La Vida

de la Iglesia

 

 


Contenido: ¿Quién fundó la Iglesia Ortodoxa? ¿Cuándo nació la Iglesia Ortodoxa? La separación de las Iglesias. Patriarcados. Los Santos Padres. Monaquismo. A propósito de la Ortodoxia. El poder de proclamar la verdad. Resoluciones de la Iglesia Ortodoxa (Derecho Canónico). La igualdad de jerarquía. Concilios. Algo más sobre la Iglesia Ortodoxa. La Iglesia está exenta de caer en el error. La autoridad máxima en la Iglesia. Iconos. Ritos. La Ortodoxia hoy.


 

¿Quién Fundó

La Iglesia Ortodoxa?

La iglesia ortodoxa fue fundada por Nuestro Señor Jesucristo sobre los doce Apóstoles, en la ciudad de Jerusalén cuando envió el Espíritu Santo prometido, en formas de lenguas de fuego sobre el Cenáculo, en el día Pentecostés, mientras todos los Apóstoles, la Virgen María y discípulos, se hallaban reunidos y rezando (Hechos 1:13-15). Esta fue la primera comunidad cristiana o de creyentes en Jesús, es decir, la primera Iglesia cristiana. Su doctrina, como lo es El mismo, es divina, es sobrenatural, enviada por Dios para la salvación de los hombres.

Cristo permanece con su Iglesia hasta la consumación de los siglos. El es su única cabeza y jefe. No existen en su iglesia Jefes Universales e infalibles por sobre todos los obispos y concilios. Sólo una autoridad suprema: Cristo, su Fundador, verdadero Dios y verdadero hombre. Desde Jerusalén, el Evangelio fue propagado por los Apóstoles en los países vecinos. Fue en Antioquía donde los creyentes en Jesucristo comenzaron a llamarse por primera vez "Cristianos"; saludable nombre que llevamos hasta hoy día" (Hechos 11:26). Luego la prédica cristiana llegó hasta Roma, capital del Imperio Romano, donde el Apóstol S. Pablo formó la primera comunidad cristiana, compuesta por varias familias a las que él mismo enumera y saluda en su Epístola a los Romanos, Cap. 16. Desde Roma, el Evangelio fue propagado a todo el Occidente y a otras partes del mundo.

La administración de los cristianos la ejercían los Obispos; el de más autoridad en cada región llevaba el título de Patriarca. El mundo cristiano tenía cinco Patriarcas: el de Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía, y Jerusalén; todos ellos tenían iguales derechos, eran independientes en la administración de su región e iguales entre sí, considerando primero entre iguales "primus inter pares," al Patriarca de Roma, por ser la capital del Imperio (ler Conc. Ecum., art. 6°; 2° Conc. Ecum., art. 3°; 4° Conc. Ecum., art. 28; 6° Conc. Ecum. art. 36). La más alta autoridad de la Iglesia Cristiana era y es aún el Concilio Ecuménico, cuyas decisiones son obligatorias para toda la Iglesia.

Con la libertad del culto, aparecieron herejías en la prédica del cristianismo, por lo cual fue necesario corregir estas erróneas interpretaciones sentándose las bases de la verdadera doctrina cristiana, lo que ocurrió en el primer Concilio Ecuménico, formado por 318 Santos Padres, que el Emperador Constantino convocó en la ciudad de Nicea — en el año 325. Allí fue compuesto el "Credo o Símbolo de la Fe, que en pocas palabras, expresa claramente nuestra creencia y doctrina cristiana. Este Credo fue completado en sus últimos artículos en el II Concilio Ecuménico en Constantinopla (año 381) y por ello se llama Credo o Símbolo de la Fe Niceno-Constantinopolitano. Mas tarde fueron convocados otros Concilios Ecuménicos (siete) reafirmándose en ellos el verdadero dogma cristiano, siendo las resoluciones de estos obligatorias, constituyendo con la Santa Escritura la base y el fundamento de la Iglesia cristiana.

El triunfo del cristianismo se produjo tres siglos después de la muerte de Cristo: con la paz decretada por Constantino, emperador de Roma. Hasta ese entonces el cristianismo vivía en las catacumbas, lugares en donde se celebraban todos sus actos religiosos, y aprendían a conocer a Cristo (Libro Hecho de los Apóstoles). Desde ese momento la Iglesia de Cristo sigue su camino a través de todo el mundo en la prédica de la doctrina de Jesucristo

 

¿Cuándo Nació

la Iglesia Ortodoxa?

La iglesia ortodoxa, fundada por Cristo sobre sus doce Apóstoles nació el año 33 de la era cristiana, cuando en el día de Pentecostés el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles reunidos en el Cenáculo en forma de lenguas de fuego. La Iglesia Cristiana Ortodoxa nació con Cristo y sus Apóstoles. Ella no nació ni se formó en el año 858 con Focio, ni en el año 1054 con Miguel Cerulario, como equivocada y erróneamente algunos pretenden enseñar, La Iglesia Ortodoxa vio la luz allá en la Palestina con Jesucristo, se expendió con los Apóstoles, y se cimentó sobre la sangre de los mártires. No tuvo su origen en Grecia u otra región que no sea Palestina. La Iglesia Ortodoxa no muere, porque descansa sobre Cristo, y tiene la promesa suya de que existirá hasta el fin de los siglos. En vano sus enemigos y todos los corifeos de la impiedad tratarán de destruirla, de negarla, de perseguirla. La Iglesia Ortodoxa, a semejanza de su divino Maestro y fundador Jesucristo, desde su mismo nacimiento, en el año 33 d. C., ha padecido y sufrido terribles persecuciones bajo el Imperio Romano pasando por las musulmanas, turcas, hasta nuestros días, en que sufre la más violenta de todas: el Comunismo. La sangre de infinidad de mártires ha sellado y probado al mundo la sublimidad de su amor y perfección y la veracidad de su doctrina divina. A pesar de todo siempre ha subsistido y triunfado. Ella vive y vivirá eternamente en Cristo, y seguirá confiada en sus palabras: "Yo estaré en medio de vosotros hasta la consumación de los siglos. Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella."

