir tu voluntad. Porque a ti pertenece tener piedad de nosotros y salvarnos, Cristo Dios nuestro, y nosotros te tributamos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Padre Santo, médico de las almas y de los cuerpos...

Unción 4

Lector: Escúchame presuroso, oh señor, en el día en que te invocare, oh Señor escucha mi súplica y la voz de mi clamor.

Lectura de la segunda Epístola de San Pablo a los corintios (6:16-7:1).

Lector: Hermanos, vosotros seis templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

Coro: Aleluya (3 veces).

Sacerdote: Lectura de ...

Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en la cama, con fiebre. Tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: el mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias. Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. y vino un escriba y le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo de Hombre no tiene donde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos. y entrando en la barca, sus discípulos le siguieron.

Coro: Gloria a ti, Señor, Gloria a Tí.

Letanía:

Diácono: Ten piedad de nosotros ...

Sacerdote: Porque eres un Dios misericordioso y que amas a la humanidad, y Té glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Diácono: Roguemos al señor

Coro: Señor, ten piedad.

Sacerdote: Señor, bueno y amigo de los hombres, compasivo y muy misericordioso, pródigo en piedad y rico en bondad, padre de las misericordias, y Dios de toda consolación, que por medio de tus santos apóstoles nos diste el poder de curar, por el óleo y por tu invocación, las enfermedades de tu pueblo: Haz, entonces, Tú mismo, de este aceite un remedio para los que son ungidos con el, para que sean libres de toda enfermedad, de toda debilidad y de todos los males. Si Maestro, Señor y nuestro Dios Todopoderoso; te pedimos que nos salves a todos; oh único médico de las almas y de los cuerpos, santifícanos a todos; Tú, que curas cualquier enfermedad, sana también a tu siervo N...; haz que se levante de su lecho de dolor, por tu bondad llena de misericordia; arroja lejos de él toda enfermedad y toda calamidad, para que, resucitado gracias a tu brazo poderoso, te sirva y no cese de tributarte gracias y nosotros, objetos desde ahora de tu gran bondad, te cantemos y te glorifiquemos, ya que haces cosas grandes y admirables, gloriosas y sin parangón. Porque a ti pertenece tener piedad de nosotros y salvarnos, Cristo Dios nuestro, y nosotros te tributamos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Padre Santo, médico de las almas y de los cuerpos...

Unción 5

Lector: Tú, Señor, nos cuidarás y protegerás de esta generación para siempre. Sálvame, Señor, pues están escaseando los justos.

Lector: Lectura de la segunda Epístola de San Pablo a los corintios (2 Cor. 1:8-11).

Lector: Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asía, pues fuimos abrumados de sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró y nos libra y en quien esperamos aun nos librará de tan gran muerte; cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.

Sacerdote: la paz sea contigo, lector.

Coro: Aleluya (3 veces).

Sacerdote: Sabiduría, en pié, escuchemos el Santo Evangelio. la paz sea con vosotros.

Coro: y con tu espíritu.

Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mat. 25:1-3).

Coro: Gloria a ti Señor. Gloria a ti.

Sacerdote: Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas, las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. y las insensatas dijeron a las prudentes: dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id mas bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Más él, respondiendo, dijo: de cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo de Hombre ha de venir.

Coro: Gloria a ti, Señor, Gloria a Tí.

Letanía

Diácono: Ten piedad de nosotros...

Porque eres un Dios misericordioso y que amas a la humanidad, y Té glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Diácono: Oremos al Señor.

Coro: Señor, ten piedad.

