Un Acontecimiento Increíble

Pero Verdadero

K. Uekskuell

Traducido del ingles por Daniel Gregorio Stépenberg

La siguiente es la descripción de una persona que después de sentirse muerto, se encontró vivo. Se publicó por el Sr. K. Ikskull en el Diario Moscú a fines del siglo XIX. En 1916, el Arzobispo Nikon, miembro del Santo Sínodo, reprodujo el artículo en su publicación "Páginas de la Trinidad" con el siguiente comentario: Respecto a esta narración, tuvimos contacto con el autor, quien, después de afirmar su veracidad, nos aseguró que la persona, después de contar su historia, entró en el monasterio. Teniendo en cuenta que nada de lo escrito aquí contradice la posición de nuestra Iglesia sobre los misterios de la muerte y la vida posterior, pensamos beneficioso publicar este articulo. Publicado en Orthodox Life, Vol. 26, No. 4, Julio-Agosto, 1976, pg. 1-36.

No hago una descripción de mi carácter, solo le describo al lector acerca de mi vida religiosa. Me crié como Cristiano Ortodoxo en una familia bastante piadosa. Luego hice mis estudios en una institución donde no se apoyaba el ateísmo. Así que no resulté ser un descreído, como eran la mayoría de los jóvenes de mi época. En realidad, resulte ser algo indefinido: No era ateo, pero no me me consideraba una persona religiosa; y como ambos temas no eran la cosecuencia de mis convicciones sino eran una reacción pasiva al momento vivido. Le pido, entonces, al lector que decida.

Yo me creía Cristiano, pero indudablemente nunca reflexioné si me correspondía ese nombre. Nunca tuve la menor inclinación de averiguar a que se obliga el Cristiano. Decía que creía en Dios, pero si me preguntaban como creo, como es la enseñanza de la Iglesia Ortodoxa, entraría en la perplejidad. Si más, me hacían preguntas detalladas; de que ¿si creía, por ejemplo, en nuestra salvación por medio de la Encarnación y sufrimiento del Hijo de Dios, si ellos fueron necesarios para la humanidad, o si creo en el Juicio Final, o como veo la Iglesia, si creo en su santidad, o en la acción salvadora de los sacramentos? a todo esto, me imagino, hubiera contestado cualquier tontería.

Les doy un ejemplo: Una ves mi abuela, quien siempre cumplía con los ayunos estrictamente, me hizo una observación por no cumplirlos.

"¿Como puede ser que vos, siendo fuerte, con buen apetito, puedes comer comida vegetariana sin problemas no cumples con estas leyes de la Iglesia, que son las mas fáciles?"

"Pero abuela, esta regla es completamente ilógica. Comemos por costumbre; y hasta usted lo hace con conciencia porque se va obligar a eso."

"¿Porqué es ilógica?"

"¿Mira, le hace alguna diferencia a Dios si como jamón o pescado ahumado?" (¡Que ejemplo! — profundo en el entendimiento de un hombre educado!)

"¿Como hablas así." continuo mi abuela. "¿Cómo se podrá decir: regla ilógica, cuando el mismo Señor ayunó ? "Me impresionó su respuesta, y solo con la ayuda de mi abuela pude recordar esta aseveración en el Evangelio. Pero no me avergoncé de haberlo olvidado, e insistí, con mucho orgullo, en discutir lo contrario.

No piense lector que mi entendimiento era diferente de los demás jóvenes de mi círculo de amigos. Otro ejemplo:

A uno de mis colegas, a quien se consideraba una persona seria, se le preguntó si creía en Jesucristo como en el Dios-Hombre. Contestó que si, pero luego se supo que negaba la Resurrección de Jesucristo.

Una dama, mayor de edad, le dijo: — "¿Perdone, algo raro es lo que comentas; según tu creencia, que es lo que le sucedió a Cristo? Si cree en El como en Dios, como es que podría haber terminado Su existencia, ?

Esperábamos una respuesta inteligente. que contestara algo útil para el entendimiento de la muerte. Pero no, simplemente dijo: "¡O! ¡No me di cuenta! dije lo que sentí simplemente."

II.

Semejantes pensamientos incongruentes incongruentes se alojaron en mi mente y anidaron en mi cabeza. Mi creencia en Dios parecía correcta; El era una Esencia personal, Todopoderoso, Eterno; el hombre era Su creación, pero no creía en la vida de futura para el alma. Mi relación con la religión era superficial, pero no me daba cuenta de ello. (lo mismo que a mi colega) que me faltaba fe, hasta que paso algo que iluminó mi situación.

El destino me hizo conocer a una persona,a un hombre serio y muy educado, era muy simpático, estaba solo y yo cada tanto pasaba a visitarlo. Un día lo encontré leyendo el catecismo.

"¿¡Que es esto Projor, te estás preparando para ser pedagogo!?" Le pregunté a mi amigo en vos pausada, mientras señalaba el libro.

"¿Querido amigo, qué pedagogo? Aspiro a ser solo un estudiante medianamente bueno. ¡Estoy lejos de poder enseñar a otros! Es que me estoy preparando para rendir exámen. Mírame las canas, todos los días aumentan, y ya ¡pronto voy a tener que rendir cuentas!"

No tomé en serio sus palabras, pensando que él era un hombre que leía de todo, y que necesitaba alguna cita del catecismo. Pero él, dándose cuenta de mi confusión, me explicó:

Uno lee muchos disparates actualmente; y de esta manera me mantengo siempre en la misma línea. Ya sabes, nuestro exámen final es severo y no se repite ni se aplaza.

"¿Y como no creerlo? ¿Sino al final donde voy a parar? Te parece que me voy a hacer polvo y nada más? ¡Si! me hago polvo y, seguro que voy a tener que rendir cuentas además! No soy un tronco, tengo voluntad y entendimiento. Y... viví a conciencia... y también pequé..."

"Mira, Projor, ¿no se de donde nos vendrían las ideas de la vida después de la muerte? Es lógico pensar que uno se muere y ya está, se terminó todo. Ves el cuerpo sin respiración, se empieza a pudrir, descomponer! ¿qué tipo de existencia puede haber después de esto?" — le dije, hace mucho que lo venía pensando.

"¿Perdóneme, pero, entonces, qué sucede con Lázaro de Betania? Vos sabes que era un hombre hecho de la misma arcilla que vos y yo." Lo miré con sorpresa. ¿Será posible que este hombre educado crea cosas tan increíbles?