 

La Separación

de las Iglesias

Ante todo es preciso tener en cuenta que la Iglesia Ortodoxa nunca se separó de ninguna otra Iglesia. Ella viene en línea recta desde Nuestro Señor Jesucristo y de sus Apóstoles. Ella nunca se apartó, a través de los siglos, de la auténtica y verdadera doctrina enseñada por el Divino Maestro. Los demás se separaron de ella, más ella nunca se apartó de nadie, de la recta línea que va hasta Jesucristo. La Iglesia Ortodoxa es una, ayer, hoy y mañana: es la misma siempre. Cristo le ha señalado su derrotero a seguir, y ella lo ha hecho sin apartarse jamás del mandato de Cristo.

Un hecho doloroso y triste en la historia de la Iglesia de Cristo, fue la separación de las Iglesias Ortodoxa y Romana, que por mil años permanecieron unidas. Las causas son múltiples y complejas: Psicológicas, políticas, culturales, disciplinarias, litúrgicas y dogmáticas. Una cosa es bien cierta y demostrada históricamente: La separación definitiva no se produjo con el Patriarca Focio, en el siglo IX, ni con el Patriarca M. Cerulario, en el siglo XI (1054) pues a pesar de las divergencias que había entre ambas Iglesias, principalmente la cuestión del Filioque y de los Búlgaros, la unidad se mantenía. Los Patriarcas orientales y occidentales permanecieron en comunión, al menos parcial, y en Constantinopla misma, las iglesias y monasterios latinos continuaron existiendo.

La división se fue gestando poco a poco a través de muchos siglos. En resumen podemos decir que la verdadera causa de la separación fueron dos hechos: 1) Carlomagno y los libros Carolinos (S. IX): al pretender Carlomagno contraer matrimonio con la Princesa Irene de Bizancio y no conseguir su objeto, atacó a los orientales, achacándoles errores que no tenían, en los libros llamados (Carolinos y por los Teólogos de la corte de Aix-la-chapelle. Este hecho afectó profundamente la vida entre ambas Iglesias, no obstante haber desaprobado el mismo Papa, todo esto. 2) La ruptura definitiva y verdadera se produjo en el momento de las Cruzadas, que jugaron un papel totalmente nefasto en las relaciones entre las dos partes de la cristiandad: los obispos orientales fueron reemplazados por Latinos, y sobretodo la famosa IV Cruzada (1198). dio el golpe de gracia a los vestigios de unidad que aún existían: la flota veneciana, que transportaba los Cruzados hacia Tierra Santa, se desvió hacia Constantinopla y puso sitio a la "Ciudad guardada de Dios." El Occidente todo entero se enriqueció de reliquias y tesoros bizantinos y un patriarca veneciano, Tomás Morosini, se sentó sobre la silla de Focio, con el acuerdo del Papa Inocencio III. A las divergencias doctrinales entre griegos y latinos, se añadió una desconfianza nacional que contribuyó a volver aún más aleatorias las tentativas de la unión.

El testamento de Jesucristo antes de su muerte fue una oración por la unión de todos los que creen en él. Fiel discípula de Cristo, la Iglesia Ortodoxa pide siempre por la unión de los cristianos: "Roguemos al señor por la paz de todo el mundo, por la prosperidad de las Iglesias de Dios y la unión de todos" (Santa Liturgia).

El cisma estaba consumado, sin que haya sido posible subsanar tal rotura del vestido de Cristo hasta el día de hoy a pesar de los deseos y esfuerzos hechos en tal sentido. La esperanza de la unión no ha logrado convertirse en la feliz realidad, que todos anhelan. Se han hecho tres Concilios con tal motivo: -Concilio Barinense, en 1098, Bari Apulia: el Conalio de Lión, en 1274; y el Concilio de Florencia, entre los años 1438 y 1439. En ninguno de ellos se logró la tan ansiada unión de todos los cristianos en una única Iglesia, bajo una única cabeza: Cristo. Solamente Dios y la oración harán posible la unión de ambas Iglesias. Todos los esfuerzos que se realizan hoy mundialmente serán vanos, estarán condenados al fracaso si no se apoyan en la oración y el sacrificio. Es preciso que desaparezca ante todo el ataque y la prédica condenatoria y el trato de herejes y cismáticos dispensados abundantemente por Roma contra la Iglesia Ortodoxa y los demás cristianos. Es necesario no tener a la Iglesia Ortodoxa como oveja descarriada, que vive en el error, en las tinieblas. Pedimos a Dios que las palabras de Cristo, "un sólo rebaño bajo un sólo Pastor," sean un día una feliz realidad.

