En el Umbral de la

Gehena Ardiente

La enseñanza ortodoxa acerca de los espíritus del mal

y el juicio Divino sobre ellos

Obispo Alejandro Mileant

Traducido por Irina S. Bogdaschevski.

 

 

Contenido: Introducción. La enseñanaza de las Sagradas Escrituras sobre los espíritus del mal. Los endemoniados y poceidos. Las redes del demonio. La tentación del ocultismo. Cómo defenderse de los espíritus del mal. En el umbral de la gehena ardiente. Conclusión. En el apéndice: dos oraciones de conjuro. Advertencia a los exorcistas(no esta traducida).

Introducción

"Pondré enemistad entre ti y la mujer y entre tu simiente y la simiente suya;

ésta te herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañar" (Génesis 3:15).

El hombre que busca solamente intereses materiales y sensaciones físicas, no medita sobre tales "abstractos" cuestiones, como la presencia de Dios, la existencia del mundo espiritual con sus espíritus del bien y del mal, sobre la vida después de la muerte. Este hombre está sumido totalmente en sus problemas cotidianos. Pero, de pronto, alguna conmoción lo sacude y él comienza a sentir la necesidad de comprender su vida, de buscar la meta de su existencia. Y he aquí cuando él comienza a reflexionar sobre la parte ético-espiritual de la vida y pronto llega a una conclusión de que la ciencia sola, en la que él creía hasta ahora, no está en condiciones de ayudarle a solucionar sus problemas vitales más importantes.

Si su religiosidad no ha sido destruida totalmente, él necesita recurrir a Dios, comenzar a rezar y a leer las Sagradas Escrituras. Y si éste impulso no es superficial y momentáneo, sino una verdadera ruptura en su existencia, un deseo ferviente de llegar a ser una persona mejor, Dios empezará a renovar su corazón y proporcionarle horizontes nuevos a su mirada interior. Entonces el hombre comenzará a percibir claramente la mano del Señor como su guía, a sentir Su cercanía y Su amor paternal. Comprenderá que el mundo es más amplio y más complejo de lo que él se lo había imaginado. Se dará cuenta y con mayor precisión de cuál es la diferencia entre el bien y el mal, se percatará de la existencia de un mundo espiritual con sus entes invisibles que influyen en su vida, unos para bien y otros para mal y que además del Dios Creador hay otros espíritus, ángeles y demonios.

Es sumamente importante y de gran interés reconocer ese mundo espiritual. ¿Pero de dónde podremos obtener este conocimiento? Los escritos sobre este tema son múltiples, muy contradictorios y llenos de inventos y de todo tipo de fantasías. Sin embargo, la enseñanza que nos transmite la Sagrada Escritura sobre este tema, a pesar de ser muy concisa, es clara y exacta. Las Sagradas Escrituras nos enseñan que existen los luminosos ángeles del bien y que cada cristiano tiene su Angel de la Guarda. Existe un librillo especial dedicado a los Angeles (ver Página Misionera N. 14 "Los Angeles").

Además de los Angeles existen los demonios. Las Sagradas Escrituras y la experiencia vital nos demuestran que estos últimos existen realmente y representan no un aparente, sino un real y constante peligro. Lo mismo que en la sociedad humana, donde al lado de los miembros normales y bienintencionados se encuentran también delincuentes, degenerados, psicópatas, sádicos, etc., así lo mismo en el mundo espiritual, además de los Angeles del bien, existen "detritus" del mundo espiritual, los demonios, espíritus del mal. Igual que en ese mundo nuestro, donde nadie nace siendo delincuente, sudista o depravado, sino que se hace con el tiempo a causa de su vida disoluta y pecaminosa, así también en el mundo invisible todos los entes eran al principio buenos y bien intencionados, pero luego algunos de ellos, al elegir el camino errado, se corrompieron y se hicieron conscientemente malignos. A causa de su actitud delictiva se nubló su mente angelical y ellos se transformaron en entes malos, impulsivos y confusos. Ellos encuentran satisfacción en causar sufrimiento a los demás y en sembrar el mal.

En este libreto haremos conocer al lector la enseñanza ortodoxa cristiana sobre los ángeles caídos, le explicaremos cuál es la finalidad que persiguen, cuáles son sus métodos de seducción y de propagación del mal y cómo hay que protegerse de sus maquinaciones. Un capitulo especial dedicaremos al ocultismo y demonismo actual, que abarcan campos cada vez más amplios en la sociedad humana. Observando con inquietud el éxito actual de la "espiritualidad tenebrosa" uno recuerda los vaticinios de las Sagradas Escrituras: "¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! ¡Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo!" (Apoc. 12:12) Pero el único consuelo es la seguridad de que el actual éxito del príncipe de las tinieblas vaticina su próxima derrota total y su castigo, cuando volverá a la tierra nuestro Señor Jesucristo, acompañado de Santos y de Angeles. Entonces "al demonio lo sumergirán en el lago sulfuroso y ardiente y allí sufrirá tormentos de día y de noche, y por toda la eternidad!... Alégrate, oh Cielo, porque éste ha sido su veredicto que le ha dictado el Creador!" (Apoc. 20:10; 18:20) Después de la derrota de todas las fuerzas del reino de las tinieblas vendrá una nueva fase de la existencia y los Justos que supieron vencer las tentaciones del espíritu seductor, se iluminarán como sol en el Reino de Dios su Padre.

 

Las Sagradas Escrituras

Sobre Los Espíritus Malignos

Las Sagradas Escrituras enseñan que además del mundo material visible, existe un enorme y variado mundo espiritual. Este mundo es tan distinto del nuestro y tanto más fecundo, que no estamos en condiciones de comprenderlo en su totalidad ni de imaginarlo cabalmente. Sin embargo, a pesar de las diferencias sustanciales, ambos mundos, el espiritual y el físico, se contactan en alguna medida. El mundo espiritual se divide en dos desiguales y hasta contrarias esferas de la existencia. A una de ellas se suele llamar "Cielo," es el reino de luz, donde el Creador manifiesta su Gloria a los espíritus benignos. Allí moran los ángeles y las almas de los justos. Otra esfera que es el infierno — el reino de las tinieblas y el lugar de los padecimientos, donde sufren los demonios y las almas de los pecadores. Los demonios, como los ángeles, no son genuinos. A pesar de ser inmortales, no son eternos, solamente Dios es eterno. Mucho antes de la creación de nuestro mundo físico, Dios creó el mundo espiritual, lo habitó con ángeles, seres inteligentes y bondadosos, a quienes Dios les ha dado raciocinio, libre voluntad y otras diferentes facultades, similares a las nuestras, pero más perfeccionadas.

En algún periodo de su existencia, evidentemente, antes de la creación de nuestro mundo material, ocurrió una tragedia en el mundo de los ángeles. Cierta cantidad de ángeles, encabezados por Lucero (Lucifer), uno de los ángeles más allegados a Dios, se insubordinó y produjo rebelión en el mundo angelical. El Apóstol Juan describe así este acontecimiento: "Hubo una gran batalla en el Cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón (el diablo), y luchaban el dragón y sus ángeles; pero no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y satanás, el cual engaña el mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con el" (Apoc. 12:7-9). El Señor Jesucristo menciona brevemente este acontecimiento, diciendo que El "vio a satanás cayendo del cielo como un rayo" (Lucas 10:18). Los Apóstoles Pedro y Judas Tadeo también mencionan de modo muy somero este suceso, diciendo solamente que algunos de los ángeles no han podido conservar su dignidad, pero han abandonado la morada que les fue adjudicada. Por eso fueron entregados a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio Divino (2 Pedro 2:4; Judas 6).

Observación: Al leer por primera vez el texto anterior el lector pensaría, quizás, que la batalla en el mundo de los ángeles se armó cuando el mundo ya estaba creado. Sin embargo, teniendo en cuenta que el Apocalipsis a menudo reúne en una sola visión varios acontecimientos unidos entre si, no por medio de la sucesión cronológica, sino por la afinidad de conceptos, se considera que la descripción apocalíptica no dice que el mundo ya existía cuando el demonio se sublevó contra Dios, sino que la guerra que el diablo dirige ahora contra todos nosotros en la tierra había realmente comenzado aun en el Cielo, y que el diablo sufrió la derrota total en aquella guerra y lo mismo perderá la guerra actual, cuando vendrá el Señor y hará juicio sobre él.

Comparando diferentes lugares de las Sagradas Escrituras se llega a la conclusión de que la causa de la desviación del Lucifer fue su orgullo (Sirácida 10:15; Tim. 3:16). El profeta Isaías de una manera pintoresca describe la soberbia del Lucifer cuando lo representa como a un orgulloso dictador pagano: "¡Como caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la mañana, cortado fuiste por tierra, tu que debilitabas a las naciones! Tu que decías en tu corazón: subiré al cielo; en lo alto, junto con las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte de testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tu derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo" (Is. 14:12-15). Este cuadro de Isaías lo complementa el profeta Ezequiel, describiendo al Lucifer como a un orgullosos déspota del Tiro:

"Tu eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste, de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice, de zafiro, carbúnculo, esmeralda y oro; todo engarzado artísticamente y enhebrado para adornarte, preparado ya para el día de tu creación. Fuiste ungido como serafín para asombrar y Yo te puse para esto. Estuviste en el santo monte de Dios, en medio de las piedras de fuego te paseabas. Fuiste perfecto desde el día de tu creación, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad y pecaste; por lo que Yo te eché del Monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras de fuego, oh querubín protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; Yo te arrojaré por tierra, delante de los reyes te pondré para que miren a ti" (Ezequiel 28:12-18).

De esta manera, uno de los ángeles superiores, portador de la luz Divina, se desprendió por orgullo de la Fuente de Luz, se hizo tinieblas y sembrador de oscuridad. El quiso igualarse a su Creador, tener Su gloria y Su omnipotencia, pero así sólo descubrió su insignificancia y su ingratitud. Siendo impotente de entregar a los demás algo realmente valioso, se abasteció de mentiras, como única arma de seducción y de perversión, de tal manera que la mentira se volvió como su propia substancia. Todo lo que él dice, hace o promete, son falacias descaradas, engaños, aunque a veces hábilmente vestidos de verosimilitud. A causa de ser eterno mentiroso, las Sagradas Escrituras le dieron el nombre de satanás, lo que quiere decir en hebreo el calumniador. En idioma griego le corresponde el nombre diablo. Otros nombres suyos, tales como: serpiente, dragón, belcebul, veliar, príncipe de las tinieblas, príncipe demoníaco, enemigo del genero humano, espíritu del mal y otros, demuestran su ferocidad y carácter nefasto de su actividad. A los ángeles, que lo siguieron, las Sagradas Escrituras llaman demonios, diablos, los impuros o espíritus del mal.

Al perder acceso al Cielo, el diablo dedicó toda su atención a los seres humanos, que fueron creados puros e inocentes. Los detalles de la seducción de los primeros seres en el mundo fueron descriptos en el tercer capítulo del Libro de Génesis. Al darse cuenta que Eva parecía mucho más accesible que Adán, el diablo preguntó con malicioso interés: "Es cierto que Dios les prohibió comer frutos de todos los arboles del paraíso?" Y Eva, sin darse cuenta de la vil astucia de esta pregunta puesta, trata de explicarle al provocador cuales son los frutos permitidos y cuales son los prohibidos. Al encontrar en Eva a una interlocutora ingenua y dispuesta a conversar, el diablo trata de convencerla, explicando que Dios, por envidia, no quiere permitirles comer frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal. Y si le hicieran caso a el, la serpiente, se harán ellos mismos como dioses y conocerán todos los misterios. Al ganar la voluntad de Eva de transgredir la ley Divina, seduce con su ayuda también a Adán. De esta forma, por medio del veneno mortal del pecado, el diablo agrede a la naturaleza humana. Mencionando este trágico momento en la vida de nuestros progenitores, Cristo Salvador lo llama al diablo "el homicida desde los principios" (Juan 8:44).

Después de haber pecado los hombres se privaron de la alegría del permanente contacto con Dios y de seguir viviendo en el Edén. Se quebrantó en ellos el equilibrio interior entre las fuerzas físicas y espirituales, se debilitaron sus fuerzas morales y se hicieron proclives al pecado. Luego de transformarse en pecadores, no tuvieron más acceso al árbol de la vida y se tornaron mortales. El autor del libro "Sabiduría de Salomón" ve en el diablo la causa de todos los males de la humanidad: "Dios creó al ser humano con el propósito de que fuese imperecedero y lo hizo imagen de Su eterna existencia, pero por la envidia del diablo la muerte entró en el mundo" (Sab. Solom. 2:23-24).

Después de abatir la gente ingenua con su aguijón mortal, la serpiente celebraba. Pero Dios-Creador le advirtió que la lucha que el había librado, no terminó y recién comenzaba. El diablo, seductor de la mujer, sufrirá la derrota de la mano de un Descendiente de ella. "Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza y tu le herirás en el calcañar" (Génesis 3:15). Este magnífico vaticinio predeterminó el desarrollo posterior de la historia de la humanidad, que se transformó realmente en la lucha entre el espíritu seductor y la gente, que busca a Dios. En el sentido más cercano a nosotros, este vaticinio se cumplió cuando el Señor Jesucristo, después de haber sufrido en la cruz ("picadura en el talón"), destruyó la cabeza del antiguo dragón. Entonces en la cruz el Señor "despojando a los principados y a las potestades (el reino de las tinieblas), los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos sobre ellos en la cruz" (Col. 2:15). En forma más amplia, esa profecía se cumple en la vida de todo cristiano, cuando él, armado con las fuerzas de Cristo, rechaza al tentador (Lucas 10:19), aunque le tocará, a veces, como a Cristo exponerse a los sufrimientos físicos.

Posteriores escritos de las Sagradas Escrituras hablan poco del diablo. Sin embargo, se le describe siempre como a un astuto seductor y sembrador de todo el mal. Así, por ejemplo, el diablo cubrió de pies a cabeza al justo Job de llagas purulentas (Job 1:6-22); él se apoderaba del rey Saúl y lo torturaba (1 Samuel 16:14-15). El diablo le sugirió a David una ambiciosa idea de organizar el censo de la población (Par. 21:1). El demonio Asmodeo mataba a los maridos de Sarra, hija de Raguil (Tobias 3:8). Con estas mismas cualidades: envidia, malicia y astucia se menciona el espíritu del mal en el Libro de los Reyes (1 Reyes 22:19-23) y en el libro del Profeta Zacarías (Zac. 3:1-2).