A su vez, Projor me miró fijamente un minuto, y luego, bajando la voz, me preguntó:

"¿O es que no crées?"

"¡Por supuesto que no! ¡yo creo en Dios! Le contesté. ¿Y en la revelación Divina del Evangelio no crees? Pero, la verdad es que hoy en día hasta a Dios se entiende de otro modo y cualquiera modifica las enseñanzas Divinas a su gusto cualificándolas a su manera. En esto — le conviene creer le dicen, en lo otro — no tanto, en lo último, para nada. Como si hubieran varias verdades, y no solo una. No se dan cuenta que creen por su inteligencia e imaginación y si es así, claro que no queda lugar para la creencia en Dios."

— "Pero uno no puede creer en todo. A veces uno se encuentra con cosas muy raras."

— "Quieres decir, cosas difíciles para entender. Haz el esfuerzo. Si no lo logras, reconoce que la falta es tuya y sométete! Ponte a pensar como razona un paisano sobre temas de la alta matemática; tampoco va a entender nada pero eso no quiere decir que niega esa realidad. Claro que es más fácil el rechazo..., pero más fácil... no quiere decir correcto.

"Considera bien lo que dijiste, es un absurdo. Decís que crees en Dios, pero no en la vida eterna. El mismo Señor Jesucristo habló sobre esto. ¿Habló mentiras? ¿Para que Su Encarnación, Su Pasión, si al fin y al cabo terminamos en polvo?

"No, ¡no es solo correcto, esto es imprescindible!" — repentinamente dijo, — ¡hay que corregirlo! Tienes que entender la importancia de esto pues te va a dar una nueva fe, y te va a iluminar tu vida. Para vos va ha ser una revolución moral. Con la fe asumimos un peso, pero a la vez es un consuelo, y un apoyo para la lucha que todos compartimos durante la vida."

III.

Yo entendí completamente la lógica de lo que me decía Projor, pero claro, unos minutos de conversación no me podían implantar una creencia a la cual no estaba acostumbrado a creer. Nuestra conversación me sirvió únicamente para clarificar a mi mismo mi punto de vista sobre estos temas ; algo que, hasta ese momento, no había hecho.

Mi incredulidad evidentemente preocupaba a mi amigo Projor: varias veces durante la tarde volvió al tema, y cuando me estaba despidiendo, eligió varios libros de su biblioteca, me los dió, y me dijo: "Léelos, sin falta léelos; no se puede dejar la cosa así. Estoy seguro que pronto vas a reconocerlo y te quedarás convencido del error de tu incredulidad, pero es necesario que esto sea un convencimiento de tu corazón,porque la mente es un colador por la cual pasan multitud de pensamientos que pasan y se olvidan."

Leí los libros, por lo menos la mayoría; pero la costumbre superó la razón. Todo lo que estaba escrito era muy lógico, además, no tenia nada que decir en contra. Sin embargo, no conseguí tener fe. Aunque creía en la veracidad de todo lo escrito, no sentía la fe. Para mí, la muerte era el final absoluto de la existencia humana, y lo que seguía era solo una descomposición.

Lamentablemente, sucedió que poco después de mi conversación con Projor tuve que mudarme, así que nunca más lo vi. Quien sabe, a lo mejor él, siendo un hombre inteligente y simpático, poseedor de una profunda convicción, hubiera logrado un cambio en mi, y con ello lograr cierto cambio en mi concepto acerca de la muerte. Pero como me quede solo, y no siendo una persona de reflexionar mucho, no profundicé en estos temas abstractos. Debido a mi superficialidad pronto no pensé más en las palabras de Projor y el tema de la falta de fe no me perturbó.

Luego, mi nuevo ambiente, nuevos amigos, desvaneció no solo este tema, si no también, la conversación con Projor, y la breve amistad que tuve con él.

IV.

Pasaron muchos años. Para vergüenza mía tendré que admitir que durante ese tiempo cambié muy poco moralmente. Aunque ya había llegado a la edad mediana en ningún momento había experimentado seriedad en mis actitudes. No entendía el sentido de la vida. Seguía los mismos intereses que siempre, vanos, vacíos, correspondientes solo a mi auto-satisfacción, el mismo propósito que guía a la mayoría de mi clase social.

Ni tampoco cambié la actitud en mi vida religiosa Como antes, no era ni ateo, ni un hombre religioso consciente. También como antes, de vez en cuando iba a la iglesia, me confesaba, como de costumbre, una vez al año — y esto alcanzaba para mí en lo que respecta a la religión. No tenía intereses en temas de religión, ni siquiera entendía su necesidad, salvo los conceptos más elementales. Yo no sabía nada de estas cosas, sin embargo, creía ‘que lo sabía todo.’ Para mí, todo era sencillo; un hombre educado no tenia por que preocuparse con supersticiones. Esta era una especie de credulidad realmente ingenua, pero típica de la persona moderna, de mi época.

V.

Mi trabajo me llevó a una ciudad desconocida, donde no tenía ni amigos, ni familia. Un día me enfermé. Al principio me sentí bastante bien y no pensé ir al hospital por esa insignificancia, luego subió rápidamente mi temperatura y no teniendo nadie conmigo, ni siquiera un sirviente, me di cuenta que no era muy inteligente estar solo en el hotel en esas circunstancias.

En el hospital me diagnosticaron una neumonía. La fiebre no me dejaba dormir y las noches largas del invierno eran agotadoras. Frecuentemente me sentía incómodo acostado; no podía levantarme a caminar, entonces daba vueltas en la cama, sentándome, acostándome, bajando los pies, levantando los pies; contando las horas, la una, las dos, lentamente — toda una eternidad hasta que amaneciera. Y era deprimente estar con todos alrededor durmiendo, era como estar en el sepulcro.

Progresivamente fui empeorando. A veces se reagudizaban los ataques tanto que las condiciones desagradables ordinarias de todos los días eran más soportables. Como siempre fui fuerte y sano, siendo la primera vez que realmente tenía algo serio, ni se me ocurrió la idea de la muerte. Esperaba con confianza mi recuperación. Hoy o mañana me iba a mejorar. Cada vez que tomaban mi temperatura, yo, impaciente, les preguntaba cuanto tenía. Pero, después de llegar a "40," "41..." ya no me decían mas nada.

"¿Pero que proceso largo es este, yo les decía a los doctores, con cierto disgusto, mi recuperación va a seguir este paso tan lento?"