 

 

Patriarcados

La constitucion de la Iglesia Ortodoxa comprende Patriarcados e Iglesias autocéfalos.

Los Patriarcados los podemos dividir de la siguiente manera:

 

· Los de origen apostólico son 4:Jerusalén, Alejandría, Antioquía, Roma (Que se separó en el año 1054).

· El Patriarcado de Constantinopla: Creado en los Concilios de Constantinopla I, II Concilio Ecuménico, en el año 381, y en el IV Concilio Ecuménico de Calcedonia, año 451.

· Patriarcados Nuevos con jurisdicción: son 4:Moscú, Yugoslavia, Rumania, Bulgaria.

 

En total son 9 Patriarcados: Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía, Jerusalén, Moscú (1589), Yugoslavia (1951), Rumania (1885), Bulgaria (1946).

A estos patriarcados hay que añadir 11 Iglesias autocéfalas: 1) Georgia (470); 2) Grecia; 3) Chipre (431); 4) Albania; 5) Polonia; 6) Checoslovaquia; 7) Sinaí; 8) Finlandia; 9) Japón; 10) China; 11) Hungría. Existen además las Iglesias en formación de: 1) América Norte y Sur; 2) Australia; 3) Ucraniana en EE. UU. y Canadá; 4) Corea; 5) Rusia en el exilio bajo el metropolitano Anastasio; 6) Uganda; 7) Africa del Sur.

 

Los Santos Padres

Desde los primeros siglos del cristianismo hubo grandes pensadores que pusieron su inteligencia al servicio de Cristo y su doctrina. Tales personajes volcaron su ciencia y profundos conocimientos en escritos, en donde a la vez que explicaban la nueva fe, la defendían de los ataques de sus enemigos y herejes. Siempre en la Iglesia de Cristo ha habido herejías: Docetas, Gnósticos, Arrianos, Eutiquianos, Monotelitas, Maniqueos, Iconoclastas, etc., que la Iglesia condenó en varios Concilios, estableciendo la verdadera fe. Entre los principales escritores y expositores del primitivo cristianismo, tenemos dos grupos: Los Padres Apostólicos, los sucesores inmediatos de los Apóstoles y los primeros escritores: La Didajé, el Pastor de Hermas, San Ignacio, San Policarpo, Papias, etc. y los Santos Padres, que exponen en grandes y profundos tratados toda la doctrina de Cristo. Entre los principales SS. Padres que defendieron y sistematizaron la verdadera doctrina de la Iglesia ortodoxa tenemos: San Basilio el Grande, San Juan Crisóstomo, San Atanasio, S. Cirilo de Alejandría, S. Cirilo de Jerusalén, S. Gregorio Nazanzeno, S. Gregorio de Niza, Orígenes, S. Efren el Sirio, el Historiador Eusebio, San Juan Damasceno, que fue el primero en compendiar de un modo sistemático toda la Teología Ortodoxa; el Patriarca Focio, etc. En Occidente encontramos los siguientes Santos Padres: San Agustín de Hipona, San Jerónimo, San Ambrosio, San Hilario de Poitiers, San Gregorio Magno, San Leon Magno, etc. El período de está era patrística cristiana abarca desde el año 100 hasta el año 900 d. C. La Iglesia tiene gran veneración hacia estos sabios, tanto por su santidad como por su ciencia, constituyendo ellos, testigos verídicos e incuestionables del primitivo cristianismo, junto con los Concilios, la principal fuente de la Tradición divina y apostólica.

 

Monaquismo

Los diferentes aspectos de la piedad y de la espiritualidad que han caracterizado y caracterizan aún la ortodoxia han encontrado, en el curso de la Edad Media, sus mejores representantes entre los monjes.

El Monaquismo cristiano hace su aparición en los siglos III y IV, como una antítesis a la nueva situación de relativo confort que la Iglesia había encontrado bajo la protección del Imperio. La elite de los cristianos prefirió huir al desierto y testimoniar así que el Reino de Dios es un reino futuro y que la Iglesia no puede encontrar aquí abajo un refugio permanente. Es en los monasterios que se modeló la lex orandi bizantina en su forma definitiva. A través de la historia el monaquismo ortodoxo conoció diversas formas, después del Anacoretismo total, cuyos orígenes se remontan a los desiertos de Egipto (Tebaida) y de Palestina, hasta las grandes comunidades, disciplinadas por las Reglas de San Pacomio y de San Basilio, siguiendo los Consejos Evangélicos de Pobreza, Obediencia y Castidad. Hoy día el monaquismo ortodoxo se halla representado por los monasterios de Monte Athos, la República de los Monjes, donde habitan unos 5.000 de ellos, dedicados a la oración y a la caridad, después de abandonar todo lo que es de este mundo.