Teniendo en cuenta la religiosidad natural de la humanidad, el diablo trata de desnaturalizar dicha religiosidad, dirigiéndola hacia la superstición y el fanatismo. Fue el, quien había enseñando a la gente a endiosar a toda clase de ídolos, dioses falsos: a las fuerzas de la naturaleza, las estrellas y planetas, a los héroes legendarios, animales y monstruos, a todo lo que podría mover la imaginación del hombre primitivo. Oscurecida su mente por toda clase de supersticiones los paganos no comprendían que, endiosando los diferentes objetos, alegraban a los demonios, quienes aceptaban todos esos honores como si la gente se hubiera puesto al servicio de ellos (Deuteronomio 32:17; l Cor. 10:20).

Las Escrituras del Nuevo Testamento sobre los Espíritus del Mal. La divulgación de la idolatría y de toda clase de supersticiones en los tiempos anteriores al nacimiento de Cristo ayudaron al gran dominio de los espíritus del mal en la sociedad humana. El índice exterior de dicho dominio era la gran cantidad de endemoniados, gente poseída por los epiritus del mal. Al llegar a nuestra tierra por piedad a la gente, el Señor Jesucristo comenzó en primer lugar a liberarlos de la violencia del demonio (Mateo 12:24-29. Juan 3:8; Jud. 2:14). En las páginas del Evangelio el lector encontrar la descripción de muchos casos de curación de los endemoniados (Mateo 4:24; 8:16; 9:31; Marcos 1:32-34; Lucas 4:41; 8:2; 11:4). Los casos que tienen la descripción más detallada son: la curación de un joven endemoniado (Mat. 17:14-21;) de la hija de mujer cananea (Marcos 7:24-29) y de los dos endemoniados gadarenos (Mat. 8:28-34; Marcos 5:1-19). En este último caso lo más notable es que en el hombre moraba no un demonio solamente, sino toda una legión de demonios, o sea, por una gran cantidad de ellos.

Estudiando atentamente las descripciones evangélicas de la curación de los poseídos, nos convencemos de que no se trata de epilepsia o de otras enfermedades nerviosas, sino de la expulsión de los espíritus malignos, aunque invisibles, pero reales, seres conscientemente malvados, quienes gozan torturando a otras personas.

Para demostrar ante los que dudaban de toda la ferocidad de los demonios, el Señor Jesucristo les permitió una vez a los demonios abandonar al hombre para mudarse adentro de una piara de cerdos, que se encontraba cerca. Y he aquí, que ante los ojos de la multitud atónita la enorme piara de los cerdos enloquecidos corrió hacia el precipicio y se tiro al lago ahogándose (Marcos 5:13). Este hecho solo de la transmutación instantánea de los espíritus desde unos seres hacia otros excluye totalmente cualquier enfermedad psíquica común. Leyendo el Evangelio y también otros relatos sobre la expulsión de los demonios, se descubre toda una cantidad de determinados síntomas del endemoniamiento. En primer lugar, los poseídos demuestran una especifica reacción de rechazo hacia todo lo sagrado y lo Divino. Así, por ej., en presencia de Cristo los poseídos sufrían fuertes convulsiones. A menudo los demonios, alojados dentro de los pobres individuos, reconocían en Cristo al Hijo de Dios y por boca del poseído rogaban a Cristo de no apresurarse con el castigo y no arrojarlos al abismo (Mat. 8:29; Mar. 5:7). Es notable, que durante esas conversaciones la voz del poseído no era natural, no humana. Toda la gente que los rodeaba se daba cuenta claramente que no era la persona que hablaba, sino alguien a través de esta persona. Finalmente, inmediatamente después de la expulsión del demonio, los que antes era poseídos, se transformaban en personas normales y todos los síntomas endemoníamiento desaparecían sin dejar rastro. Esos síntomas específicos de la posesión demoníaca pueden observarse también en los endemoniados de hoy. Si los escépticos no quieren creer en los milagros, solo del comportamiento de los poseídos pueden sacar las conclusiones de que el mundo espiritual existe. Volveremos todavía, más adelante, al tema de los poseídos.

Expulsión de los demonios por los Apóstoles. Preparando a los discípulos para su próxima misión de predica universal, Dios les encomendó, entre otras cosas, de seguir la causa de la liberación de la gente de la violencia diabólica. "Y comenzó El Señor a enviarlos de a dos (a las ciudades y aldea)s y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera" (Mat. 10:1; Luc. 9:1; Mar. 6:7). Los apóstoles no esperaban que los espíritus inmundos obedecerían sumisos sus palabras, y por eso, al volver después de su primer viaje de predicamento, le contaban con alegría al Salvador: "¡Oh, Señor, aun los demonios se nos sujetan en Tu nombre" (Luc. 10:17). Entonces el Señor les encomienda, con mayor determinación todavía, perseguir y expulsar a todos las impuros espíritus del más allá. "Os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará" (Luc. 10:19). Antes de Su Ascensión al cielo el Señor predijo, que el sometimiento de las fuerzas demoníacas es el distintivo indicio de la Iglesia: "y estas señales seguirán a los que creen: en Mi nombre echaran fuera demonios..." (Mar. 16:17).

Y es cierto, realmente, que la prédica del Evangelio siempre venía acompañada por la expulsión de los espíritus del mal. Del libro de Hechos de los Santos Apóstoles conocemos casos de la curación de los endemoniados, por obra de Apóstol Pedro (Hechos 5:16), también por apóstol Felipe, cuando: "los espíritus inmundos salían de muchos poseídos, dando grandes voces" (Hechos 8:7). Después sabemos que el Apóstol Pablo expulsó a un espíritu de adivinación de una muchacha (Hechos 16:16-18). Hay que tomar en cuenta que la Gracia de Dios actuaba a veces con tanta abundancia, que, por ejemplo, bastaba solamente tocar al poseído con alguna prenda que pertenecía a San Pablo, para que el enfermo se liberara de los demonios inmediatamente (Hechos 19:12).

Desde los tiempos de los Apóstoles las oraciones de conjuro contra los demonios se convirtieron en la parte indefectible del Misterio del Bautismo. Sin embargo, a pesar de que Nuestro Señor Jesucristo ha vencido al príncipe de las tinieblas, le quitó todo el poder sobre los seres humanos y le dio a la Iglesia una gran fuerza para luchar contra el diablo y sus espíritus del mal, debemos recordar, que hasta los tiempos del Juicio Final Divino, los espíritus malignos representarán para cada uno de nosotros un gran peligro constante. Por esa causa el Señor Jesucristo nos enseñó rogarle constantemente a Dios: "no nos metas en tentación, mas líbranos del mal." "Sed sobrios, y velad," — invoca a los cristianos el Apóstol Pedro — "porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Ped. 5:8).

Después de haber sido expulsado del cielo, el demonio y sus espíritus malignos concentraron todos sus esfuerzos en un ámbito cercano al nuestro, - en la así llamada "esfera áurea." A la gente que lucha contra la fe cristiana o vive en pecado, el diablo la considera como a sus súbditos y los utiliza para atacar a la Iglesia. Según las palabras del Apóstol, esas personas viven "conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia" (Efesios 2:2).

Ahora analizaremos más detalladamente cómo actúa el diablo entre los seres humanos y cuáles son los métodos que él utiliza. Hablaremos en particular de los endemoniados y los poseídos, de las maneras de tentar y de apoderarse de la gente por medio del ocultismo y la magia.

 

Poseídos y Endemoniados

Las Sagradas Escrituras distinguen a los endemoniados de los poseídos, y de las enfermedades psíquicas naturales (Mat. 4:24, 9:32-34; Mar. 1:34; Luc. 7:21, 8:2). A causa de la extraordinaria complejidad de la naturaleza humana es difícil explicar con exactitud la esencia del endemoniadamente. Lo que es claro, sin embargo, es su diferencia con respecto a la simple influencia del diablo, cuando el espíritu de las tinieblas trata de doblegar nuestra voluntad para que nos acerquemos al pecado. En éste último caso el ser humano conserva el control sobre sus acciones y puede rechazar la tentación por medio de las oraciones. Los endemoniados se diferencian de aquellos poseídos cuya razón y voluntad se encuentran en el poder del demonio.

Aparentemente en los endemoniados el espíritu maligno se apodera del sistema neuro-motriz del organismo — como si se interpusiera entre el cuerpo y el alma — y así el humano pierde el control sobre sus movimientos y acciones. Hay que creer, sin embargo, que en el endemoniado el espíritu del mal no obtiene el control absoluto sobre todas las fuerzas de su alma, solamente se encuentran imposibilitadas de manifestarse. El alma puede en cierta medida pensar y sentir independientemente pero se siente impotente de manejar los órganos de su cuerpo.

Si nos imaginamos el alma como un pianista y el cuerpo como el piano, entonces al espíritu maligno se le puede comparar con un rabioso gorila que se ha metido entre el pianista y su instrumento y está aporreando las teclas con frenesí. Sin poder controlar su cuerpo, los endemoniados resultan ser víctimas del espíritu maligno, quien los ha esclavizado, y por ésta misma razón no son responsables por sus actos. Ellos son realmente los esclavos del espíritu del mal.

El endemoniadamente puede adquirir diversas formas exteriores. Algunas veces los endemoniados se alborotan y rompen todo a su alrededor aterrorizando a los presentes. En estos casos ellos a menudo demuestran una fuerza inhumana, como por ejemplo el endemoniado gadareno, que rompía todas las cadenas y grillos, con las que le encadenaban (Mar. 5:4). Con todo eso los endemoniados se hacen daño a si mismos, como por ejemplo aquel adolescente endemoniado, que durante el plenilunio se arrojaba una vez al fuego, otra vez al agua (Mat. 17:15). Pero a menudo las formas del mal se manifiestan en el endemoniado más suavemente, cuando la persona pierde por un tiempo sus capacidades naturales. Eso, por ejemplo, nos cuenta el Evangelio sobre un endemoniado mudo, quien habló otra vez normalmente en seguida después de que Nuestro Señor lo haya liberado del demonio; o, por ejemplo, una mujer toda encorvada que se enderezó al liberarla el Salvador del diablo. Esta pobre mujer desgraciada había permanecido en esa posición durante 18 años (Luc. 13:11).

En algunos casos los endemoniados demuestran la capacidad de clarividencia y adivinación. Por ejemplo, del Libro de Acciones de los Santos Apóstoles se conoce el caso de una muchacha adivina que por medio de sus vaticinios les permitía a sus dueños ganar buen dinero. Cuando el Apóstol Pablo echó fuera el demonio, ella perdió ese don de profecía (Hechos 16:16-19). Aunque, con la expansión de la fe cristiana el endemoniadamente comenzó por poco a desaparecer, sin embargo, existe actualmente.

¿Qué es lo que lleva a endemoniadamente y quién permite al espíritu maligno apoderarse del ser humano y atormentarlo? Según las opiniones del profesor Kurt Koch, un pastor alemán, quien dedicó más de cuarenta años de su vida al problema de los endemoniados y escribió sobre este tema unos cuantos estudios importantes, en todos los casos de su conocimiento, la causa de endemoniadamente es el entusiasmo por ocultismo: o es que dicha persona se dedicó al ocultismo en algún periodo de su vida, o pidió ayuda a un ocultista, o quizás en el pasado alguien de su familia tuvo que ver con el ocultismo. Hablando del ocultismo, nosotros nos referimos a la práctica del espiritismo, cartomancia, quiromancia, las curaciones extrasensoriales, la magia blanca y negra, yoga y todos los casos en general cuando la persona busca ayuda de los espíritus caídos (aunque no conscientemente). De esta manera, las personas que se dedican al ocultismo ponen en peligro no solamente a si mismos, sino también a sus hijos y nietos.

En nuestros tiempos, tiempos de retroceder al cristianismo y entusiasmarse más y más con el ocultismo, cada vez mayor cantidad de personas cae bajo el dominio de los espíritus del mal. Es cierto que los psiquiatras se molestan en reconocer la existencia de los demonios, y atribuyen, comúnmente, a los endemoniados a la categoría de enfermedades psíquicas naturales. Pero una persona creyente debe comprender que ningún remedio ni sesión psicoterapeuta podrán expulsar a los demonios. Para esto se necesita la intervención de la fuerza Divina.

Aquí tenemos los principales síntomas del mal de los endemoniados que lo distinguen de las enfermedades psíquicas naturales (Kurt E. Koch, "Demonology, Past and Present," Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan, 1973, pags. 31-52):

Aversión hacia todo lo sagrado y hacia todo lo que tiene que ver con el Creador: Santa Comunión, la cruz, la Biblia, iconos, agua santificada, pan conmemorial, oraciones, incienso, etc. Resulta, que los endemoniados intuyen la presencia de un objeto sagrado hasta cuando estos objetos permanecen ocultos, y se sienten entonces irritados, enfermos, pueden hasta incitarlos a los actos violentos.

Los cambios de la voz. Estos síntomas no se observan en los casos de una enfermedad psíquica o nerviosa. Como el habla está bajo el control del cerebro, nunca puede estar enteramente dominada por el demonio (sólo pueden estar dañadas las cuerdas vocales), entonces las palabras que pronuncia el endemoniado faltan de naturalidad.

Clarividencia. Los demonios no conocen el futuro, lo mismo que los ángeles, lo conoce solamente el Señor Dios. Sin embargo, los demonios ven el pasado y observan el presente con mayor nitidez que la gente común. Siendo espíritus, ellos pueden avisarle casi inmediatamente al clarividente lo que sucede en lugares lejanos, puede ser en otro continente, así que a la persona presente puede parecerle que el clarividente conoce el futuro. Cuando el clarividente predice el futuro, estas son siempre suposiciones. Los demonios, al tener una grande experiencia y conociendo mas que la gente, son capaces a veces de adivinar con bastante acierto lo que va a suceder. También es cierto que a menudo se equivocan. Además, algunas veces sus predicciones se cumplen no porque así estaba predestinado, sino porque la misma persona, autosugestionada con todo lo referente a su futuro, comienza a buscarlo inconscientemente, ayudando de esta manera al cumplimiento de las predicciones.

Súbitas curaciones. Un psiquiatra puede necesitar varios años para llegar a curar a su paciente de una enfermedad psíquica. Sin embargo, liberarse del poder demoníaco es cuestión de unos instantes, luego, todos los síntomas desaparecen y la persona, anteriormente endemoniada, recobra la normalidad.