Los doctores notaban mi impaciencia, me calmaban, me decían que con mi edad y mi salud, que ya pronto todo se normalizaría. Con esto me consolaba; fortifiqué mi paciencia solo en pensar que había que esperar un poco más y la crisis pasaría

VI.

Una noche, me sentí especialmente mal, con mucha fiebre, y me era difícil respirar pero al amanecer, de repente sentí un alivio y me dormí. Al despertar, pensé, "Bueno, ahora si ya pasó la crisis, y finalizarán las sofocaciones y la fiebre."

Llamé a un enfermero y le pedí que me tomara la temperatura.

"Bueno, gracias a Dios, parece que las cosas están mejorando." Y con alegría dijo "Tu temperatura es normal."

"¿De veras?" Yo también dije con alegría.

"Fíjese usted: treinta y siete y un décimo.

A las nueve apareció el doctor. Le conté que mal había pasado la noche, que seguramente esa fue la crisis, que ahora me sentía bien y hasta que pude dormir unas horas.

"¡Que bien!" Respondió, y acercándose a la mesa leyó la historia clínica.

"¿Quiere tomarle la temperatura?" le preguntó el enfermero, "ahora es normal."

"¿Cómo normal?" le pregunto el médico, mirándolo con perplejidad.

"Exactamente lo que digo, recién se la tomé"

El médico pidió volver a tomar la temperatura; prestando atención que lo hiciera correctamente. Pero esta vez ni llegó a treinta siete. El doctor sacó el termómetro de su bolsillo, lo controló, y de vuelta me tomó la temperatura., con el mismo resultado.

Me sorprendió que el doctor no mostrara ninguna alegría, aunque sea por cortesía. Inmediatamente se dio vuelta y salió. Pocos minutos después empezó a sonar el teléfono.

VII.

Vino el médico jefe ; los dos me examinaron y luego me cubrieron la espalda con sanguijuelas Hicieron una receta y la mandaron inmediatamente a la farmacia con un asistente.

"¡Miren! ya me siento bien, ¿me van a sangrar con sanguijuelas?" Me pareció que mi pregunta extrañó al doctor quien me dijo :

"Dios mío, no te vamos abandonar porque de repente te sentís un poco mejor. Tenemos que sacar todo el veneno que se estuvo acumulando."

Después de tres horas entró el medico joven y me preguntó cuantas cucharas de medicina había tomado.

"Tres." "¿Tosiste?" "No," "¿Ni siquiera una vez?" "No."

"Dígame, por favor," Le pregunté al asistente, "Qué es esta porquería de medicina, que me da náuseas."

"Y... son varios expectorantes..."

En este caso, yo actué como el hombre contemporáneo, quien niega la religión aunque no entienda nada de ella. Yo mentalmente había criticado al doctor, y lo había acusado por haberme dado un expectorante, cuando no tenía nada que escupir.

VIII.

Después de dos horas aparecieron tres médicos; los dos nuestros y un tercero, de mas jerarquia pero yo no lo conocía. Me auscultaron los pulmones durante un tiempo largo y luego pidieron un tanque de oxígeno.

"¿Y esto, para que es?"

"Hace falta ventilar un poco los pulmones." Dijo el tercer doctor.

"¿Pero dígame doctor, porque todo esto con las sanguijuelas y el tanque de oxígeno?"

Yo me sentía tan bien que nada me podía convencer que había algún problema. No me imaginé que este doctor vino especialmente para mi caso. La última pregunta que le hice con tanto entusiasmo, e ingenuidad, que el no tuvo el coraje de decir la catástrofe que se me venía encima. De veras, ¿como podes decir a un hombre con tanta esperanza que tiene pocas horas de vida?

"Simplemente es necesario hacer un poco más." Esta respuesta también la entendí a mi manera, es decir, que ahora que me estaba recuperando, era bueno hacer todo lo posible para eliminar los rasgos de la enfermedad.

IX.

Recuerdo que a las cuatro sentí un poco de frío, así que acomodé la frazada, y me acosté nuevamente, pero inmediatamente me mareé. Llamé al enfermero. El me levantó y subió la bolsa de oxígeno. Empecé a escuchar una campana y pronto aparecieron los doctores, uno tras el otro.

En otros tiempos lo hubiera visto como medio curioso, esto de los médicos juntándose a mi lado tan rápido. Pero ahora sentí una indiferencia, como si esto no tuviera nada que ver conmigo.

Empecé a cambiar de ánimo. Recién, estaba lleno de optimismo; luego una indiferencia profunda, incomprensible y extraña

Mi atención estaba concentrada en mi mismo, pero notaba algo muy particular, una división; estaba consciente con una claridad completa, pero no me importaba lo que me pasara, hasta que parecía que ni podía sentir sensaciones físicas. Por ejemplo, vi al doctor tomar mi pulso, pero no lo sentí tocar mi cuerpo. Escuche a los doctores preocupándose por mi espalda, donde evidentemente había empezado la edema, — pero lo que me hacían, no lo sentía; es decir, tenía la capacidad de percibir las sensaciones, pero me había abstraído tanto, que no me importaba.

Me parecía como si hubiera dos seres en mi, dos esencias. Una, la principal, escondida, muy interior, la otra, la externa y menos importante. Ahora, lo que unía estas dos partes se había quemado, o derretido, y las esencias se habían separado, la mas fuerte la sentí con mas fuerza y la más débil la sentí como indiferente. Esta parte más débil era mi cuerpo.

Me imagino como me hubiera impresionado esto, solo pocos días atrás; al ver este ser interior, desconocido,.

Era asombroso el oír, ver, y entender todo; y sin embargo no entender nada, y estar distanciado de todo.

X

Si un médico me pregunta algo escucho y entiendo, pero no le contesto. No le contesto porque no veo ninguna razón para hablarle pero él se preocupa por mí, pero solo tiene que ver con esa parte de mí, que ya no tiene sentido, y a la cual no quiero prestar ninguna atención.

Pero de repente esa parte reclama atención de una manera muy sorprendente y siento que me empuja hacía abajo una fuerza irresistible. Al principio me sentía como que tuviera pesos atados a mis miembros, pero l no se podía entender el fenómeno en esta manera tan simple. Era, más bien, como una gran fuerza de gravedad. Cada miembro, cada un tendón, cada pelo, cada célula de mi cuerpo estaba afectada como por un imán a través de la fuerza de gravedad.