 

A Propósito

de la Ortodoxia

La ortodoxia es la Iglesia de Cristo sobre la tierra. La Iglesia de Cristo no es una institución; es una vida nueva con Cristo y en Cristo, dirigida por el Espíritu Santo. La luz de la resurrección de Cristo reina sobre la Iglesia y la alegría de la resurrección, del triunfo sobre la muerte, la compenetra. El señor resucitado vive con nosotros, y nuestra vida en la Iglesia es una vida misteriosa en Cristo. Los "Cristianos" llevan este nombre precisamente porque ellos son de Cristo; ellos viven en Cristo, y Cristo vive en ellos. La Encarnación no es únicamente una idea o una doctrina; es ante todo un suceso que se produce una vez en el tiempo, más que posee toda la fuerza de la eternidad. Y esta Encarnación perpetua, en tanto que unión perfecta, indisoluble, aunque sin confusión, de dos naturalezas — la naturaleza divina y la naturaleza humana — forma la Iglesia. La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, en tanto unidad de vida con El. Se expresa la misma idea, cuando se da a la Iglesia el nombre de Esposa de Cristo o Esposa del Verbo. La Iglesia, en tanto como Cuerpo de Cristo no es Cristo — Dios Hombre — pues ella no es más que su humanidad: más es la vida en Cristo y con Cristo, la vida de Cristo en nosotros: "No soy más yo quien vive, es Cristo que vive en mi" (Gal. 2:20). La Iglesia, en su calidad de Cuerpo de Cristo que vive de la vida de Cristo, es por ello mismo el dominio en donde está presente y en donde obra el Espíritu Santo. Decimos más: la iglesia es la vida por el Espíritu Santo, porque ella es el Cuerpo de Cristo. He aquí porqué se puede definir la Iglesia como una vida bendita en el Espíritu Santo; se dice algunas veces también que ella es el Espíritu Santo que vive en la humanidad. La Iglesia es la obra de la Encarnación del Verbo, ella es esta Encarnación: Dios se asimila la naturaleza humana y la naturaleza humana se asimila la vida divina. Es la deificación (Zeosis) de la naturaleza humana, consecuencia de la unión de dos naturalezas en Cristo. Entonces, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo; por la Iglesia nosotros participamos de la vida divina de la Sma. Trinidad. Ella es la vida en Cristo. Entonces, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, que permanece indisolublemente unida a la Sma. Trinidad. Ella es la vida en el Espíritu Santo, por la cual nos hacemos hijos del Padre y que pone en nuestras almas: "Abba, Padre," y que nos manifiesta éste Cristo viviente en nosotros. Antes de estudiar la definición y la manifestación de la idea de la Iglesia en la historia, debemos comprender la Iglesia como un don divino, permaneciendo en sí misma e idéntica a sí misma, como la expresión de la voluntad de Dios que se realiza en el mundo. La Iglesia existe, ella es "donada" en un cierto sentido, independientemente de su formación histórica, ella se forma porque ya existe de ella un deseo divino, sobrehumano. Ella existe en nosotros, no en tanto como institución o sociedad, sino sobretodo como una cierta evidencia espiritual, una experiencia especial, una vida. No puede existir una definición satisfactoria y completa de la Iglesia. "Venid y ved": no se concibe la Iglesia más que por experiencia, por la gracia, participando de su vida. La esencia de la Iglesia es la vida divina, revelándose en la vida de las criaturas; es la definición de la criatura por la fuerza de la Encarnación y de Pentecostés. Ella es una vida espiritual, escondida en el "hombre secreto," en la "cámara interior," de su corazón; en este sentido, ella es un misterio y un sacramento. Ella está por sobre la naturaleza — dicho de otra manera — ella existía antes que el mundo fuera hecho; más ella es compatible con la vida de éste mundo.

La vida de la Iglesia es la vida de la fe, por la cual las cosas de este mundo se vuelven transparentes. La existencia misma de la Iglesia es un objeto de fe; se la conoce por la fe: "yo creo en la Santa Iglesia católica apostólica." El hombre se vuelve un ser universal: su vida en Dios se une a la vida de toda la creación por los lazos del amor cósmico. Tales son los límites de la Iglesia. Y esta Iglesia, que une no solamente los vivos, sino también los muertos, las jerarquías de los ángeles y toda la creación, esta Iglesia es anterior a la creación del mundo y del hombre; ella se pierde en la eternidad. Se puede decir que la Iglesia fue — ante de todos los siglos — el fin y el fundamento de la creación; en este sentido "ella ha sido creada antes de toda cosa y es por ella que el mundo ha sido hecho." Ciertamente la Iglesia no alcanza la plenitud de su existencia más que después de la Encarnación, y, en éste sentido la Iglesia ha sido fundada por N. S. Jesucristo. No se puede definir los límites de la Iglesia ni en el espacio ni en el tiempo, ni en la fuerza de acción. Las profundidades de la Iglesia son insondables. La vida invisible de la Iglesia, la vida de la fe, está indisolublemente unida a las formas concretas de la vida terrestre. "Lo invisible" existe en lo visible, está incluido. La existencia eterna, inmóvil, divina de la Iglesia aparece en la vida de este siglo, como una manifestación histórica; ella tiene un comienzo en la historia. La Iglesia ha sido fundada por N. S. Jesucristo. Entonces fue puesto el fundamento de la Nueva Alianza.