Sacerdote: Señor Dios nuestro, que castigas y sanas, que levantas al mendigo de su miseria y sacas al pobre de sus inmundicias; Padre de los huérfanos, puerto de los que sufren de la tempestad, médico de los enfermos, que soportas nuestras debilidades sin irritarte y que curas nuestras enfermedades, que tienes placer en sentir piedad, que perdonas nuestras iniquidades y nuestras injusticias, rápido en socorrer y lento en cólera, que soplando sobre tus discípulos dijiste: "Recibid el Espíritu Santo; les serán perdonados los pecados a los que vosotros perdonareis"; Tú, que admites la penitencia de los pecadores y tienes poder de perdonar todos los pecados, por más numerosos y graves que sean; que concedes la curación a los que están arrepentidos y se debaten en la enfermedad; que no has despreciado e este humilde e indigno servidor como soy yo, enredado en una multitud de pecados y enlazado en las pasiones engañosas; que me has llamado al santo y muy elevado grado del sacerdocio y a entrar al otro lado del velo, en le santo de los santos donde los ángeles desean mirar o escuchar la voz evangélica del Señor, contemplar cara a cara el espectáculo de la santa oblación y gozar de la Santa y Divina Liturgia; que me has juzgado digno de desempeñar tus Celestiales Misterios, de ofrecerte los dones y los sacrificios por mis pecados y por la ignorancia del pueblo y de ser el mediador entre ti y tus ovejas espirituales para que, por tu inmensa bondad, los libres de sus faltas; entonces, rey bondadoso, escucha mi oración en esta hora y en este día, en todo tiempo y en todo lugar; presta atención a la voz de mi corazón y concede la curación de tu siervo N..., enfermo de alma y de cuerpo, otorgándole el perdón de sus pecados voluntarios e involuntarios, sanando sus llagas incurables, todas sus enfermedades y dolencias. Concédele la gracia de la curación espiritual porque Tú tocando a la suegra de Pedro, la fiebre desapareció y ella, levantándose, te servía. Concede, entonces, también, la salud y liberación de toda enfermedad dañina. Acuérdate de tus liberales beneficios y de tu misericordia, y de que la naturaleza humana está inclinada al mal desde su nacimiento y que nadie es impecable sobre la tierra, porque eres Tú el único que está sin pecado. Tú que, con tu advenimiento salvaste al género humano y nos libraste de la esclavitud del enemigo y si juzgas a tus servidores, no encontrarás a ninguno que esté del todo puro y todas las lenguas permanecerán calladas, no sabiendo cómo justificarse, porque toda nuestra justicia aparecerá ante Ti como un paño manchado. por eso es que no te acuerdas de los pecados de nuestra juventud. Porque Tú eres, Señor, la esperanza de los desesperados y el reposo de los que están cargados del yugo de la iniquidad y nosotros te tributamos gloria, así como a tu Padre eterno y a tu santo, bueno y vivificante Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Padre Santo, médico de las almas y de los cuerpos...

Unción 6

Lector: Ten piedad de mí, según tu inmensa misericordia. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva en espíritu recto dentro de mí.

Lector: Lectura de la Epístola de San Pablo a los Gálatas (Gal. 5:22-6:2).

Lector: Hermanos, el fruto de Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros. Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros, que seis espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.

Coro: Aleluya (3 veces).

Sacerdote: Sabiduría, en pié, escuchemos el Santo Evangelio. la paz sea con vosotros.

Coro: y con tu espíritu.

Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mat. 15:24-28).

Coro: Gloria a ti Señor, Gloria a Tí.

Sacerdote: Saliendo Jesús de allí se fue a la región de Tiro y de Sidón. y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: despídela, pues da voces tras nosotros. el respondiendo, dijo: no soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró anta él, diciendo:¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: no está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: oh, mujer, grande es tu fe, hágase contigo como quieres. y su hija fue sanada desde aquella hora.

Coro: Gloria a ti, Señor, Gloria a Tí.

Letanía:

Diácono: Ten piedad de nosotros...

Sacerdote: Porque eres un Dios misericordioso y que amas a la humanidad, y Té glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Diácono: Oremos al Señor.