Súbita transmigración. Existe el peligro de que el espíritu maligno, que habita en el endemoniado, cambie súbitamente de lugar y se aloje en la persona que trata de liberar al endemoniado de los demonios, o en algún miembro d familia. Este síntoma se distingue del peligro de "contagio" común al que se arriesgan los médicos y los psiquiatras. Es bien sabido que las personas que tienen el contacto permanente con los alienados pueden comenzar a manifestar diferentes anormalidades psíquicas. Además, el enfermo no experimenta ningún alivio si su medico se "contaminó." Sin embargo, en el caso de mudanza del demonio, el anterior endemoniado se libera totalmente del maligno, mientras su nueva víctima muestra inmediatamente la influencia del espíritu de las tinieblas.

A pesar de que nuestro Señor Jesucristo les ha dado a sus discípulos medios poderosos para expulsar a los demonios, no debe cualquier persona emprender semejante tarea. De las Escrituras del Nuevo Testamento se deduce un hecho muy importante que se refiere a los espíritus del mal, y es que ellos no pueden soportar de ninguna manera que se mencione ante ellos el solo Nombre de Cristo. Nuestro Señor Jesucristo tiene sobre ellos el poder absoluto e ineludible. Aún durante la vida terrenal de nuestro Salvador a los apóstoles les llamó la atención de que un hombre expulsaba a los demonios con solo mencionar el nombre de Cristo. Turbados, ellos contaron este hecho a Cristo y pidieron permiso de prohibirle al hombre usar el Nombre Suyo. Pero el Salvador les contesto: "No se lo prohibáis, porque el que no es contra nosotros, por nosotros es" (Luc. 9:50) Era evidente que aquel hombre tenía sincera fe en Cristo, aunque se mantenía apartado.

De todos modos es peligroso que una persona común declare la guerra a los espíritus del mal, aunque tuviera como arma el Nombre de Cristo. El libro de Hechos nos cuenta de lo impresionada que se sentía la gente al presenciar los milagros hechos en Nombre de Cristo, y particularmente, la expulsión de los demonios. Pues, he aquí, que los hijos de un sacerdote hebreo Esceva, sin ser cristianos, se dedicaban al exorcismo con fines de lucro, y quisieron probar un nuevo método que usaban los Apóstoles. Entonces, comenzaron a invocar el Nombre de Cristo para librar de un espíritu maligno a un endemoniado. De pronto ese mismo endemoniado les pregunto: "Conozco a Jesús, y sé quien es Pablo; pero vosotros, quienes sois?" Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo mas que ellos, de tal manera, que huyeron de aquella casa desnudos y heridos" (Hechos 19:14-17).

De este caso podemos deducir, que el Nombre de Cristo se debe invocar con gran fe y veneración, solo para la salvación de un alma, y no para los fines de lucro o para vanagloriarse. Además, es muy importante ser protegido con el poder de Cristo, que viene si llevamos una vida cristiana. De la expulsión de los demonios, en general, es conveniente que se ocupen las personas autorizadas por la Iglesia, — los sacerdotes, obispos, padres espirituales. Aquí el entusiasmo personal y audacia son demasiado peligrosos. El diablo es un enemigo temible y astuto. Una persona presumida, que comienza a luchar con él abiertamente, puede pagar caro su ligereza.

La obsesión se distingue del endemoniadamente en tal forma, que en la obsesión, el diablo domina la razón y la voluntad del poseído. En los endemoniados el diablo subyuga el cuerpo de la persona, pero su razón y voluntad quedan relativamente libres, pero debilitadas. Ciertamente, el diablo no puede someter por fuerza nuestra razón y nuestra voluntad. El lo consigue paulatinamente a medida que la propia persona, rechazando a Dios y viviendo pecaminosamente, cae poco a poco bajo su influencia. Como ejemplo de un poseído podemos nombrar a Judas, el traidor. Las palabras del Evangelio: "Y entró satanás en Judas" (Luc. 22:3), no habla de un endemoniado, sino del sometimiento de la voluntad del discípulo traidor. Al principio Judas se unió a los apóstoles siguiendo un impulso bueno y desinteresado. Pero muy pronto perdió aquel interés fervoroso en Cristo y se decepcionó en conveniencia de su misión. Para que sus esfuerzos no se pierdan totalmente, Judas comenzó a sustraer en secreto algún dinero de la caja común, cuyo contenido provenía de los aportes de la buena gente, que les daba para ayudar a los apóstoles y los necesitados. El mismo no se ha dado cuenta como el demonio poco a poco ofuscó su consciencia y comenzó a dirigir su voluntad. Finalmente, en la Ultima Cena el diablo poseyó por completo la personalidad del infeliz discípulo, y lo llevo primero a la repugnante traición y luego a suicidio.

Otro ejemplo de la posesión diabólica lo vemos en las autoridades judías y escribas, que tenían enemistad a Cristo. Cualquier palabra que El decía, ellos la rechazaban y la reprobaban, cualquier acto más sublime y generoso que el cumplía, ellos lo criticaban y lo ridiculizaban. No se dieron cuenta esos orgullosos, que el diablo sometía poco a poco su consciencia y su voluntad para impedir la obra de salvación humana. Es por eso, que Nuestro Señor les dijo: "Vosotros sois d vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer" (Juan 8:44) Hubo muchos semejantes luchadores contra Dios a lo largo de toda la historia de la Iglesia, especialmente durante la revolución en Rusia, nuestra Patria mártir.

Las personas poseídas por el demonio no son simplemente ignorantes religiosos o pecadores comunes, son gente cuya mente "el dios de este siglo cegó el entendimiento" (2 Corintios 4:4), y los utiliza para luchar contra Dios. Los endemoniados son pobres víctimas del maligno, los poseídos — son sus siervos activos.

 

Las Redes del Espíritu Maligno

"Ay del mundo por los tropiezos!" dijo nuestro Señor, pero también agregó: "Porque es necesario que vengan tropiezos" (Mat. 18:7). "Necesario" es seguramente para nuestro beneficio. El Señor, no quiere que nosotros seamos engreídos y despreocupados, pero quiere, que crezcamos espiritualmente y nos perfeccionemos.

Cristo nos ha parcialmente esclarecido el problema de las tentaciones en la parábola evangélica sobre la Cizaña en el Campo. "El Sembrador (Dios) sembró buenas semillas (el bien) en su campo, pero su enemigo (el diablo) sembró entre ellas la cizaña (tentaciones). Cuando los siervos, viendo la cizaña creciente, pidieron al amo permiso escardar la cizaña, él no los permitió, diciendo: "No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega (es decir, el juicio)." Recién entonces "los ángeles recogerán de Su Reino a todas los que sirvan de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno del fuego" (Mat. 13:24-42). En otras palabras, la prematura eliminación de las tentaciones daña el proceso del desarrollo espiritual de los hombres.

Lo mismo que en el mundo animal y vegetal, la lucha por la supervivencia permite el desarrollo de las especies más perfectas y resistentes, así también la lucha contra las tentaciones ayuda a la formación de almas más firmes y virtuosas. Como la buena aleación se pone a prueba por medio del fuego, y el alumno por medio del examen, así el futuro ciudadano del Reino del Cielo se pone a prueba por medio de las tentaciones (1 Pedro 1:7).

De esta cita, y de las otros lugares, sacados de las Sagradas Escrituras, podemos deducir que el accionar limitado del espíritu-tentador entra en los planes Divinos y es permitido para el beneficio de los seres humanos. Dios, nuestro Señor, no le permite al espíritu maligno apoderarse de nadie, excepto de aquellos que se le rinden solos, por su propia voluntad.

¿Cómo se puede explicar que un ángel, alguna vez luminoso y cercano a Dios, se haya dedicado ahora a los actos tan denigrantes y sucios, como incitar a los humanos a hacer toda clase de desmanes? Algunos creen que él, como un sádico, disfruta al torturar a la gente. Eso puede ser cierto, pero existe otra causa más importante. Acordémonos de que Lucifer se separó de Dios a causa de su extremo orgullo. El quería igualarse al Creador en Su gloria y Su poder, pero al sufrir la derrota de parte de los Angeles que permanecieron fieles a Dios, trata ahora, por lo menos, de someter la mayor cantidad posible de gente. No lo puede conseguir mientras la gente que conserva en sus almas una pizca de bien se encuentra bajo la protección de Dios. Para dominar a alguien, el diablo debe primero mutilarlo moralmente, y esto lo consigue por medio del pecado. Induciendo a pecar a los humanos durante muchos milenios, el diablo se ha perfeccionado al máximo en este sucio arte. Aquí están sus métodos principales:

Para que el hombre sucumbe a la tentación, es importante, en primer lugar, que acepte esta tentación como su propio deseo: entonces se dedicaría perseverantemente a conseguir su propósito, creyendo que está luchando por su dicha y bienestar. Por eso el diablo oculta por todos los medios su presencia y se esconde detrás de las circunstancias, que el pinta como propicias. Además, antes de tentar, el diablo analiza atentamente el carácter de dicha persona, sus inclinaciones y sus flaquezas y de acuerdo a éstas, adapta sus tentaciones.

El siguiente relato que encontramos en el libro de Hechos de los Apóstoles ilustra muy bien esa metodología de seducción. Los primeros cristianos vivían tan estrechamente unidos y en concordia, que todo lo tuvieron en común. Los más acomodados de ellos vendían sus propiedades para poder con ese dinero ayudar a los hermanos más necesitados. Gracias a este sincero amor fraternal nadie de los cristianos ha tenido dificultades, mientras los de afuera los consideraban como ejemplos para toda la sociedad. Y he aquí, que un hombre llamado Anania, una persona pudiente, temiendo que se lo consideraran avaro, decide vender también su propiedad y donar el dinero de la venta para las necesidades de la comunidad. Pero, para no quedar pobre del todo, decide junto con su mujer Sapfira entregar solamente una parte del dinero obtenido de la venta, y la otra parte la escondería para "los tiempos malos." Por principio, ellos estaban en pleno derecho de disponer de sus bienes, pero el engaño consistía en que su idea era presentarse como personas absolutamente desprendidas. Cuando Anania entregó una parte de su dinero al apóstol Pedro, diciendo solemnemente que estaba donando todos sus bienes, el apóstol por la revelación superior supo, que Anania lo estaba engañando, y dijo: "¡Anania! ¿Por qué llenó satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?... Reteniéndola, no se te quedaba a ti? No estaba en tu poder?... No has mentido a los hombres, sino a Dios" (Hechos 5:1-11) Al oír estas palabras Anania cayó y expiró.

Vemos con que astucia el demonio se aprovecho de la cobardía y de la vanidad de Anania. Este hombre no quería desprenderse de sus bienes, pero al mismo tiempo quiso tener la fama de un donante generoso. Entonces el diablo le sugiere un arreglo genial como conservar parte de sus bienes, recibiendo al mismo tiempo el agradecimiento de todos. Si Anania hubiera confesado que estaba donando una parte del dinero, esto no tendría nada reprobable. Pero su orgullo lo empujó engañar. El pudo engañar a la gente, pero no a Dios, nuestro Creador, quien prometió una gran recompensa a los que entregarían sus bienes a los indigentes, y Lo seguirían a El, llevando la cruz de la pobreza.

El desarrollo paulatino es otra arma que esgrime con éxito el tentador. Teniendo en cuenta el rechazo natural que siente el ser humano con respecto al vicio, el diablo enseña la costumbre de pecar de a poco, con mínimas indulgencias y culpas livianas. Con todo esto el diablo trata de calmar a la persona, diciéndole que esto sería solamente una insignificante desviación de la norma y que al conseguir lo que él se había propuesto, seguirá siendo un hombre honesto y virtuoso. Si la persona cede a la tentación, el diablo le propone cometer otro, un pecado un poco más serio y con la misma justificación de que es sólo un "pequeño" desvío más. "Después vas a confesarte," — lo tranquiliza el tentador. Y así, poco a poco, mientras el hombre sigue cediendo a las tentaciones, también sigue hundiéndose más y más en el fango del pecado y no se percata de su dependencia pecaminosa, haciéndose esclavo de sus pasiones y presa del príncipe de las tinieblas.

Ilustraremos este momento con el siguiente ejemplo. Imaginémonos que un hombre encuentra caminando una billetera tirada. Abriéndola descubre una determinada suma de dinero, además de una tarjeta con el nombre y la dirección del propietario de la billetera. Su primera intención es devolver el bien que no le pertenece. Pero he aquí que el tentador se acerca a su oído y le aconseja en un susurro que lo más razonable sería apropiarse de este hallazgo. "Eso es como una señal del destino de que pudiste encontrar dicho dinero en un momento tan difícil para ti. Y no puede considerarse un robo, porque se encontraba tirado a la vista de todos y pudo haber sido recogido por otra persona." En este momento interviene la consciencia y te dice que apropiarse de lo ajeno es un pecado y que habrá que buscar al dueño de la billetera. El también puede necesitar este dinero. Pero el demonio rechaza las consideraciones de la consciencia y trata de demostrar lógicamente al hombre que todo está en orden, que tu no has metido la mano en su bolsillo, lo que has encontrado tirado en la vereda, es tuyo. Si el hombre le hace caso a la voz de su consciencia y devuelve el dinero a su dueño, sentiría una gran satisfacción de haber procedido honestamente y de no haberse aprovechado de la desgracia ajena. Pero si cede a la tentación, el diablo lo aprovechara para empujarlo a realizar otros actos deshonestos más severos, para incitarlo a engañar, hurtar o robar directamente.

El método diabólico del avance paulatino podemos observarlo claramente en el ejemplo de Judas, uno de los doce apóstoles. Judas, siendo el tesorero de la comunidad de los apóstoles, tenía a su cargo la caja donde los fieles depositaban sus aportes para las necesidades de los discípulos de Cristo y también para repartirlos entre los menesterosos. Tener que ver con el dinero es siempre una tentación, y como lo deducimos del Evangelio, Judas ha cedido a dicha tentación. Comenzó poco a poco a llevarse algún dinero "en préstamo" de la caja común para sus propias necesidades. Teniéndole piedad al pecador, el Salvador trató de persuadirlo delicadamente, pero no tuvo éxito. Sin darse cuenta Judas se transformo en ladrón. Finalmente, la pasión de lucro lo embargó de tal forma, que vendió a su Maestro por treinta monedas de plata.. De esta manera el diablo se apoderó de uno de los más cercanos discípulos de Cristo y lo llevó al crimen más horrendo y al suicidio.