 

El Poder de

Proclamar La Verdad

Los concilios son ante todo la expresión tangible del espíritu de "conciliaridad," y la realización de ésta. No es necesario considerar un concilio como una institución toda exterior que proclama por vía de autoridad una ley divina o eclesiástica, una verdad por otra parte inaccesible a los miembros aislados de la Iglesia. Es necesario recordar siempre que el Concilio, sea o no ecuménico, no es más que un órgano exterior, establecido para la proclamación infalible de la verdad, e instituido para ello. Este principio nos llevaría a concluir que la Iglesia, antes de los concilios y sin concilios es "católica e infalible." Además de ésta consideración, la idea misma de un órgano exterior para proclamar la verdad, aparecería este órgano por sobre la Iglesia; ella subordinaría a un hecho externo, tal como una asamblea eclesiástica, la acción del Espíritu Santo. Sólo la Iglesia puede dar testimonio de la verdad y conocerla en su "conciliaridad," en su identidad en sí misma. ¿A quién pertenece en la Iglesia el poder de proclamar la verdad doctrinal? Al poder eclesiástico, concertado entre las manos del episcopado. Más por esta proclamación, el órgano del poder eclesiástico no se vuelve él mismo ex sese el poseedor de la infalibilidad; ésta no pertenece más que a la Iglesia, en su ecumenicidad. El poder eclesiástico (concilio de obispos, algunas veces un sólo obispo en los limites de su diócesis). es solamente el órgano legal de la proclamación de lo que es también la conciencia de la Iglesia, la expresión de la verdad, el se vuelve de alguna manera pars pro todo.

 

Resoluciones De La Iglesia Ortodoxa

(Derecho Canónico).

¿Cómo podemos saber cuáles son las resoluciones de la Iglesia C. Ortodoxa? Para contestarnos a esta pregunta debemos reunir a las siguientes fuentes de informaciones:

 

Las Sagradas Escrituras.

El derecho Apostólico (Nomocanon).

Las disposiciones y artículos de los Concilios Ecuménicos.

Las disposiciones y artículos de los Concilios Locales.

Las disposiciones eclesiásticas permanentes.

 

La Iglesia Ortodoxa para su recta organización y administración posee su Derecho Canónico Ortodoxo, llamado Nomocanon, órgano que regla su funcionamiento. El Derecho Canónico. — "Enseñad a los hombres a observar todo aquello que yo os he enseñado" (Mat. 28:20). Es por su divina constitución que la Iglesia, como guardiana de la ley divina, tiene el derecho de establecer cánones (Cánon-Regla), de juzgar y si es necesario de aplicar sanciones: "Quien os escucha, a mí me escucha; quien os menosprecia, a mí menosprecia" (Luc. 10:16). Desde sus orígenes, la Iglesia ha sido muy consciente de su responsabilidad y de su orden histórico. El Concilio de Jerusalén regula las cuestiones relativas a los cristianos de origen judío (Act. 15:22); San Pablo se refiere a las cuestiones de las asambleas, a las cualidades requeridas por los obispos, al uso de los carismas. Durante los tres primeros siglos la Iglesia emplea el derecho de costumbre que se encuentra en la Didajé (fin del siglo I y principio del siglo II), la tradición apostólica de Hipólito (principio del siglo III), la Didascalia de los Apóstoles (hacia el 250), las Constituciones Apostólicas (hacia el 380).

Con el siglo IV, la Iglesia entra en el tiempo de los Concilios regulares. Muchas Colecciones nos dan colecciones de los cánones (por ejemplo la Colección de Juan el Escolástico en el 550). La "sinfonía" de los poderes de la Iglesia y del Imperio, explican la presencia del derecho eclesiástico en las Colecciones jurídicas del Imperio de Teodosio o de Justiniano (Digesto, Nuevas, etc.). Más tarde aparecerán los trabajos de los canonistas Balsamon, Zonares, etc. La Ortodoxia no posee un código unificado para todas las Iglesias, como por ejemplo el Corpus Juris Canonici de la Iglesia romana. No existen más que códigos locales cuyo cuerpo se remonta a la Edad Media y que no están siempre de acuerdo entre ellos. Ellos no son conocidos por falta de un trabajo de la ciencia critica de establecer cuáles son los cánones "en uso" que conservan su aplicación (por ejemplo aquellos que regulan la convocatoria de los concilios). Si bien este estado de cosas presenta alguno inconvenientes, la unificación de las formas canónicas presupondría el "monotipo" normativo de las Iglesias, lo cual es extraño al espíritu ortodoxo. La unidad de fe y de culto puede expresarse muy diferentemente en las formas históricas locales.

 

La Igualdad de

Jerarquía

"Tu es petrus et super hanc petram edificabo Ecclesiam meam..." La Iglesia es roca inconmovible, que ha desafiado los tiempos y el odio de los hombres. La Iglesia es piedra, la piedra es Cristo, y Cristo la Cabeza única de la Iglesia. La supremacía de la Iglesia descansa en Cristo como fundador y fin de la sociedad cristiana. La Iglesia es un cuerpo místico con sus miembros y su cabeza: ella es, Cristo; los miembros, los fieles cristianos dispersos por el mundo entero. Es preciso amar a Cristo y su Iglesia como la obra maestra suya que lo perpetúa a través de la historia y de los siglos hasta el fin del mundo en que no existirá entonces más que la Iglesia triunfante. No se ama lo que no se conoce nos dice un antiguo adagio. ¿Cómo amar aquello que desconocemos? Para amar a Cristo y a su Iglesia es preciso conocer a Cristo en su doctrina, en su vida, en su persona. Cuando sepamos quién es y qué es lo que ha enseñado, lo que ha trabajado y sufrido por nuestro amor, sólo entonces podremos amarlo. La historia es la maestra de la vida, escribió Cicerón. Recorramos paso a paso sus senderos y descubriremos la verdad, esa verdad que tanto anhelamos, esa verdad que nos hará libres. Cristo es el epicentro de la humanidad, del hombre y de la historia. Del hombre, porque él lo ha redimido de la esclavitud, del error del vicio y la ignorancia. Es el eje de la historia: él la separa en dos grandes edades, antes de Cristo y después de Cristo. Antes los siglos esperaron su aparición; después los siglos siguen sus pasos y lo adoran. Cristo antes de irse fundó una sociedad, la sociedad que perpetuaría su vida y su doctrina y con la cual alcanzarían la eterna felicidad en el otro mundo.