Sacerdote: Te damos gracias, Señor, Dios nuestro, bueno y amigo de los hombres, médico de las almas y de los cuerpos, que soportas sin enojarte el peso de nuestros males, Tú, por cuyas llagas hemos sido curados; Pastor bueno, que has salido en busca de las ovejas descarriadas; que consuelas a los pusilánimes y devuelves a la vida a los que están arrepentidos; que curaste a la hemorroisa después de doce años de enferma; que libraste a la hija de Cananea de un terrible demonio; que perdonaste la deuda a los dos deudores y concediste el perdón de la pecadora; que diste la gracia de la curación al paralítico, perdonándole al mismo tiempo sus pecados; que declaraste justo al publicano y aceptaste la confesión del ladrón en el último momento de su vida; que cargaste con los pecados del mundo y los clavaste sobre la cruz; nosotros te rogamos y te suplicamos. en tu bondad, quita, aniquila, perdona, oh Dios, la iniquidades y los pecados de tu siervo N..., sus faltas voluntarias y también las involuntarias, consciente e inconsciente, sus transgresiones y sus desórdenes, sus faltas cometidas durante el día y durante la noche, por haber incurrido en la maldición del sacerdote, de su padre o de su madre, por haber buscado el placer de la vista, afeminado su olfato, por haber corrompido su tacto o envilecido su gusto, por haberse desviado de tu voluntad o de tu santidad por cualquier movimiento de la carne o del espíritu. Si ha pecado y si nosotros mismos hemos pecado, oh Dios bueno que olvidas las injurias, perdónale y no permitas que él o nosotros caigamos en una vida impura y tomemos el camino de la perdición. Sí, Maestro, Señor, escúchame en este momento, por más pecador que yo sea, a mí que pido por tu siervo N... no te fijes en sus faltas, oh Dios que olvidas los desprecios; arráncalo de la perdición eterna, lleno sus labios de alabanza tuya, que su lengua glorifique tu nombre, dirige sus manos en el cumplimiento de tus preceptos y sus pies por el camino del Evangelio; afirma con tu gracia todos sus miembros así como su inteligencia, porque eres nuestro Dios que, por medio de tus Apóstoles nos diste éste precepto: " Les serán perdonados los pecados a los que nosotros perdonareis, y les serán retenidos a los que vosotros retuviereis ." Así como en la hora de su muerte escuchaste a Ezequías en su tribulación y no despreciaste su oración. Bien ahora escucha a este pobre pecador e indigno servidor como soy yo. Y, en efecto, Tú eres, Señor Jesucristo, el que, con su bondad y amor a los hombres, mandó perdonar hasta setenta veces siete a los que hubieren caído en cualquier pecado y te ofreciste en holocausto por nuestros desvaríos y te alegras del regreso de los extraviados, porque tu misericordia iguala tu poder. Es a Ti quien rendimos gloria, así como a tu eterno Padre y a tu santísimo, bueno y vivificante Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Padre Santo, médico de las almas y de los cuerpos...

Unción 7

Lector: Oh Señor, no me repruebes en tu ira ni me castigues en tu enojo. Oh Señor, compadécete de mi porque soy débil.

Lector: Lectura de la primera epístola de San Pablo a los Tesalonicenses (1 Tes. 5:14-24)

Lector: También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menosprecies la profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal. y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el que también lo hará.

Coro: Aleluya (3 veces)

Sacerdote: Sabiduría, en pié, escuchemos el Santo Evangelio. la paz sea con vosotros.

Coro: y con tu espíritu.

Sacerdote: Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mat. 9:9-13)

Coro: Gloria a ti Señor. Gloria a ti.

Sacerdote: Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. y se levantó y le siguió. y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publícanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron éstos los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publícanos y pecadores? al oír esto Jesús, les dijo: los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.

Coro: Gloria a ti, Señor, Gloria a Tí.

Letanía

Diácono: Ten piedad de nosotros...

Sacerdote: Porque eres un Dios misericordioso y que amas a la humanidad, y Té glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Diácono: Roguemos al Señor.

Sacerdote: Maestro, Señor Dios nuestro, médico de las almas y los cuerpos, que has cuidado todo sufrimiento prolongado y que curas toda enfermedad y todo mal en el pueblo, deseas que todo hombre se salve y llegue al conocimiento de la verdad, porque no quieres la muerte del pecador sino que se convierta y que viva. Eres Tú quien en el Antiguo Testamento impuso la penitencia a pecadores tales como David, los Ninivitas y otros. Después de ellos, durante el transcurso de la economía de tu encarnación, no llamaste a los justos sino a los pecadores a la penitencia, como al publicano, la pecadora y el buen ladrón. Recibiste por la penitencia al impío perseguidor, el gran Pablo. en cuanto a Pedro, tu Apóstol, que te negó tres veces, es gracias a la penitencia que lo recibiste y acogiste y le hiciste ésta promesa: " Tú eres Pedro y sobre ésta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella y yo te daré las llaves del reino de los cielos ." por eso es que también nosotros, oh buen amigo de los hombres confiando en tus promesas verídicas, te rogamos y suplicamos en esta hora: escucha nuestra oración y acéptala como el incienso que te es ofrecido. Visita a tu siervo N... y si ha cometido algún pecado, por pensamiento, palabra u obra, de día o de noche, o si ha incurrido en alguna maldición del sacerdote o si ha recaído sobre él su propia maldición; si te ha provocado con juramento o si ha jurado en vano, nosotros te invocamos y te pedimos: perdona, olvida, oh Dios, sus pecados y sus iniquidades y no tengas en cuenta lo que ha cometido, cociente o inconscientemente. y si ha transgredido alguno de tus preceptos, si ha pecado como un hombre carnal y como un habitante de éste mundo, instigado por la acción del demonio, oh buen Dios, amigo de los hombres, perdónale, porque no existe hombre que viva en la tierra y que no peque; Tú eres el único impecable, tu justicia es una justicia eterna y tu palabra es verdad. Señor, no has creado al hombre para luego perderlo, sino para que cumpla tus mandamientos y sea heredero de la vida incorruptible. y es a Ti a quien tributamos gloria, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Padre Santo, médico de las almas y de los cuerpos...