Sin tener acceso directo a la voluntad de la persona, el diablo trata de dirigirla por medio de los propios sentidos y pensamientos, que dependen a su vez de las circunstancias e impresiones exteriores. Por eso, el diablo se esfuerza en ofrecernos a través de nuestra vista y oído algunas cosas tentadoras. Solo a medida de que el hombre ceda a los sentimientos e ideas pecaminosas, el diablo obtiene el poder sobre su voluntad y lo tiene cautivo.

El diablo toma muy en cuenta nuestra inconstancia. El sabe que toda persona, aunque hubiera vencido miles de veces las tentaciones, siempre podrá ceder en un momento de debilidad o descuido. Por eso no deja nunca en paz a la persona hasta su ultimo suspiro. Al sufrir la derrota con la sucesiva tentación, el espíritu del mal espera obstinadamente una nueva ocasión para poder inducir al hombre hacia otro pecado. Siendo psicólogo experimentado, el diablo sabe que el hombre se siente especialmente débil en los momentos de cansancio y de decepción. A veces él espera que el hombre afloje sus tensiones y se haga menos atento y cuidadoso. Entonces, en aquel momento, el diablo se arroja como un vendaval, y empuja al hombre hacia el pecado que es más afín a su naturaleza.

Precisamente gracias a su persistencia el diablo logró tentar al hombre justo más grande del tiempo antiguo, al rey David. Después de haber vencido muchas persecuciones y vitales obstáculos, David llego finalmente a reinar sobre el Israel. Sus enemigos se dispersaron, las guerras se detuvieron, llegaron los años de la pacifica prosperidad y David sintió que sus tensiones se aflojaron bastante. He aquí, que una noche, al salir a la terraza de su casa, él vio en el jardín vecino a una hermosa mujer que se estaba bañando en una piscina. Quiso conocerla y supo que se llama Virsavia y que era la esposa de uno de los altos oficiales de su ejercito. La admiración a su hermosa vecina se transformo en un vehemente deseo y el rey David cometió el pecado. Virsavia quedó embarazada de esta unión ilícita, y según las leyes hebreas, debería recibir el castigo de ser apedreada. Queriendo salvarla de una muerte horrenda e infame, David llamó con urgencia al marido de las filas del ejercito para darle la ocasión de convivir por un tiempo con su mujer para que pensara que el embarazo era el resultado de esta convivencia. Pero el marido de Virsavia no quiso tener relaciones con su mujer y volvió en seguida a su regimiento que estaba asediando una fortaleza enemiga. La situación parecía ser desesperada y el diablo le sugirió a David una salida genial de semejante atolladero: Mandar a Uria, marido de Virsavia, a una posición más peligrosa del combate para matarlo por medio de la mano enemiga. Ciertamente, Uria muere en esta línea de avanzada de mano del enemigo y David obtiene la posibilidad de casarse con la viuda y de esta manera ocultar el pecado de adulterio. El diablo ofuscó de tal forma su mente, que David perdió la capacidad de entendimiento sobre hasta qué punto era horrible su doble pecado. Solamente después de que el profeta Nathan con su predica, lo conminó al rey juzgar y dar su veredicto en un caso similar, David comprendió que había dictado el veredicto contra su propio crimen. Horrorizado, David cayó de rodillas y confesó públicamente sus pecados pidiendo perdón a Dios (2 Samuel cap. 11). Jamás pudo perdonarse a si mismo este pecado y toda su vida posterior fue un acto de contrición, dejándonos una oración de arrepentimiento (Salmo 50/51) que conmueve hasta hoy las almas de los pecadores arrepentidos. De esta manera Dios misericordioso liberó de las redes del diablo a Su Hombre Justo que había caído en las garras de la tentación.

Por medio de este caso o sus similares, Nuestro Señor nos enseña a no ser presuntuosos. "El que piensa estar firme, mire que no caiga" (1 Cor. 10:12). Si el diablo con su ilimitada insolencia se atrevió a tentar hasta a Nuestro Salvador (Mat. 4:3-10), entonces, ¿quién puede sentirse a salvo de sus artimañas? Por eso mismo, poniéndonos en guardia, Dios Nuestro Señor nos enseña: "El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Velad y orad, para que no entréis en tentación" (Mat. 26:41).

Pero el método principal del diablo que impregna toda su actividad y su esencia es la mentira, en todo y siempre mentira, la más impertinente y desvergonzada, pero a menudo hábilmente condimentada con una pizca de verdad, para darle el aspecto de mayor verosimilitud. Por eso Dios lo describió como "mentiroso y padre de mentira" (Juan 8:44).

El diablo trata de tergiversar todo hasta ser no conocible en nuestra representación: un pequeño fracaso lo presenta como una enorme, incorregible tragedia, mientras una diversión o un pequeño logro, los pinta como el asunto más importante de todos, casi como la meta de una vida. Impulsándonos al pecado, el nos tranquiliza, con el pensar, que es sólo una natural y perdonable debilidad. Y cuando la persona ya ha pecado, entonces el diablo la sumerge en el desaliento y le infunde la idea de que ha enojó para siempre al Creador, que es inútil el arrepentimiento. Al hombre que se entrega a cualquiera pasión, el diablo trata convencer de que él es demasiado débil para intentar liberarse de ella. Y a un hombre cuyo modo de vivir es de un santo, el diablo trata de inculcarle el sentimiento de orgullo. Los desvaríos de algunos filósofos y diferentes invenciones religiosas, él los presenta como magníficas revelaciones, mientras a la enseñanza del Evangelio la presenta como algo extraño y aburrido. A una persona, que con todas sus fuerzas aspira tener una vida espiritual, él trata de desviar por medio del orgullo y presunción. Algunas veces aparece disfrazado de ángel o del mismo Cristo para que el hombre se cree mejor que los demás (2 Corint. 11:14). En las vidas de los Santos encontramos a menudo como, con apariciones similares, el diablo tentaba a los ascetas, que han demostrado una elevación espiritual considerable.

Respirando con sed incontenible de poder, el diablo no escatima ni fuerzas ni tiempo para transformar cualquier pequeña y natural debilidad humana en una indomable y repugnante pasión. Quiere, que el hombre se ensucie totalmente, y se haga peor que un animal. Entonces, a través del pecado, el diablo se apodera del hombre y lo transforma en su esclavo y en su instrumento obediente.

Pero gracias a Nuestro Señor Jesucristo ese poder del diablo no es estable, y sus cadenas de acero son más débiles que telaraña. Basta que el pecador arrepentido se dirija a Dios para que todo el poder diabólico se desparrame como un castillo de naipes. "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Juan 3:8). Precisamente, Dios es él mas fuerte, Quien ató al fuerte y desbarató sus receptáculos (Mat. 12:29). Por eso apurémonos a buscar al Salvador, pidiendo ayuda y defensa. Por medio de una fuerte fe y una vida virtuosa enfrentemos al espíritu maligno, al espíritu caído, y el, como nos fue prometido, resistid al diablo, y huirá de vosotros (Santiago 4:7).

 

La Tentación del Ocultismo

"El espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apostatarán de la fe, escuchando a los espíritus engañadores y a doctrinas de demonio" (1 Timot. 4:1).

Como el niño que busca a la madre, así el hombre busca instintivamente a Dios, especialmente en los momentos difíciles de su vida. En Dios, el hombre ve a su Padre Celestial, Quien le desea todo el bien y es capaz de hacer por él hasta lo imposible. Nuestro Señor Jesucristo nos prometió: "Pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad, y se os abrirá" (Mat. 7:7). Algunos piden por su salud física, otros piden ayuda en el trabajo, o en el fortalecimiento de la familia, el bienestar de los hijos; alguno pide que su fe se fortalezca, saber rezar, que se le acerque el Espíritu Santo, — cada uno pide en la medida de su nivel espiritual. Pero Dios acepta los ruegos de todos, los que lo evocan con fe sincera y ardiente.

Además de la ayuda de Dios que la oración nos proporciona, ella es algo extraordinario que contribuye al crecimiento espiritual del hombre. Y eso es, porque la oración no es un monologo, sino una conversación, en la que Dios responde a nuestra alma y la ilumina con la gracia del Espíritu Santo. Iluminando el mundo interior del hombre, Dios le enseña no buscar solamente el bien material, perecedero, sino el bien eterno, realmente valedero. La persona, que conversa con Dios rezando, reconoce que el Creador es un Ser Supremo lleno de amor, pero también es el Ser justo a Quien hay que venerar. No se le puede manipular como si fuera una fuerza ciega. El es el Padre, a Quien hay que obedecer. De este modo la oración, como experiencia personal, surgida al principio como resultado de unas exigencias concretas, contribuye para el perfeccionamiento moral del hombre, y como guía hacia el bien superior, el Reino del Cielo.

En contraposición a esta sana religiosidad, basada en la fe y en la obediencia a Dios, se encuentra la insana "espiritualidad negra" del ocultismo. En el también hay un elemento sobrenatural y la búsqueda de ayuda, pero no se la pide a Nuestro Creador, sino a los espíritus dudosos o a las fuerzas misteriosas del más allá. Si una sana fe en Dios ennoblece a la persona, una fe malsana en lo oculto la mutila espiritualmente. Esa fe siempre está dirigida hacia lo terrenal, trivial y pecaminoso. La meta de la acción ocultista es puramente utilitaria: conocer algunos secretos, conseguir el éxito en la vida, lograr que alguien lo ame, fortalecer la salud, tener mayores recursos de bio-energía, aumentar su potencial, vengarse del enemigo o juguetear simplemente con lo misterioso. A muchos los seduce la posibilidad de conseguir muchas cosas sin ningún esfuerzo y sin infringir las leyes civiles.

Mientras el contacto con Dios despierta la consciencia en el hombre y lo conduce al arrepentimiento y al mejoramiento de su conducta, la acción ocultista se dedica, por el contrario, a liberar al individuo de sus obligaciones morales: ¡Agarra y goza! En ésta aparente liberación de los imperativos morales consiste, por lo visto, la principal atracción del ocultismo. Pero como vamos a ver más adelante, los serviciales espíritus sobrenaturales no son altruistas, y la persona, tarde o temprano, paga caro por los servicios prestados. Solo al principio todo parece tan fácil y simple.

El ocultismo es tan antiguo como la humanidad misma. Al comer el fruto prohibido del paraíso el hombre hizo la primera tentativa de adquirir los conocimientos y poderes extraordinarios con ayuda de medios ocultistas (Génesis 3 cap). Los brujos, shamanes, evocadores de los muertos etc., existieron siempre, pero mayormente se mantuvieron en la "clandestinidad." Como hecho significativo de nuestra época se destaca el aumento del interés y la popularización siempre mayor de las diferentes formas del ocultismo, lo que atestiguan también algunas serias investigaciones contemporáneas. Uno de los científicos de la Universidad de Chicago, mundialmente famoso, prof. Mircea Eliade, dice en su libro "Occultism, Witchkraft and Cultural Fashions": "Siendo yo un historiador de las religiones no me queda otra cosa que asombrarme de la gran popularidad de la brujería en la cultura y la sub-cultura contemporánea occidental. Tengo que agregar que el entusiasmo por la brujería representa sólo una parte de una tendencia más amplia, que es precisamente el gran aumento del interés por todo tipo de ciencias esotéricas ocultas" (The University Press, Chicago, Il., 1976). Bajo la influencia de un movimiento que está de moda ahora, "New Age," miles de personas en los Estados Unidos se declaran channelers (los médium) y psychics (videntes) y millones de personas les piden ayuda y consejos y leen con entusiasmo sus innumerables escritos.

Algunos de estos "channelers" tienen fama en los ámbitos artísticos y de la televisión. En los países de Europa, en Canadá, Brasil, Rusia etc., es notable también el interés por todo lo que representa lo sobrenatural. La influencia del ocultismo comenzó a notarse hasta en las ciencias serias, como la filosofía, arqueología, medicina, psicología, etc. Comenzaron a surgir las sectas seudo-cristianas, divulgando las antiguas ideas ocultistas, revestidas de terminología seudo-cientifica y cristiana. En las librerías podemos ver secciones especiales dedicadas a la enseñanza "New Age." Abundan títulos, como "Las brujas del medioevo," "Antigua magia del Egipto," "La historia de las sociedades secretas," "Serpentina y arco iris," "Las palabras secretas de los shamanes y zombies del Haití," "La enciclopedia de las ciencias antiguas y prohibidas," "Desde la cábala hasta los mundos astrales: energías mentales y el misterio de las relaciones íntimas," "El libro de la magia sagrada: la fuente negra, indispensable para el conocimiento ocultista," "El diccionario contemporáneo de las brujas: todo lo que debes saber para el hechizo," "Para conseguir lo deseable por medio de la energía ocultista," "La levitación — qué es, y cómo se hace."

El doctor Walter R. Martin, destacado conocedor de cultos en América, afirma que los 60% de los norteamericanos utilizan de una u otra forma los métodos ocultistas o se interesan por el ocultismo. Existen más de 3000 editoriales que publican libros y revistas ocultistas y que operan anualmente con mil millones de dólares. Hasta las revistas tradicionales, que en principio no se interesaban por ese tipo de temas, publican artículos sobre los métodos ocultistas, sobre la astrología, la curación por medio de cristales, etc. En Rusia, el entusiasmo por el ocultismo adquiere dimensiones de una epidemia. Estos tristes hechos hablan de una degeneración de la sociedad contemporánea y anuncian la cercanía de la Segunda Llegada de Cristo.

La palabra ocultismo proviene del latín occultus que quiere decir algo escondido e inalcanzable para la mayoría. En la esfera del ocultismo entran distintos e inexplicables fenómenos y hechos producidos por las misteriosas, fuerzas nada físicas. Los estudios ocultistas persiguen las siguientes metas: 1. Obtener conocimientos sobre los hechos enigmáticos que los medios físicos no pueden descifrar. 2. Entrar en contacto con los espíritus o con las fuerzas extrasensoriales. 3. Aprender a manipular a esos espíritus a su antojo. He aquí una lista parcial de teorías y enseñanzas ocultistas: adivinación profesional, astrología, quiromancia, numerologia, teosofía (de Blavatski), cábala, antroposofia, espiritismo, los viajes astrales, ciertos tipos de misticismo, meditaciones transcendentales, curación extrasensorial, codificación ritual, curación bipolar, mediumismo y "channeling," shamanismo, brujería, toda clase de magia, blanca y negra, yoga.