Sin embargo, yo podía pensar acerca de todo lo que sucedía. Además estaba consciente, de lo extraño de este fenómeno. Sentía estar en mi cama del segundo piso; pero que debajo de mi había otra pieza idéntica; pero a la vez sabía que esta fuerza me podía sacar violentamente y tirarme para abajo, ¿...hacia adónde?

A la profundidad de la tierra., si, adentro de la tierra. Yo quise acostarme en el piso, y empecé a revolcarme para poder hacerlo.

XI

"Agonía," escuché la voz del doctor

Como yo no hablaba, estaba completamente concentrado en mí mismo, y mí mirada estaba perdida los doctores llegaron a la conclusión de que yo estaba inconsciente, y hablaron abiertamente de mí. La realidad era que estaba consciente, pensando y observando.

"Agonía, luego muerte!" pensé, al escuchar las palabras del doctor. Será cierto que me estoy muriendo? Pero, como puede ser, me decía yo a mi mismo"

De repente recordé una lectura sobre la muerte Cerré los ojos, y repasé mis sensaciones. No, no sentí ningún dolor físico, pero indudablemente estaba sufriendo. Me sentí, por dentro, pesado, cansado. ¿Pero, de dónde me venía esto? Yo sabía lo que padecía, pero ¿me estaba ahogando el edema? ¿me estaba deprimiendo el corazón, y eso me cansaba? No se. Pues esa era la explicación de la gente, de este mundo; lo que, para mí, ya era muy extraño y lejano. Por mi parte, sin embargo, sentía una irresistible aspiración, una atracción hacia algo, de lo que ya hablé.

Esa atracción iba aumentando. Ya había casi llegado, casi tocado ese imán que me atraía; y si lo tocaba, todo mi cuerpo se iba a fusionar con el, y asi unirme hasta que ninguna fuerza me pudiera separar Cuanto más sentía ese momento mas temor y depresión sentía; y eso, por que yo sabía que algo en mí se tenía que separar, y que este algo resistía a la unificación. Esta lucha era lo que me agotaba.

XII

Yo entendía completamente la palabra "agonía," pero ahora, de alguna manera, todos mis sentimientos los tenía cambiados, y hasta los conceptos. Sin duda, hubiera escuchado esta palabra, antes me hubiera asustado enormemente. Normalmente tendría que haber sentido un pánico en pensar en la muerte, pero ahora yo la veía de una manera distinta.

"¡Bueno, entonces es así! Es la tierra que me atrae." Esto me di cuenta de repente. " Es decir llama al cuerpo, que le pertenece y que me presto por un tiempo. La tierra esta reclamando su parte."

Lo que poco antes, parecía evidente, que al morir todo se volvería ceniza, ahora se convertía en imposible. "¡No, no voy a desaparecer totalmente; no puedo!" Casi lo grité.

Probé liberarme, a despegarme de esa fuerza; de repente sentí una calma.

Abrí los ojos, y vi, hasta el ultimo detalle, todo lo recuerdo con una completa claridad.

Vi, que estaba parado en medio de la habitación; a mi derecha, todo el cuerpo medico también parados, pero en un semicírculo. El jefe, después el doctor joven, medio inclinado, el enfermero con la bolsa de oxígeno en sus manos, indeciso El no sabía si dejarlo ahí o retirarlo. El doctor joven estaba sosteniendo algo oculto a mi vista por su hombro.

Estaba un poco sorprendido. Estaban alrededor de una cama. En la cual yo ya no estaba mas Me incliné para ver mejor lo que miraban.

En la cama estaba yo, acostado.

XIII

No recuerdo haber experimentado ningún susto habiendo visto a mi doble mi doble; solo me extrañé¿como puede ser? yo estoy acá, pero también estoy allá. Miré alrededor mío, estaba en medio de la habitación. Sin duda era yo, como era siempre Intenté palparme, mi mano izquierda con mi mano derecha, pero mi mano paso de lado a lado. Traté de agarrarme de la cintura, pero mi mano pasó a través como en un espacio vacío.

Pero me causó mucha impresión, y quise que alguien me hiciera entender ¿que estaba pasando? Di unos pasos, queriendo tocar el hombro del doctor, pero caminaba raro sin sentir el piso, como flotando; y no pude alcanzar al doctor, tenia la mano cerca, pero no podía tocarlo. Hice un esfuerzo para pararme firmemente en el piso, y, aunque mi cuerpo me obedecía en bajar un poco más cerca del suelo, sin embargo, igual que con el doctor, no podía llegar.

Recordaba muy claramente unos días antes a la enfermera, con la intención de preservar mejor la ampolleta de mi medicina, probo bajarla al fondo de un jarro de agua fría, inmediatamente la ampolleta volvió a flotar. La vieja enfermera, quizás no entendiendo lo que pasaba, siguió probando bajar la ampolleta, una, dos, tres veces y hasta le hacía fuerza con el dedo para que se mantuviera en el fondo, pero cuando sacaba el dedo, volvía a flotar.

Evidentemente, lo que me pasaba a mi era parecido. El aire alrededor mío era demasiado denso.

XIV

¿Que me había pasado?

Llamé al doctor, pero el no recibía mi voz. Entendí que estaba totalmente desligado de mi alrededor. Sentí una soledad tan extraña, y me empezó a venir pánico. Era horrible, por lo menos si uno esta perdido en el bosque o ahogándose en el mar o encarcelado, tiene esperanza que alguien lo pueda escuchar. Alguien lo escuchará o lo verá, o el guardia entrara en su celda y empezara a hablar.

Pero de tener gente alrededor tuyo y de no tener manera de hacerte saber o de pedir ayuda, era algo completamente irreal para un ser humano. Era un desamparo total y monstruoso. Difícil de explicar.

Claro, no me entregué inmediatamente. Probé de algún modo hacerme conocer pero solo me desesperé. Nadie me veía; y no pude tocar ni a mi mismo. "Pero no soy un fantasma. Estoy consciente de mi mismo. Veo cada detalle de mi cuerpo. Yo era igual que antes, solo que no podía tocar nada, como que el aire alrededor mío era demasiado denso."

"¿Será esto lo que llaman un espejismo ? ¿Pero porque? ¿Qué me ha pasado?" Todo esto me pregunté, e intenté recordar si había escuchado algo sobre estas transformaciones durante las enfermedades.