El paso de Cristo por la tierra no fue transitorio, fue eterno. El nos espera cuando arribemos a las playas de la eternidad. Es preciso amar lo que él nos ha dejado: su Iglesia y sus Pastores: los obispos y los sacerdotes, encargados de perpetuarlo en este mundo. El amor de Cristo debe ser luz resplandeciente y esplendorosa que ilumine a todos los rincones del mundo, desterrando la ignorancia, la duda y el error de todas las conciencias, ahuyentando las sombras. Cristo debe ser algo en nuestra vida, un ser vivo y activo, no una estatua, un ser de la historia que pasó. Es preciso que en cada uno de nosotros se realice la admirable fórmula de San Pablo: "No soy yo el que vivo, sino es Cristo el que vive en mí." En cada cristiano tiene que vivir CRISTO.

 

Concilios

Se denomina concilio Ecuménico la reunión de padres y doctores de la Santa Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa, venidos del mundo entero para resolver las cuestiones de fe, ética y moral cristiana y establecer los fundamentos de la verdadera y cierta interpretación de los hechos divinos.

En la Iglesia Ortodoxa la autoridad máxima la Constituye el Concilio Ecuménico, cuyas decisiones abarcan a toda la Iglesia de Cristo. La infalibilidad se halla en la Iglesia entera, representada en la reunión de todos los obispos, en Concilio. Históricamente el período de los Concilios Ecuménicos representa para los ortodoxos un período "normativo": es entonces, en efecto, y no en el curso de los períodos posteriores que fue definida la expresión dogmática y canónica de su fe, en el aspecto que nosotros le conocemos hoy día. La Iglesia ortodoxa reconoce 7 Concilios Ecuménicos:

 

· Nicea, 325 d. C.: Divinidad de Jesucristo. Condenación de Arrio.

· Constantinopla I, 381:Divinidad del Espíritu Santo. Condenación de Macedonio.

· Efeso, 431 o 31:Maternidad Divina de María. Condenación de Nestorio. En Cristo una persona, la divina.

· Calcedonia, 451:Dualidad de naturaleza en Jesucristo. Condenación de Eutiques, que enseñaba el monofisismo.

· Constantinopla II, 553:Condenó las obras escritas por los seguidores del hereje Nestorio.

· Constantinopla III, 680:Dualidad de voluntades en JC., no contrariadas una de otra, más la voluntad humana sujeta a la voluntad divina. Condenación del Monotelismo.

· Nicea II, 787:Condenación del Iconoclastismo.

 

Existe un 8° Concilio Ecuménico, pero que aún sus conclusiones no han sido aprobadas por un concilio posterior.

En el 7° Concilio Ecuménico, el de Nicea II (784) se definió la doctrina ortodoxa de las imágenes (Iconos) que representan a Cristo o los santos: el Verbo de Dios verdaderamente se encarnó y se hizo hombre verdadero: él puede entonces ser representado, lo mismo que los santos. Estas imágenes deben ser veneradas; aquello que ellas representan son el verdadero objeto de la veneración; no obstante ello, no pueden ser en sí mismas, motivo de "culto" (latria), este último se rinde a Dios sólo. La obra de los Concilios Ecuménicos no se limitó a este aspecto puramente dogmático de la vida eclesial: ella concernió también a la estructura y la administración de la Iglesia, constituyendo sus Cánones el Derecho Canónico de la Iglesia Ortodoxa. Las definiciones dogmáticas del Concilio Ecuménico son infalibles y por tanto irreformables, en tanto que sus provisiones disciplinarias pueden ser modificadas por otro Concilio.

Además de los siete grandes Concilios Ecuménicos, se reunieron otros Concilios locales de menor importancia que aquellos, entre los cuales se debe destacar las reuniones de Anquira, Neocesarea, Gangra, Antioquía, Laodicea, Sardiquia, Cartagena y los 1° y 2° de Constantinopla. El Concilio local es una reunión de pastores y doctores de la Iglesia C.A. Ortodoxa, más no de todo el mundo cristiano, sino solamente de una región determinada. El valor de sus decisiones no obligan más que a la región o provincia en que se lleva a cabo tal reunión. El valor del Concilio Ecuménico es universal.

Los santos apóstoles dieron el primer ejemplo de estas reuniones compareciendo al primer Concilio Apostólico en Jerusalén, presidido por Santiago Apóstol. Los Concilios reúnense obedeciendo las palabras de N. S. Jesucristo que confirió poder a todas las determinaciones de la Santa Iglesia. Aquellos que desobedeciesen a ellas, son privados de la gracia del Espíritu Santo, siendo considerados paganos:

"Y si no escuchare a la Iglesia, considéralo un gentil y publicano."