En nuestros tiempos obtuvo un gran auge la teoría ocultista "New Age" (Nuevo siglo) que ha absorbido muchas antiguas enseñanzas ocultistas. Algunas sectas y cultos contemporáneos surgieron después de la "revelación" de los espíritus, o conllevan ciertos elementos ocultistas y utilizan métodos similares al ocultismo. Hay que nombrar entre ellos al Orden de Rosenkreuzer, la enseñanza de los Rerich ("La ética viva" o Agni-Yoga), la sociedad de los Hermanos Blancos, la sociedad de E. Blavatski, el movimiento New Age, la sociedad Aun-Sinrike, Krishnaismo, Lucius Trust (Alice Bailey), Eckankar (Paul Twitchell), The children of God (David Berg), Unification Church (Sun Mun), La sociedad antroposófica (Rudolf Steiner), Astara (Earlyne Chaney), la sociedad ("iglesia") de los Mormones (Joseph Smith y su "ángel Moroni"), Christian Science (Mary Baker Eddy), y otros.

¿Qué es lo que empuja a las personas instruidas del siglo XX a dedicarse a las prácticas anticientíficas y dudosas, tales como evocación de los espíritus? La respuesta para esta cuestión es, que la ciencia sola y las enseñanzas del materialismo no pueden satisfacer altas aspiraciones espirituales del ser humano. Algo, dentro de cada uno de nosotros, busca lo superior, espiritual, esta sediento de respuestas para solucionar los problemas principales de nuestra existencia: ¿Para qué vivimos? ¿Existen otros mundos y otras formas más perfectas de vida? ¿Qué es lo que nos espera después de la muerte? ¿Existen las fuerzas no-fisicas que pueden ayudarnos a superar las leyes físicas y conseguir una felicidad estable? Pues, de esta manera, la gente que no conoce o ignora la enseñanza cristiana, se dirige a las teorías esotéricas. Estas teorías pretenden responder satisfactoriamente a las profundas dudas principales de la existencia y permiten acceder al conocimiento de las fuerzas extra-fisicas. Sin embargo, tales respuestas son erróneas y sus recetas - funestas. Lo más peligroso es que se destruye así en el hombre el temor a Dios, y sentido de responsabilidad por sus actos. Los espíritus caídos tratan de convencer al neófito - ocultista de que no existe el juicio Divino, ni castigo eterno, que todo aya es muy liviano y agradable. Por eso dedícate a los estudios y al acopio de las fuerzas que te están proporcionando. Y realmente, después de un tiempo dedicado a los ejercicios ocultistas se descubren en la gente las capacidades inusuales, tales como telepatía, clarividencia, poderes curativos por medio del bio-campo, telequinesia, etc. Pero, como veremos, estas capacidades no se desarrollaron espontáneamente en el individuo, sino con la ayuda de los espíritus impuros y por eso son muy peligrosos y dañinos. Es cierto también que los demonios no acusan su presencia para no asustar al neófito y se presentan como: a) inofensivos espíritus vagabundos o b) energía no-fisica impersonal expandida en el universo y presente, aunque en forma oculta, dentro de la persona misma. Examinemos hasta qué punto estas presentaciones ocultistas tienen que ver con la realidad.

a) La naturaleza de los espíritus ocultistas

Para comunicarse con los espíritus se utiliza o la practica del espiritismo, o la intervención de los "médium." La historia de la evocación de los espíritus (espiritismo) pertenece a la muy remota antigüedad. Ha sido mencionado también por la Biblia como una ocupación pecaminosa y prohibida por Dios. "No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminandoos con ellos" (Levítico 19:31). "Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, Yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortare de entre su pueblo" (Levítico 20:6, 20:27). En las sesiones espiritistas el espíritu aparece o en forma de un fantasma, o a través de su accionar sobre los diferentes objetos, como, por ejemplo, moviendo el platillo, golpeando la mesa o meciendo el péndulo (Ouija board), etc. En las sesiones mediumísticas, el médium en el estado de trance entrega su cuerpo a la disposición del espíritu, quien entrando en él, se apodera de sus órganos, actúa a través de él y proclama diversas revelaciones. La teoría contemporánea de "New Age" populariza esta segunda forma de comunicación con los espíritus (o "fuerzas") llamándolos "channeling" (de la palabra "channel" — conducir, canalizar). A medida de que el médium (channeler) entra poco a poco en el trance, los músculos de su rostro y sus labios comienzan a tener convulsiones involuntarias. Cuando el espíritu se apodera definitivamente del médium, aparecen cambios en su ritmo respiratorio y la expresión de su rostro cambia radicalmente, hasta parecer desconocido. Cambia también su voz, así que una voz femenina suena como un profundo bajo masculino. Al salir del trance la persona no puede recordar qué era lo que había dicho o lo que había hecho durante su trance mediumatico. Al principio el espíritu no se atreve a introducirse en la persona sin su consentimiento, es indispensable su invitación. Sin embargo, después de varias sesiones mediumísticas repetidas, la introducción del espíritu puede llegar a ser involuntaria, espontanea y el médium se encuentra plenamente sometido a la voluntad del espíritu invocado.

No hay duda de que entre los espiritistas y los médium existen muchos charlatanes. Sin embargo, existe también gran cantidad de profesionales que se comunican realmente con los seres extra-terrenales y reciben de ellos conocimientos y capacidades que son inaccesibles para las personas comunes. La cantidad abrumadora de los "channelers" comunes no tienen idea de la perfidia y la peligrosidad de aquellos espíritus, a quienes ellos se entregan con tanta confianza. Esas no son almas inofensivas, vagabundas, ni tampoco son las fuerzas impersonales de la naturaleza. Al contrario, según el testimonio de muchos médium y shamanes profesionales, los espíritus que se comunicaron con ellos los engañaban conscientemente. Ellos fingían ser bondadosos para apoderarse de los médium y hacerles daño. Así, por ejemplo, Satprem, el discípulo del ocultista y guru (maestro) hindú Sri Aurobindo, escribía: "Todos los ocultistas saben que los espíritus están en condiciones de tomar cualquier forma que se les ocurra" (Satprem, "Sri Aurobindo or the Adventure of Consciousness," New York, Harper and Row, 1974).

Robert Monroe describió brillantemente el caso cuando en uno de sus viajes "astrales" el fue víctima de un ataque insolente y obstinado de los espíritus malignos. En el momento más decisivo de la lucha dos de esos espíritus tomaron el aspecto de las dos hijas muy queridas del atacado. Lo hicieron de una manera tan repentina e insólita, que Robert perdió por un instante la capacidad de resistencia, lo que casi le costo la vida ("Journeys out of the Body" Garden City, NY, Anchor Books, 1973).

El reconocido médium Emanuel Swedenborg que se consagró a la evocación de los espíritus y que fue considerado por muchos como un serio especialista en los problemas del ocultismo atestigua, que aquellos espíritus con los que se comunican los espiritistas y los médium son hasta tal punto astutos y mentirosos que a una persona que tiene contacto con ellos es imposible determinar su verdadera personalidad y sus fines. Estos espíritus son unos excelentes actores que se ponen máscaras de los espíritus de los muertos. Swedenborg pone en guardia a los ocultistas neófitos recomendándoles lo siguiente: "Cuando estos espíritus les dicen algo, ustedes no deben creerles nada, porque ellos inventan todo y siempre mienten... Y lo hacen con tanto aplomo e insolencia que la persona se desconcierta. Y si esa persona les cree algo de lo que le han dicho, entonces ellos con el extremo cinismo inventan otras patrañas confundiéndolos del todo. Por eso deben ustedes cuidarse de esos espíritus y no creerles ni una gota" ("The True Christian Religion," New York, E.P. Dutton, 1936).

Un testimonio similar recibimos de Uri Geller, muy conocido por su don de torcer cucharas y tenedores telepáticamente. El, y su maestro Andrija Puharich M.D., experimentan a menudo cierta molestia al comunicarse con los espíritus, porque notan algo extraño y sospechoso en su comportamiento. Ambos ocultistas se han dado cuenta muchas veces de que los espíritus se comportaban de modo muy ambiguo, como si se burlaran de ellos (Andrija Puharich, Uri, New York, Bantam, 1975). Molestias similares han experimenta do también otros espiritistas y médium profesionales.

Pues, entonces, si los espíritus de los ocultistas mienten, es evidente que dichos espíritus no son ángeles buenos ni servidores de Dios. Tampoco pueden ser almas de los muertos porque según lo que dicen las Sagradas Escrituras, a las almas no se les permite vagar por el mundo a su antojo. Al contrario, el alma después de su muerte tiene la ubicación que le procura Dios en el paraíso o en el infierno, permaneciendo allí hasta el día del juicio final ("Esta establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio" Hebreos 9:27). Por eso, si los espíritus de los ocultistas no son ni ángeles, ni almas de los muertos, entonces lo más probable es que sean espíritus subordinados a la voluntad de aquél, a quien Cristo, Nuestro Salvador llamó "mentiroso y el padre de la mentira," quiere decir, el diablo (Juan 8:44). Consecuentemente, los espiritistas y los "channelers," confiándose en los espíritus del más allá, ponen en gran peligro a si mismos y a los demás (más abajo lo explicaremos detalladamente). Difícil es entender cómo la gente que jamás confiaría en un desconocido, entrega ingenuamente su confianza a unos seres del más allá, cuya naturaleza desconoce y que han dado suficientes pruebas de ser mentirosos.

b) ¿Sería impersonal la energía espiritual?

Ahora analizaremos la segunda opinión, muy popular en nuestros tiempos, que los métodos ocultistas ponen en movimiento la energía no-física, extendida en el cosmos o concentrada en ellos mismos. Esta opinión es especialmente grata para el escéptico contemporáneo, quien no acepta ni a Dios personal, ni al mundo espiritual. A la consciencia de este ser arrogante le halaga la idea de que con un solo deseo suyo él puede poner en movimiento toda la poderosa energía inmaterial y hacerla trabajar para su provecho. En la premisa que habla de la existencia de las fuerzas no-físicas impersonales, surgió toda una fila de teorías ocultistas, investidas con terminología casi-científica, que se ofrecen al lector en forma de recetas útiles para todas las ocasiones de la vida.

El éxito de todas esas enseñanzas ocultistas contemporáneas es enorme, porque ante la vista de esa gente que busca respuestas, pero que es espiritualmente ignorante, se abren como mundos nuevos: todo lo que fue hasta ahora lo misterioso y lo imposible se transforma en lo explicable y lo alcanzable. No hay que temer nada, ni a nadie, todo es sencillo y fácilmente realizable para aquel que aprendió a manejar las fuerzas no-fisicas.

Comentario. Especial peligro para la salud espiritual representa aquella tendencia en el ocultismo que enseña el método del descubrimiento de la fuente de energía dentro del hombre mismo (A. Klizovski, "Las bases de la concepción del mundo en la época nueva"). Según esta teoría cada persona que adquiere experiencia con este método especial es capaz de desarrollar dentro de si mismo la percepción holística del mundo, tanto interior, como exterior; puede conservar y reponer la salud propia y de los demás, aprender a conectarse con cualquier fuente de información, abrir el tercer ojo, hacer viajes astrales, aprender a descubrir sus propias "chacras" (hindú). La apertura de las chacras con ayuda del método especial con el fin de liberar la energía psíquica promete posibilidades ilimitadas. El hombre puede asimilarse a Dios — poseer el poder de clarividencia, de telepatía, de telequinesia (mover a distancia), etc. Pero al mismo tiempo los mismos especialistas en este ámbito (A. Klizovski) advierten que el descubrimiento de bio-fuerzas dentro de uno mismo produce serias consecuencias. El análisis detallado de este tema no es de nuestra incumbencia. Señalaremos solamente que la gente que se dedica a elucidar sus propias chacras mutilan su psiquis, a veces irremediablemente.

Es curioso, que los propios espíritus que actúan "detrás de los bastidores" de los experimentos ocultistas contemporáneos casi-cientificos, no se ofenden en absoluto que los "channelers", ignoran su obra y disimulan sus méritos. Al contrario, los espíritus se esconden de buena gana detrás de las impersonales fuerzas no-físicas, porque así consiguen su propósito principal: la esclavización de los humanos. Y es muy coherente de su parte, porque su propio amo, el príncipe de tinieblas, el diablo, es un demagogo hábil y multifacetico. A la persona con aspiraciones intelectuales dice: "Te daré conocimientos sobrenaturales; al hombre con inclinaciones místicas: "Te revelaré el misterio de la existencia humana"; al que tiene la sed de poder, le promete gloria y dominio sobre los demás; al hombre que busca la felicidad mundana le promete todos los bienes terrenos; al incrédulo le repite insistente: "¡Yo no existo! soy una invención."

De esta manera, después de haber seducido a cada uno con lo que más valora, el diablo lo aleja cada vez más de Dios, hasta sumirlo en el abismo demoniaco. Gracias a que sabe adaptarse a la mentalidad humana, el diablo supo seducir a muchos de nuestros contemporáneos, usando antiguas fábulas ocultistas, disfrazándolas con la terminología casicientifica. Así surgió en nuestros días hasta una nueva rama especial de la ciencia: parapsicología, que estudia y trata de explicar científicamente los antiguos métodos de los shamanes y los médium.

Pero sigue en pie la pregunta esencial: ¿si existe la energía no-física, moralmente neutral, entonces, cual es su naturaleza? Para poder contestar hay que tomar en cuenta que toda la energía, toda la fuerza, sea material o espiritual, está invariablemente asociada a la fuente que la hace surgir. Así, por ejemplo, toda energía física, o campo (electromagnético, gravitacional etc.) no existe "en si misma," sino que procede de determinadas partículas subatomicas (fotones, gravitones etc.). Y porque estas partículas físicas son impersonales, los campos que ellos crean son impersonales también, y son moralmente neutrales. De la misma manera la energía espiritual (las fuerzas espirituales) no existen "en si mismas", sino, también proviene de uno u otro ente espiritual. Y como los seres espirituales (ángeles, hombres, demonios) son personalidades, entonces, consecuentemente, la energía que ellos despiden tiene el color de su estado moral, — del bien o del mal. Los experimentados poseedores de los poderes extrasensoriales lo comprenden perfectamente y por eso tratan de protegerse del contagio moral.