XV

"¡No,! ¡Ya no se puede hacer nada!" — Todo esta terminado, con desesperación informo el joven doctor, moviendo la mano, y se fue de la cama donde estaba mi doble. Sentía confusión, que todavía se preocupaban por el "yo" el cual no sentía, y dejándome sin atender al que era consciente de todo.

"¿Será posible que no se enteren que yo no estoy allí?" A si pensé con cierta angustia. Me acerqué a la cama. Me miré, y por primera vez me entro la idea que quizás lo que había sucedido, en el lenguaje corriente, era "la muerte." Se me ocurrió esto porque el cuerpo sobre la cama parecía un cadáver. No se movía, no respiraba, con cara muy pálida, labios apretados de color violáceos de muerto. Me hacia recordar a los muertos que había visto antes.

Suena raro, que recién al ver mi cuerpo sin respiración, entendí realmente lo que había pasado. En nuestra comprensión de la muerte, vemos algún tipo de destrucción; ¿Pero como podría haberme imaginado como muerto, si no perdí el conocimiento, ni por un momento? Me sentía vivo, oyendo, viendo todo, y hasta pensando.

Si hubiera sido religioso, pudiera haber entendido lo ocurrido, porque hubiera creído en un alma. Pero solo me interesaban las sensaciones que tenia.. Y como me sentía tan vivo, me costaba asociar mi vivencia con la palabra ‘muerte. Hasta las palabras del doctor, "todo se acabó" no me llamaron la atención porque todo era tan distinto a lo que había ocurrido en mi concepto de la muerte.

Hay gente religiosa, es decir, los que afirman la existencia de un alma y una vida después de la muerte, dicen lo siguiente: apenas el alma deja de lado el cuerpo corruptible, inmediatamente se siente una esencia que ve todo, que sabe y entiende todo; y entra en una existencia bajo nuevas reglas, pero tan propio, que parece como volver al verdadero país de uno, volver al estado mas natural. Esa opinión se basa en la idea de que el alma es algo espiritual, y no experimenta las limitaciones físicas..

XVI

Esa hipótesis, claro, no es cierta. El lector nota que yo llegué al otro mundo con casi las mismas concepciones e ideas que tenía durante mi estadía en la tierra. Por ejemplo, cuando me quería hacer conocer, hice lo que hace la gente viva, llamé, me acerqué, probé tocar a alguien. Lo que me parece extraño, es porque yo seguía teniendo las ideas de antes.

Después de darme cuenta que había muerto, todavía no comprendía el significado de las experiencias que seguía teniendo. Pensaba que el cuerpo que tenía ahora era un cuerpo "astral. imaginario" También se me ocurrió lo siguiente: ¿No tendría también el primer hombre este mismo cuerpo?

¿Y después del pecado no se vistió con cueros, como lo dice la Biblia? ¿Y no es ese mismo cuerpo, corruptible, acostado en la cama que pronto se hará ceniza?

Yo me lo explicaba según las ideas que tenía. No podía haber pensado de otra manera. Pero, aunque el alma es materia espiritual, esta creada para habitar el cuerpo; ¿Así que como se puede decir que el cuerpo es la prisión del alma, como que se encadena el alma a una existencia extraña?

No, el cuerpo es la morada lícita del alma, y está a su disposición. Al llegar al otro mundo, el alma va estar en el nivel de evolución y perfeccionamiento que logró, junto con el cuerpo, durante su estadía en la tierra. Una persona que, durante su vida, se aplicó a la vida espiritual, se va sentir mas relacionado, y va entender más cuando llegue al otro mundo. Al contrario le pasa a una persona que nunca pensó en la vida espiritual. Como yo, esa persona no va a saber lo que le pasa, y va a tener que aprender los rudimentos.

Luego, recordando mi estado, noté que mis capacidades mentales funcionaban con una rapidez asombrosa. Solo tenía un idea, y todos los recuerdos no importaban cuan insignificantes, aparecían en mi mente. Podía desalojar de mi mente el mínimo detalle que alguna vez había aprendido. Además, podía adivinar el sentido de lo que no conocía, pero primero tenía que representármelo Esta condición muestra la única calidad de mi experiencia sobresaliente; eso, y también los cambios que ya he nombrado.

XVII

Continúo.

¡Increíble! Pero si lo que, hasta ahora, fue increíble, lo que sigue va parecer cuento para niños. Pero pido pensar al lector que junto a la inocencia y el escaso material que le he presentado es la prueba de su veracidad. Si lo hubiera inventando, podía haber pensado en cosas muchas más fantásticas e efectivas.

Bueno, ¿Qué más me pasó? Los doctores salieron de mi pieza, ambos asistentes hablaban del caso. La vieja enfermera hizo la señal de la cruz y rezó la oración correspondiente delante del icono:

— ¡Que lo reciba en el Reino del Cielo y dé paz eterna!

Al pronunciar estas palabras, aparecieron dos Ángeles a mi lado. No se porqué, pero reconocí uno como mi Ángel de la Guardia, pero el otro me era desconocido. Agarrándome por los brazos, los Angeles me sacaron, pasando por la pared directamente a la calle.

XVIII

Ya era de noche. Caían grandes copos de nieve apaciblemente. Esto lo vi, pero no me afectaba el frío. Evidentemente, los fenómenos físicos ya no tenían sentido para mi nuevo cuerpo. Ascendimos rápidamente. Ascendíamos y a mi vista crecía la extensión del espacio. Pronto las proporciones llegaron a ser tan enormes, me causó espanto pensar que insignificante era yo en relación a esa infinidad.

Lo singular era que yo podía ver claramente en la oscuridad, y también ver la enormidad del espacio. Y sin embargo, reconocía el límite de mi visión, y ese mismo entendimiento me asustó todavía más. Yo vi insignificante era un átomo, que desaparecía en la inmensidad. Así me sentía, sin embargo yo era consciente, y esto era el comprobante para refutar a los que piensan que todo se destruye con la muerte.

XIX

Perdí el sentimiento del tiempo, así que no se cuanto tiempo ascendimos. De repente escuché un ruido distinto. Después, no se de donde, aparecieron un montón de seres horribles, gritando, alborotando, y rápidamente acercándose.

"¡Demonios!" — Comprendí y aprecié que venía mucho horror. ¡Demonios! pocos días antes me hubiera burlado de esta noción. Además, si alguien me hubiera dicho, —que vió demonios con sus propios ojos, o que creía en la posibilidad de su existencia, también lo hubiera negado. Siendo yo un hombre instruido, de fines del siglo XIX, yo sabía de las malas inclinaciones, o las pasiones de un ser humano. Pero de repente esta "noción abstracta" me pareció como algo muy vivaz. Hasta hoy en día, no puedo decir como supe, sin ninguna duda, que eran demonios. En otra ocasión lo hubiera visto como un capricho de la imaginación, algo que no se puede ver, que no tiene realidad.