 

Algo Más Sobre

la Iglesia Ortodoxa

La iglesia es una asociación de fieles, constituida por Dios, esto es, una reunión de creyentes unidos en la comunión de la fe cristiana Ortodoxa, en la Legislación Divina, en la sagrada institución del Sacerdocio y en los Santos Sacramentos. Tenemos certeza de que N. S. Jesucristo es la única cabeza de la Iglesia porque así nos lo enseña S. Pablo: "Porque nadie puede poner otro fundamento, fuera del que ya está puesto, el cual es Jesucristo" (I Cor. 3:11).

La Iglesia es una edificación divina, cuya cumbre está constituida por el propio Salvador, y que por esta razón no puede ser modificada o alterada. No puede poseer otra cabeza o jefe a no ser N. S. Jesucristo. Las enseñanzas de S. Pablo prueban plenamente esta verdad: "Y El (JC.) es la cabeza del cuerpo de la Iglesia: es el principio y el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia" (Colos. 1:18).

San Pablo denomínase a sí mismo "Ministro de la Iglesia, conforme a determinación de Dios" (Colos. 1:24), olvidándose en absoluto de su dignidad apostólica. La Iglesia Católica Apostólica se llama también Ortodoxa porque conservó al pie de la letra todas las enseñanzas sobre la sagrada fe sin ninguna alteración. Desde el tiempo de los Apóstoles y de los primeros adeptos de N. S. J.C., no fue añadido o reducido lo que está en las sagradas enseñanzas básicas de la religión cristiana.

Ortodoxo quiere decir: aquel que cree correctamente, conservando inalterable la fe original. La Santa Iglesia Católica Apostólica se enorgullece con toda justicia de poder denominarse Ortodoxa, pues la historia es el testimonio inconfundible de las luchas y de los sufrimientos que tuvo que soportar para mantener con pureza cristalina la celestial perla de las enseñanzas del Salvador.

 

La Iglesia Esta Exenta

de Caer en el Error

La iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo posee el don del magisterio permanente, por el cual tiene la potestad de enseñar y dirigir a sus fieles por el recto sendero y la salvación de sus almas. Por este don tiene una asistencia especial del Espíritu Santo, y la custodia de Jesucristo siempre permanente en ella, conforme a su palabra "Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos," y "Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella." Bajo el error, la Iglesia hace tiempo que hubiese sucumbido bajo el poder del infierno y de sus enemigos. El principio del error marca el fin. Caminemos seguros bajo la voz de la Iglesia, puesto que ella sólo puede enseñar la verdad.

 

La Autoridad

Máxima En La Iglesia

La autoridad maxima en la Iglesia Ortodoxa es solamente Jesucristo. El es su cabeza y su Único Jefe. La suprema autoridad administrativa y autoridad máxima son los Concilios Ecuménicos sobre fe, costumbre y disciplina. La infalibilidad es un don que pertenece a toda la Iglesia y no a una persona determinada o grupos de personas como sería un patriarca o un concilio. Las decisiones de los Concilios están por encima de cualquier obispo o patriarca, no pudiendo ser derogados en ningún momento. La Iglesia sólo reconoce un primado de honor, y nunca un primado de derecho. El primado de honor no da ningún derecho o jurisdicción sobre los demás obispos o patriarcas. Es sencillamente "Primus inter pares." El patriarca de Constantinopla posee este primado de honor desde el año 350, cuando Constantino trasladó a esa ciudad la capital del imperio romano.

"La infalibilidad reside únicamente en la hermandad ecuménica de la Iglesia, unida por un amor mutuo: la custodia de los dogmas y la pureza de los ritos están encomendados, no sólo a la jerarquía, sino a todos los miembros de la Iglesia que constituyen el cuerpo de Cristo" (Alejo Khomiakob).

 

Iconos

Dentro de la doctrina ortodoxa Icono es una imagen sagrada o retrato que está hecho convenientemente y bendecido por la Iglesia. Honramos a los Iconos de Jesús, de la Virgen María, de los Angeles y Santos, porque ellos representan a Jesucristo, a la Virgen, Angeles y Santos. El acto de venerar no va hacia los Iconos inanimados, sino hacia las personas representadas por ella. La Iglesia venera las reliquias de los santos, porque éstas fueron templos del Espíritu Santo. Los ortodoxos al afirmar la realidad plena de una naturaleza humana en Cristo, no olvidan que esta naturaleza es deificada, que ella pertenece con propiedad a la única hipóstasis del Verbo y que por lo tanto las imágenes de Cristo, como también aquellas de los Santos que comulgan en Cristo en la deificación, deben ser imágenes santas y veneradas. Estas imágenes constituyen entonces un elemento esencial de la piedad ortodoxa. La mas elevada expresión en el arte del Icono la hallamos en el Icono Bizantino.