Se sabe que en este mundo, en el que vivimos, además del blanco y del negro, existe también el gris; además de la luz y de la oscuridad existen semi-sombras. Pero en el vacío no existen semisombras, sino sólo luz u oscuridad total. De la misma manera, en el mundo de los espíritus no existe el estado moralmente indefinido. Los espíritus (comparándolos con los hombres) son seres simples: pueden ser o totalmente buenos (ángeles), o absolutamente malos (los demonios). Conforme a esto, en el mundo espiritual existen sólo dos estados: el paraíso y el infierno. No existe un estado intermedio, neutral. Después de haberlo comprendido, estaremos de acuerdo que la fuerza (la energía), que proviene de Dios y de los ángeles, siempre es buena y nos atrae hacia el bien, mientras la fuerza (la energía), que proviene del demonio es siempre mala y nos empuja hacia el mal. La experiencia, que reunió la Iglesia a lo largo de muchos siglos, lo confirma. La fuerza proveniente de Dios, o "la no-creada energía Divina" (según la expresión de San Gregorio Palamas), es una energía que esclarece y vivifica el alma. "¡Señor, bueno es para nosotros que estamos aquí!" exclamaron los discípulos cuando en el monte Tabor los iluminó la luz Divina (Mat. 17:1-13).

Pero los seres humanos son mucho más complejos, que los simples espíritus (ángeles y demonios). Por eso aquellos pueden permanecer un tiempo en el estado moralmente-indefinido y dudar en la elección entre el bien y el mal. Precisamente a causa de la dicotomía moral y la inestabilidad del ser humano, el bien y el mal se neutralizan mutuamente dentro de su alma y por eso su energía espiritual es débil y poco efectiva en comparación con la energía de los espíritus uniformes. Es similar como por ej., en el átomo, las partículas con cargas negativas de los electrones neutralizan la carga positiva del núcleo. En el mundo espiritual no existen ningunas fuerzas no-físicas moralmente neutrales, porque emanan de los seres moralmente definidos, ángeles o demonios. Por eso, cada vez que un ser humano entra en contacto con la energía, que proviene de estos seres, siente la atracción hacia el bien, o hacia el mal, respectivamente.

Observación: No hay duda, de que la fuente inicial de toda clase de energía es Dios. Pero los ángeles caídos han dirigido esta energía hacia el mal, lo mismo, que todos los dones que han recibido del Creador.

Pues, los ocultistas se equivocan con respecto a la neutralidad y al carácter inofensivo de la energía no-física. Como ni Dios, ni sus ángeles permiten manejarlos, los que se acercan gustosos a los ocultistas son los demonios. Son ellos los que abastecen a los ocultistas con la energía necesaria. Pero no lo hacen, ni de lejos, de manera desinteresada. Solo entregan la energía en forma de préstamo, cobrando un gran porcentaje. Los hechiceros, las brujas, los satanistas y muchos otros ocultistas profesionales tienen consciencia de esto, pero lo mantienen en secreto. Para no acusarlos sin fundamentos, traeremos aquí algunas referencias de los especialistas.

El profesor Michael Harner da clases en las Universidades de Columbia y de Yales, además es profesor de la antropología de la "New School for Social Research" de Nueva York y ha escrito el libro "The Way of the Shaman." Sus estudios sobre el ocultismo lo llevaron a la convicción de que la fuente de fuerzas, que poseen los shamanes proviene del mundo de los espíritus. "Sin el espiritu-direccional no se llega a ser shaman, porque este necesita una fuente muy poderosa de la energía" (New York, Bantam, 1986).

Los "guru" (maestros) hindúes y budistas reconocen también que su fuerza proviene del mundo de los espíritus. Así, por ejemplo, Idries Shah reconoce que: "Los guru no poseen por si mismos una fuerza extraordinaria. La reciben de los espíritus. El gurú debe tener solamente la capacidad de concentración" ("Oriental Magic," NY, E.P. Dutton, 1973). En el libro "The Adventures unto the Psychic" el antiguo investigador de los fenómenos parapsicologicos, Jess Shearn, anota las siguientes observaciones: "Casi todos los grandes medium, sin excepción, se daban cuenta de que han sido instrumentos de una fuerza del más allá que fluía a través de ellos. Pero, a si mismos ellos no adjudicaban ninguna fuerza especial" (NY, Signet, 1982).

Aunque los ocultistas quisieran vanagloriarse de sus extraordinarios poderes deben confesar a menudo, que son los espíritus del más allá que actúan a través de ellos. Así, por ejemplo, mencionando al investigador parapsicologico Lawrence Le Shah, quien había estudiado a los curanderos extra-sensoriales orientales y occidentales, Charles Panati escribe: "Si existe algo en común entre todos los curadores que yo he investigado, eso es la confesión de que ninguno de ellos ha podido curar con sus propios esfuerzos. Al contrario, cada uno de ellos comprendía que era precisamente un "espíritu" quien actuaba a través de ellos, mientras se describían a si mismos como instrumentos pasivos del espíritu. Para poder realizar una curación todos los curadores (curanderos) deben entrar previamente en estado de trance" ("Supersenses," Garden City, NY, Anchor-Doubleday, 1976).

Uno de los más completos estudios sobre las curaciones extrasensoriales se puede encontrar en una colección titulada "Healers and the Healing Process." En este estudio hecho durante una década, en el que tomaron parte muchos investigadores especialistas en la materia, nosotros podemos leer: "Cualquier estudio de las curaciones paranormales hacen tropezar al investigador a tener la noción de los espíritus razonables (cuyos nombres son algunas veces "guías," otras veces "inspectores" o "defensores"), que ejercen la influencia sobre la mente del curador y le suministra datos de los que antes no tuvieron ni la más mínima idea consciente (Wheaton, Il, Theosophical Quest, 1977). Esta investigación ha llegado a las conclusiones que las curaciones paranormales están difundidas mayormente en los países donde se popularizó más el espiritismo y la fe en los espíritus. Los datos más detallados sobre este tema se encuentran en los folletos "The Facts on the Occult" y "The Facts on Spirits Guids," publicados por John Ankerberg y John Weldon (Harvest House Publishers, Eugene, Oregon, 1991).

De este modo se llega a la conclusión, de que cualquiera que sea la terminología usada por ellos, los ocultistas entran en contacto personal con los espíritus reales que les suministran datos especiales y fuerzas extra-físicas.

c) Los frutos de las actividades ocultistas

Ya hemos presentado los datos que demuestran que todos estos espíritus no son ni ángeles, ni almas de los muertos, sino, más bien, demonios. Pero para convencerse del todo, analicemos cuáles son las consecuencias que sufren los que tuvieron contacto con sus espíritus. Es el método más infalible de investigaciones espirituales, como lo había indicado el mismo Cristo, Nuestro Salvador, diciendo: "Por sus frutos los conoceréis... Así, todo buen árbol bueno da buenos frutos, .... No puede el buen árbol dar malos frutos, ni árbol malo dar frutos buenos" (Mat. 7:16-17). Héle aquí, como los múltiples hechos, recogidos de la vida de las personas que se dedican al ocultismo, nos convencen, que: a) son los espíritus que empujan a las personas dedicadas al ocultismo a cometer toda clase de pecados y delitos; b) son ellos, que dañan su salud, y mutilan su existencia. Es cierto, realmente, que en las personas dedicadas al ocultismo se manifiestan dentro de algún tiempo las anormalidades psíquicas, periodos de depresión, adicción al alcohol o a las drogas. M. Lamar Keene vivió durante trece años entre los médium profesionales. En su confesión pública escribió: "Todos los médium que yo conocí personalmente, o por medio de otras personas, tuvieron un final trágico de sus vidas. Las hermanas Fox, por ejemplo, unas pioneras en aquel ámbito, terminaron siendo alcohólicas desesperadas. William Slade, famoso por saber leer los pensamientos de los demás, había enloquecido y murió en un hospicio de la ciudad de Michigan. Medium Margery murió alcohólica... Mire a donde mire, en todas partes se ve lo mismo: en su miserable existencia los médium terminan invariablemente con una muerte más miserable aun. Me sentí absolutamente abatido a causa de todos aquellos asuntos mediumiticos, engaños, libertinaje vulgar, adicción irrefrenable al alcohol o a las drogas" (The Psychic Mafia).

Además, los espíritus torturan luego a todos los que recibieron primero su ayuda, demostrando así su maligna naturaleza sádica. Y lo hacen con picardía para no asustar antes de tiempo a su víctima, aumentando paulatinamente, según planifican, la dosis de los sufrimientos. La persona que se dedica al ocultismo comienza a sufrir trastornos nerviosos, desarreglos físicos y toda clase de dificultades y averías inexplicables, tiene épocas de gran temor, casi pánico y llega a tener ideas suicidas. Cuando se da cuenta de que deben ser los espíritus que le producen todos estos síntomas y trata de liberarse y detener su actividad ocultista, entonces los espíritus triplican su fiereza y lo hunden en un mar de desgracias para asustarlo aun más y hacerlo volver. De esta forma, tirando de las riendas y otra vez aflojando, poco a poco esclavizan totalmente al ocultista y al final lo destruyan.

Esta observación la confirma doctor Nandor Fodor, autor de una prestigiada "Encyclopedia of Psychic Science:" "Las tentativas de aplacar su capacidad mediumitica se revierten y producen dolencias diversas, y cuando la persona vuelva a sus ocupaciones ocultistas, los síntomas desaparecen" (Secaucus, NJ, Citadel, 1974). El conocido parapsicólogo Edgar Cayse representa un vivo ejemplo de lo que hemos dicho anteriormente. Joseph Millard dice sobre él: "Cayse fue de hecho un miserable títere de las fuerzas del más allá" ("Edgar Choice: Mystery Man of Miracles," Greenwich, CT, Faucett, 1967). Raphael Gasson, un ex-medium, había escrito, basándose en su experiencia personal: "Muchos tuvieron problemas graves al tratar de analizar el mediumismo y han sufrido temores queriendo liberarse para no serlo más. Se destruían las familias, se multiplicaban las tentativas de suicidio, los vencían las enfermedades psíquicas, sufrían todos los que tuvieron esa ocupación antes, para querer luego liberarse de su yugo. Aquellos, sin embargo, quienes han llegado a salvarse deben solamente agradecerle a Dios y a Su Misericordia" ("The Challenging Counterfeit," Plainfield, NJ, Logos, 1866).

El espiritista y guru Sri Chinmoy, el asesor de la ONU, reflexiona: "Muchos, muchos brujos y personas que se comunican con los espíritus, fueron estrangulados o matados. Lo se, porque me he topado personalmente con algunos casos similares" ("Astrology, the Supernatural and the Beyond," Jamaica, NY, Angi Press, 1973). El profesor Kurt Koch, quien dedicó los 45 años de su vida al estudio de los fenómenos paranormales, atestigua, que: "entre las personas que se dedican al ocultismo, existe un gran porcentaje de suicidios, accidentes trágicos y enloquecimiento." Tanto él como muchos otros especialistas en temas parapsicológicos afirman que dedicarse durante muchos años a la práctica ocultista destruye irrevocablemente la salud física de la persona, como si algún vampiro interior succionara poco a poco las fuerzas del ocultista.

La gente cae en las redes del ocultismo, porque al principio no percibe ningún peligro, al contrario, todo le parece perfecto y agradable. Malachin Martin en su libro "Hostage to the Devil" describe el destino de un tal "Karl," un físico y psicólogo diplomado, poseedor de un vivo interés hacia la religión y la parapsicología. Karl asombraba a sus amigos con sus grandes capacidades psíquicas. Siguiendo su "vocación", investiga seriamente la doctrina de la transmigración de las almas y de los viajes astrales. A medida del avance de sus conocimientos en el campo de las ciencias ocultas, se le abren horizontes cada vez más amplios. Karl era inteligente y cuidadoso. Estaba seguro de que sus investigaciones serían de gran utilidad para la ciencia y para toda la humanidad. Después de haber conseguido la cátedra en una Universidad de los EE.UU., sigue sus experimentos en el ámbito de la parapsicología y de los fenómenos místicos. Sin embargo, comienza a notar paulatinamente ciertos cambios negativos en su carácter y en su estado de ánimo. Luego comienzan a molestarle dudas y hasta temores con respecto a los espíritus con cuales se comunica. Entonces, finalmente, Karl llega a la conclusión que sus métodos de investigación deben cambiar radicalmente y que algunas de sus premisas de antes deben ser abolidas. Pero he aquí que lo abate la parálisis y lo internan en estado vegetativo en un hospital. Solo pasados once meses, después de un tratamiento intensivo, acompañando por las oraciones de sus familiares y amigos, Karl se cura. Al salir del hospital, reniega de todos sus "logros" en el campo de la parapsicología y confiesa el secreto de su enfermedad. "Me he entregado solemne y voluntariamente al espíritu del mal. A pesar de que dicho espíritu se presentaba como benigno y prometía ayudarme y perfeccionar mis conocimientos, yo dudé desde el principio, descubriendo intuitivamente su naturaleza maligna."

Sin embargo, a pesar de que decenas de miles de personas fueron víctimas de su afición por el ocultismo, y de que existe una gran cantidad de documentos que atestiguan sobre el peligro del ocultismo, mucha gente sigue manteniendo la idea de que el ocultismo o es una charlatanería inofensiva, o es una ocupación inocente solo para pasar el rato, o hasta una digna búsqueda espiritual. De todas maneras, el ocultismo no es ni lo primero, ni lo segundo, ni menos lo tercero. Otra opinión, de que existe una forma "peligrosa," pero que también hay una forma "inocente" del ocultismo, es totalmente errónea. Otros creen que al tomar algunas precauciones uno puede incluso sacar cierto provecho del ocultismo. Lamentablemente, todas las investigaciones llegan a la conclusión de que en cualquier actividad ocultista, sea cual sea su forma, hay siempre algo negativo y destructor que se "adhiere" al ser humano y del cual no puede desembarazarse sin la ayuda Divina. Ese "algo" del más allá comienza a manipular con el destino del hombre, y lo empuja a sumergirse más y más hondo en el fango del ocultismo. Sucede algo similar a la enfermedad de SIDA. Ese virus, después de haber penetrado en el organismo, engaña a las células sanas, fingiendo ser "igual" que ellas y totalmente inofensivo. La célula desecha su mecanismo de inmunidad y el virus se introduce en ella al igual que aquel "caballo de Troya." Solo dentro de la célula el virus demuestra su fuerza destructora. Es cierto también que el ser humano sigue viviendo relativamente sano muchos años después de haberse infectado, y a veces ni sospecha que sus días están contados. Solamente en el último período de la enfermedad se hace evidente la presencia de este virus nefasto. Pero ya es demasiado tarde.