Pero en ese momento, todo lo capté inmediatamente. Mis capacidades mentales funcionaban con una gran intensidad; en consecuencia, también supe que por su apariencia repugnante no era verdaderamente como parecían, si no, que se enmascaraban para asustarme más todavía. Sentí algo parecido a orgullo, y luego vergüenza de parte de todos los hombres, porque estos bichos se nos presentan como ante niños..

Los espíritus malvados, con chillidos y gritos, insistían que los ángeles me entregaran. Querían desprenderme de las manos de los ángeles, pero no se atrevían.Escuché : "Es nuestro, él renunció a Dios," así gritaban todos, y se con descaro se tiraron casi encima nuestro, congelando la sangre en mis venas.

"¡Es mentira, no es cierto!" Así quise gritar, pero recordé un hecho insignificante, de mi juventud.

XX

Recordé un hecho de mis años de estudiante. Nos habíamos reunido en la casa de un amigo mío. Después de charlar sobre los estudios, llegamos a hablar sobre temas más "relevantes".."

"En general, no me gusta hablar en abstracto," dice mi compañero, "pero esto es una barbaridad Estoy dispuesto a creer en alguna fuerza de la naturaleza, hasta ahora oculta o puedo creer en su existencia, y que esté junto a otros efectos, y entonces, por eso es difícil de reconocer pero creer en Dios, como un Ser todopoderoso, cuando yo no lo veo, esto es un absurdo. Me dicen: ¡debes creer.! ¿Pero porqué? Si yo tan fácilmente puedo no creer. ¿No será posible que exista?" Y me miró directamente: "¿Es cierto?"

"Y, puede ser, que no," sin pensar le dije. Era frívolo. No era que las necedades de mi amigo me trajeron dudas sobre la existencia de Dios. Ni le presté atención a ello ; y, ahora resulta, que mis palabras grandilocuentes desaparecían. Me tenía que justificar, y defender la acusación acerca de los demonios, así como nos dicen las Sagradas Escrituras. Vamos a tener que rendir cuentas al final de la vida por Voluntad de Dios, Quien siempre ve los secretos del corazón, o sino por la maldad del enemigo de nuestra salvación.

Esta acusación era el argumento más fuerte que llevaban los demonios para mi perdición. Renovaron la fuerza de sus ataques, y ahora con bramidos furiosos nos rodearon. Recordé una oración, y empecé a rezar, apelando a los Santos que conocía. Pero esto no asustó a mis enemigos. Yo pobre ignorante, solo llevo el nombre de cristiano. Pero, en ese momento me acordé y me dirigí en oración a Ella, por primera vez en mi vida. Ella quien es la Intercesora por los cristianos.

Estaba con gran temor, y mi plegaria era ¡tan intensa! Al nombrar a la Madre de Dios, apareció una neblina blanca que envolvió la multitud escandalosa de demonios. No los vi más, pero los seguí escuchando durante un tiempo, hasta que desaparecieron

XXI

Había sentido tanto temor, que no me di cuenta cuando empezamos de nuevo a ascender. Pronto la extensión del espacio se presentó nuevamente. Luego de traspasar una distancia, vi una luz brillantísima encima de mi. Parecida al sol, pero mucho más intensa, era, evidentemente, el reino de la luz.

Si, el reino de la luz, porque no había ninguna tiniebla en esta luz. ¿Pero como puede haber luz sin sombra? Mis conceptos terrenales no lo resolvían.

De repente nos transportamos hacia la esfera de esta luz, y el resplandor me dejó ciego. Me tapé los ojos con las manos, pero mis manos no daban sombra. ¿Y qué significaba tal hecho?

"¿Dios mío, que es esto, que tipo de luz es ésta? No puedo ver, para mi es como si fuera una oscuridad." Así imploraba, olvidando que mi concepto de vista terrenal aquí no servia. Esta incapacidad de ver, aumentaba en mí el temor natural de lo desconocido, natural para esta situación. Pensé, "¿Qué va a pasar, cuando pasemos esta zona de luz, o es que ella no tiene fin?"

Y una voz sonora con autoridad, firmeza, viniendo desde arriba, dijo: — "¡No está preparado!"

Inmediatamente empezamos a descender rápidamente. Pero antes de dejar estas esferas, se me otorgó la capacidad de aprender un fenómeno maravilloso.

Cuando fueron pronunciados las palabras, parecía que todo en este mundo, cada grano de polvo, el más pequeño átomo, respondieran a estas palabras a su manera. Como si fueran muchos ecos repitiendo esas palabras, no escuchadas por el oído, pero entendidas por el corazón y la mente, expresando la unidad de la declaración dicha. En esta unidad había tanta armonía; y en esta armonía había tanta alegría exaltada, delante de la cual todos los encantos terrestres parecían tenebrosos. Este eco fue como la resonancia de una cuerda musical; toda el alma se extendía así ante él; y uno mismo se sentía ardiente, con el deseo de unirse a esta armonía omnipresente.

XXII

No entendí el verdadero sentido de las palabras que me dirigieron, a decir, no entendí que tenía que volver a la tierra. Pensé que me llevaban a otros lugares. Cuando nos acercamos a la tierra, sentí algo de protesta dentro de mi. Al principio la neblina, los contornos de los edificios, luego calles que yo conocía.

El hospital bien conocido. Me llevaron adentro, traspasando las paredes y puertas cerradas. Fui llevado a una pieza desconocida. Había una fila de mesas, pintadas de color oscuro, y sobre una, tapada con una sabana blanca, me vi a mí, es decir, a mi cuerpo rígido, muerto.

Cerca de la mesa, un anciano, vestido de marrón, leía el libro de los Salmos. Del otro lado, sentada en un banco, estaba mi hermana, obviamente le habían dado la noticia de mi muerte; y al lado de ella, un poco inclinado, su esposo le murmuraba algo.

"¿Escuchó la decisión de Dios?" acercándose a la mesa, me preguntó mi Ángel de Guardia, quien hasta ahora nada había dicho — ¡vaya preparándose!"

Después de esto, los dos ángeles se volvieron invisibles.