 

 

Ritos

Los ritos que usa la iglesia son conjuntos de ceremonias, preces, cantos y símbolos en uso en la Iglesia para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa, o la administración de los Sacramentos. Los ritos orientales tienen su origen en el siglo IV, originados en las primitivas celebraciones litúrgicas cristianas. En este siglo (IV). encontramos ya 4 clases de ritos: 1) Rito Asiático (Asia Menor, Esmirna, Efeso...); 2) Rito del Ponto (Neocesarea, Nicea); 3) Rito Siriano (Antioquia, Edesa); 4) Rito Egipciano o Copto (Alejandría). De estos Ritos se originan todos los ritos posteriores. En el siglo V encontramos 3 Ritos Generales: 1) Rito Bizantino, que suplanta a los otros ritos de Asia y del Ponto; 2) Rito de Antioquía y Jerusalén, que suplanta los ritos de Oriente y Chipre; 3) Rito de Alejandría, que suplantará todo otro rito de Egipto. Siguen subsistiendo también algunos ritos particulares, llamados ritos derivados. 1) Rito Armenio: Iglesia Armenia; 2) Rito Caldeo: Iglesia de Persia; 3) Rito Maronita: Iglesia Maronita. En el siglo VIII y IX, el Rito Bizantino derivado del Rito Antioqueño, se extienden a todas las regiones orientales, hasta los Patriarcados de Alejandría, Antioquía y Jerusalén, Bulgaria, Serbia, Rusia, Rumania, Georgia... Los demás ritos, con subdivisiones subsistirán, pero sin tener la importancia del Rito Bizantino, que es el más usado por la Iglesia Ortodoxa y el Rito de mayor numero de fieles, y que para su liturgia usa 4 Anáforas o Cánones: Santiago, San Basilio, San Juan Crisóstomo y San Gregorio Diálogo, dividida en 3 partes: Preparación (Proskomidia), Liturgia de los Catecúmenos y Liturgia de los Fieles. Por medio de su Rito Bizantino, la Iglesia ortodoxa expresara en fórmulas sublimes y ceremonias solemnes el amor a Cristo, el culto a Dios y la salvación de la humanidad entera. Profundidad, grandeza, santidad: todo eso vemos en el Rito Bizantino. Un maravilloso monumento de piedad cristiana para gloria de Dios.

 

La Ortodoxia Hoy

Nuestro señor jesucristo ha fundado sólo una Iglesia: Una Santa, Católica y Apostólica, la cual hasta nuestros días está representada por la Iglesia Ortodoxa. La Iglesia Ortodoxa es una porque es un solo cuerpo espiritual, tiene una sola cabeza, Jesucristo y está animada por un solo Espíritu de Dios. La unidad se expresa en la misma fe, en la comunión, en las oraciones y en los sacramentos. Es Santa como su base: N. S. Jesucristo, y porque en ella mora el Espíritu Santo que la santifica, y porque produce frutos santos. Es Católica, Universal o Ecuménica: comprende a todos los fieles de todos los lugares, tiempos y pueblos del mundo y porque no está limitada por ningún lugar, tiempo, pueblo o región, sino al contrario, esta abierta para todo aquel que desee unirse a ella (Mat. 28:18 - 20). Es Apostólica, porque conserva sin interrupción la doctrina de Jesucristo, y de los Dones del Espíritu Santo, desde los tiempos de los Apóstoles. A ello añadimos que nuestra Iglesia es Ortodoxa: creencia verdadera, para señalar que en ella reside la verdadera fe. Todo esto nos indica claramente que todo aquel que busque con sinceridad la "Verdad," en qué Iglesia esta la verdadera enseñanza apostólica, la verdadera fe, los verdaderos sacramentos, concluirá incuestionablemente que la verdadera Iglesia de N. S. Jesucristo es la Iglesia "Una, Santa, Católica, Apostólica y Ortodoxa."

Hoy la Iglesia Ortodoxa ha renacido con nuevos bríos, dando maravillosos frutos en todo el mundo y en todos los órdenes. Hoy la Ortodoxia se extiende por los 5 continentes y en todas las naciones de la tierra. A los patriarcados apostólicos: Constantinopla, Alejandría, Antioquía, Jerusalén, se han añadido en el correr de los siglos los de Moscú, Serbia, Bulgaria, Georgia, Rumania, y las Iglesias Autocéfalas de Atenas, Chipre, Polonia, Albania, Finlandia, Sinaí, y las misiones abarcan territorios de Africa (Uganda), Corea, China, Japón, Alaska,... En la América cada día avanza más, contándose en los EE. UU. con 5 millones de ortodoxos. Hay comunidades de ortodoxos formadas en Francia, Alemania, Italia, Inglaterra, Africa... En el mundo encontramos 280 millones de ortodoxos, que proclaman en todas partes la Catolicidad de la Una, Santa, Apostólica Iglesia Ortodoxa. Junto a este florecimiento ortodoxo, encontramos también un espléndido florecer en las ciencias y en la teología ortodoxa, principalmente en Atenas, Constantinopla, Rusia, Francia y Estados Unidos, en donde junto a sus grandes teólogos se imprimen toda clase de libros y revistas de carácter ortodoxo. Los estudiantes encuentran cauce a su sed de conocimientos en varias universidades y seminarios: Halqui, Atenas, S. Vladimiro, Santa Cruz, S. Sergio de Paris. Academias teológicas de Rusia, Rumania, Serbia, Bulgaria.

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Folleto misionero # S45

Reimprimido del librito publicado por la

Juventud Ortodoxa de Buenos Aires, Argentina, 1976

2049 Argyle Ave. Los Angeles, California 90068
Editor: bishop Alexander (Mileant).

 

(vida_de_la_Iglesia.doc, 02-10-2000).