Al finalizar las unciones, el enfermo, si le es posible se pone de pie o se sienta, sino el sacerdote se acerca a él y, tomando el Santo Evangelio lo abre con lo escrito vuelto hacia el enfermo, y lo compone sobre la cabeza de éste, mientras dice ésta oración:

Sacerdote: Rey Santo, compasivo y misericordioso Jesucristo, Hijo y Verbo del Dios Vivo, que no quieres la muerte del pecador sino que se convierta y viva, no es mi mano pecadora que se posa sobre la cabeza de éste hombre que se acerca a ti en pecado y que, por medio de nosotros, te pide el perdón de sus faltas; sino que es tu mano fuerte y poderosa, que está en éste Evangelio y que mis co-ministros tienen sobre la cabeza de tu siervo N... y yo ruego juntamente con ellos y pido tu amor, tan compasivo de los hombres 0y tan olvidadizo de las injurias o Dios Salvador nuestro, que por tu profeta Natán concediste la remisión de sus pecados a David penitente y aceptaste la oración que Manasés te dirigió con espíritu de penitencia recibe ahora también, según tu habitual amor a los hombres, a tu siervo N..., que hace penitencia por sus pecados, y olvida todas sus debilidades, porque eres, oh Dios nuestro, el que mandó perdonar hasta setenta veces siete a los que hubieren caído en pecado, porque tu piedad iguala tu grandeza. y a Ti es a quien se debe toda gloria, honor y adoración, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Letanía

Diácono: Ten piedad de nosotros...

Sacerdote: Porque eres un Dios misericordioso y que amas a la humanidad, y Té glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Coro: Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. (Tropario, tono 4to): Oh Santos desprendidos del dinero que poseéis la fuente de los remedios acercad la curación a todos los que os la piden, porque habéis sido juzgados dignos de los más grandes favores de parte de la fuente inagotable que es Cristo Salvador. el Señor os dijo como imitadores de los Apóstoles: " He aquí que os he dado poder sobre los espíritus impuros, para que los podáis arrojar y curar toda enfermedad y debilidad ." Habéis vivido sumisos a éstas órdenes: recibisteis gratuitamente, dad también gratuitamente curando los sufrimientos de nuestros cuerpos y nuestras almas.

Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. Accede a las oraciones de tus siervos, oh Purísima, Tú que calmas los violentos ataques a que estamos sujetos y nos libras de toda adversidad; porque eres Tú la única ancla firme y segura que tenemos y nos gozamos de tu mediación. Has que no seamos confundidos, oh Madre nuestra, al invocarte; apresúrate a aceptar las súplicas de los que te claman con fe: Salud, Señora nuestra, socorro de todos, alegría, protección y salvación de nuestras almas.

Coro: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. Señor, ten piedad (tres veces). Bendice, Padre.

Finalmente, el Sacerdote recita la oración de despedida (Apólosis-Otpust).

Que Cristo, nuestro verdadero Dios, por las oraciones de su Santísima Madre, por el poder de su preciosa y vivificante Cruz, del santo, glorioso y muy alabado Apóstol Santiago, primer obispo de Jerusalén y pariente del Señor y de todos los Santos, nos salve y tenga piedad de nosotros, porque es bueno y amigo de los hombres.

La persona que ha recibido el sacramento, si puede hace una metanía y repite tres veces:

Bendecidme, Santos Padres y perdonadme, que soy pecador.

Y habiendo recibido su bendición y el perdón, se retira, dando gracias a Dios.

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Panfleto Misionero # S

Copyright (c) 1999 y Publicado por la Iglesia

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant).

(servicio_uncion.doc, 11-10-99).