XXIII

Luego...

Sentí como que algo estaba bien apretado a mi; luego apareció una sensación de frío desagradable. Al pensar, en mi vida anterior, sentí una pena profunda, como que había perdido algo (este sentimiento lo sigo teniendo hasta el día de hoy).

No quería volver a la vida que llevaba anteriormente, a pesar de que nada doloroso antes me había pasado, nada me atraía hacia ella. Señor lector, ¿alguna vez ha visto una foto vieja, descartada... en un lugar húmedo? Donde había una imágen, pero media borrada por el moho y la humedad. Y en lugar de una imágen linda, uno ve algo lóbrego, medio gris. De la misma manera, la vida me parece ahora descolorida, monótona, oscura.

No se porque empecé a sentir eso. El horror que había sentido antes en la separación de este mundo, ya no significaba nada para mí. Vi a mi hermana, y entendí que no podía unirme a ella, pero la idea no me perturbó. Alcanzaba solo verla y saber de ella. Ni tenía ganas de avisarle que estaba ahí.

Lo que me preocupaba era la sensación de estrechez que me hacía sufrir bastante. Sentía como si me apretaran unas tenazas. Algo hice para combatirlo, pero no se exactamente que. Solo recuerdo que me sentí más y más apretado, hasta que perdí el conocimiento

XXIV

Cuando recobré la conciencia, me encontré acostado en una cama de la sala del hospital.

Abrí los ojos y me vi rodeado por un montón de gente curiosa, observándome con muchísimo interés. A la cabeza de la cama se sentó el jefe de los doctores, conservando su acostumbrada jerarquía El doctor joven, sin ninguna reticencia, mostró su activo interés. Al pie de la cama, vestida en velos, excitada, estaba mi hermana; al lado de ella mi cuñado, detrás — la vieja niñera, relativamente calma, y todavía mas atrás se podía ver la cara del asistente al cirujano, llena de temor.

Al recuperarme, primero saludé mi hermana. La que saltó hacia mí, me abrazó, y empezó a llorar.

"¡Bueno querido mío, eso sí que fue un susto!" El joven doctor con impaciencia comentó sus impresiones. "¡Si supieras lo que te pasó, no te imaginas!"

"Pero yo recuerdo muy bien todo lo que me pasó."

"¿Cómo, es que no perdiste la conciencia?"

"¡Obviamente que no!"

"Esto es muy extraño, demasiado extraño" — dijo mirando al jefe. "Es extraño porque yacías ahí como un troncho de col, sin ningún vestigio de vida. ¿Cómo es posible estar conciente en ese estado?"

"Sin embargo, es posible, por que yo lo viví y era consiente en todo."

"Lo de ver, no podías haber visto nada, a lo mejor escuchar y sentir… sí ¿Así que decís que escuchaste como te amortajaron?"

"No,¡no sentí nada de eso! Mi cuerpo estaba insensible."

"¿Cómo? Usted dice que recuerda todo lo que le pasó, ¿pero no sintió nada?"

"Yo digo que no sentí lo que se hizo con mi cuerpo, pero lo que estaba experimentando en esos momentos era algo muy intenso." Pensé que, con esta explicación, alcanzaba para hacerme entender.

"¿Entonces?" …me siguió preguntando el doctor. En ese momento vacilé, ya que no sabía que más querían de mi, después de mi clara explicación. Solo añadí:

"Mire, solo dije que no sentía mi cuerpo. ¿El cuerpo no es todo, no es cierto? No era todo yo, lo que estaba acá como un tronco de col. El resto de mi siguió funcionando y viviendo." También opiné que ellos deberían reconocer esta división en la persona,

Obviamente, todavía no había vuelto completamente a mi vida anterior. Mientras que hablaba, no me daba cuenta que, para ellos, quienes no lo habían experimentado, lo que yo describía parecía el delirio de un loco.

XXV

El joven doctor quería seguir esta conversación, pero el jefe le indicó que me dejara en paz. No se de veras si yo necesitaba esa tranquilidad, o si el había llegado a la conclusión que mi mente estaba inestable.

Me revisaron el cuerpo y encontraron todo en orden. En los pulmones no había edema. Luego me dieron una tacita de caldo, y todos se retiraron menos mi hermana, a quien se le permitió permanecer conmigo por más tiempo.

Aparentemente pensaban que yo tendría ansiedad por lo experimentado, el que me vió varias veces es el joven medico.

Evidentemente estaba extremamente interesado por mis experiencias. Varias veces durante el transcurso del día me controlaba y me hacía preguntas. En general venía solo, a veces con un amigo, estudiante, para presentarle a un hombre que había vuelto de la morgue. Fue al tercer, o el cuarto día, quizás por que yo estaba ya más fuerte que tuvo una charla más prolongada. Después de sentir mi pulso dijo:

"Que increíble. Todos estos días, no has tenido ninguna irregularidad en el pulso ¡pero no te podes imaginar que te pasó! ¡Esto fue un milagro!

Me había acostumbrado a la vida terrestre nuevamente pensando nuevamente en mi vida anterior, llegué a entender lo extraordinario de lo que me había pasado. También entendí que yo era el único que sabía lo que había pasado. Lo que supieron los doctores era solo la manifestación externa de lo que me había sucedido, y del punto de vista médico se explicaría como alguna patología poco común. Le pregunté al joven doctor,

"¿Este milagro ocurrió antes de que hubiera vuelto a la vida?"

"Si, antes. Yo mismo tengo poca experiencia, y hasta ahora no conocía ningún caso de letargo; pero cuando cuento tu caso a médicos viejos, dudan en creerlo Vos sabes, pero también es lógico, que cuando una persona vuelve de un desmayo, todos los órganos al principio funcionan muy débilmente. Casi no se percibe el pulso, la respiración también es imperceptible, cuesta escuchar el latido del corazón. Pero con vos, algo inimaginable pasó: los pulmones se inflaron como un gigantesco fuelle, el corazón latió como un martillo contra el yunque. No se puede ni describir, se tenía que haber visto. Parecías un volcán al punto de erupción. Hacía sentir la piel de gallina, y temor.

Parecía que un momento más, y tu organismo no iba poder aguantar."