Existe otro factor importante, que pocas veces se menciona en las investigaciones científicas del ocultismo, pero muy importante, que descubre la verdadera naturaleza sacrílega de los espíritus del ocultismo, — es aquella incomprensible aversión hacia Dios y hacia todo lo sagrado, que experimenta la persona después de haber recibido de ellos ayuda o una bio-carga. Al hombre creyente le resulta más evidente aun este cambio drástico en su disposición anímica. Ni bien habría recibido la ayuda de un extrasenso, o de una práctica ocultista, dicha persona pierde las ganas de rezar, de leer las Sagradas Escrituras, de presenciar la misa en una iglesia, etc. Además, esta repulsión es directamente proporcional a la fuerza recibida por vía ocultista. Ya la siguiente comunicación con los espíritus evocados por el ocultismo transforma a la persona en un luchador contra Dios.

Kurt E. Koch cuenta el siguiente caso. En una aldea de Tailandia vivía un aborigen-campesino, miembro activo de su comunidad cristiana. Una vez tuvo una herida purulenta en un brazo, y a causa del clima tropical la inflamación se extendió rápidamente de tal manera que casi todo el brazo estaba cubierto con una mancha rojo-oscura, casi negra. Como su vivienda estaba muy alejada del primer puesto sanitario, el aldeano trató de curar su herida con remedios caseros. Finalmente, cuando la gangrena se había extendido casi hasta el hombro, el aldeano fue a ver al medico. El doctor le anunció que habría que amputar urgentemente el brazo, sino podría morir muy pronto de gangrena. El tailandes gritó lleno de pánico: "¿Qué haría yo con un solo brazo? ¡No podré ni sembrar, ni cosechar el arroz!" El pobre hombre se sintió muy trastornado, pero de pronto se acordó de un viejo hindú quien curaba a la gente por medio de una fuerza misteriosa. A pesar de que el sabía que los cristianos no deben recurrir a los hechiceros, su situación desesperada lo empujo a buscar ayuda del viejo hindú. Resultó que aquel hombre no era para nada un charlatán, sino que tenía realmente poderes mágicos que hacían lo imposible. La infección purulenta fue detenida y el brazo fue salvado. Pero muy pronto después de haber recibido la ayuda del hechicero, el tailandés dejó de asistir a los servicios eclesiásticos y volvió a la antigua creencia pagana de sus antepasados. De esta manera, para salvar su brazo, había perdido su alma ("Occult Bondage and Deliverance," Kregel Publications, Grand Rapids, Michigan, 1970).

Un poco más adelante el profesor K. Koch nos cuenta que el brujo más poderoso que había conocido fue un chaman esquimal llamado Alualuk. Sus fuerzas ocultistas eran tan grandes, que hasta había podido resucitar a unos paganos muertos. Uno de ellos vivió después de su resurrección diez años más. Sin embargo, este chaman ha sido esclarecido por un misionero, creyó en Cristo y se bautizó. Después de esto el hombre perdió toda su fuerza mágica y cuando Koch le preguntó interesado cuáles eran las fuerzas que le permitían hacer milagros, el ex-chaman contestó categóricamente: "¡Eran fuerzas demoniacas, sin duda!" Y además, agregó que su fuerza no daba ningún resultado si se trataba de los cristianos convencidos.

En nuestra época el peligro del ocultismo se hizo más grande, porque se presenta como una actividad religiosa y hasta cristiana. Tradicionalmente todas las ramas del ocultismo no escondían su hostilidad belicosa con respecto al cristianismo. Pero ahora podemos oír a los curanderos extrasensoriales y a los ocultistas decir aconsejando: "tienes que bautizarte," "hay que ir a la iglesia," "tendrá que tomar la comunión," etc. Algunos curanderos extrasensoriales en sus sesiones pronuncian el nombre de Dios, dicen oraciones, se persignan y dejan la impresión de que a través de ellos actúan las fuerzas Divinas. ¡Todo esto es un tremendo engaño! Toda clase de ocultismo, sea cual sea su vestimenta es antireligioso por naturaleza.

Es así, realmente, porque todos los signos básicos del ocultismo están presentes en las sesiones modernas "cristianizadas" extrasensoriales: la tentativa de manipular las fuerzas extra-normales con afán de lucro. La religión exige la sumisión ante el Creador, la fe, la contrición, la corrección moral, la elevación espiritual, servir al bien desinteresadamente. Pero acá es el caso contrario, la meta es: recibir mayor cantidad de "energía clara", conseguir bienes, el éxito en la vida, llegar a conocer secretos del más allá, etc., y todo esto sin ninguna responsabilidad moral ante Dios. La persona que se dedica al ocultismo no va a la iglesia para buscar allí a Cristo, sino a la fuerza del bio-campo (biopol). Mirando los iconos no está viendo a Dios, sino a una fuente de nutrición. El estira con presunción sus brazos para tocar los objetos sagrados y recibir de ellos "carga" de energía para sus acciones impuras, con lo que ofende la grandeza del Creador.

¿Qué es lo que dicen sobre si mismos los extrasensores? Recurriremos a una conversación con Iury Tarasov, cuyo titulo es: "Pertenezco a la cuarta generación de brujos." A la pregunta de la periodista: "Me he dado cuenta de que para curar una enfermedad osteologíca usted recurrió a su propio bio-campo, a la terapia manual y a la psicoterapia. Todo esto es ampliamente conocido. Conocemos también a algunos representantes de la medicina no-tradicional, como por ejemplo Dzhuna o Kashpirovski. ¿Pero usted recurre a los tres sistemas, tres en uno? ¿En qué consiste su brujería?" Tarasov respondió: "En su pregunta ya está incluida la respuesta. ¿Por qué no me doy el título de curandero extrasensorial? Simplemente porque un curandero extrasensorial sabe hacer quizás solo una décima parte de lo que es capaz de hacer un brujo de segunda categoría. Lo mismo se puede decir de los hipnotizadores y los curanderos, de los psicoterapeutas... Cada una de estas tendencias es solo la punta visible de un iceberg." Dicho con franqueza y sin reserva. "La punta del iceberg," cuya base se encuentra en el infierno.

A causa de la naturaleza combatiente, antagónica a Dios de todas las ramificaciones del ocultismo, las Sagradas Escrituras prohiben severamente dedicarse a esa actividad. Citaremos aquí algunos textos. "No se haya en ti ni encantador, ni sortilego, ni hechicero, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación ante Dios cualquiera que hace esas cosas" (Deuteronomio 18:10-13). "Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni a tal soñador de sueños, porque el Señor, vuestro Dios, os estará probando, para saber si amáis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, a Señor, vuestro Dios... Y tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuando aconsejó rebelión contra Dios, vuestro Señor" (Deuteronomio 13:1-5).

Pues entonces, mientras una sana vida religiosa ilumina y ennoblece moralmente al hombre, la actividad ocultista insana y seudo-religiosa sólo la mutila moralmente y la pierde. Todo tipo de ocultismo lleva siempre a contactarse con los espíritus caídos. Aunque, al principio, esta actividad ayuda a conseguir éxito en sus obras, y da la sensación de que ante la persona se abren perspectivas y posibilidades ilimitadas, pero, en última instancia habrá que pagar caro por los favores recibidos de parte de los espíritus del mal. "¿Que aprovechará el hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O que recompensa dará el hombre por su alma?" (Mat. 16:26).

 

Medios de Protección Contra

Los Espíritus Malignos

A los seres humanos es muy difícil imaginar hasta qué punto son crueles y astutos los espíritus caídos, hasta qué punto son impetuosos y sagaces en su afán de seducir al hombre y de sembrar todo el mal. Pero con todo esto, no se les permite hacer el mal arbitrariamente a los seres humanos mientras estén bajo la protección del Altissimo. Recién cuando el hombre con su forma pecaminosa de vida llega a alejarse de Dios y se sumerge en las tinieblas de incredulidad y pasiones, entonces ingresa en la esfera de influencias de los espíritus caídos, quienes lo subyugan. Los incrédulos y los pecadores son aquel material, aquel ejército, que el diablo utiliza para difundir las tentaciones y el mal en la sociedad humana y para afianzar su reinado de tinieblas. Su reino, igual que el mar embravecido, nos rodea por todos los costados amenazando nuestra salvación.

Como su contrapeso, Nuestro Señor Jesucristo creó en la tierra Su Propio Reino de Luz en el cual el creyente encuentra una isla tranquila, el asilo seguro y la defensa contra los espíritus del mal. Es cierto, que ya el solo ingreso en el seno de la Iglesia durante el misterio del Bautismo viene acompañando por unos exhortes, las oraciones que el sacerdote pronuncia sobre catecumenos (que se preparan para el bautismo):

"¡Oh, Eterno Existente, Soberano Señor, libera a este esclavo Tuyo del yugo del enemigo y acéptalo en Tu Reino Celestial... Unilo para su vida al ángel radiante, quien podrá salvarlo de todas las intrigas del enemigo, del encuentro con el espíritu del mal, del demonio meridional y de ensueños maliciosas. Expulsa a todo espíritu maligno escondido y anidado en su corazón, al espíritu de encantamiento, de astucia, al espíritu idólatra y de toda lujuria, al espíritu de la mentira y de toda la impureza que actúan inspirados por el diablo. Y haz que Tu esclavo se haga oveja hablante del santo rebaño de Tu Cristo, miembro honesto de Tu Iglesia, recipiente santificado, hijo de luz y heredero de Tu Reino."

Después de haber sido sumergido tres veces en el agua, el recién bautizado queda purificado de la inmundicia del pecado, que permitía al diablo acercarse, y se reviste de la Gracia Divina, que similar a casulla luminosa, lo cubre por todos lados (1 Pedro 2:9; Col. 1:12-13). Desde este momento el nuevo miembro de la Iglesia, según la expresión imaginativa de Cristo, entra en el redil ovejuno protegido por El, el Buen Pastor, Quien lo salva de los lobos rapaces, del diablo y sus secuaces, y de otros espíritus caídos. El Salvador había dicho: "Les doy a ellos (a los creyentes) la vida eterna, jamás perecerán y nadie podrá sustraerlos de mis manos" **(Juan 10:1-16, 28). Por eso todo lo que necesita el bautizado para permanecer bajo la protección de Dios es rechazar los pecados y conservar la Gracia recibida del Espíritu Santo.

Pero el diablo, después de haber perdido el acceso al alma del nuevo miembro de la Iglesia, comienza a buscar nuevos modos para tener otra vez el dominio sobre el. Trata de conseguirlo esgrimiendo su arma acostumbrada, las tentaciones. Es cierto que el cristiano recibe de Dios todos los medios necesarios para rechazar las tentaciones, pero si se afloja un poco, y comienza a vivir solo una vida carnal, entonces el diablo vuelve a conseguir el acceso a su alma y se empeña a dominarlo con mayor crueldad todavía. Nuestro Señor Jesucristo dijo: "Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no la halla. Entonces dice: volveré a mi casa de dond sali; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran alli; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero" (Mat. 12:43-45). Las Sagradas Escrituras, advirtiendo sobre este peligro nos indica permanecer alertas: "El que piensa estar firme, mire que no caiga" (1 Corint. 10:12). El Apóstol Pablo nos enseña que un cristiano debe considerarse un guerrero de Cristo, que se encuentra en el centro mismo de la batalla.

"Hermanos míos," dice el ap. Pablo, "fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestios de toda la armadura de Dios, para que podais estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espírituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podais resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes" (Efesios 6:10-13).

Nuestro Señor Jesucristo nos armo con cantidad de medios, que atraen hacia nosotros la Gracia Divina y rechazan a los espíritus del mal. Comprenden en primer lugar las oraciones y la invocación del nombre de Cristo. Hemos aprendido a rogar diariamente al Padre Celestial: "No nos metas en tentación, mas libéranos del mal (diablo)." Muchas oraciones, como por ejemplo la de la mañana y la del atardecer contienen pedidos de guarecernos de las artimañas del diablo (mirar el libro de oraciones). Al final de este capítulo el lector encontrará algunas oraciones especiales contra los espíritus malignos. Sobre la fuerza de Su Nombre Nuestro Señor nos dijo: "En Mi Nombre echarán fuera demonios" (Marcos 16:17). Las Sagradas Escrituras y La vida de los Santos mencionan la infinita cantidad de ejemplos que demuestran la eficacia de la evocación del nombre de Cristo para la expulsión de los demonios.

Muchos siglos de experiencia que posee la Iglesia demuestran que los demonios no pueden resistirse a la imagen de la Cruz y señal de la Cruz, — son para ellos como el fuego para los insectos. El beato Nikita Skifat habla así de este tema: "Los demonios muy a menudo perturban el estado anímico y quitan el sueño, pero un alma valiente con una sola vivificante imagen de la Cruz y evocando el nombre de Jesucristo, podrá con la ayuda de Dios destruir sus fantasmas y hacerlos huir rápidamente" ("Filocalia," t. II, pag. 118). De la misma manera San Juan Crisostomo nos explica: "No solamente con los dedos se hace la señal de la Cruz, sino con la predisposición cordial y con plena fe. Si en tu rostro pones la señal de la Cruz, ni un espíritu impuro podrá acercársete, viendo aquella espada que lo había herido mortalmente. Si nosotros temblamos al ver el lugar de la ejecución de los criminales, entonces debes imaginarte como se horrorizan los demonios al ver el arma que le sirvió a Cristo para destruir toda su fuerza y cortarle la cabeza a la serpiente. Cuando tenemos la Cruz con nosotros, entonces los demonios no son temibles ni peligrosos" (Charlas evangélicas, par. 2 ed. 5, pag. 432-433). Desde los tiempos más antiguos existe la costumbre de los cristianos de llevar una crucesita sobre el cuerpo.

Es importante también santificar su vivienda. Al mudarse a una casa nueva, esta puede haber sido profanada por los habitantes anteriores que han vivido en pecado, maldecían, se entusiasmaban por la música violenta, películas repugnantes o se dedicaban al ocultismo. A menudo los espíritus malignos se alojan en los lugares donde hubo asesinatos o suicidios. Para purificar su vivienda tiene que rociarla con agua bendita y leer unas oraciones correspondientes (mirar más abajo), o mejor aun, invitar a un sacerdote para que lo haga.

Deben acordarse, en general, que es el pecado que atrae a los demonios. Si después de haber pecado no nos hemos arrepentido de todo corazón, esto les da a los demonios el acceso a nosotros. El estado de pecado es como un túnel a través del cual ellos acceden a nuestra subconsciencia y así ejercen la influencia sobre nosotros. Por eso, para liberarnos de su influencia, debemos purificarnos por medio del arrepentimiento sincero y la confesión, para poder después tomar con veneración la comunión de los santos Dones de Cristo. Entonces, al entrar en nuestras almas, el Señor, como el fuego devorador, extermina toda la impureza y les cierra a los espíritus malignos el acceso hacia nosotros. Es bueno acostumbrarse a tomar regularmente la comunión, por lo menos una vez por mes, porque así llevaremos dentro de nosotros permanentemente el fuego de la Gracia Divina. Los cristianos de los primeros siglos comulgaban cada domingo.