Con lo que dijo, —ahora entendía por que no perdí la conciencia.Antes de lo dicho por el medico, no me podía explicar porque cuando me estaba muriendo, no perdí la conciencia por un momento, sin embargo cuando volví a vivir, me desmayé. Ahora estaba claro; cuando estaba muriendo, también me sentí apretado por todos lados, y en el momento extremo de la agonía, salí fuera de mi cuerpo. Aparentemente, solo el alma no se puede desmayar. Al contrario, cuando volví a vivir, tenía que experimentar de nuevo todo el sufrimiento físico, incluyendo el desmayo.

XXVI

Mientras, el doctor continuaba: — "¡Se da cuenta, esto no fue después de un desmayo, si no después de treinta y seis horas de letargo! Vos mismo podes discernir, estabas rígido, y a los 15-20 minutos tus miembros adquirieron flexibilidad, y en una hora ya corría sangre por las extremidades. Es absolutamente increíble, cuando lo cuento; se niegan de creerlo."

"¿Y usted, doctor, sabe porque sucedió este hecho increíble?

— ¿Porque?

—¿Ustedes, en medicina, lo clasifican como un letargo, algo parecido al desmayo?"

"Si, pero es un ejemplo muy extremo."

"Bueno, entonces es lógico que no sea un letargo."

"¿Si no, qué?

"De todo lo que me dijo, se puede ver que, efectivamente, estuve muerto, y volví a la vida. Si hubiera sido algún tipo de debilidad del organismo, no hubiera ocurrido esa erupción tan intensa, cosa lógica para que el cuerpo se preparara para recibir el alma."

El doctor me estaba escuchando muy atentamente, pero cuando hablé así, su rasgo tomó un aspecto de indiferencia.

"Bueno, vos estas embromando, pero para nosotros médicos es un caso interesante."

"Te aseguro que no tengo ninguna intención de bromear. Yo creo totalmente lo que le digo.

Hasta que me interesaría que usted lo crea también, por lo menos para poder investigar un fenómeno tan excepcional. Usted dice que yo no podía ver nada. ¿Quiere que le describa toda la gente alrededor del "cadáver"? ¿Quiere que le diga quien estaba parado, y donde, y que hacía?"

El doctor se interesó en mis palabras, pero cuando le conté, y le hice recordar todo, en la confusión, tartamudeó,

"No….Si… no se, muy extraño, algún tipo de lucidez…"

"Doctor, algo está mal en su forma de pensar, primero dice que estaba como pescado congelado ¡y ahora dice que, a la vez, tenía lucidez!"

Seguí mi relato, cada detalle lo sorprendió más, lo que me hicieron en el cuerpo, como intenté tocarlos a ellos; y que el aire parecía demasiado denso..

XVII

Aparentemente, esto llegó a oídos del médico jefe. Al día siguiente durante la visita dijo: — "Parece que usted estaba alucinando durante el letargo. Cuídese de liberarse de eso, por las dudas…"

"¿Por las dudas que no me vuelva loco? Le pregunté."

"No, eso es decir demasiado, pero puede instalársele como una manía"

"¿Y puede realmente haber alucinaciones durante un letargo?"

"¿Por que preguntar, si usted lo conoce mejor que yo?"

"Es que pienso que solo un caso, aun que sea el mío, no es suficiente para convencerme.

Me gustaría conocer las observaciones clínicas que se han hecho."

"¿Y que hacemos con su caso? Ya está comprobado."

"¿Si, pero doctor, si todo los casos se archivan, sin terminar su estudio, no incidirá esto en los diagnósticos?"

"Pero acá no hay dudas. Sin ninguna duda estabas en letargo; en consecuencia tenemos que aceptar tu caso como un ejemplo de este estado."

"¿Y dígame doctor, hay alguna razón de neumonía y letargo?"

"La medicina no puede determinar las condiciones para el letargo, porque ocurre en todas las enfermedades. Hasta le ha pasado a gente completamente sana."

"¿Y es posible que el edema de los pulmones desaparezca solo durante el letargo, el corazón está inactivo, y la edema puede seguir su curso?"

" Así como le pasó a usted, es lógico decir que si; pero de veras su edema desapareció en el momento que recobraste la conciencia."

"¿En esos pocos minutos?"

"Y bueno, entonces en pocos minutos. La erupción que tomó el funcionamiento de su corazón y pulmones, hasta podría haber roto el hielo en el río Volga."

"¿Y podrán pulmones oprimidos por edema funcionar así como pasó en mi caso?"

"¿Como pasó? diremos que si."

"¿Así que no hay nada sorprendente en lo que pasó?"

"No porqué de cualquier manera, este es un fenómeno poco visto."

"¿Poco visto, o nunca?"

"¿Como nunca? si ocurrió en su caso."

"Un edema puede desaparecer solo, aunque todos los órganos no estén

activos; y un corazón oprimido por la edema, y pulmones con edema pueden, si se les ocurre, funcionar a su gloria. Parece que nadie tendrá que morir con edema pulmonar. ¿Pero, cuénteme doctor, es posible que uno pueda salir del letargo?

Hubo una sonrisa irónica en la cara del doctor.

"Vio, le previne sobre la posibilidad de una manía. Usted intenta categorizar su experiencia de otra manera, y no como lo que era: letargo. Y sus preguntas solo sirven…"

Pensé en ese momento quien de nosotros tiene la manía; yo quien busca por medio de conclusiones científicas verificar lo que me pasó, o él, Pero lo que dije fue esto:

"Yo hago preguntas para demostrar que no todo hombre que ve nieve puede asegurar que es invierno. Yo mismo recuerdo que una vez nevó el doce de Mayo, cuando los árboles en el jardín de mi papá estaban en flor."

Esta respuesta parece que convenció al doctor Así que no se opuso a mis palabras, y yo dejé de preguntar …

En la parábola "el rico y Lázaro" el justo Abraham dijo: "Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantara de entre los muertos."

 

Yo después pregunté a mucha gente religiosa sobre esto, si la enseñanza de nuestra Iglesia, o las obras de los Santos Padres nos da alguna indicación sobre la aparición del Ángel al lado del alma cuando muere la persona. Pero hasta ahora, lo único que escuché fue a un peregrino humilde, quien me dijo que hay que rezar al "ángel del encuentro"; y cuando le pregunté, "quien es el "ángel del encuentro," me contestó brevemente: "Pero, si es él quien se encuentra allá con su alma," y nada más que esto aprendí.

 

 

Folleto Misionero # S58c

Copyright © 2004 Holy Trinity Orthodox Mission

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Editor: Obispo Alejandro (Mileant)

 

(unbelievable_but_true_s.doc, 10-10-2004).