Sobre todos estos medios, que Nuestro Señor Jesucristo nos dio para salvación y atracción a Su Gracia, debemos conciderarlos no como unas formulas mágicas, sino como conductores de la Benevolencia Divina, que refuerzan nuestra fe y nos afianzan en nuestra vida virtuosa.

He aquí algunas oraciones contra los espíritus del mal.

Troparion a la Cruz Vivificadora

Salva, Señor, a tu pueblo y bendice tu heredad; concede victoria a los cristianos ortodoxos, y protege por tu Cruz a tu comunidad.

Oración a la Santa Cruz

(Se dice antes de ir a dormir)

Levántase Dios y sean disipados sus enemigos, y huyan de su presencia los que Lo aborrecen; desaparezcan como el humo, como se derrite la cera al calor del fuego, así perezcan los enemigos de la vista de los que aman a Dios, y que hacen la señal de la Cruz en sí mismos: que claman con regocijo: Regocíjate, oh venerable, vivificadora Cruz del Señor expulsando a los demonios por la fuerza de Aquel que estaba crucificado sobre Ti, nuestro Señor Jesucristo, que bajó al Hades y pisoteó la fuerza del diablo y que nos dio a Ti, gloriosa Cruz para expulsar a cualquier adversario, oh honorable y vivificadora Cruz del Señor, ayúdame junto con la Santa Soberana Virgen Deípara y con todos los santos por los siglos. Amén.

En tus manos, Señor Jesucristo, Dios mío, encomiendo mi espíritu; bendíceme, apiádate de mí y concédeme la vida eterna. Amén.

Salmo 91

El que habita al abrigo del Altísimo, se instala bajo el techo de Dios celestial. Dirá a su Señor: "Eres mi protector y mi refugio, Dios mío, confío en Ti." El te liberará de las redes de cazadores y de la palabra rebelde. Con Sus hombros te defenderá y bajo sus alas no correrás peligro. Como un escudo te protegerá Su verdad. No temerás los horrores de la noche, de la flecha que vuela de día, de la ulcera que actúa en la oscuridad, del contagio que saquea al mediodía. Mil caerán a tu lado y diez mil a tu derecha, pero a ti no se te acercarán. Solo mirarás con tus ojos y verás el castigo de los pecadores. Porque has dicho: oh, Dios, eres mi esperanza. Al Supremo has elegido como tu refugio. No vendrá hacia ti el mal y la úlcera no se acercará a tu vivienda. Por que les ordenó a Sus Angeles que te cuiden en todos tus caminos. Te tomarán en Sus brazos para que no tropieces contra una piedra. Pisarás al áspid y al basilisco y pisotearás al león y a la serpiente. Como el confiaba en Mi, Yo lo salvaré, Yo lo cobijaré, porque conoció Mi nombre. Estaré con él en su tristeza: si Me llamar lo escucharé, lo liberaré y lo glorificaré, le donaré la longitud de los días y le revelaré Mi salvación.

La Oración Contra

las artimañas del Diablo

Oh, Señor mío, Jesucristo, Hijo de Dios, quien abatió a la serpiente antigua sujetándola con las cadenas de la oscuridad infernal, protéjeme de sus artimañas. Por las oraciones de la Purísima Soberana nuestra, Madre de Dios, y Siempre Virgen María, del Santo Arcángel Miguel y de todos los poderes Celestiales, san Profeta Juan Bautista, san Evangelista Juan el Teólogo, Santo mártir Cipriano y mártir Justina, San Nicolás el Milagroso, del san Nikita de Novgorod, de san Juan de Shanghai y San-Francisco... y de todos los Santos, con el poder de La Cruz vivificadora y la protección del Angel guardián, líbrame de los espíritus malignos, de la gente insidiosa de la brujería, maldición y maleficio, y de todas las calumnias del enemigo. Con Tu fuerza omnipotente presérvame del mal, para que iluminado por Tu luz, pueda llegar felizmente al muelle quieto del Reino celestial, y allí agradecer eternamente a Ti, mi Salvador, junto con Tu Padre eterno y con Tu Espíritu Santo vivificador. Amén.

En el suplemento el lector encontrara otras dos oraciones de conjuro, que el sacerdote lee en los casos especiales.

El Reino de Satanás

en el Umbral de Gehena Ardiente

La Sagrada Escritura predice, que en vísperas del fin del mundo aumentarán considerablemente la actividad de los espíritus caídos. Para esta época mucha gente, después de haber perdido la fe, se apasionará con el ocultismo y se pondrá abiertamente al servicio de los demonios. Apiadándose de la gente en camino de perdición, el Señor tratará de persuadir a los pecadores por medio de diferentes desastres, pero la mayoría de ellos estarán como ciegos y sordos, "y no se arrepentirán de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicacion, ni de sus hurtos" (Apocalipsis 9:21).

Esta será la época, cuando Satanás, refrenado hasta aquel momento por la fuerza de Cristo Resucitado, gozará por un tiempo limitado de la libertad de seducir a la gente que ha rechazado a Dios. El Libro de las Revelaciones (o Apocalipsis) en su 20-mo capítulo designa con un numero simbólico de mil años a toda la época desde la Resurrección de Cristo hasta el fin del mundo. El Apóstol Juan en su visión profética vio: "A un Angel que descendía del cielo, con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y satanás y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y le puso su sello sobre él, para que no engañase mas a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo... Y saldrá a engañar a las naciones..." (Apoc. 20:1-8). Según la opinión de los Santos Padres, "el encadenamiento del dragón" se refiere al momento de la Resurrección de Cristo, cuando satanás perdió su antiguo poder sobre los pecadores, redimidos por la sangre de Cristo, y quedó limitado, "encadenado" en su maligna actividad en el mundo. Los mil años abarcan todo el período desde la resurrección de Cristo hasta la época antes del fin del mundo, cuando satanás, aprovechando el retroceder de la fe de mucha gente, de nuevo recuperará su poder sobre ellos, pero, por poco tiempo. Entonces, según la pintoresca descripción del Libro de Revelaciones, los espíritus del mal, igual que la voraz langosta infernal, llenaría toda la atmósfera en la que respiran los seres humanos, o sea que ellos penetrarían en todos los ámbitos de la vida social humana. "Y subió humo del pozo, como de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron sobre la tierra langostas; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra... Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo (diablo), cuyo nombre en hebreo es Abadon, y en griego, Apollion (destructor)... ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo" (Apoc. 9:2-3,11; 12:12).

Apurándose para destruir mayor cantidad de gente, el diablo dará todo su poder al Anticristo (gobernante mundial y el enemigo del cristianismo)… "cuyo advenimiento es por obra de satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos" (2 Tesalon. 2:9). Su principal ayudante, el falso Profeta, usando toda clase de falsos milagros, tentará a la gente, y "hará grandes señales, de tal manera que aun hará descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres" (Apoc. 13:13). No serán los verdaderos milagros, sino unos trucos perfeccionados producidos gracias a la ayuda de los espíritus malignos (Apoc. 16:14).

Serán aquellos los tiempos de la persecución extremadamente severa de los creyentes. A causa del auge ateo y de la depravación de la humanidad al Anticristo le será permitido... "hacer guerra contra los santos (creyentes en Cristo) y vencerlos" (Apoc. 13:7). Pero este será un éxito exterior y aparente: la Iglesia misma permanecerá incólume, así como prometio el Señor: "Edificaré Mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mat. 16:18). Durante el reinado del Anticristo permanecerá solamente en la clandestinidad.

Pero el mismo triunfo del diablo augurará su pronta y terminante perdición. Se cumplirán finalmente las antiguas profecías: "En aquel día castigará Dios con su espada dura, grande y fuerte al leviatan serpiente veloz, y al leviatan serpiente tortuosa; y matará al dragón que esta en el mar" (Is. 27:1). El veedor de misterios, San Juan el Teólogo, en su visión profética observó, como: "fue apresada la bestia (el anticristo) y con ella el profeta falso que había hecho delante de ella las señales... y ambos fueron arrojados vivos en el lago del fuego y azufre... Luego el diablo que los seducía fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche, por los siglos de los siglos" (Apoc. 19:20; 20:10).

¡Así será el total y devastador final de Lucifer orgulloso y de los espíritus quienes retrocedieron con él, y de todo su reino de tinieblas! Con su derrumbamiento a la gehena ardiente terminarán todas las tentaciones, violaciones, mentiras y todo el mal en el mundo y comenzará la bienaventuranza de los salvados. Estos tiempos felices se acercan, pero debemos estar especialmente alertas en nuestra devoción hacia Cristo y esforzarnos a llegar a tener una fe ardiente para no ser arrastrados por la corriente de la tentación, que satanás dirigirá en contra de la humanidad en vísperas de su total derrota. "Al que venciere, le daré que se siente Conmigo en Mi trono, así como Yo he vencido, y Me he sentado con Mi Padre en Su trono" (Apoc. 3:21).

Conclusión

Pues, entonces el diablo y los demonios son seres reales y no imaginarios, que representan para nosotros un gran peligro constante. Aunque no tuviesen poderes sobre los que creen en Cristo, les sirve sin embargo la culpabilidad de la gente para esclavizarlos y empujarlos a cometer diversos crímenes. Por eso habrá que cuidarse tratando de no cometer pecados y vivir pura y correctamente. Hay que recordar siempre que los espíritus caídos son muy hábiles en su tarea de tentar a los seres humanos y poseen una enorme experiencia. Todo su tiempo y sus esfuerzos los dirigen ellos para alejarnos de Dios y arruinarnos. Dios Nuestro Señor pone límites a su actividad y nos defiende de sus artimañas. Sin embargo, El permite tentarnos para nuestro propio provecho espiritual, para que no nos transformemos en holgazanes y estemos alertas, además de poder crecer mejor espiritualmente.

Nuestro Señor Jesucristo nos ha dado medios poderosos para rechazar a los espíritus del mal. Nos dio Su Nombre, la oración, la Cruz, el agua bendita y especialmente la Santa Comunión. Usemos esos medios y vivamos para el bien, hasta que podamos llegar al puerto seguro del Reino Celestial! Amén.

Suplemento.

La oración sacerdotal sobre la vivienda atacada por los espíritus malignos

Dios mío, mi Salvador, Hijo de Dios viviente, llevado por los querubines, que supera todo principio, todo poder y fuerza, todo gobierno! Eres grande y temible para todos los que Te rodean, Tu eres Aquel, quien con Su poderío extendió el cielo como un techo, creó la tierra y gobierna sabiamente a todo el universo. Tu mueves la tierra de su lugar, si le hablas al Sol, no amanecerá y a las estrellas les limitas su brillo (Job 9:7). Tu le haces prohibiciones al mar y puedes secarlo. Tus rocas se rompen y tiemblan las autoridades y los gobernantes. Has derrumbado los portones de bronce y has roto las cadenas de hierro. Has atado al fuerte y le has sustraído los recipientes. Con Tu Cruz has destituido al torturador y con el anzuelo de Tu transformación en el hombre has pescado a la serpiente, atándola y encerrándola en la oscuridad del infierno.

Tu eres, Dios, un muro fuerte para todos los que se apoyan en Ti, haz que se retiren, que desaparezcan corriendo todas las artimañas diabólicas, intrigas del Satanás, todas las calumnias del enemigo. Y aleja de esta casa a todos los espíritus opresores y atormentadores, también a los que rondan esta vivienda. Protege a todos los que evocan Tu Nombre Santo y a los que llevan una señal temible para los demonios: la señal de Tu Cruz. Porque Tu fuiste, oh, Dios, quien había ahuyentado una legión de demonios y al sordomudo liberaste del yugo del demonio, exigiéndole que no vuelva a el nunca más. Has destruido el ejercito de nuestros enemigos invisibles y a los fieles y a los que te buscan has hecho más sabios, diciéndoles: "Les entrego el poder de pisar a las serpientes, y a los escorpiones y a todas las fuerzas enemigas sin que algo los pudiera dañar" (Luc. 10:19).

Cuídanos, oh, Señor, a todos los que viven en esta casa, de cualquier daño o tentación, de los horrores de la noche, de la flecha que vuela de día, de la ulcera que viene de las tinieblas, del contagio que arrasa al mediodía. Para que todos Tus esclavos y esclavas y niños, alegres a causa de Tu ayuda y asistidos por el ejercito de los ángeles, Te canten todos juntos: "Si Dios es mi ayuda, no voy a temer, porque ¿que es lo que me puede hacer un hombre?" Y otra más: "No tendré miedo del mal, porque Tu estás conmigo."

Porque Tu, oh Dios, eres mi consolidación. Tu eres el Amo fuerte, Príncipe del mundo, el Padre de los siglos futuros. Tu Reino es el Reino eterno. Y Te cantamos gloria con Tu Padre eterno y tu Espíritu Santo, hoy y para siempre, y por siglos de los siglos, amén.

La Oración prohibitiva de San Basilio,

que el sacerdote lee sobre los que sufren de los demonios

Dios de los dioses y el Señor de los señores, Creador de las ordenes ardientes, Fundador de fuerza incorpóreas y maestro de todo lo celestial y bajo los Cielos. Al que ningún hombre vio ni puede ver, ante Quien tiembla todo lo existente. En cierto tiempo, a un arcángel ensoberbecido Tu arrojaste a la tierra y junto con sus ángeles seguidores, por maldad hechos demonios, los encerraste en las profundidades del infierno. Haz este conjuro, hecho en Tu nombre temible, de ser terrible para el amo del mal y contra todos sus espíritus malignos arrojados junto con él desde las claridades celestiales, y haz que huya, ordénale que se aleje de este lugar sin hacer ningún daño al que esta sellado con la señal de Santa Cruz. Para que Tus esclavos, dicha Tu voluntad, acepten el sello del poder que permite pisar a las serpientes y a los escorpiones, y a todas las fuerzas enemigas.

Porque con cada respiración se glorifica y con temor se canta y se alaba el nombre Tuyo y del Padre y del Espíritu Santo, ahora y para siempre, por siglos de los siglos. Amén.

 

Missionary Leaflet # S62

Copyright © 2004 and Published by

Holy Protection Russian Orthodox Church

2049 Argyle Ave. Los Angeles, California 90068

Editor: Bishop Alexander (Mileant)

 

(espiritus_inmundos.doc, 11-04-2004)